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Yaxley Manor (MM B: 109997)


Orión Yaxley
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- Nuestro dinero cunde mucho más en las tiendas muggles al cambio. -explicó Gatiux- Además, siempre puede caerle a alguien un confundus o un imperius y salirte la ropa gratis.

 

Se encogió de hombros como si hacer algo así fuera lo más normal del mundo. Además, si uno tenía la facultad de poder cambiar de aspecto, nunca le reconocerían en las tiendas a las que volvía a por más ropa después de no haber pagado por una gran cantidad de la misma. De algo tenían que servir los poderes mortífagos, qué menos que sacarle el mayor provecho posible.

 

- Para ver que te vea bien te tienes que quitar la túnica.

 

Cuando Maida (un poco sonrojada) obedeció la órden, Gatiux la estudió con detenimiento de arriba a abajo con ojo experto. Solo serían un par de segundos. Le indicó que podía ponerse de nuevo la túnica esa holgada que había traído. En apenas unos segundos, Gatiux no lucía como Gatiux, si no como un clon perfecto de Maida, que se quitó las prendas de ropa y empezó a recorrer el vestidor en ropa interior.

 

- No te preocupes. Yo te haré brillar, tengo ya una idea de algo que te quedará excelente.

 

Eligió una falda negra por encima de la rodilla, camiseta de algodón, ajustada de rayas blancas y negras pero sin escote y una chaqueta de cuero color camel. Para los pies unas ballerinas oscuras. Un atuendo elegante, femenino y juvenil que favorecería a Maida. Se lo puso encima para que su sobrina viera el efecto que haría sobre ella, como un maniquí humano mientras que Gatiux se miraba al espejo de pie y giraba sobre sí misma.

 

- ¿Qué te parece? -rió- Seguro que pensabas que te iba a dar algo super escotado o con transparencias.

 

Se desnudó de nuevo, dejando las prendas sobre un mueble blanco que tenía en el centro de la estancia. Volvió a transformarse con su aspecto habitual, pero siguió recorriendo el lugar en ropa interior, sacando ropa y negando con la cabeza, o simplemente haciendo mmmm y juntándolo con otra prenda. Sacó una camisa azul vaquera de esas que quedaban despegadas y un pantalón oscuro ajustado.

 

- ¿Qué te parece? ¿Te gusta?

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Claro, meterse a tiendas muggles a tomar lo que uno quería, sin medir hechizos aturdidores, y esas cosas. Si, eso no sonaba como a algo que Maida hiciera, mucho menos por ropa. Pero, eso explicaba el sinfín de prendas que se lucían ante sus ojos. Eso no fue lo peor. ¿O lo más gracioso?


Para no variar sus costumbres, pronto teníamos a una mortífaga sonrojada, aunque esta vez era un poco justificado. Gatiux, acababa de pedirle que se desvistiera. Decir que además, abrió los ojos como platos, pero incapaz de contradecirla. Deshizo los seguros que sostenían su túnica y pronto estuvo en ropa interior de algodón frente a la bruja. No fue la eternidad que la Yaxley sintió, y pronto estuvo nuevamente enfundada en sus trapos mientras ahora era Gatiux, quien parecía un holograma más desinhibido de ella, la que caminaba entre el vestidor. O Maida, era confuso.


Primero en la Ceremonia de Iniciación, multijugos para que Cillian tomara su lugar, y ahora...Gatiux hacía algo similar para ayudarla. Dados los acontecimientos, debía dejar de preocuparse por los temas de suplantación de identidad, total, ya se andaba acostumbrando. Sin embargo, luego de unos minutos, tuvo que reconocer que ver su propio físico vestido con semejantes prendas, hacía que todo lo anterior valiera la pena.


¿Brillar? Si, claro, ¡wow! —dijo entonces mirándose, por raro que sonara— Luces, luzco...ya veo el hechizo de la ropa muggle. Yo jamás habría juntado eso en mí...y los zapatos. Si, creo que es adecuado dejar de ir descalza a todos lados.


Ella modelaba de una manera que seguramente a Maida le costaría años aprender, pero la hacía lucir bien, de eso no había duda. Se preguntó qué pensaría Nath al verla así. Eran prendas modernas que no iban en contra de los estándares de Maida, nada muy revelador, sin colores muy chillones. Discreto y pulcro. Sonreía como una boba.


