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Conocimiento de Maldiciones y Pociones


Leah Snegovik
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Aquella noche no era diferentes de las demás, no había cosas qué resaltar. La oscuridad había cubierto el Ateneo de Conocimientos de principio a fin, como un manto inmenso que lo protegiera de la luz del sol y pasadas las horas, la niebla había comenzado a bajar hasta colarse entre los árboles y hacer que estos parecieran infinitos, sin copas. Por lo tanto, no era una noche donde se pudiera ver demasiado.

 

Los matices de gris se iban oscureciendo hasta llegar al negro y el único color predominante, si se podía decir de esa manera, era el blanco de la neblina. A excepción de un rumor esmeralda en el espesor del bosque cercano al Ateneo, un pequeño borrón que se perdía en el horizonte y que volvía a aparecer en cortos periodos de tiempo, como una luz intermitente.

 

Ahí era la clase de Maldiciones.

 

Las intrucciones que había enviado por la manaña habían sido claras aunque lo bastante concisas como para decir que eran insuficientes. No obstante, no había otro camino que tomar. El único paso libre en el bosque, además de visible, guiaría a Alessandra al interior de la espesura de pinos que pintaba durante el día el ala este del Atenero de Conocimientos y sólo debía seguir esas pequeñas luces intermitentes, cuidando no tropezar con altas raíces y no perder la paciencia con el extremo silencio que había en el lugar.

 

Ni siquiera los animales nocturnos parecían rondar por la zona. Pero es no significara que no estuvieran ahí. Desde que se ponía un pie en el interior se podía percibir las distintas miradas de animales que, como la lechuza que había enviado con la carta, no tenían intención de dañar. Sólo observaban, quizás juzgaban a la persona que se internaba, en completo silencio. Y la razón no la había mencionado tampoco en la carta, tampoco lo haría cuando ambas se encontraran en conjunto al profesor de Pociones y su estudiante, porque ella tendría que aprender a verlo por sí sola.

 

Cada paso la acercaba más a las luces y con ello, a la cabaña que les daba hogar. No eran luces, de hecho, eran velas que titilaban constamentemente por las pequeñas ventiscas heladas que aún se escapaban de un invierno que había quedado atrás. Y la cabaña no era un lugar común. A diferencia de otras cabañas en el bosque, ésta era completamente tenebrosa. Las ventanas estaban cubiertas con tablas podridas y gruesas que se sostenían por clavos oxidados por el tiempo y las luces apenas y escapaban de las rendijas que quedaban.

 

Alrededor de la cabaña no había árboles en un radio de unos cinco metros y la hierva era inexistente, como si hubieran quemado la zona y la tierra obviara el hecho de que, en realidad, debía volver a producirla. Pero lo más impactante de la maltrecha edificación, pequeña y de aspecto oscuro, era que estaba rodeada de un sonido extraño. Un murmullo, una especie de cotilleo entre doxies o cualquir otra criatura pequeña y mágica, invisible a los ojos. Sólo que desde un punto que ponía la piel de gallina, como el murmullo de los muertos rondando la tranquilidad nocturna.

 

Pero para aplacar cualquier pensamiento negativo, una mujer de altura promedio y cabello tan rubio que rozaba lo dorado, esperaba en la puerta cerrada con la vista fija en el cielo. No obstante, cuando escuchó pasos se movió como si hubiera salido de una ensoñación. Estaba enfundada en una elegante túnica blanca de bordados plateados, tan pulcra que era detallable incluso en la penumbra y por la expresión de su rostro, parecía completamente cómoda en medio de aquél turbio entorno. Esbozó una sonrisa.

 

—Me gusta la puntualidad —dijo a su colega de Pociones, cuando se detuvo a esperar con ella a los estudiantes.

 

Faltaban cinco minutos para las nueve de la noche. Perfecto. El tiempo pasó lento y para cuando el primero llegó, ella había empezado a preocuparse. Pero todo estaba en orden. La bruja se adelantó un paso.

 

—Buenas noches, soy la profesora Ivashkov y seré la encargada de enseñar la cátedra de Maldiciones. Adelante —como una bailarina, dio media vuelta y se internó en la cabaña, empujando la pesada puerta como si no pesara nada en realidad—. Delacour, ¿verdad?

