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Aritmancia + Estudios Muggles


Sagitas E. Potter Blue
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¡Estaba muy cansada! Yo quería tener un día tranquilo y dormir al sol, en mi tumbona al lado de la piscina en la Potter Black. Sin embargo, me tocaba trabajar. Cuando recibí el pergamino de la Directora del Ateneo diciendo que este mes tendría una alumna de Estudios Muggles, por poco le presento un parte de baja de enfermedad. Pero primero, no conocía a la Dirección de San Mungo, creo que aún estaban buscando un sustituto a la anterior, que había tenido que renunciar a su puesto. En segundo lugar, Anne no se creería que estaba enferma si lucía las marcas del bronceado en mi piel. En tercer lugar, después de la clase del mes anterior que tuve que usar demasiado la varita para rehacer entuertos y memorias, era mejor no tocar lugares muggleosos para que no salieran dañados. En cuarto lugar, no era honesto mentir.

 

Que no significa aprovecharme.

 

Siempre había intentado mover los hilos de manera que yo saliera beneficiada. Mentir nunca, como mucho tergiversar algo la situación para que me fuera favorable. Así, busqué qué clases había también en el Ateneo y encontré, ¡oh, maravilla!, que Mery Gaunt había pedido permiso para mover su clase a una colina a las afueras de Londres, para ver las estrellas. Personalmente, yo hubiera preferido ver los movimientos en la Torre de Astronomía pero entendía que para Aritmancia era mejor estar en el exterior. Tomé nota de todo: iba a ir con su clase al anochecer a la colina de Primrose Hill. Sonreí de forma pícara (creo que no me vio nadie) y me fui a mi despacho del Ateneo. Allá redacté un breve avioncito para mi alumna, @, citándola en la misma colina pero a las siete de la tarde.

 

Buenos días:

 

Ha sido usted agraciada con una excursión a la maravillosa Primrose Hill, a las afueras de Londres, para realizar su clase de Estudios Muggles. Deberá personarse con ropa de excursionista apropiada para pasar la noche fuera, al aire libre. Podrá traer cantimplora, colchoneta, tienda de campaña o cualquier accesorio muggle que deberá comprar en una tienda no mágica. Imprescindible traer ticket de la compra como justificante (Dirección del Ateneo le repondrá el dinero si se demuestra que estuvo allá y trató con dependientes muggles). Deberá usar transporte muggle. La profesora le esperará en la Taquilla de Información y Turismo de la Main Road, al pie de la colina, donde comprará un mapa de la zona. Después caminarán hasta la cima donde disfrutarán de una noche de placer académico cursando la asignatura.

 

Queda terminantemente prohibido traer la varita mágica. La infracción de esta norma supondrá un suspenso directo de la asignatura.

 

Atte. Sagitas E. Potter Blue

Sonreí aún más alegría. Si me daba tiempo, podría dormir una siesta larga en la tumbona de la Potter Black y por la noche... Enchufaría a mi alumna a la clase de Mery y no haría falta que yo hiciera mucho más. Iba a ser la clase más ligera que había dado nunca. Nada como el escaqueo sin que la Dirección del Ateneo se enterara.

 

Casi corrí, saliendo del centro lo más rápidamente posible para aprovechar el sol lo máximo posible. Tal vez debiera haber quedado a las ocho con mi alumna...

Editado por Sagitas E. Potter Blue
arroba a Cissy

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Y sabiendo de sobra que debía de dar clase en el mes de Junio, Mery decidió hacer un cambio completo en su manera de dar la clase de Aritmancia, no más nombres y predicciones personales, demasiados meses haciendo lo mismo. Sonrió mientras se ataba los cordones de la deportiva que le faltaba.

 

Había mirado quien iba a ser su alumno, lo cual no era habitual en ella ya que le gustaba la incertidumbre de quien aparecería. Pero no, para aquella clase todo iba a ser distinto tanto para ella como para su alumno, @ Zamolódchikova.

 

Justo al atardecer la pelirrosa tomó una pequeña piedra de color verde oscuro y la guardó en el bolsillo del pantalón antes de colocarse una chaqueta negra y desaparecer de la habitación del castillo Gaunt.

 

El aire golpeó a la Nigromante, descolocando su cabello y haciendo que sonriera de oreja a oreja. Se encontraba en la cima de la colina Primrose Hill para así poder hablar sobre los números y la relación que tienen con las estrellas, planetas y toda la naturaleza. Se sentó en el suelo cruzando sus piernas como los indios y sacó la piedrecita que anteriormente había guardado en su bolsillo.

