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Libro del Equilibrio


Lisa Weasley Delacour
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Mi cabeza zumbaba por el largo y continuado discurso que la antigua directora del departamento de regulación y control de criatura mágicas me había obligado a escuchar mientras revisaba los sistemas de seguridad en su planta en el ministerio. Su voz era poco melódica y muy baja. Cierto era que amaba a los animales y me fascinaban las características de los menos comunes y mas peligrosos, pero tres horas de cháchara infinita habían podido con mi escasa paciencia, llevándome a utilizar mi encanto natural para frenar su deslenguado avance y minimizar el creciente y notorio dolor de cabeza que ya amenazaba con ser constante.

 

Su parloteo no fue del todo malo, pues me había dado una idea para endulzar aun mas la clase del glorioso libro del equilibrio. Cuando mi mente se desbocaba había que tener cuidado. Los poderes que en el manuscrito se detallaban iban muy en consonancia con la madre naturaleza y los hijos de esta. ¿Que mejor manera de descubrir los frutos que el mundo ha creado que explorar uno de los parques naturales mágicos mas extensos y bellos de todo el universo? Mientras caminaba hacia el aula donde comenzaría la aventura numero mil, iba trazando la ruta ideal para los nuevos pupilos. Nueva Zelanda estaba llena de resquicios únicos, merecedores de admiración.

 

Al sentarme en la mesa, pude comprobar quien seria, nuevamente, el Uzza encargado de vigilar y dar el visto bueno a todo lo relacionado con la cátedra. Suspire, tragándome la bilis que este ser me producía, Badru era uno de los pocos guerreros del Nilo que no soportaba. Su egocentrismo y cinismo natural, no solo me ponían los pelos de punta, sino que me hacían querer superarlo en todas y cada una de las pruebas de la vida, para así cortar por lo sano y hacerle ver que de otras maneras también se enseña y se aprende. Un sonido de pasos me saco de mis pensamientos, centrándome en los rostros de los que ya comenzaban a ingresar en el aula. Iba a ser una buena clase.

 

O eso quería pensar – Buenos días a todos – La cabeza alta, los ojos verdes fijos en cada mirada. Estaba capacitada y lo haría ver a quien fuese – Tenemos un día completo – Un deje de misterio se dejo entrever en mis palabras – Nos adentraremos en los misterios de las bestias mas dispares jamas conocidas y dejaremos que ellos nos ayuden a practicar los conjuros y hechizos que estáis a punto de ver y disfrutar – Con una de mis manos y ayudada de la energía de los muros de la institución, abrí un portal con dirección a una de las tierras mas pobladas y verdes del planeta – El primer paso lo tenéis que dar vosotros, si anheláis vencer al miedo, seguidme.

 

Ante mis ojos un rio enorme de agua clara. Cerca de donde me hallaba una manada de Thunderbird dormía tranquilamente. El enorme roble que les cubría de los insistentes rayos del sol era otra maravilla a mis ojos. A poco mas de quinientos metros, donde iniciaba lo que seria una loma de verde pasto, se podía ver como un dragón joven de finos rasgos volaba al compás de una extraña sintonia, la cual salia de unos reproductores que un joven mago sostenía en su diestra. ¿Como alguien era capaz de domar a tan noble bestia de una manera tan efectiva? Eso era una de las preguntas que me hacia, mientras esperaba que a los futuros dueños de la licencia del manual diez disfrutasen del recorrido tanto como yo. Muchos no captan la magia de algo así.

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Si había algo que odiara Gatiux en aquellos momentos eran el exceso de abalorios que tenía que llevar por culpa de los libros. Por lo visto nadie les había avisado que menos era más, y se empeñaron en darles anillos y colgantes para todo. ¿Qué tal una pulsera o unos pendientes? ¿Nadie pensó en que se verían sobrecargados?

 

Para la clase del Libro del Equilibrio se había puesto todos los anillos, los dos de las habilidades, metamorfomagia y animagia, uno en cada índice, el resto los había repartido por sus manos, le quedaban únicamente dos dedos sin anillos, aunque al ritmo al que iba tendría que empezar a ponerse anillos en los mismos dedos. O descartar los que menos utilizaba, relegándolos a un cajón de la mesilla de noche.