 

Dio una mirada breve por encima del hombro, para detallar a la muchacha. La recordaba de algún sitio.

 

—Toma asiento y dime, sin entrar en demasiados detalles que pudieras haber leído en el pasado, ¿cuál crees que es la diferencia entre una maldición Muggle y una maldición mágica? —en sus labios, con ese tono de voz suave y una natural arrogancia, la palabra "Muggle" había sonado como si hablara de una rata. Pero no lo hacía intencional, eso se notaba en su expresión de serenidad.

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¿Por qué de noche? ¿Por qué no podíamos tener una clase normalita a la luz del día? El Sol era necesario y potenciaba muchas de las mezclas para las pociones... No entendía porqué había sido citada a una hora en que las estrellas brillaban intensamente y en una cabaña desvencijada en medio del Bosque, en vez de en la Aula, con luz natural y menos peligro.

Caminé por una paraje cada vez más inexpugnable, por la vegetación que estorbaba mi paso y porque la niebla había aparecido de repente, sin avisar. La humedad se hizo más patente cuando mi sencillo vestido de lino se pegó al cuerpo como si estuviera mojado. Me abracé a la capa verde botella y me tapé la cabeza por completo; era de paño y protegía del frío de aquella noche insólitamente fría, para la estación del año que comenzaba. Si no fuera por las luces intermitentes que en un principio atribuí a las luciérnagas, me hubiera perdido. Después de notar que, si las seguía, avanzaba sin apenas inconvenientes, me di cuenta que era luz mágica que, seguramente, habría colocado mi compañera del Claustro de Conocimientos.

Temblaba un poco cuando llegué a la zona que me había indicado para dar las clases. Seguramente era de la humedad, del frío o del hecho que no se oyera nada en aquel lugar. Cualquier otro hubiera dicho que aquel entorno estaba muerto. Sin embargo, yo, como Sacerdotisa, era capaz de encontrar vida en aquella oscuridad enmarañada; aún así, no me gustaría despertar el instinto de aquellos que me miraban con ojos inquietantes. Allá había algo que no me gustaba; no me refería a la sensación de agobio que me apretaba la boca del estómago. Aquella tierra yerma parecía clamar algo maligno. Estuve a punto de activar mi poder de hacer crecer hierba con mis manos, un poder que dominaba como sacerdotisa. Sin embargo, sólo pensar que debía agacharme y tocar aquel suelo tan oscuro me inspiraba desconfianza. Si se hiciera la luz en algún momento, seguramente me reiría de mí misma y ayudaría a la tierra a repoblarse. Ahora, sin embargo, aceleré el paso y alcancé la puerta para entrar dentro y sentirme más segura.

Aquel lugar no me gustaba. No era el más apropiado para estudiar el Conocimiento de Pociones. Pero allá estaba una mujer rubia a la que creí reconocer. A pesar del tiempo que llevaba en el Claustro de Profesores, no conocía a todos los que impartían clases conmigo en la Universidad. Mi boca se movió en un rictus involuntario al percibir un deje de reproche en sus primeras palabras.

-- No llego tan tarde. Habíamos quedado a las nueve, ¿no? -- ni idea de qué hora era pero seguro que no sería mucho más, cinco minutos arriba, cinco minutos abajo... -- Mi alumno debe de estar al caer.

Esperaba que no fuera literal. Su alumna llegó enseguida y ella se presentó. Ivashkov... ¿De qué la conocía? A quien sí conocía era a su alumna, aunque no quise ser muy efusiva y sólo la saludé mientras la profesora estaba de espalda, moviendo levemente la mano y murmurando un "¿Qué tal, Alessandra?".

Esperaba a mi alumna, @ , así que contemplé los múltiples frasquitos con todos los ingredientes que los elfos, en algún momento, habían traído para impartir la clase. Me sentía algo boba aguardando sin nada que hacer así que me senté en una de las mesas destartalada. Escuché que la profesora casi escupía la palabra Muggle y me sentí ofendida, puesto que yo estaba allá como suplente; era la profesora oficial de Estudios Muggles y los apreciaba mucho.

