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Prueba de Videncia #8


Sajag
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El lobo saltó con fiereza para defender a su dueño y cayó en la trampa. Sajag puso la mano delante de los ojos porque una potente luz le dejó ciego. Ese fue el gesto suficiente para despertarlo del trance en el que había caído, de repente, dentro de la Pirámide, donde esperaba a sus tres pupilos. Tenía la respiración alterada y el pulso le latía fuertemente. Necesitaba una tila de flores amarillas para recobrar el ritmo cardíaco. A veces, ser Vidente no era un Don sino una Maldición. Lástima de no tener ninguna de sus tisanas en aquel Sagrado Lugar, ante el Portal de las Habilidades.

 

La visión había sido muy clara. El Arcano cerró los ojos con fuerza. Cada vez sentía más empatía por sus alumnos, algo que no era aconsejable para un Maestro de Maestros. Debía permanecer al margen de lo que iba a suceder. Sus pupilos, juntos o separados, debían cruzar los cuatro obstácul.os que le llevarían ante la pirámide. Eran cuatro duros obstácul.os tras los que les volvería a preguntar si, a pesar de lo que habían vivido, querían seguir adelante.

 

Les había citado a las diez de la mañana delante del lago que rodeaba la isla. Era un día apacible y soleado. Los tres habían manifestado su intención de estar allá hoy. Les había visto en la visión; aquel trío vendría. El primer inconveniente estaba allá mismo. Seguro que no se lo esperarían pero varios animales acuáticos les impedirían el paso. Aquí es donde entraba el lobo. Aquel animal habría seguido a su amo e intentaría salvarle pero desaparecería entre las aguas lodosas.

 

Iba a ser un gran trauma para el muchacho y para la familia. Tendrían que usar la magia de las cartas del Tarot para pasar aquel maremoto de agua. Éstas volarían por encima de ellos y les dejarían usarlas como alfombras mágicas, siempre que interpretaran las correctas. Las que no lo eran, se convertirían en ceniza blanca, provocando que se ahogaran en el fondo del río.

 

Si conseguían llegar al margen del agua, en el centro de la isla, deberían dar gracias por seguir vivos. Se encontrarían tres caminos de tierra y hierba que les adentraría entre la vegetación hacia la entrada del Laberinto. Se oirían los aullidos lastimeros del lobo y tendrían que elegir qué camino elegir, uno distinto cada uno, en busca de aquella mascota albina. Allá encontrarían un terreno imposible de cruzar que les cortaría el paso, las hierbas les envenenarían sin piedad.

 

En el camino de la derecha, el pupilo encontraría 3 cuencos con el antídoto; deberá elegir bien usando algún tipo de visión o intuición que le permita ir avanzando: 1 - 2- 3 .

 

En el camino del centro, el pupilo encontraría una vela encendida flotando por encima de varios agujeros de madriguera. Sólo uno de ellos estaba habitado con un animal cuya saliva podría curarle las heridas de la piel y salvarle la vida. No podría tocarla ni moverla con aire o con ningún hechizo. Allá, la magia no tenía ningún uso. Sólo podría moverla dentro de un trance. Real... Irreal... Debería mezclar ambos mundos y conseguirlo o morir. El animal saldría llamado por la luz mágica de la vela y ayudaría a quien la llevaba en las manos.

 

En el camino de la izquierda, el pupilo no tendría mejor suerte. Atados a unos matorrales, encontraría globos de colores. Cada globo contenía una visión de sí mismo en ese momento intentando sobrevivir, con diferentes opciones para ello. Podría escoger hasta tres globos, uno a uno, para ver la manera en que lo intenta y si sobrevivía. Debería encontrar el globo que le diera la pista para salir vivo, el resto de globos le mostraría siempre muerto. En cada intento, una herida producido por un Sectusempra le haría perder sangre. Si no conseguía encontrar el globo correcto, el tercero le produciría la muerte al desangrarse.

 

Fuera el camino que fuera el que escogieran, el Arcano no envidiaba a ninguno de los tres. Si conseguían sobrevivir y llegar a la entrada del Laberinto, una Bestia Mítica de tres cabezas intentaría impedirles el paso. Sin magia, sólo con el poder de la Visión, con las ansias de encontrar al lobo que sigue lanzando aullidos, tendrán que adrentarse en el laberinto y encontrar la salida antes que la Bestia les devore.

