Jump to content

Prueba de Oclumancia #7


Aailyah Sauda
 Compartir

Publicaciones recomendadas

Aaliyah realizó el ritual nocturno con parsimonia y respeto, sin permitir a la luz de la Luna apresurarla para no hacer esperar a su aprendiz; no había nada en el mundo que pudiera restarle prioridad a las oraciones que dedicaba a su familia. Cuando terminó de pronunciar los rezos, el incienso ya se había consumido por completo, pero el olor seguía presente; las paredes naranjas de su hogar, así como la kunga de la que estaba hecha su vestido y su turbante, se habían impregnado de una fragancia sutil que recordaba a las rosas secas. Como sucedía cada vez, sentía su espíritu revitalizado y puro, y también se sentía con más fuerzas. Aunque era considerada una mujer muy sabia, la arcana todavía no era capaz de descifrar qué era o cómo funcionaba la magia de las plegarias, pero habían pasado ya muchos años desde que se rindió averiguándolo… y no por frustración, sino porque concluyó que se trataba de algo muy superior a ella, y sería irrespetuoso querer saberlo todo.

 

La pálida luz de la Luna ya bañaba los árboles y el río, para cuando la arcana apareció. El portal se cerró tras ella, sin causar daños en el delicadísimo espacio-tiempo, y entonces ella comenzó a caminar. Una ligera neblina fría le impedía distinguir con claridad sus alrededores, pero eso no le preocupaba; Sauda conocía ese lugar mejor que la palma de su mano. Era imposible que algo allí se volviera contra ella, y si acaso había peligro, ella era la primera en entrarse, no gracias a los ojos de águila que habían perecido debido a las cataratas, sino a la facilidad con la que percibía las emociones ajenas. Sabiendo muy bien dónde pisar, se dirigió al lugar donde la esperaba el joven Thomas Gryffindor.

 

―Estoy muy feliz de verte, Elros ―le dijo, con una sonrisa. La arcana todavía dejaba ver al muchacho una imagen más “amigable” de ella, aquella joven exótica y vivaz que recorría el mundo con su mentora. No pasaría mucho hasta que le permitiera verla de verdad… pero eso sería luego, cuando le demostrara que de verdad era digno de convertirse en un Oclumante.

 

>>Sé que ya sabes cuál es el procedimiento ―musitó, no sólo porque percibió la familiaridad que sentía el mago en aquel lugar, sino porque en su entrenamiento le había dejado muy en claro que también era un Vidente, un Legilimante y un Animago. Se atrevía a pensar que, siendo un joven tan habilidoso, debía sentirse un poco confiado… y, por eso, esperaba que no permitiera que eso influyera mucho en sus acciones―. No puedes usar la Aparición ni el Fulgura Nox para llegar a la Gran Pirámide; sólo tus piernas… y, si es necesario para seguir tu camino, la varita.

 

Frente a ambos, hay una única barca de madera, con un par de remos. Confía en que Thomas, al ser el hijo de un gran alumno como lo fue su padre Elvis, no sea de esos magos que consideran el uso de las manos en ese tipo de actividades “rebajarse” al nivel de los no mágicos. Además, confía en que sea capaz de usar su entrenamiento para mantenerse enfocado, pues aquella travesía sobre el agua llena de neblina, está planeada para confundir a los magos y brujas poco determinados, y hacerlos olvidar su objetivo. El que llegue a la orilla, sería una señal inequívoca de que vale la pena presentar al muchacho a la prueba.

 

Al bajarse de la barca y adentrarse en el bosque sombrío y plagado de fwoopers, el muchacho quedaría encerrado en un laberinto. No sólo el camino estaría minado por lazo del diablo, sino que Sauda estaría presente dentro de su cabeza, atormentándolo con imágenes e ilusiones falsas pero realistas, con el objetivo de impedirle avanzar y perderse. Con el tiempo, la arcana había aprendido que la Oclumancia no sólo se trataba de protegerse, sino de desarrollar la voluntad para hacerlo; de ser fuerte, básicamente. Y Thomas, para demostrar que era digno de portar el Aro de la Habilidad, no podía dejar que el miedo lo controlara.

 

En el centro del laberinto, estaba la Gran Pirámide. Allí, lo esperaría el último obstáculo en el que le demostraría a la arcana y a sí mismo que estaba listo para lo que vendría. Un boggart le impediría la entrada.

