En el coliseo romano

[Lestat Rambaldi]

«No hay plazo que no se cumpla, ni deuda que no se pague», pensé con determinación mientras avanzaba por la arena del mítico Coliseo Romano. luego de aparecer con aquella luz en su rostro para ocultarse de ojos curiosos y no mostrar su verdadera identidad.

 

Aquella vez, sus ropajes blancos como un hake arabe eran lo que lo cubrían, hiba descalzo pero caminando con determinación hasta llegar a la tribuna.

 

 

El anfiteatro lucía irreconocible. Las graderías se hallaban vacías, sin embargo la sencilla decoración llenaba cada palmo del lugar. Una especie de domo cubría el centro de la arena protegiendo las diversas mesas de madera que se hallaban distribuidas alrededor de una pequeña pileta de mármol. El agua de la fuente, reflejaba el fulgor de cientos de antorchas de fuego eterno que secundaban el perímetro, iluminándolo todo de manera uniforme.

 

Eché un vistazo alrededor antes de situarme junto a la tarima que se alzaba en medio de la arena, paralela a la tribuna donde los emperadores y otros nobles disfrutaban del espectáculo, a la espera De aquel contrincante...

 

Sabia que todo esto seria un entrenamiento, pues hacia ya varios meses que había dejado a un lado los duelos.

 

Entonces escuché los pasos y entonces la vi...Salté quedando en la Arena, aquella donde luchadores y gladiadores una vez utilizaron tiñéndola de sangre, miré a un lado donde la estructura parecia derrumbada por el pasar de los siglos, y al verla llegar.. solo le di una reverencia mientras le decia...

 

—Veo que me has seguido, tu mortifaga..¿acaso piensas utilizar tu oscuridad para apagar mi vida?, los sacrificios siempre están a la disposicion de los buenos corazones, y mi lealtat hacia la luz así te lo demostrara...—

 

—Sectusempra— grité mirando que se encontraba a unos 6 metros de distancia en linea recta si lograba dar con su humanidad seguramente conseguiria hacer unos cortes profundos y sangrantes que de un momento a otro la mataria si no lograba sanar.

[Joa Macnair Crowley]

Cómo había llegado hasta Italia era una historia sin importancia, para ella lo único que valía la pena resaltar es que era, por lo menos, un escenario totalmente diferente a aquellos británicos sombríos que frecuentaba día a día. Por supuesto, seguía prefiriendo climas mucho más fríos pero no podía negar lo agradable que resultaba uno más cálido.

Sin embargo, no estaba allí de vacaciones, tenía negocios que atender. El cómo no importaba, el por qué había cruzado fronteras era simple: un duelo. Estaba en medio de una de esas temporadas en las que se obsesionaba con el bajo nivel en duelo que consideraba tener, le perseguía el deseo de mejorar, de ser un miembro digno de su bando y sus familias, y para ello nada mejor que la práctica. Una mucho más interesante si era en contra de un integrante de la Orden del Fénix.

Por ello le había seguido hasta el Coliseo, antiguo escenario de luchas épicas y que esa cálida noche —con suerte— albergaría una más.

Primero le observó oculta entre las sombras de las gradas en ruinas, casi como un pequeño gatito curioso, luego apareció ante su vista, sus pies descalzos en contacto directo con la arena mientras se acercaba lentamente a él, quien escondía su rostro tras la luz tal como ella lo hacía tras la máscara. Su oscura túnica ondeaba ligeramente con cada paso que daba y sus amuletos, tanto el volador como el de curación, tintineaban contra su pecho en un sonido apenas audible. Eso y su varita —sujetada con firmeza en su mano derecha— era lo único que necesitaba por el momento al detenerse a unos siete metros del hombre.

—Blah, blah. ¿Acaso no tienen modales en tu bando? —Despreció su corto discurso con un simple gesto de manos—. Sí, te seguí. Venía en busca de un duelo decente, pero en lugar de eso me encuentro con un mago de diatriba cargada de fanatismo que lanza ataques de buenas a primera sin siquiera una pequeña reverencia antes de comenzar.

Vio venir el rayo, pudo haberlo detenido, pero no lo hizo. Sintió cómo las heridas se abrían una vez éste le impacto, la sangre carmesí corriendo casi instantáneamente por la arena fue seguida de un suspiro y una sonrisa de su parte, su expresión oculta bajo la máscara.

—Siempre me ha parecido irónico eso de querer luchar contra algo siendo igual que ello —soltó divertida en voz baja, un tanto débil por el ritmo al que perdía sangre.

No tenía tiempo que perder así que era mejor enfocar sus energías en atacar.

—Expelliarmus —pronunció con voz queda pero con suficiente firmeza para que un rayo rojizo saliese de su varita en dirección a él con el objetivo de desarmarlo si éste no lo evitaba de alguna forma.

No era lo único que tenía planeado para el mago, esta vez apuntó directamente hacia su pecho, a esa extraña vestimenta más árabe que romana.

—Morphos —el efecto era inmediato, su ropa se convertiría en una avispa marina cuyos finos tentáculos le envolverían de la misma forma en que lo hacía la tela, inyectando dolorosamente su veneno e iniciando una cuenta regresiva para el fin de la vida del hombre.

Por su parte, la pérdida de sangre hacía efectos sobre la Macnair, si demoraba un poco más en actuar el mago bien podría dar media vuelta e irse declarándose ganador de un patético encuentro. Así, decidió usar lo último que había aprendido en la Universidad cuando cursó lecciones sobre el libro de la fortaleza: <<Curación>>. Pensó con determinación antes de sentir cómo las heridas cerraban tal como harían gracias al efecto curativo del episkey.

