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Prueba del Libro del Equilibrio


Gahíji
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El gancho del portal, justo en el ombligo como si lo hubieran halado desde su destino, desapareció cuando sus pies tocaron tierra firme. De haberse tratado de un nivel más alto, habría pensado en una prueba más complicada, aunque ninguna de las pruebas hechas para los libros de hechizos podía llamarse fácil. Pero en esa ocasión, más que pensar en tareas que el estudiante pudiera sondear con sus nuevas habilidades, sólo había pensado en el duelo que tenían que llevar a continuación. Por eso es que Gahíji, seguido de Cillian, había llegado a un domo, un espacio que usarían para probar lo aprendido.

 

Aún en el mediterráneo, el domo estaba ubicado sobre el nivel del mar, a varios kilómetros del islote que habían usado como lugar de entrenamiento. El suelo era flotante y a pesar de que se movía con lentitud sobre las pequeñas olas que creaba la suave corriente, a diferencia de la violenta corriente que habían dejado atrás, tenía una estabilidad tremenda. Gahíji se movía con soltura, tanteando el terreno, y el domo no hacía más movimientos de los que podía esperarse de una tarima común de duelos mágicos. El vidrio bloqueaba el sol con ligereza, para impedir distracciones por reflejos innecesarios, pero era tan cristalina como si no fuera más que una burbuja que, más que protegerlos, los encerraba.

 

A su alrededor sólo había agua, hablando del domo. Pero en el interior había un montón de cosas dignas de mención. Atrás del Uzza había un Tebo dormido, con la pesada cabeza sobre sus patas mientras los ronquidos inundaban el lugar. Sólo había uno y estando del lado del Uzza, era evidente quién tendría que enfrentar el Tebo. Por un motivo obvio también, había columnas de cristal, cuatro en total, que no sostenían el techo, simplemente parecían adornar el domo.

 

—Bien —asintió el Uzza, viendo hacia los lados para asegurarse.

 

Si hacía un estimado, podría decir que el radio del domo era de unos quince metros. En sí, era un espacio cómodo para que pudieran establecer un duelo sin inconvenientes. Cillian llegó tras de él y el hombre, dejando de lado sus poderes comunes, alzó una varita común hacia él.

 

—Que comience el duelo, Cillian —sonrió ligeramente—. Te concedo el inicio.

 

 

 

Reglas

 

 

  1. El duelo durará exactamente una semana, por lo que cerrará el 1 de mayo.
  2. Pasadas las 24 horas de cualquier ataque sin respuesta, se considerará impactado.
  3. Pasadas 48 horas sin respuesta, se considerará abandono de la prueba, a menos que se avise por medios privados al Uzza o a la dirección de la universidad.
  4. Los hechizos permitidos son los neutrales y los hechizos de bandos hasta el rango Tempestad/Legionario.
  5. Serán permitidos los libros de hechizos hasta el libro del Equilibrio.
  6. Para pasar la prueba no es necesario ganar, es necesario usar los hechizos aprendidos en clase de forma adecuada. Usar hechizos rolísticos es opcional.
  7. En el segundo turno, el Tebo irá contra el oponente (Cillian).

 

 

Mucha suerte, saludos.

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Cillian nunca había utilizado un portal antes, ni siquiera sabía que era posible crearlos aunque seguro que la desaparición y los trasladores seguían un principio más o menos parecido así que a sensación de cruzarlo no distaba mucho de la que dejaba el utiizar cualquiera de los otros dos. Lo primero que el chico hizo al llegar del otro lado fue tirarse de rodillas frente a su maestro.

 

— ¿Intentas matarme, verdad?

 

Sin duda aquel domo parecía ser mucho más seguro que el islote que habían abandonado hacia un par de segundos, el caso era que aún así seguían rodeados de agua, mucha más agua. Intentó desaparecer, no quería seguir en aquel lugar, pero le fue imposible pensar en un lugar en concreto y con ello le fue imposible el irse. ¿Qué demonios? Parecía un niño pequeño, no hacia más de una hora que había luchado contra su miedo y ahora estaba una vez más cediendo ante él.

 

— Que amable —añadió con fingido agradecimiento. El Uzza no había hecho demasiado caso a su pequeño momento de debilidad y había optado por intentar comenzar el duelo—. Supongo que estando alejado de la orilla no habrá problema —murmuró.

 

¿Y ahora qué? Oh, sí, la arena. Comenzaría por ahí, pero... ¿De dónde c*** sacaba la arena? Bueno, lo intentaría con la varita, tenía el libro cerca así que seguro que funcionaba o quizá no. Y bueno, Gahíji había conseguido el polvo con su varita así que, ¿qué diferencia podría haber? Apuntó al rostro del Uzza y pensó en Arena del Hechicero, de su varita salió el polvo directo hacia su oponente y comenzó a dar vueltas alrededor de su cabeza, dejandolo ciego por un momento.

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De cualquier modo, aquél hechizo iba a impactarle. Las arenas se arremolinaron en su cabeza y a pesar de que podía haber metido las manos o intentado enjugarse los ojos para ver bien, no lo hizo. Estaba cegado momentáneamente y es le impediría ver a su oponente durante el resto del duelo. Fue por ello que invocó la daga del sacrificio, alzándola ante su oponente sabiendo que la vería bien, aunque él no pudiera decir lo mismo.

 

Immolo oppugnare.

