Libro de la Fortaleza~

[Athena Rouvas]

Libro de la Fortaleza

 

 

Un lugar diferente. . . Un lugar diferente.

 

Últimamente había optado por utilizar las mismas locaciones de la Universidad, tal vez demasiado consciente de estar bajo una vigilancia permanente, tal vez porque las últimas excursiones habían terminado con algo de peligro. O quizás era que nunca ninguno de los que pasaba por la clase parecía prestar demasiada atención alrededor, y sin querer lo estaba tomando como una perdida de tiempo. Pero necesitaba tomar aire puro, salir de las paredes de la institución.

 

Podría haber sido a dedo en un mapa, pero prefirió confiar en los escasos conocimientos que tenía del lugar; la aventura siempre era una seductora irremediable.

 

Al final se decide. No es remoto, de hecho es muy visitado por turistas, pero hay sitios en los que no se permite el paso (la mayoría de ellos). Podrán andar a sus anchas solo cuidando de no causar destrozos que puedan poner en alerta a las autoridades de un país en donde ni la cultura ni el idioma coincide con aquellos que desean sortear los conocimientos del Libro de la Fortaleza. Por suerte no tendrán que lidiar con los muggles que circulan por las diferentes travesías, ni tampoco en las ciudades cercanas. La visita será más bien corta, pero interesante y seguro sabrán aprovecharla.

 

—Ahora queda esperar. . . —Mencionó mientras escalaba una pequeña duna.

 

Antes de partir se aseguró de que desde la Universidad fueran enviados los pergaminos que contenían las indicaciones a seguir. Lo primero llevar ropa cómoda, lo segundo llevar el Libro, y tercero que el mismo pergamino era un traslador que tenía por misión llevarlos a donde estaba ella en esos momentos.

 

Mientras esperaba se dio el tiempo de tantear el terreno. Demasiada arena y nada de verde para su gusto, pero la mezcla de colores tenía su encanto. El sol ya no pegaba tan fuerte pues iba camino a esconderse, aunque aún le quedaba varias horas para ello. Habían un par de brisas leves que ayudaban a amainar el aire seco del desierto, y había una especie de olor a salinidad con tanta sal alrededor. Era el salar de Atacama en toda su extensión.

 

Algunas formaciones rocosas destacaban en el paisaje y fue precisamente una de ellas que usó para escalar y quedarse por fin quieta. Los alumnos no tardarían en llegar. . . Hasta que por fin los tenía al frente.

 

—¡Buenas tardes! Acérquense, vamos. —Les hizo una seña para que acudieran más cerca. —Soy Athena Rouvás, instructora, profesora o como sea que quieran decirme, aunque prefiero solo por mi nombre, siendo sincera. —Siempre era una dificultad el cómo se presentaba frente a quienes deseaban aprender. —Los Guerreros Uzzas me han permitido la facultad de enseñarles parte de su magia y vincularse con sus poderes, así que espero que lo consigan al final del día.

 

Esperaba que como respuesta se presentaran al menos, ya estaba acostumbrada a esas personas poco expresivas, la mayoría en Londres lo era.

 

—No duden en expresar sus consultas, es mejor que las expongan todas pues si desean escalar más arriba necesitarán ir con plena confianza y conocimiento.

 

 

OFF: Los alumnos de la clase son:

 

@@Adrian Wild

@@Caroline Ryddleturn

@

Editado 7 de Mayo del 2017 por Niko Uzumaki

[Thoth]

-Otra vez @@Athena Rouvás - Comente al momento de llegar y clavar la mirada en la misma, portando los objetos requeridos y demás cosas que habia pedido. -Espero que esta se la última ocación que tenga que cursar este estudio, en verdad es posible que este grado de magia me sea muy complejo o sea cosa del instructor.- Solte una carcajada y me retiraba un poco. -Pero le pido disculpa, es que he pensado en voz alta.- Y simplemente me retire un poco, esperando a mis nuevos compañeros de clase, mientras que mi pensamiento se dibujaba una unica idea y era lanzar un maleficio al docente para así obligarle aprobarme, en verdad ya no me importaba en lo mas minimo si era considerado como un mago tenebroso, lo importante para mí era aprobar y las medidas que tomara esa clase no me importaba, a decir verdad ya habia perdido todo el interes de preguntar, ya que anhelaba otros libros y me encontraba con la traba monetaria y la de este libro, es posible que ahora casado me pudiera costear más facil los libros.