 

Por suerte, si llegan vivos hasta el final, el mismo lobo les indicará el camino para subir las escaleras hacia la Pirámide. No es fácil pues los peldaños ocultan trampas y ellos verán tres lobos. Sólo uno es el auténtico, el que será guiado por el Arcano para indicarles el camino sin perder los pies, y la vida, en el intento. Si consiguen descubrir qué lobo blanco han de seguir, le encontrarán a él en el interior.

 

En aquel momento, les preguntará de nuevo si quieren seguir. Ojalá dijeran que sí. Sería una pena dejarlo después de todo por lo que han pasado.

 

Si siguen vivos...

Editado por Sajag
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Demonios...Hacía tiempo qeu no estaba tan nervioso.

 

La verdad, pasar la noche intranquilo no me gustaba, y más cuando se trataba de algo qeu deconocía. Y es que aunque supiera que saldría de dudas en unas horas, me qeudé pensativo al borde de la cama, algo que nunca hacía.

 

Recordaba haber pasado a ver a Helike a la Rambaldi, como si de una necesidad de se tratara, mientras que Sagitas en la Potter Black acostaba al pequeño Ithilion y leía cuentos junto al fantasma de Jack para delicia del pequeño.

 

Al regresar a casa, Sagitas permanecía en la biblioteca. POcas palabras habíamos cruzado, puesto qeu le había revelado mi visión en casa del Arcano, pero además de eso no sabía nada más, y suponía que intentaría sonsacarme algo más de aquello. Aun asi, no había sido capaz de contarle nada a la vampiro.

 

ME vestí utilizando una camisa azul oscuro y un pantalón vaquero de color negro, además de unas botas. La varita descansaba en mi bolsillo trasero derecho. POr una vez nos iríamos juntos, ya qeu no solo habíamos prometido acudir a la cita frente al lago, sino qeu ahora sabíamos que eramos compañeros, y lo mejor resultaba macharnos juntos de la Potter Black.

 

- Estas preparada? - pregunté, ofreciendo el brazo izquierdo a Sagitas. En cuanto se sujetó, ambos desaparecimos, para dar a parar en los alrededores del ateneo. Caminamos hasta el lago, donde en teoría, nos encontraríamos con Heliké.

 

- Encontraremos la forma de evitar lo qeu vimos. - aseguré. - Por cierto....crees que el arcano tardará mucho?

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Estaba de los nervios, mucho. Parecía que nada me tranquilizaba, ni siquiera la visita de Matt o el hecho de preparar pociones toda la noche, para relajarme. Sólo había conseguido varias con olor a moho y otras con un brebaje tan espeso que no daría a probar ni a mi peor enemigo. No conseguía concentrarme y mucho menos aún, cuando se trataba de que mi propia daga familiar, acababa llena de sangre, de sangre de un inocente, un ser magico que merecía mi protección, sangre pura, y que sería otra generación de magia. ¿Sería posible? Esperaba que realmente no fuese así...

 

Me agradó el simple hecho de que, el Maestro, nos permitiese el hacer la prueba juntos. En parte calmaba el desasosiego que tenía desde que había marchado de la casa del Vidente hindú. Habíamos quedado a las diez de la mañana y bueno, no era por alardear, pero la puntualidad era una gran característica mía... Pero había visto el minutero del reloj y aún faltaban dos horas para que llegase el momento de enfrentarnos a nuestro propio destino, o destrucción propias. No era mucho de rezar, pero rogaba a quién fuese que nos protegiera de tales pruebas.

 

Preparé un baño caliente con espuma, para intentar tranquilizarme un poco y lo acompañé con un poco de champagne francés que tenía en las bodegas del castillo Rambaldi. Mientras fumaba tranquilamente, el primer cigarro del día. Suspiré nuevamente y eso pareció llenar mis pulmones de energía. No sabía si era el calor emanado del agua caliente, o la modorra que me estaba entrando (aunque no pudiese dormir, por ser inmortal) que sentí que se me iba la cabeza, bajando despacio por la bañera...

 

Oí una especie de aullido... Un lobo... un flash me vino de repente. Un lobo de las características de Fenrir que parecía estar atrapado y aullaba lastimeramente... Abrí los ojos, asustada...

