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Astronomía


Orión Yaxley
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La Astronomía es una ciencia. En muchos lugares del mundo se estudia en Universidades Muggle. Donde se tratan cosas como matemática, física, química. Composición. Tecnología. Protocolos y mecanismos. Un universo –ése juego de palabras– completamente diferente a lo que Gatiux y Cillian se atreverían a conocer. Porque la Astronomía en la magia, era una ciencia que sólo podía estudiarse sobre sí misma. Era introspectiva, con todos los pros y contras que podía significar ese tipo de conocimientos.

 

La noche estaba completamente despejada. Luna nueva.

 

La tosca cara de Orión se iluminaba por un fuego bastante vivo. Un anorak castaño cubría todo su torso, con una capucha afelpada que terminaba de abrigarlo. Tenía unos guantes, pantalones gruesos y borcegos. Resulta que en el entrepiso de la Yaxley, había encontrado unas notas sobre una cabaña en Finlandia, las únicas referencias que acompañaban esta información, era que estaba en un valle, junto con un pozo de conocimiento público entre los muggles que vivían ahí. Le costó llegar al condenado lugar.

 

Las cartas fueron enviadas. 23:19 era la hora exacta.

 

Se podía apreciar la Aurora Boreal en esa época del año. Todo el territorio externo a la cabaña un tanto cuidada se cernía ante una oscuridad inminente. La construcción se erigía como un faro ante la desesperación de la muerte por hipotermia. Orión sentía que el lugar había sido habitado con anterioridad. Por una mujer y alguien más. No quiso profundizar la investigación, sino alinear los planetas. Quería que todo estuviera en orden.

 

La Astronomía giraba alrededor de los cuerpos celestes, con especial hincapié en la luna, por obvias razones. Las estrellas tenían su función. Las galaxias también. Podía decirse que era un erudito en el tema. ¡Por todos los cielos, su nombre provenía de una constelación! De esa manera, les enseñaría algunas tácticas de adivinación y los efectos de los astros sobre la magia. Podría ahondar en la astrofísica. Pero no quería ser asesinado por sus alumnos.

 

La pava comenzaba a silbar. Se sacó los guantes para preparar un poco de té. El sonido de la puerta lo sacó de su universo.

 

- ¡Acérquense al fuego! Perdón la poca planificación, pero desde la Universidad me enviaron urgente para estos lados. SI pueden tomar asiento, presentarse y contarme más o menos de lo que saben del conocimiento, sería un buen paso.

 

Cuando se dio vuelta a ver los alumnos, cambió el semblante. Sus pupilas se dilataron. Tragó saliva.

Editado por Orión Yaxley

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Gatiux nunca admitiría en voz alta las razones por las que se había apuntado a astronomía. Pero había sido por él, por aprender más de aquello que le fascinaba, saber un poco más de estrellas y constelaciones, y no sentirse como si estuviera hablando en otro idioma cuando el mortífago empezaba a divagar sobre dicho tema. Simularía que era una elección al azar, escogida con un dado, y que le daba lo mismo estar allí que en Aritmancia o Herbología.

 

Le llegó la carta de la Universidad, sin una firma en concreto, por la tarde. Tiempo suficiente para prepararse y salir a donde indicaban aquellas coordenadas que le resultaban tan familiares. Finlandia. Sonaba como una vida anterior, pero ya había estado allí años antes, en una pequeña cabaña perdida ayudando a alguien y aprendiendo de quien consideraba a día de hoy su maestro, aunque hiciera años que había muerto. Sin embargo, el país era extenso, sería demasiada casualidad que sus pasos le llevasen cerca de la tumba del anciano.

 

Pero, las casualidades no existen. A veces todo está conectado en el equilibrio cósmico que mantiene el universo. Y resulta que una vida está conectada a la siguiente, presentando indirectamente a dos personas que nunca tuvieron contacto entre sí. Ese humano que hace de conexión puede contarte de las vivencias de una persona fantástica de la que nunca tuviste idea de que se hubiesen conocido antes. Como una larga cadena forjada. Cualquier persona de la Tierra puede estar conectado a otra persona, como dice la teoría de los séis grados de separación.

