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Estudios Muggles


Sagitas E. Potter Blue
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De todo se imaginó Tauro menos que vería una nueva faceta de Sagitas que desconocía por completo. Por un lado estaban sus ganas de asesinar a Patrick Colt, por meterla en aprietos, por casi obligarla a revelarse como miembro activo de la Marca Tenebrosa, pero por otro se encontraba la poderosa Potter Blue. ¿Sería ella en verdad? ¿Acaso detrás de ese cabello violeta se ocultaba una bruja muy poderosa y hasta el momento lo descubría? Poco sabía del pasado de su amiga, las preguntas no le gustaban y si nadie se las hacía ella tampoco, pero ahora mismo se lamentaba de no haber indagado más, ni siquiera cuando le ayudó a deshacerse de aquel cuerpo se le pasó por la mente que Sagitas había sido capaz de eso, de hecho se lo atribuía a un alto descuido, pero la había subestimado.

 

Estando allí perpleja, poseída por la sorpresa, observó atenta cómo la bruja activaba anillos, sacaba pociones debajo de la manga, incluso la vio haciendo una marca de sangre, a ella, a la torpe Sagitas que a veces soltaba la varita, que parecía no poder matar ni una mosca sin morir en el intento. Lo que hoy estaba viendo no era torpeza ni mucho menos, era destreza, propia de una persona que tiene años de experiencia y ha visto y practicado tanto como ella. Hoy Sagitas seguía siendo su amiga, jamás la volvería a ver igual y ambas lo sabían, pero por lo pronto deberían dejar esa conversación para más adelante. «Eres un estú.pido Patrick Colt». Se repitió mentalmente.

 

Las posibilidades de hacer algo estaban bastante reducidas, Tauro era una persona inteligente, prudente, y ella más que nadie sabía que lo mejor era dejar que la misma profesora se hiciera cargo de la situación. A sus ojos la peli-azul era otra víctima de las circunstancias y para su suerte toda la atención la atraía el Mortífago, lo que hacía que ella quedara en segundo plano sin levantar sospechas, pero por las dudas, por si había alguien más observando, estaba lista utilizando la Oclumancia, así ningún curioso entraría a su mente para saber lo que pensaba; con tantos magos y brujas poderosas dando vueltas, lo mejor era actuar con cautela.

 

Con tanto revuelvo se había olvidado de la funcionaria, aunque ahora mismo era difícil decir si actuaba por inercia o por producto de la maldición Imperius, estaba tan asustada y enojada al mismo tiempo que no se había movido de su lugar pese a que le ordenaron seguir el proceso como si nada. Debía admitir que eso le gustaba, la forma en cómo ''sin querer'', Sagitas había logrado aterrorizar a esa muggle tan desagradable.

 

— ¿Mi héroe? —intentó bromear, así al menos el ambiente tenso se disminuiría. No había olvidado tampoco la confesión de su amiga, prácticamente declarándose como miembro de la Orden del Fénix, pero en ese ambiente, bajo esas circunstancias, sería muy tonto de su parte hacer algo. Sabía que de querer enfrentarse a ella estarían muy parejas, quizás incluso la Mortífaga contaba con cierta ventaja y si sumaba a Patrick podrían acabar con la bruja. Sus ideales estaban muy claros, los miembros de la Orden del Fénix eran sus enemigos declarados y no debía tener piedad con ellos, pero si actuaba por instinto posiblemente terminaría viéndose como Colt y además deseaba poder conversar con Sagitas. En adición, estaban en un lugar muy público, donde lo más seguro es que hubiesen otros magos —. Debo decir que estoy claramente sorprendida y usted señorita, ¿cree que de verdad deba llenar todos los demás datos? Si no los poseo es porque necesito el trabajo, ¿cierto?

 

Silencio absoluto.

 

— Creo que le hiciste algo Sagitas —comentó observando a la petrificada mujer — Le dejaré esto aquí mientras tanto y vendré mañana a la misma hora esperando haber conseguido un trabajo —no sabía cómo era el proceso, pues en el formulario no había puesto ni dirección ni otro medio para poder ser contactada, además de que evidentemente no volvería jamás a ese lugar, tenía otras cosas mucho más importantes por hacer y podría ser que sin darse cuenta, Taurogirl estaba metida en un nuevo caso en contra de Patrick Colt. ¿Y si Sagitas pedía su ayuda para apresarlo? Estaba segura que no sería tan fácil, el Mortífago encontraría la forma de escabullirse, pero su mente no podía dejar de pensar que terminaría colaborando con los Aurores, envuelta en un caso contra los de su propio bando que si sabía manejar podía resultar beneficioso para ella.

 

 

PD: Me emocioné xD Pobre Tau (?)

 

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Todo había sucedido muy rápido.

Patrick Colt mantenía a la mujer presa no solo físicamente, sino también del miedo. La presión que el hombre ejercía en su cuello era incontrarrestable y estaba apunto de causarle una muerte por asfixia. Eso, no era algo que el mortífago se había detenido a analizar, pero una vez lo consiguiera aunque de manera inconsciente, no se arrepentiría.

Ninguna de las dos había entendido la verdadera intención del hombre gracias a sus anillos protectores, mismos que portaba gracias a que todo mago que conociera las virtudes del Libro de la Fortaleza, portaba conocer alertas a sus alrededores. Éste le había indicado que Sagitas era una potencial enemigo, por lo que presentía que en algún momento ella lo atacaría.

Para un mago de cabeza analítica, hubiera sido fácil entender que Sagitas no representaba un peligro para nadie salvo que se le provocara. Pero él, era de cabeza fría, lo que le ayudaba a no sentir sensación de rechazo ante los asesinatos seriales de los cuales llevaban su autoría. Por lo que el mortífago consiguió provocarla efectivamente, y por ello, la premonición del anillo era la correcta. Ella intentó atacarle, quizás con la habilidad de algún libro que él desconocía, y que por ende no tenía la experiencia para adelantarse.

Soltó su varita. No entendía qué pasaba. No porque no supiera que la pelivioleta era la causante de todo ese trance del que era consciente estaba sufriendo, sino que ella misma acababa de hacer una confesión loca, propia de ella misma, que atrajo a él una sonrisa en sus labios.

La marca de la rana desapareció, Patrick Colt tomó inmediatamente su varita, se alejó de Sagitas unos seis metros, y la apuntó al pecho.

- Decide, Sagitas - le respondió a la bruja con un rostro lleno de una sarcástica expresión. Su mirada sumergida en un negro acuoso, brillaba, estaba extasiado ante una posible victoria - ¿nos iremos al infierno, o con los Aurores del Ministerio? Miss Orden del Fénix -

Y sonrió tan ampliamente, que fue evidente en el rostro de Patrick Colt que tanto ella, como él, estaban en igualdad de condiciones y lo sabía. Uno por ser Mortífago, y la otra por ser Miembro de la Orden del Fénix confesa. Y Tauro, Taurogirl, había visto todo ese espectáculo. Beltis debía enterarse y de ello él se encargaría.

No podría verse en su rostro mayor gesto de placer que el de esa sonrisa socarrona y de su mirada astuta.

* +.+ me prendo a roles consecuentes, pero que no involucren al Ministerio xD esa burocracia me va a aburrir seguro y no quiero dejarlas tiradas ni perder la trama xD pero está bueno todo, las amo! *

Ex-Líder de Bandos | Ex-Wizengamot | Ex-Orden de Merlín 1ra Clase
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Sí, he de reconocer que soy una bruja espectacular cuando quiero. Sentí algo en la mirada de Tauro que no conseguí descifrar pero que, al final, supuse que era sorpresa al ver lo que era, lo que hacía y lo diferente que era a aquella mujer a quien ayudó a esconder un cadáver. Creo que me hizo sentirme orgullosa, aunque no podía demostrarlo públicamente.

 

Sí, una gran bruja que se olvida recoger la varita de su enemigo para que no pudiera usarla contra nosotras. ¡Bruja lerda y despistada! Bufé cuando, mientras contemplaba a Tau intentando una reacción de la muggle, la voz de Patrick sonó arrogante. No moví ni un músculo de la cara, aunque mi primera idea fue la de morderme los labios. Aspiré un poco de aire y después sonreí (juro que me costó mucho enfrentarme a aquel asesino a quien consideraba un peligroso mortífago).