-- ¡Maldición! -- grité, al clavarme una astilla en la mano. Había apretado la mano con fuerza para no contestarle algo feo a mi compañera y me había topado con un trozo de madera carcomida. Levanté la cabeza, algo roja por haber interrumpido su clase. -- Esto... Eso era un ejemplo de maldición muggle, por si te sirve para contestar a la profesora Ivashkov.

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Mientras caminaba a su clase de Maldiciones, Alessandra iba lanzando maldiciones, gracias a que habia dormido una "pequeña" siesta su elfina Mar se había olvidado de despertarla asi llegando tarde (sin saber que su reloj estaba adelantado cinco minutos antes de las nueve) sumándole que se había caido de la cama dándose un buen golpe en la nariz.

 

Se había puesto unos pantalones deportivos negros, una camiseta blanca con un saco negro que la protegía del frío de la noche. Amaba la ropa muggle sin mencionar que con ella se sentía más cómoda ante las clases que debía de usar la varita. Según la carta de su profesora se tenían que ver en el bosque de la universidad, el motivo lo desconocía pero no debía de sorprenderse ya que era Maldiciones lo que cursaba.

 

Cuándo hizo el conocimiento de Encantamiento su profesor había hechizado el aula para unas pruebas que tenía que pasar si quería llegar al aula pero mientras caminaba por aquella espesa niebla su instinto le decía que no sería cómo esa vez, nisiquiera cómo cuando hizo DCAO.

 

Con un bostezo Alessandra siguió caminando hasta ver a lo lejos dos figuras en una ¿cabaña?. Estaba su profesora y su abuela Sagitas, quién le dio un saludo en un susurro pero la voz de su profesora Leah la hizo pegar un brinco y ponerse colorada cuándo dijo su apellido al cuál Alessandra asintió con la cabeza.

 

Cuando entraron al lugar la Rambaldi vio dos pupitres, se sentó en uno de ellos para escuchar lo que le preguntaba la Ivashkov. Pero mientras pensaba una respuesta Sagitas interrumpió sus pensamientos porque se había lastimado una mano.

 

-Bueno-Alessandra se puso colorada porque no era una persona que se expresaba con facilidad y mas cuando.las palabras correctas no llegaban a ella- una Maldicion magica seria un hechizo que se usa para causar un daño permanente a otra persona sin una posibílidad de curacion y una maldicion muggle sería infligir una herida que puede ser sanada o sanarse con el tiempo- contesto mordiendose el labio nerviosa.

 

Ella sabia esa diferencia por supuesto y no necesesariamente tiene que ser un hechizo sino tambien puede ser un objeto hechizado pero no habia encontrado otra palabra para explicar la direncia y que se entendiera lo que queria explicar.

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Incluso ella, con su tranquilidad usual, se sobresaltó con la maldición de Sagitas. Más que ofenderse por la interrupción, se había preocupado notoriamente por la expresión de su compañera. Sin dejar de escuchar las palabras de Delacour, avanzó hasta Potter Blue y con un cuidado que delataba su pasado como Medimago, sacó la astilla de su mano antes de pensar en un Curación para evitarle el dolor posterior a la extracción. Torció ligeramente el gesto cuando escuchó la última parte de la explicación de Alessandra.

 

—Sí y no.

 

Al girarse, volvía a tener un aire de serenidad que llenaba la pequeña cabaña tenebrosa como si estuvieran en un prado del bosque lleno de flores coloridas y el aroma de la primavera.

 

—Las maldiciones mágicas tienen una diferencia notable con las maldiciones Muggles, en el aspecto de que unas poseen magia y las otras no. En general, una maldición es un deseo intenso de que algo malo le suceda a alguien más. Sin embargo, unas suceden por arte de magia y las otras se quedan en eso, en un deseo o en una expresión, como acaba de suceder con la profesora Potter Blue —al moverse hacia ella, sacó la vara de cristal obtenida con los cursos de libros de hechizos y la movió en el aire—. Observa.