 

Para aquella ocasión, se olvidó de sus habituales vestidos, eligió un pantalón térmico y unas botas de media caña marrones preparadas para la nieve por encima de éste. Bajo el anorak azul oscuro llevaba un jersey de color ocre (también térmico) y en el cuello una bufanda del mismo color. Se protegía las las manos unos guantes impermeables. La larga melena violeta de la banshee se hallaba recogida en una coleta alta retirada de la cara. Un atuendo cómodo para pasar la noche estudiando las estrellas que completaba con unas orejeras azul de peluche. Entre sus manos sostenía un termo rojo, dentro había café de ese que reviviría a un muerto.

 

- Justo a tiempo. Pero... ¿qué?

 

Reconoció el lugar donde había aparecido cuando su vista se enfocó. Conocía la cabaña, el pozo que había junto a ella tenía unas runas grabadas en el borde que dibujó para utilizar un portal años atrás. Tantos que permanecía como un recuerdo lejano. Aquel emplazamiento era completamente inesperado, ¿era algún tipo de trampa? Por un momento sintió como si alguien hubiera saqueado sus memorias, algo a utilizar contra la Malfoy.

 

Gatiux sacó la varita. Dispuesta a matar a quien hubiese puesto aquella trampa antes de que tuviera oportunidad a decir quidditch. Debían haber falsificado los papeles de la Universidad para tenderle una emboscada, sólo así entendería que la citasen precisamente en ése lugar. Avanzó de forma silenciosa, deslizando la puerta con cuidado, poniendo especial atención en sus pisadas.

 

Frente a la chimenea un hombre corpulento de espaldas a ella. Respiró de forma superficial, planteándose si debía matarlo directamente y luego averiguar todo lo demás. No sería especialmente difícil. Una tabla crujió de forma inesperada delatando la presencia de la banshee, cuyo pulso se disparó, a punto de atacar...

 

-¡Acérquense al fuego! [...]

 

Casi se muere del susto que le produjo el encontrarse con el mortífago de frente. Gatiux no esperaba toparse a Orión y mucho menos en aquel lugar. Se había apuntado a astronomía con la tranquilidad de que la clase era impartida por otra persona, alguien que decidió en el último momento no aparecer y al que por lo visto la Universidad había decidido sustituir.

 

 

Al avanzar y descubrir la identidad de su profesor de astronomía miró en derredor, esperaba que fuese una broma o algo parecido. Un montón de conocidos saldrían en cualquier momento del resto de habitaciones y se reirían de la cara que puso por un instante. Pero no, allí no había nadie más. Un atisbo de rubor comenzó a teñir las mejillas de Gatiux, como si le hubieran pillado con los dedos en la tarta que se enfriaba en el alféizar de la ventana. Algo que no debería estar haciendo.

 

(Pero... ¿y sí?)

 

La adrenalina había acelerado los pensamientos de la banshee de cabellos violetas. ¿Y si aquel no era Orión? La idea más plausible era de alguien haciéndose pasar por el mortífago para que se confiara. Un metamorfomago que había seguido sus pistas a través del tiempo y quería deshacerse del resto de cambiaformas, su maestro le había advertido de gente así. Orión era la persona en la que más confiaba Gatiux, el tomar su forma sería lo idóneo para que se confiara al punto de abandonar su varita.

 

- ¿Orión? ¿Qué estamos haciendo justamente... AQUÍ? -la voz de la banshee sonaba tensa, no había bajado la varita- Si es que realmente eres tú... ¿Cómo sé que no te estás haciendo pasar por el verdadero Orión? Dime algo que sólo el verdadero Orión sabría...

 

El hombre de ojos azules fue a dar un paso en dirección a Gatiux, pero ésta alzó la varita aún más. No iba de farol. Sus ojos amarillos tenían un brillo peligroso de advertencia.

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Suspiró.

 

Había pasado demasiado tiempo desde que había adquirido su último conocimiento, ese que le había costado un par de intentos, pero no porque fuera difícil si no porque no soportaba quien estaba encargada de impartirlo. Releyó una vez más la carta que había recibido hacía sólo un par de horas. ¿Finlandia? Nunca había estado en ese lugar, Cillian era más apegado a los climas cálidos.

 

Rebuscó por última vez en su armario, necesitaba encontrar algo que lo cubriera del clima en aquel lugar, pero las pocas prendas que había conservado de su vida anterior no le servían para nada. ¿Sería suficiente con un suéter largo tejido a mano con los colores del arcoíris? Bueno, si no servía ya lo descubriría después ya que no tenía más opción.

