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Pociones & Encantamientos


Tauro M.
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Tauro aun empuñaba en su mano la carta donde le daban una de las mejores noticias que había recibido hacía tiempo. La ilusión con la que vio llegar la lechuza blanca, característica de la Universidad, seguida del sello que confirmaba el remitente y posteriormente la noticia, era comparable con la primera vez. Después de varios intentos, de ver como entraban y salían profesores y de encargarse de esparcir el rumor de que el conocimiento estaba maldito, por fin se hacía con el. Tauro había sido una de las primeras en enseñar Pociones en la Universidad y por una sobre carga de responsabilidades tuvo que dejar su cargo. Si algo recordaba de su paso por la Academia eran aquellas clases, donde conoció a personas con un invaluable talento y otras con la que pudo establecer una entrañable amistad.

—Llevo tanto tiempo fuera de esto que no se si lo haré bien —expresó en voz alta. Si bien poseía un invernadero donde continuamente preparaba sus pociones, la práctica que venía con el enseñar a diario sentía que la había perdido. Sin embargo, su entusiasmo era superior a cualquier duda que pudiera tener y confiaba en su pasión sería su mayor fortaleza.

No había tenido mucho tiempo para planificar su clase y dudada que el salón disponible tuviera todo lo que consideraba era necesario para una buena clase de pociones. El día anterior trasladó todo cuando pudo, incluido libros de texto que serían de utilidad para consultar algún término o ingrediente desconocido, además de calderos en buenas condiciones, utensilios e instrumentos y uno que otra planta sacada de su propio invernadero.

Tenía dos alumnos, dos diamantes en bruto que se aseguraría salieran más que preparados para aplicar a cualquier cargo dentro del Ministerio que requiriera de alguien experto en pociones. No permitía la mediocridad cuando de su clase se trataba y jamás se haría responsable por una mala referencia hacia su persona provocada por alguna de sus pupilos.

—Bien, creo que está todo listo —dijo cuando tomo la varita de la mesa de noche al lado de su cama. Normalmente su esposa estaría allí para darle un beso de despedida y desearle lo mejor, pero desde su más reciente ascenso a Warlock, era ella la que salía muy temprano y regresaba tarde por la noche. Sin embargo, porque sus atenciones no podían faltar, el desayuno ya estaba servido: una bandeja de plata con zumo de naranja y tostadas con jalea, algo ligero para empezar el día.

La hora pactada o la que había enviado en una lechuza a sus dos alumnos decía que debían llegar a las 6:00 am, pero ella saldría con dos horas de anticipación para terminar de preparar el ambiente en el que se desarrollaría la clase. No sabía con que se encontraría y para ella era importante que el alrededor fuera propicio e inspirador. Había pensado en ir a un lugar diferente, pero para empezar estaba bien hacerlo dentro de un salón, además de que cargar con calderos de un lugar a otro no era lo más practico del mundo.

El aula era sin duda más amplia que la anterior, pero tanta luz no era cómoda y aunque cubriera todos los lugares por donde esta se filtrara, seguía siendo lo ideal; ya tendría tiempo para conseguir sus propias mazmorras, como antes. Sonrió. De nuevo los recuerdos de su pasado la impulsaban a seguir adelante haciendo una de las cosas que más le gustaba: enseñar. Siguiendo con el salón, habían dos estantes grandes que llegaban hasta el techo con sus respectivas escaleras; el del lado derecho que contenía diversidad de utensilios e instrumentos, otro del lado izquierdo donde la mitad hacia arriba contaba con varios recipientes de diferente tamaño que contenían pociones, ingredientes de plantas o partes de animales envueltas en algún líquido viscoso y al fondo había otro un poco más pequeño que solo tenía libros y frente a este, justo en el medio, se encontraba el que sería su escritorio de ahora en adelante.

—Solo falta reacomodar las mesas —agregó apoyando la punta de su varita en su mejilla derecha, formando un pequeño hoyuelo. Las dos únicas mesas del lugar eran largas y de forma rectangular, apenas y llegaban hasta la cintura para brindar mayor comodidad. Ambas mesas se ubicaban de forma lateral a los estantes, con un metro de espacio entre ellos para que los aprendices pudieran desplazarse sin problema.