 

Gatiux había salido vestida para la aventura, dejando en casa sus habituales vestidos y tacones, llevaba unas mallas deportivas oscuras, una camiseta de manga corta, un cortavientos de color celeste y unas deportivas cómodas. Lista para echar correr en cualquier momento. Por la experiencia vivida en las anteriores clases sabía que era la mejor elección, ya que los Uzza o los profesores siempre intentaban acabar con sus vidas para ponerlos a prueba. En la mochila mágica que llevaba en la espalda guardaba un cargamento de pociones junto a libros y otros útiles que podrían servirle en la expedición.

 

Los habían citado en un aula, por lo que la banshee de cabellos violetas tomó asiento en cuando llegó. La profesora esperaba sentada encima de la mesa a que todos llegasen. Por lo menos parecía más propensa a la enseñanza que el profesor anterior, quien les dejó experimentaran a su aire mientras él caminaba siempre dos kilómetros por delante. No habría sacado nada de provecho de no ser por Orión, al que pudo desangrar mientras caminaban.

 

El portal por el que había desaparecido Lisa después de animarlos a ir tras de ella condujo a Gatiux a un paisaje idílico, un río que fluía junto a un paisaje verde. El sol brillaba a la temperatura justa para que el calor no fuese agobiante. Por un instante, la Malfoy cerró sus ojos amarillos e inspiró el aire puro, llenando sus pulmones, disfrutando de aquel raro instante de calma antes de que todo se viniese abajo como siempre.

 

Lisa se había acercado un poco a una manada de Thunderbirds que dormía tranquilamente sobre el pasto. Gatiux guardó las distancias con la mujer, no quería molestar a las criaturas y sacarlas de su apacible sueño para que le atacasen sin motivo alguno. Nunca sabías cómo podría reaccionar una criatura salvaje hasta el momento en el que lo hacía. Estas en concreto podían invocar a la tormenta, incluso en un día despejado como aquel.

 

¿Qué clasificación les dará el Ministerio de Magia a estas criaturas?»)

«I'm a villain, and villains don't get happy endings.»
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¡Emoción, ligereza, avidez! toda una mezcla que le avivaba la adrenalina ante la perspectiva de iniciar un nuevo libro denominado "Libro del Equilibrio" Apenas se entero que estaba aceptado, fue a encontrarse con la clase.

 

Con no menos impaciencia se preparo a conciencia revisando no olvidar los colgantes y anillos que poseía en su haber de los libros con lo que ya se había vinculado, agregando los del nuevo libro del Equilibrio y su varita, sentía emoción al igual que su clase de Historia Mágica, llego al lugar donde fue citado. el aula bastante amplia donde descubrió a una joven bruja de ojos verdes.

 

Noto en su voz un mensaje que abría una posibilidad de una aventura sin igual, a lo que el ojimiel se regocijo silenciosamente...

Nos adentraremos en los misterios de las bestias mas dispares jamas conocidas y dejaremos que ellos nos ayuden a practicar los conjuros y hechizos que estáis a punto de ver y disfrutar

 

Ya su curiosidad estaba despierta y en cuento se le invito a participar, sin esperar más, avanzo al lugar, un portal mágico que la profesora abrió con gran habilidad. Tantas veces ha puesto en juego vencer su propio miedo, que pudo colocar un pie detrás del otro y cruzar aquel portal que mostraba un paisaje natural, los ojos miel del muchacho, de inmediato descubrieron lo que le apasionaba más que cualquier otra criatura: ¡un dragón!

 

Se quedo sin habla, y su mirada no se podía apartar del vuelo majestuoso de aquel joven dragón que se encontraba a unos 500 metros de distancia. No mucho tenía, que leyo aquella historia de fantasia, donde el personaje principal era un dragón, pero un dragón sin ningún parecido hasta lo que ahora el joven peliverde conocía, ¿o creía conocer? porque muchas veces se puede confundir los sueños con la realidad y hay que tener astucia y algo más para descubrir cuando se vive uno y cuando se imagina el otro.