 

Se enfundó en él y se dirigió hacia la salida del Castillo Black, llevaba ya ún par de días asentado en el Manor, pero aún tenía que volver de vez en cuando al que se había convirtido en su hogar después de todo aquel lío en el que terminó por desubrir un par de cosas que no sabía sobre su propia historia. Una vez fuera desapareció, por suerte la carta incluía un par de inidicaciones bastante exactas.

 

Apareció un par de segundos antes de que Gatiux comenará a moverse, claro que en ese momento no sabía de quién se trataba, eso lo descubrió un momento después. Cillian había tenido el placer de presenciar la escena del encuentro por completo, pero el muy torpe no se había detenido a apreciar lo que la naturaleza le ofrecía justo a su alrededor, y una vez que esta había terminado no pudo evitar sonreír.

 

¿Qué estaba sucediendo en aquel lugar? No lo sabía y quizá nunca lo haría aunque podía apostar que la respuesta estaba por salir a flote en cualquier momento. No lo había previsto, sin duda hubiera preferido evitarlo, pero sabía que aquel momento se había convertido en la tercera rueda. Igual y tampoco era que le importara demasiado, seguro que encontraría la forma de divertirse en aquella ocasión.

 

— Entonces... ¿Es el tío Orión o no es el tío Orión? —Para él si que lo era, aquella situación transpiraba su nombre por donde lo vieras, pero más valía estar seguros.

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Largó una corta risa, de esos en los que el diafragma se mueve. Era una reacción ante su confusión. No sabía cómo tomar la acusación de Gatiux. Movió las cejas incrédulo y sonrió un poco incómodo, mientras levantaba los hombros.

 

- Pues… Te puedo nombrar tres cosas: boxers de vaquitas, kintsugi y máscara de lobo.

 

Las nombró, contando con los dedos. Cuando terminó sonrió como si hubiese contestado perfectamente un examen y le hubiesen puesto un excelente felicitado.

 

- Oh, hola Cillian.

 

Se puso rojo de la vergüenza. Algunas de esas cosas eran un tanto íntimas. Sobre todo, lo de los boxers.

 

- ¡Diablos! ¡Hervirá el agua!

 

Se sobresaltó cuando escuchó un leve silbido. Se dio vuelta, mientras quitaba la pava del fuego y comenzaba a traspasar el líquido humeante a una tetera con hebras negras y diferentes trozos de especias. Finalmente le echó un chorro de whisky y dejó reposar la bebida con la tetera tapada. Era la receta ganadora de la gala de San Valentín. Ideal para combatir el frío. Y bueno, para mirar las estrellas ¿por qué no?

 

Sacó un par de tazas de su monedero y un tazón con azúcar. Les hizo un ademán, mientras que acomodaba dos cojines para situarse a un lado del fuego. De esa manera armaban una especie de triángulo que recibía la misma cantidad de calor. Les hizo un ademán para que se acercaran. No había mucho tiempo para perder.

 

- Encontré este lugar en lo que parecía ser un estudio astronómico en la torre del Manor. Supongo que esta cabaña está conectada a la familia, de alguna forma u otra. Y es ideal, porque en primera instancia vamos a hablar un poco sobre la Astronomía en general.

 

Sirvió el té, mientras entrecruzaba los pies. Todo el aspecto era una mezcla bastante rara entre las costumbres más orientales de una ceremonia del té (bastante rara) y las reuniones donde primaba la tradición oral de los esquimales.

 

- No soy profesor certificado de esto. Intentaré darles un pantallazo general. No duden en preguntar si hay algo que no entienden. Entonces, para empezar, necesitamos herramientas básicas, como un telescopio, mapas del cielo, y depende de la situación, espectroscopios o astrolabios.

 

Bebió un poco más de té.

 

- El Astrolabio es para medir distancias y orientarse. El espectroscopio para estudiar la luz de una estrella. El telescopio… bueno, es obvio ¿no? ¡Ja! Y los mapas, para referencia. Es horrible trabajar con un ojo siempre en otro lado.

 

Sacó de su bolso un astrolabio para pasárselo a Gatiux, mientras que le entregaba un espectroscopio en miniatura a Cillian. Al mismo tiempo, sacó un viejo pergamino donde tenía anotadas algunas constelaciones y movimientos estelares. Puso su dedo en donde estaba escrito el lugar y la hora, mientras asentía y recogía los labios como si les recomendara eso principalmente.

