Jump to content

DCAO & Artes Oscuras


Ellie Moody
 Compartir

Publicaciones recomendadas

Nathan había desarrollado, en sus últimos años en la comunidad mágica, una impecable y férrea costumbre de confiar en sus sentidos e instintos más que en cualquier otra cosa. ¿En qué, sino, más que en sólida evidencia? No podía basarse en nada más para llevar el tipo de vida que llevaba: lo que veían sus ojos eran la base de su actuación, lo que escuchaban sus oídos eran la base de lo que decía. Sus sentidos eran las patas que lo sostenían, eran la mano que sostenía su varita. Lo eran todo. Sin embargo, en pocas ocasiones (pero en más de las que le gustaría admitir), le fallaban.

 

¿Dónde demonios estaba Madeleine? En un segundo la tenía junto a él, y al siguiente había desaparecido. Colt también lo había hecho. ¿Acaso ella había encontrado alguna forma de seguirlo y de darle caza? Estaba seguro de que esa era la explicación más razonable pero, en ese caso, ¿por qué demonios no lo había llevado con él? Pateó el suelo frustrado y con una brusca floritura de su varita, el anillo de fuego que los rodeaba desapareció con una última voluta de humo que se elevó indemne hacia el cielo. Nathan acarició el pelaje del hocico del animal que había invocado antes de, con otra floritura, perderle el tacto cuando este se transformó nuevamente en una piedra.

 

Miró a Sagitas y a Candela, y estaba a punto de desaparecer rumbo a su mansión cuando alguien más hizo acto de presencia. ¿Niko, el director? ¿Acaso se había enterado, de alguna manera, de lo ocurrido? Meditó unos segundos reprocharle el hecho de que, sabiendo quién era Colt, había dejado que se anotase a las clases de la Universidad, más supuso que como director no tenía verdaderamente otra opción que aceptarlo... la imparcialidad no era una opción en personas que ostentaban un cargo como aquel.

 

- No tengo ni idea de a donde se ha marchado Colt, