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Cuidado de Criaturas Mágicas - Mayo 2017


Avril Malfoy
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No había tenido demasiado tiempo de decidir donde celebraría las nuevas clases de Cuidado de Criaturas Mágicas en aquél lugar, pero sabía que serían al aire libre. En las inmediaciones de la Universidad había diferentes sectores, todos muy pintorescos con sus respectivas aulas equipadas con pupitres, pergamino y pluma, lo básico. La morocha, una mujer alta y espigada que vestía siempre de negro y llevaba sus lacios cabellos sueltos, caminaba pasando todas y cada una de ellas, hasta llegar a un campo abierto. Justo detrás del mismo había un bosque, alejado unos cuantos cientos de metros de los invernaderos de herbología. Estaba convencida de que aquella asignatura no tendría un lugar fijo para impartirse.

 

En la Universidad las cosas eran distintas. Allí los animales mágicos no pululaban libres ni tenían un sector para cada uno de ellos, teniendo en cuenta sus habilidades y sus peligros. Claro, no cualquiera podía lidiar con bestias: había que aprender a hacerlo. Y para eso estaba ella aquí, para enseñarles a alumnos cómo hacerlo. En realidad no era tan difícil, si conocían la palabra “respeto” la mayoría de ellos lo lograría.

 

Lo que supo era que para este mes debería inculcarles eso a tres alumnos y lo primero era avisarlos. La realidad era que si debía hacer eso, tenía que hacerlo bien y enviar simples lechuzas a entregar los mensajes de convocatoria para la clase no le parecía lo mejor. Si era lo más cómodo, lo que más se usaba, pero no era lo que más enseñanzas les dejaría. Tampoco podía enviarles el mensaje con un dragón, claro estaba, pues aún podrían no saber manejar la situación del todo.

 

Alzó la cabeza mirando al cielo, achinando un poco los ojos por la fuerte y luminosa luz del sol, a la cual no estaba acostumbrada y asintió. –Expecto Patronum- mencionó, exactamente tres veces, y los tres serían distintos. Tal era su conexión con las criaturas que podía hacerlos a consciencia, eligiendo que recrear y hacia quien irían destinados. Inclusive sus mensajes, cada uno de ellos llevaba uno especial. En ese caso podía hacerlo, en aquél lugar no había mortífagos ni fenixianos, solo magos y brujas ávidos de saber.

 

El primero iba dirigido a @@Apolo Granger y lo encontraría allí donde estuviera. Tenía la forma de un cerdo, pero era aún más desagradable. Tenía una cola gruesa, patas largas y entrecerrados ojos negros.

 

El segundo se presentaría ante @. Medía escasos treinta centímetros, tenía un cuerpo peludo y una gran cabeza. Exagerada para el resto de su cuerpo, calva y gris. Tranquilamente, y agachado, se lo podía confundir con una piedra.

 

El tercer y último iría en busca de @@Caroline Ryddleturn. Un pequeño ser de veinte centímetros de altura pero sin alas, y sin la capacidad de volar por supuesto aunque parecía ser muy revoltoso y travieso. Si pudiera verse el color, el mismo sería de un marrón opaco…pero en forma de patronus eso no podía distinguirse.

 

Los tres repitieron el mismo mensaje justo delante del receptor indicado:

 

– Tu clase para Cuidado de Criaturas te espera en el límite de la Universidad y el bosque. Busca a Avril Malfoy y llévale un detalle completo de que criatura soy. -

 

Y se esfumaron. De más estaba decir que Avril esperaba un informa completo de aquellos seres incluyendo de que se alimentaban, de donde provenían, cual era el mejor hábitat para el mismo, como se reproducían…lo quería todo, además del nombre. Era el primer paso para poder continuar con aquél conocimiento.

 

Y la Malfoy esperó, paciente, fuera de los límites del bosque, pero lista para entrar allí en cuanto sus alumnos se hubieran presentado y hubieran cumplido con la primera tarea de la clase, que ya comenzaba muy movida. Allí no había tiempo que desperdiciar. Esperaba que no tuvieran problemas en reconocer a los animales y confiaba en que no llegarían al “aula” sin la información que era requerida de ellos.

Editado por Avril Malfoy
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— Tiene que ser una broma.
Ahí estaba, en medio de la biblioteca de la Universidad, cuando un enorme patronus apareció de la nada e hizo retumbar su mensaje hacia todo el que pudiese escucharlo. Apolo se había quedado mudo de la impresión, con una pluma suspendida y la boca semiabierta por la repentina aparición. Sentado en una de las mesas de trabajo, había estado unas cuantas horas buscando información sobre como orientarse en la Universidad a la espera de saber de su clase. Solo que no había imaginado que su respuesta seria tan repentina.
Cuando la ráfaga de luz se desvaneció todo se volvió pequeños murmullos y risas. Uno de los encargados estuvo a punto de decirle algo a Apolo, pero en ultimo momento pareció arrepentirse y siguió acomodando libros. Ese día Apolo llevaba unos jeans azules y un poleron negro, ademas de unas cómodas zapatillas que siempre usaba si tenia que correr a algún sitio. Se alegro de haber estado rondando la Universidad durante todo ese tiempo como precaución: Tardaba casi una hora en llegar a la Universidad sin magia desde Ottery, y por el tono del mensaje parecía que su clase había comenzado en ese mismo momento.
Estirándose un poco, se pregunto que tipo de criatura era esa. La impresion del momento le había dejado marcada la silueta de la criatura que tenían que buscar, y sentía que ya la había visto en otra parte. Metiendo su cuaderno de notas en su mochila se encamino a la sección de la biblioteca sobre magizoologia, tomando uno de los libros al azar y ojeandolo en búsqueda de información. No se detenía a leerlos, solo tomaba uno el tiempo suficiente para ver los dibujos y dejarlo devuelta en su estante. Mientras buscaba, Apolo pensó que era de las primeras veces que realizaba una búsqueda de información de ese estilo.
— Y con un demonio — soltó depronto, viendo que había encontrado lo que buscaba. — Si, ya se, disculpa — escuchó que alguien en una de las estanterías mas alejadas le hacia un chiton.
El dibujo le mostraba algo muy parecido a un jabalí, pero había algo extraño y maligno en como había estado dibujado que le hizo preocuparse. Sin desviar la vista del libro busco el asiento mas cercano, mirando de cerca para verlo bien. Apolo no podía considerarse así mismo una persona muy valiente. Pero con solo ver la fotografía sintió pánico al pensar que tuviese que enfrentarse a algo así. Esa era la razón por la que había tomado la clase; la idea de toparse con alguna criatura demasiado peligrosa para manejarla lo preocupaba. Habia leído sobre unicornios y salamandras de fuego anteriormente, pero dudaba que unos cuantos hechizos lo salvaran de algo como un... Nogtail. Y es que por la descripción parecía justo el tipo de cosas que podría hacerlo pedazos.
Nogtail
Clasificación XXX
Los Nogtail son criaturas demoníacas que se asemejan a un cerdo, pero atrofiada con estrechos ojos negros, una gruesa cola y piernas larguiruchas. Se encuentra principalmente en zonas rurales de Europa, América y Rusia. Los Nogtails entran a escondidas en los criaderos y granjas, haciéndose pasar por cerdos ordinarios y maldiciendo el terreno en el que se encuentren.
Se alimentan de leche materna de cerdo haciéndose pasar por una de sus crías. Cuanto más tiempo tarde un Nogtail en ser detectado, mas tiempo permanecerá maldito el lugar donde residan. Son rápido y casi imposibles de atrapar. La única manera de asegurarse de que un Nogtail huya del lugar y no vuelva es perseguirlo con un perro albino.
Algunas personas también cazan Nogtails de manera recreativa, pero su exterminio se encuentra debidamente vigilada por los organismos gubernamentales mágicos. Los hechizos mágicos, al igual que en los cerdos comunes, no parecen afectarlos.