 

Una especie de proyección apareció sobre la cabeza de su alumna, en diagonal para que no tuviera que hacer maromas para ver lo que ella quería mostrarle. En un principio, no parecía más que un montón de vectores oscuros y sin sentido, no obstante, en cuando movió las manos al compás de sus pensamientos las líneas dejaron de ser oscuras y empezaron a tomar forma. Un escenario se estaba planteando ante los ojos de las tres mujeres presentes, manejados por la profesora de maldiciones, una situación en donde un hombre lanzaba un hechizo con ayuda de su varita a otro individuo, quien lo recibía por estar desarmado.

 

De no ser porque la animación realizada por la bruja era demasiado real, demasiado perfecta a pesar de no ser más que un montón de líneas de bruma amontonadas entre sí hasta lograr esas figuras, no se habría podido distinguir nada. Pero los colores iban apareciendo a medida que sus personajes ficticios se iban moviendo, marcando sombras, luces e incluso revelando que el hechizo utilizado era un rayo; un rayo rojizo que no acababa de alcanzar el tono más fuerte en el círculo cromático. Ahí se detuvo, dejando la imagen flotando inerte como si hubiera dado pausa a un dispositivo muggle de reproducción de imágenes. El dibujo afectado parecía sangrar con suma intensidad.

 

—Debemos empezar por un principio básico, por no decir general. ¿Qué es una maldición? ¿Qué es un maleficio? ¿Qué es un encantamiento?

 

Señaló la imagen detenida.

 

—Una maldición es todo hechizo que busque dañar de gravedad e incluso la muerte. Un maleficio, por lo contrario, sólo busca molestar, como si se tratase de una treta. El encantamiento confiere habilidades y una transformación, como bien lo dice la palabra, transfigura —sus ojos esmeralda mucho más relucientes bajo la luz de su dibujo, pasaron de la imagen a Alessandra—. Aquí estamos viendo una maldición. Sectusempra. Este hechizo crea múltiples heridas abiertas y sangrantes que de no curarse de inmediato, desangran al objetivo. Esto quiere decir que no necesitan una lista específica de hechizos para ser denominadas maldiciones, sólo necesitan tener un objetivo: dañar o matar.

 

»Entonces. Sabiendo diferenciar cada tipo de hechizo, es mucho más fácil encontrar una maldición en las actuales listas de hechizos, incluso en las listas de los libros pertenecientes a los guerreros Uzza. La Marca Tenebrosa tiene muchas maldiciones pero aún así, eso no exonera a la Orden del Fénix o a los hechizos que consideramos "Neutrales" por ser de uso general. Por lo tanto, te voy a pedir que señales al menos dos hechizos de cada lista que de acuerdo a lo que acabo de explicar, consideres que sean maldiciones. Por supuesto, no puedes señalar el Sectusempra.

 

Esbozó una pequeña sonrisa y tomó asiento, para luego acercarle una hoja de pergamino y una pluma dentro de un tintero. A su vez, volteó un reloj de arena cercano para tomarle el tiempo. Tenía diez minutos, aunque dudaba mucho que los requiriera todos, la tarea era bastante sencilla en base a su explicación; no obstante, ella no estaba desesperada por una respuesta, de hecho estaba bastante interesada en la puerta y en el hecho de que no se hubiera abierto. Enarcó una ceja.

 

—Dudo que se haya perdido —comentó a Sagitas, a quien sabía que había ofendido minutos atrás pero con quien no tenía nada personal; antes habían tenido una ligera discusión, tiempo atrás, con respecto a los Muggles y le gustaba el hecho de que no lo recordara, no era una persona que desviara sus clases a debates innecesarios—, ¿crees que sea conveniente ver si algo le ha pasado en el bosque?

 

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Alessandra seguía con sus mejillas rojas en todo el momento que su profesora le corregia. Había ayudado a su abuela sacándole la astilla en su mano para después curarla y girarse a verla mientras comenzaba a explicarle la diferencia.

 

Cuando termino su explicacion le dio una pergamino con pluma y tintero para hacer la actividad pero su cabeza estaba en aquella varita que su profesora saco ¿cristal? Tuvo que Pestañear varias veces sin poder creer lo que veia, pero recordo lo que Ollivander decia <<la varita elije al mago>> pero sin duda no sabia que aquel hombre vendiera esa clase de varita.