 

―Te esperaré en la entrada al Portal de las Siete Puertas. Buena suerte.

ug3n3nQ.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

-Tranquilo, nene... Todo saldrá bien- eran las palabras de serenidad que le brindaba Annick a su hijo mientras se celebraba la cena en la morada de los Gryffindor; frase que fue acompañada por unas tenues "palmaditas" sobre el hombro derecho del muchacho, provenientes de Elvis, quien estaba sentado en la cabecera de la mesa con su plato ya vacío. -¿No vas a comer más, Elros?- preguntó el patriarca al pelirrojo; el mismo que contestó con un gesto negativo con la cabeza antes de expresarse delante de sus progenitores. -La verdad es que no tengo mucha hambre, papá. Con la carne y las ensaladas quedé bastante bien... Tendré que dejar los carbohidratos para otra ocasión. Creo que sacaré un par de naranjas de la cocina antes de marcharme al Ateneo- platicó el fenixiano previo a poner ambas manos de porcelana sobre la cubierta de madera y así ponerse de pie, pidiendo antes el permiso correspondiente. -Lástima que estén solamente ustedes dos, esta noche. Estoy tan acostumbrado a ver la casa llena... pero bueno, un poco de "privacidad" no le hace mal a nadie ¿O no?- agregó con picardía al besar la mejilla de la McKinnon, sonriéndole a la distancia al escocés con un guiño divertido de su ojo surdo. -Nos vemos a mi regreso- se despidió finalmente el paladín; orientando sus pasos hacia el vestíbulo de la mansión, lugar donde Rhaenya (la elfina de su padre) ya le tenía armado un pequeño bolso tonalidad marrón junto a dos relucientes frutas. -Muchas gracias... me ahorraste ir por ellas. Cuida bien de mi pequeño Brahmsy- exclamó al salir a la fachada; bajando los escalones de piedra con agilidad antes de sumergirse en dicha desagradable sensación de aparición que, segundos más tarde, lo materializó en las proximidades del lago universitario que rodeaba la isla.


La noche estaba fresca, corría un suave viento que mecía sus ondulados cabellos de fuego al son de los soplidos del dios Eolo, la pálida luz de la luna iluminaba con elegancia las copas de los árboles, y los mooncalfs bailaban en la ladera inferior de la montaña del Gigante de Piedra sobre sus patas traseras; hecho que hizo sonrojar al apuesto mago al cerciorarse de que se trataba del ritual de apareamiento de dichas criaturas mágicas. <<Me imagino a mí con esos pasos frente a Athena>> pensó con discreción mientras lanzaba una piedra "con efecto" hacia el agua, dejando entrever su destreza para hacer "sapitos" o practicar la conocida "cabrilla" de la Antigua Grecia. -¡Diablos!- fue lo que vociferó cuando oyó la voz de Saka a sus espaldas; teniendo que realizar un veloz movimiento de compostura para evitar caer al lago de bruces. -Perdone, maestra. No sentí su presencia. Entre mi pasatiempo y la neblina que hay... pues, me distraje ¡JaJaJa!- pronunció rascándose la nuca con una pizca de insistencia. -Comprendo, Sauda. Sé que hay que esforzarse para llegar hasta allá. Es mi cuarta vez, pero jamás había estado aquí bajo este clima un tanto "inusual"... Supongo que usted previó esto ¿No es así?- continuó diciendo, esta vez refiriéndose a la pulsera de pequeños zafiros circulares que la tanzana poseía en su muñeca. -Le agradezco... La veré ahí- concluyó antes de separarse de Aailyah, regalándole una reverencia.


En la orilla, ahora yacía una barca de madera junto a un par de remos; por lo que Thomas, sin vacilar, se acercó hasta allí y subió con rapidez a su nuevo medio de transporte que lo conduciría hacia la isla. Al sentarse en una de las gruesas vigas, alzó su varita de pirul para invocar un encantamiento que empezó a mover los remos sin usar la fuerza humana (aunque tampoco restaba de ella), sumergiéndose y emergiendo en las aguas con un ritmo muy calmado que permitió que el adolescente no se marease. Iba vestido muy cómodamente; desde un pantalón de jeans, una polera de mangas largas (la cual arremangó hasta sus codos) y deportivas livianas que le acompañasen en aquella aventura; la misma que comenzó cuando la niebla se volvió más y más densa, opacando su visión. <<Tranquilo... no pierdas tu norte... Concéntrate>> cavilaba para sus adentros tan pronto como optó por cerrar sus ojos. Una serie de imágenes del futuro, desde donde provenía, empezaron a atormentarlo: la escena de sus padres muertos, el templo de la Orden de la Mano de Plata en ruinas, y los cadáveres de las hijas de Arabella en el Departamento de Misterios. <<Deja... deja ir estos pensamientos... enciérralos y ocúltalos en un cofre al interior de tu consciencia>> meditaba mientras respiraba relajadamente, enaltando su poderosa barrera mental al hacer uso de la Oclumancia "pasiva". Y así, sin darse cuenta; la barca encalló en tierra firme con un golpecito que incitó al veinteañero a abrir sus dos carismáticas esmeraldas al mundo exterior que le aguardaba.