 

Ésta actuaría como traslador para Yekaterina, no quería mandare un sobre y que tuviera que andar hasta allí, la verdad es que parecía ser bastante agotador tanto camino. Cerró su mano en un puño con la piedra dentro y ésta al instante desapareció.

 

Ahora solo le quedaba esperar a que su alumno apareciera y comenzaran a observar las estrellas o, a las malas, dormirse al aire libre, lo cual no era una mala opción.

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Suspiré.

 

¿Por qué me había tenido que apuntar a clase de Conocimiento y de Habilidad al mismo tiempo? Si yo sabía que era vaga... Bueno, no, no era vaga del todo, pero las "vacaciones" que me había tomado lejos mientras intentaba no caerme a pedazos me habían vuelto más... ¿lenta? No, más lenta no. Me habían vuelto más tranquila, quizá, menos ansiosa y, por supuesto, no tenía ninguna actividad a la que tuviera que dedicarle tiempo compulsivamente, así que se me había ido el hábito de tener que presentarme a trabajar, a clase, luego ir a la Fortaleza Oscura, ayudar con Guardianes... En fin, sí, quizá era un poco vaga.

 

Recientemente había terminado de dar una vuelta por los jardines de la Universidad o, bueno, en realidad había estado viendo a los Guerreros Uzza utilizar sus poderes especiales y esperando a que el Concilio me habilitara la compra del Libro del Druida para poder cursar la clase; de haber seguido siendo yo la Directora, eso ya hubiera estado hecho. Pero debía relajarme, había renunciado a todo eso, aunque me costara mantenerme lejos de las responsabilidades.

 

Había comenzado a cruzar hacia el lado de Hogwarts cuando un memo pasó junto a mi y se detuvo junto frente a mi rostro. Primero creí que podría ser un vociferador, pero luego noté la tinta color violeta con la que estaba escrito y sonreí. Lo leí de una sola vez y lo miré de nuevo, aturdida. ¿Tendría que hacer todo eso para ir a Primrose Hill sin usar traslador o aparición o mi escoba? Casi solté una carcajada. Yo había vivido entre muggles luego de terminar Hogwarts, pero hacía años que no dejaba mi varita en la mesa de noche para salir a patear el mundo como uno. Suspiré de nuevo. Bueno, no quería enfadar a Sagitas.

 

****

El día indicado, me aseguré de que la varita quedara bajo llave. No que no confiara en mi familia, pero el Cuartel de Aurores se había visto muy interesado recientemente en la mansión y no quería que, de haber una redada o quizá una investigación, alguien se topara con mi varita y se la llevara como "evidencia". Y, por las dudas, me aseguré de poder hacerla aparecer de ser necesario, donde yo estuviera, aunque confiaba que con Sagitas no correría ningún peligro.

 

Como no podía llevar nada mágico, tuve que descartar la tienda mágica que parecía una copia en miniatura de la mansión y aventurarme en el mundo muggle. Para eso, luego de vestirme adecuadamente (nada de capas o cosas extrañas, para lo que me pasé un buen rato observando a la gente en la penumbra del Caldero Chorreante), me dirigí a conseguir un mapa de Londres. Vale, sí, vivía en aquella ciudad pero no la había recorrido a pie desde hacía años y pasaba más tiempo apareciéndome que usando mis pies para cubrir distancias.

 

Me detuve frente a un lugarcito en medio de una senda donde había un hombre con un puesto de revistas, libros y periódicos. Conseguir dinero muggle sólo me había costado una larga fila en Gringotts, así que esperaba que lo que llevaba encima fuera suficiente. Compré allí un mapa y le pedí indicaciones para llegar al lugar donde vendían tiendas de campañas. A pesar de lo poco que conocía sobre aquellas cosas, el hombre fue muy específico con su ayuda.

 

-Esto me va a llevar todo el día- murmuré. Menos mal que había salido de casa temprano.

 

Llegué al negocio unos treinta minutos después, luego de tomarme un bus, del cual me bajé diez cuadras más adelante, equivocadamente y tuve que regresar a pie. La experiencia en el bus fue bastante alucinante, nada que envidiarle al Autobús Noctámbulo; al menos a este lo manejaba un hombre que SÍ podía ver. La tienda que vendía cosas de acampe era enorme y estaba repleta de cosas que había visto alguna vez, pero no tenía idea para qué servían: por supuesto, los usos de esos aparatos normalmente se reducían a un movimiento de varita para mi. Había tiendas de campaña, colchonetas, cantimploras, capas para la lluvia, unas pequeñas cajas de plástico con manija a las que el hombre de la tienda llamó "nevera portátil" y otras tantas cosas más que no pude memorizar. Por supuesto, le pedí las cosas básicas de acampe, aunque luego de una hora y media allí dentro, salí con más cosas de las que esperaba y que a duras penas podía transportar.