 

- Ama, tengo todo preparado para usted - el chasquido de la aparición de mi elfina, me despertó completamente. Asentí con la cabeza- ¿se encuentra bien?

 

- Sí... sí - conseguí afirmar como pude, aún asombrada por lo que había pasado. Vaya, al final el arcano tendría razón en que quizás fuese tan buena Vidente como lo era y es mi abuela. Pero no podía evitarlo, me inquietaba. ¿Qué tendría que ver, Fenrir, con Ithilion? Quizá nada más fuese un enlace para lo que tuviese que venir después. Ambos eran de la misma familia y aunque ese animal tuviese más conexión con Matt, el enano era su hermano.

 

Desnuda como estaba, me levanté presurosamente y bueno, con el agua vertida de la bañera, casi me rompo la crisma. Maldije en todos los idiomas conocidos. Recogí la toalla y me sequé apresuradamente. Fui hasta la habitación y secando el pelo con la varita fui viendo que tenía todas las prendas necesarias en la cama recién hecha y el escritorio bien limpio. Galadriel, cuando se lo proponía, hacía las cosas con una rapidez que hasta me sorprendía como tuviese una varita, entonces sí que no sabría que podía realizar.

 

Con las prendas interiores ya puestas, me apresuré a vestirme con una camiseta, cazadora vaquera negra, unos tejanos y botas de piel de dragón. Bien podía vestirme más cómodamente, pero quería tener más movilidad si cabe. Até el pelo en una cola de caballo alta, recogí el monedero de piel de moke; en su interior, llevaba todo lo que pudiese necesitar. Aunque no me sorprendería nada que, el arcano dijese que lo que llevase, no sería de utilidad. Sería más que evidente. Tendríamos que usar la Visión.

 

Cuando estuve lista, recogí mi varita de álamo, podía usar perfectamente la de haya pero la primera daba más potencia a mis hechizos gracias a los nervios del corazón de dragón. Aún era temprano, faltaba poco para las nueve y media, pero no quería demorarme más de la cuenta. Podía usar una escoba, es más, me encantaba volar, pero sabía que, con el hechizo de la aparición sería más que suficiente y así lo hice. Aún intranquila por lo que había visto y sentido, agarrando fuertemente mi varita con mi diestra, me desaparecí del castillo Rambaldi.

 

Llegué hasta las puertas de la Universidad y me dirigí con paso rápido pero seguro hasta el lugar en que nos había citado Sajag. ¿Estarían allá los dos? Suponía que sí y más al vivir en la misma mansión... Un aroma traído por los vientos de ese lugar, me confirmaba que mi pelirrojo estaba llegando. Sonreí pero aún así, saqué una petaca de plata y di un sorbo al whisky de fuego. Eso pareció calmar mis nervios, por el momento... di otro sorbo y la guardé. Esperaba no tener que sacarla demasiadas veces.

 

- ¡Matt! ¡Estoy aquí! -le dije al chico en cuánto lo noté. Estaba sentada y medio oculta por unos arbustos. Me levanté corriendo y lo abracé, acompañado de Sagitas.

 

- ¡Hola! - saludé con efusividad- ¿estáis preparados? Yo creo que casi me cago de miedo -comenté, riéndome no sin tener parte de razón en las palabras que había dicho. Pero tenía la confianza suficiente cómo para llevar a cabo las pruebas que nos impondría el arcano. Era un poco incoherente que dijera eso. Tenía una mezcla de emociones que marearía hasta el más tranquilo. Nervios por empezar, la preocupación por Fenrir, inquietud por las visiones que tenía de Ithilion y bueno de muchas otras causas. Sólo nos tocaba ver lo que nos depararía las pruebas encomendadas para enlazarnos con el anillo de la habilidad de Videncia.

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-- Mal hablada -- le reñí a mi sobrina por su lenguaje soez.

 

Sin embargo, no podía decir que yo no tuviera miedo. Era curioso. La de veces que había pasado por ese lugar para todas mis pruebas anteriores y no, no me sentía preparada. Estaba con Matt y con Heliké y los tres parecíamos muy perdidos ante aquella masa de agua que tendríamos que cruzar. Yo lo sabía, había hecho muchas pruebas. Creo que Helike también había hecho alguna. Allá, el único novato era Matt.