Editado por Thomas E. Gryffindor
Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

  • 2 semanas más tarde...

Recordó haberle dicho a Thomas que el uso de la varita lo derivara a los instantes en que fuesen necesarios, pero allí estaba, usándolos para remar un bote cuando podría haberse valido de sus brazos para conseguirlo. Negó con la cabeza, un poco decepcionada por aquello, pero aún tenía la oportunidad de rectificar este pequeño error en los siguientes pasos a dar una vez alcanzada la orilla del otro lado del lago. No se lo mencionó pero pronto tendría que afrontar un par de pruebas que retrasarían su llegada al Portal de las Siete Puertas.

No podía negar que sentía cierta curiosidad por saber la manera en que saldría a flote de cada obstáculo. Más cuando ella agregara algunas visiones que seguro rememorarían la forma en que le enseñó en "clase" a crear una barrera entre su mente y la de aquellos que quisieran invadirla para sacar provecho o para hacerle caer. Tan potentes podían llegar a ser que fácilmente podría confundirse entre lo que es real y lo es solo una ilusión.

«Muy bien, Thomas. Pero recuerda valerte más de tus propias energías antes que de la varita». Le recordó como única advertencia para el futuro. «Ahora demuestra por qué te he considerado un mago apto para obtener el Anillo de la Oclumancia, no debería ser complicado».

Sus palabras resonaron como un eco de moderada altura de voz en la cabeza de Gryffindor. Sus palabras eran meramente para infundirle algo de ánimo porque Sauda bien sabía que los baches del camino eran más que complicados, y cada cual más difícil de traspasar que el anterior.

Mantuvo sus ojos cerrados para continuar aquella conexión establecida con el joven, esperando ser gratamente sorprendida.

ug3n3nQ.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

-Llegué- anunció a la nada a través de un susurro que expulsó una nube de vapor producto de la interacción de la exhalación con el frío que circulaba en la orilla de dicha "playa" que conectaba el lago con el temido bosque que tendría que recorrer a continuación. Si bien era cierto que Elros ya conocía el trayecto hasta la Pirámide, aquello no le garantizaba que pudiese atravesar la frondosidad con éxito, pues cada Arcano tenía sus "maneras" para enseñar y orientar en la habilidad a sus discípulos. Fue por eso que, tras descender de un único salto desde la barca, la voz de Saka le causó un poco de extrañeza en su mente. <<Creo no haber comprendido del todo bien el mensaje>> se dijo el pelirrojo para sí mismo; debido a que le resultaba un tanto "confuso" el poder usar, o no, su varita para conseguir arribar hasta el umbral de ingreso de aquella construcción ancestral que estaba al centro de la isla; así que optó por guardarla entre sus ropas sin vacilaciones ni miedos. -Perdone si erré en algo... no fue mi intención, maestra Sauda- musitó a regañadientes en el preciso instante en que sus pies se adentraron por los primeros musgos y árboles milenarios que le dieron la bienvenida al nuevo perímetro. <<Y pensar que como mono llegaría más rápido y con una perspectiva más clara del panorama>> caviló cabizbajo el adolescente; escuchando, a su vez, el cantar de un colorido grupo de fwoopers que anidaban las copas de la flora más alta del lugar. Anaranjados, rosados, verdes lima y amarillos; eran las tonalidades intensas de las plumas que exhibían las aves mágicas; pájaros africanos que ligó de inmediato a Aailyah y sus vistosas kungas. A pesar de que el sonido le resultaba bastante agradable al oído; el Gryffindor tenía conocimiento de que aquello podía afectar su nivel de "cordura", así que cerró su espacio psíquico gracias a una pared mental que enaltó en su cerebro mientras se introdujo en un laberinto húmedo.