—Perfecto —musitó complacida con lo que veía, cuando de repente la puerta se abrió y contrario a lo que pensaba la líder Mortifaga, que se trataba de sus alumnos, la corpulenta figura de uno de los magos más sanguinarios de Ottery se asomaba.

—Colt —dijo fríamente —¿Qué haces aquí? —.Tras el episodio en la clase de Estudios Muggles pensaba que el ex Mortifago iba a estar escondido, pero tal parecía que Sagitas no lo había logrado intimidar y que las pruebas en su contra no eran suficiente. De todos modos su presencia la incomodaba, no confiaba en él, ya no más, así que ¿Qué quería? Conocía su valor como Mortifago y lo que era capaz de hacer con una varita, sin embargo, estaba el asunto de la confianza.

—De verdad pensé que no te volvería a ver la cara en mucho tiempo.

Le sostuvo la mirada y no la apartaría hasta que el mago lo hiciera. Su presencia despertaba en ella rabia, ganas de lanzarle una maldición imperdonable para verlo retorcerse, aunque sabía que jamás pediría clemencia, mucho menos disculpas, pero era su actitud pedante y desafiante la que ponía al límite del autocontrol y sin darse cuenta ya se encontraba empuñando la varita para hacerlo callar por su altanería. Esta vez no sería tan permisiva con el asesino, si bien sabía que podía usarlo para hacer el más sucio de los trabajos, Patrick tenía un punto débil, como todos. Si Patrick no infundía terror en Ottery no era nadie.


Fue una muy corta conversación la que tuvieron, porque casi de inmediato llegaron sus pupilos.

—Bienvenidos. Mi nombre es Taurogirl Lavigne y seré su profesora de Pociones. Me gustaría que se presentaran y me dijeran si tienen idea sobre pociones, es simplemente para saber qué tan avanzados están y así proceder. Por otro lado, la persona que me acompaña es Patrick Colt, profesor suplente de encantamientos con quien también estaremos compartiendo espacio —soltó automáticamente y con disimulo relajo los músculos de su mano. Su encuentro, una vez más, se vería aplazado, aunque sabía que ninguno perdería la oportunidad para lanzar uno que otro comentario que pusiera en tensión el ambiente.
Editado por Taurogirl Lavigne

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El olor a sangre inundaba el pasillo.

Era incómodo y repugnante para un mago regular; para él, un éxtasis ineludible. La varita negra aún vibraba inquieta entre sus dedos, que diestros, la sostenían repelentemente.

Logró esquivar un bulto en su camino, levantó su pie descalzo lo suficiente como para pasarle por encima. Sin embargo, su mirada imperturbable iba de frente, irradiando ira a través del oro fundido que caía por sus cuencas. El gesto en su rostro era sombrío, la completa frialdad lo acompañaba cada vez que pasaba sobre otro cuerpo inerte.

Ese era el resultado que dejaba a su paso cada vez que sus planes tomaban un giro inesperado.

- Infames - susurró para él, respiró profundamente y hundió su pisada en otro charco de sangre; ésta vez viscoso y frío - al Cardenal de la Muerte no se le miente.

El tatuaje en su antebrazo ardía. Los trazos azabaches burbujeaban intensamente y así mismo era su dolor. Patrick Colt era un hombre que cuando enmascaraba su rostro bajo el titanio, se convertía en un enigmático tutelar paradójico.

Detrás de él lo seguían sus elfos cabizbajos. El de piel oscura, llamado Morgan, caminaba desprendido del aparente terror del que Jacaré sí era presa. Su compañero, de tez más clara, aún no había experimentado el azote iracundo de su amo. Pero ambos estaban convencidos que el plan del que participaba Sagitas en Richmond, se trataba simplemente de una estrategia.

- ¡Siempre estuvieron en la Malfoy! - indicó un segundo hombre que luchaba para alcanzarlo y evitar que el Mago Tenebroso se sintiera presionado, pero con un aparente grado de complicidad ante Patrick Colt que lo único que logró fue detenerlo inmediatamente. Para el asesino, fruncir el ceño era un esfuerzo con un precio importante; un nudo en la garganta fue inevitable y sintió la obligación de ladear su rostro sobre su hombro izquierdo, para estirar su diestra con violencia hacía el asustado acompañante.

- Sectusempra - gruñó. - Incárcerus - vació sus pulmones.

Las heridas no se hicieron esperar, salpicaduras de espesa sangre brotaron del cuerpo abatido hacia el suelo ya manchado y ultrajado por el vital líquido que antes se había proliferado debido a toda la muerte ya había sido esparcida.

El atacado se desplomó sin fuerzas, apilándose descolocado sobre otro difunto. El lugar empezó a apropiarse de un olor fétido, y sus paredes de un tenso ambiente. Por su parte y sin preocupación, el victimario giró sobre sus talones junto a sus dos elfos dejando a toda la desangrada mortandad en el pasillo del vestíulo del Castillo Potter Blue.

 

El lugar fue librado de esa densidad asfixiante, solamente reemplazada por esa desolación que dejara la masacre.

Al aparecer en la Universidad, no llevaba máscara puesta. Desde el aula del claustro avanzó rápidamente hacia el lugar pactado. Debía olvidar la situación del Castillo Malfoy, en esos precisos instantes podrían estar terminando de desmantelar la residencia de los Embajadores de la Magia de Inglaterra en la búsqueda de pruebas que los vincularan a la Marca Tenebrosa. Ese ausentismo del patriarca Malfoy no era beneficioso para el bando. Y si en algo respecta a Patrick Colt, aquél mago no le afectaba directamente en nada.

La última esquina que giró lo llevó a unas escaleras, mismas que ascendió para toparse frente a frente con la puerta el aula de Pociones. Aquello le recordó su paso por Estudios Muggles, en la oficina donde los empleos eran repartidos a cualquiera cuyas aptitudes no eran aptas para ejercerlos.

Era otro episodio al que debía aferrarse ahora que se topaba con Tauro nuevamente.

La primera imagen que reveló el recuadro al apartar la puerta, era la silueta ella, quien se volteó para corroborar al que ingresaba a su espacio de docencia. El cruce de miradas fue intenso y quizás no poco de lo desafiante. Parecía mentira cómo el mortífago siempre encontraba la manera de responder a una amenaza.

Sin embargo, y a pesar que el recinto albergaba mucha luz, el manto de tinieblas que se desprendían del hombre se apoderó de los dominios de la bruja. Lo que antes era un ropaje negro de corte recto que vestía al mortífago, ahora se extendía a todas partes, abstracto e inalcanzable como dedos en la noche oscura, colándose bajo todos los muebles y las sillas. Los tañidos del diurno provenientes del astro rey se veían repelidos por dicha oscuridad que guarnecía los ventanales desde adentro. Y la mirada dorada e incandescente respondió la interrogante de Taurogirl, junto a una socarrona sonrisa.

- Estoy aquí para reclamar lo que es mío, "señora Líder" - le indicó a la mujer, con suspicaz entonación en sus últimas palabras, sin apartar ese gesto de burla de su rostro y casi cercenándola con la mirada. Tenía un porte altruista e invasivo, y aunque varios metros lo separaban de ella, su presencia la tocaba sin necesidad de aproximarse -, es tu última oport...

Pero la puerta del aula volvió a abrirse...

----

Hola chicos afortunados, bienvenidos a la clase de Pociones & Encantamientos de éste mes.

Siéntanse libres de entrar a una realidad paralela, Tauro y yo nos encargaremos de guiarlos en el recorrido.

¡Provecho!

Pociones
@@Bon Kure
@

Encantamientos
@@Mahia Black
@AriamAshar016

Editado por Patrick Colt

Ex-Líder de Bandos | Ex-Wizengamot | Ex-Orden de Merlín 1ra Clase
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Mi primera clase despues de graduarme en Hogwarts, se suponia que debía estar emocionda pero en realidad tanto no lo era no me gusta sencillamente estar encerrada en un aula,aprender si pero las clases tradicionales me parecen aburrida, al menos es Castelo la teniamos al aire libre y con la naturaleza a tu alrededor era muy entretenida, odiaba estar entre cuatros paredes.

