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Runas Antiguas


Orión Yaxley
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Era su primera clase. Y ya todo se había frustrado.

 

Estaba corriendo con un periódico sobre la cabeza, buscando algún alero en dónde refugiarse. Sus cabellos cobrizos con puntas azules estaban mojados, pegados a su frente. Su barba de igual tonalidad cobriza, con algún que otro tono gris, igual goteaba. Se había empapado por el repentino aguacero que se había manifestado sobre Londres. Pensó que una clase al aire libre en algún parque iba a resultar algo refrescante.

 

Sus zapatillas de lona y medias estaban completamente empapadas, al igual que sus pantalones y su camisa flannel escarlata. Bueno, todo estaba lleno de agua. Se frenó ante una puertita de madera con una ventanita de cristal. Bajando el brazo con el periódico, entró con cuidado al lugar. Se escuchó el tintineo de una campana que le daba la bienvenida.

 

Se trataba de un pequeño café. El mismo se presentaba como un largo pasillo que terminaba en el mostrador, con la cocina por detrás. No era muy ancho. En una de las paredes había un mapamundi formado por mosaicos pintados y del otro, un largo pizarrón azabache, con dibujos y garabatos de los clientes frecuentes. El aroma era intenso y daba cierta sensación de nostalgia.

 

- ¡Hola! Buen día. Al fin un cliente –saludó un chico bajito, te pinta italiano.

 

Había sorprendido a Orión, que palpaba sus bolsillos si no había perdido nada. Se había olvidado completamente que estaba en un local.

 

- Oh. Hola. Buen día –dijo, sonriendo rápidamente mientras que limpiaba sus zapatillas en el tapete.

 

- ¿Cómo va su día señor? ¿Le puedo ofrecer café, o va más por el té?

 

El Mago Oscuro puso su mano en la espalda para materializar su varita. Se acercaba lentamente, pasando por las cuatro mesas que aguardaban a su izquierda. Lo bueno de tener que estar cambiando los planes constantemente era que uno podía jugar con lo imprevisto. Si se basaba siempre en las lecturas de cualquier forma de predicción del futuro, entonces, no quedaba nada más que vivir bajo las leyes.

 

Se apoyó en el mostrador en silencio, metiendo mitad del cuerpo dentro de lo que era la barra. Claramente al joven se incomodó un poco por el tamaño del Yaxley y su cara de seriedad. Estaba buscando algo específico.

 

- C-creo que no debería estar haciendo eso.

 

- ¿Eh? ¡Cierto! –Mostró finalmente su varita, que la giró frente de su interlocutor-. Obliviate.

 

El afectado quedó paralizado. Orión sonrió de lado.

 

- Tranquilo ehhh –miró la etiqueta que llevaba-. John. Te estabas sintiendo mal y me pediste que te reemplace. Soy un compañero tuyo de otro trabajo. Seguro mañana te sientes mejor.

 

- Oh, ya veo. Sí, sí, creo que tienes razón –respondió un John confundido, mientras se quitaba el delantal que llevaba-. No olvides apagar los motores, pero dejar la heladera prendida.

 

- Tranquilo John. No olvidaré nada. Ve a descansar.

 

Sacó su torso del mostrador y vio como el dueño salía, aun hilando los sucesos sin mucho éxito. El mortífago suspiró ante un movimiento exitoso. Con la misma varita iba mandando las notificaciones sobre el nuevo lugar. Por suerte, ese tipo de cambios era algo muy común en las clases de la Universidad y ya los directores habían ideado un sistema todo sofisticado del cual Orión no tenía ni la más mínima idea del manejo. Sólo sabía que sus alumnos pronto llegarían.

 

La nota era bastante clara. No hacía falta traer la bolsita con las runas, porque ellos en la clase se encargarían de prepararlas. De ahí, encontrarían la ubicación del pequeño café.

 

Se acercó a una de las estufas y se quitó las zapatillas, medias, camisa y pantalones, para dejarlos secando cerca del calor. Movió un poquito su varita para conjurar un par de fuegos mágicos cerca, para aumentar la temperatura. Odiaba la ropa incómoda. Se puso el delantal por encima de su torso desnudo, que caía hasta sus boxers.