<<¿Habrá tenido razón Uric el Excéntrico?>> se cuestionaba al avanzar por los estrechos caminos, meditando sobre lo que aquel sujeto intentó demostrar al creer que el canto de aquellas criaturas era en realidad beneficioso para la salud, oyéndolo él mismo durante tres meses sin interrupción. Estaba justamente en eso, cuando cayó de bruces en el piso; dándose cuenta de que lianas de Lazo de Diablo comenzaron a envolver su cuerpo con prontitud, sin dejarle la mera ocasión o escueta posibilidad de desenvainar su arma para conjurar un simple "Reducto" en la enredadera. <<No es hora para perder la cabeza aquí>> se alentó sin moverse en lo absoluto, sumergiéndose en una profunda calma que prolongaría más su estadía en comunión con la planta mágica. Sin explicación alguna, el Lazo del Diablo lo condujo al interior del muro; soltándole precipitadamente en un cuarto cerrado que parecía ser subterráneo. -¿Dónde estoy? Este sector no lo conocía- platicaba solo el fenixiano tras levantarse del suelo apoyándose en cuadrupedia; para posteriormente traspasar la celda (Salvaguarda Mágica) hacia un sucinto recoveco sombrío. A ciencia cierta, parecía que el paladín se había perdido; pero haciendo uso de aquella misma energía, se orientó sin prisa a pesar del nudo en la garganta que se le formó ante una sensación de "persecución" que afloró desde el instante en que abandonó la "prisión" donde el Lazo del Diablo le dejó. Imágenes de mortífagos encapuchados con sus katanas, de los Uzza atrás de su vasta espalda con sus Varas de Cristal para atacarle, y reos de Azkabán observándole maliciosos; eran parte del repertorio que intentó atormentarle.


Con convicción y voluntad, el patriarca Granger consiguió subir una plataforma que lo llevó de regreso al laberinto del bosque; aunque esta vez parecía haber llegado al corazón mismo de la frondosidad. -Bien Elros... Ya estamos a unos minutos de...- fue lo que alcanzó a pronunciar sonriendo, porque el ruido de un tedioso zumbido le cambió la fisonomía en un "abrir y cerrar de ojos". Frente a él, se hallaba una gigantesca colmena que le impedía el paso por los escalones hacia la entrada a la Gran Pirámide donde la tanzana le esperaba. Decenas de abejas deambulaban de un lado a otro, erizando todos los cabellos del retoño de Elvis y Annick, que les odiaba y temía con todo su ser. Eso mismo le había impedido ganar el Torneo de los Tres Magos frente a Durmstrang; era su fobia, su fuente de alergia y también su mayor miedo desde pequeño. Una simple picadura de aquel insecto bastaba para causar un shock sistémico en su organismo, el que le conduciría hacia la muerte; pero Thomas era astuto, y supuso que aquel obstáculo era un "boggart" plasmado allí por la Arcana con el afán de probarle. Sin estar seguro de lo que haría, pero convencido de tomar el riesgo; el adolescente cerró los ojos, aferrándose a la concentración consigo mismo. Sin ver, le sería más fácil caminar; y así como lo hizo con la bandada de fwoopers, trataría de no oír el zumbido de las abejas a través de una muralla mental que fortaleció con coraje su espíritu y bloqueó la sensación de pavor. Fue así que, luego de unos momentos, el veinteañero abrió los orbes lentamente; percatándose que ya estaba adentro de la Sala Circular con la estrella de cinco puntas rodeada por la serpiente que se mordía su propia cola. -Buenas noches, maestra. Lo he conseguido- exclamó alegremente el joven tras visualizar la figura de Saka nuevamente frente a él, esperando que ésta estuviese satisfecha con su progreso, pese al traspié inicial debido a una mala comprensión de sus palabras e indicaciones sobre el uso "estricto" de la varita. Lumos Solem ni Riddíkulus habían sido necesarios, pues su fuerza de voluntad, entereza y determinación fueron tan poderosas que bastaron para sortear las barreras hasta su meta.

Editado por Thomas E. Gryffindor
Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

—Bienvenido, querido. Sabía que lograrías llegar aquí con éxito.

 

El traspié con que comenzó quedaba un poco en el olvido, no fue más que eso. Sauda siguió atentamente la manera en que Elros consiguió superar cada prueba que aparecía en el camino, sin evitar formular una pequeña sonrisa de satisfacción cada que lo hacía. Misma situación que repetía con antiguos alumnos, esos mismos en que estaba depositando todo su conocimiento y fe para el futuro, de todo corazón rogaba porque alguno llevará la Oclumancia más allá que solo una habilidad que aprender y utilizar de forma metódica.

 

Se puso de pie (pues estaba sentada con las piernas cruzadas mientras aguardaba por Elros) y se acercó al joven Gryffindor.