--
Quince minutos después de haber copiado la información en un rollo de pergamino, estaba caminando en dirección a los Invernaderos, o mas bien al espeso bosque que comenzaba a aparecer detrás. Su pelo azul se movía ligeramente con el viento del exterior, y aunque estaba oculta en el bolsillo sostenía la varita en su mano con tanta fuerza que había empezado a sudarle la mano. A la distancia una mujer esperaba pacientemente en la entrada del bosque, y sin nadie mas a la vista supuso que ella era Avril Malfoy.
Tenia que relajarse; de nada le servia ponerse nervioso. Pero había algo que lo había tenido preocupado, y mientras se aproximaba a la mujer no pudo volver a pensarlo: ¿Con clase de persona estaban tratando? Las lechuzas por ejemplo, eran capaces de encontrar a los destinatarios de las cartas por la impresión mágica que dejaba la firma del emisor. Pero ella había usado magia para encontrarlos. Y eso no solo le preocupaba. Lo asustaba. ¿Que tipo de persona lograba realizar magia de ese tipo? ¿De verdad había magos capaces de encontrar a otras solo agitando sus varitas? No, eso rompía cualquier ley mágica conocida.
Buenos días... ¿Profesora Malfoy? — preguntó con un tono de voz mas agudo del que hubiese querido. — Vengo con... con lo que pidió.
Carraspeando y molesto consigo mismo, abrió su mochila lo mas rápido que pudo y le tendió el rollo en el que había transcrito todo lo que había encontrado. Sin poder evitarlo, no dejo de mirar en todas las direcciones por si alguien mas llegaba; internamente no dejaba de rezar por que eso fuera todo lo que necesitaba para aprobar. Habia escuchado de clases bizarras donde habían aprobado a magos por hacer levitar una pluma, y había pensando por un maravilloso momento que podía ocurrirle lo mismo y que lo dejaría marchar en cualquier momento.
Pero nadie tiene tanta suerte.

@@Avril Malfoy

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Paciencia no era precisamente una característica de Caroline Ryddleturn y en ese momento hacía gala de aquello. Se encontraba sentada sobre un banco de piedra en los jardines de la Universidad, con las manos sobre su regazo, mientras esperaba saber dónde se daría su clase. Había llegado temprano, ya que todavía no recibía ninguna lechuza sobre dónde impartirían Cuidado de Criaturas Mágicas. De lo único que estaba segura era de que ese día empezaba y ya estaba bastante frustrada.

 

—Creo que esto fue una mala idea —murmuró y luego soltó un suspiro.

 

Sacó un espejo de su bolso y revisó que su capa de labial rojo siguiera intacta. Así era. El maquillaje hacía contraste en medio de su pálido rostro y sus ojos verdes tenían un brillo particular. Por más que estuviera enfadada por la espera, tenía que admitir que la emocionaba tomar el conocimiento. Era curiosa por naturaleza y un buen aprendiz. A sus cuarenta años —escondidos por su eterna apariencia de veinte—, el saber era algo que sacaba una intensa pasión de ella.

 

Transcurrieron diez minutos más y Caroline decidió marcharse. Se puso de píe, pero no alcanzó a avanzar cuando una sutil brisa la envolvió. Sus cabellos lisos hasta su cadera comenzaron a ondear. Sabía que eso no era normal y lo supo cuando un extraño patronus apareció delante de ella. Era bastante pequeño, quizá de unos veinte centímetros, y se movía frenéticamente. Ryddleturn alzó una ceja, creyendo que alguien le jugaba una broma, hasta que la criatura le comunicó porqué estaba ahí.

 

—¿Qué quién eres? —preguntó confusa y al ver que el patronus desaparecía le gritó—: ¡Oh, espera!

 

Y luego ya no hubo nada.

 

¿Dónde se suponía que lo averiguaría? La respuesta no tardó en llegar. «La biblioteca, por supuesto», se dijo y se fue casi corriendo hasta allí. Al entrar sus tacones repiquetearon, rompiendo el silencio, pero la castaña no le dio mayor importancia a las indignadas miradas. Llegó hasta una estantería que tenía libros sobre criaturas y buscó el que fuera de mayor volumen. Por las indicaciones debía entregar un informe completo y no le bastaría con unos pocos datos. Finalmente dio con lo que buscaba.