 

Empezó a tararear mientras hacía un poco de café. Calentaba el agua mientras preparaba los granos de café. Cada tanto aspiraba con fuerza por la nariz, disfrutando el aroma.

 

 

Runas antiguas:

  1. Presentación de los alumnos.
  2. Sobre las runas y su confección.
  3. Sobre las consultas.
  4. Sobre la…”

 

La campana había sonado. ¡Diablos! Demasiado rápido. La tiza cayó en seco. Estaba con la cafetera humeante, clavando con sus azules ojos a la puerta. ¿Los cinco ya estaban en la puerta? Gruñó para sí mismo e intentó sonreir. Aun con el mostrador cubriéndolo hasta el abdomen, se olvidaba, como pasó con todo ese día, que estaba completamente impresentable.

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¡Al fin! Al fin había conseguido incluirse como alumno dentro de la clase de Runas Antiguas. Le había costado bastante tiempo poder hacerlo, primero por problemas propios, y más adelante por la ausencia de un profesor que impartiese el conocimiento en cuestión. Ahora ese problema estaba resuelto, y lo que era mejor, conocía de primera mano a la persona que instruiría a los alumnos en el conocimiento de las Runas Antiguas.

 

La emoción por comenzar un nuevo conocimiento le había hecho levantarse muy temprano aquel día, a pesar de que la noche anterior hubiera tenido ciertos problemas para llegar a dormirse. Aun así, ahí estaba, despierto a una hora que generalmente consideraría intempestiva, preparado para comenzar una nueva aventura en el Ateneo de Conocimientos, aunque antes tendría que prepararse para salir.

 

Afortunadamente para él, el insomnio de la noche anterior le había hecho tomar algunas medidas previsoras, por si llegase a quedarse dormido, tenía toda la ropa preparada y había mandado a Faith que preparase el desayuno en cuanto escuchase cualquier sonido en su habitación, cosa que la elfina había hecho con diligencia nada más notar que el warlock se había despertado antes de tiempo, al instante se había desplazado hasta la cocina para preparar un buen plato de tortitas con chocolate y un buen café para comenzar la mañana con fuerzas.

 

El joven mago se encontraba en su habitación todavía, estaba terminando de vestirse en lo que la elfina terminaba de preparar la comida y la subía a la habitación, un perfecto trabajo en equipo para perder el mínimo tiempo posible por el camino. Según hubo terminado de amarrarse el cabello en una cola, Faith llamó a la puerta, abriéndola acto seguido, para ofrecer el desayuno a Zurin, quien lo recibió de buen grado, los nervios siempre le abrían el estómago, y quería llenarlo bien para estar más tranquilo al comenzar aquel conocimiento impartido por Orión, su compañero de bando.

 

Muchas gracias Faith, puedes retirarte a descansar por ahora, creo que lo tengo todo listo ─ comentó el mago mientras se preparaba para degustar aquel desayuno.

 

No hay de qué, ya sabes que siempre es un placer trabajar para ti ─ respondió con tono servicial, aunque no era la primera vez que el mago le pedía que no lo hiciera de esa forma.

 

Una vez se hubo terminado el desayuno que Faith le había preparado, el mago no quiso esperar más en su habitación, prefería salir a dar un paseo antes de la clase para así poder llegar sobrado de tiempo, pues la puntualidad era algo que no toleraba, ni tan siquiera en él mismo.

 

Caminó con paso tranquilo hasta la entrada del lugar, tomó su capa para cubrir sus hombros y comenzó a moverse por las calles de Ottery St. Catchpole, para desaparecerse al final de una estrecha calle cercana a su hogar, apareciendo nuevamente en un parque de Londres, donde Orión les había citado para dar la clase de Runas Antiguas, aunque no podía haber escogido peor momento para llegar al lugar. En un abrir y cerrar de ojos se había empapado de los pies a la cabeza, se trataba de un día normal en Londres, pero él no había salido de casa preparado para aquel aguacero.

 

Rápidamente el joven corrió a refugiarse de la lluvia en un café cercano, se trataba de un local pequeño, de apariencia bastante familiar, donde podría esperar un poco a que la lluvia parase, o simplemente que Orión les diera nuevas instrucciones, ya que realmente deseaba que el profesor no esperase dar la clase bajo aquel chaparrón.