 

—Entonces ha llegado el momento de que comprobemos si estás listo o no. Ten. —Alargó la mano y extendió la palma para presentarle el Anillo. —Es un Anillo de aspirante, aunque recuerdo que estás algo familiarizado con el tema, de todas maneras no pierdo nada con recordarte que sino consideras que estés preparado aún puedes dar un paso al costado y retrasarlo, y mientras reforzar tus conocimientos del tema conmigo en la Universidad. De lo contrario... —hizo una breve pausa. La determinación de ese muchacho le hacía creer conocer la respuesta. —puedes avanzar y adentrarte en el Portal.

 

Le dio unos instantes para que respirara, reflexionara, y luego añadió.

 

—Una vez adentro todo lo que suceda, veas, escuches y sientas será asunto tuyo. Es con tu mente con lo que lidiarás, tendrás mi apoyo, ya que mi Anillo de Habilidad está ligado al tuyo, pero no podré intervenir, ni guiarte. Solo sabrás que alguien cree en ti y en tus capacidades. Te estaré esperando de este lado, y espero que quien vuelva sea un Mago Oclumántico completo.

 

Sus palabras venían desde el corazón mismo pues estaba convencida de que las últimas palabras de su pequeño discurso serían una realidad.

ug3n3nQ.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

-Agradezco su confianza, maestra- respondió con rapidez Elros, observando cada movimiento que la Arcana realizaba desde su posición sedente con las piernas cruzadas hasta su bipedestación tranquila cuyo rumbo le era conocido. El Ouroboros se mantenía tan magistral como le recordaba, llenando de magia aquel salón circular ancestral que le daba la bienvenida a todo aquel que sintiese que estaba listo para afrontar el portal de la prueba de vinculación con la habilidad correspondiente a la que se aspiraba. -No se preocupe, Sauda... Estoy preparado para esto. Usted me guió de la mejor manera que pudo, sacando a relucir dotes que jamás había logrado controlar. Debo y tengo que hacerlo... por mí, por los seres que quiero... Dominar el arte de la Oclumancia es mi meta, y la Triforce mi ambición- fue lo que contestó el veinteañero, para posteriormente coger el "anillo de prueba" de la palma de la tanzana y colocarlo así junto a los de Animagia, Videncia y Legilimancia. Segundos de reflexión personal en compañía del silencio que se formó en la Pirámide fue lo que culminó por colmar el espíritu guerrero del fenixiano, quien terminó de oír la última indicación de Aailyah antes de volver a alzar la voz con determinación y valentía. -Se lo prometo que así va a ser, Saka- exclamó sonriendo; aprovechando aquel instante, previo a la prueba, para ver una vez más el rostro de la mujer nativa africana que le esperaría con fe y convicción. Fue así que, sin mayores rodeos ni temores, el mago comenzó a caminar hasta donde estaba la puerta mágica que daría inicio a su reto definitivo; pero antes extrajo una jugosa naranja, que combinaba con la kanga de la Arcana, desde su bolso con hechizo de expansión indetectable, y se la comió tal y como un niño ansioso que moría de sed con de ganas de tener algo dulce en la boca. -Tome, maestra. La elfina de mi padre me pasó dos... Están muy ricas, eh- expresó con amabilidad el chico, pasándole una fruta a Sauda en sus propias manos; quien quedó algo perpleja, aunque agradecida, con tal acción de "humanidad" que no todo el mundo tenía en aquellos días donde el egoísmo y los caprichos reinaban por doquier, alejados de los valores.


Ya con el estómago recompuesto, el extrovertido adolescente se internó "de lleno" en el portal, cruzándole con la seguridad de que volvería con Saka como un oclumago completo. Una sensación similar a una ducha con agua fría le envolvió desde el rizo más largo de su cabello hasta la punta de los pies, incitándole a cerrar los ojos mientras el escenario de la estrella de cinco puntas con la serpiente giraba en sus pensamientos, hasta que finalmente todo se volvió oscuridad. <<¿Do... Dónde estoy?>> caviló con una cefalea horrible que le hizo querer llevar sus manos hacia su cabeza con tal de acunarla; pero aquel gesto fue imposible de realizar, debido a que se hallaba atado de torso, muñecas y piernas a una silla que se asemejaba bastante a las ocupadas en el período alemán nazi por Hitler, el tirano muggle más temido de todos los tiempos contemporáneos. Muy cerca había una mesa de arrimo que iluminaba tenuemente la habitación, especialmente lo que estaba sobre ella... su varita de pirul. Instrumentos de tortura, armas blancas, una pistola e inclusive un electroshock eran parte del inventario que yacían en las estanterías que custodiaban, una a cada lado, el portón metálico que le separaba del entorno exterior. -¡Holaaa! ¿Hay alguien aquí? ¿Pueden oírme?- vociferó el heredero de Uther, haciendo eco en las gélidas paredes de la cámara. -Hasta que por fin te dignaste a despertar, Gryffindor- fue la dulce voz que floreció a espaldas del rehén, erizando todos los pelos de su cuerpo tras cerciorarse de que no estaba solo en ese lugar. Pero, aquello no sería todo, puesto que el sujeto empezó a pasearse en las tinieblas, hasta que se posicionó de frente al paladín mirándole fijamente a través de sus orbes avellanados color ámbar. -Ro... Rosália Pereira- pronunció con complejidad, trabándosele la lengua.