 

- Las ramas de la Astronomía que nos interesan son obviamente dos, por un lado, el efecto que tiene esta misma en la magia del día a día. Por el otro, vamos a ver un poquitito de predicciones y adivinación. Pero no se lo digan a los directores, que me retarán.

 

Les guiñó el ojo mientras guardaba el mapa.

 

- Las bases son simples. Los movimientos de los cuerpos celestes. Es decir, las lucecitas que vemos en el cielo. Sabemos que la Luna gira alrededor de la Tierra. Y la Tierra alrededor del Sol. Y que hay millones de galaxias, como la nuestra. Los principios que se desprenden, entonces, son las transiciones del día y la noche, de ahí, los cambios de la marea. También los equinoccios y los solsticios. Después, con la luna, las fases, que son cuatro principales, con las cuatro intermedias. Es importante saber estos datos, porque hay ciertas cosas, como la licantropía, o la herbología, que se manejan bajo estas reglas. La luna llena, es la feminina, que ilumina. La luna nueva deja a las estrellas solas, en noche cerrada.

 

Se rascó la barbilla, no quería que todo quede demasiado abstracto. Entrecerró los ojos.

 

- Las fases lunares duran a proximadamente veintinueve días y medio en su ciclo, ¿es coherente pensar que en una fecha exacta hay que tomar la poción mata lobos? Pues, no. Porque en algún momento, el calendario lunar se dislocará con el gregoriano, que es el que usamos por convención.

 

Negó con las palmas la recepción de los objetos.

 

- Son suyos. Les propongo algo. Seguiré explicando, pero vamos a dar un paseíto por la noche. Una de las cosas importantes son las auroras boreales y si mis estudios no me fallan, el show está a punto de comenzar. Vayan pensando, ¿en qué fase lunar estamos? ¿Qué tipo de magia puede verse favorecida en la luna llena y en la luna nueva? ¿Cuál es la diferencia entre los equinoccios y solsticios?

 

Terminó el té de un trago y se levantó decidido. Sacó tres telescopios de su bolsa y se dirigió hacia la puerta. Abrirla, produjo una leve correntada de frío que se hizo lugar en la cabaña. Ante los ojos azules de Orión, pudo ver las luces nocturas, una mezcla de verde claro y escarlata, que se movían lentamente sobre sus cabezas.

 

- Oh, las northern lights –sonrió.

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Respuesta correcta. Gatiux suspiró y bajó la varita, relajando la postura. Aunque le hubiera parecido una pregunta extraña, no luchó contra ella y contestó. Perfectamente además. Cillian que se había unido al grupo preguntaba si era el verdadero Orión, la banshee de cabellos violetas asintió. Luego, para dar ejemplo acortó distancias con el hombre junto al fuego.

 

- Sí, es tu tío Orión.

 

Para Gatiux resultaba extraño estar en aquel lugar después de tantos años. Los recuerdos aunque vívidos, se mantenían con color en la memoria. El viaje a Finlandia había significado un cambio en todo su ser, en el aspecto, en lo psíquico, a Inglaterra nunca regresó la mujer que partió. Por eso se había puesto nerviosa, le alteraba estar en un sitio que supuso tanto para sí misma, como si ello pudiera alterar las memorias acontecidas.

 

Miró hacia la chimenea, en otra época encima de ésta solía haber fotos de una mujer en diferentes etapas de su vida, en todas ellas sonriendo, y unas manualidades que hizo para su abuelo en el colegio. Se quedó mirando unos segundos a la nada, prendada del fantasma de los objetos que una vez estuvieron allí. ¿Cómo iban a relacionar aquella pequeña familia con el Manor? Intentaba encontrarle un sentido a las palabras que Orión pronunciaba pero empezaba a marearse.

 

Al sentarse en uno de los cojines junto al fuego Gatiux se deshizo de la bufanda y el anorak, si no lo hacía luego tendría muchísimo frío al salir fuera. También quitó los guantes de sus manos y las orejeras. Orión comenzó su explicación sobre objetos que usaban en la astronomía, y Gatiux intentaba focalizar toda la atención posible en sus palabras pero le resultaba complicado. Recibió un astrolabio entre sus manos.

 

- ¿Y como se supone que funciona este cachivache? -preguntó Gatiux- ¿Con qué se toma la referencia?