 

Buenos días, ¿podría ponerme un café solo largo? ─ comentó el joven nada más atravesar la puerta del local, agradeciendo que tuvieran puesta la calefacción para que pudiera ir secando un poco su vestimenta mientras esperaba. Lo primero que hizo fue quitarse la capa de los hombros, la cual le había protegido un poco del agua, pero había terminado calando. La colgó en un perchero de la entrada para no llenarles el local de agua y se dispuso a sentarse en una de las mesas más cercanas a la estufa.

 

Disculpe, ¿me permite ofrecerle una toalla mientras le preparo el café? ─ respondió amablemente la camarera que se encontraba tras la barra ─ Así podrá secarse un poco, que da la impresión de que no sabe cómo moverse por esta ciudad ─ añadió con una risa que no pudo ocultar.

 

Muchas gracias, me vendrá muy bien la verdad ─ comenzó el warlock observando como la chica trataba de aguantarse la risa, realmente se veía como un gato mojado con el pelo aplastado por el agua y toda la ropa empapada ─ y puedes reírte con libertad, aunque te equivocas porque sí que soy de la zona, aunque no sé porque me esperaba que hoy fuera a hacer un día de sol radiante ─ terminó el mago secándose la cabeza con la toalla que le había facilitado la camarera, mientras pensaba en maldecir de alguna forma cruel a Orión por haberle hecho nadar por las calles de Londres.

 

Bueno, ten más cuidado la próxima vez, he oído por ahí que los paraguas funcionan muy bien contra ese líquido que te atacó en la calle ─ continuó la chica en tono burlón mientras se acercaba nuevamente a la mesa de Zurin─ ¡ah! Y aquí tienes tu café solo largo, no te pienses que me había olvidado ─ terminó tras lo que volvió hacia la barra para continuar con su trabajo.

 

Justo en ese instante, recibió una notificación de la Universidad Mágica, supo que Orión había cambiado la clase de sitio, y que no debía llevar la bolsita con las runas, y menos mal, porque no se había acordado de hacerse con unas. En ese momento supo que debía salir de allí para encontrarse con el profesor y el resto de alumnos, se le había hecho un poco tarde con aquella lucha contra el agua y no quería retrasarse.

 

Muchas gracias por todo, aquí te dejo el dinero del café ─ comentó mientras caminaba hacia la salida. Por suerte, siempre que salía al mundo muggle solía llevar algo de dinero por si pasaba cualquier cosa.

 

¡Espera! Llévate esto anda, te vendrá bien para no mojarte por ahí, ya me lo devolverás otro día ─ dijo la camarera saliendo rápidamente en su búsqueda, con un paraguas en la mano derecha. Era un paraguas rosa con lunares blancos, pero tampoco estaba en una situación en la que pudiera exigir algo más, al menos podría resguardarse del agua sin tener que recurrir a su varita ─ Me llamo Amy, por cierto.

 

Muchas gracias Amy, yo soy Zurin, volveré con tu paraguas, no te preocupes ─ terminó el mago, abriendo el paraguas nada más salir de aquella agradable cafetería. Se puso en marcha y observó cómo no era el único que había decidido ser puntual, todos los alumnos habían llegado a clase a tiempo, pero…¿habría llegado ya Orión?

 

Observó el interior de aquel local, la ventana de cristal le permitió responder afirmativamente a su propia pregunta, por lo que rápidamente comunicó al resto que deberían entrar, sobre todo porque alguno no llevaba ningún tipo de protección contra el agua.

 

¡Buenos días! ─ saludó alegremente antes de observar bien la situación, pues Orión se encontraba con el torso al descubierto…y viendo la escena probablemente no sería lo único donde le estuviera dando el aire ─ ¿qué…qué ha pasado aquí? ─ añadió el warlock observando la ropa de Orión que se encontraba secándose cerca de la estufa ─ ¿Se trata de una bienvenida rúnica de algún tipo? ─ continuó con una sonrisa en la boca mientras dejaba el paraguas a un lado del local, tratando de evitar manchar demasiado el sitio.