Volvió a reaccionar cuando se vio desnudándose, ¡Hey, tenía un par de lunares en la espalda! ¿Quién lo habría dicho? Desvió la mirada cuando el cuerpo que observaba dejó de ser el propio y volvía a tener la pigmentación morena de ella. Aplaudió acercándose a la silla dónde dejó sus prendas. A diferencia de ella, se puso la falda por debajo de la túnica, y con una incomodidad tremenda y visto lo visto, hasta absurda, se colocó la camiseta en el espacio reducido de tu vestimenta antigua. ¿Absurdo? Si, total, no era nada que la chica de ojos ambarinos no hubiese visto ya.


Caminó frente al espejo varias veces, antes de colocarse la chaqueta y deshacerse por fin de la túnica. Giró un poco para ver por primera vez en mucho tiempo sus pantorrillas a la luz del día. O en este caso, de los focos del armario-maleta de su tía. Lucía realmente linda, y distinta. Se mordió el labio sopesando el look. Escuchó decir a ella, algo acerca de sus suposiciones y la verdad, tenía razón. Maida se veía enfrascada en una intensa discusión con ella acerca de la cantidad innecesaria de piel y de curvas que estaba mostrando.


Pero no, no era así, la falda no marcaba sus caderas, y aún así la hacían ver femenina. La camiseta igual, era fresca, holgada, pero de alguna manera, la Yaxley se había quitado el tatuaje invisible que parecía gritar que era una eterna estudiante de Drumstang. Se veía como una señorita, lista para una primera salida a un bar con sus amigas. Suavemente se fue trenzando el cabello a un lado de la cabeza mientras Gatiux terminaba de vestirse.


Claro que me gusta —respondió inmediatamente ya que la anterior pregunta casi que la había contestado en la mente—, ¡estoy fascinada! ¡Muchas gracias! Tienes que enseñarme más...cuando tengas tiempo. Cuando puedas, no quiero ser muy...es que me veo ¡Ay, no tienes idea! Yo jamás me había visto así...cuando me ha vestido mi elfo doméstico me veo bien, pero no me siento como yo, siento que me impone una sensualidad que soy incapaz de llevar, que me obliga a llevar tacones y bolso de mano es tan...


Y se detuvo. Se acababa de dar cuenta en la verborrea en la que había caído presa. Llevó su mano izquierda a la boca, pero el gesto fue pasajero. En cuanto vio vestida a Gatiux se abalanzó hacia ella, abrazándola.


¡Gracias! —chilló sobre su hombro antes de soltarla— Ahora tendré que hechizar todo el outfit para que no se estropee cuando comencemos con la limpieza.


Maida estuvo muy tentada de seguir husmeando entre los colgadores del armario, pero habían obligaciones que cumplir y pronto se vieron salieron del armario portable de Gatiux. Con todo el alboroto de la noche anterior, apenas lo había recordado, pero cuando salieron del Castillo Black, ella estaba por confesarle acerca de Nathaniel a la mortífaga. Todo parecía realmente renacer en la Yaxley, sus costumbres para dormir, las cenas familiares, su forma de vestir. ¡Tener personas a las que llamar familia! Tan lejano todo de su primer día en Ottery, aunque con una similitud. Igual que en la noche anterior, estaba huyendo de alguien.


¿Crees que le guste? —preguntó aún en la habitación— No es que me pinté como un payaso o me puse una micro minifalda, ¿no?


Sus manos se acariciaban la una a la otra, nerviosa.


Es gracioso, pareciera que converso con una hermana o una prima —comentó— y jamás tuve ninguna de las dos. Bulgaria y Drumstang fueron sitios solitarios.

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El color pálido de su rostro fue bajando a medida que se reponía de su resaca. Si algo era seguro era que necesitaba también comprar algo más de pociones, desde su llegada de Rusia, luego de escapar, se había olvidado de lo necesarias que le parecían, y lo útiles que le fueron en su momento.

Iba a usar el lavamanos pero ese, al igual que gran parte de la casa estaba averiado. Procedió intentarlo con la ducha y después de mucho tiempo de ver que el agua salía de un marrón oscuro esta pro fin aclaró. Se lavó las manos y la cara salpicando un poco su vestido que al final quedó igual de empapado. Se le quedó un rato mirándole intentando recordar en qué momento se lo había puesto, o como mínimo de donde lo había sacado. Nada, era uno de sus muchos recuerdos perdidos en la inmensidad de su borrachera.

Su contemplación fue interrumpida por un suave tocar de la puerta. Por un segundo pensó que era algo de su imaginación pero decidió de igual manera acudir dado el caso que no fuera un invento de su mente. Y no lo era.

