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Prueba de Videncia #8


Sajag
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¿Cómo explicar lo que acababa de vivir? A parte de la sangre que dejaba de manar gracias al Episkey de mi hijo, mi estado de ánimo me había dejado francamente sin fuerzas. Si este era el poder de ser Vidente, no lo quería. No, no, no podía abandonar ahora, por muy mal que me sentara conocer el futuro. Tenía que Saber para poder Cambiar lo que sucedía.

 

Aguanté como pude las preguntas de Matt y de Heliké y casi le arranqué de las manos aquella petaca de whisky de fuego. Ardía en la garganta pero no tanto como el corazón al conocer el futuro de la familia. Sé que parecí algo maleducada con aquel gesto sin decir palabra pero es que en ese momento no podía hablar. Aquel líquido me calentó un poco y noté, por fin, que volvía a reaccionar.

 

-- Gracias... Creo que lo acabé -- le devolví la petaca a Heliké, que no desperdiciaba un minuto para ligar con mi hijo. Pero le sonreí. No tenía ánimos para criticarla. De momento... Pensé en una Curación, algo que había aprendido en el Libro de la Fortaleza. Conseguí cerrar por completo las heridas del Sectum y suspiré, por fin, con la cabeza más clara. -- El Arcano lo está haciendo bien..

 

Estaba segura que me iban a mirar extraño.

 

-- Nos está obligando a entender la importancia de las visiones. Yo he visto...

 

Contemplé sus rostros y me mordí el labio superior. ¿Cómo decirles que Matt iba a morir en manos de su hermano? ¿Qué ella sería una joven-vieja vampiro viuda? No, no podía... Ahora no. Aún no. Fenrir aulló a lo lejos, atrayéndonos hacia él.

 

-- Debemos continuar.

 

Había perdido mi varita en algún momento y me sentía algo desnuda. Necesitábamos acabar. Me apoyé en Matt para avanzar y sonreí mostrando los dientes a mi sobrina.

 

-- Es que necesito ayuda; no te importa, ¿verdad? -- muy ladina yo pues en realidad les acababa de separar. Estábamos justo delante del Laberinto. Un gruñido bestial interrumpió mi intento de alejar a los dos enamorados. -- ¡Dioses...! ¿Cómo vamos a esquivar eso?

 

Mi exclamación no era inusitada, viendo el monstruo que nos acechaba en la entrada.

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Enseguida se unió a nosotros Heliké, preocupándose por Sagitas. Como yo, también quería saber que le había pasado, ofreciendo a mi madre whisky de fuego de su petaca, algo qeu le ayudaría al menos a entrar en calor. Mientras ella bebía, miré a la vampiro y sonreí, asintiendo.

 

- Tranquila, estoy bien. Esas plantas eran venenosas pero encontré un antídoto. - contesté. No les iba a decir lo que había visto, porque aunque una parte de mi ya comenzaba a entender que significaba aquella visión recurrente, me negaba a decírselo. No sabía como reaccionarían. Alargué una de las manos hacia ella - Tu com...

 

Al final, las heridas de Sagitas sanaron por completo, y asi nos pusimos en pie, apoyándose Sagitas en mi para alejarme de la vampiro, alegando que no podía andar.Se puso entre ambos, lo que me hizo poner los ojos en blanco. Eran unos instantes de distensión entre tanto esfuerzo. Fenrir aullaba, llamándonos.

 

Apenas dimos unos pasos, un gran gruñido nos interrumpió. Frenamos en seco, observando la quimera que nos cortaba el paso a lo qeu parecía la entrada de un laberinto. Intenté usar la varita, pero no funcionó.

- Tenemos que llegar al interior del laberinto! - exclamé.

 

La cuestión era...como?

 

"Primero fue la zarpa del león, justo después de un rugido. Aquel golpe se llevó por delante a Heliké, abriéndole el vientre en canal. Aun en shock, la cola de serpiente, en un rapido ataque, devoró el brazo de Sagitas que no se agarraba a mi, justo antes de que la cabeza de cabra embistiese para empalarme"

 

Parpadeé, mirando a las chicas, mientras un nuevo rugido hizo que se me erizara el pelo en la nuca. Sin pensar, empujé a la vampiro hacia atrás, con lo que la zarpa pasó a centímetros de ella. En cuanto la vi caer me giré, poniéndome de lado para que la cola serpiente se diera contra el suelo, y automáticamente, me tiré al suelo arrastrándo a Sagitas, notando como el aire por la fuerza de la embestida me subía la espalda de la camisa.