 

Decidi no darle más vueltas al asunto y comencé a alistarme tome unos jeans oscuros, remera roja con rayas negras, un buzo por el frío y arriba mi campera de cuero que nunca faltaba simplemente adoraba esa campera y unos bocergos forrados con algo de piel para evitar el frio y luego de un rico desayuno me dirigi a clases muy feliz de la vida como dice el dijo "estomago lleno corazon contento"

 

Me costo un poco ubicarme para llegar al salon de donde se iba a dictar las clases por alguna razon encantamientos y pociones se darian en el mismo espacio.

 

Pociones era una materia que dentro de todo dominaba despues de todo había estudiado en Castelo y al tener conocimientos de herbologia preparar pociones se te simplificaba ya que conocias al dedillo todas las propiedades de las plantas que en ellas utilizaba.

 

Así que decidi optar por encantamientos ya que no se me daba muy bien, era muy impulsiva asi que a veces perdia el eje con la varita, estaba acostumbrada a utilizar otra forma de hechizos y me sentía a veces limitada con la varita por eso decidi reforzar encantamientos.

 

Cuando llegue a la puerta del salon me detuve dudando antes de entrar sentía que había algo de tensión y muy incomoda, cuando viajas tanto como yo y te expones a situaciones peligrosas aprendes a estar pendiente del ambiente y a veces te sale natural.

 

-¡Que diablos!- me dije a mi misma y entré al aula sin tocar ni pedir permiso-.

 

Supongo que los abre sorprendido al entrar bruscamente ya que por sus rostros al parecer había interrumpido una conversación, por alguna extraña razón esos profesores no me despertaban buena espina y no dude en comentarselo a Nagul telepaticamente.

 

-Querida descendiente- me contestó mi espíritu guardian- a tí no te gusta ningun profesor- ante eso solo sonrei incoscientemente-.

 

-Buenas- dije entrando- disculpen que haya entrado así pero afuera hacía un frio que te helaba hasta los huesos, a proposito soy Ariam-.

 

Busque con la mirada y al no haber nadie aproveche y ocupe el ultimo asiento para poder distraerme y dormir si me entraba sueño.

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Tenía todavía en sus manos el pergamino que había dejado la lechuza en su ventana. En la última hora había leído aquella carta a través de los cristales de sus gafas una y otra vez, esperando encontrar algo distinto en cada ocasión. Ya estaba vestido, preparado por segunda vez para asistir a su clase de pociones. Era la segunda vez que se apuntaba a esa clase y la segunda vez que sus pies no se despegaban del suelo y sus manos del pergamino para aparecerse en el lugar donde se desarrollaría el curso; sabía que tenía un problema de ansiedad que lo paralizaba en su habitación cada vez que tenía que hacer algo que involucrara relacionarse con otro ser humano, pero debía superarlo de alguna manera si quería avanzar en el mundo mágico.

 

«Esto es absurdo» -pensó, mientras se percataba de que había empapado el pergamino con su sudor. ¿Cuánto tiempo llevaba en aquella posición? Dejó el pergamino sobre su escritorio y se secó las manos con el pantalón.

 

Tenía que sacar fuerzas de donde fuera si quería lograr el cometido por el cual se había inscrito en esa clase. Volvió a mirar de reojo el libro de Elaboración de Pociones Avanzadas que se encontraba abierto en una página con la foto de un frasco con un líquido dorado en su interior, y lo cerró de golpe como para consolidar la idea alocada que se le había ocurrido. Aprovechó ese pequeño asalto de valentía que lo invadió para tomar su varita y desaparecer, dejando atrás sus pensamientos.

 

Al abrir la puerta del salón se encontró con tres personas, una de ellas, al parecer, una estudiante. Tuvo que esforzarse un poco para dar su primer paso y entrar a la habitación; una mujer de cabellos celestes y de aspecto casi tierno hablaba e invitaba a los presentes a darse a conocer, mientras él caminaba en busca de un asiento. Se percató muy tarde de que no había donde sentarse, lo que lo incomodaba un poco ya que significaba que tendría que fingir estar relajado mucho más tiempo de lo planeado.