 

-- Bien... Habrá que cruzar...

 

Lo que no sabía era si vendría el Arcano a darnos instrucciones o, sencillamente, avanzábamos hasta el centro de la isla. Yo ya conocía el procedimiento y me había pasado de todo en las veces que me había presentado ante el portal. Supongo que para Matt todo era nuevo, así que me recogí el pelo en una cola de caballo mal hecha. Sabía que mi aspecto no sería del todo elegante pero no es lo que pretendía. Tal vez por mi experiencia, me había vestido con pantalón chandal de tobillo ajustado, camiseta del mismo color, gris, y con bambas blancas tan usadas que parecían del mismo color que la ropa. Ya había pasado por situaciones que, al volver a casa, había tenido que tirar todo a la basura.

 

-- Hemos de cruzar el río éste, o estanque, o lo que sea. Aquí habrá una barrera para no dejarnos pasar. Te lo juro, hay cada Arcano que se merecía un patada en el ... hum...

 

Mejor callarse por si estaba cerca Sajag y me la daba él. No le había contestado a mi hijo porque no quería, en serio, pensar en nada relacionado con el pequeñín. Eso ya llegaría... Ahora sólo quería pasar la Prueba para poder acceder a todo lo que me estaba vedado sin ser oficialmente una Vidente.

 

-- Jo... No sé cómo cruzar, pero a nado no. Me niego. ¿Nadie se trajo un flotador, una barca o algo así?

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Apenas habíamos llegado al lago la voz de Heliké nos recibió. La vampiro nos esperaba sentada a la sombra entre los arbustos, y al vernos corrió a abrazarme. La rodeé por la cintura y le besé el cuello antes de dejarla, riendo con la regañina de Sagitas a causa del vocabulario que utilizaba.

 

Empezaba a sentirme ligeramente perdido. Lo entendía. Sabía que en la familia era el más rezagado en cuanto a la adquisición de conocimientos, tal vez por mi propio despiste, y que ellas si que pasaron por alguna otra prueba anteriormente. Mi mente se abstrajo durante un instante hacia las gradas junto al lago, al otro lado, alli donde daba mis clases de transformaciones.

 

Escuché las palabras de Sagitas, afirmando qeu teníamos qeu cruzar hasta la islita del centro del lago. Como? Esa sería la cuestión. POr eso caminé hasta la orilla, clara y tranquila, me agaché y metí una mano en el agua fresca.

- Podría transformar algo en barca, si no quieres mojarte. - le dije, sacando la mano del agua, sin darme cuenta de qeu algo se movía en el fondo.

 

Pasó una nube sobre nuestras cabezas. Una nube? no, el día estaba despejado. No tardé demasiado en ver otras de esas nubes que descendían como si planearan. Ladeé la cabeza en un gesto similar al de Fenrir, observando como lo qeu parecían las cartas de la baraja del tarot se colocaban sobre la superficie del lago, esperando, invitándonos a algo.

 

- Te serviría una pasarela de cartas?

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-- No hagas eso -- susurré. Los recuerdos de las otras clases me hicieron temer a lo que fuera que aquella agua contuviera. Lo había vivido tantas veces que sabía lo difícil que era llegar a la orilla opuesta. -- No lo hagas, Matt. Quita la mano.

 

Si me oyó o lo hizo a tiempo, no lo sé, pero me entró frío. Ese frío que indica que algo malo está pasando o está a punto de pasar. Una sombre cruzó por mi mente. Me asusté y di un paso atrás. ¡Maldita vidente! Era una visión, estaba segura, y la había perdido por el miedo. De esa manera nunca iba a vincularme con el Anillo de la Videncia.

 

Suspiré e intenté calmarme. Leñés, no siempre iba a tener que pasar algo malo, ¿no?

 

-- Preferiría el barco pero si sólo me ofreces una pasarela de cartas... Adelante...

 

Me puse todo a la orilla que pude sin mojarme las bambas. Las cartas de Tarot hacían una pequeña escalera que subía un par de palmos el nivel del agua y después seguían recto, hacia el otro lado. Sonreí y me imaginé con un vestido de tul tipo princesita y que lo levantaba con estilo para no mancharlo. Fue poniendo la punta de los pies en cada carta y, ¡oh, sorpresa!, me sostenían en el aire.