 

-No, definitivamente no sé cómo los muggles pueden vivir así- comenté.

 

Pero claro, había elegido la clase porque iba a adentrarme en el mundo muggle muy pronto y quería mezclarme.

 

Finalmente y, lo más importante, debía conseguir un transporte que me llevar a Primrose Hill. Esa iba a ser la parte divertida porque... ¿dónde demonios quedaba Primrose Hill?

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- ¡¿En dónde estoy?!

 

Solo había tomado una piedrecita en mi mano,nunca me imaginé que la profesora de aritmancia se le ocurriría que un traslador era le mejor forma de reunirnos, sin que estuviera preparado para los constantes giros que este tipo de transporte utilizaba para el movimiento, tomándome unos segundos para recuperarme y no vomitar en el sitio.

 

Respiré muy hondo antes de girarme y ver el rostro de @@Mery Gaunt Karkarov que parecía que se aguantaba una risa ante la imagen que tenía de su único alumno (como indicaba nuestro alrededor).

 

- Profesora... Mery, que grandiosa manera de comenzar un curso.

 

Noté que cerca de nosotros se encontraba Sagitas y cissy, al parecer compartiendo la clase de estudios muggles y me limité a saludarlas de lejos mientras tomaba de mi mochila, la cual me había colgado momentos antes de que se activara el traslador, para sacar mi cantinflora y calmar un poco los mareos. No, no era porque tenía el anillo de adivinación en mi mano que sabía lo que iba a suceder, simplemente había tomado mis cosas antes de partir a la clase cuando noté que la piedrecilla comenzaba a brillar: no había indicaciones, simplemente conocía el funcionamiento de esos artefactos.

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Sonreí. Mi compañera acababa de llegar y no me había visto. Yo la observaba con mi catalejo, algo que me hacía mucha gracia y que no necesitaba para nada pero que me daría una excusa si ella me preguntaba qué hacía en aquel lugar. Por supuesto, le diría que había venido a ver las estrellas y me haría la sorprendida de verla.

 

-- ¡Qué casualidad! -- le diría, cuando nos encontráramos.

 

Pero ella, de momento, no me había visto y yo me reía desde detrás de unas rocas, desde las que veía por completos sus acciones. Cuando sentí que llegaba mi hermano tuve un pequeño aire de desaliento. ¿Dónde estaba mi alumna? Hacía horas que tendría que haber llegado ya. ¿Es que se había perdido? Confiaba tanto en ella que ni se me había ocurrido que le pudiera pasar algo. Hablábamos de Cissy Macnair, no de cualquier alumno recién salido del Ateneo. Volví mi catalejo hacia la zona del camino de la colina y fue descendiendo en busca de la carretera y del bus que dejaba en una parada cercana. Allá había un estanco de tabaco (sucio vicio en mi opinión) que hacía las veces de tasca con mesas al aire libre para tomar algún refresco si la temperatura acompañaba; también estaba la marquesina con la información del Parque y de los caminos para llegar a lo más alto de la colina, justo desde donde yo estaba espiando en ese momento.

 

Nada, no había rastro de la mujer. Fruncí el ceño y carraspeé, algo nerviosilla. ¿Y si la perdía? ¿Tendría que pagar por ella alguna multa en el Ministerio? No era culpa mía si le había pasado algo. Bueno, tal vez sí por impedirle ir con varita, pero vamos... Que todos mis alumnos se saltaban esa orden y la disimulaban para que yo no me enterara y yo me hacía la tonta para no enterarme de que la llevaban encima.

 

Vi que mi hermano me saludaba a muy poquísima distancia. Le saludé y alargué la mano para tocarle. Toqué el aire y volví a fruncir el ceño. Me di cuenta que aún miraba por el catalejo y al quitármelo lo vi, en la distancia. Me puse a reír y me tapé la boca corriendo, con las dos manos. Acababa de descubrirme ante Mery y el artefacto para espiar que había tenido agarrado, ahora rodaba por la ladera en busca de terreno plano, algo que no encontraría hasta abajo de todo.

 

-- ¡Demonios! -- grité, saliendo de mi escondite y corriendo a buscarlo.