Una chica de cabellos platinos y cara conocida esperaba tras ella, buena pinta y mucho mas decente que el estado en el que ella misma se encontraba. “la pobre va a pensar que ha llegado a un prostíbulo seguramente”

-Hola, ¿quién eres? Uffff- Los rayos del sol y su resaca se habían convertido en aquel momento en enemigos íntimos, ni siquiera espero a que la chica hablara para identificarse, interrumpió su boca a medio abrir intentando terminar su tortura de una buena vez –Pasa, pasa, este clima es una molestia – comentó rapidamente tapándose la luz con una mano y arrastrando a la chica hacia adentro con la otra, aun humedecida.

-Muero por un jugo o algo, ven vamos por algo a la cocina mientras me cuentas quien eres…-

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- ¿Piensas trabajar en el jardín con esa ropa? -preguntó Gatiux tras escuchar a Maida- No. No. No.

 

Después de eso volvió a perderse por el armario, dando vueltas por aquí y por allá buscando otras prendas. Puso entre los brazos de Maida unas mallas, una camiseta de manga corta, una sudadera fina y unas deportivas. Todo de colores discretos excepto las deportivas, de color salmón brillante en contraste con la ropa oscura, y la camiseta que era también del tono de las zapatillas. La ropa bonita no era para que intentase mancharla, o romperla.

 

- Ponte esto para trabajar, y lo otro para cuando quieras lucir linda, para una cita, o para sorprender a Nathaniel... pero te prohibo que sea para trabajar en el jardín. Espera aquí.

 

Trajo para también para la Yaxley un pijama corto de algodón pero que no enseñaba demasiado, y un par de conjuntos de ropa interior bonita de la talla de Maida sin estrenar que aún conservaban las etiquetas. Tenía ropa de todo tipo porque de vez en cuando se camuflaba, dejaba de ser la exuberante banshee y podía divertirse pasando inadvertida, y para ello necesitaba todo tipo de indumentaria. Añadió un pantalón oscuro y un par de camisas de rayas verticales con las que combinar el pantalón.

 

- ¡Nunca vuelvas a pedir consejo a un elfo! Lo hacen lo mejor que pueden, pero siguen sin tener mucha idea.

 

Salieron juntas del armario vestidor. Maida cargada mientras que Gatiux se hacía un moño alto tras dejar la sudadera en su cama. Descubriendo el tatuaje de la nuca que normalmente solía ocultar por el cabello. El Cazador. La muchacha seguía pareciendo nerviosa, y ella no sabía que hacer para eliminar esa sensación entre ambas. Quería que se sintiera cómoda, alguien en quien pudiese confiar, alguien a quien acudir.

 

- No te preocupes, seguro que a Nath le encanta. -dijo Gatiux- Aunque nunca te vistas por un chico, ponte hermosa para tí misma.

 

A la Malfoy le divertía poder compartir consejos sobre ropa o cosas de chicas por fin. A ninguna de sus hijas le llamaba la atención, tampoco es que hubiesen compartido el tiempo suficiente juntas para eso, por eso le alegraba que Maida acudiese a ella. Pero entendía que todo el proceso llevaba su tiempo y esa situación de confianza no se daría de la noche a la mañana.

 

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En todo aquel ir y venir de tareas por hacer en el Manor, Nathaniel sintió un ruído proveniente de la puerta de entrada. Se había entretenido con los platos de la vajilla por limpiar, tarea que le había sido encomendada prácticamente a la fuerza. Se encogió de hombros y tardó unos segundos en reaccionar.

 

- Ya abrirá alguno de los elfos... - pensó con desidia.

 

- ¡Oh, wait! -

 

Rápidamente reaccionó y se dio respuesta a sí mismo: no había servicio doméstico en el lugar. Se secó las manos a uno de los paños de la cocina y arrancó en dirección a la puerta. Podría obviarse el dato de que casi se pierde para llegar a la entrada, pero es mejor contar todo para mayor información. Cuando finalmente se acercó a la puerta, a medio camino se encontró con una muchacha de cabellos resplandecientes y Luisitha con ella.

 

- ¡Hola! Bienvenida a... ¿Tenemos visita? - susurró.

 

Enarcó una ceja y se detuvo en seco.

 

Información, como agua que llevaba una cascada, descendiendo con celeridad por las paredes de su mente.

 

Aquella cara... Aquellos rasgos... Aquellos ojos... Dubitativo, alzó la mano derecha y acarició la frente de la muchacha con total confianza. ¡No podía ser otra persona! Alzó el brazo izquierdo y con ambos la rodeó entre su pecho, abrazándola con cariño. Un tanto desplazada había quedado Luisitha, su suegra. Aleksandra había vuelto y eso era lo que más importaba. Y aún encima se molestó en buscar a su padre y encontrarlo...