 

-- ¡Anda! Este sistema no me lo esperaba. El Arcano es buena persona, ¿no creéis? Nos ha buscado la forma de cruzar.

 

Seguí avanzando y entonces me fijé en las cartas concretas que pisaba. El Loco... El Caballero... La Rueda de la Fortuna... La Muerte... La carta se giró y desapareció en el aire, provocando mi caída al agua. Grité por la imagen de la muerte que seguía en el agua. Cuando caí, intenté chapotear hacia la superficie y... ¡La Muerte se acercaba hacia mí! No grité porque no quería ahogarme pero nadé todo lo deprisa que pude.

 

-- ¡Socorro! ¡Es la Muerte, es la Muerte...!

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Mi madre comenzó a caminar por delante de mi, tal vez, algo provocaba en ella que tuviera prisa por dejar atrás aquella masa de agua, y además, impedir qeu entráramos en contacto con el líquido. A mi no me importaba, a pesar del calor qeu hacía, asi qeu simplemente seguí a la bruja, notando que los pasos de heliké venían por detrás de mi.

 

Observé las cartas, pisé sobre el loco, el caballero y la rueda de la fortuna antes de que Sagitas comenzara a chillar que la muerte venía por ella. Me alarmé, ya que la carta había desaparecido, dejándola caer. Y lo que es peor, se creó un borboteo extraño en las tranquilas aguas.

 

- Demonios. - gruñí.

 

De un salto, crucé a la carta qeu continuaba tras el hueco que había dejado la carta de la muerte y me descolgué por ella, usando las piernas para sujetarme al borde de la carta. Cabeza abajo, agarré a Sagitas por las manos, pero antes de poder tirar de ella, unas figuras extrañísimas se hicieron visibles. Tenian los ojos rojos, y parecían viscosos. No me daba tiempo a tirar de mi madre, a menos que Heliké hiciera algo...

 

O una bola de pelo blanca nos ayudase.

 

En aquel shock, logré sacar a sagitas del agua y la subí sobre mi carta....la del Colgado.

- Fenrir! grité, mirando a mi lobo. Por que me había seguido hasta la academia? el permanecía normalmente en casa, no tenía qeu estar alli.

 

- Tenemos que subirlo! - dije a las chicas, ya que el lobo se encontraba en el agua, repeliendo a las criaturas y al mismo tiempo distrayéndolas de nuestra presencia. Y además, parecía...

 

- Creo que se está hundiendo! dije. Empezaba a ponerme nervioso. - Echadme una mano para subrirlo - pedí.

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El miedo me podía y nadé hacia Matt. Mi hijo era muy valiente y se colgó, prácticamente, de los pies para alcanzarme.

 

-- ¡No me sueltes! -- le grité, con miedo por lo que había visto allá abajo. -- ¡¡No me sueltes!!

 

Lo que fuera, me perseguía y estaba a punto de alcanzarme. Temblaba, de miedo y de frío por la mojadura, cuando conseguí ser izada sobre otra carta. Me agarré con fuerza, temiendo que ésta también volcara.

 

-- ¿Eso fue Fenrir? -- le pregunté a Matt. Se le veía tan blanco como el pelo del lobo que acababa de tirarse al agua. Decía que se hundía y era cierto. El lobo desaparecía en el agua. Me mordí los labios. Era por mi culpa; la mascota de Matt se había lanzado a las aguas turbulentas para ayudarme. -- ¡Hay que sacarle!

 

¿Me tiraba a buscarle? Me pasé la mano por el pelo mojado.

 

-- ... No...

 

Me sorprendió. ¿Quién había dicho eso? ¿Matt?

 

-- No.

 

Estaba en la carta, a cuatro patas, mirando por el borde en busca del animal. La figura de la carta se movía y también intentó mirar por el borde.

 

-- No os conviene que Eso os toque. Hay momentos en la vida en que uno debe dar un paso atrás y examinar cuidadosamente las situaciones y decisiones que toma. El encontrar al Ermitaño en tu turada sugiere que este momento ha llegado para ti. Necesitas de un periodo de reflexión interior, lejos de las actuales demandas de tu posición. Este retiro puede ser físico o una búsqueda interior. Sólo una introspección honesta y profunda te llevará a una solución.

