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• Leyes Mágicas •


Mentita
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El saludo de la profesora no se había hecho esperar cuando ya solo quedábamos los 3 en el salón, Darla tenia razón en el apellido de la bruja, seguro que se conocían de algún otro lugar o quien sabe que más, luego tal vez le preguntaría. Negué con mi cabeza indicando que no sabía de quien se trataba.

 

Bueno al menos de aburrido no tenía nada el principio de la clase, ya que un par botones comenzaban a volar hacia nosotros, estaba en lo cierto no tendríamos la clase en la universidad otro vez, creo que así no la conocería jamás.

 

La Triviani era la primera en desaparecer sin decirnos a donde íbamos, luego era el turno de Darla la cual solo me miro antes de desaparecer frente a mis narices, porque no solo podíamos ser convencionales y salir a caminar o algo así, creo que podría reprobar la clase si no las seguía así que con resignación abrí la mano para luego cerrar el puño solo el objeto.

 

Respire profundo al llegar al lugar donde el traslador me dejaba, golpee uno de mis codos con un muro que estaba tras de mi cuando me giraba, no lo había tenido en cuenta, estuve a punto de maldecir a mi dolor pero ya había divisado a Darla que extendía su mano, luego seguimos a la bruja que parecía feliz. Al menos alguien estaba disfrutando el viaje.

 

A que lugar nos habían traído, parecía que habían sido atacados estas pobres personas, la pobreza por la que estaban sufriendo era evidente, no descartaba de que muchos de ellos estuvieran enfermos o algo aun peor, muriendo.

 

Seguimos a la profesora hacia una casa, que no estaba mucho mejor que el resto que había visto, un mal olor entraba por mi nariz, observe la escena del tipo en el suelo, y en su momento sentí bastante pena por él, pero luego de las palabras que iba soltando Candela esta se fue desapareciendo de golpe.

 

Apreté la mano de Darla al sentir su tensión, además creo que por un poco de rabia por lo que el tipo había hecho a esa familia y las otras personas.

 

Escuche en silencio las opiniones de la Darla sobre que debería haber pasado con él, creo que debería estar pudriéndose en una cárcel como lo estaba haciendo en esos momentos, pero no era la manera de decirlo, en ese momento era mi enojo el que me hacía pensar aquellas cosas.

 

-Como dice Darla, necesitaba saber sus motivos que lo gatillo hacer ese horrible crimen, o saber si el realmente lo hizo, no sería la primera persona que actúa bajo magia, todos sabemos que las maldades que se pueden hacer bajo las ordenes de otra persona, se debió investigar que paso realmente, muchas cosas se podrían hacer con este caso, bueno si es que aún se puede hacer algo- mire al hombre en el suelo, seguro que llevaba mucho tiempo sufriendo en el mismo lugar.

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Observó cada una de las reacciones de sus alumnos, pero sus respuestas no fueron mucho acorde a las miradas que tenían en un principio, se preguntó a qué se debía. Era lo normal no tenerle lástima al infeliz luego de escuchar la historia, pero esa fiereza que transmitían los ojos del chico... En fin, terminó de escuchar a éste último y asintió con la cabeza. Dio unos cuantos pasos al rededor de la precaria habitación, cavilando.

 

― Las Leyes... ―comenzó a hablar tratando de elegir bien sus palabras, pues los vacíos "legales" eran siempre mal aprovechados― sobre todo, las Leyes Mágicas, son bastante complejas. Y no me refiero a que sean complejas para entenderlas, hasta allí vamos bien. Las Leyes son complejas para aplicarlas. ―Estaba segura de haber tocado ese punto con la clase anterior, pero con otros ejemplos, y no habían tenido que salir del salón de clases. Por supuesto, no todos tenían la misma postura ni los mismos pensamientos.

 

― Me niego a creer, e imagino que ustedes también, a que exista alguien aquí que no entienda las Leyes como tal. Por lo menos lo que es básico. Así que, como dije antes, lo complejo viene con la aplicación. ―señaló al hombre tendido en el suelo, lo más probable era que estuviese inconsciente y ni siquiera se diese cuenta de que tenía visitantes.― ¿Cómo nos damos cuenta, señor Granger, si este hombre ha actuado bajo la influencia de alguien más? Lamentablemente, señores, la magia suele ser muy engañosa y en muchas ocasiones resulta difícil determinar cuándo se está diciendo la verdad.