 

- Estáis bien? - pregunté.

 

Un fuerte viento nos pegó al suelo, alzando las hojas a nuestro alrededor. Las alas de dragón alzaban el vuelo, y al mirar, el pecho de la criatura se henchía, tomando aire, dejando entrever el fulgor del fuego en la boca del león.

 

- Corred hacia la entrada del laberinto! - ordené, tirando de las dos y empujándolas por delante de mi hacia lo que debería ser la salvación.

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-- Eso ya lo sabía, hombre, que tenemos que llegar al interior del laberinto -- refunfuñé por lo bajo ante la exclamación de Matt. Pero guardé silencio porque los ojos idos de mi hijo me señalaban que estaba absorto en algo. -- ¿Qué pasa?

 

Mi pregunta fue inútil. Nos empujó al suelo y estuve a punto de protestar que era una pobre herida cuando la bestia nos atacó. Todo fue tan rápido que fue después cuando me di cuenta que Matt había visto con toda claridad cómo y por dónde nos iba a herir. No daba crédito. Matt acababa de tener una Visión y la había aprovechado para salvarnos la vida a las dos y a sí mismo.

 

-- ¡Por todos los Dioses! ¡Qué mala leche que tiene esta...!

 

¿Qué era eso? Diría que una mantícora, aunque no podía estar segura. La maldita se elevó en aire con esas alas de Dragón e hinchó el pecho. Enseguida supe lo que iba a suceder así que corrí para evitar el chorro de fuego que nos iba a perseguir. Toda ella era una figura amenazadora. Matt, como el hombre caballeroso que era y del que me enorgullecía, nos empujó por delante. Corrí, sabiendo a los dos chicos detrás, torciendo a derecha e izquierda sin ton ni son, perdiéndome al fin.

 

-- ¿Dónde demonios está la salida? -- pregunté. ¡Demonios parlantes! Si yo había hecho ese camino mil veces y ahora no recordaba cómo escapar del laberinto. El olor a quemado y las hierbas en la cara me azotaban la cara. Aquella bestia llegó antes que yo a la salida, que ya vislumbraba y lanzó otra llamarada. Me tiré al suelo y...

 

Pasos.

El lobo gime y sé que es Fenrir. Pero no el lobo actual que está en la pirámide sino un lobo viejo dentro de una jaula de la que no puede salir, que llora por la muerte de su dueños. Es Fenrir, sí, el del futuro, aullando desesperado porque no puede escapar a su encierro.

Yo me tapo los oídos y gimo ante sus lastimeros aullidos. Yo, una vieja de manos arrugadas y de pelo gris que no conserva nada del violeta que tuve algún día, imploro que se calle, que no siga recordándome aquella matanza, que no me recuerde que...

Ithilion entra a la habitación que estoy retenida y me mira, con asco en la cara. Bajo la mirada. No puedo evitarlo. Él es como es por mi culpa. No supe protegerle, no le deje a nadie que le protegiera. Sólo es un asesino porque... porque yo maté delante de él. No hay vuelta a atrás. Le enseñé que la muerte se permite cuando hay rabia en el corazón y furia en la varita.

Me lo merezco. Debería haber muerto en el pasado, en aquel laberinto, cuando aquella bestia me atacó porque permanecía quieta en el suelo. No debí moverme. Debí permanecer quieta... quieta... quieta... Ahí viene el león a lanzarme una dentellada. Debo quedarme quieta y morirme, dejar que me desgarre y que me muera. Así salvaré a Ithilion. Así, la PB quedará intacta.

 

Sentí el ruido de unas garras en el suelo y olí el aliento a podredumbre que ya me alcanzaba y, sin saber cómo lo hice, rodé por el suelo, clavando los codos en el suelo y desgarrándomelos pero protegiendo mi cara. Cuando choqué contra un arbusto del laberinto abrí los ojos. La bestia había atacado y, al no encontrarme, se había enredado entre los árboles que formaban el laberinto, reteniéndola, dándonos una oportunidad de salir.

 

-- ¡Por aquí! ¡Correr!