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Había varias cosas que a Orión no le simpatizaba con respecto a las clases de los libros de hechizo. Por un lado, el sentimiento de seguir un orden preestablecido en un aula enorme para dos o cuatro personas. Como otro punto, los viajes. No le gustaba ir a destinos desconocidos. La última clase fue la gota que rebalsó el vaso. Por suerte, estaba en los bellos campos neozelandeses. Pero no se podía fiar. Siempre había algo que iba a salir mal.

 

- Claramente mejor que la anterior.

 

Le dio un pequeño codo a Gatiux.

 

A lo lejos se veían los thunderbirds. Cuando pasó por la instancia del colegio, había sido asignado a la casa Serpiente Cornuda e ignoraba adrede cualquier cosa que podía significar el contacto con las alocadas personas que cursaban bajo la mirada de ese animal. Los aventureros, decían. Prefería estar tranquilo.

 

Llevaba una chaqueta oscura con una camisa blanca por debajo, unas zapatillas de lona y unos jeans cómodos. Tenía las manos en los bolsillos observando un poco la realidad que lo rodeaba. Sabía que Gatiux iba a ir preparada, como pasó con el de la Sangre, entonces no se había preocupado mucho en cargar sus cosas, más que llevar su monedero expansible donde tenía el resto de los anillos, amuletos, libros, etc. Sí, esa era su tercer problema. Odiaba cargarse con cosas innecesarias.

 

- ¿Profesora? Asumo que el libro está conectado con la naturaleza. No me diga por favor que hay que domarlos porque ya me estoy volviendo a Inglaterra.

 

¿Qué le pasaba a Orión? ¿Por qué tan… chinchudo? Oh, es que no quería revivir malas experiencias. Entendía que tener que hacer el triple de trabajo para entablar una conexión con una criatura que nunca más vería, sería una gran pérdida de tiempo. Y eso que había llegado temprano, se había ubicado en su asiento y no había hecho ningún tipo de problema o escándalo. Sólo había seguido las directrices.

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La emoción de los pupilos se notaba en el ambiente, así como la adrenalina que surgía de cada cuerpo al ver tamañas criaturas tan cerca de nuestra posición. Era interesante ver, una vez mas, como la naturaleza asumía el poderío que le correspondía y empequeñecía al ser humano de forma que este enmudeciese por completo. Una sonrisa sincera se poso en mis labios al escuchar la pregunta del chico de chaqueta oscura – Tranquilo Yaxley, ya están domados. Ellos nos ayudaran a practicar dos de los conjuros principales del libro – Y así era, serian los blancos, por así decirlo. Los Thunderbird volaban de forma ágil y era casi imposible predefinir sus movimientos.

 

Al escuchar mi voz, como un resorte, las bestias aladas levantaron la cabeza, desperezándose de tan reparador sueño. La magnitud de su belleza no tenia comparación, amen de su fuerza y capacidad mágica. Al igual que los hipogrifos, los sentía en consonancia con mi espíritu aventurero - ¿Bonitos, verdad? Pues en breves instantes, cuando estáis listos, aquí mis amigos harán una demostración notoria de su innegable don – No los lanzaría a la boca del lobo. Antes de disfrutar el espectáculo, les enseñaría los hechizos que quería que viesen. Ambos maleficios contaban en mi arsenal con un lugar preferencia, pues eran capaces de frenar al enemigo sin matarlo.

 

- Bien – Kim hizo acto de presencia en mi diestra. Aquella arma de madera de veintidós centímetros era ya una extensión de mi brazo. La conexión con ella era pura y natural – Semillas de hielo – Pronuncie con lentitud, haciendo inca pie en cada palabra y describiendo la oscilación de mi mano y cuerpo – Recubre de hielo cualquier animal, dejándolo inmóvil por unos preciados minutos – Mi viento helado se perdió en el horizonte, al no haber apuntado a nada en concreto – Y – Volví a repetir el mismo proceso – Arena del Hechicero - La bruma de huesos cristalizados cayo al suelo, dejando este gris - Al lanzara al aire es capaz de cegar hasta dos oponentes.