 

Este hombre bien podría haber dicho que estaba actuando bajo la maldición Imperius, y los encargados de la aplicar la Ley son quienes deciden creerle. Tan sólo viendo que está aquí... postrado, y no bajo condena legal, podemos apreciar que, por lo menos en Grecia, las leyes se rigen de otra forma. Como en todos los países del mundo. Por experiencia, queridos míos, puedo decir que en la Unión Soviética las reglas son estrictas y los castigos los acompañan. ―regresó sobre sus propios pasos hasta colocarse delante de ellos― No así, aquí.

 

¡Cuántos temas por tocar!

 

― Les daré un solo ejemplo: Hace unos años atrás, un miembro de mi familia -que en paz descanse- fue arrestado por el Jefe de la Oficina de Aurores de ese tiempo, ―jamás diría que fue ella misma la que fue arrestada, pero tampoco podía desviar el ejemplo demasiado, o parecería una invención― ¿o fue el director? Ignoro si sigue estando el mismo a cargo, apenas puedo recordar su nombre. Como sea, fue arrestado por supuestas prácticas "oscuras". Y por un momento de distracción, y conociendo el temperamento del que somos poseedores, éste familiar mío escapó. ―contempló a ambos esperando una reacción.

 

Sí, escapó. ―repitió dándoles la espalda mientras caminaba hasta estar a lado del semi cadáver― ¿Alguien se molestó en buscarlo? No. ¿Alguien escuchó que hubiese un pedido de captura? No. ¿Alguien recuerda el hecho? No. Y como ese ejemplo puedo darles muchos más. Ahora quiero que me digan, y según lo que recuerden, uno o dos sucesos en los que hayan notado la falta o equivocada aplicación de la Ley Mágica. Tengo la certeza de que alguna anécdota deben tener...

 

 

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~ Mosquito ~          Ianello 

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Escuche las palabras de la profesora luego de las intervenciones de mi novia y las mías, tratando de explicar que eran las leyes mágicas o en que se supone que podían estar basadas, pero luego de tantos años en el ministerio y ver como caso tras caso quedaba sin solución por las est****as trabas de las leyes, no estaba seguro que en estos momentos se hicieran cumplir.


-No hay realmente una forma de descubrir que el estuvo bajo la influencia de alguien mas, no después de tanto tiempo. Podríamos pedir sus recuerdos, pero ya sabemos que eso también se altera- respire profundo por un instante.


-La gente ya se suele aprovechar para hacer cosas malas y luego culpar a la magia, o a alguien mas, y mientras que no se intente cambiar realmente la forma de averiguar, o se invente algo que no pueda ser violado por la misma magia, no tendremos la real justicia que se debe aplicar-


Cuando comenzó a relatar su anécdota me pareció que pudo haber estado hablando de Elvis, al menos el había sido el que mas tiempo había estado a cargo del lugar, luego Sophia pero, la profesora hablaba de un hombre.


-Anécdotas hay muchas, trabaje por años en el cuartel auror- mire a la profesora aunque no creía que yo estuviera en los tiempos que dice ocurrió el ejemplo de su familiar, luego mire a Darla que también había sido parte de el antes que nos separaran de oficinas.


-Miles de veces tratamos de luchar contra el sistema y las malditas trabas sobre que se podía comprobar y que no se podía, siempre terminaban siendo libres las personas que estaban incriminadas, al final uno se cansa tratar de luchar contra todo- respire resignado, por suerte ya hace bastantes meses había dejado aquel trabajo atrás.

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Su mirada seguía el cavilar de la Triviani y cada tanto volvía hacia el cuerpo del mago tirado en el piso, moribundo. Intentaba hilvanar aquello, la historia era tan extraña, para ella, para la historia que ella había leído, Inglaterra enviaba sus delincuentes muggles, en siglos pasados claro, a la Isla de Australia. ¿Por qué parecía haber allí, según las palabras de la bruja, delincuentes de otros países?