 

Contuvo la respiración por unos instantes, eso le ayudaría a sobrellevar el tránsito de información y sentimientos. Los ojos, aún mojados, tuvieron que ser desempañados por sus puños cuando se deshizo del abrazo.

 

- ¿Qué haces aquí, cariño? ¿Ya estás de vuelta? - inquirió sonriendo y llevándose la mano a la boca.

 

Había perdido a la mayoría de sus hijos -- por no decir a todos -- en el desenvolvimiento de sus vidas y el paso de los años. No había nada que le hiciese mayor ilusión que recuperar a alguien con quien compartir su día a día.

 

- Es... ¡mi hija! ¡La más pequeña de todas! - miró a Luisitha sonriendo orgullosísimo.

Editado por Nathaniel Malfoy

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Maida se sorprendió. No creyó que hubiera dicho nada tan estrambótico, para ella era habitual hechizar su atuendo y permanecer con la misma cosa durante el día entero. Convengamos que hablamos de la misma chica que hechizaba sus pies para no usar calzado. Sin embargo, eso no la hizo impedir el vendaval que era Gatiux perdiéndose en su armario y sacando cosas para no malograr el look original.

 

Escuchó sus instrucciones de vestuario con detalle, vio con ojos confundidos las zapatillas color salmón, realmente resaltaban. Y cuando vio que encima del montón colocaba pijama y lencería casi se infarto. Pero logró componerse lo suficiente para no decir nada. Ninguna de las prendas que tenía entre los dedos descubría demasiada piel, y era realmente bonita, así que quejarse o decir algo estaba demás. Era solo qué, la noche anterior había dormido con la misma ropa con la que llegó así que...Nath no la había visto en pijama. Nunca. ¿Elfos? Ah si...Los elfos.

 

- Prometido, Mushu no vuelve a vestirme nunca más. Pero tienes que enseñarme de estas tiendas muggles, yo apenas y he pisado Londres para ir al Ministerio -comentó encogiendo los hombros un tanto resignada en su propia ignorancia-. Tienes razón, si a Nath no le gusta es un ciego.

 

Dejó el bulto de ropa sobre la cama unos minutos y aprovechó a trenzarse sus cabellos de manera informal. De soslayo miró el tatuaje ininteligible para ella que lucía la mortífaga. Fue veloz, se sintió intrusa y mucho así que volvió a coger el bulto de ropa y se miró a sí misma una vez más. Hasta parecía un poco mayor y le gustaba. Lucía chic. Contuvo la risa.

 

- Siento que vamos a estar encerrados arreglando el Manor una semana o quizá más -dijo pensando en el jardín que debía estar desastroso luego de la lluvia de anoche-, y Trasto, él debe ser el único fascinado con el lodo y esas cosas. ¿Segura que no muerde?

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Espero unos segundos, mientras quitaba algunas hojas que se habían adherido a su cabello, oyó la puerta abrirse y alzo la mirada encontrándose con una mujer que al parecer acababa de levantarse, le pregunto quién era pero antes que pudiera responder la arrastro hacia adentro cubriéndose del sol. Tuvo que reprimir una sonrisa al reconocer los síntomas de la resaca, ella misma lo había experimentado en sus viajes.

La mujer, aun desconocida, la arrastro hasta la cocina

 

-De hecho yo…

 

Nuevamente se vio interrumpida aunque esta vez por la aparición de un hombre, la persona que había estado buscando, su padre. Le divertía bastante que no la reconociera, no lo culpaba estuvo muchos años alejada y había cambiado bastante.

Dejo a su padre abrazarla, correspondiendo lo sostuvo con fuerza cuanto lo había extrañado…

 

-Sip decidí que ya era hora de volver –sonrió feliz –Quiero volver a vivir contigo papá

 

Giro su atención hacia la mujer que la había recibido, presentándose.

 

-Me llamo Aleksandra ¿Y quién eres tú?, creo que aceptare esa bebida que me ofreciste. ¿Tú qué dices papá? –Engancho su brazo con el de su padre dejando que la mujer los guiara a la cocina -Tengo mucho que contarte sobre mis viajes por Europa y Asia. También quiero retomar mis estudios mágicos, estoy realmente atrasada ni siquiera sé aparecerme siempre tengo que usar a los elfos para trasladarme ¿Crees que podrías ayudarme? –Aleksandra puso sus rara vez usados pero efectivos ojos de cachorritos.