 

La voz de Leah la saco de sus pensamientos para volver a la clase, con un movimiento de su muñeca lo que parecia ser una proyección, al principio pensó que podrían ser recuerdos por las formas confusas al principio pero aquello no se podía hacer además de que las imágenes no se parecían en nada a sus recuerdos de cuándo uso un pensadero por primera vez.

 

Arrugo la nariz cuándo la figura del hombre con la varita en mano atacó al otro que no tenía varita, su instinto de sanadora se apoderaba de ella para sanar a aquel hombre que no existía.

 

Sus ojos azules se clavaron a los de su profesora mientras seguia con su leccion, la rubia decidio anotar por el simple hecho de hacer algo y no estar quieta. Asintio con la cabeza pensando que seria facil esa tarea lo dificil era recordar los hechizos siendo que no era su estilo atacar a menos que no sea necesario de igual forma solo los ataba y nunca se vio en la necesidad de usar otro.

 

Hechizos Marca Tenebrosa

 

-Avada Kedavra

-Cruciatus

 

Hechizos Orden del Fénix

 

-Babosa

 

Hechizos Neutrales

 

-Langlock

-Embrujo Punzante

 

Revisó varias veces la tarea y era lo que tenía, suspiro para levantarse y entregarle la hoja a la profesora que se había puesto a hablar con Sagitas al parecer de su alumna que aún no llegó.

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Como era de esperarse, Alessandra no tardó diez minutos en hacer la asignación que le había mandado. De hecho, no había tardado cinco. Ivashkov sólo había tenido un par de minutos de silencio tras la propuesta hecha a Sagitas cuando su alumna le entregó el pergamino, con los hechizos trazados en tinta señalados por las distintas listas de hechizos que manejaban. Se saltó las maldiciones imperdonables, pues eran obvias, pasando a leer las maldiciones que había elegido tanto de la Orden del Fénix como de la lista neutral.

 

—Bien, este es un error común. El Babosas no es una maldición, de hecho, es un maleficio. No hace daño ni busca la muerte, sólo molesta, impide que el ponente hable a raíz de que éste escupe constantemente babosas. Pero en sí, ¿es un daño físico que necesite curación o que pueda llevarte a la muerte? No, puede terminarse con un Finite Incantatem. Lo mismo que el Langlock o el Embrujo Punzante.

 

Y cuando decía que era un error común, se refería a que todos sus estudiantes habían tenido el mismo error en todas sus clases.

 

—De la Orden del Fénix, maldiciones podrían ser el Disparo de Flechas, contraparte el Seccionatus en la Marca Tenebrosa o el mismo Incendia Din, que busca dañar y que de impactar en su objetivo, podrían causarle la muerte —hizo una pausa, pensando en la lista neutral—. Los hechizos neutrales tienen solo una, esa fue una prueba sucia de mi parte.

 

Le guiñó un ojo.

 

—Muy bien, centrándonos de nuevo en la clase. ¿Crees que sólo se puede maldecir a una persona directamente o crees que hay distintos medios para maldecir? —la pregunta en sí no era una pregunta trampa, pero sí era una pregunta que debía pensarse bien antes de responder.

 

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Por cuestiones laborales la Black Lestrange volvía tarde del agitado viaje ;cruzando el umbral su elfo domestico un poco mas y le salta encima recordandole que debía ir a sus clase de Pociones, depositando su mirada al reloj la joven corre a su habitación para un baño rápido así terminarse de preparar para irse nuevamente.

 

Una capa negra cubría por encima causando un efecto de camuflaje entre las sombras del oscuro bosque ¿por que una clase de noche? mas que nada era curiosidad ya que desde el punto de vista de la bruja la noche era su mejor compañía.Disfrutando la caminata, apuraba su paso para llegar a la cabaña que indicaba su nota,eso tornaba mas interesante la futura clase que tenia siempre y cuando quien fuera su profesora la aceptara ya que no cumplía con el horario acordado.

A lo lejos se divisaba en medio de la nada una cabaña que por fuera dejaba mucho que decir,estaba en ruinas,pero aun así se notaba la luz de alguna lampara que iluminaba por adentro.Con cada paso se acercaba mas la bruja al punto que parecía que volaba por la intención de la clase y no perder mas tiempo del que ya había perdido.