¿Qué hacía la Arcana de Legilimancia allí? ¿Qué planes tenía la brasileña para con el británico? Eran sólo algunas de las cuestionantes que surgieron en la mente impávida del patriarca Granger, el mismo que no lograba entender la situación, la que no parecía ser "normal". -¿Qué es lo que quiere, maestra?- preguntó a la híbrida; quien se limitó a sonreír mientras sacaba su Vara de Cristal entremedio de las verdes hojas y flores exóticas de variados tonos que le vestían. -Legeremens- dijo "a secas" apuntando con el arma al paladín, quien no pudo evitar caer en su juego de sumisión. Prontamente, imágenes de las tragedias más dolorosas de Elros se dibujaron en Rosália como si el propio animago le estuviese pintando sus recuerdos sin oponer resistencia. -No... no, no... Salga de ahí- suplicaba con la frente empapada en sudor y los ojos rojos; verdaderamente el poder de la Arcana era estratosférico. -Eres débil... No sé cómo llegué a confiar en ti. Me deshonras, Elros... ¿Con esto planeas ayudar a los demás? Lord Colt acabaría contigo antes de que pudieras defenderte... ¿Te sigues considerando digno de portar estos Aros de Habilidad? Sé, y estoy segura de que Sajag y Suluk estarían decepcionados de ti. Ellos... tus padres, ¡TODOS! Eres una basura, una escoria en esta sociedad. Viajaste desde el futuro por nada, jovencito... Y ahora sufrirás las consecuencias de los actos arrebatados de un nene de cuna como tú... ¡Legeremens!- volvió a decir la garota, pero en esta oportunidad con mayor ímpetu; lo que bloqueó la psiquis del malogrado aspirante. ¿Debía abandonar todo? No lo sabía. Jamás se había sentido tan vulnerable, sumado a que su varita estaba lejos de él.

Editado por Thomas E. Gryffindor
Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

  • 2 semanas más tarde...
—¿Qué le estará sucediendo?— La pregunta salió pese a ser un pensamiento expresado en voz alta. Una simple y única pregunta que inundba sus pensamientos al analizar que el joven Elros estaba demorando más de lo esperado adentro del portal, sintiendo a su vez una fuerte punzada adentro de su pecho, lo que le indicaba que algo no andaba del todo bien en la prueba. —¿Habrá renunciado? No, este niño tiene ese ímpetu de la juventud. Jamás abandonaría sus ideales— Hablaba sola tratando de regalarse una cuota gratis de sosiego.


Intentó calmarse a si misma y regalarse algo de tranquilidad degustando la apetitosa fruta que el muchacho le había regalado; la peló con tranquilidad y luego empezó a sacar gajo por gajo, hasta que la naranja se desvaneció en sus labios.



En eso, volvió a sentir que algo no cuadraba; así que observó expectante lo que estaba sucendiendo a través del portal de la prueba de Oclumancia. Ahí estaba Elros, atado de cuerpo junto a una mujer a quien reconoció rápido y de forma certera. Rosália Pereira, la Arcana de Legilimancia, era parte de lo que el subconsciente del Gryffindor había conformado para su desafío personal, lo que no le pareció nada extraño. —«Recuerda Elros. Yo creo en ti y en tus capacidades. Tú podrás con esto. Respira profundo y saca toda tu energía.» —Transmitió atesorando entre sus delgadas manos, su propio anillo que se nutría de la fortaleza de todos aquellos que habían vencido la prueba.



