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Maestría de Escobas


Sagitas E. Potter Blue
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-¡Por todos los magos!- exclamó Thomas cuando tuvo que esquivar a Cye, debido a que ésta había pasado tan veloz que no tuvo mucho tiempo para seguir pensando en cuándo la invitaría junto a Sagitas a su Vulcanización Mágica. <<¿Qué es lo que se trae entre manos...>> fue la pregunta que no alcanzó a formularse el animago, ya que el grito de la Lockhart pidiendo "ayuda" le hizo vislumbrar que su estrategia de vuelo no se trataba de algo premeditado, sino que un accidente que podía tener graves consecuencias si no se remediaba a tiempo. -¡Sujétate bien!- gritó el muchacho justo antes de lanzar un fuerte silbido que hizo que su propia alfombra voladora saliese disparada desde adentro de su bolsa con hechizo de expansión indetectable, y se ubicase junto a él en el firmamento repleto de nubes grisáceas cargadas de toneladas de agua que seguían precipitando sobre las cabezas de la docente y sus estudiantes. -¡Recibe su cuerpo en caso de que caiga! No te preocupes por mí ¿Vale?- le pidió al objeto volador proveniente de Asia, el mismo que había adquirido hace muy poco tiempo en las dependencias del Magic Mall. -Tranquila, profesora- solicitó el Gryffindor tras ver la reacción de la Potter Blue alzando los brazos para agarrar a la rubia en caso de desplome inevitable; hecho que le impulsó a apresurarse con su actuar. Fue así que el adolescente, vestido de tonalidades de la casa de Hufflepuff, pegó firmemente sus talones a las cerdas de su Nimbus 3000 y se inclinó perfectamente hacia adelante con tal de que la escoba acelerase sin vacilaciones rumbo a la esposa de Ishaya; la misma que no paraba en su "ir y venir" a través de todas las gradas del Estadio.


-No te vayas a soltar, Cye... Ya te estoy alcanzando- vociferaba un preocupado Elros, rezando a Merlín para que nada saliese mal en aquella maniobra; la cual empezó con el desenvainar de su varita para conjurar un hechizo que hiciera que la escoba de la bruja se frenase "en seco". -Obscuro- susurró primero que nada el apuesto hijo de Elvis y Annick, enviando una cinta negra que cegó la vista de la medimago para que no pudiese ver la hazaña que haría. -¡Reducto!- fue lo que se oyó a continuación antes de una explosión que, a ciencia cierta, dejaría atónica y con los nervios de punta a Sagitas. Aquel fuerte sonido correspondió a la quebrazón de la escoba que saltó en miles de pedazos y astillas por el cielo; lanzando precipitadamente el cuerpo de Cye desde las alturas. -¡Te tengo!- dijo el pelirrojo con alegría tras afirmar entre sus fuertes brazos a la sacerdotisa; disminuyendo la velocidad de vuelo hasta que sus pies tocaron piso con gallardía. -Ya te puedes quitar la venda... Eso sí, te debo una escoba- sonrió con timidez el chico, desviando su mirada esmeralda hasta la maestra con tal de esperar algún gesto de aprobación o repudio de su parte.

Editado por Thomas E. Gryffindor
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--Eh, ¿estás segura? Porque a mi alfombra se le han caído varias borlas, mira, y creo que eso hace que se desequilibre un poco, yo las tengo guardadas-- dijo cuando la maestra sugirió que llevara la alfombra a la tintorería que allá se la lavaban y cocían, su alfombra era hermosa, una LVille de diseño original, con una especia de cenefas en el borde de donde colgaban borlas en tonos rosa, azul y verde.

 

Eso había sido lo último que conversaran antes de salir en vuelo, y ahora estaba allá como un rayo surcando el cielo gris, frenando y acelerando, pero ella no hacía nada solo aferrarse a la escoba, que cuando le daba la gana hacia giros extraños, el último la había dejado de cabeza, mientras que ella parecía más una perezosa aferrada con piernas y brazos que una jinete y para completar iba en picada mientras que su cuñada le gritaba algo de lo que solo alcanzo a escuchar que pegara los talones a no sé dónde y la vio extender los brazos igual que cuando Ithillion se subía a sitios altos, joooo como le cayera encima terminaban espatarrilladas las dos.

 

¿Sujétate bien? Escucho decir a su compañero de clases ¿Qué creía que estaba haciendo? Tenía los nudillos blancos de la fuerza que hacía para mantenerse sobre aquel endemoniado artefacto. --Apurateeeeeee-- no supo que hizo pero de pronto la giro doblemente y la bruja quedo colgando apenas sujeta con las manos. --Ahora si me mate aaaaaaa-- gritaba mientras Thomas le decía que no se soltara, pero si ella no lo hacia la escoba la sacudía como si quisiera tirarla y de paso todo se puso obscuro, no veía nada, y entonces escucho un “reducto” ¿que pretendía explotar?