Al fin en la entrada de la cabaña la joven directamente empuja la puerta con delicadeza para no interrumpir ; encontrándose con tres figuras femeninas presentes las cuales a ninguna conocía a simple viste. Estando adentro se dirige a las presentes.

 

-Disculpen la molestia y tardanza tengo entendido que aquí se lleva acabo la clase de pociones- Esperaba alguna respuesta favorable, mientras su mirada se ocupaba de recorrer toda la habitación,frascos sobre una mesa mientras en otra una pila de libros.

 

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Alessandra abrió la boca dándose cuenta de la explicación de la profesora, recordar hechizos neutrales que sean para dañar a muerte al oponente había sido difícil, tuvo que recordar lo que había dado en clases de duelos.

 

Pero cuando mencionó el.disparó de flecha la duda la salto que no pudo evitar levantar la mano antes de que avanzaran en el tema y ella se quedará con la duda, ya que vería difícil que alguien más la desasne en otra ocacion.

 

-Profesora pero el Disparo de Flechas es una invocación porque el Hechizo Avis no entra cómo Maldición también? -ambas tenían bastante similitud porque no ambas entraban en lo mismo? Se preguntó esperando a que le respondiera.

 

Con el trozo de pergamino que le sobró tomó apunté sobre los ejemplos y el engaño de las maldiciones.

 

Después de que respondiera a su pregunta siguió con la clase haciéndole una pregunta que tardó mucho en responder.

 

-Bueno se puede maldecir un objeto y la persona que lo toque puede estar bajo el efecto del hechizo- respondió frotándose la frente para que las ideas surgieran pero sólo conocía esa dos clases de maldiciones, directas o atravez de algún objeto.

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Me chupé el dedo, sintiendo la astilla que se había clavado en él. Notaba el bulto con la lengua. Tuve que ceder el placer de toquetearla y sentir el pinchazo en la yema del dedo porque mi compañera se preocupó por la interrupción y me curó. Le sonreí, divertida, pensando que seguro que no se imaginaba, cuando se había planteado el hacer aquella clase con la Profesora de Estudios Muggles, que iba a hacer de sanadora.

 

-- Gracias -- susurré muy bajito, para no interrumpirla. Estaba dando una clase magistral a pesar que yo estaba allá de escucha, ya que mi alumna aún no había aparecido. -- ¡Halaaaa!

 

Esa expresión de asombro fue ante aquella proyección tres-dé de su clase. Me acomodé en la silla y volví a chuparme el dedo, por inercia, a pesar de que ya estaba curado. Aquella teoría era super instructiva y la seguía de forma muy atenta, casi como si fuera yo una alumna más en aquella cabaña. Sólo arrugué un poquito el hocico, digo los labios, cuando mencionó hechizos de los dos bandos. Esa libertad de expresión... ¿Se podía hablar así de directo a un alumno? ¿No cuestionaría el alumno que supiera de hechizos considerados muy usados por uno u otro bando? Eso no me tenía que hacer sospechar de mi compañera, por supuesto... Pero yo creo que no me hubiera arriesgado a mencionar de tal forma esos hechizos. Aunque claro... ¿Qué mejor y única manera de conocer maldiciones que decirlas en voz alta?

 

Me había perdido en mis pensamientos cuando mencionó que alguien podría haberse perdido.

 

-- ¿Ein? No, no lo creo -- contesté de forma mecánica. Tardé aún un segundo en recordar que yo estaba allá como profesora, no como alumna. Ahora contesté con más vigor. -- ¡Claro que no hace falta que vayamos al bosque a buscar a... a mi alumna!

 

Elevé unos milímetros la barbilla para comprender mejor lo que decía sobre maldiciones y maleficios, intentando leer la hoja de Alessandra. Cuando Leah preguntó sobre si había diversos métodos para maldecir, levanté la mano (sí, la del dedo herido y sanado) y casi salté sobre mis pies.

 

-- ¡Yo! ¡Yo! Yo lo sé. Yo lo sé. ¡Yo lo sé!