La incertidumbre carcomía a Sauda, a tal punto de que si Thomas se veía menoscabado y su integridad estaba en peligro, tendría que marcar con su pulgar el anillo para apartarlo de la prueba. Prefería mil veces perder a un discípulo que verlo morir al no haber estado preparado totalmente. Sin nada más que hacer al no poder interferir mayormente en el reto del aspirante, se volvió a sentar con las piernas cruzadas sobre el Ouroboros y se sumergió en una plegaria de armonía que esperaba que llegase de alguna manera al joven. Ésa sería su ayuda, rezar y orar.



De alguna manera, todo lo que veía le recordaba a su propia prueba de la Tabla Esmeralda cuando superó las Siete Puertas del Conocimiento; aunque esto evidentemente no se le comparaba en magnitud, pero sí el sentimiento era exactamente el mismo, poder salir vencedor.



Cerró los ojos, respiró hondo y meditó. —«Cree en ti, así como yo lo hago».




ug3n3nQ.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

-Legeremens- expresó una vez más la Pereira, ocasionando que un fino hilo de sangre discurriese desde la fosa nasal derecha del pelirrojo producto de la potencia que tenía dicho hechizo proveniente de la Vara de Cristal de aquella Arcana que había sido también su primera mentora en el arte de las habilidades mágicas. Imágenes algo borrosas, un par de recuerdos atesorados y otro conglomerado de éstos más tormentosos envueltos en el sufrimiento; fueron parte del repertorio psicológico que Rosália logró ver en sus pensamientos gracias a la "pasividad" del animago, quien no parecía querer proteger más su mente de aquellos invasores que usurpasen sus alegrías y miedos más ocultos. -¿Qué es lo que te ocurre, jovencito? ¿Es que acaso has perdido tu dignidad como hechicero? Esto está resultando mucho más fácil de lo que pensé... ¿No tienes convicciones ni motivaciones, eh Gryffindor?- platicaba la brasileña, sin dejar de mirar fijamente los orbes esmeraldas algo perdidos del hijo menor de Elvis y Annick. Pero fue en eso que, justo cuando estaba "at portas" de perder toda esperanza, una luz se materializó en su consciencia como ángel que acude en ayuda del desamparado. Era la voz de una mujer, pero no era cualquiera, sino que los consejos provenían de una sabia tanzana que no dejaba de confiar en él. Aailyah Sauda le estaba transmitiendo paz a través de una fuente de energía pura que emanó desde el anillo de prueba de la Oclumancia que el templario llevaba consigo; compartiendo un vínculo espiritual que se conectó de forma directa y oportuna con las oraciones y plegarias que Saka efectuaba desde el otro lado del portal por donde su aprendiz había ingresado hace más de una hora. Claramente estaba que el patriarca de los Granger desconocía el origen de todo eso, puesto que una vez que había cruzado la puerta con tal de empezar su prueba, todo lo que sucedería ahí dentro no podría ser ligado al reto.


-¡JaJaJaJaJa!- se lanzó a reír Elros en medio del caos que estaba viviendo allí encerrado. -¿De qué te ríes, eh? ¿Es que acaso tengo cara de payaso? ¡Mocoso malcriado!- arrebatió la manipuladora de mentes con bastante intriga sobre lo que estaba ocasionando que el Gryffindor riese de esa forma en una situación tan desesperada como aquella que estaba experimentando. -Me río porque tú no me conoces- comenzó diciendo Thomas levantando su cabeza, la misma que segundos previos estaba agacha sin fuerzas ni ánimos de continuar. -No sabes quién realmente soy, Rosália. Ni tampoco te imaginas el poder inmenso que reside en mí desde el día de mi concepción. ¿Crees que no tengo motivación ni convicciones en mi vida? Pues, te equivocas. El amor hacia mi familia y mis seres queridos, es el motor que me mueve día y noche para querer ser siempre mejor mago... mejor "persona". Y si te dejé navegar en el mar de mi vida subconsciente fue porque... soy demasiado caballero como para querer atacar o defenderme de una mujer- añadió el veinteañero, escupiendo sangre hacia un lado de la silla que le mantenía atado. -¡Ah, sí! Veamos si lo que dices es verdad, menino vaidoso... ¡Legeremens!- vociferó la Arcana en un estruendo que hizo retumbar el piso; pero tan pronto como el hechizo salió de sus labios, el fenixiano enaltó su barrera protectora con tanta entereza que la Vara de Cristal de la Pereira salió despedida hacia atrás tal como si un Expelliarmus la hubiese desarmado. -¿Cómo fue a pasar esto? ¡No es posible!- gritaba la mujer agarrándose la cabeza con ambas manos, sintiendo que alguien estaba poniendo ilustraciones mentales falsas, o quizás verdaderas, en su psiquis. Elros no sólo repelió el grado de ofensividad del ataque de Rosália, sino que también estaba haciendo uso de la habilidad como una aliada en el concepto de implantar alucinaciones de forma certera. -¿Tienes pavor? Estás temblando- cuchicheó.