 

-- ¿Cómo...? -- Vamos, lo siento mucho. Quería vincularme al anillo de Videncia pero no era el momento de escuchar a una carta loca. Era el Ermitaño. -- ¿Qué...?

 

-- Tu pasado ha bajado el ritmo y es tiempo de que lo aceptes. Continúa persiguiendo tus objetivos y toma en cuenta tu intuición. En tu Presente, hay alguien que te puede ayudar a sobrepasar todos tus problemas y sus conocimientos puede que te sorprendan. Esta persona eres tú. Al entenderte a ti mismo podrás entender mejor a los demás. Y tu futuro, cuando te des cuenta de cuál es tu verdadero camino, no habrá nada que se te interponga. La vida te ha puesto desafíos pero estás preparado para sacar lo mejor del futuro.

 

Miré a Matt y volví la mirada hacia la carta. Era de una figura estática. ¿Acababa de tener un Visión de una carta del tarot hablándome o los demás también lo habrían visto?

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- a éstas alturas Sagitas, ya sabes de sobra como hablo... no me vengas como mami, a echarme la regañina -le respondí yo con una sonrisa. Lo último que me apetecía, era tener una bronca en una prueba tan delicada como era el obtener el anillo de videncia. Sólo esperaba que las pruebas no fuesen demasiado duras... ¿resistiríamos hasta el final? Estaba segura de que sí, pero seguro que quizá nuestra mente, nos jugase malas pasadas. O en su defecto, el Arcano usaría su magia para potenciar nuestra Visión Interior.

 

Ahora miré a Sagitas al escucharla oír y no pude evitar una mueca burlona...

 

- Un poco más y casi, casi - le dije, achinando los ojos, burlándome un poco de ella.

 

- Dudo que ésto sea de cruzar a nado... No me sorprendería nada que, el Arcano pusiese inferis -no pude evitar mostrarme un poco temerosa.

 

- ¿Pasarela de cartas? - pregunté, mirando a Matt. Vi como éste alzaba la vista y ahí estábamos... teníamos todas las cartas del tarot delante de nuestros ojos, esperando a ver quién se decidía cruzar primero... sólo esperábamos acertar a la primera.

 

- ¿ayudar? ¿Acaso crees que el arcano nos lo pondrá fácil? -pregunté, mirando a Sagitas y alzando una ceja.

 

Intenté ayudar a Sagitas en cuánto pisó la carta de la Muerte. Pero al menos, Matt tuvo la suficiente fuerza y agilidad para recogerla y colocarla en su carta. Yo estaba a su lado, en la rueda de la fortuna. Algo me decía que, no sería tan fácil como parecía en un principio.

 

- Hay... hay que tener cuidado. Os aconsejo que no piséis las cartas malas -le dije a mis familiares.

 

- ¿Fenrir? -inquirí como boba, mirando a Matt pero dirigí mi vista hasta dónde estaba observando él y sentí que palidecía- no puede ser.. yo lo he visto, encerrado... ¡no puede ser el lobo! -grité yo ahora- ¡puede que sea una trampa! - vociferé de nuevo.

 

- Sagitas, ¿estás bien? -sí, a pesar de todo, estaba preocupada por ella. Desde la distancia en que estaba yo, en la carta de la rueda de la fortuna, veía a la mujer, cómo si estuviese en una especie de trance...

 

- ¡¡Sagitas!! ¡¡Responde!! - grité de nuevo, alzando las manos en intentando ver si me hacía caso de algún modo.

 

- ¡Matt! -alcé la voz, haciendo que, a ver si así, conseguía llamar la atención de mi pareja - ¡no toquéis el agua! ¡por nada del mundo! -avisé yo a mi tía y a su hijo. ¿Me harían caso? A saber... a saber.

 

De nuevo, un flash vino a mi cabeza. Era un animal que aullaba de dolor. Parecía bastante enfurecido pero al mismo tiempo asustado. Tuve que sentarme en la carta en dónde estaba y llevé mis manos a la cabeza. Cuando volví en mí me dirigí a mis familiares...

 

- No os fiéis... éstas cosas nos pondrán a prueba. Fenrir sigue encerrado y creo que dentro de la pirámide, lo sabremos en cuánto sorteemos todas las pruebas que nos pongan en el camino -les dije. Intentaba tranquilizarme, pero sentía que estaba de los nervios.