 

Me levanté como pude y salí de aquel laberinto, con el corazón encogido. ¿En serio yo le había enseñado a asesinar a Ithilion y era mi culpa lo que sucedía en el futuro? ¿En serio tendría que haberme dejado matar en aquel laberinto? Levanté la mirada hacia la pirámide y me mordí un labio, pesarosa. Aquella habilidad estaba resultando ser muy costosa pero ahora, por nada del mundo, quería dejar de tener aquellas visiones que iban a determinar mi futuro y el de los míos.

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Menos mal qeu Sagitas no protestó demasiado. Sabía como era cuando se enfurruñaba, pero también era lista, y tenía claro que, en caso de no escapar, esa criatura acabaría con nosotros. Por eso se levantó y corrió, seguida de Heliké, conmigo cerrando la improvisada formación.

 

Zigzagueamos, izquierda, derecha, izquierda, izquierda, derecha, izquierda, derecha dos veces más...hasta que paramos, desorientados y perdidos.

 

Di una patada al suelo, cruzándome de brazos. Era la primera vez que estaba alli dentro y, con la carrera que habíamos dado, era bastante complicado orientarse. Pero un aleteo sordo, un gruñido, nos alarmó. Aquella quimera nos había perseguido y al detenernos, estábamos atrapados. Fijó su vista en Sagitas, pero ella, ida, se tiró al suelo mientras volvía a empujar a Heliké contra los arbustos para protegerla.

 

Tal vez por alguna misteriosa protección, la criatura falló y en su ira, se enredó con los arbustos. Eso nos dio un segundo para pensar, con una Sagitas decidida y recuperada, que nos llamó a seguirla. Esta vez si parecía conocer el camino, pues en pocos metros, dejamos atrás el laberinto y nos encontramos al pie de la entonces lejana pirámide.

 

Apoyé las manos en las rodillas para tomar aire, pero un nuevo aullido de Fenrir me llevó a alzar la cabeza.

- Fenrir! - exclamé con alegría al verlo.

 

Pero cuando subí las escaleras, me quedé paralizado. No había uno, sino tres lobos iguales. Me quedé mirándolos fijamente.

- No existen tres Fenrir. - dije, cosa que ellas ya sabían. - Solo uno es verdadero.

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lo siento, vagancia xDDD

 

On:

- Tranquila Sagitas, tranquila -le dije amablemente, lo último que me apetecía era precisamente discutir y creo que ella también pareció sentirlo en esos momentos porque no iniciamos ninguna discusión y eso era bueno. Yo, me sentía completamente agotada y eso que ni siquiera habíamos pasado el maldito laberinto ni habíamos llegado a la altura de la pirámide. Todo aquello, era un sinvivir. ¡Lástima que no pudiésemos usar la varita! Porque me importaría un bledo el lanzar maldiciones imperdonables si con eso manteníamos la vida...

 

- Demasiado bien, para mi gusto -murmuré, asintiendo con la cabeza, ante las palabras dichas por la pelivioleta. La verdad es que me cabreaba bastante. No teníamos un segundo de paz, pero suponía que eso era lo que pretendía el Arcano. Ponernos a prueba ante las situaciones más difíciles posibles y sacar a relucir, o a empezar a rodar, nuestro Ojo Interior. Por supuesto, no todo iba a ser sencillo y ahí estábamos los tres. Yo por mi parte bufando e intentando mantener la calma...

 

El aullido de Fenrir llegó claramente a mis oídos. La verdad es que el alarido de ese animal, hacía que se me pusiese los pelos de punta, parecía que sufría o al menos, que nos rogaba con sus bramidos el que lo sacáramos en dónde estaba preso. A mí me daba muchísima rabia que alguien de la altura de ese arcanucho de pacotilla, usara "nuestras posesiones más preciadas" para jugar con nosotros. Quizá esa no fuese la palabra más indicada, pero era la que encontraba en esos momentos, dentro de mi cabeza...

 

No supe porqué, pero me vino un flash. Era la imagen risueña de Lázarus...

 

- Ahora no, por favor... por todos los demonios -gruñí yo. Ese monstruo, el cancerbero parecía que estaba a punto del ataque. Yo me quedé muda, un tanto en shock por lo que estaba viviendo. Tres cabezas, para tres presas... Sí, el Vidente sabía lo que hacía y estaba empezando a cambiar el sentimiento de respeto por el de odio... visceral y puro odio.