-¡Tú no eres Rosália! Mi maestra no habría actuado así con nadie, a pesar de la repulsión que siente hacia... los seres humanos. Ella no es culpable de no poder confiar en quienes la dañaron tanto. ¡Muéstrate demonio!- incitó a la bruja que le hacía compañía; quien, de la nada, comenzó a verse rodeada por sombras y tinieblas que cubrieron cada rincón de su cuerpo con una larga manta con capucha azabache que lo único que dejaba entrever era una horrible máscara plateada; señal inequívoca de que no se trataba de la Pereira, sino que de una mortífaga. -Me las pagarás, Gryffindor. Ésta no será la última vez que nos veamos... Yo, sí... Yo, Sofía Elizabeth Granger... Me encargaré de que cada día de tu existencia sea más negro que el anterior. Siempre... siempre seré tu mayor pesadilla- siseó la francesa antes de quitarse el velo y esfumarse de la escena cinematográfica, dejando el portón metálico abierto y las sogas que aprisionaban a su presa ligeras de sacar. -Se ha acabado- suspiró el muchacho con satisfacción tras incorporarse nuevamente en posición bípeda erecta, percatándose de que la salida del cuarto estaba iluminada por un resplandor níveo que impedía ver lo que había del otro lado. El aroma a rosas secas era lo único que provenía del otro lado; esencia que le resultó muy familiar, por lo que optó por seguirla con fe. Fue así que Thomas salió del portal de la prueba de vinculación con el anillo de la Oclumancia, topándose de frente con una anaranjada kanga y llamativo turbante que acompañaban con elegancia a la exótica belleza morena de la Arcana. -Lo hice- rezó Elros exhausto en un tono de voz tan bajo que el eco que resonó fue débil.

Editado por Thomas E. Gryffindor
Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Sauda apretó ambas manos, que tenía entrelazadas en el regazo mientras se encontraba arrodillada frente a la Puerta de Oclumancia, donde Elros había ingresado a hacer la Prueba. Verlo regresar en una pieza, no física sino mental, hizo que sintiera un enorme alivio y respeto por su pupilo.

 

—No tendría dudas de que podrías hacerlo— se encontró diciéndole a su pupilo. Se puso en pie en un único movimiento fluído y avanzó hasta detenerse frente a Thomas, estirando sus manos para tomar las de él en un cálido saludo. Sonrió. Lo entendía perfectamente, lo que él había visto y lo que había tenido que hacer para darse cuenta de que sólo era una prueba. Había sentido su desesperación y su ambición, también el enorme poder que manaba de él como una fuente de aguas claras.— Creo que estás más que listo para avanzar y seguir con tu aprendizaje, pero aquí ya has terminado lo que venías a hacer—.

 

Con un movimiento de sus manos, el anillo de aprendiz que Elros llevaba pasó a ser el Aro de la Habilidad.

 

—Este poder te acompañará por siempre y debes emplearlo de forma adulta o responsable. Debes saber, como el gran mago que eres, que te encontrarás con dificultades en la vida que se parecerán mucho a lo que has visto. Creo en tí, tal como te he hecho saber, así que espero que el poseer este nuevo don te de la posibilidad de ver un poco más lo que te depara el gran futuro como mago. Usa el poder con sabiduría, Elros y siempre sabrás lo que debes hacer—.

 

Estrechó su mano con calidez y luego le indicó que ya podían retirarse.

 

Un alumno más que no había perecido en la Gran Pirámide ni había huído. Definitivamente, alguien que merecía el poder que tenía en sus manos.

ug3n3nQ.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Guest
Esta discusión está cerrada a nuevas respuestas.
 Compartir

Sobre nosotros:

Harrylatino.org es una comunidad de fans del mundo mágico creado por JK Rowling, amantes de la fantasía y del rol. Nuestros inicios se remontan al año 2001 y nuestros más de 40.000 usuarios pertenecen a todos los países de habla hispana.

Nos gustan los mundos de fantasía y somos apasionados del rol, por lo que, si alguna vez quisiste vivir y sentirte como un mago, éste es tu lugar.

¡Vive la Magia!

×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.