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Encantamientos - Aritmancia


Ky.
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La última vez que había visto a Nathaniel Malfoy había sido con un bóxer y una mujer encima, apestando a sexo casual. Después de eso había estado evitándolo. Si alguien le hubiera advertido que aquel personaje sería su alumno después de ese encuentro, el Black Lestrange no se hubiera imaginado un trío con la mujer que el pelirrojo tenía sobre él en poca ropa y de esa forma no se sentiría tan incómodo como en ese momento.

Aries no era bueno aparentando que nada ocurría, así que se encontraba dentro de las instalaciones de la Universidad a la salida de un circuito semi-armado al “ahí se va” un tanto nervioso. Lo estaba pasando mal ya que el área del cuello estaba muy rojiza de tanto que se la pasaba rascando aquella zona, trato varias veces en ponerse sereno, hasta que no le quedo de otra que enviar una lechuza a una de sus compañeras del Claustro. Mery. Aquella mujer era la dulzura en persona y estaba seguro que si le pedía de favor encargarse de su clase unos minutos no se negaría.

Así que antes de que el Malfoy pusiera un pie en aquel circuito, que estaba lleno de varios retos que si el tempestad deseaba obtener el conocimiento en Encantamientos debía lograr completar, el metamorfomago esperaba que Mery apareciera en el lugar. Posando su mirada en la piña que se encontraba sobre un taburete de madera, el cual conformaba la primera prueba, espero pacientemente a ver aparecer a uno de los dos. Al ver que justo era la Gaunt la que llegaba antes se acercó a ella y le ofreció la mano para un saludo.

Gracias por venir, espero no te esté robando tiempo de calidad. —dijo en cuanto dejo de estrechar la mano de ella en lo que era un saludo cordial. —¿Debes impartir clase este mes? —se sentía un tanto extraño al preguntar eso en aquel momento y no hacerlo cuando le envió la lechuza pidiendo que se presentara en aquel lugar.

Al escuchar la respuesta de ella no supo si disculparse o qué, pero el tener algo más de lo que ocupar su mente, olvido su nervio que le provocaba aquel compañero de bando y se comportó un tanto más sereno.

De verdad lamento haberte citado en este lugar. Pero mi circuito es un tanto largo y de verdad necesitaba a alguien que me ayudara, pero entiendo que debas irte para tener tu propia clase. Nathaniel Malfoy no deberá tardar o empezará mal. —sentenció, con la esperanza de que su compañera le dijera que iba a llamar a su alumna a aquel lugar.
Editado por Ariel Aries Bra Yaxley

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- Jo....der... -susurró la Gaunt justo cuando vio la nota del Ateneo sobre que aquel mes también impartiría clase de Aritmancia. Refunfuñó, pataleó y lloriqueó cual cría pequeña a la que le habían quitado su piruleta. ¿Por qué? Justo acababa de llegar al castillo de sus vacaciones, y no, no había pedido permiso a nadie para desaparecer.

 

Rodó los ojos y abrió el sobro donde los nombres de sus alumnos aparecerían. "Leah Ivashkov" Alzó una ceja después de releer ese nombre y apellido y sonrió de lado, y es que, a pesar de ser solamente una alumna, sería bastante entretenido poder trabajar con ella.

 

Caminó tranquilamente escaleras arriba hacia su cuarto de baño privado ya que llevaba barro hasta las orejas y no era plan de aparecer a impartir clases de aquella manera. Lavó su larga melena rosa y limpió su cuerpo hasta quedar completamente impoluta.

 

Enrollada en una toalla y mirando que ponerse su elfina apareció justamente para hacerle entrega de una carta más. Arrugo las cejas, rodó los ojos y abrió ésta para leerla.

 

- ¿Pero que le pasa a la gente? -gruñó mientras se colocaba su túnica negra y cogía su varita, ya no era hora de ponerse modelitos.

 

Aparecer y desaparecer no era una de las cosas que Mery más le gustara, al contrario, esa sensación de que su estómago se encogiera hacía que su cabeza diera varias vueltas hasta volver a sentirse normal. Comenzó a caminar hasta situarse enfrente de Aries.