 

Afortunadamente ya estaba bastante seco, por lo que procedió a tomar asiento cerca del mostrador, observando las anotaciones del profesor sobre las Runas Antiguas.

 

- Antes de que se me olvide, ¿qué alfabeto rúnico vamos a estudiar? Que por lo que tengo entendido existen varios que se utilizan bastante ¿no es así? ─ terminó esperando la respuesta de Orión, y una posible explicación sobre lo que había pasado allí para que se encontrase en aquella situación.

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Fumaba.

 

En una mano llevaba su varita apuntando el cielo y despendia desde la punta la forma invisible de un paraguas, no necesitaba gastar galeones en una tonteria que podia realizar con un encantamiento. Llovia salvajemente, pocas personas corrian por las adoquinadas calles para resguardarse del inclemente clima o apresurarse a su destino. No muchos, al parecer, eran conscientes del hechizo que le permitia a Zepharias caminar con parsimonia entre el agua evitando que la mayoria de su ropa se humedeciera al contacto de algunas gotas. Mas que todo la parte de sus tobillos cubrida por unos pantalones negros y los zapatos del mismo color fueron las victimas.

 

Fumaba calmadamente con la otra mano, llevandose el cigarro a la boca de vez en cuando para aspirar y exhalar el humo en direccion al cielo. Fumaba por adiccion y por su esquizofrenia, la nicotina podria activar nuevamente celulas en la corteza prefrontal que eran perdidas a causa de la enfermadad, despues de un tiempo todavia no notaba ninguna mejoria porque las voces en su cabeza seguian atormentandolo como los truenos del cielo a los chiquitines mas asustadizos.

 

Llego al local pautado en la carta para la clase de conocimiento de runas antiguas. Cruzo el umbral y bajo la varita terminando con el encantamiento, con un toquecito de la misma en la parte humedad, esta se seco de inmediato como si la lluvia nunca se hubiese atrevido a tocarlo. Lo primero que impacto en el fue el aroma del cafe, adictivo al igual o peor que el cigarrillo que se acabo en una ultima aspirada. Diminutas mesas para dos personas se encontraban cerca de las paredes y entre ellas se formaba un pasillo directo hacia el mostrador. El pizarron habia sido modificado por el profesor colocando el temario de la clase, pero al parecer no le habia dado tiempo de terminar el punto numero cuatro.

 

El profesor estaba detras del mostrador con un delantal y un warlock estaba del otro lado, como si estuviese pidiendo un cafe. Cuando se acerco de dio cuenta de que era Zurin, otra vez, le tocaria ser su compañero de clase para un conocimiento, conversaban sobre las runas y lo que usarian para la clase. Undefined simplemente saludo cortesmente con un hola y se sento en una de las mesas cerca del mostrador escuchando la conversacion de ambos magos aprovechando que las voces en ese momento no eran tan fuertes como solian ser.

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Después de muchos intentos para ingresar a la clase de Runas Antiguas, la Black Lestrange al fin tenía su carta de aceptación en las manos.

  • Es muy tarde -Dijo mientras caminaba hacia el lugar citado

Se encontraba ya a unas cuadras, el clima no estaba a su favor, parecía que el cielo que se estaba cayendo, por suerte cargaba una sombrilla y eso evito que se mojara su túnica negra que aguadaba unos jeans azules deslavados una blusa roja.

 

Dio un vistazo final aquella nota por si era necesario llevar algún material, la Black Lestrange no poseía ninguna runa y la verdad no tenía idea de cómo hacerlas, alzo la mirada y pudo ver a varios de sus compañeros y se apresuró a ellas para llegar juntos, cuando menos lo pensó ya se encontraban entrando en aquella cafetería.

 

-En verdad quiero estudiar esto, después de mucho tiempo fui aceptada y ahora me estoy arrepintiendo – Pensó mientras entraba junto con sus compañeros, giro la mirada cuando vio al que sería su profesor detrás del mostrador con su torso desnudo con un delantal.

 

Alzo su mirada para encontrarse con los ojos del profesor

  • Mi Nombre es Ashley Emily Black Lestrange – dijo algo nerviosa
  • ¿Sera un método para reprobar la clase? – pensó, no podía negar que el profesor era algo atractivo, pero ahorita su prioridad seria pasar la clase e ignorar la vestimenta provocativa del profesor.

Miro como dos de sus compañeros estaban conversando, al parecer ellos ya se conocían, la Lestrange se empezaba a sentir algo incomoda odiaba ser la nueva.

 

  • Bueno profesor -Dijo desde una mesa – Soy nueva, estuve varios años en el extranjero y ahora vengo regresando no tengo ni malas remota idea que estoy haciendo en su clase, pero espero aprender mucho, ya que las runas siempre me han llamado la atención

off..

 

Orion perdon la tardanza estuve sin internet, bueno "soy nueva", regreso despues de mucho tiempo y la verdad se me esta haciendo dificil el rol, asi que vengo por que quiero aprender a ser rol en 3 persona y sobre todo activarme en el foro de nuevo, espero aprender, ya que eso es la finalidad por a que tome la clase... :)

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Se sobresaltó un poco más cuando vio a uno de sus alumnos más cerca del mostrador. Cuando se giró, contempló al resto bastante colorado. Miró de reojo su ropa, ya se veía bastante cerca. Tenía que hacer un movimiento lo bastante simple como para no levantar suspicacias. Como si todo eso fuera parte de la misma clase. Los saludó con una leve sonrisa y un ademán para que tomen asiento, junto con el gran mapamundi en mosaico.

 

- No pensé que llegarían tan temprano. Soy Orión. Orión Yaxley y seré su profesor de Runas.

 

Se sirvió el café recién preparado y le puso un par de cucharadas de azúcar. Carraspeó nuevamente.

 

- Antes de empezar, les pido a todos que vayan viendo el pizarrón –ni bien indicó eso, se aventó a buscar su ropa, era la excusa perfecta para hacer el cambio. Aunque todos se dieran cuenta-. Como bien dice ahí, empezaremos a hablar sobre las runas y su confección.

 

Había alcanzado a ponerse los jeans y la camisa flannel. Las zapatillas habían quedado a un lado. No le importó tanto estar descalzo. De su monedero mocke sacó una bolsita azabache con un delgado hilo que la cerraba. Levantó la taza de la mesada y se dirigió frente a ellos, a un costado del pizarrón. Ahora le respondería la pregunta a Zurin y guiaría un poco a Ashley. A ellos dos los reconocía de algún lugar, pero al tercero, el callado, nunca lo había visto.

 

- Las runas, son un conjunto de piezas cargadas con magia, donde se graban símbolo del alfabeto rúnico. Este, se trata del Elder Futhark. Son en total 24, con una opción de 25, si agregas la runa vacía. Se las recomiendo. Es otra forma de aumentar la perspectiva. Las runas pueden ser de madera, piedra, gemas o vidrio. Lo más importante es que todas cuenten con las mismas características de textura, forma y tamaño. De esa manera, cuando uno realiza la consulta, no identifica conscientemente cada runa.

 

Bebió un poco de café, mientras se acercaba a una mesa libre y les daba otro ademán para que se acercaran más.

 

- No les explicaré qué significa cada runa, salvo que realmente lo necesiten. Pero es algo muy fácil de encontrar en cualquier biblioteca. Ahora, como dije, cada una significa un concepto, no una letra. Por ejemplo, esta de acá que es una F con los brazos hacia arriba, significa finanza, o valor. En cambio, la que tiene los brazos para abajo, tiene que ver con la recepción, la comunicación y la sabiduría. Lo importante de esto es tener la mente siempre abierta con respecto a las interpretaciones de cada runa.

 

Volvió a darle otro sorbo de café.

 

- Las runas tienen principalmente tres propósitos. En la antigüedad, se usaban como medio de comunicación. En la magia, como forma de plasmar hechizos y cargarlos con energía performática. Esto es, cuando uno reafirma con palabras, con runas, gana poder. Por último, como consulta, que es lo más interesante. Consultar no es una forma de adivinación como se puede dar en el curso, sino que tiene otra carga simbólica.

 

Sacó un par de las suyas. Piedra plana, con grabado en cobre.