 

El dedo índice de Gatiux hacía girar una flecha, en cierto modo le recordaba a la manecilla de un reloj, solo que no entendía todas aquellas muescas minúsculas de los bordes. Podía defenderse hasta cierto punto con el manejo de un telescopio, pero aquel chisme era un mundo totalmente nuevo. Siguió girando la flecha de forma distraída mientras atendía al Mago Oscuro, que hablaba sobre equinoccios y solsticios y la influencia de las fases lunares.

 

- Estamos en luna nueva. Ideal para ver las estrellas porque no llega la luz a la Tierra. La fase ideal para la realización de conjuros es la luna llena, que es cuando se obtendría el máximo poder. La luna nueva se utiliza para cosas de sanación, no tan recomendable para encantamientos de otro tipo.

 

Volvía a ponerse las prendas de abrigo, ya que Orión pretendía salir al exterior. Apenas le había dedicado atención suficiente al té que había preparado el mortífago, no le había dado tiempo a ello.

 

- En los solsticios el sol se encuentra a la mayor o la menor altura respecto al ecuador terrestre. Mientras que en los equinoccios se encuentra a la mitad, en paralelo al ecuador. O algo así. Según el hemisferio en el que te encuentres sucederá uno al contrario del otro.

 

Siguiendo los pasos del profesor de astronomía salió de la cabaña.

 

- Las auroras boreales son fuente de gran poder. La gente suele quedarse sólo con la belleza de éstas, pero son mucho más que eso.

 

Gracias a una aurora boreal en un punto mágico de la tierra había podido fabricar un objeto que estaría prohibido si lograsen comprender lo que había conseguido, el mundo contenido dentro era fascinante y exótico. Una ventana hacia otros lugares lejanos. Una bola mágica fascinante protegida con una gema de desaparición. Gracias a otra aurora había podido viajar al pasado.

 

Aquella luz verde que emitía el cielo era preciosa. Gatiux la miraba maravillada, como si fuera siempre la primera vez que lo hacía. Se giró hacia Orión, que también sonreía.

 

- ¿Vamos a poder ver bien las estrellas con esta luz?

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Sí, era el tío Orión, perfecto. Cillian no pudo evitar sonreír, sabía por descontado que en aquella ocasión no sería más que una sombra detrás de aquellos dos. No sabía porqué, pero la historia de ambos parecía estar extrañamente unida en todos y cada uno de sus puntos. Y sobre la Astronomía tampoco es que supiera demasiado, la verdad es que sólo había leído un par de páginas que Kya había robado del cuarto de Orión y estaba seguro de que no suficiente.

 

Tomó asiento y se dedicó a escuchar, le era un tanto difícil seguir el tema, pero al final entendía todo aunque fuera a un nivel más bien medriocre. A Cillian le gustaba aprender pero eso no aseguraba que fuera bueno en todo y por desgracia era uno de los pocos que sufría de ese mal, la mayoría en el mundo mágico eran maestros en casi todos los temas. Pero bueno, el no era como la mayoría y en realidad no le importaba ser malo en la mayoría de las cosas que intentaba.

 

¿Astroqué? Los nombres se le habían escapdo de la memoria en tan sólo un par de segundos, por lo que seguramente algo saldría mal en algún momento del futuro o por lo menos terminaría retrasando la clase de alguna forma. Observó el objeto que Orión le había entreago por un momento, aquello parecía un... Uno bastante elaborado y raro, pero seguro que funcionaba. Muy seguramente no estudiaría la luz de las estrellas, pero igual le daría algún uso.

 

— ¿Herbología? ¿Qué tiene que ver la Astronomía con ella? —Bueno, ahí otro dato que el Yaxley desconocía y que dejaba en evidencia que su tutor en aquel conocimeinto lo había dejado a medias con el tema.

 

No tuvo tiempo a responder ninguna de las preguntas de Orión y sin duda había sido una suerte completa, Cillian no sabía la respuesta a ninguna aunque estaba seguro de haber leído algo sobre los solticios y los equinoccios en "Astronomía para dummies". Se puso de pie apenas los otros comenzaron a moverse y en medio de todo terminó por tirar la taza de té que ni siquiera había tocado. No se disculpó, Orión y Gatiux ya estaban junto a la puerta abierta.

 

Y fue entonces cuando comenzó a sentir el frío, ¿por qué demonios no había traído algo más para cubrirse? Bueno, ya no había vuelta atrás, si moría allá fuera sería sólo su culpa por ser tan descuidado. Salió justo detrás de Gatiux y no pudo evitar soltar un chillido de sorpresa. ¿Aquellas luces habían estado ahí cuando llegó?