 

- Si, estoy perdiendo mucho tiempo de calidad -achinó los ojos mirándolo fijamente y le agarró la mano con firmeza, tampoco era necesario ser descortés-. Y si, claro que doy clase éste mes -rodó los ojos de manera obvia, aburrida y cansada, ¿para ésto quería que viniera?

 

Miró hacia el fondo de donde estaban y observó un circuito un tanto extraño. Intentó analizarlo mientras escuchaba a su compañero de bando hablar pero algo en aquel sitio le llamó la atención, le dio buenas ideas y quizás no había sido tan mala idea ir hasta allí .

 

- Tranquilo -ésta vez la voz de la Nigromante sonó más clamada, incluso esperanzada-. quizás pueda dar mi clase de Aritmancia aquí, solamente tengo una alumna y no la he avisado -se encogió de hombros he hizo aparecer un pequeño papel en el cual escribió la localización exacta de donde se encontraba para mandársela a Leah-. Y espero por el bien de mi alumna que llegue pronto -sentenció justo a la vez que mandaba la nota a su destinataria.

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—¿Y dónde se supone que es esto?

 

Las indicaciones de Mery eran exactas, sin embargo, había recorrido todo el Ateneo en distintas ocasiones y nunca había dado con un "circuito". Se acarició la sienes, avanzando con cierta duda hacia el lugar indicado. Aunque... ¿y si era una treta de la Gaunt? No le sorprendería, la verdad. Pero después de un par de minutos de indecisión, decidó ir de una vez por todas o se retrasaría y una de las cosas que más odiaba era la impuntualidad. Claro que no se esperaba que el circuito fuera real, pero tampoco se imaginaba que estaría acompañada de Aries.

 

Pasó los ojos de uno a otro. Encantamientos y Aritmancia. Claro. Sólo por crear una reacción, pasó los ojos por el cuerpo de Aries y luego volvió a mirar a Mery.

 

—Profesora Gaunt, profesor Ivashkov. ¿Tendremos una clase compartida o sólo será un momento?

 

Ella conocía perfectamente bien el sistema y el que los profesores pudieran elegir sin compartir clase era una de las mejores cosas que habían inventado. Por su parte, nunca tenía problemas en continuar con otro profesor, siempre y cuando el profesor fuera de su agrado. Y en ese caso, los dos le caían perfectamente bien. Lo que no esperaba era que el otro estudiante fuera, también, un profesor. Enarcó las cejas sorprendida cuando vio a Nathaniel llegar y esbozó una pequeña sonrisa.

 

—Vaya, el combo completo —regresó los ojos a Mery—. Muy bien, yo estoy lista para empezar, pero...

 

Por un segundo desvió los ojos al circuito.

 

—Espero que no tenga que atravesar eso, esta túnica no está hecha para esto.

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Llegaba tarde.

 

Extremadamente tarde.

 

Las cosas no habían ido bien para el londinense en los últimos días. La cantidad de trabajo en el bastión tenebroso había sido un tanto abultada. Como consecuencia había dejado de lado una semana de vida de ocio en la que se agrupaban Maida, las salidas al callejón Diagon y alrededores, y el tiempo en familia con sus seres más queridos.

 

 

<Prrrrffff> <Pafff>

 

Enarcó una ceja. Una de las lechuzas de la familia Malfoy se había chocado con el cristal de la ventana entreabierta. Con un golpe de varita abrió ambas contras, facilitándole así el paso al ave que se recomponía del golpe y se acercaba a él con lentitud, pasando por el escritorio de madera maciza. Dio un par de pasos sobre la alfombra y se agachó para quedar a la altura del torpe mensajero. De su pata retiró aquel lacito suave que salvaguardaba una carta de caligrafía impoluta y pergamino amarillento.

 

- Veamos... - masculló a la vez que abría el papel.

 

Sonrió, tragó saliva y suspiró.