 

-Mi nombre es Bon, y yo... -Dos grandes estantes pegados a una pared, y en los que no había reparado al entrar, fueron los responsables de su mutismo. Intentó rápidamente de hacer un inventario mental de lo que había en ellos, hasta que se encontró con la mirada severa del otro mago con marcas en su rostro- yo... Yo no sé nada sobre pociones -mintió cuando al fin pudo recuperar su voz.

 

«¿En qué me he metido?».

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Ya dos de sus compañeros se encontraban acompañando a los profesores cuando Mahia ingresó al Aula. Se veían bastantes jóvenes, y eso le daba la sensación de estar desentonando un poco en el lugar. Sin darle mucha más importancia, se dirigió hacia la parte trasera de una de las dos grandes mesas, lo más alejada posible de los otros dos estudiantes, e hizo aparecer una banqueta en la cual semi-apoyarse mientras esperaba que la clase comenzara.

 

Conocía a los instructores. La mujer era la Líder del bando tenebroso del cual ella formaba parte. Si bien tenía el cargo más alto de la Marca tenebrosa, la mortifaga base no había cruzado con ella más que unas pocas palabras para re ingresar al bando. No se había molestado en caerle bien, ni buscarle charla, puesto que podía aprender de ella mucho más de lo que ya había aprendido en su juventud de los líderes anteriores.

 

Y el hombre… Bueno… Patrick Colt era una persona especial. Podría decirse que entre los dos tuvieron muchos momentos para compartir, más malos que buenos, y que no era de su agrado. Nunca lo había sido. Y no creía que pudiese serlo. Pero a ninguno de los dos eso le importaba un comino. “Seguro Patrick ni se acuerda las veces que le patee el culo” pensó la Black, riendo disimuladamente mientras tapaba su boca con la mano izquierda.

 

Era raro, admitía, verlo sin máscara. Aunque ella también había prescindido de ella en ese momento. Su rostro de mandíbula algo cuadrada pero de finos rasgos femeninos permitía adivinar su edad casi con exactitud, mostrando una cicatriz vertical sobre la frente y hasta el pómulo que hacía que la mayoría de las miradas pasaran primero sobre el lado izquierdo del mismo. Pese a sus ojos azules, su mirada no lograba endulzarse por más lindos que fueran los orbes, excepto cuando era provocada por su mujer.

 

Sacó su varita del bolsillo interior de la campera de cuero negra que llevaba puesta y la dejó sobre la mesa, imaginando que sería necesaria para la materia que estaría tomando. “Encantamientos” sonaba bien, aunque quizás fuese algo que tendrían que haberle enseñado en la academia.

 

Escuchó las presentaciones de Taurogirl aunque no le hiciera falta y dejó que los demás pupilos se presentaran primero.

 

Era algo tedioso pero habitual en todo recinto educativo. Aunque no estrictamente necesario. Pero provocaba que quien se presentara se sintiera seguro y respetado. O algo por el estilo. Aún ella, siendo profesora por años y años, siempre les hacía presentarse para ocupar tiempo y hacerlos sentir confianza, más allá de que ya se tuviera toda la información sobre el alumnado al empezar a construir la clase. A los jóvenes les daba cierta ilusión de compañerismo, y dejaban salir sus personalidades más rápido de esa manera.

 

Como aprendiz, en ese momento, no le interesaba mucho socializar. Tal vez en otro episodio de su vida hubiese estado más emocionada de aprender un nuevo conocimiento y conocer a nuevos compañeros. Pero esta vez lo hacía única y meramente por necesidad. Quería un trabajo y compartir con su novia su pasión por los duelos, comprando libros y demás objetos que le hicieran la vida más fácil. Pero para ello necesitaba dinero, y el Ministerio de la Magia le exigía saber un poco más para poder tener un empleo.

 

- Maldito Ministerio, en mi época era mucho más fácil – Musitó por lo bajo, justo cuando el chico… ¿Bon?, O algo por el estilo, terminaba de presentarse. Luego, se propuso a hacer su parte.