 

Sí, a veces estoy tan metida en el mundo muggle que se me olvida que tengo varita y que puedo usar un Accio.

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Ya la edad me estaba fallando un poco la vista y había visto a dos brujas en vez de a una, mi hermana, oculta entre las rocas quien ahora salía corriendo detrás de su catalejo que había golpeado sin querer, alejándolo de ella; curiosamente el artefacto llegó cerca de mi por lo que, en seguida, lo tomé entre mis manos para poder dárselo directamente en sus manos.

 

- Me encanta que nos encontremos en estas situaciones, mana.

 

Sonreí rápidamente antes de darle un cálido abrazo y un par de besos en cada mejilla. Sí, a pesar de estar en la clase siempre era buen momento para saludar a mi familia.

 

- A la próxima usa un simple 'accio', te será más sencillo, ¿eh?

 

Hice una pequeña floritura con mi varita de manera burlona mientras me alejaba un par de pasos de mi payasa hermana, digo, tampoco quería sufrir las consecuencias de mi pequeña broma.

 

- Disculpa Mery, podemos seguir.

 

Me giré rápidamente a mi hermana mientras le guiñaba un ojo.

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Llevaba al menos media hora esperando algún bus que me llevara a Primrose Hill, cargada con todas las cosas de acampe -queya ba no eran pocas- cuando el dichosos vehículo por fin apareció. Debo de haberle gruñido al conductor cuando le pedí un boleto porque me miró con cara de pocos amigos y luego trastabillé hasta el fondo del bus, donde ya había otras personas sentadas, que me miraron raro. Esperaba que no fuera por mi atuendo, porque lo había elegido lo más muggle posible.

 

El viaje tardó poco más de cuarenta minutos, aunque yo no sabía el tiempo estimativo que tardaba normalmente, así que no me quejé. Si hubiera tenido mi varita y me hubieran dejado usar magia, hubiera llegado al amanecer en vez de casi a las ocho de la noche, a pesar de que Sagitas me había citado a las siete. ¡Pero no era mi culpa! Había salido con tiempo de casa.

 

Suspiré y me bajé en la estación de Main Road... pero no veía el pelo violeta de Sagitas por ningún lado.

 

-Ay, no, me equivoqué de lugar seguro- me quejé, tirando al suelo las cosas que había cargado todo el viaje. Me senté sobre mi mochila, cansada y enojada, cuando recordé que a pesar de no haber llevado la varita, aún podía invocarla y quizá con eso conseguir un mapa del lugar o ver cuándo pasaba el próximo bus.

 

Estaba por apartarme de cualquier tipo de público para realizar magia cuando la vi, allá a lo lejos, del otro lado de la carretera, unas personas a la distancia, apenas visibles, que caminaban por la colina. Claro que lo que llamó la atención fue el destello violeta del pelo de Sagitas. ¿Y qué hacía allá y no conmigo? ¿Había mas alumnos para la clase o ya se había entusiasmado en alguna charla extraña con un grupo de muggles lugareños? Rodé los ojos y me aparté de cualquier tipo de muggle que pudiera verme, recité las palabras del conjuro que había estado practicando y, con un plimp, apareció mi varita entre mis manos.

 

-Ojos que no ven...- murmuré.

 

Tomé la varita y, con otro movimiento, encogí un poco las cosas de acampada para poder transportarlas mejor; al menos ahora no tendría que andar arrastrando los pies por la colina. Pero... ¿cómo sabría a dónde ir? No había ningún camino visible para subir a la ladera de la montaña... Se suponía que el camino lo haría con mi amiga, no yo solita... Bueno, sí podía ir a buscar un mapa al menos.

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Creo que salí volando de mi escondite y que ni dije ni hola ni adiós a los presentes. Sólo quería perseguir el catalejo. Sin embargo, quien llegó a cogerlo fue mi hermano Ishaya, quien me hizo sonreír. Eso sí, después de estar jadeando un rato.

 

-- ¡Gracias, gracias, mano! Ya sabes que yo no busco estas situaciones. -- Refunfuñé porque él acababa de usar la lógica. No estaba en el mundo muggle, leñes, bien podría haber usado un Accio sin problemas; pero yo no doy mi brazo a torcer, así que proseguí. -- No podía, ¿ves? Allá hay muggles, no puedo usar la magia delante de ellos.

 

Era cierto que se veían sombras a los lejos que, tal vez si mirara por el telescopio que acababa de recuperar, se verían más cerca, pero seguro que no hubieran notado si hubiera sacado la varita. Él ya se alejaba, con la varita en la mano. Le fruncí el ceño.

 

-- ¡No te burles de tu hermana pequeña, mano! -- le grité. Después me giré para ver si los muggleosos se habían dado cuenta de mi grito.

 

A lo lejos, me pareció distinguir a Cissy o a un mochilero muy a lo lejos, así que decidí arriesgarme: levanté la varita y lancé chispas al aire, de colorines. Si alguien me preguntaba, siempre podría decir que eran bengalas de esas que los muggles usaban para celebrar el San Juan que, al fin y al cabo, quedaba poquito y ya se vendían en los kioscos de petardos.

 

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  • 2 semanas más tarde...

Alcancé a ver como mi hermosa hermana lanzaba unos fuegos al cielo y sonreí tranquilo de saber que de nuevo utilizaba la varita como debía, sin embargo cuando alcé mi mirada al cielo noté que caía el objeto ya usado. el objeto muggle. Lo entendía, claro, porque su clase estaba destinada a adentrarse dentro de aquel mundo sin magia, pero a veces sentía que podía arreglárselas de manera más sencilla con un poco de ayuda.

 

- ¡Vale mana, - volví a alzar la voz - lanza otra y te perdono por no usar magia!

 

De inmediato me senté en el pasto, cuidando de no lastimar mi libro de aritmancia para ver el espectáculo de las bengalas muggles de mi hermana.

 

- Profesora, - me dirigí de nuevo con Mery - cuénteme, ¿por qué es necesaria la aritmancia para romper las maldiciones en Gringotts? Es decir, entiendo el valor curricular de la misma materia, pero creía que el conocimiento de maldiciones y la defensa contra las artes oscuras estarían más ligadas a algo de ese estilo.

 

Claro, si es que todavía se seguía pidiendo la misma para el banco mágico, ya que llevaba un tiempo alejado de Hogwarts y, bueno, a veces podrían cambiar las cosas con las reformas educativas.

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-- ¿Cómo qué me perdonas qué...?

 

Durante unos instantes no entendí nada de lo que me decía mi hermano. El volver la cabeza para mirarle a él me hizo perder a mi alumna. Cissy había desaparecido de repente en un recodo del camino. Seguro que no tardaría en salir de él pero empecé a preocuparte.

 

-- Anda, déjame esperar aquí a mi alumna. Tú vete con Mery.

 

La idea de pasar desapercibida y que mi compañera de enseñanza se encargara de Cissy, había sucumbido. Adiós a dormir bajo las estrellas, adiós a tener que dar la clase... Bueno, tal vez no podría darla si perdía a mi única alumna. Di una patada en el suelo, nerviosa. ¿Dónde se habría metido? Si llevara unos prismáticos. Ahora me di un golpe en la frente y pensé en mi telescopio. Serviría para encontrarla.

 

Miré a los lados y fruncí el ceño. Juraría que lo había cogido. Si Ishaya me lo había dado porque él lo había salvado de perderse camino abajo... Le miré, escuché su pregunte y fruncí aún más el ceño.

 

-- Mano... No habrás cogido mi telescopio, ¿verdad? Ya sé que quieres mirar las estrellas pero... ¡leñes! Lo necesito para buscar a una chica perdida antes de que tenga que llamar a Salvación Aérea en su búsqueda. -- Volví a dar una patadita en el suelo, intentando mantener la calma. -- Algunas bóvedas de Gringotts tienen mil y una fórmulas de protección para evitar robar en ellas. Es el lugar más inviolable del mundo. Y la Aritmancia es una de las claves para muchos de los sortilegios que usan los duendes para defender las grutas ocultas bajo el Banco.

 

Me di cuenta que me estaba metiendo en el terreno de mi compañera y carraspeé, intentando que no le diera importancia a mi impertinencia por darle su clase. Miré a los lados pero el telescopio brillaba por su ausencia. Me negué a usar la varita. No y no. Era Profa de Estudios Muggles, yo debía dar ejemplo. Después, sonreí de forma pícara y miré de nuevo a mi hermana.

 

-- Aunque yo sé de un caso en el que... ehem... conseguimos librarnos de las cadenas que nos perseguían en el Banco y conseguimos escapar de allá dentro. -- Volví a carraspear, un poco más fuerte. -- ¿Dije conseguimos...? No, no, me refería a que otros consiguieron hacer eso. Yo no tuve nada que ver. -- Miércoles, siempre se me iba la lengua. -- ¿Dónde estará Cissy Macnair? Parece que se perdió.

 

Cambio de tema muy radical, lo sé...

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