 

-Y la unica novedad que le tengo es que me he casado.- Y cuando llega mis compañeros cerraba mirada y simplemente al medio escuchar que llegaba uno, comente. -Soy Demian Malfoy, y si me he cambiado el nombre, ante era Darius Malfoy. Pero sigo siendo un bastardo, un miembro de la famosa casa de los Licaón, pero para mis asuntos en este pais, me fue más facil adaptarme con los Malfoy, pero no me llevo bien con los miembro de mi familia.- Solte una carcajada. -Pero los Gaunt son otro cuento, dado que allí es mi esposo.

[Adrian Wild]

Otra vez.

 

- Am... drian --<<¿cuándo se le quitará esa costumbre tan fea a Wil de llamarme "amo"?>>--. Esta vez saldrá todo bien, ya lo verás.

 

- Eso espero. Como tenga que volver a cursar la habilitación para usar los poderes del libro, se lo tiraré a Athena a la cabeza.

 

Sabía que ella no tenía la culpa, había sido mi imprudencia y la prisa por sacarme aquel curso lo que me había hecho fallar las dos veces anteriores. Comprobé en el espejo que mi aspecto efectivamente denotaba seguridad y confianza y verifiqué que llevaba todo lo necesario. Cinco anillos y dos amuletos. Ya me sabía el contenido de los libros de memoria, así que ni me molesté en incluirlos en el material.

 

Me senté en el sofá a esperar. Acababa de desayunar y en breves, el papel que estrujaba con mi mano derecha me transportaría al lugar que la instructora hubiera elegido para aquella ocasión.

 

- Ten cuidado.

 

Fue lo último que le escuché a Wilmo antes de encontrarme en una gran extensión de arena cuya densa atmósfera me golpeó de lleno en los pulmones que se contrajeron hasta que poco a poco se fueron acotumbrando a aquel olor a... ¿Sal?

 

- ¿Dónde estamos? --pregunté mirando a Athena y a las otras dos personas allí presentes--.

 

Me resultaba un poco desagradable, pero mi conmoción fue mayor cuando vi que una de esas dos personas era un antiguo compañero con el que hacía poco me había encontrado en una situación muy extraña, a la par que surrealista. Se me vino a la mente el celoso gesto del que ahora parecía haberse convertido en su marido.

 

- Hola, Demian.

 

A la otra muchacha no la había visto en mi vida.

 

- Yo soy Adrian Wild, y desde la desaparición de mi madre --siempre aquella maldita punzada al nombrarla-- he considerado que mi familia ha sido la Potter Black.

 

No sabía por qué rebelaba aquella información, pero me salió sin más al escuchar el supuesto parentesco del muchacho con los Malfoy, una familia de oscuro renombre.

 

- Bueno, empecemos, ¿no? Esta vez tiene que ir bien --dije con un tono animoso mirando a Athena e impaciente por que diera las intrucciones que, mucho me temía, serían muy parecidas a las veces pasadas.

 

¿Dónde estarían los hipogrifos?

[Athena Rouvas]

Los dos que se presentan son caras conocidas para Rouvás, de modo que estima no tendrán demasiadas dudas que seguro solventaron en clases anteriores. No tiene caso ahondar demasiado en temas de conocimientos, pero de todas maneras hará que se pongan a prueba nuevamente, lo que no se práctica se olvida con una rapidez pasmosa y es obvio que no han logrado hacer ningún hechizo de aquel Libro antes de unirse a la clase; de los contrario no estarían allí en esos momentos. Los Uzzas pueden castigar muy severamente cuando se enteran de que utilizan su magia sin estar vinculados a los Libros, y lo saben, de alguna extraña manera siempre lo saben.

 

—Descuida, no me molesta tu comentario Demian, es más, lo dejaría como una afirmación. Ya que si considero que no están aptos para aprobar simplemente deben repetir esta clase hasta que cambie de opinión. —Responde sin un cuota de ironía. —Así que creo que tendrás que esforzarte en serio esta vez o tendrás que soportarme por una tercera vez, o las que sean necesaria, y no creo que eso sea demasiado agradable para ti.

 

No iba a entrar en un debate sobre aquello, pero tampoco iba a mentir sobre las facultades que tenía como instructora.

