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Prueba Libro de las Auras II


Runihura
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El domo que había elegido para la ocasión era espléndido, de esos que dejaban sin palabras a quien los viera únicamente por ser del tipo de lugares que no dejaban espacio para el aburrimiento. Una cúpula de cristal brillaba bajo la luz del sol, cristalino como si alguien se hubiese tomado la tarea de pulirlo hasta dejarlo completamente resplandeciente. Pese a que ocuparía sólo a tres personas en su interior, el domo era enorme en comparación al lugar en donde se encontaba; en un bosque amazónico había un pequeño claro -dentro de las dimensiones de la inmensidad selvática- y ahí estaba el domo, rozando a los árboles en un círculo perfecto de un radio de unos treinta metros.



En el interior había más de lo que se podía apreciar afuera y daba la impresión del que lugar buscaba en realidad separarlos del exterior, para que no causaran ningún daño en la naturaleza, que de protegerlos de ella. Y era objetivo, puesto que el verde de las plantas era magnífico, el color de las flores vívido y casi desconocido, rozando una magia que no podían invocar incluso con ayuda de sus varitas. Y había animales rondando, curiosos, viendo qué era ese objeto transparente que había aparecido hacía unas horas en medio de su hábitat.



Pequeños arbustos decoraban los bordes interiores del domo, donde aparecerían los alumnos de Runihura una vez que cruzaran el portal. Éstos no eran enormes, pero tampoco eran diminutos. Eran del tamaño perfecto como para ocultar ciertas criaturas que, ¿por qué no? Se habían quedado en el interior con la intención de formar parte de la prueba. Criaturas muggles, selváticas, que se mostrarían solo cuando hubiera empezado la batalla. Si alguno de los contrincantes deseaba usarlas a su favor, estarían en su derecho.



En el suelo, esparcidos a muchos metros de distancia, habían troncos de árboles secos que habían caído ahí mucho tiempo atrás. Pero lo más importante era que se trataba de un espacio abierto en su totalidad, pese a que las paredes los encerrarían, tenían muchísimo espacio para moverse y realizar invocaciones de cualquier tipo. En el medio de todo, Runihura había aparecido y parecía formar parte del mismísimo entorno, como si hubiese nacido ahí en vez de la tierra de los guerreros Uzza. No obstante, su concentración estaba puesta en sus pupilos. Era el momento de saber si tenían lo necesario o no. Cuando aparecieron, alzó las manos, una para cada uno de ellos. Los instruía.



―Desde este momento, son contrincantes. No espero que se maten entre sí, lo que espero es que prueben lo aprendido. Elijan bien su Aura, puesto que sólo tendrán una oportunidad y lleven el duelo con fluidez, no hay tiempo que perder ―hizo una pausa algo prolongada y dio varios pasos atrás, apartándose en silencio por el césped suave de Amazonas―. Pueden comenzar.



Yekaterina Vs. Sagitas



  • Reglas


  1. El duelo tendrá una duración de una semana, cerrando el día 29/05/2017.
  2. Pasadas 24 horas sin respuesta del contrincante, los ataques se considerarán impactados.
  3. Pasadas 48 horas sin respuesta del contrincante, se considerará abandono (reprobará) y el instructor, Runihura, tomará su lugar.
  4. Los hechizos permitidos son los de la lista de neutrales, bando hasta el rango Mago Oscuro (MT) y Templario (OdF) y los libros de hechizos hasta el libro de las Auras.
  5. Nos guiaremos por las reglas de Duelos y Asaltos.
  6. Por ésta prueba, se podrán realizar un aura en un duelo individual, recordando que éstas están permitidas únicamente en duelos grupales.
  7. Las dudas sobre la prueba podrán ser realizadas en el topic de dudas y consultas del libro de las Auras.


Saludos y suerte.


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-- ¿En serio?

 

Sí, en serio. Cuando abandoné a la Uzza Runihura y crucé aquel portal que ella había creado, no me esperaba aparecer en un lugar tan excepcional. Y lo debía de ser para que yo me impresionara. La vegetación era hermosa para alguien como yo, una sacerdotisa que tenía el don de hacer crecer plantas a su alrededor. Pero no había sido causa mía. Nuestra profesora del Libro de las Auras había elegido ese lugar para practicar las mismas y, así, aprender a usar el libro con exactitud.

 

No hubiera debido ponerme tanta vegetación a mi alrededor. A pesar de estar en un claro, veía tantas plantas que se me caía, literalmente, la baba al identificar árboles, arbustos, plantas... Era un paraíso, tanto verde y tanta humedad... Bueno, la humedad no es que me guste mucho pero eso hace posible que todo sea verde, algo que amo. Es extraño puesto que mi color favorito no es el verde sino el violáceo. Pero en la naturaleza, nada como un buen lugar verde que indica que hay vida.

 

Vida.

 

El sonido me alertó un poco. Allá había mucha vida, no sólo la vegetal o arbórea. Allá había seres, criaturas que poblaban el lugar. Era muy normal, por supuesto. ¿Qué sería la vida animal sin la vegetal o al revés?

 

-- ¿Por qué me presentes este lugar tan maravilloso, Ruhinura? ¿Para que me pierda en su contemplación y me olvide de luchar? -- era una protesta vana pues sabía perfectamente a qué nos había llevado allá la Uzza. Siempre había estado en contra de los duelos insulsos pero, esta vez, la magia de las Auras me tenía tan sometida que ansiaba entrenar con ellas.

 

Sonreí a mi contrincante y le presenté mis respetos con la varita.

 

-- Me encantaría estar en otro sitio, contigo, en vez de en este paraíso pero... Ya que estamos aquí... Espero que no te lo tomes a mal... -- ¿Qué aura elegir? Ranihura tenía razón, había que hacerlo bien...

 

¿Y si elegía el del Fénix? ¿Y si elegía el de la Muerte? Me estremecí sólo de pensarlo... ¿Qué otras auras tenía el libro? Intenté recordar y sonreí. Había uno que no había ensayado pero que recordaba porque me había hecho mucha gracia en el momento de la lectura. Apunté con mi varita hacia su persona y lo invoqué, uniendo mi mente y mi espíritu en un leve baile porque, no lo puedo negar, estaba curiosa por ver qué sucedería: -- Aura de la Confusión, espero que te divierta el Fregotego que te obligo a usar.

 

Le miré, divertida. Sabía que era un Aura de conjunto pero... ¿En verdad se pondría a limpiar aquella zona verdosa como si fuera el patio de su casa?

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