 

- Mi nombre es Mahia Black…Por suerte ya conozco un poco a algunos de ustedes, así que debería ser más fácil llevarnos bien. Voy a tomar encantamientos en esta ocasión. Espero que sea una buena clase

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Poco a poco fueron presentándose los alumnos, dos de ellos eran completamente desconocidos para Tauro y la otra... bueno, alguna vez fue una Ángel Caído, pero más allá de eso no poseía demasiada información, al menos no sobre su pasado en la Marca. Era bastante curioso que dos ex Altos Rangos estuvieran reunidos en la misma habitación y por lo que podía notar la relación entre Patrick y Mahía no se podía definir como de amistad. Tauro sonrió. ¿Existiría alguien a quién le cayera bien Patrick Colt? Lo peor es que creía que ese desprecio al personaje hacía que se sintiera más importante de lo que en realidad era.

— Esperaré un minuto más a que llegue la persona faltante —dijo mirando un reloj de arena que había puesto sobre la mesa del escritorio —Un minuto que termina ya, no vamos a esperar por nadie más.

»No se me da muy bien esto de compartir clases con alguien más, pero lo intentaré. No sé qué opinión tengan sobre estas dos materias, pero ya que estamos aquí Bon o Ariam, ¿me podrían decir si guardan algún tipo de relación? No es un examen ni los estoy evaluando, simplemente quiero su opinión. Estas clases donde sólo es el profesor el que habla me parecen demasiado aburridas y para serles sincera lo que busco de mis estudiantes es iniciativa. ¿La tienen ustedes? —. No dudaba de que Mahia supiera la respuesta y por ese mismo motivo la había obviado.

En lo que hablaba, Tauro los invitó a sentarse en las sillas que había delante de las mesas y sobre ellas colocó varios tipos de calderos, tanto por material como por tamaño. Aunque no todos estuvieran allí por su clase, de igual manera los haría participar.

— Sé que dijiste no saber nada de Pociones, Bon, pero eso estamos a punto de verlo. Siempre tengo casos especiales de estudiantes que resultaron ser verdaderos prodigios aunque al principio no tuvieran una mínima pista de ello y en ti, no me preguntes por qué, veo bastante potencial. Y créeme cuando te digo que no me equivoco en esto.

»Los magos y brujas hablan de pociones sin saber toda la preparación que hubo antes de que estas siquiera llegaran a sus manos. Una poción mal hecha puede tener efectos irreversibles, inesperados y mortales, pero también es cierto que gracias a estos ''accidentes'' se han hecho descubrimientos de los cuales yo personalmente me siento eternamente agradecida, ya que sin la ayuda de aquellos que sacrificaron sus vidas jamás tendríamos el conocimiento actual que tenemos sobre las pociones. Y claro, ¡los aplaudo por habernos dejado también sus recetas!

En todos sus años como estudiante y profesora, Tauro sólo había conocido una persona que compartía la misma pasión que ella por tan poderoso arte. Era inevitable emocionarse y esperaba que su pupilo no se asustara demasiado con su entusiasmo, sino todo lo contrario, quería contagiarlo. Sólo en ese momento la oji-azul podía olvidarse de la actual vida que llevaba, incluso de Patrick, aunque el momento de júbilo tan sólo le duró un momento.

— Bueno, que no me quiero ir por las ramas. Una poción, es una medicina, brebaje mágico o un veneno líquido que se puede beber. Las pociones son bebidas que sirven para curar, hechizar o envenenar —mientras hablaba, Tauro agitaba la muñeca donde sostenía la varita despreocupadamente, soltando chispas de vez en cuando cada vez que traía algo nuevo a la larga mesa rectangular —Una poción está compuesta por diversos componentes, desde plantas y minerales, hasta partes de animales —hizo una pequeña pausa para llamar la atención de su joven estudiante —Bon, frente a ti he puesto tres calderos, ¿podrías decirme de qué material están hechos? Si no sabes puedes hacer uso de alguno de los libros de texto que se encuentran en los estantes. ¡Ah! Antes de que lo olvide, ¿conoces el significado de un filtro, de un antídoto? Y te pido que por favor me des un ejemplo de cada uno de ellos. Apenas estamos calentando motores, si bien lo que más llama la atención es la práctica, sino tenemos una buena base difícilmente te convertirás en el experto que quiero que seas. Y te advierto, existen dos cosas que no tolero en mis clases, una es la mediocridad y la otra es el desperdicio innecesario de ingredientes.