 

Asentía mientras las palabras de Candela llegaban a sus oídos, Leyes, Leyes Mágicas, su complejidad de aplicación, el entendimiento de lo básico. Miró a Seba al oír que la bruja le hacía una pregunta. Ella se preguntaba si el hombre habría tenido cómplices, por algún motivo había creído, al principio, que había escapado, lo cual la había hecho pensar quién lo había ayudado.

 

La anécdota del Triviani que había huído del Cuartel de Aurores no la sorprendía, lanzó un bufido. Esperó que Seba terminara de responder la pregunta que le habían hecho y luego su anécdota mientras pensaba con sumo cuidado sus palabras, de hecho le salía decir la farsa del juicio en el que a pesar de haber sido atacada en pleno tribunal, habían dejado libre a la bruja. Ahora que lo pensaba, error de ella, debió denunciarla por aquel ataque, claro que había sido tan ingenua de esperar que el Fiscal actuara de oficio, pero no, en Inglaterra, en Londres, en el Ministerio de Magia, nadie, absolutamente nadie, pagaba sus delitos, casi nunca.

 

—Un ejemplo —dijo con voz suave y pensativa, como si no hubiera estado pensando en ello hasta ahora sino solo es cuchando a Seba —bueno, cuando trabajaba en el Departamento de Seguridad, en el Cuartel de Inquisidores, tuvimos que citar a los miembros de la Orden del Fénix revelados —por poco se ahoga al pronunciarlo, mataría por defender a su prometido si alguien iba a buscarlo de malos modos para interrogarlo —muy pocos se presentaron y hasta los Warlocks, uno de ellos, intervino para defenderlos, luego les restituyó a su puesto, aún a pesar de que una niña intentó atacar a mis empleados y le quité su varita, ni el Warlock hizo nada y hasta la defendió y ella pretendió quitármela de las manos a los tirones —se encogió de hombros con gesto resignado, la falta de actitud del traidor de Bastian y la falta de interés de que hubiera real justicia en aquel lugar eran las razones por las cuales Darla se había alejado de aquel maldito lugar, preguntándose cuánto le duraría esta vez el deseo de estar lejos de allí.

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Casi suelta una carcajada al escuchar el final del relato de Darla, aunque se tuvo que contener para no hacerlo, de otro modo quedaría como una profesora poco profesional. No obstante, había algo de razón en ambas historias. El sistema, la jerarquía, que creaba y hacía "cumplir" las leyes, estaba compuesto por un grupo tan distorsionado y, como todo en la política, ambiguo. Ambiguo en sus creencias, en sus ambiciones, favoritismos y valores. Y mientras no existiese una coherencia en esa jerarquía, las Leyes valdrían mucho menos que nada.

 

Y regresaba al mismo quid de la cuestión, ¿para qué estaban allí?¿Para saber cómo funcionaban las leyes?¿Para aprender de justicia?¿Para consultas legales? Aquello último hubiese sido mucho más fácil y útil, pues la primera clase de la Triviani se había dedicado a ello. Tenía tantas ganas de decirles que perdían el tiempo, pero ¿quién era ella para hacer tal cosa? ¿Por qué le importaría, además?

 

La gitana contempló al hombre tendido en el suelo y comprendió por qué estaba allí; porque por mucho que intentase, por mucho que todos tratasen, las Leyes Mágicas se regían por la política y, lamentablemente, eso se parecían cada vez más a los muggles. Malditos muggles, con lo mucho que los odiaba; los aborrecía aún más sabiendo que la comunidad mágica se esforzaba por ser similar a ellos.

 

― Creo que coincidimos, entonces, en que la aplicación de la Ley es la que falla. Y que, muy a mi pesar debo admitir, se han empezado a crear Leyes para "tapar" otras; así... ya cualquier verdura puede tener derechos u obligaciones.

 

Candela se dio cuenta de que, si seguía por ese camino, la clase se empezaría a desviar. Algo que no tenía previsto.

 

― Creo que ya he hablado demasiado, me gustaría saber si tienen alguna pregunta referente a la clase o la materia que estamos viendo. Es normal si tienen dudas, mis clases pueden ser un poco confusas... Es más, si quieren hacer alguna consulta legal, están en todo su derecho.