 

No supe qué pasó en esos momentos que caí tendida al suelo...

 

- ¡Me cagon en tus muertos! -solté el improperio, sabiendo la recriminación de Sagitas - gracias Matt -le dije con cariño al pelirrojo -lo otro no iba por ti -negué con la cabeza mientras señalaba con el dedo índice a esa cosa que teníamos que esquivar. Volví a sentir el tirón y ésta vez, me dejé llevar por Matt. Nos apartamos como pudimos para entrar al laberinto. Yo tenía una idea en la cabeza, era peligrosa, pero quizás funcionase. Recordaba la vieja daga ceremonial de mi madre, esa que había sacado del baúl que, recientemente había comprado en el Magic Mall.

 

Yo seguía los gritos, los aullidos... Pero mi mente parecía que le daba la gana de querer volver a ver a Lázarus...

 

Recuerda lo que te he enseñado. No hace falta usar la magia, para vencer al enemigo. Por muy fuerte que éste sea, siempre hay formas de deshacernos de nuestros contrincantes... -recordaba esa clase. Ahí estaba yo, con una espada en mano. Estaba enseñándome esgrima, un arte español bastante viejo... En otro flash me había instruido en el arte de enseñarme a usar las dagas correctamente y con puntería...

- Eso es niña, eso es... Recuérdalo en un futuro. La magia es un don que poseemos por nacimiento, pero sólo ella es una parte de nosotros mismos y que podemos seguir desarrollando. Hay más cosas que lanzar hechizos y encantamientos. Usa la cabeza -y había sacado varias cuerdas de no sabía dónde... Había conseguido sacarme de ellas usando la habilidad de mis manos y con el cuchillo en la otra las había cortado... Sí, quizá fuese ese el poder... Si las tuviese, bien podía sacarlas...

De nuevo otra neblina, y yo seguía caminando como podía. Parecía que ahora todo era una maldita película que me hacía más débil cuánto más fuerte debía encontrarme. Me fastidiaba bastante... No supe porqué pero Lázarus apareció de nuevo, sonriente y ésta vez, con las manos manchadas de sangre. Un bulto en el suelo... ¿Sería él? No tenía ni idea de porqué ese viejo vampiro me seguía acosando incluso en las visiones. Yo, lo que hacía era seguir la voz de Matt. Notaba cómo se me nublaba la vista... Tenía que seguir... Tenía que seguir...

 

- ¡Se acabó! ¡Estoy más que harta! ¡Harta! -grité yo. Tenía la intuición de que estábamos más cerca que antes. Así que, metiendo la mano dentro del monedero, saqué las cuerdas que pensaba que no tenía y con bastante habilidad y rapidez, a pesar de la situación en la que nos encontrábamos conseguí maniatar al animal...

 

- Ahora dejarás de tocarnos las narices, ¿verdad? -decía en un tono chulesco. ¿Es que en esas situaciones, no podía comportarme? Pero no podía evitarlo- ¡Arcano, todavía no has perdido! ¡Me oyes! -grité. Seguro que los demás me tildarían de loca por faltarle al respeto- ¡Aquí seguimos en pie! - y lancé tal carcajada al aire que parecía realmente una desquiciada... Y no supe cómo pero por fin habíamos conseguido salir de ese maldito laberinto de locos...

 

- Por supuesto que lo sabemos, ¿te crees que somos imbéciles? -sí, estaba enfadada, demasiado enfadada... En esos momentos de tensión tenía un rebote de mal genio que impedía que fuese amable con alguien. Incluso si ese alguien era de Matt que había conseguido salvarme el pellejo un par de veces a causa de las zarpas de ese bichejo, enorme enorme...

 

- Perdona, no sé qué me ha pasado -sabía que era una disculpa un poco pobre, para la situación vivida anteriormente. Me senté en el suelo, parecía que había perdido las fuerzas y normal. Habíamos corrido como unos descosidos por semejante laberinto, intentando encontrar la salida. Pero yo necesitaba descansar, aunque fuese un rato, para recuperar las energías...

 

- Tú sólo tienes la conexión ¡úsala, maldita sea! -contesté de malas maneras, lo sabía- tú sabrás quién es realmente Fenrir...