[Lestat Rambaldi]

El myrddin vio con desconcierto como la chica recibia aquella maldicion, al ver la sangre, me dio un poco de lastima pues seguramente un cuerpo humano sufriria, pero al verla a la cara esos ojos frios solo demostraban oscuridad. y un hechizo voló en mi direccion.

 

-protego- dije justamente en el momento que el rayo casi me golpea y el escudo magico invisible producido por mi varita hizo que inmediatamente el rayo fuera absorvido frente a mis narices.

 

vi que apuntaba su varita, no podia permitir que se saliera con las suyas, floreus dije en un susurro y en ese momento en vez de un morphos que ella intentaba realizar salieron flores de su varita.

 

El myrddin la miró y se preguntó ¿por que lo habia seguido?.

 

-Por que no muestras tu rostro-le preguntó... acaso tienes miedo... en ese momento lestat apunto su varita a su cara y mostro su limpia cara, para nadie era un secreto que el pertenecia a la orden del fenix.

 

Epero pensaba que la sangre en algun momento la dejaria completamente seca y sin mas la chica se curo ..a ya veo el libro de la fortaleza..-.entonces estamos a la par..eres una mago oscuro... un placer conocerte...- fue lo que dijo el myrddin viendo como esta se curaba gracias a su amuleto de curacion.

[Joa Macnair Crowley]

No estaba del todo recuperada o a salvo de los efectos del ataque que había decidido recibir; sentía como la pérdida de sangre causaba estragos en su cuerpo, debilitándola, mas no impidiéndole continuar. No ignoraba el hecho de necesitar un episkey más para sanar por completo, pero todavía podía resistir un poco más antes de hacerlo, lo suficiente para acorralar a su oponente.

Si bien había logrado defenderse del rayo que tenía la intención de desarmarlo, la bruja sonrió al ver su segundo hechizo surtir efecto y transformar la vestimenta del hombre, consiguiendo con ello envenenarlo. Claro, en su intento por impedirlo había sido tan galante como para enviar un ramo de flores a la Macnair tan pronto ésta probase atacar de nuevo, haciendo necesario cambiar sus planes.

—Episkey —pronunció apuntándose a sí misma para terminar de librarse de los debilitantes efectos del anterior sectusempra y al mismo tiempo anular el hechizo que pretendía convertir su varita temporalmente en un florero—. La próxima vez que intentes eso, ¿puedes hacer que salgan violetas? Me gustan las violetas —dijo con renovadas energías luego de recuperarse por completo.

Observó detenidamente su rostro, asegurándose de recordarlo.

—¿Miedo? —Bufó por debajo de la máscara—. Me parece absurda esa idea suya de decir que mostrar su rostro es valentía, no es más que estupidez. ¿Acaso crees que aquellos que han dominado el mundo, quienes realmente lo han influenciado, lo han hecho públicamente? Quienes crees que lo han hecho son sólo los títeres de la mete detrás —daba pasos alrededor mientras hablaba, siempre manteniendo la distancia entre ellos, pensando en su próximo movimiento.

Era sencillo: quería mantenerlo defendiéndose o impidiendo sus ataques. Parecía haber reconocido el hechizo del libro de la fortaleza que había usado la Macnair para curarse y no quería darle la oportunidad de usarlo también.

—Desmaius —le apuntó repentinamente, enviando en su dirección el rayo que, de impactar, dejaría a su contrincante inmóvil e inconsciente, facilitándole el trabajo a ella—. No puedo decir que conocerte sea exactamente un placer, el dejar tu cuerpo sin vida en este escenario sin duda lo sería.

[Lestat Rambaldi]

El myrddin estaba muy feliz, la verdad habia pasado mucho tiempo desde que habia usado aquella varita, en un duelo y luchar con un mortifago era completamente alucinante, ademas de eso aquella mujer le comenzaba a caer bien. Extraño para ser de bandos diferentes, la verdad era que lestat no tenia rencores...

 

- Incarcerus- dijo en el ultimo minuto justo cuando la chica curaba sus heridas, ya en sus pies reposaban los petalos marchitos de el ultimo floreus pues con el episkey no serviria en nada...las cuerdas fueron invocadas la primea salió rapidamente hacia su torso enrollandose y uniendo sus brasos con el torso parecia como cuando le colocan una camisa de fuerza a una persona loca, la cuestion era la siguiente, no queria decir que ella estuviera loca simplemente aquellá accion seria para que esta perdiera la punteria y sus manos fueran inutilizadas...la segunda se amarró en la boca a modo de mordaza para que la chica no pudiera realizar hechizos verbal y ninguna otra palabra mas.. La verdad el llamarme estupido por quitarme la mascara tenia un precio.

La tercera se amarró a sus tobillos haciendola cael definitivamente en el suelo, no podria escapar y seguramente librarse seria muy dificil.

 

-En ese momento un rayo volaba hacia mi- enseguida dije-Expeliarmus- el rayo tambien voló hacia aquella dama...fué un momento tenso, yo vi como su varita salia despedida de su mano y caia 5 metros hacia sus espaldas, ¿acaso queria lanzarme un desmaius?, pensé al verla revolvarse como una oruga en mis cuerdas, no podia decir hechizos verbales su boca estaba asegurada y sin punteria...¿acaso habia terminado todo?, la chica no tenia su varita...amarrada le seria muy dificil agarrarla, ¿acaso el duelo habia terminado?...