 

Actividad y buena disposición eran solo una parte para poder conseguir tener un nexo, pero también se requería de disciplina y de muchas cosas más. También de algo de habilidad que en la mayoría de los casos se terminaba desarrollando tiempo después de superar la clase. En ese sentido ella quedaba un poco a tientas, pero cada vez aprendía mejor a valorar a quienes pasaban como alumnos.

 

—Estamos en el Salar de Atacama —Contestó esta vez dirigiéndose a Adrián. —Parte del Desierto de Atacama, se dice que es el más árido del mundo, por eso la calor bastante seca y el escaso verde, aunque hay que reconocer que es un bello paisaje para inspirarse y para concentrarse.

 

Indicó hacia el frente (sur) toda la planicie. Pese a ser desierto se veían unas especie de arbusto que crecen en algunos sectores, obviamente son plantas adaptadas a aquel clima. Aunque están lejos, donde la sal no forma parte de extensión rocosa, ni donde comienza a formarse el cuarzo.

 

—Ambos ya han tomado esta clase antes así que deben recordar lo que se aprende en ella, recuerdo que solo fallaron en la prueba final. Así que, saquen las varitas, quiero ver si recuerdan los movimientos con las manos.

 

Si estaba bien aprendido entonces no tendrían problema en hacer aquello, era bastante simple. Más adelante pondría algunas trabas para ver si en efecto contaban con la habilidad necesaria; ella recordaba que si. Podía resultar un poco tedioso para todos, más con el agobiante y extremo calor con que debían enfrentarse.

 

No habían sombras, ni oasis, y el único lago que recordaba cerca estaba vetado por el exceso de minerales de modo que solo quedaba resistir. Había olvidado por completo recomendarles que llevaran botellas con agua o algo para refrescarse.

 

—Mientras más nos tardemos, más sufriremos con el calor. No creo que deseen eso, además, aún no llegamos a la máxima del día. —Todavía era mañana pero ya no había ninguna brisa que amainara la sensación térmica.

[Thoth]

-Así que debo usar mis habilidades.

 

Y como orden saco mi varita y la apunto @@Adrian Wild , y con malicia miro a la profesora, dado que ella había dado la instrucción, en verdad no me importaba enfrentarme contra él o los dos, dado que igual ya había tenido la oportunidad en batirme en duelo con uno de los dos en tiempos inmemorables.

 

-Supongo, que el conocimiento de herbolaria me puede ser útil.

 

Y apuntando al suelo, comienzo a germinar varios cactus , los cuales eran una fuente de agua, algo rudimentaria, pero el encantamiento que usaba era afectado por la zona donde nos encontrábamos, curiosamente, el de los primeros auxilio me indicaba que era mejor hidratarnos, por ello el encantamiento realizado y con el objeto de creaturas mágicas, hice que apareciera un camello, el cual se encontraba a unos doce metros lejos de nosotros.

 

-Creo, que eso nos ayudara un poco, en verdad he sentido la presencia de otros dromedarios, pero no me basto mi poder para controlar a los otros.

 

Y lanzando un hechizos haga que el cactus me drene un poco de agua, y bebiendo un poco me hidrato un poco, y con otro movimiento me cambio de ropa, algo más adecuado a ese clima, para así por fin subirme en el animal que había llamado a mi auxilio. -Creo que estas creaturas nos ayudaran, en dado caso, usaremos el poder sanador si nos da algo de insolación, al poseer el conocimiento de primeros auxilios, podre sanar más rápido.

[Adrian Wild]

¿Tan ágil iba a ser la clase? ¿Ni una sola instrucción? En cuanto sentí la varita de Demian apuntarme saqué la mía casi como un acto reflejo y le apunté desafiante, aunque en mi rostro no podía más que entenderse un divertido gesto aventurero. Hacía tanto tiempo que no sentía aquel cosquilleo precedente a un enfrentamiento... Sin embargo, se marchó tan pronto como el muchacho hizo aparecer con su varita un cactus en el suelo.

 

Imaginaba que ya íbamos a pasar a la parte del duelo, pero por lo visto, Athena primero quería ver si recordábamos los conceptos básicos de los libros.

 

- De hecho, creo que si no me haces aparecer otro cactus de esos necesitaré pronto aplicarme el encantamiento de curación --dije sintiendo como el agobiante clima comenzaba a asfixiarme.