 

off: ups jijiijiji xDDD

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Allá estaba, nuestro destino. Estaba agotada física y mentalmente pero sabía que lo peor aún no había llegado. Me senté en el suelo, recuperando el resuello y viendo como Matt se iba hacia las escaleras. Me hubiera gustado decirle que se detuviera, que seguro que el Arcano nos había puesto una trampa pero no pude. Estaba muy cansada.

 

Me levanté del suelo y ni sacudí el polvo que se había pegado a mis ropajes, si es que podíamos llamarles así, todos rajados y ensangrentados. Preferí no mirar para no recordar todo lo sucedido allá dentro. Me prometí que éste sería mi última Habilidad. No me veía capaz de superar, de nuevo, todos aquellos obstácul0s. Empecé a subir aquella grandiosa escalera, contemplando mis pies como si el suelo fuera lo más importante en aquel momento. Sólo las palabras de Matt hicieron que levantara la cabeza.

 

-- ¿Tres...?

 

He aquí el último gran impedimento: tres lobos nos iban a impedir el paso.

 

-- ¿Alguno de ellos es Fenrir? -- me pregunté, aunque en voz alta. -- Heliké, deja de soñar despierta y no vuelvas a sacar ninguna cuerda de pacotilla de ese bolsillito.-- ¿Cómo sabía que mi sobrina había hecho eso? Pues sencillamente, tuve una visión en la que ella parecía hacer eso a la criatura, sin darse cuenta que, si lo hubiera intentando, ya estaría muerta en vez de subir el estrado como nosotros. -- Y deja de dar insultos porque te juro que te empujo al suelo y volteas dando cabezados por los escalones. Al Arcano le debes un respeto, es nuestro profesor y maestro y no quiero arriesgarme a que nos eche fuera sólo porque tú tienen un vocabulario de verdulera, ¿entendido?

 

¿Por qué estaba tan enfadada? Pues tal vez porque estaba cansada. ¿Por qué lo pagaba con ella? Tal vez porque ya estaba acostumbrada a meterme con ella y porque, en serio, tenía miedo que el Arcano de Videncia nos cerrara la puerta de la pirámide en las narices y no quisiera vincularnos al Anillo, después de todo lo que habíamos sufrido. Después de todo lo que nos tocaba aún por sufrir.

 

Avancé varios pasos hasta situarme al lado de Matt y observé a los tres Fenrirs. Eran réplicas iguales, imposible adivinar cuál era el de mentira. Alargué la mano hacia el del medio y me lanzó una dentellada que por poco me arranca un dedo.

 

-- ¡Hos...! ¡Ostras! -- sentí la sangre que manaba de la herida de uno de aquellos dientes afilados. La piel del lobo se erizaba y gruñía de forma peligrosa. Recordé mis miedos a los lobos, desde pequeña, y retrocedí un escalón, casi resbalando. -- El del medio no es... Aunque es tan fiero que podrían destrozarnos.

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Heliké y Sagitas se habían sentado en cuanto dejamos el laberinto atrás, para calmarse un poco, para volver a tomar aire...pero en vez de eso yo subí por las escaleras y las chicas, aunando las fuerzas que les quedaban, me siguieron.

 

La vampiro, en cuanto llegó arriba y vio a los tres lobos exactamente iguales, comenzó a gruñirme para que yo dijera cual de los tres era el verdadero. La miré, frunciendo el ceño, sin entender por qué se ponía asi conmigo.

 

Aunque un gruñido amenazador me alertó, justo para ver como Sagitas apartaba la mano del lobo central, que erizaba el pelaje de la espalda y mostraba los dientes. Observé el corte de su mano y luego me giré de nuevo hacia los animales. Dos de ellos nos matarían, solo uno nos llevaría hasta la siguiente parte de aquel examen.

 

- Usaría mi conexión con Fenrir si pudiera - gruñí, respondiendo a Heliké. - Pero no puedo hacerlo. No me sirve. Creo qeu el Arcano está usando su magia para impedírmelo. Estos no son reales. Creo qeu son copias.

 

Pero entonces...como pasar? no podíamos probar a suertes porque de hacerlo, dos uno de nosotros acabaría muerto, o malherido. Observé a los tres animales, pensativo. Comencé a caminar frente a ellos, despacio, sin dejar de mirarlos. Eran exactos, idénticos. POr lo menos sabía que no era el lobo del centro, aunque fuera a costa de la mano de Sagis.