 

Acaba de llegarle la confirmación de uno de los nuevos trabajos a los que había aplicado. Además del puesto en la Oficina del Ministro del cual no había recibido noticias todavía, se había postulado para Profesor del Ateneo -- puesto ya confirmado como instructor de Historia de la Magia -- y para profesor de Hogwarts. ¡Y allí estaba su carta de confirmación! ¡Era nuevo profesor de Introducción a la Magia! Lanzó la carta hacia uno de los cajones y la guardó como oro en paño, mientras volvía a la realidad más cercana y se vestía propiamente para acudir a sus clases de Encantamientos.

 

No tardó mucho en ataviarse con una túnica verde oliva y unos zapatos negros. Los pantalones que se vislumbraban eran de la misma tonalidad que la capa, así que era un tanto básico su outfit. Giró sobre los talones y en su lugar dejó un par de volutas de humo que no tardarían en esfumarse.

 

 

-----------

El ex-Nigromante era malísimo en las orientaciones. Si no fuese por su raza de Licántropo, lo que le ayudaba un poco en cuanto al desarrollo del sentido del olfato, estaría perdido siempre que necesitase llegar a un sitio nuevo. Tras unos cuantos minutos danzando por las inmediaciones del lugar, fue capaz de encontrarse con nada más y nada menos que todos sus compañeros de bando.

 

¡Qué alivio! No tendría que fingir para poder sobrellevar relaciones con gente indeseable en su lista mental. Leah, Aries y Mery. A decir verdad con quien más relación guardaba de ellos era con Leah, que había sido su tutora dentro del bando tenebroso, pero estaba más que conforme con aquello de estrechar lazos con los demás miembros de la Marca. Lanzó sus pies hacia ellos, que estaban en lo que parecía un circuito detallado.

 

Se secó con la manga derecha de la túnica. Las gotas de sudor se habían arremolinado en su frente debido a las carreras que trazó para finalmente dar con el sitio. Dedicó una leve reverencia a todos.

 

- Buenas, chicos. Disculpadme por el retraso, me acaban de nombrar profesor de Hogwarts y estuve con mucho lí... - su excusa se vio interrumpida cuando la mirada del Malfoy se desvió hacia el taburete que yacía junto a ellos.

 

- ¿Aquello es una piña? - inquirió sorprendido.

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No se preocupe, —realizó una pausa lo suficientemente corta para que la rubia pudiera leerle los labios mientras la llamaba mamá. —Señora Ivashkov, el circuito es para el señor Malfoy aun ausente. —sonrió mirando el lugar con cierto orgullo. Es mas si en ese momento se convirtiera en un animal sería un pavoreal de lo mucho que se creía.

 

El circuito estaba lleno de encantamientos y una que otra criatura que le complicarían el recorrido al joven tempestad. Hacer bailar a la piña era la actividad más sencilla de todas. Pero la piña también servía como traslador, la cual al ser tocada llevaría al Licantropo hasta La Mazmorra, negocio en el cual el metamorfomago era socio y todo eso era apenas la primera parte del recorrido.

 

Esto bien podría ser una clase en conjunto, o no serlo… todo dependerá de la profesora Gaunt.

 

Echó un vistazo a su mano derecha varias veces, en menos de un minuto, al mismo tiempo que miraba hacia la entrada al ateneo de conocimientos, ¿Acaso era muy complicado dar con aquella ubicación? Se preguntó y evito poner los ojos en blanco al darse cuenta que la mayoría de sus alumnos no usaban el encantamiento de orientación al no encontrarlo "necesario".

 

La sonrisa cálida que había mostrado hacia las féminas se desvaneció cuando vio a su alumno llegar media hora tarde de lo que había puesto en su nota. El parsel fluyó mientras el actual profesor de Historia de la Magía se iba acercando a ellos. <<Tonto>> <<Impuntual>> <<A la otra que vuelvas a llegar tarde haré que Mei te coma el amiguito>> El Ivashkov no era una persona muy estricta al enseñar, pero lo que mas le molestaba era la impuntualidad y si alguien osaba con hacerlo esperar mas de lo debido su forma de ser cambiaba.