 

La palabra no tuvo tanto peso como el movimiento drástico que dio su muñeca, al bajar de sopetón a su abdomen y hundirse en su piel. No gritó, pero sí ahogó un gruñido de dolor. Era una puñalada profunda, lejos de los órganos vitales pero que, si no se le ponía atención, podía desangrar a cualquiera. El mismo corte, enviado a Cillian, había aparecido en el lugar exacto donde Gahíji se había sacrificado para agredir. Y si no hacía algo en un tiempo prudente, lo llevaría ala muerte.

 

Maldición.

 

Con esa maldición, estaba dejando a Cillian silenciosamente bajo un pequeño inconveniente: cualquier hechizo que intentara pronunciar, no saldría porque sería reemplazado por una versión ridícula del hechizo original.

 

Curación.

 

Después de retirar la daga, lo que produjo un chorro de sangre preocupante, el Uzza cerró sus heridas.

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Hasta el momento de sentir el dolor, Cillian no comprendía lo que su maestro estaba haciendo. Su aprendizaje sobre los poderes de el libro de la sangre habían sido un tanto confusos y no le habían quedado más que un par de cosas claras. Dio un paso atrás y entonces lo vio, la critatura detrás del Uzza comenzaba a removerse en su lugar y estaba casi seguro de que lo atacaría en cualquier momento. ¿Qué debía haber ahora? Cillian apuntó con su varita a Gahíji e imitó el mismo movimiento que había estado practicando minutos antes.

 

Flechas de Fuego.

 

Sí, atacar siempre era lo primero en esos escenarios. Pero, el resultado no fue para nada el esperado, al parecer su maestro se había adelantado a cualquier ataque y en lugar de obtener las flechas de fuego, obtuvo un par de bolitas de fuego que no lograron llegar más allá de un par de centrimetos de distancia.

 

Curación.

 

Al final de todo, los libros si que eran útiles ya que Cillian no tuvo hacer más que pensar en esa palabra y apuntar con su varita a la herida para que esta comenzara a sanar. Pero, claro, no todo era miel sobre hojuelas. Bueno, en realidad nada le estaba saliendo bien ya que apenas logró recuperarse de esa pudo notar como el Tebo comenzaba a acercarse con intención de atacarlo así que apuntó con su varita y pensó.

 

Semillas de Hielo.

 

Y de su varita salió un rayo, que más que rayo parecía no ser más que viento y con ello logró paralizar a la critura durante un rato ya que la misma había terminado recubierta de hielo.

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Salvaguarda Mágica.

 

El pensamiento de Gahíji lo volvió intangible por el tiempo que necesitaba para que los filamentos de fuego de Cillian no lo atravesaran. Tan solo pensarlo, su cuerpo quedó ahí, a la vista, pero como si fuera una proyección. Las Flechas de Fuego pasaron a través de él como si solo fuera un espejismo y un instante después, el Uzza volvía a estar en completo estado físico ante su alumno. Cillian por su parte, después de eso, usó la misma forma de curación que él para cerrar sus heridas y asintió. Lo estaba haciendo bien.

 

Ahora venía la parte curiosa.

 

En algún punto de su enfrentamiento el Tebo al fin había cobrado vida y por ello, Cillian tenía que hacerse cargo. Se quedó mirando, evaluando y de no ser porque era un guerrero de esos antiguos, que no demostraban su orgullo más allá de quejas y pequeños gruñidos que se interpretaban como aprobación, le habría dicho un par de palabras de aliento. Pero eso fue lo que hizo, gruñó para decirle que había hecho un buen trabajo con las semillas de hielo, demostrando que había aprendido bien en la clase.

 

—Sólo te queda un hechizo —recordó—, el hechizo que aún no practicas. Así que concéntrate bien en lo que harás a continuación.

 

Para salirse de lo común, el Uzza pensó en un Seccionatus y envió las doce media lunas veloces y cortantes a su estudiante, esperando que dieran en el pecho o que, en caso contrario, él lograra evitarlas.

 

 

-

 

 

Acepté el Flechas de Fuego por un motivo: es un hechizo no verbal. El hechizo Maldición, del libro de la sangre, afecta a aquellos hechizos que deban ser pronunciados, volviéndolos una versión cómica del hechizo original. Siendo un hechizo no verbal, el Maldición no lo afecta.

 

@Cillian

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¿Medias lunas mágicas? Bueno, eso no le daba otra opción más que imitar a su maestro una vez más aunque si lo pensaba mejor, conocía un hechizo que podría ayudarle con ese pequeño problema o quizá no. Qué más daba, no tenía tiempo, las flechas se acercaban más y más así que no tuvo más remedio que pensar en ella y activar la protrección.

 

Salvaguarda Mágica

 

No es que fuera a estar libre de esas molestas medias lunas por mucho tiempo, pero por lo menos le daba un poco de tiempo para atacar. Oh, no, no quería atacar. Sabía bien lo que le hacía falta por aprender y había escuchado que no era algo lindo de ver, pero también sabía que si se rehusaba a utilizarlo su entrenamiento no sería completado.

 

Cinaede.

 

Su voz fue apenas un murmuro y no queda más que esperar, decían que el gas era invisible así que seguro que en cualquier segundo Gahíji comenzaba a retorcerse debido al efecto del mismo. ¿Y ahora qué? ¿Qué más le quedaba por aprender durante aquel día? Sin duda no quería que terminara.

 

Levanto su mano una vez más y apuntó hacía Gahíji, no tenía más opción y lo más seguro es que aquel poder ni siquiera lo dañara lo suficiente. Estaba luchando contra un Uzza, se suponía que ellos sabían todo sobre esos libros así que seguro sabía como terminar con el efecto de ese poder en menos de un segundo así que más le valía no seguir perdiendo el tiempo.

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