 

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~ Mosquito ~          Ianello 

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Los ojos de Darla siguieron a los de la Triviani, su mente dio mil vueltas intentando imaginar por qué había llegado ese hombre ahí. ¿Castigo divino? ¿Era lo justo? “Usted dijo cadena perpetua”, aquella frase daba vuelta en su mente al recordar una película muggle que alguna vez había visto… brommm… “dígale por favor que me hable”. Miró a la bruja y de nuevo al mago tirado en el suelo. ¿Era eso la justicia divina o había intervenido la mano humana y mágica?

 

De pronto se sintió que estaba pensando como fenixiana, mordió por dentro su labio recordando el bien mayor y la… ¿cómo era? Scarlet, su alter ego envió una imagen a su mente, una fortaleza en medio de un desierto de hielo. Evitó fruncir el ceño al ver flotando en su mente dos letras: O.O

 

Pero se obligó a volver al presente al escuchar la voz de Candela. La ley falla, leyes que “tapan” leyes ¿cubren vacíos legales? ¿Cualquier verdura? Miró con curiosidad a la profesora pro ese término pero creía entender a qué se refería con eso de los derechos, aunque dudaba un poco más respecto de las obligaciones.

 

Y una vez más no pudo seguir con sus divagaciones ya que la bruja volvía a cambiar el ángulo. Bueno, no al cien por ciento, salvo por las consultas legales quizás. Volvió sus ojos hacia Seba, como preguntándole qué podían preguntar. Quizás sobre qué pasaría si alguien salía herido por uno de sus animales en el local, claro que no podían tener contacto con ellos. O si alguno aplicaba un hechizo leído en uno de sus libros, y salía mal, cuál era su responsabilidad. Pero la realidad fue más fuerte y volvió sus ojos sobre el mago tirado en el suelo.

 

--¿Alguna vez tuvo oportunidad de contar qué pasó y por qué? ¿Alguna vez alguien le explicó que lo que hizo no estaba bien? —mordió su labio una vez más, esas no eran preguntas legales precisamente ¿o sí?

 

--¿Los abogados mágicos son como los muggles? Digo, ¿deben defender a su cliente aunque sepan que es culpable? ¿Hasta dónde se puede llegar en el mundo mágico para recolectar pruebas? ¿Se pueden tomar recuerdos por la fuerza? Ya sé que se pueden alterar pero, ¿se le puede forzar de algún modo “legal” a entregar los recuerdos verdaderos?

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La palabra legal quedaba en mis oídos como si tuviera un eco cada que ambas brujas la mencionaban, pero de verdad quedaba algo legal en todo este mundo donde vivíamos, si sabíamos que muchos ya optaban por tomar la justicia en sus manos por que nadie se podía hacer por el conducto legal, todo daba tantas vueltas entre papeleos que no se llegaba a nada bueno, mas aun lo sentía en el mundo mágico, pues pese a las muchas formas de demostrar lo hecho, todo eso era fácilmente alterable últimamente.

 

Escuche sin intervenir las acotaciones de la profesora, ademas de las preguntas que comenzaban a brotar de los labios de mi novia, la cual miraba a la profesora o al tipo que estaba en el suelo, ¿acaso alguien habría tratado de hacer algo por el?, ¿Por que estaba en esas condiciones?, las preguntas solo sonaban en mi mente pero no encontraba las palabras exactas para pronunciarlas, o tal vez es por que sabia que así como para muchos no había existido un juicio justo, lo mas seguro que el hombre en el piso tampoco lo hubiera tenido.

 

Por unos instantes amague a coger mi varita del bolsillo de mi chaqueta, para ver si podía hacer algo por aquel moribundo, pues así lo parecía, no sabia que tanto era su sufrimiento y si se lo merecía realmente o no.

 

-¿Hace cuanto este el aquí?, ¿Hace cuanto usted sabe que el esta aquí?- pregunte a Candela, recordando por un instante mis tiempos de auror del ministerio.