 

No estaba muy acostumbrado a climas áridos. Divisé a lo lejos a los camellos que había apelado Demian y seguí su ejemplo. Me acerqué un poco al grupo de animales y, apuntando a uno con mi varita, murmuré un suave "Orbis bestiarum" e inmediatamente le ordené que se acercase para poder montarme sobre él.

 

- Quizá encontremos alguna fuente de agua mejor, ¿no? ¿O puedes aprovisionarnos de suficientes cactus? --le pregunté al muchacho con un tono de clara desconfianza de su habilidad.

 

Si aquello seguía así seguramente Athena nos acababa enfrentando en un duelo. Y, siendo sinceros, yo tenía unas ganas tremendas de ello. No por Demian, en verdad todavía no sabría definir muy bien lo que sentía hacia aquel antiguo compañero, sino porque al empuñar mi varita con la emoción de un enfrentamiento habían venido a mí recuerdos de un tiempo de mayor compromiso con todo lo que ocurría en el mundo mágico. Una sensación que parecía pedir a gritos volver a mí.

 

Sentí que el camello no hacía mucho que había repuesto sus reservas de agua gracias al anillo de amistad con las bestias, lo que me sugirió que por allí cerca debía haber una rica fuente de suminsitro acuífero.

 

- Han bebido hace poco --les indiqué a Athena y Demian--, así que debe haber agua cerca.

[Athena Rouvas]

Se dio una palmada en la frente. Se veía que Demian no estaba concentrado en la clase y eso le podía pesar a la hora de decidir si estaba en condiciones o no de afrontar la dichosa prueba del final.

 

—Malfoy te pido por favor que te concentres en lo que estamos haciendo. En ningún momento dije que utilizaran las clases de conocimiento, dije que me enseñaran los movimientos de varita que recuerdan de la anterior vez que pasaron por esta clase, para así evaluar que les debo reforzar.

 

Pero el tema de los dromedarios llamó mucho más su atención. Estaban en el desierto de Atacama donde no habían ni camellos ni dromedarios, de hecho no había ningún animal cerca; esta vez ella no trajo a ninguno consigo para que no sufriera los terribles efectos del calor seco. Tendrían que ir al Sahara, en otro continente, para poder verlos. Supuso que era de esos reflejos que podían surgir con el calor, como una especie de alucinación.

 

Al menos Adrian le había mostrado uno de los hechizos, se ve que lo recordaba bastante bien pese a que no correspondía a la Fortaleza sino que al Aprendiz de Brujo.

 

—Chicos, aquí no encontrarán ningún dromedario ni camello, lo que a veces andan son llamas o alpacas pero están hacia la cordillera —Señaló Los Andes hacia el lado este, estaban a bastantes kilometros de ellas. —Incluso caballos andan dado que cerca hay una ciudad bastante turística y dan paseos, pero están todos con los muggles. Las temperaturas son extremas y algunas plantas es lo poco que sobrevive a la intemperie. Hay bastantes fuentes de agua, la mayoría con demasiados minerales lo que hace tener vetado su uso. Este desierto no es demasiado extenso pero si muy árido. —Aclaró.

 

Aclarado el punto dejó que se refrescaran luego para proseguir. Aunque ella ya también comenzaba a sentir los efectos del calor abrasador.

 

Les hizo una seña para que la siguieran. Mientras caminaba reforzaría un poco los anillos.

 

—Deben recordar los anillos que trae el Libro, ¿cierto?. Bien, recuerden que hay uno que solo se puede combinar con el conocimiento de Primeros Auxilios para su total uso, de lo contrario no estaríamos optimizando su poder. Los demás tienen libre actuar.

[Adrian Wild]

Me quedé atónito cuando Athena nos indicó que los camellos habían sido alucinaciones. ¿Tan fuerte había sido la conmoción que nos había producido aquel lugar? Estaba que no sabía muy bien ni qué me ocurría. Sentía como si el territorio se llevase toda mi energía, como si los rayos de aquel sol en vez de darme la vida me la quitara. Definitivamente, necesitábamos llegar a algún lugar con agua.

 

¿De verdad que me había imaginado lo de los camellos? Había sentido perfectamente el estado del animal recién reabastecido de agua y... ¿Por qué estaba subido sobre aquella ardiente roca?

 

- ¡Aaaaay!