 

Un chasquido de mis dedos alerto a todo el mundo – Supongo que como habéis llegado hasta aquí, sois alumnos avanzados ¿verdad? Es hora de probar todo lo que habéis aprendido, inclusive lo que os acabo de explicar. Eso si, nada mas que eso. No permitiré que ninguno salga herido, ni ellos ni vosotros – Y el combate empezó. Yo simplemente caminaba por el cuadrilátero imaginario que mi mente había creado, en donde vería cuantas ganas tenían de pasar el libro diez, en mi opinión uno de los mas importantes de la nueva academia. En mi fuero interno rogaba que esta vez Badru se alejase de nosotros y nos dejase terminar la clase sin sus payasadas habituales.

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Apenas y pudo contener un grito de admiración...*¡Wuow!* Era lo que hubiese dicho, pero ver a los cercanos thunderbird dormidos, hubiese sido algo imprudente. (Gracias a los libros que sus padrinos Valkyria y Bastian le prestaron, al menos conoce a esas criaturas por la consulta de los libros ).

 

Ahora que lo notaba, también esas aves eran admirables, la profesora explicaba que las criaturas estaban "domadas" y que con la ayuda de ellas, podrían probar dos de los hechizos que correspondían al libro del equilibrio. Con el empleo en el Ministerio, el ojimiel había sido testigo, de las ocasiones en que la naturaleza les habían puesto en verdadero peligro: como esa vez en que un joven con su dragón crearon conmoción en San Mungo, o cuando el edificio del Ministerio, sufrió a causa de ese ciclón que desquebrajo el inmueble...aquella vez le pareció, que la naturaleza era un "enemigo" de mucho cuidado y peligro.

 

La profesora les hizo despertar y los vimos a mayor detalle. La escuche cuando hacía aquella pregunta, que se contestaba con solo ver a los thunderbird...¡geniales! no solo los dragones le llenaron de admiración, pero al parecer, la profesora tenía planeada una demostración del don que poseen estas criaturas.

 

No quiso perderse aquello, sobre todo porque les mostró esos hechizos, la vio usar la varita y de pronto le recordó a su profesora de encantamientos, realizando esa oscilación de la mano con la que sostenía la varita...aún recordaba esas clases donde primero practicaban como mover la varita, el brazo, y como esos hechizos de invocación de fuego, tierra, agua y viento, hasta el cuerpo era necesario mover de forma adecuada. La pronunciación de los hechizos era solo hacerla con claridad.

 

Le apasiona tomar estas clases, porque veía de forma directa como utilizar los nuevos implementos: anillo antiveneno, el colgante con el frasquito de cristal con las semillas de hielo, el colgante con forma de esmeralda (amuleto de la Resurección). Esta vez agrego a su atuendo, los anillos y colgantes de los libros anteriores.

 

¡La magia es impresionante! ¡Vaya! antes de asistir a la clase, se imagino que debería abrir el frasquito de cristal...pero ahora veía lo práctico que era usar la varita y los hechizos. De alguna forma...tanto las semillas de hielo como la Arena del Hechicero, le permitían congelar por unos minutos y cegar al que se le lanzara la arena.

 

Queriendo probar los hechizos, comenzó a practicar el movimiento oscilante, debía tratar de que fuese lo más parecido al realizado por la profesora Lisa, sus primeros intentos fueron titubeantes, pero todo es cuestión de práctica...¿no?

Siguió unos minutos más, era necesario realizar lo de manera tal que se notara seguridad, base importante para que no afectara negativamente o que fallará.

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Gatiux no pudo evitar sonreir al oír la voz de Orión, no lo había visto aquella mañana y había salido rumbo a la clase sin él, sin tener todas consigo de que el mortífago fuese a acudir. Masajeó un par de veces el brazo de Orión a modo de saludo. Parecía tan despreocupado como siempre y se preguntó si se prepararía más si ella no estuviera en aquellas clases, él sabía que ella llevaba un alijo suficiente como para sobrevivir ambos unos cuantos días en un entorno agresivo.

 

Lo que sucedió después dejó a Gatiux congelada por la sorpresa, no porque las criaturas se levantasen de su sueño reparador, si no por que alguien les enseñase como funcionaban los hechizos del libro y le explicase en qué consistían. Con los libros anteriores lo había tenido que imaginar mientras sostenía el tomo correspondiente mientras que el profesor vivía una aventura paralela dos kilómetros por delante. Asintió aprobando mentalmente.