 

Lo puso sobre una mesa, sacó un pergamino y una Vuela pluma. No había tiempo que perder. Encontró su respuesta y dejó que su artefacto mágico escribiera por ella. De pronto vio de reojo a un hombre joven de pelo azulado que se marchaba rápidamente y que llevaba un rollo de pergamino. «Quizá está en mi clase y va a llegar primero que yo», pensó e hizo una mueca con su boca. Auch. Alguien iba a entregar la tarea antes que ella y eso le causaba un cierto malestar. No podía negar su competitividad.

 

El escrito estuvo listo y ni siquiera se molestó en devolver el libro a su sitio.

 

Salió con prisa, agradeciendo haberse puesto un jean, porque correr con un vestido no era cómodo, ni para un vampiro. Debía llegar a los límites de la Universidad y el bosque. Bastaron un par de minutos y se encontró con lo que parecía ser su clase. Debía de serla, porque el ahí estaba el muchacho de extraño cabello azul, entregando su tarea. Diablos, sí iba a quedar en segundo lugar. Aminoró el paso y avanzó con cierta delicadeza. Ya no tenía motivos para correr y Caroline no quería verse desaliñada.

 

—Buenos días —masculló—. Eres Avril Malfoy, ¿no? —Se paró frente a la profesora y le entregó su pergamino—. Aquí está la tarea —agregó y se posicionó cerca de su compañero.

 

Había copiado todo lo que encontró en el libro, sin dejar ningún detalle afuera, aunque, muy a su pesar, tampoco habían sido muchos. Prefería haber incluido más datos de los pedidos a que le faltaran. Desde donde estaba alcanzaba a ver su prolija caligrafía, imitada perfectamente por la Vuela pluma, plasmada sobre el papel que ahora sostenía Avril. El título estaba en el centro y era el nombre de la criatura, o mejor dicho las criaturas, que le fueron asignadas: Duendecillos.

 

Duendecillos

Clasificación del MM: XXX

 

La mayoría de los duendecillos se concentran en Cornwall, Inglaterra. De color azul eléctrico, tienen unos veinte centímetros de altura y son muy revoltosos: les encantan los engaños y las bromas pesadas. Aunque no tienen alas, pueden volar y a veces atrapan por las orejas a personas desprevenidas y las ponen en las copas de los árboles altos o en las azoteas de edificios. Los duendecillos se comunican entre sí mediante un agudo parloteo que ninguna otra criatura comprende. Dan a luz jóvenes.

 

Sin poder contenerse, se volvió hacia Apolo y comentó:

 

—Tienes que darme el número de tu estilista, me encanta tu cabello.

Ivashkov
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Era extraño ver a ese patronum y más que algo me decía que dicha creatura me era difícil de describir, en verdad me causaba confusión. El mismo me parecía un Pogrebin. La confusión es que era la primera vez que observa esa cosa y además, que era muy extraño en sí, si no supiera de alguna forma que dicho poder viniera de @@Avril Malfoy me supondria que fuera una broma de la Orden del Fenix, o en su defecto una declaración de guerra, ya luego revelaria el misterio, cuando supiera que cosa era eso y como lo habia logrado la persona que lo habia invocado.

 

http://www.eldiccionario.org/imagenes/cr.pogrebin.jpg

 

Clasificación del MM: XXX

El pogrebin es un demonio ruso, de unos escasos treinta centímetros de alto, con cuerpo peludo y una cabeza de tamaño exagerado, calva y gris. Cuando se agacha, parece una piedra brillante y redonda. Los pogrebins se sienten atraídos por seres humanos y disfrutan siguiéndolos; se ocultan en la sombra de su presa y se agachan rápidamente cuando el dueño de la sombra se da la vuelta. Si un pogrebin consigue seguir a una persona durante muchas horas, una sensación de gran futilidad se apodera de su presa, quien finalmente caerá en un estado de letargo y desesperación. Cuando la víctima deja de caminar y cae de rodillas para llorar por falta de sentido de todo, el pogrebin le salta encima y trata de devorarla. Sin embargo, es fácil repeler al pogrebin con maleficios sencillos o un encantamiento estupefactor. Se ha comprobado que una buena patada también resulta efectiva (AF).

 

Y cuando estaba casi seguro, no sabía que añadir a esa creatura, al menos me habían notificado de la clase y me fui de inmediato, teniendo en mi mente la figura o forma de esa cosa tan extraña, no podía negar que era más llamativo este comienzo que el anterior y con todas las instrucciones para recibir la nueva cátedra me había marchado de la mansión Malfoy a esos rumbos indicados.

 

-Otra vez tarde.

 

Murmuraba cuando me encontraba cercano a donde me había indicado y bajando la mirada, con un traje oscuro, simplemente me dio curiosidad e indague.

 

-La curiosidad que me toco describir ¿no tiene nada que ver con mi baja estatura o sí?- Y luego de ello observe a mis compañeros.