 

-- Ay, Patrick... Sólo tenías que rellenar un papelucho y fingir que entendías a los muggles. Recibirías un aprobado y podrías volver a tu macabra vida de asesino impune. No debieras hacer eso... Anda, aleja tu madera de mi pecho. -- La sonrisa se amplió un poco y pasé mis manos alrededor de mis curvas femeninas. -- ¿En serio sería una buena Miss Orden del Fénix? Eso si lo puedes demostrar. Será la palabra de un asesino contra la de un Warlock. Y no te creas que podrías sacarme algo con algún brebaje como el Veritaserum o cualquier otra poción parecida. Puedo con todo con lo que intentes ensuciar mi buen nombre.

 

Me levanté de la silla y me acerqué a él, reduciendo la distancia de los seis metros. Susurré, no porque no quisiera que Tau me oyera sino porque sentía rabia, mucha rabia dentro.

 

-- Tengo conocimientos y habilidades que te harán imposible dañarme aunque me lanzaras un Avada. ¿Quieres intentarlo, Patrick? ¿Quieres hacerlo?

 

¿Estaba loca? Estaba provocando a ese hombre, a quien temía más que a nadie en este mundo. Lo único que me justificara era la Ira que sentía por él, por su forma de ser, por su forma de aterrorizar en el pueblo; también ira por mí, por haber olvidado el detalle insignificante de hacer un Accio, un simple y sencillo hechizo de atracción para recoger la varita desarmada. ¿De qué me servía ser tan sabihonda si olvidaba detalles tan chiquitos que podían hacer cambiar una batalla, un duelo, un ataque...? Menos mal que, a pesar del enfado, mi mente ya estaba preparada para evadir cualquier rayo que el muchacho me lanzara, gracias a mis conocimientos de Libros superiores. Aún así, no me sentía segura de nada y, por ello, seguí hablando.

 

-- Además, estás rodeado de Aurores que esperan fuera de la Oficina de Empleo para hacerse cargo de ti. ¿Te crees que dejan caminar así como así a un Warlock por zonas muggles sin protección de la Seguridad Mágica? He de confesar que me gustaría librarme de ellos pero... Mira por donde ahora me van a ser útiles. Así que tira tu varita. Vas a ser detenido.

 

Me senté con una seguridad que no tenía y crucé de forma galante las piernas (un gesto que no sonó tan lindo como lo había previsto porque lucía ropas muggles demasiado grandes y poco elegantes como para que me diera una imagen de señorita de bien).

 

-- Sólo tenías que rellenar un maldito papel, Patrick. Un maldito papel y entregarlo a esta señorita... Bueno, ¿qué decides? ¿Te entregas o te entrego?

 

Suspiré. La muggle no podía salir herida de todo aquello y, sobre todo, mi amiga Tau. No me lo perdonaría nunca.

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- Aurores - pensó rápidamente.



La imagen mental que se le vino a la mente lo detuvo. No podía creer que el actuar del Ministerio de Magia fuera tan eficaz. Era imposible. Y sí, recapacitó. El trance había pasado y debía dejar de permitirle a su cuerpo que fuera dominado. Él, mejor que ellas, sabía lo que era pertenecer al Ministerio de Magia. Retrasar procesos, estancar veredictos y extraviar documentos en virtud de su bando.



La burocracia la hacían ellos, eran un grupo de personas con un fin en común. Finalidad que era manchada por mortífagos como Patrick Colt, pues la misión de la Marca Tenebrosa no era una misión para villanos, lo eran sus métodos arcáicos y estrafalarios que él aplicaba para obligar a la sociedad a seguir dicha misión.


Por muchos años, el grupo de Mortífagos había sido considerado una asociación criminal y organizada para delinquir. Pero, era todo lo contrario, había sido creada con el objetivo de llevar un mensaje positivo a las generaciones de brujas y magos de preservar su raza y los genes mágicos que todos compartían.


Dicho mensaje se vio turbio por lazos afectivos y amistosos que mantenían brujas y magos con muggles dentro de la sociedad, y que los obligaba a mantenerse unidos de manera clandestina. También producto de la persecución y matanza de brujas y magos por la inquisición y los cleros religiosos que los veían como abominaciones.


Violencia trajo violencia, y estas tramas hicieron evolucionar la mentalidad de algunos mortífagos quienes quisieron tomar venganza de mano propia.