 

Silencio, Malfoy. —gruño y camino unos pasos hasta tapar el taburete con su cuerpo, para que la vista del pelinaranja se centrará en él. —Bienvenido a su… —se quedó callado unos segundos mientras pensaba el nombre que le debía de dar a aquello, pero después de pensarlo mucho y no encontrar nombre adecuado bufó. — rally de Encantamientos. Su primera prueba es hacer bailar aquella piña, después de aquello tomarla con sus manos y correr hasta el segundo punto donde se encontrará con la Profesora Gaunt y la señora Ivashkov aquí presente. Antes de que suene mi silbato, ¿alguna duda?

 

Aries no esperó la respuesta del Malfoy e hizo sonar un silbato que apareció mágicamente en su boca. La prueba había empezado, en tan solo una indicación había dejado dos pruebas, el volver de la cafetería a ateneo de conocimientos implicaba la utilización de varios hechizos.

Editado por Ariel Aries Bra Yaxley

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Normal, estaba enfadado.

 

Su profesor casi lo hace trizas con la mirada y eso que tenían cierto trato más o menos cálido por eso de compartir bando. Ni hablar. No le pasaría una a partir de aquel momento dado que se había personificado más tarde de lo acordado y... a la gente no le gustaba la impuntualidad. Quizás iba siendo hora de cambiar.

 

El silbato sonó y con él su corazón se fue. El profesor de Hogwarts lanzó unas zancadas pronunciadas y se dirigió hacia la piña. Trató de concentrarse al máximo, pues el tiempo apremiaba. En su diestra portaba la varita de avellano, diecinueve centímetros y núcleo que provenía de dragón. Suspiró, cerrando los ojos.

 

- Wingardium Leviosa. - susurró.

 

La piña comenzó a levitar con suavidad y elegancia, con un movimiento pendular acompasado de la mirada del británico, que iba y venía con ella. La hizo moverse por el aire hasta que sintió que era necesario.

 

Sin dejar de perder el contacto visual, la tomó entre sus manos y pensó en seguir con toda la tarea que le había sido encomendada. Ni hablar. Se desapareció, seguramente con gesto atónito. Era un traslador.

 

 

 

-----------

En: ∞ La Mazmorra ∞ Coffee & Bar

 

Se apareció en una estancia desconocida, por arte de magia. Nunca mejor dicho.

 

Bufó aún sudando y lanzó miradas perplejas a todo lo que le rodeaba. Había mesas de cedro pulido cerca, también finos candelabros que servían de iluminación en el lugar. Vio pasar a elfos que lucían atareados. Cerca de él una barra con bebidas y taburetes y él en el medio, pensando que qué demonios había hecho para merecer aquel traslado.

 

Apresurado, llamó a uno de los elfos.

 

- ¡Eh, tú! - gritó.

 

La criatura se dio la vuelta. Lucía unos harapos un tanto peculiares, mas elegantes para ser un sirviente doméstico. En su pecho lucía un nombre: Rod.

 

- Veamos, Rod, ¿podrías decirme dónde me encuentro? - inquirió mientras tambaleaba los dedos contra su propia pierna.

 

El elfo, que parecía más viejo que la otra que había visto pasar apresurada, se encogió de hombros. Quizás se pensaba que todo aquel asunto era broma, pero al británico le hacía entre cero y ninguna gracia. Finalmente, tras unos segundos de indecisión, contestó.

 

- Bienvenido a La Mazmorra, Coffee & Bar. -

 

Tan pronto como las palabras fueron pronunciadas, el muchacho suspiró aliviado. La primera de las salidas que vislumbró fue el objetivo más cercano para sus piernas lánguidas que marchaban la una tras la otra. Con la mano dijo adiós al elfo y, cuando la puerta mecánica decidió abrirle paso, se desapareció en las inmediaciones del Callejón Diagon.