 

Me detuve de nuevo, frente a los tres. Me llevé la mano a la barbilla, pensativo.

 

Tres lobos, con tres caminos a sus espaldas.

 

El central no era....

 

"Ithilion estaba frente a nosotros, muerto, desmadejado. El charco de sangre que lo rodeaba, lleno de mis propias pisadas, mientras en algún lugar repiqueteaba la lluvia. Alargué una mano ensangrentada hacia Sagitas, que mantenía los ojos abiertos, en estado de shock mientras miraba al pequeño. Como yo, ella se encontraba manchada de sangre.

 

- Teníamos que hacerlo. POr el bien de todos."

 

Fruncí el ceño, dejando atrás aquella visión.

 

Por instinto, miré el de la izquierda...

 

"Todo debía estar preparado. Algo en mi lo sabía. El paisaje era casi idílico y sentía la felicidad en el ambiente.

 

Un altar.

 

Una boda.

 

Un trueno, lluvia.

 

Todo estaba destrozado. Mis propias manos, manchadas de sangre, y una sensación horrible en el pecho."

 

Aquella maldita visión otra vez. No sabía que significaba, o al menos, me negaba a creer lo que era. Pero algo en mi me dijo que no era la izquierda.

 

Tres lobos y tres caminos.

 

Y una tercera opción, entre la bruma. La que me atraía, aquella que desconocía pero que podría cambiarlo todo.

 

Alcé la ceja y al fin me moví. Caminé hacia el lobo de la derecha y alargué la mano. El animal se dejó acariciar, para luego darse la vuelta y comenzar a caminar.

- Vamos.

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Moví los dedos y suspiré de satisfacción al ver que los tenía todos. Por si acaso, los conté: "Uno, dos, tres, cuatro y... sí, cinco, aunque un poco apachurrado", pensé. En cuanto pudiera, me haría unos cuantos episkeys, pero el Arcano había prohibido la magia así que, hasta que no llegáramos a la pirámide. Me miré la mano ensangrentada y...

 

No era una mano femenina. Era masculina, a pesar de que tenia la misma sangre que la mía.. Sentí el trueno y el ruido de la lluvia. Levanté la mirada y, por primera vez, noté que Matt y yo estábamos compartiendo la misma Visión. Enarqué una ceja. Si ya era difícil dominar visiones, ahora teníamos una conjunta. Estaba confundida.

 

-- ¿Teníamos que hacerlo, en serio?

 

Mi pregunta no fue contestada porque creo que nadie me oyó. Un lobo aullaba allá arriba. Era Fenrir. Miré a Matt, quien seguía viendo algo. Miré a los dos lobos que quedaban y comprobé que uno paseaba al lado de un altar lleno de sangre. Fruncí el ceño. ¿Qué podía significar eso? ¿Un sacrificio humano? ¿Una boda frustrada? Aunque en otro momento me hubiera alegrado, pensando que sería la de Matt y Heliké, ahora sentía miedo. ¿Qué significaba eso?

 

Matt movió la mano y acarició a un lobo. Intenté detenerle pero, en el momento en que él le aceptó, los otros dos desaparecieron. Les seguimos con cuidado. En realidad, si no pisábamos por el mismo lugar que él hacía, los peldaños desaparecían. Tropecé un par de veces pero llegamos allá, arriba, a la Pirámide. Aquello ya lo conocía, así que entré, adelantándome a todos.

 

-- ¡Arcano! Necesito usar la magia. ¿Puedo?

 

No esperé su respuesta. Su mirada era intensa pero no pronunció palabra mientras me hacía varios Episkeys y curaba mi mano. Avancé un poco más y contemplé el Portal, cerrado. Al lado, Fenrir me saludaba, feliz, moviendo la cola. Sonreí.

 

-- Ha sido más cruel de lo necesario. -- Pero como soy educada, añadí: -- Buenos días, Arcano. ¿Qué hacemos ahora.

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Estaba completamente agotada, ya no física sino también mentalmente. El que tuviese la visión otra vez de unas manos manchadas de sangre, las reconocí pero tenía miedo. Obvio no eran mías. Eran unas manos masculinas, bastante fuertes...