Editado por Demian Malfoy

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Sin poder ver a nadie Apolo se presento a la profesora y luego se alejo unos pasos. Esperaba pacientemente mientras revisaban su pergamino. Se pregunto si estar en la orilla del bosque significaba que tendrían que toparse con alguna criatura mágica en especifico. No quería parecer fuera de guardia, y se lamento no haber traído alguno de los libros de la biblioteca que había encontrado; todo lo que llevaba la mochila que podía parecerle útil era su cuaderno de notas, una pluma para escribir y un frasco metálico vació.
Si volvían a pedirle información sobre alguna criatura tendría que volver a la biblioteca, lo que significaba perder otra hora buscando en libros mohosos. Uno hasta se había cerrado con tanta fuerza al intentar ojearlo que casi le pasa a llevar la nariz de por medio. Tampoco es que no supiera nada; había intentado estudiar como preparatoria para el conocimiento... algo, pero su mente divagaba y todo lo que podía recordar eran las ilustraciones.
Solo unos momentos después de haberse acomodado de pie junto a un árbol, una chica apareció de la misma dirección en la que el había llegado. No la pudo reconocer, pero no pudo evitar verla mientras caminaba resueltamente junto a él y se dirigía a Avril junto lo que parecía ser su tarea. Levantando una ceja vio como también era una de las alumnas de esa clase, y cuando se giro y pudo verle la cara no pudo evitar descruzarse de brazos y pestañear rápidamente con algo de confusión.
Ahora, ¿han visto ese tipo de chica que cuando camina los hombres se le quedan viendo? Pues esta era una de ellas, solo que aumentado a la décima potencia. La joven era bonita, pero no de forma excesiva con magia como lo hacían las brujas de Ottery. Lo suyo era mas... ¿natural? No hay que confundir, Apolo estaba muy a gusto con su forma de ser que no incluía mujeres en su lista de atracciones. Es mas, se lamento un poco que no fuera un chico el que lo acompañaría en la clase. Pero siempre se había sentido incomodo frente a las mujeres, y mientras mas bonitas peor le parecían. Ya de por si todas eran complicadas.
Se quedo mirando en dirección a la Universidad sin decir nada, con una clara incomodidad reflejada por la proximidad de la joven. Es mas, se sobresalto un poco cuando la chica le hablo directamente a él. Créanme, las chicas como ella normalmente no le hablaban a los chicos como Apolo. Y aunque en un momento se volvió pensando que le estaba tomando el pelo (literalmente) su comentario parecía genuinamente amable. Por supuesto; tenia que ser bonita y también amable.
¿Que? ¡Ah! Yo... — ehhhhh — Si... ¡Digo no! Osea... — Eso es, hazle creer que te dio una contusión. — El tuyo también.
Por supuesto que el suyo también era genial, pero Apolo no lo dijo de esa forma. De hecho no sabia que decirle. Uno: lo había pillado desprevenido; y dos: no vas por ahí recibiendo cumplidos muy a menudo de extraños. Y es que de hecho, cuando la joven apareció en el bosque parecía la entrada de una supermodelo con el pelo al viento. Vio de reojo como la profesora Malfoy estaba dedicada a leer el pergamino de la chica, así que se sintió seguro para responderle en la voz mas baja que pudo. No estaba seguro si podían hablar. Y el no hablaba durante ninguna clase. Jamas.
Supongo que tuve suerte con la genética — soltó forzadamente señalando el color. Eso es, amabilidad ante todo. — En el Callejón Diagon. Suelo ir a un lugar cerca de Gringotts, cuando puedo. Y dejo que la ducha se encargue de lo demás. Si, nada muy complicado.
Asintió intentando hacerse entender, casi como si fuera una broma. ¿Estaba siendo muy defensivo? Intento sonreirle devuelta a la joven pero solo le salio algo parecido a una mueca. Negando con la cabeza, pensó que ya estaba pareciendo raro. Y luego pensó en presentarse. Seguramente estarían todo el día trabajando juntos. Y estaba siendo bastante tonto, que una chica fuera bonita no significaba que no pudiese ser amigable también.

Mi nombre es Apolo. — explicó a la espera de una respuesta similar. — Esta es la primera vez que tomo una clase de este tipo. ¿Son muy difíciles?

Al menos por ese día trataría de dejar sus prejuicios de lado. Pero le iba a costar.

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Y de a poco los alumnos comenzaban a presentarse. Algunos de ellos mencionaban que habían llegado tarde, otros quizás pensaban que ella misma había comenzado a deshora. La realidad era que a Avril Malfoy poco le importaban las banalidades tales como el cumplimiento de horarios y el protocolo. Lo que demostraba si tenías madera de mago era otra cosa, era el ímpetu, la audacia y la valentía. Y aún más si lo querías aprender era acerca de las criaturas mágicas. Ellas no sabían leer las manecillas del reloj.

 

Asintió cuando, cada uno, le alcanzó el pergamino con la descripción que les había pedido. El primero fue un joven de cabello azul muy llamativo. Parecía ser nuevo, apenas graduado, aún descubriéndolo todo. Lo observó un rato antes de contestarle y luego bajó su mirada gris hacia el pergamino.

 

Luego llegó la chica y seguido de ella, otro joven, el cual le parecía conocido. Quizás de la Organización o de la familia, pues era un Malfoy. Le dio una ojeada a las tareas y asintió. La mortífaga no era amigable, al contrario de lo que todos piensan que un profesor tiene que ser, sino más bien era seria, introvertida, con un aire de orgullo y un semblante serio la mayoría de las veces. Sus facciones pequeñas sin embargo sabían moverse en forma de muecas y cuando algo le molestaba, la divertía o la aburría, solía verse reflejado en su frente, la forma de sus ojos grises o en como movía sus labios pequeños pero bien torneados. Una piel blanca como la porcelana hacía contraste con sus cabellos, completamente negros.

 

-Ahora que estamos todos aquí me presento- comenzó irguiendo su pecho y sosteniendo la barbilla alta, como si le hablara a alguien que la superaba por mucho en su estatura. Ella siempre había sido menuda de físico, de uno escaso metro y sesenta aunque su cuerpo tenía la flexibilidad y habilidad necesarias para el trabajo que hacía.- Soy la jefa de la oficina de Bestias, en el Departamento de Control y Regulación de Criaturas Mágicas. Anteriormente fui la Directora de dicho departamento y la fundadora de la Reserva Mágica Newt Scamander. Principalmente, como bien habrán deducido, dedico mi vida entera al cuidado, control y regulación de bestias, seres, animales, plagas, elfos domésticos y todo lo que comprenden las criaturas mágicas…-

 

Tomó un respiro y acomodó un mechón de su cabello detrás de una pequeña y blanca oreja. Y prosiguió- El objetivo de esta clase es que conozcan las diferentes criaturas y que sepan como lidiar con ellas. Que las respeten y aprendan la manera de cuidarlas.- pasó la mirada por cada uno de ellos y agregó: -Respetar significa aceptar la naturaleza del otro, sea cual sea, y no intentar cambiarla. La naturaleza de un dragón siempre es atacar, jamás van a poder controlarlo. Si pueden manejar sus propias acciones y salvar sus propios traseros. Pero jamás los controlarán. Es importante que entiendan esto. ¿Lo entienden?- les dio una pausa para que respondieran y continuó.

 

-En la tarea lo han hecho muy bien, considerando que no eran duendecillos señorita Ryddelturn, sino imps. No tiene importancia sin embargo, puesto a que son casi iguales, pero deberá decirme cuales son sus diferencias antes de continuar. – Abrió su morral de piel de moke, el cual estaba encantado con un hechizo de extensión indetectable que hacía que el mismo se expandiera tanto como para guardar allí una casa entera pero que nadie lo notara, y sacó tres libros.