 

 

 

-----------

Volvió a aparecerse cerca del circuito, donde recordaba que se encontraban todos en el Ateneo. No quiso aparecerse exactamente en el lugar, puesto que quizás hubiese otra trampa preparada para volver a hacerle pasear sin ningún sentido. Bufó de nuevo.

 

Tras haber caminado unos cuantos metros, llegó al lugar de nuevo.

 

- Desde hoy en adelante, no volveré a comer piña a no ser que esté cortada en rodajas. -

Editado por Nathaniel Malfoy

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La llegada de la Ivashkov fue rápida, sabía de sobra que podía confiar en su presencia para aquella clase, y también tenía claro que sería bastante divertido verla intentar predecir a base de sumas y restas que sucederá en cada estación del circuito, claro estaba que sería así ni se dignaban a empezar a hacerlos los de encantamientos.

 

- Pues será compartida siempre y cuando Nathaniel y Aries lleven la clase bien -comentó Mery mientras hacía un giro de muñeca con la que mantenía la varita y un pizarrón de tamaño medio aparecía-. A unas malas, siempre podremos ver nuestros secretos más oscuros -le guiñó el ojo a Leah y se volvió hacia la pizarra.

 

Llevaba dando Aritmancia ya cerca de medio año y, aun habiendo meses en los que había tenido complicaciones con los alumnos o incluso personales, no dejaría aquel conocimiento en manos de cualquier persona, y de todos los que habían pasado por delante suya como pupilos, nadie se podía considerar digno de tal puesto.

 

Quizás ahora Leah diera la talla y la Nigromante quedaría tranquila si tuviera que desaparecer y dejar su clase a manos de otra persona.

 

Hizo aparecer un pizarrón donde los números del uno al nueve aparecieron al instante. Aquella clase tendría bastante poca teoría, la centraría principalmente en una adivinación Aritmántica de como llevaría la clase el señor Malfoy, ya presente.

 

- Bien, Leah… Como ya sabes, la Aritmancia es una manera de predecir el futuro y las probabilidades a raíz de los números –hablaba sin mirar a su alumna más sabía que estaba prestando atención-. Cada letra del abecedario tiene un número simple asignado, con lo cual habrá que repetir valores para algunas letras –ahora si giró su cabeza para hacer una pequeña indicación a la Ivashkov de que avanzada hacia la pizarra-. Para sacar la tabla solo necesitarás saber que deberás asignar una letra a cada número de manera alfabética y que, cuando llegues al nueve, vuelves al uno –se encogió de hombros y le dejó total libertad a su pupila.

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Sus ojos estaban puestos en Aries y la actitud que había asumido con la presencia de Nathaniel, ¿no se llevaban bien? No era común entre mortífagos, pero tampoco era raro. No obstante, su distracción se cortó cuando Mery empezó a hablar y por tanto, llevó las pupilas a la pizarra y separó su cerebro de lo que, en realidad, no le era útil en esos momentos.

Números, probabilidades, adivinación.

Aquella combinación podría ser peligrosa, razón por la que había dejado ese conocimiento como el último; último de los que consideraba importantes. Le tenía más fe a la Aritmancia que a la misma Adivinación y por ello, cuando Mery la llamó a la pizarra lo hizo sin dudar, sacando cuentas mentales incluso sin haber tomado la tiza todavía. Tal vez era adelantarse demasiado, pero no habló sino que se puso a trabajar.

A - 1
B - 2
C - 3
D - 4
E - 5
F - 6
G - 7
H - 8
I - 9
J - 1
K - 2
L - 3
M - 4
N - 5
O - 6
P - 7
Q - 8
R - 9
S - 1
T - 2
U - 3
V - 4
W - 5
X - 6
Y - 7
Z - 8

Al acabar, dio un paso atrás con los brazos cruzados y los dedos en sus labios, como si pensara en algo importante. Llegó a una conclusión -que no tenía idea- h recurrió a la experta.