 

- Alguien utilizó las semillas del hielo para extinguir un fuego en una de aquellas ferias ministeriales que comenzaron a arder. -recordó- Fue bastante impresionante el poder de alcance de las semillas del hielo.

 

Ensayó en el aire el mismo movimiento que había hecho Lisa instantes antes con su varita, girando con delicadeza la muñeca mientras en su mente resonaba aquel conjuro. Lo tenía, no parecía entrañar tanta dificultad. Materializó la varita en la diestra y lentamente fue separándose de Orión, si estaban juntos serían un objetivo más fácil al limitar los movimientos del otro y una misma criatura podía intentar encargarse de ambos.

 

Gatiux silbó, distrayendo a la criatura que tenía su interés puesto en Orión. El Thunderbird molesto por la intrusión grazno ferozmente mientras aleteaba. Gatiux corría sin perderlo de vista para dar espacio a los demás. Y la criatura fue detrás de ella, quizás queriendo quitarsela de en medio pronto bajó en picado, Gatiux esquivó el ataque rodando por el suelo y levantándose con agilidad felina, pero el Thunderbird no cejó en su intento, en cuanto volvió a recuperar el vuelo tras girarse, volvió a atacar.

 

- Arena de Hechicero.

 

De la varita de Gatiux surgió una arena finísima que se dirigió hasta el Thunderbird que la atacaba. Por un instante la criatura se desorientó, quedándose en el cielo volando en el mismo sitio, intentando guiarse por el resto de sus sentidos, algunas criaturas podían percibir el lugar exacto sólo por el leve chasquido de una hoja. Por lo que la banshee de cabellos violetas no se movió, ni siquiera respiró mientras observaba a la criatura perdida.

 

Por supuesto aquel respiro no duró mucho, supo que el efecto había pasado cuando obtuvo un graznido aún más furioso por parte del Thunderbird. Sabía que ahora atacaría con más ferocidad. Y por eso Gatiux sonrió, en aquellas situaciones de peligro solía sentirse viva con la adrenalina fluyendo por sus venas. La criatura henchida de rabia se lanzó con fuerza contra Gatiux. Y ésta movió la varita cuando casi estaba a su altura.

 

- Semillas de Hielo.

 

De la varita de la Malfoy surgió un viento helado que recubrió al Thunderbird, incluyendo una peana de un metro para que la criatura no cayese a plomo contra la hierba. Era como una de esas decoraciones fastuosas que incluían algunas fiestas. Faltaban canapés alrededor. Gatiux aprovechó aquel instante para separarse un poco más de la criatura, un par de metros y situarse a la espalda de la misma. Eso le daría tiempo suficiente a reaccionar de nuevo si tenía que virar para volverse en su contra.

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Tras su practica, sintió que por fin tenía tomado el truco de el movimiento correcto, miro a los dos compañeros que tomaban la clase también, le parecía que se desenvolvían mucho mejor o al menos esa era su apreciación personal.

 

Los thunderbird ya no se quedaron tan tranquilos, unos minutos habían estado algo adormilados como para hacer algo, pero ya estaban despejados y notaron la presencia de los magos, comportando se un tanto agresivos, quizás porque eran un tanto territoriales. Uno de ellos lanzo furioso un ataque con su poderoso pico, viendo su intención de partirlo en dos, el ojimiel hecho mano de una estrategia eficaz para escapar de tal peligro:

--Salvaguarda Mágica -- Se volvió intangible en el justo momento en que el thunderbird cerraba su pico sobre él...este simplemente lo traspaso, tenía unos minutos a salvo sin sufrir daño por el momento, instantes en que penso si debía ocupar su anillo de Amistad con las Bestias, recordaba que el hechizo Orbis Bestiarum le ayudaba a controlar bestias hasta el nivel XXX pero desconocía si los thunderbird tuviesen ese nivel. Miro como la compañera Gatius empleaba los hechizos mostrados por la profesora Lisa, así que era mejor hacer lo propio.