 

-Criaturas, Bestias y Seres. Guía rápida para magizoologos.- aclaró mientras volaban a las manos de los respectivos estudiantes. Eran volúmenes amplificados con magia también, en apariencia un libro común y corriente, pero dependería de donde lo abrías y podrías tener un gran problema. –No van a abrir la página 100 ni las subsiguientes, por el momento. Quiero que se sienten- levantó una mano señalando unas rocas y el césped, aún fuera del bosque.- y sacando las conclusiones entre los tres, juntos, ayudándose del libro, me digan las diferentes categorías de las criaturas. Y un ejemplo de cada una. No estoy hablando de las equis sino de Bestias, Seres y espíritus. – asintió y ella misma se sentó en el césped a una distancia prudencial de ellos. Los dejaría que hagan la investigación libremente, que consulten entre ellos y así armaran una sola redacción, en conjunto. Si podían trabajar con otros magos y brujas podrían hacerlo con criaturas.

 

-Ah, y Señorita, no olvide su tarea extra. Diferencias entre duendecillos e imps. No son muchas de cualquier manera. Manos a la obra. –palmeó y miró el bosque. ¿Los estarían ya esperando?

 

 

 

@@Apolo Granger

@

@@Caroline Ryddleturn

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Caroline aun recordaba la impresión que le había causado a su compañero cuando llegó. Se sentía complacida, porque le gustaba coquetear y llamar la atención de los hombres que tenía a su alrededor. A pesar de ser pequeña—un metro cincuenta y cuatro de altura—, había aprendido a disimularlo con zapatos altos, con una postura erguida y con ropa que la favorecía. No abusaba del maquillaje, pues prefería verse natural y ese día usaba sólo lápiz labial rojo.

 

Inmediatamente a su comentario, Apolo se sobresaltó y se volvió hacia ella. Intentaba hablar, pero de su boca salían balbuceos. Lo había puesto nervioso. Caroline sonrió sutilmente y movió el cabello que tenía sobre su hombro desnudo, provocando que su perfume de jazmín y tiare se mezclara con el viento. No veía nada de malo seguir con el coqueteo, aunque quizá el chico tenía pareja. Ella solamente se quería divertir y no le hacía daño a nadie, a menos que la profesora se enojara porque se estaban distrayendo.

 

—Gracias —respondió y agregó—: En realidad es algo ondulado, pero estoy usando una poción alisadora que conseguí en el Magic Mall.

 

La castaña se encogió de hombros y arregló el vuelo de su crop top que se había levantado con la brisa. Le agradaba aquel muchacho y esperaba que tuvieran más instancias para seguir conversando. Además de ellos había otro estudiante, pero no parecía ser tan sociable, eso a simple vista. Avril seguía corrigiendo los pergaminos, por lo que todavía no se percataba de la charla que se había producido y que el joven mago aparentemente no quería que cesara.

 

—¿Es natural? Oh, me habría gustado tener un color así, tan lleno de personalidad. —Sí, ella encontraba que le daba mucho estilo—. Lo visitaré cuando pueda. Realmente necesito un corte.

 

Volvió a sonreír, pero él le dedicó algo parecido a una mueca. ¿Lo estaba disgustando con su descaro? Quizá necesitaba ser un poco más sutil en su flirteo. Sin embargo, casi como si estuviera luchando consigo mismo, él se presentó.

 

—Apolo —repitió ella—. Es un lindo nombre. Pertenece a un dios griego, ¿no? —preguntó—. Yo soy Caroline, pero puedes decirme Carol —dijo con el mismo encanto—. Mmm, la verdad es que hace mucho que no venía a la Universidad, pero no creo que sea tan difícil.

 

En ese instante Avril Malfoy se volvió hasta ellos y se presentó, sin saltarse ningún detalle sobre las actividades que la vinculaban a las criaturas mágicas. Tenía un currículum bastante extenso, lo que tenía que reflejarse en la calidad de clase que les iba a dar. Caroline estaba realmente emocionada y esperaba poder conocer a algún ejemplar exótico. Ella contaba con varias criaturas, siendo su preferida un Aethonan que adquirió algunos años atrás. Nymeria era con la que mayor conexión tenía.

 

Por algunos minutos su mente divagó, algo que ocurría con frecuencia, pero volvió a la realidad cuando la profesora se refirió a su tarea. Le había dicho que se había equivocado. Su mandíbula cayó y sus mejillas se tiñeron de rubor. Sentía vergüenza y rabia al mismo tiempo. En su intento por entregar el trabajo a tiempo no consideró todo lo que había visto del patronus, obviando los detalles que lo distinguirían de un Imp. Se podía decir que estaba bastante frustrada.

 

Asintió con la cabeza a lo que Avril le decía y recibió el libro que los ayudaría con la próxima tarea. Tenían que seguir investigando. Genial, más trabajo teórico. Ella se encaminó hasta el lugar que les indicaron y se sentó cruzada de piernas sobre el césped. Ahora tendría que tener más cuidado con lo que buscaba y no ser tan precipitaba. Además, debía hacer doble trabajo, porque tenía que dar las diferencias que tenían los Duendecillos con los Imps antes de hacer lo que les acababa de indicar.

 

Buscó en el volumen entregado y dejó que su Vuela pluma escribiera, mientras ella buscaba la información. Al terminar se puso de píe y le entregó a Avril las diferencias que encontró.

 

—Espero esta vez no haberme equivocado —señaló y rodó sus ojos verdes.

 

Diferencias entre los Duendecillos y los Imps

El Imp se encuentra solamente en el Reino Unido e Irlanda, mientras que el Duendecillo habita principalmente en Cornwall, Inglaterra. Un Duendecillo puede volar, a diferencia del Imp que no cuenta con esa habilidad. También difieren en el color: el Imp tiene una pigmentación oscura, marrón tirando a negra, no como su similar que cuenta con colores vivos —azul eléctrico—. El nivel de peligrosidad que tienen también es diferente, según la clasificación dada por el Ministerio de Magia. Un duendecillo es clasificado como XXX y el Imp con XX.