 

Un segundo después lo supo, precisamente la escoba que pretendía no soltar, primero se había quedado con apenas un trozo en ambas manos y luego nada, o si, una par de astillas en las manos y viento, mucho, muchísimo mientras caía hasta que los brazos del Gryffindor la apararon, claro que la rubia no supo que maniobras había hecho el muchacho pues tenía la vista tapada con aquella venda conjurada, que apenas noto cuando él le dijo que se la quitara y estaban en tierra.

 

--Yo, no te preocupes, no usare una cosa de esas en toda mi vida, mas nunca-- declaro con una fuerza que casi se atraganta, estaba a punto de jurarlos y si lo hacía no habría marcha atrás, hasta que su ira encontró un blanco, Sagitas. --Tú, te quedaste cruzada de brazos mientras esa cosa me batuqueaba, se lo voy a decir a Ishaya, ya verás-- amenazo como si ambas fueran unas chiquillas e Ishaya el hermano mayor de la pelivioleta.

 

--Ya sabía yo que no me iban a enseñar a volar nada-- se enfurruño y cruzo los brazos sobre su pecho sin darse cuenta que aun tenia las astillas incrustadas en las manos y que le brotaban pequeños hilitos de sangre debido a la fuerza que hacía en las manos al acompañar sus palabras. Así fue como se sentó en el borde de su propia alfombra que por cierto, no la había obedecido o ¿nunca sintió que realmente estaba en peligro?

 

--Y como no me enseñaste ahora tu tendrás que llevarme a CCU todos los días o te acuso-- Estaba muy molesta, pero más que todo sentía el fracaso porque aquel arte siempre desde sus días de escuela le había sido esquivo, entonces pensaba que cuando fuera una bruja más consagrada seguro que lo dominaría, ahora que lo era había pensado que con la maestría aprendería y ya en la clase las esperanzas se estaban desvaneciendo, a menos que… Sagitas encontrara una forma de enseñarle (con manzanitas).

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Como profesora, me estaba luciendo... En vez de salir a buscar a mi cuñada, que se iba a partir en pedacitos como golpeara el suelo, estaba allá en el suelo, a salvo, rogando a los dioses que la protegieran. Bueno, tal vez los dioses hicieron que hoy estuviera allá, en la clase, el realmente eficaz Thomas, quien consigue salvarla del batacazo.

 

Aunque también destrozó la varita de Cye. Asustada, huyendo de los trozos de astillas que caían al suelo, puse las manos en mi cabeza y grité:

 

-- ¡Demonios! ¡Ishaya nos matará cuando se entere que hemos roto...! ¿Estás bien, Cye?

 

¡Halaaaa! Mi cuñada me acusaba de no haber hecho nada y eso me enfureció. Me molestaba la lluvia, la de agua quiero decir, de la de astillas había huido.

 

-- ¡Eeeeeeh! No es cierto, no me quedé con los brazos cruzados -- contesté, enfadada. -- Los alcé para recogerte si te caías, para que no te hicieras daño. Que te salvara Thomas no significa que no fuera a pararte si te la pegabas.

 

Intenté relajarme y respiré varias veces.

 

-- Además, es mentira que no aprendieras nada. -- En todo caso, eso lo podría decir Thomas, no ella, puesto que él sabía hacer giros y piruetas que yo en mi vida hubiera imaginado. -- Con "Maestría en Escobas" has aprendido que no te debes montar a una de ellas, elevarte al quinto cielo y soltarte, que te la pegas. Ahora serás más precavida y usarás la alfombra.

 

¿Encima me castigaba con llevarla al CCU cada día por no aprender? ¡Pero si la negada era ella, que no sabía ni montar en una escoba! La culpa era de la Academia, que en su día no le enseñó a ir en una y le dieron el carnet como si la repartieran en una tómbola. Puse las dos manos en jarras sobre mis caderas.

 

-- Que sepas que... me pilla de camino, así que puedo llevarte si quiero. Y que los dos estáis aprobados porque estoy segura que algo habréis aprendido. Uno a disfrutar del vuelo en escoba y la otra a mantenerse bien lejitos de ellas. Así que hale, os quedáis sin sorpresa y me la como yo.

 

Porque la prueba final era encontrar unos huevos de chocolate que había escondido en la zona más alta del Estadio pero entre la lluvia y que Cye se había quedado sin escoba y no le iba a dejar la mía para que la rompiera, pues no los había puesto en los lugares que quería. Así que señalé una cesta con enormes huevos de pascua envueltos en papeles coloridos. Después sonreí, satisfecha de que todo hubiera acabado bien.

 

-- Vaaaaaale... Los repartiré con vosotros, por vuestro esfuerzo en la clase.

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