Editado por Aleksandra

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La lentitud de su cabeza llena de resaca no la dejó ver la similitud de la chica con su padre hasta que Nathaniel apareció frente a ella. De ahí en adelante se les quedó viendo del uno al otro por un rato intentando que su deshidratado cerebro computara los datos que observaba. Sus palabras claramente habian sido "la menor de todas"

 

Solo cuando Aleksandra habló fue cuando por fin un par de sus neuronas pudieron unirse y dirigió su camino a la cocina para servir tres jugos de naranja. Bebió el suyo lentamente esperando que no terminase fuera de ella del modo no convencional. Miró a Nathaniel que se veía más que emocionado y escondió una sonrisa por lo bajo.

 

-Con eso te puedo ayudar cuando plazcas- respondió la ojiazul amablemente levantandose de la mesa -ahora chicos yo creo que ustedes necesitan un rato a solas...-

 

Hizo una mueca de horror y puso una mano sobre su estomago, no, definitivamente la lentitud no iba a funcionar esa vez - Y.. yo creo que ya debo irme, necesito adecuar un cuarto antes de que alguien se tropiece con alguno de mis baules...-

 

Sonrió a ambos y se alejó rápidamente en busca de como no, un baño.

 

Tras haber terminado aquellos "asuntos de urgencia" se decidió a buscar a la única persona que sabia podía tener la solución a sus males. Comenzó a buscar por todo el lugar hasta que un par de voces la atrajeron.

 

-Gatux, Maida, ¿puedo pasar?-

 

 

Editado por Luisitha Black M.

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No hubo tiempo para que Gatiux contestara nada, una voz bastante familiar se coló por la puerta de la habitación y los colores se le subieron a la sobrina de Orión. Aún no había podido hablar con su madre acerca de lo sucedido la noche anterior. De hecho, no había podido hablar con ella de nada, en el semblante de Luisitha podía verse lo destrozada que tenía la cabeza por la resaca. ¡Y encima de todo ella estrenando ropa! No podía estar en peores condiciones, o eso creía ella. Nath ya le había contado todo lo que podía aguantar sus oídos, pero los recuerdos de la noche anterior le hervían la sangre. ¿Entendería su madre o sería un pleito de nunca acabar? ¿Por qué no le había dicho antes que se sentía atraída por su profesor? ¡Ah claro, porque casi no se veían!

 

Sin darse mucha cuenta, resopló y buscó algo de ayuda en Gatiux. Ni siquiera supo para qué.

 

Claro mamá, ya casi acabamos —dijo mostrando el montoncito de ropa que tenía entre las manos—, Gatiux me estaba ayudando con temas de vestuario, ya ves que tengo la habilidad de vestirme como un saco de papas deprimido la mayor parte del tiempo.

 

Eso, claro, bromea y evade el tema. Total, con un poco de suerte, la resaca le haya hecho olvidar las cosas a ella también.

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- Cuando quieras organizamos una escapada y te enseño unas cuantas tiendas. -respondió Gatiux- Iremos con dinero muggle. Te prometo no hechizar a nadie.

 

Se encogió de hombros mientras miraba a Maida. Sabía que no le gustaba demasiado hacer aquellas cosas malvadas, lo había sacado de los genes de su madre Luisitha, por lo que se contendría en presencia de la muchacha y se portaría bien con aquellos insignificantes muggles. Se sentó en su cama con las piernas cruzadas.

 

- No dejes que la altura de Trasto te intimide. Ya se que resulta extraño porque sus ladridos son potentes, pero es buen chico y está bien educado. -sonreía- Es un perrito muy cariñoso, enorme, sí, pero adorable. Lleva muchos años conmigo.

 

En ese momento alguien llamó a la puerta de la habitación. Luisitha se asomaba por la puerta de la misma pidiendo permiso para entrar. A modo de respuesta Gatiux palmeó la cama a su lado mientras sonreía. No captó la incomodidad de Maida, por supuesto, por lo que la recibió con alegría, como siempre que veía a su cuñada.

 

- ¿Tú también te estás escurriendo de las responsabilidades de hoy, Lu?

 

Más pronto que tarde Orión se pondría en modo gruñon y las localizaría. El Manor no era lo suficientemente grande para esconderse y evitar al Yaxley, pero mientras tanto tenían un rato para ellas. Y una reunión de chicas era mucho más apetecible que arreglar el tejado, claro.

 

- ¿Te gusta como he dejado a la niña? -los ojos amarillos de la Malfoy se deslizaron hasta Maida- He logrado que se quite ese saco de patatas que llama túnica. Se ve preciosa con ropa muggle, ¿verdad?

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