 

Después de la entrega, Ryddleturn regresó a su lugar junto a sus compañeros y se dispuso a ayudarlos. El libro tenía bastantes páginas y debían leer muchísimo. Realmente le preocupaba que no lograran formular una respuesta coherente, en particular porque cada uno tenía una percepción distinta. Lo mismo sucedía a la hora de resolver problemáticas. Cada uno iba a defender su postura e intentarían que la personal fuera la que prevaleciera. Por eso odiaba hacer trabajos en equipo.

 

—Esto nos va a tomar unos largos minutos —murmuró y luego se dirigió hacia Apolo—. ¿Crees que nos desaprueben si nos escapamos al bosque? —susurró.

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-Así que me quedare con la duda.- Murmure y observe a mis compañeros y profesora que se presentaba. –Yo soy Demian Malfoy, el bastardo de aquella familia, dado que no tengo progenitor, pues no soy sanguíneo, simplemente un adoptado por alguien que fue borrado de la historia.- Camine unos pasos acercándome a @@Apolo Granger y @@Caroline Ryddleturn . –Por ahora soy empleado de la Oficina del Ministro y SAW, pero creo que hasta ahora, ya que me aburrido de la misma.- Y calle, escuchando las intrusiones de la siguiente asignación.

 

-Granger- Y clave la mirada en @@Avril Malfoy – El Hada que es una creatura tan hermosa y cálida, es considerada como una bestia. Pero me parece algo más lógico denominarla como un ser, dado que se puede decir que posee algo de inteligencia, no obstante los magizologia la ha clasificado como un ser irracional. – Hice pausa. –Por otra parte, yo soy un ser, dado que soy un licántropo, y mi esposo es otro ejemplo, dado que es un vampiro.- Solté una carcajada. –Y por último, poltergeists es el espíritu al cual traeré como acotación en esta pequeña intervención.

 

Pensé un poco y evoque que no todos los seres animados están clasificados. –Profesora Malfoy, en verdad se equivoca, existe no tres formas de clasificar a las creatura, sino cuatro, o se le olvida de ciertas creaturas que no están clasificadas como pudiera ser los elfos domesticos, banshees, dementores, entre otras.- Mientras lo decía notaba cierta complicida en mi compañera y en ese otro chico que nos acompañaba.

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Carol entonces — fue todo lo que logro decir asistiendo, antes de que otro alumno hiciera aparición en el bosque.

 

No logro fijarse mucho en el, pero lo que dijo hizo que Apolo y Caroline cruzaran sus miradas algo extrañados. Y fue el ultimo que llego, ya que luego de un momento Avril se presento, logrando de inmediato que sus tres alumnos le prestaran atención. Reconoció el nombre de la Reserva Newt Scamander de todos sus créditos, pero no le sorprendió mucho que alguien que enseñara un conocimiento tan complejo tuviera su cuota de experiencia con todo tipo de criaturas mágicas. Sin saber realmente como seria, se había imaginado a su profesor como un tipo lleno de cicatrices y con un dedo menos. La joven que estaba frente a ellos parecía mucho mucho mas peligrosa, pero de forma diferente claro.

 

De pie, justo al medio entre Carol y la otra persona que había llegado, Apolo escucho atentamente la explicación de Avril sobre la clase y su objetivo. El razonamiento que tenia era impresionante, y toda la mala vibra que le había dado su pequeña tarea pareció desaparecer. El siempre había visto a las criaturas mágicas como algo de lo que defenderse; ya saben, comer o ser comido, en el sentido mas amplio de la frase. Ahora, si no todo se trataba de control, ¿de que se trataba realmente? ¿Era tan fácil aceptar la naturaleza de algo con la capacidad de dañarte? Claro que los seres vivos requerían respeto, pero no solía detenerse a pensar en ese tipo de cosas normalmente.

 

Ante la primera pregunta de Avril, Apolo solo logro asentir intentando no darle tantas vueltas al asunto. Tenia sentido, en cualquier situación todo lo que podías hacer era depender de uno mismo. Sin poder evitarlo giro su cabeza hacia Caroline cuando Avril la señalo, pestañeando confundido. ¿Todos tenían diferentes criaturas? Lamentaba que su compañera hubiera errado, y se pregunto por que a el le habría tocado el Nogtail, pero no parecía ser un detalle muy importante. Quizá la tarea solo había sido algo aislado para comenzar. Con algo de suerte no tendrían que abrir otro libro durante esa clase.

 

Y entonces una punzada de decepción le llego de lleno. Tres libros volaron desde Avril hasta sus respectivos dueños: Apolo agarro el suyo al ultimo momento con el hastió reflejado en su cara, releyendo la cubierta por encima. Escucho las instrucciones con cuidado, preguntándose de que se trataba todo eso. Y luego siguió a Caroline, que no tardo en encaminarse hacia la zona que les señalaba Avril para trabajar. Se le notaba extremadamente decidida a no perder tiempo, y Apolo la vio mas atractiva que nunca... pero le preocupaba no ser de mucha ayuda en su nuevo proyecto grupal. Solo Demian se quedo atrás para hablar con Avril.

 

La orilla del bosque en la que se encontraban era bastante tranquila, y aunque el pasto parecía recortado nada en el lugar perdía su encanto natural. Quizá la Universidad estuviese encantada de esa forma. A pesar de esto, en lugar del césped Apolo se sentó en una enorme piedra lisa que parecía encontrarse ahí; no le gustaba la idea de tocar el suelo con sus pantalones. Dejando su mochila a un lado volvió a mirar el libro con el ceño fruncido, y luego a sus dos compañeros. Como Caroline tenia que concentrarse en su trabajo extra, Apolo se encogió de hombros en dirección a la chica como diciéndole “Haz lo tuyo” y se quedo mirando en dirección al bosque, sin reconocer ninguno de los arboles que allí habitaban.

 

Solo cuando Caroline se levanto decidida con su tarea corregida y en su lugar apareció Demian pensó que seria bueno hablarle. No le gustaba la idea de dejarlo de lado, y ademas podía parecer muy rudo ignorarlo.

 

— ¿Demian cierto? — preguntó al joven que se les había unido y con quien aun no se presentaba. — Me llamo Apolo, y la chica es Caroline. Parece que vamos a tener que hacer esto en equipo. Tengo algo de pergamino extra, pero es lo ultimo que me queda.