 

—Ariam... Mahia... mientras su profesor sale de trance ¿podrían ayudarme a traer esos frascos de allí? —indicó señalando hacia el otro estante, en la parte más alta —No los que tienen la sustancia viscosa, por ahora sólo necesito los que están vacíos. Hace mucho que no se usan y lo que menos quiero es que una poción se arruine por haberla colocado en un frasco sucio de quién sabe qué.

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  • 2 semanas más tarde...

Al preciso instante en que la puerta volvió a abrirse, el aura del Cardenal de la Muerte se comprimió hacia sí mismo. Al punto en que nuevamente la luz se coló a través de las ventanas demostrando la fresca mañana que guarnecía por completo a la universidad.

Las sillas no estaban repletas por todo el aula como era de costumbre, Tauro se había encargado de volver el entorno, un óptimo laboratorio para practicar con libertad el arte de las pociones. Ella, más que a nadie en este mundo, le conocía por su afán desmedido en cuanto a pociones. Los magos aprendices del arte de cocción y utilidad de brebajes mágicos eran dos, sin embargo hasta ese momento solo tenían a un alumno conocido. Por su parte, a clases de encantamientos asistieron ambas alumnas.

Mahía Black era conocida para él. Y no sería nada fácil sobrellevar la tensión en el aula, más cuando era el mismo Patrick Colt que debía contenerse para no responderle con la muerte. Por su parte a Bon, y a Ariam, los conocía nada. Era primera vez que se topaba con estos dos magos que a todas luces se veían bastante interesados en la clase.

Al saludo de los tres alumnos, contestó con una mirada carente de brillo. Y los siguió a todos a sus puestos. Quedaba uno vacío, pero su compañera del claustro inició materia dando breves explicaciones y conceptos iniciales. Poco a poco fue tomando forma y repartió instrucciones a cada uno.

Cuando la mortífaga terminó de hablar, el mago tenebroso alzó su varita y hechizó a sus tres alumnos: ¡Incárcerus!

Nueve largas y gruesas cuerdas viajaron hasta los cuerpos de Mahía, Ariam y Bon. Dos sogas se ataron en sus extremidades inferiores a la altura de tobillos y rodillas. Y la tercera fijó sus brazos a sus propios cuerpos. Esto con la intención que ninguno pudiera moverse.

- Para atender las instrucciones de la profesora Tauro, tendremos que hacer uso de la magia. Los libros de los estantes, y los calderos deberán ser atraídos sin necesidad que ustedes se muevan - y bien que debía cumplir dicho proceso al modo de Patrick Colt. Pero el mortífago se aseguró de no lastimar a ninguno de los alumnos con sus mecánicas - en esta ocasión utilizaremos encantamientos verbales, que para su utilización se requiere emplear una instrucción a viva voz. Pueden elegir utilizar algún hechizo del tipo efecto, o alguno de tipo rayo. Espero puedan encontrar varias formas para atraer los utensilios de la clase de Pociones.

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Una ultima alumna entro se presento como Mahia y al parecer también tomaba encantamientos conmigo pero no escuche nadie más mientras nuestro profesor estaba en las nubes, la profesora de pociones decidio comenzó su clase, bueno en realidad trataba de ver la utilidad de compartir su materia con la nuestra y como no encontro ella respuesta nos pregunto a nosotros.

 

-Pues ni la más palida idea- contesté no me gustaba hablar en clase salvo que realmente necesitara y como eso no era una prueba ni yo era una traga que queria quedar bien con los profesores-.

 

La profesora de Pociones continuo con su clase con su solo alumno y nuestro profesor seguia viajando astralmente ya que no decia ni una palabra, cuando la profesora nos pidio que le trajieramos los ingredientes de pociones, al parecer nuestro profesor revivio de pronto ni lento ni perezoso lanzó tres incarcerus fue tal la sorpresa que no tuvimos tiempo de reaccionar.