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Candela adivinaba que las cuestiones de Darla y Seba irían en dirección al interés repentino que mostraban por el hombre tendido en el suelo, a pesar de que ignoraba si era repentino o si llevaban ya buen rato pensando en ello. Contempló al enfermo con poca pena y enarcó una ceja al ver que éste movió apenas un poco la mano, esperaba que sus alumnos no lo hubiesen notado, de otro modo tendría que explicar por qué acababa con la vida del infeliz de repente. Sí, lo conocía.

 

Se dio media vuelta para observar aquella pocilga en su totalidad. Por supuesto que merecía estar donde estaba, merecía eso y mil veces más la enfermedad que padecía, posiblemente producto de alguna maldición. No era tan fácil escapar del karma que le supuso las muertes de sus víctimas, su alma estaba sucia hasta el recoveco más oscuro e íntimo. Pero no ameritaba estar pasando por ello a causa de sus asesinatos, no, eso sólo había sido la llave que detonó la bomba. Aquel hombre, aquel muggle... Él merecía estar allí gracias a lo que hizo con la madre de la ojigris y con ella misma.

 

― Lamentablemente, querida Darla, ignoro si alguien le explicó que lo que hizo estaba mal. Le seguí la pista... ―respondió escuetamente, dirigiéndose también al chico― Desde Italia... Hasta Grecia. Y de Grecia, aquí. No sé más de lo que les he contado, muy por encima de todo... ―mintió. Ella se sabía muy bien la historia del hombre.

 

Pero eso era algo que ambos no tenían por qué saber, después de todo era parte de la propia historia de la Triviani. Así que simplemente decidió salirse por la tangente e ignorar algunos aspectos de sus preguntas.

 

― El abogado mágico está obligado a defender a su cliente, aún sabiendo que éste es culpable. A menos claro, que el Departamento de Seguridad y el Fiscal Mágico tomen medidas para prevenir este tipo de cosas. La magia... es poder. Y el que tiene poder, todo lo puede. Pero toda magia deja rastro, siempre puede probarse cuándo las pruebas, o los recuerdos, son alterados.

 

Tomó tres pequeños escombros que luego convirtió en nuevos trasladores, y los hizo flotar hasta encontrarse delante de ambos, uno para cada uno. Era momento de marcharse, y aunque hubiese deseado que la clase durara un poco más...

 

― El tiempo apremia, chicos. Es todo por hoy. Asegúrense de dejar todo como está, después de todo... Es un simple muggle... ―y, tomando el traslador que le pertenecía, desapareció tras el rastro del marcado desprecio en sus palabras.

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~ Mosquito ~          Ianello 

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Las palabras de Candela surgían luego de que la bruja parecía haber analizado la situación. La Potter Black sentía que algo faltaba, en esos momentos pensó que lamentaba no ser legilimántica. Aunque aquello era algo que no la terminaba de convencer. Había conocido algunos que habían estudiado aquello y sus intentos de intromisión en su mente eran por demás de molestos, además que cuando interactuaban con personas que no eran oclumánticas resultaba casi como una violación a la vista de todos.


Pero ya habían pasado del hombre en el suelo a la obligación de los defensores mágicos, Darla sospechaba que la función de ellos y los muggles no diferían en demasiado. Asintió, dejando claro que entendía ese punto que le exponían, era verdad, la magia era poder y dejaba rastros. Bajó la mirada unos segundos, pensativa mientras Candela tomaba tres guijarros de entre los escombros.

Levantó la vista y sonrió asintiendo sin tiempo a responder nada ante las palabras de la Triviani, por algún motivo le sorprendió que el hombre fuera un simple mugle, pero ya no podía preguntar nada, la hora y la desaparición de la profesora lo impedían. El tiempo era poco antes que el traslador funcionara.


—Ya estoy contigo amor —dijo sin tocar la piedra que flotaba. Su varita apuntó al hombre y acudiendo a todos sus conocimientos hizo un par de cosas, intentó curarlo, en parte y luego utilizó sus experiencias como desmemorizadora para tomar recuerdos y cambiar otros —listo —susurró la vampiresa mientras guardaba un par de frascos plateados en su bolso y sus ojos iban recobrando el color natural, con delicadeza limpió la sangre de sus labios antes de girarse a tomar la piedra y dejarse arrastrar de regreso a la Universidad, o eso esperaba. El hombre se sacudió en el suelo bajo sus andrajos.
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