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Seguí mirando el agua, intentando analizar lo que había "oído" de la carta de tarot. El Ermitaño volvía a ser una imagen pintada en una enorme carta de pergamino y no dejaba de pensar en lo que había dicho Heliké, que allá podría haber inferis. Mi mandíbula tembló de rabia y estallé contra mi sobrina.

 

-- ¡Gracias por el consejo! ¿Y qué demonios son las cartas malas? Todas las cartas son buenas, por lo que sé, sólo las interpretaciones son erróneas.

 

Sí, bueno, tal vez no debiera descargar mi ira contra ella pero es que acababa de pasar por una situación horrible y aún me sentía ahogarme. En cuanto pillara al Arcano... Eso me hizo recordar a Fenrir. Mi sobrina decía que creía que estaba escondido en la pirámide, algo difícil de creer siendo que le habíamos visto caer dentro del agua. ¿El Arcano sería capaz de estar jugando con nosotros?

 

-- -- me dije. Era capaz de eso y mucho más. -- ¿No toquéis el agua? ¿Y lo dices ahora que estoy toda mojada?

 

Sí, supongo que atacar a Heliké es mi forma de encauzar mi negatividad. Era una santa (casi siempre) con lo que me aguantaba. Pero tenía razón, no podía permitir que Matt se lanzara al agua a salvar al lobo, algo que parecía dispuesto a hacer ahora que había comprobado que estaba bien, así que me enlacé a él como una lapa y le obligué a seguirme.

 

-- No sé si la Carta del Ermitaño en una visión o es que estoy loca y tengo alucinaciones. Pero le voy a hacer caso: el Presente depende de una persona, yo, así que me vas a seguir hasta la otra orilla. Seguro que... Tal vez... Heliké tiene razón. Fenrir habrá encontrado una forma de cruzar, estoy segura.

 

Nos puse de pie y le obligué a pisar unas cartas concretas, interpretando su significado, como si fueran ladrillos fijos que nos sostenían.

 

-- La Emperatriz, carta de buen augurio para mí y para quienes me rodean. -- Pisé encima y se mantuvo firme. Mejor; luchar contra las aguas turbulentas que intentaban tirarnos con oleadas y luchar a su vez contra mi hijo que no quería alejarse del lugar donde se había tirado Fenrir era muy cansino. -- También puede indicar embarazo. Como lo estés, Heliké, te mato.

 

No lo haría, la noticia de un nieto siempre sería bienvenida, aunque aún no. Aún no...

 

-- El Hierofante, de presente incierto, indica un futuro prometedor si soy capaz de dejar de ser egoísta y pensar en el Bien común... Hum... Vale, si salimos de esta, prometo dejar casaros sin ofrecer mucha resistencia.

 

Sí, lo sé, no doy mi brazo a torcer y algo de pelea tenía que dejar para el final, ¿no? La carta nos sostuvo de nuevo. Deseché el As de picas y la sota de bastos para dar una gran zancada hacia otra carta:

 

-- ¡Por los dioses, Matt, hazme caso! Confía en Heliké y en su Visión prometedora. La Reina de Copas, indica que soy una mujer madura y sensible y me indica que en el futuro haré caso de los consejos de las mujeres de mi familia. Puff... ¿Ves? Hasta esta carta me pide que confíe en tu novia.

 

No sé si mis interpretaciones estaban siendo correctas pero las cartas que citaba se mantenían en pie mientras las otras se caían al agua a medida que las dejábamos atrás.

 

-- Vamos, Heliké, la última... Ya podías... ayudarme con Matt... -- Estaba derrotada del cansancio. Sólo un poco más, un poco más... -- El Juicio... Pisemos esa... Es la Carta del Cambio y su posición me indica que... -- dudé y mis pies se balancearon por el movimientos inestable de la carta. -- ... Indica que tendré que tomar una decisión en la que debo usar la lógica y no la emoción.

 

La carta se estabilizó y se deslizó hacia la orilla. Hice un último esfuerzo y lancé a Matt hacia la arena. Me eché de gatas y besé el suelo, después me giré, jadeante, mirando el cielo sin una sola nube. Primera prueba superada y mis fuerzas agotadas. ¿Llegaría hasta el final?

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