 

- Perdona Matt, no sé porqué me puse así contigo... yo... -bajé la mirada, culpable por la manera en que le había hablado- yo, lo siento... Supongo que todo ésto nos sobrepasa -susurré, sin mirar a nadie en especial.

 

Volví a bajar de nuevo la cabeza al ver cómo el pelirrojo decía que no podía usar su conexión. Al parecer el Arcano había hecho su magia, según dijo él, para saber quién era el verdadero Fenrir...

 

Pero después de liberar al lobo llegamos hasta la gran Pirámide. Suspiré cansada nuevamente...

 

- Perdonarme a los dos por cómo me he puesto antes, no sé porqué... Sé que últimamente estoy de bastante mal humor pero parece que eso ha acrecentado mi mal genio... Muy bien Matt -sonreí al ver cómo el animal venía hacia nosotros. Yo me acerqué a él y le rasqué las orejas, sabiendo que le gustaba.

 

- Así me gusta lobito. Perdona por tardar tanto, ésto no es cosa nuestra -le dije en un susurro en su oreja- espero que el Arcano sea bueno y por lo menos, no nos ponga en un serio aprieto. Miré a Sagitas y me acerqué a ella.

 

- ¿Estás herida? -pregunté preocupada- yo misma puedo curarte, si quieres -decía en un tono tan bajo, porque me avergonzaba por mi comportamiento con los dos, antes de excarcelar a la mascota de Matt.

 

Tuve que sentarme, unas imágenes vinieron a mi cabeza. Una cabellera negra, ojos verdes

 

- Vaya, vaya, has conseguido llegar hasta aquí mucho más rápido de lo que yo hubiese pensado... Tú matarás a Ithilion... tú eres la culpable... su muerte caerá sobre tus hombros...

 

- ¡NO, NO! -grité yo, aún con los ojos cerrados, al ver lo que pasaba - Yo no maté al pequeño... ¡no! Juré que lo protegería, por eso... -casi descubro que era mortífaga y que había ingresado a las huestes oscuras. Eso le daría una excusa a Sagitas de hacer todo lo imposible para que no se celebrara esa boda...

 

Abrí los ojos, estaba asustada...

 

- Creo que alguien usará su magia para controlarme, para hacer que mate a... No puedo permitirlo, tendréis que sacrificarme para que eso no suceda -le dije a los dos. Seguro que alucinarían bastante con lo que estaba diciendo - ¿en serio, aún quedan restos de esas plantas en mi cuerpo? Porque no es normal...

 

Alcé la vista de nuevo y ahí parecía que estaba el Arcano esperándonos. Sagitas lo saludó educadamente... Yo carraspeé aún algo colorada por lo que había pasado antes.

 

- Quería ofrecerle mis disculpas por lo que he dicho antes Arcano. Jamás pretendería ofenderlo, no sé qué pasó -comenté en un tono culpable - entendería que no pasaría ésta prueba por faltarle al respeto, pero usted, como gran Vidente, supongo que ya habrá visto todo ésto -comenté, negando con la cabeza.

 

- Sólo espero hacerlo bien, dentro de la Pirámide -comenté más para mí que para el resto de los presentes.

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Por supuesto, no dejé que mi sobrina Heliké me tocara y me curara. Aún en estos momentos tan críticos, prefería apañármelas sola. Además, las palabras que había dicho antes, algo ambiguas, me hacían pensar que estábamos unidos todos en la misma pesadilla. Mejor dicho, en la misma Visión.

 

La señalé con el dedo.

 

-- Nadie te puede obligar a hacer nada que no quieras, ¿entiendes? Así que deja de decir que vas a matar... -- ¿a mi hijito lindo? -- a alguien.

 

Miré hacia adelante, al portal. Sabía que el Arcano insistiría en saber si queríamos pasar la prueba, tal como habían hecho el resto de Arcanos de otras habilidades. Me podía la rabia y las ganas de saber. Extendí mi mano, para tomar el anillo de vinculación que me permitiría cruzarlo.

 

-- Pienso acabar esta prueba, Arcano. Aquí y ahora. ¿Cómo se abre esta puerta?

 

Y le miré con cara muy decidida. Se notaba que yo era de ideas firmes.

 

-- Todos diremos que sí. No perdamos más tiempo en ésto.

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