 

El thunderbid seguía atento a él, batía sus alas, se veía dispuesto a continuar su ataque, el ojimiel apresto a estar listo en cuanto se volvió a la normalidad, alzo su varita mágica y esta vez lanzo el hechizo que pensó que era el mejor debido a que estaba frente a él y había riesgo de que atacara con una de sus potentes patas así como su pico...

-- Semillas de hielo.

 

De su varita surgió un viento helado que paralizo al thunderbird recubriéndola de hielo, ese momento lo aprovecho para desaparecer de su posición y aparecerse a resguardada distancia del ave, ya que no estaría inmovilizada por mucho tiempo y mejor era admirarla desde una distancia segura.

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El contacto de Gatiux era lo que necesitaba en ese momento. Era como volver a afirmar su presencia en la clase. Eso significaba que iba a terminar bien la clase. Fueron las reiteradas situaciones tras las que Orión llegó a la conclusión de que las situaciones tendían a resultar en su mejor situación. Lo importante no es el destino, ni el viaje, sino la compañía con la que cuentas en todo momento. Así de poético se había vuelto el mortífago. Efectos directos de estar enamorado.

 

La profesora le había contestado con gracia a sus preocupaciones sobre los animales. Si le dieran para elegir entre las diferentes habilidades que ofrecía el Ateneo; Animagia no sería la primera opción del Mago Oscuro. No porque odiara los animales, o no tuviera una conexión innata con la naturaleza como claramente lo demostraba Lisa. Simplemente se sentía más cómodo frente a una chimenea. Se había vuelto más hogareño.

 

Eso no significaba que su lado bélico se había apaciguado.

 

- Arena de Hechicero.

 

Había sacado su varita de su bolsillo izquierdo y apuntado hacia una de las bestias que se había lanzado hacia los alumnos. Los Thunderbirds se asemejaban a los fénix en cierta medida. Eso no los hacía más benevolentes. Porque si no hubiese sido por el hechizo efecto que liberaba una gran cantidad de polvo ocre que iba directamente a los ojos de la bestia. La embestida casi lo golpea. Pero todo estaba fríamente calculado.

 

Asumió que utilizaría el próximo hechizo para evitar que el Thunderbird se lastime en la búsqueda de dar con su víctima.

 

- Semillas de hielo –susurró.

 

Un brillo azulado apareció en la punta de su varita que salió disparado hacia la criatura mágica. Un rayo se disparó con el objetivo de paralizar en lo que quedaba del tiempo. Por lo menos así evitaría futuros desastres.

 

-¡Excelentes movimientos!

 

La verdad estaba sorprendido. Capaz, el libro del equilibrio iba a serle útil en algún momento.

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Desde su nueva posición, miro como se desarrollaba la clase. El compañero Orión hizo una muy buena demostración de los hechizos. Él sabia que a él le hizo falta utilizar la Arena del Hechicero, pero aún quedaba tiempo para que en la clase, se tomaran el momento para practicar y ejecutar los otros hechizos del libro del Equilibrio.

 

No solo había leído estos, los trato de memorizar. Pero ya lo dice ese dicho " Si lo escucho lo olvido, si lo veo lo recuerdo, si lo practico lo aprendo"

 

Me faltaba ese último paso....metí mi mano en el bolsillo interno de mi capa negra y saque el libro que compre en la Magic Mall. Con la varita lo toque para que recupere su tamaño normal, así lo tome en mis manos y repase la lectura. Me preguntaba con curiosidad... ¿Cuál de los hechizos ocuparíamos ahora? y lo ´que más me intrigaba ¿Con cual de los nuevos hechizos nos ayudaría el dragón?

 

Con verdadero intéres, seguí la lectura, tratando de relacionar el hechizo, con lo que percibía alrededor...que yo supiera, ni los thunderbird, ni los dragones, son venenosos...algunos otros animales si...¿sería que tendríamos que buscar alguno para probar el anillo Antiveneno? lo más seguro que si...¿pero y el dragón?

 

Sus ojos miel releían de nueva cuenta el texto y entonces se sintió como si hubiese chocado repentinamente contra un muro de acero...."¡El amuleto de la Resurrección! !por Merlín! ¿será.....?"

Busco acercarse a la profesora, mejor sería salir de las dudas.

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