 

Antes de cometer el error de soltar la respuesta y acabar con la paciencia de mi compañera de docencia, me salvó la campana al abrirse la puerta. Miré a la muchacha que recién pedía disculpas por llegar tarde, sorprendida.

 

-- ¿Pociones? No, aquí se hace.... ¡Ohhhhh, sí, sí! Aquí se hace Pociones, pasa, pasa...

 

Otra vez me había olvidado de mi puesto en aquel lugar. Casi suspiré por mi error y le indiqué una mesa, un poquito alejada de Leah y Alessandra (aunque no demasiado para poder seguir su clase; era excepcional), y me puse delante de la alacena llena de potingues con hierbas y esencias. Sonreí; aquello me encanta.

 

-- Hola, doy por hecho que eres Rose Greengrass. Ya me había hecho a la idea de que no ibas a venir. Pero como estás aquí, aprovechemos el tiempo. Mi compañera, la Profesora Ivashkov, estaba hablando de maldiciones y maleficios y estaba diciendo una serie de hechizos que... Dime... ¿Creéis que una poción puede contrarrestar una maldición?

 

Arqueé una ceja, divertida, hacia Leah.

 

-- Os voy a enseñar a hacer antídotos, filtros y mejunjes varios que tienen una funcionalidad inesperada. Eso sí, la mayoría son de tiempo largo así que dudo que podrían parar una Maldición Imperdonable, ¿eh, Leah?

 

Era una broma, por supuesto. Ni se me había pasado por la cabeza que ella fuera una mortífago y no tenía nada que me indicara lo contrario. Era, más bien, una referencia a su explicación anterior en la que había mencionado varios hechizos de bandos. Tampoco sabía porqué usaba el plural ya que sólo tenía una alumna pero... Soy un poco vanidosa y quería creer que la otra clase también podría sentirse interesada por mis conocimientos (limitados) en Pociones. Después me sentí algo insegura.

 

-- Bueno, Rose. Supongo que sabes de qué hablo, ¿verdad? Quiero decir, sabes qué es un antídoto, un filtro, una poción, un... veneno, un ingrediente... Todo ese vocabulario es básico para la asignatura...

 

Esperaba que @ contestara a esta pregunta, antes de continuar.

 

-- ¿Te gustaría aprender alguna poción concreta, Rose?

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Por un momento que escucho la negativa de una de las presentes sentía el descaro de entrar a un lugar que no le correspondía hasta que la misma contesto lo contrario. Ubicándose en uno de los extremos de la mesa aun con la duda principal como se llamaba, la eufórica mujer que por lo visto se trataba de quien le daría la clase de pociones,y que sin darle el lugar que terminara de contestar era ella misma quien respondía.

 

-Es un gusto solo me gustaría corregir soy de los Black Lestrange y antes de seguir si puede decirme su nombre que es la incógnita del momento.-fría y con toque chocante como se distinguía con quien ella no conocía.

 

Si bien se anoto para aprender sobre pociones algo que lo consideraba esencial para su trabajo,era mas qu claro que no iria como toda una inexperta mostrando vulnerabilidad en su persona de lo contrario deseaba mostrarse segura en cada una de sus respuestas sean o no certeras.

 

- Respondiendo a su pregunta un antidoto es una sustancia o medicamento que sirve para neutralizar o contrarrestar los efectos de un veneno o de un agente tóxico,mientras que los filtro son de una materia porosa, a través de la cual se hace pasar un fluido para clarificarlo o depurarlo.- dudando por segundos por la siguiente respuesta- en esta fallare un poco estoy segura que podrá darme mas conocimiento sobre el significado una poción es sustancia medicinal que se bebe , el veneno todo lo contrario aunque también es una sustancia química u orgánica que, introducida en el organismo, produce la muerte o graves trastornos y el ingrediente necesario para ambos es el elemento que forma un compuesto, en especial de un compuesto destinado a la ingestión , espero que este conforme profesora.

 

La predisposición que mostraba la bruja no parecía que esta hubiera pasado horas de viaje y que sin descansar estaba presente en la clase , pero eran sus ansias de aprender de su profesora.

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