 

Y tan rápido como Caroline se había puesto de pie regreso, con el semblante mas decidido. Apolo aun no se molestaba en abrir el libro, pero no quería que sus compañeros pensaran que estaba haciéndose el vago mientras ellos buscaban información. Imitando a Caroline abrió su ejemplar y reviso el Indice solo por intentar leer algo. Y si, ahí estaba. Con algo de esfuerzo podía leer los títulos y completar algunas oraciones, pero su dislexia empeoraba siempre que consideraba que hacer algo era una inutilidad. Se había tardado un cuarto de hora en traspasar lo poco que había escrito en su informe anterior.

 

— Créeme, nada me gustaría mas que escapar de esto — susurró a ambos mirando en dirección a Avril, para asegurarse de que no los estuviese escuchando. — No dejo de pensar en que esto es una estupidez.

 

Comenzó a ojear el libro buscando algo que le sirviera. Era extremadamente tedioso y aburrido, y la letra impresa era tan diminuta que solo con verla por encima le molestaba. Claramente era una causa perdida, jamas podrían leerse completo, considerando que solo dos de las tres personas podían leer correctamente. El libro contaba con descripciones de algunas criaturas, aunque las ilustraciones no eran muchas (era todo en lo que Apolo pudo fijarse). No había dejado de darle vueltas a algo que había leído hace mucho tiempo... y es que cuando lees tan poco como Apolo la información que retienes se queda mucho mas tiempo.

 

— ¿Encontraron algo? — preguntó Apolo al aire veinte minutos después, aun susurrando.

 

La hoja de pergamino que usarían los tres estaba extendida sobre la piedra lisa en la que se encontraba sentado. Suspendida sobre ella se encontraba la vuelapluma de Caroline, que habían tomado prestada con la idea de facilitarle las cosas. Demian les había repetido todo lo que le había dicho a Avril, pero no les sonó muy correcto si no investigaban primero.

 

Es inútil... ¡Miren esta cosa! — soltó sacudiendo el libro. — No vamos ni en la pagina 12 y casi todo es texto. El que escribió esta cosa no se molesto ni en hacer un diagrama. ¡Para cuando acabemos ya va a ser de noche! "Y no se pasen de la pagina cien". Bien, solo nos faltan otras ochenta y dos para el caso...

 

Intentaba mantener el volumen de su voz lo mas bajo posible, pero era difícil estaba tan indignado. Repetidamente tenia que darse la vuelta y ver a Avril, quien seguía enfocada en el bosque. Aunque cómodo, había escogido un mal para colocarse.

 

— Y no sacamos nada con hacerlo mal, ya vieron lo que paso con Carol. Solo nos haría hacerlo denuevo y agregarle mas cosas. ¿Tal vez quiere que renunciemos? He estado pensando en alguna forma de no hacer esto, pero no tenemos ninguna forma de negarnos sin que ella estampe el sello de “Reprobado” sobre nuestros nombres.

 

Con la mirada de ambos puesta sobre él, Apolo se estrujo la cabeza intentando pensar en la solución.

 

— Recuerdo haber leído que antiguamente se hizo un congreso mágico para poder hacer la división en categorías. Algo sobre que los seres eran los que hablaban como humanos. — Algo de eso no estaba encajando bien. — ¡Ah no! No dije nada, se supone que invitaron a los trolls y destrozaron todo. Solo se con seguridad que ofendieron los centauros por no invitar a la gente del agua y luego de muchos problemas los centauros y las sirenas pidieron que se los catalogaran como bestias. Es de todo lo que puedo acordar...

 

Y entonces le cayo encima: La respuesta la había leído hace mucho, y solo al decirlo en voz alta recordó que se encontraba perfectamente explicada en “Animales Fantásticos y Donde Encontrarlos” de Newt Scamander. Todos los jóvenes lo leían en algún punto de su educación mágica, fuera cual fuera. Se molesto consigo mismo por no haber traído el libro a la clase, y mas aun por tener en su lugar ese libro horrible gracias a Avril. Pero denuevo, no se imaginaba que iba a tener que escribir mucho en una clase como esa.

 

Si hasta había visto un montón de ejemplares en la biblioteca de la Universidad. Casi podía verlos puestos en fila en las estanterías de la sección de magizoologia, pero el edificio estaba prácticamente del otro lado del Campus. Tardarían un montón de tiempo solo en llegar hasta allá, y estaba seguro que si pensaba que alguno se iba, seria igual a abandonar la clase por voluntad propia.

 

— Se donde esta la respuesta: en un libro — soltó Apolo volviéndose para vigilar a Avril. — ¡No, no este! — soltó dejándolo aun lado al ver que lo malentendían. — “Animales Fantásticos y Donde Encontrarlos” tiene una descripción completa de las tres categorías en una de sus paginas. Ya saben, la teóricamente correcta. Si alguno de los tres puede volver a la biblioteca sin que — señalo con la cabeza a Avril — se de cuenta podemos copiarlo palabra por palabra.

 

Miraba alternativamente tanto a Demian como a Caroline. Ninguno parecía tener una copia del libro oculta por ahí, pero no perdía las esperanzas. Estaba pidiendo mucho pero ambos parecían mas experimentados en magia que él. Y cualquier cosa parecía mejor que leer 99 paginas de un libro que tenia quien sabe cuantas... ¡¿473?! ¡¿QUE ERA UNA MALDITA BROMA?!

 

— Creo que yo puedo distraerla, pero no mucho. A lo mas 5 minutos. ¿Alguno sabe como llegar hasta allá y volver con el libro lo mas rápido que pueda? Aparecerse no creo que sea una opción, no dentro del terreno de la Universidad al menos. De hecho no creo que ningún hechizo funcione en un lugar como este.

 

 

@@Avril Malfoy @@Caroline Ryddleturn @

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—Esperaba que al menos pudiéramos ver un Cangrejo de Fuego —respondió Caroline. Coincidía con su compañero que necesitaban más que leer unos mohosos libros.

 

Soltó un suspiro y regresó a su libro, a las aproximadamente cien páginas que le quedaban.