-Este sería el modelo del alfabeto inglés -comentó-. En el caso del alfabeto español, la tabla terminaría en nueve y juntaría veintisiete letras en total, añadiendo la "Ñ" en el lugar faltante. ¿Cuál es el que deberíamos usar cuando querramos presición? Yo diría que el inglés para cerrar con un número par, pero eso yo no lo sé.

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La clase del Malfoy había perdido todo el rastro de ritmo. No entendía el porqué, sin embargo su profesor yacía de pie, callado, observando todo. Se encogió de hombros y comenzó a pensar en qué podía hacer para romper aquella situación que, de tan tensa que era, podría haber sido cortada con un cuchillo.

 

Quizás la mejor opción para llamar la atención era realizar encantamientos. Aquello fue lo primero que le vino a la cabeza.

 

- O desnudar a alguien... - pensó.

 

No, ni hablar. Quizás se ganase una buena reprimenda seguida de un suspenso como una catedral de grande. El ex-Fiscal Mágico volvió a bailar a su varita de diecinueve centímetros en su mano derecha. La de madera, por si cualquier mente privilegiada pensase en cualquier otra cosa. Con ella jugueteaba, pasándola desde el dedo meñique hasta el pulgar y vuelta a empezar.

 

Clavó la vista en la piña.

 

- Vitae. - susurró.

 

La piña comenzó a recibir los atributos que el profesor de Hogwarts pensaba. Unas grandes orejas le crecieron, propias de un elefante y que desentonaban totalmente con el tamaño inicial de la fruta. Simétricamente colocadas a ambos lados y seguidas de un pico enorme e imponente, propio de un tucán. Dos alas también emergieron del poco espacio que todavía quedaba disponible, que eran tomadas de un cuervo.

 

Como era de esperar, con aquella imprecisión de atributos la piña no lograba volar sino que rodaba un poco, revoloteaba a escasos centímetros del suelo y volvía a caer para golpearse y rodar.

 

- Decidme que no os ha hecho gracia y me retiro a mi mansión. - masculló viendo cómo las sonrisas comenzaban a aflorar.

 

Ni él mismo pudo contener la risa.

 

- Profe, ¿alguna tarea en especial? ¿O quizás quiere que realice un traslador diferente hacia la cueva de los Pretty Boys? Quizás allí todos nos lo... pasemos mejor. - musitó con una sonrisa pícara.

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La decisión con que Leah avanzó a la pizarra fue totalmente admirable de ver, por primera vez en mucho tiempo había una persona cursando Aritmancia que si que quería hacerlo por gusto y no por poder. Sonrió de lado y maldijo en su interior no poder ser legilimante y saber que pensaba su compañera de bando, seguramente sería interesante.

 

- Veamos... -dijo mientras escuchaba las palabras de Leah y observaba la tabla.

 

Ésta estaba perfectamente organizada y hecha, cosa que sumaría bastante puntuación en la nota final y, además de eso, la pregunta que recién acababa de hacer Leah sorprendió a la pelirrosa. Aquello iba a ser otro maravilloso punto para la nota final.

 

- Primero de todo debo darte la enhorabuena por la tabla, muy bien hecha -golpeó su espalda con suavidad y la miró fijamente-. Para buscar la precisión en cuanto a una probabilidad debemos usar ésta tabla, y no porque acabe en par, al contrario, el número 8 no es uno de los números que tenemos, sino porque hay letras como por ejemplo la Ñ, la SH, la LL o más combinaciones de las cuales siempre se toma la primera, en el caso de la Ñ contaríamos como si fuera una simple N -comentó tranquilamente-. Así que justo tenemos que usar éste alfabeto para la mayor probabilidad -sonrió y observó de fondo a Nathaniel.

 

Sus ojos se entornaron, arrugó los labios y suspiró resignada, la Marca estaba predestinada a tener toda clase de personas útiles o inútiles.

 

- Venga Leah, saca el número de Nathaniel y veamos que podemos decir de el y de sus probabilidades de aprobar Encantamientos -soltó una pequeña carcajada al vez la piña y se concentró de nuevo en Leah.

 

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