 

— ¿Eso es una aurora boreal? —Una pregunta más tonta seguro no había—. ¿De verdad son tan poderosas?

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- Las auroras boreales están cargadas con mucha energía mágica. Claro. Si consideramos que la magia es la capacidad que tiene una persona para poder identificar y manipular ciertos tipos de energía natural, entonces este fenómeno tiene un fuerte sustento en ella. Y claro que vamos a poder ver las estrellas.

 

Puso la primera bota en la nieve. La pierna bajó hasta la mitad de su pantorrilla. Iba caminando lentamente, con pasos largos y cuidados. Miró nuevamente el cielo e instaló los tres telescopios. Nada más. Ni nada menos. Los calibró a los tres hacia un mismo punto.

 

- Por cierto, excelentes respuestas. Al final, si sabías un poco con la astronomía –le sonrió, todo abrigado por su anorak-. Y sí, querido Cillian, porque hay plantas que sólo pueden ser cosechadas en la luna llena. Por ejemplo, la Descuariaina sophia para la poción multijugos.

 

Les presentó con las manos los telescopios para cada uno. En primera instancia, él les iba a enseñar en cómo hacer mapas estelares, pero entendió que eso ya era sumamente aburrido y que nada de eso les iba a servir para su día a día. Esta vez, sólo tenían que tomar la posibilidad de poner ver las estrellas con un telescopio y disfrutar de las luces del norte.

 

- Puse los telescopios en una de mis constelaciones favoritas. El cinturón de Orión.

 

Puso su izquierda en la nuca, intentando rascar sobre las capas de abrigo mientras sonreía de lado. Algunas personas dicen que el nombre define muchas cosas en la vida de una persona. Algunas personas saben mucho. Lo que tenía de particular, el cinturón, era que contenía el trío de estrellas más brillantes y más reconocibles del cielo. Fácil.

 

- Las tres pirámides de Giza están basadas en la posición de las tres estrellas. Orión, el cazador, está formado por el pecho, la espada, el escudo y la falda. Así vemos que las constelaciones son conjuntos de estrellas alineadas que nos enseñan una figura específica. No tiene propósitos mágicos específicamente, pero sirven para marcar la navegación, las estaciones del año y la transición lunar.

 

Carraspeó un poco mientras se inclinaba en su telescopio.

 

- Jueguen un poco, intenten descubrir otras constelaciones, como las de los doce signos zodiacales. Más de eso no creo que veamos, por las luces. Sino, en otra noche despejada, y con telescopios más potentes, podríamos ver nebulosas. Orión, tiene detrás de él una así.

 

Se incorporó, para invocar un fuego azulado a fin de mantener un poco la temperatura.

 

- Cuando terminen, tengo otro lugar para mostrarle. Uno especial.

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Cuando Orión les indicó que había puesto los telescopios para que pudieran ver al Cazador en el cielo, Gatiux se acercó a su telescopio con entusiasmo. Había estudiado esas estrellas a fondo, sabía el nombre de cada una, un trabajo previo a realizar antes de grabar con tinta en su piel aquella forma, pero no se atrevió a entrar a hurtadillas en la torre Black para mirarlas por un telescopio. Todo se quedó en la simbología teórica de los libros.

 

- También es mi constelación favorita. -y no se refería del todo a las estrellas, claro- No pensaba que fuera tan brillante.

 

Mirar por aquel telescopio hizo que apareciese una sonrisa sincera en el rostro de la banshee, que se maravillaba por lo que estaba viendo. Era como descubrir algo nuevo que siempre estuvo ahí, despertando un ansia de conocimiento aún mayor.

 

- Supongo que esas son Betelgeuse, Rigel y Bellatrix. Y esa más pequeña es Saiph. Me gusta el nombre de Saiph...

 

Hablaba más bien para sí misma. Estaba mirando abstraida hacia las estrellas, de una belleza infinita e inalcanzable, empezando a entender la fascinación de Orión por el plano celeste y a lamentarse por no iniciar un acercamiento antes.

 

- Oye, bomb... Orión. -carraspeó al acordarse de que Cillian estaba cerca- ¿Dónde puedo conseguir un telescopio de estos para mí? No creo que en una noche pueda observar demasiado.