 

Caroline estaba sumergida en la lectura que prácticamente no prestaba atención a lo que decía Demian. De reojo vio que se había levantado, sin embargo, pronto se dio cuenta que estaba dando parte de la respuesta. Ella levantó una ceja —una capacidad de la que le gustaba alardear porque sabía que no todos podían hacerlo—, y escuchó lo último que alcanzó a decir su compañero. Estaba algo molesta. Se suponía que entre todos tenían que armar una conclusión y entregar la tarea por escrito.

 

Aun así les quedaba mucho por hacer, porque el joven Malfoy había dado una explicación escueta y tampoco representaba el trabajo de todos ellos. Ryddleturn ató su cabello en un rodete alto y clavó los ojos en las palabras que ya se le hacían eternas. En ese momento deseaba un vaso de bourbon, de aquel que Zack mantenía escondido en el Castillo Ivashkov y que ella sabía cómo robar. Tampoco le importaría un poco de sangre, aunque realmente no estaba sedienta porque había salido de cacería la noche anterior.

 

Sintió que Apolo le hablaba y alzó su mirada hacia él.

 

—No, no tengo nada todavía —señaló, totalmente fracasada—. No entiendo qué utilidad tiene todo esto. Si alguna vez me encuentro con un Dragón y le digo que es una bestia, dudo que vaya a tener misericordia —susurró, a la espera de que Avril no la fuera a escuchar.

 

Inmediatamente a sus palabras Apolo perdió toda la calma y explotó de una manera que Caroline no se habría imaginado. Agitaba el libro y expresaba todo el malestar que había ido acumulando. Ella no lo podía juzgar, porque se sentía de la misma manera. Estaban perdiendo tiempo y era de locos que alcanzaran a hacer lo que les habían pedido. Peor aún, como su compañero decía, si se equivocaban pasaría lo mismo que con ella y tendrían que hacer doble trabajo para remediar el error.

 

—Nadie va a reprobar, Apolo. Nos iremos con un aprobado de esta clase, como que me llamo Caroline Allison Ryddleturn —enfatizó y se cruzó de brazos.

 

Ya estaba dicho y no había por qué entrar en pánico. Anteriormente había tenido clases peores donde su vida había estado en peligro y logró salir victoriosa; una tonta tarea no le iba a arruinar la existencia. Además, de momento, Avril no los estaba apurando, lo que era una buena señal. Sólo tenían que ser pacientes y saber dónde buscar. En ese instante, su aun exaltado compañero recordó algo sobre lo que les pidieron. Ella lo escuchó atenta.

 

—Espera, tienes razón —murmuró Caroline, recordando al autor que Apolo mencionó—. Yo podría ir a buscarlo. Soy un vampiro y la velocidad no es un problema para mí —Se descruzó de piernas y se puso de píe—. No tardaré.

 

Les guiñó un ojo a sus compañeros y se movió tan rápido que casi podrían haber pensado que desapareció. Para Caroline correr era casi una segunda naturaleza. En un par de segundos había llegado a la biblioteca y se detuvo en seco cuando estuvo en la puerta. Tenía prisa, pero tampoco tanta como para armar un alboroto dentro del edificio. Rápidamente regresó a la sección de Magizoología y se dispuso a buscar el libro. Recorrió un par de estantes hasta que dio con “Animales Fantásticos y Donde Encontrarlos”.

 

Ryddleturn miró a su alrededor y comprendió que tendría que sacar el texto de manera “ilegal”. Realmente no había pensado en eso y no sabía lo que sucedería si no hablaba primero con la bibliotecaria. Quizá algún hechizo le caería encima cuando intentara escabullirse. Miró su reloj y vio que habían pasado dos minutos desde que dejó los límites del bosque. Apolo le había dicho que tenía cinco, así que en tres iba a tener que inventar algo lo suficientemente bueno para que le prestaran el volumen.

 

—Buenos días —saludó y puso su mejor sonrisa—. Necesito llevar esto. —Movió el libro frente a una bruja de edad mayor que tenía poca cara de amable—. Avril Malfoy me envió a por él. Es la profesora de Cuidado de Criaturas Mágicas.

 

La mujer la estudió con sus diminutos ojos, escondidos detrás de unos espantosos lentes.

 

—La nota. Necesito que me des la nota firmada por Avril.

 

Maldición, ella no tenía una condenada nota.

 

—La perdí en el camino. ¿No se dio cuenta del viento que hay afuera? —Puso cara de horror—. Estamos en los límites del bosque, por favor no me haga ir a buscarla —rogó y luego dijo—: Si seguimos perdiendo más tiempo Avril se va a enfadar. ¿De verdad quiere hacer enojar a una Malfoy?

 

Esperaba que aquella mujer no fuera tan feroz como su rostro o no habría excusa válida que la salvara. Pasaron unos eternos segundos, diez exactamente, hasta que la bruja le pidió el libro y lo desencantó para que se lo llevara.

 

—Muchas gracias —señaló Caroline y se fue pitando.

 

Completó los cinco minutos. Apareció ante los muchachos y se dejó caer frente a ellos. Para suerte de todos, la respuesta no estaba cien páginas después, sino que al principio. La Vuela pluma inició su labor y comenzó a rellenar el pergamino con lo que iban encontrando. Después de todo la tarea no era tan difícil, sólo que no habían estado buscando bien. Un par de minutos y lograron resolver la consigna. Ante la aprobación de ambos chicos, Caroline se puso de píe y se acercó a Avril para entregarle la respuesta.

 

El Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas cuenta con tres divisiones: la División de Bestias, la División de Seres y la División de Espíritus. El Ministro de Magia en 1811 decretó que un “ser” era “cualquier criatura que tenga suficiente inteligencia para comprender las leyes de la comunidad mágica y compartir parte de la responsabilidad que implica su formulación”. A quienes no lograban comprender tales reglamentaciones o lo que se les dijera se les considera “bestias” o por el contrario si tienen entendimiento pero no logran superar sus brutales instintos también son “bestias”. En cuanto a los “espíritus”, esta División fue creada en particular por una queja de los fantasmas, luego de afirmar que era una falta de delicadeza clasificarlos como “seres”, cuando era evidente que ellos “habían sido”.

 

Para ejemplificar se considera “bestia” a una Acromántula, “ser” a un vampiro y “espíritu” a un fantasma.

Ivashkov
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