El Cardenal de la Muerte era uno de ellos. Mortífago que por años enteros se dedicó a arrancarle la vida a culpables e inocentes de manera injustificada, cosa que empañaba la misión mortífaga, pero que lo había enaltecido y destacado dentro de su bando. Hoy por hoy, era considerado un asesino en serie, autor de exterminios y uno de los peores criminales de la historia.


Pero el Ministerio de Magia estaba tan corrupto, que fue más tiempo que el demonio pasó en el averno, que tras las celdas de Azkabán.


Aquella vida había pasado por su mente como un cuento. Bastaron escasos minutos para volver a entender que frente a él tenía a Sagitas, y que podía aniquilarla. Pero también estaba ella, la hija de un Crouchs y cuya familia era de ascendencia mortífaga. Aparte era la líder del bando. A veces el hombre tenía que volverse astuto y abstenerse para conseguir sus frutos más adelante. Ahora, Crouchs sabía las intenciones de Patrick Colt y no tendría ninguna otra arma posible para negarle la confianza. Y él estaba deseoso de volver a sentir ese ardor vibrar sobre su piel nívea.


- Sagitas - negó con la cabeza -. Tanto alarde y necesitas mayoría de número para enfrentarte a Patrick Colt - ladeó la cabeza y simuló examinar su mirada. Acechaba fuertemente como una serpiente ve de comida a una ardilla. Pero había mucha similitud en esos ojos saltones y grandes, cuya miel oscura era sinónimo de inocencia, incertidumbre y, quizás, torpeza - pensé que podría jugar con tu cuerpo a placer, pero veo que hoy no nos presentamos como magos, sino como miembros del Ministerio de Magia, y tú, como miembro de la Orden del Fénix.


Desvió su mirada a Taurogirl Crouchs, sonrió ampliamente y mostró los dientes.


- Mucho cuidado con quien andas.


Su cuerpo giró bruscamente, y tras una cúpula de humo negro, desapareció.

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Me dolió.

 

No creo que lo hiciera notar a Tau aunque... ¿quién sabe? Ella me conocía desde hacía tanto tiempo que capaz de notar el rictus que cruzó, por un instante. ¿Cómo era posible que me dolieran las palabras de un mortífago?

 

Sí. Me dolió que me dijera que necesitaba de más gente para aprisionarle. Era cierto. Ni en la situación más loca hubiera pretendido atrapar a este asesino yo sola. Sentía un miedo irracional a su persona y valoraba mi vida de forma muy intensa como para saber que toda la sabiduría de libros de encantamientos podía ser insuficiente para la oscuridad que irradiaba.

 

Se escapó, como se escapan los cobardes, como huyen los culpables. Su estela de humo se hizo latente y los detectores de incendio se dispararon, dejando fluir una lluvia torrencial sobre todos los presentes en esa oficina. Tendría segundos, tal vez menos, puesto que mis hechizos protectores no funcionaban para siempre. Tomé un vaso y vertí toda la poción para olvidar que llevaba encima. Se lo puse en la mano de la muggle y la invité (casi la empujé) para que bebiera todo. Miré a Tau y me cuestioné, durante unos segundos, si debía darle a ella también, aunque fueran una gotitas. Después la sonreí.

 

-- No te creas nada de lo que has visto. Yo... No soy tan buena bruja como ha parecido. Ni buena bruja ni bruja buena -- sonreír al hacer la broma, refiriéndome que no era tan buena como se podría sospechar si fuera de la Orden ni estar tan buena como para ser un Miss lo que sea. Después me puse seria. -- Tenemos que hablar. Pero no aquí. En algún otro sitio... En algún sitio que te sientas cómoda y podamos... hablar de nuestras cosas. Hace tiempo que no tenemos una conversación en serio.

 

Ni en broma; en realidad, hacía mucho tiempo que no teníamos una conversación, exceptuando el saludo por el Ministerio y poco más. Me pasé la mano por el pelo y bajé un poco la cabeza. Los guardas de seguridad evacuaban el edificio mientras se oían las sirenas del cuerpo de bomberos. Le hice la seña de que saliéramos.

 

-- Al fin y al cabo, estás aprobada. A ese no, por supuesto, Patrick Colt estará suspendido de por vida por lo que ha hecho.

 

Fruncí el ceño y apreté el paso, siguiendo a los otros muggles que salían del edificio.

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