 

Sus porpios telescopios para aprender a manejarlos sin miedo a romper una lente o tocar donde no debía y desajustar algo que no entendía. Trabajar con algo que no le pertenecía siempre le produjo una tensión enorme de la que no podía deshacerse. Apartó la vista del telescopio por un instante.

 

- ¿En astronomía para dummies no deberías habernos mostrado primero la Estrella Polar? Así, para cuando tengamos que andar perdidos en la noche podamos encontrar el norte.

 

No sería la primera vez que aquella estrella brillante le salvaba de estar dando vueltas una noche entera. Era una de las primeras cosas que aprender para sobrevivir en la naturaleza, igual que la posición del sol o de que lado crece el musgo.

 

Sacó un pequeño libro de entre sus bolsillos. Era un tomo ilustrado para niños en la que marcaban las formas de las constelaciones, aunque apenas incluía datos relevantes como los nombres de todas las estrellas (o las más brillantes), o como situarlas en el cielo. Sin embargo aquellos dibujos servían de guía para encontrar lo más representativo.

 

Pasó varias paginas hasta encontrar los Signos Zodiacales. La que primero buscó, por supuesto, era la suya propia. La Constelación de Leo estaba muy lejos de parecerse a un león o a cualquier felino. Era más bien una especie de pato en un estanque. Giró el telescopio para encontrar aquella agrupación de estrellas, desesperándose por no ser capaz de encontrarlas. La falta de pericia hacían evidente su desorientación.

 

- No logro encontrar esto... mmm. ¿Creo que ahí? Sí...

 

Miró el libro, luego por el telescopio. Sí, aquella parecía ser Leo. Tenía curiosidad por lo otro que quería enseñarles el mortífago, por lo que se acercó a él, guardando las manos enguantadas en los bolsillos del anorak. Empezaba a sentir frío en la punta de la nariz.

 

- ¿Qué mas nos quieres mostrar?

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Se situó justo detrás de sus tíos, no podía seguirles el paso en cuanto a conocimiento, pero por lo menos podía aprender un poco de la información que compartían entre ellos. ¿La constelación de Orión? Había leído algo de ella en el libro de Kya así como también de un par de constelaciones más. ¿Podría encontrar alguna? Imitó a Gatiux y comenzó a observar las estrellas a tráves del telescopio.

 

Contempló por un par de segundos la constelación de Orión y acto seguido comenzó a buscar alguna otra, pero no tuvo suerte. Genial, seguro que terminaba por reprobar aquel conocimiento aún teniendo a su tío como profesor. Aunque bueno, en realidad estaba ahí para para aprender y no para soltar información que en realidad no conocía.

 

— ¿Puedes ayudarme a buscar alguna otra constelación? —Se acomodó a un lado y esperó a que Orión hiciera su trabajo, pero el Mortífago parecía tener un poco de prisa y en realidad ya habría tiempo después para que Cillian buscara cualquier constelación.

 

Se separó del telescopio y esperó hasta que Orión diera respuesta a la pregunta de Gatiux.

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Se mordió el labio cuando escuchó a Gatiux decir que compartían gustos en las estrellas.

 

Se sonrojó al ver la emoción de los estudiantes al estudiar el cielo nocturno. Sintió que dentro de todo, estaba haciendo bien su trabajo. Asintió cuando su pareja nombró a la Estrella Polar. Era el equivalente a calcular las direcciones con el nacimiento o la puesta del sol. Asintió, con total seguridad que esos libros de introducción, servían para su único propósito. Sus inicios en los estudios de Astronomía fueron esos, en definitiva.

 

- ¿Puedes ayudarme a buscar alguna otra constelación?

 

Orión no pudo sentir ese impulso de paternidad, aun teniendo en cuenta que CIllian no era: a. su hijo, b. tan niño como para sentarlo en sus piernas mientras le enseñaba a usar el telescopio. Es más, el Yaxley sólo tenía un par de centímetros menos que Orión. Entonces, éste último tomó por los hombros al estudiante y lo encausó hacia el telescopio nuevamente. La Astronomía era algo abstracto y entendía la confusión de él, en definitiva.

 

- Antes que usemos el telescopio, ¿puedes ver esa cacerola? Se trata de la Ursa Maior. La osa mayor. Se puede ver desde el hemisferio norte en cualquier noche. El cielo, por ende, cambia también por las estaciones. Cuando empecé con esto, siempre la usaba de referencia. De ahí, podemos ver la W de Casiopea. Del otro lado, el espejo de Venus y el escudo de Orión.