 

- Lo que haremos ahora es armar nuestro propio set de runas. Pueden buscar piedras ovaladas en las costas del ma. O ramas de la madera de su varita, que en ese caso se cortan rodajas. Sino las gemas que más quieran. ¡Vamos! Son magos. Les daré el resto de la mañana mientras que preparo el resto de la clase.

 

Ahora los “echaba” con las manos, para que se apuraran. No había cosa más linda que hacer algo propio, con las manos desnudas.

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Una tenue luz se filtraba por la entrada de la cueva que la noche anterior le había servido de refugio. Observó a su alrededor tan solo para comprobar que estaba sola y suspiró aliviada al comprobar que así era. La ropa de la mujer estaba sucia y manchada de sangre, que ya se había secado, por varios lugares. A pesar de que se había curado las lesiones, sintió dolor en varias partes de su cuerpo cuando se puso en pie.



Cuando salió supuso, por la altura del sol, que ya era muy entrada la mañana, maldijo por lo bajo y haciendo un gran esfuerzo desapareció. No solo había fracasado en recopilar la información que necesitaba, ahora los aliados de su padre sabían que estaba viva y tenían una vaga idea de lo que la Warlock buscaba.



Al llegar a su oficina en el Ministerio de Magia se alegró de que no hubiera nadie en el interior, tenía pensado solo tomar varios pergaminos y no era muy conveniente que alguien la viera en el estado tan poco presentable en el que se encontraba. Al abrir el cajón de su escritorio una nota con la insignia del Ateneo llamo su atención > dijo mientras la abría rápidamente para leer las instrucciones, estaba realmente muy retrasada. Lo bueno era que se llevaría a cabo en un café de Londres.


Cambió la túnica de viaje por una de repuesto que tenía y limpió lo más que pudo el pantalón de mezclilla, se quitó la sudadera gris dejándose puesta únicamente una blusa sin mangas en color rojo. No era el mejor atuendo pero no podía perder más tiempo.


─¿Mi esposa ya llegó? …─se escuchó la amortiguada voz detrás de la puerta.


Valkyria tomó rápidamente los documentos que había ido a buscar y desapareció justo cuando la perilla de la puerta empezaba a girar, no quería que su esposo la empezara a interrogar sobre su paradero en los últimos días.



Al aparecer en un callejón cercano a donde se dictaría la clase de runas, la lluvia había aminorado hasta convertirse en una llovizna leve. Sacó un cigarrillo negro con sabor a canela y luego de encenderlo empezó a caminar, el café en el que el profesor había citado a los alumnos no estaba muy lejos.


Sabía que llegaba muy tarde y no quería interrumpir las explicaciones que estaba dando el profesor, uno bastante joven, así que decidió quedarse afuera, escuchando lo que decían y terminar su cigarrillo para luego si ingresar.

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Parecía que finalmente habían llegado todos los alumnos que habían sido citados para la clase, o al menos al joven warlock le parecía un número más que suficiente para que la clase pudiera darse sin aglomeraciones. Un número superior puede hacer que el profesor se descentre y no pueda resolver las dudas de todos los alumnos. Y justamente había ido a la clase de Runas Antiguas para resolver todas sus dudas sobre la materia, para especializarse en ella.

 

Parecía que Orión, el profesor del conocimiento, se había percatado de su desnudez, y rápidamente aprovechó para vestirse mientras mandaba a los alumnos a mirar hacia otro lado, concretamente hacia un pizarrón donde había escrito algunas anotaicones sobre la asignatura, algo que Zurin ya había mirado nada más entrar, siempre le gustaba observar bien los entornos en los que se encontraba.

 

Acto seguido, el profesor comenzó a resolver algunas dudas al mismo tiempo que comenzaba con la teoría sobre Runas Antiguas, parecía que no sería demasiado pesado, y eso le gustaba, siempre era más agradable una clase práctica que un tocho teórico sin sentido.

 

Entonces será el alfabeto rúnico antiguo, interesante ─ murmuró el mago para sí mismo, evitando que interrumpir al profesor tras conocer que estudiarían el Elder Futhark.