 

Me había quemado por completo las piernas, las cuales había cubierto con un pantalón corto elástico de color verde. Ardían, y la sensación no era nada agradable cuando logré bajarme de aquel pedrusco. Pensé un rápido <<curación>> y tan pronto como la palabra se formó en mi cabeza, un gran alivio me invadió.

 

Miré entonces a Demian y aproveché que Athena se hubo girado contemplando el paisaje para tocar con la mano con la que no sostenía mi varita el anillo de salvaguarda contra oídos indiscretos y activarlo.

 

- ¡ATHENA! --efectivamente, la muchacha ni se inmutó; había sido una rápida comprobación de que no me escuchaba, entonces, hablé a Demian--: ¿Crees que de verdad no ha habido camellos ni ningún animal o nos está tomando el pelo?

 

El lugar comenzaba a alterar mi percepción de la realidad, y ya no sabía si quiera si todo aquello se trataba de un sueño y en verdad me encontraba durmiendo sobre mi cama. Pero la sensación de agobio era tan tangible...

 

- Espero que nos diga qué hacer --terminé por comentarle antes de que Athena se volviera a dar la vuelta y yo disimulara como si mi conversación con Demian no se hubiera producido.

[Thoth]

-Sigue siendo un dromedario.- Y baje la mirada, al contestar a la profesora y ante la interrogante de @@Adrian Wild , solo reafirme lo que exprese. –No importa si lo llama camello, caballo, dragón o elefante, dado que nos sirve para lo mismo, y por tal motivo, ya ando montado en esta creatura, así que dice que es una llama o alpaca. – Y en eso pensó que era producto de su imaginación, por lo que usando su joyería y con el conocimiento de primeros auxilios comenzó autosanarse. –Maldición, el calor me ha hecho ver visiones, en verdad no existe nada, y nuestro objeto como el potente hechizo no resulto en nada. – Y proseguía en curar a Wild.

 

-Es necesario pensar cómo salir de este endemoniado lugar, de lo contrario miremos.- Y elevando la mirada, supuse que si no existen en verdad los camellos, y estábamos cercano a un lugar frio, lo mejor era movernos de ese lugar lo antes posible. –Ya es hora de marcharnos.- Y conjurando nuevamente otros cactus, recogía un poco más de agua. Y antes de darme cuenta mi acompañante se habían marchado, por lo que apenas pude escuchar la pregunta. Y conteste. –es el Amuleto de la Curación, y teniendo yo el poder completo, dado que poseo el conocimiento, puedo curar a mayor amplitud.- En ello mi anillo detector de enemigos, me alerto que algo se movía bajo nuestros pies.

[Adrian Wild]

Por la expresión de la cara de Demian, él también estaba sintiendo la quemazón del anillo detector de enemigos, que nos avisaba de algo que nos acechaba. Efectivamente, bajo nuestros pies la arena comenzó a moverse, y algo parecía succionar hacia abajo. ¿Qué criatura podría encontrarse metida entre la arena? ¿O se trataba de arenas movedizas? Fuera lo que fuese, debíamos salir de allí pitando si no queríamos morir enterrados en la arena.

 

- ¡Mobilicorpus! --exclamé apuntando a Demian con rapidez, y desplazándole hasta una zona segura.

 

Esperaba que hiciera algo para ayudarme a mí, aunque quizá había confiado demasiado en ello. Mis pies comenzaron a quedar presos de la arena que seguía succionando y rápidamente miré impaciente al muchacho, que quizá estaba algo aturdido por el inesperado cambio de posición.

 

- ¡Lánzame algo, o sácame de aquí!

 

No sabría decir muy bien si se trataba de un ruego, una petición o una órden desesperada, pero miraba implorante al muchacho al que acababa de ayudar. Mi cabeza iba a mil por hora, buscando algún hechizo que me pudiera ayudar. ¡Vaya una utilidad la de aquellos libros, que traían amuletos para avisarte del peligro pero no para librarte de él!

 

Y entonces, lo recordé. Pensé un claro <<salvaguarda mágica>> y en apenas unos segundos mi intangibilidad me permitió soltarme de la prisión de la arena y colocarme al lado de mi compañero y de Athena.

 

Nunca había usado aquel hechizo. Era muy extraña la sensación de no notar la arena bajo mis pies ni si quiera el sol abrasador. Era etéreo, lo que me llevó a plantearme otra duda: ¿podrían verme o escucharme?

 

- Sigo aquí... ¿Lo sentís, no? --pregunté, preocupado.