 

El Mago Oscuro guiaba el telescopio como si se supiera de memoria cómo calibrar de forma exacta ese tipo de instrmentos. Miró de reojo a Gatiux, sonriendo cómplice. Como si estuviese gritando “mirá cuando llevemos nuestros hijos a ver las estrellas”. El tema, era justamente la parte de los terceros. Qué bueno, era arena de otro costal.

 

- Entonces, hay que buscar lo que se llama asterismo. Las constelaciones no son figuras en sí, que representan algo tal cual, sino de que a la larga, desde donde estamos, tienen una forma que nos lleva a pensar en eso.

 

Se separó de su sobrino y empezó a desarmar los otros dos instrumentos de visión que no estaban siendo usados.

 

- De todas maneras, el libro de tu tía Gatiux es excepcional. Deberías pedírselo. Vamos a hacer una parada más antes de terminar la clase. Pero antes, Cillian, quiero que me nombres algunos datos que tengan que ver con tu trabajo de Criaturas y cómo estos se relacionan con la Astronomía. Capaz, y así se te hace más fácil.

 

Aseguró que todo estaba en orden. Con su varita dio una suave floritura apuntando a la cabaña. Esta, se encontraba un poco iluminada por el fuego que había servido como foco de calor al inicio de la clase. Todas sus pertenencias, tanto las tazas, teteras, como lo que había llevado para preparse, se metió rápidamente en su monedero Mocke que quedó dentro del lugar. Por último, voló ante un:

 

- Accio monderero.

 

La cabaña ya a oscuras y todo el equipo guardado le dio pie al siguiente paso.

 

- Como verán, casualmente los tres somos mortífagos. Y como mortífagos, nos gusta hacer alguna que otra cosa ilegal ¿no? Vamos a visitar una pequeña sala de mi gusto. Ahí, daremos paso a la última etapa de la clase. Tendremos que aparecernos para no atraer mucha gente. De todas maneras, dudo que se den cuenta. Esas salas están en desuso ya.

 

Ofreció el antebrazo para que sus dos estudiantes pudieran aparecerse junto con Orión. El gancho en el estómago preparó el siguiente movimiento. Los sentimientos fueron usuales; el estómago revuelto, las imágenes distorsionadas y el típico vértigo que se sentía al aterrizar. Oh, cómo odiaba las apariciones, pero a veces eran tan útiles.

 

- No se muevan.

 

Extendió sus brazos, tomando a los dos mortífagos que lo acompañaban. Parpadeó un par de veces al tiempo que recuperaba el aire. Estaban en completa oscuridad. Se sentía un aire pesado y frío, muy húmedo. El oxígeno escaseaba lo que le dio una pequeña puntada en su cabeza. Era cuestión de acostumbrarse al cambio de presión. Sentía su cuerpo un poco más liviano y los movimientos más lentos mientras más se estaba en el lugar.

 

Separó su mano del brazo de Gatiux mientras sacaba su varita lentamente. Dio un par de círculos mientras susurraba alguna que otra contraseña. De un momento al otro, una luz en el centro del salón se encendió con fuerza. Cerró los ojos ante la sensibilidad de la luz. Todo comenzó a calibrarse. Se sentía movimiento.

 

- Bienvenidos a la Sala del Espacio del Departamento de Misterios.

 

Era salón enorme de la que no se podía sentir que hubiera techo. El sistema solar estaba en funcionamiento. Se podían ver a los ocho/nueve planetas –teniendo en cuenta los debates sobre si Plutón es o no uno– girando alrededor de un sol artificial. Se veían las órbitas, trazadas con hilos plateados, como también todas las estrellas que decoraban todas las direcciones del lugar. Tampoco se podía ver el suelo, porque bueno, empezaban a flotar.

 

- Ahora nos encontramos cara a cara con los planetas que integran nuestro sistema solar y a la vez, la Galaxia de la Vía Láctea. Gatiux, ¿puedes nombrarme los cuatro planetas más cercanos al sol? Cillian ¿los otros cuatro? ¿Qué anomalías podemos ver en las órbitas de dos de los últimos? ¿Qué pasa con el noveno planeta? ¿Pueden nombrarme algún significado con respecto al Planeta Rojo?

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