 

A continuación pronunció las palabras que el mago había estado esperando desde que había recibido la notificación, iban a hacerse sus propias runas, por eso ni el mismo profesor se había molestado en recordarles que llevasen runas de casa. Ahora tocaba salir de excursión por cualquier lugar, quizás el río podría ser un sitio interesante donde hacerse con cantos rodados, unas piedras muy similares entre sí para quienes sabían buscarlas, y que casaban perfectamente con la idea que el profesor les había transmitido de cómo debían ser las runas.

 

¡Marcho hacia la zona menos transitada del río! Si alguien quiere apuntarse estaré esperando por allí, voy a buscar unos cantos rodados, creo que serán ideales para este proyecto ─ comentó en voz alta, invitando a cualquiera de sus compañeros a ir con él. Acto seguido, desapareció del lugar sin esperar un instante más, apareciendo nuevamente junto a la orilla del río, llena de piedras de todo tipo, solo faltaba filtrar entre todas ellas los cantos rodados que le harían falta para crear el alfabeto rúnico al completo.

 

Tenía en mente que se componía de 24 símbolos, pero no estaba seguro de la cifra que había mencionado el profesor, por lo que prefirió hacerse con un par de más, total, siempre sería mejor que sobrasen. Así marchó de nuevo hacia la cafetería donde se habían reunido para dar la clase, lo hizo apareciéndose nuevamente junto a la barra de aquel acogedor lugar. Parecía que había sido el primero en volver, por lo que se sentó rápidamente en la mesa donde también se encontraban las runas del profesor, preparado para tallar cada una de las runas sobre los cantos que había recogido del río fijándose en las que ya estaban preparadas.

 

Una vez hubo terminado la talla, con ayuda de su varita mágica, el joven mago se quedó esperando a que el resto de alumnos completase su tarea, mientras tanto pensó en resolver algunas dudas con el profesor, aunque tampoco quería acapararlo para él solo.

 

¿Por qué se han realizado cambios entre los diferentes alfabetos rúnicos? Quiero decir, no se trata de un sistema de comunicación como tal, si no que es algo más, ¿cómo cambia tanto a través del tiempo?

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A veces, tenía que jugar con la suerte. Dejar a los estudiantes libres para la confección de runas realmente era una técnica arriesgada. Porque básicamente se exponía a la simple situación de que ninguno de ellos tuviera el compromiso de volver. Suspiró mientras bebía otro poco de café. Consideraba que no era un conocimiento muy complicado, pero sí había que tener los pies sobre la tierra para saber hacia dónde encarar.

 

Miró hacia la ventana que se presentaba junto con la humilde puerta. La llovizna que hacía unos momentos había cesado, comenzó a caer con más fuerza. Llevó su boca a un lado, desaprobando la situación. No quería mojarse nuevamente. Estiró las patas y terminó con su café. Por último, pegó un reojo al mostrador, intentando ver si las zapatillas y las medias ya se encontraban lo suficientemente secas.

 

Los alumnos no habían vuelto, salvo por Zurin, que le había preguntado sobre los lenguajes y sus modificaciones antes de retirarse. Si la clase hubiese seguido, podemos pensar que Orión hubiese respondido algo así:

 

“Los lenguajes son performativos. Se aplican así mismos cuando son utilizados. Siempre van evolucionando. Y se adaptan a las necesidades de la gente”.

 

Así como nosotros también agregamos por una cuestión de repetición de uso, palabras que capaz nunca hubiésemos imaginado que existirían, así le habría pasado a los lenguajes rúnicos. No hay que olvidar, que estos conformaban también un alfabeto y lenguaje al mismo tiempo, con todas las complicaciones que atribuía.

 

Orión se colocó las últimas prendas que faltaban.

 

Encendió nuevamente las máquinas con un movimiento de muñeca. La taza y la frenchpress que había utilizado fueron directos al lavadero para su debido trabajo, mientras que él se dirigía a la puerta. A todo esto, también podíamos ver la imagen del mortífago en cómo se ataba el delantal que horas atrás estaba usando el dueño del local. Puso sus manos sobre el cartelito.

 

Cerrado – Abierto.

 

¿Qué más daba si atendía el café ese día? No tenía más nada que hacer.

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