 

La acción tenia un motivo y era realizar hechizos sin poder utilizar la varita ya que estamos inmoviles para eso no solo poder magico sino determinación, concentración, voluntad y calma que tu mente estuviera tranquila.

 

-Le concedo el crédito profesor- dije sonriendo- eso no lo vi venir- luego respire hondo, relaje mi mente, todavía tenia fresco mi examen de aparicion y para no partirte en dos necesitaba una concentracion y calma impresionante, aqui debía utilizar los mismos principios, puse todo de mi atención en uno de los libros, necesitaba más fuerza para un caldero y como estaba media dormida necesitaba más tiempo, por lo menos si salia disparado el libro tendría un golpe más de los que tanto tengo pero no era gracioso un caldero- Wigardum Leviosa- con voz firme clara y calmada concentrada en el libro que se elevo por los aires lentamente hasta depositarse en la mesa correspondiente-.

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La Black dudó unos segundos antes de atender el pedido de Tauro, desviando su atención hacia Patrick para evaluar la situación. Entrecerró los ojos y esperó a que él renegara sobre la pérdida de autoridad sobre sus pupilos, pero ello no ocurrió. No era que le tuviera que pedir permiso para ayudar, ni que estuviese obligada a ello, pero le parecía extraña su tranquilidad ante la falta de protagonismo como profesor.

 

Se encogió de hombros y suspiró antes de levantarse; los calderos frente a ella y la pasividad del ex mortífago le daban a entender que tendría que participar sí o sí en la clase de Pociones, aunque no se hubiese matriculado para esta. Fantástico, pensó, había ingresado al dos por uno y ni siquiera obtendría título por la materia adicional.

 

De cualquier manera, antes de que pudiese dar el primer paso para bordear la mesa, escuchó el repentino movimiento de Colt, maldiciendo por dentro al haber bajado la guardia. Era obvio el bribón estaba tramando algo.

 

Vio salir las tres cuerdas de la varita del mago y automáticamente alzó la suya, musitando “evanesco” a las tres cuerdas que viajaban juntas hacia ella, haciéndolas desaparecer antes de impactar en su cuerpo. Sonrió satisfecha y se giró a ver cómo las otras seis cuerdas dirigidas a sus compañeros los aprisionaban según Patrick había dispuesto.

 

Para atender las instrucciones de la profesora Tauro, tendremos que hacer uso de la magia. Los libros de los estantes, y los calderos deberán ser atraídos sin necesidad que ustedes se muevan

 

Podrías simplemente haberlo pedido. Aunque te admito que me da un no sé qué de adrenalina, profe. – Le había interrumpido, y sin ninguna sorpresa observó cómo el profesor ignoraba su alegato y seguía hablando.

 

Mientras tanto, miró a Tauro y la interrogó con la mirada, levantando una ceja mientras se preguntaba si ella estaba de acuerdo con las tácticas de su par.

 

Bueno, si eso es lo necesario, vamos a ver… Accio frasco vacío – musitó a viva voz, viendo cómo el segundo frasco, el que había estado al lado del que Ariam había hecho levitar, se dirigía directamente hasta la mesa que estaba frente a ella. – Tarea cumplida.

Editado por Mahia Black

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Como segunda vez se presentaba tarde a la clase que tanto deseaba las cuestiones del trabajo, los viajes la apartaban de uno de sus objetivos que la ayudaría a forjar más su persona, Al estar cerca ve como su tío Aries estaba en la puerta sin llamar la atención espiando tranquilamente ,dándole lugar de sorprenderlo solo que la sorprendida era ella al ver que este noto su presencia y sin poder mediar palabras la tomaba de la cintura guiándola hacia adentro donde estaba la profesora de pociones .

 

Acomodándose en la situación se aproxima más a su profesora quedando frente de ella con una pequeña reverencia pasa a presentarse con quien no solo se trataba de una simple profesora.

 

Sepa disculparme la demora no fue mi intención perder tiempo de una clase que realmente me interesa pero le aseguro que recompensare todo.

 

Lo cierto es que por dentro sentía un poco de vergüenza por presentarse tarde ,pero también las ansias de aprender de una de las brujas más importantes y como era costumbre ignoraba a los demás presentes.

 

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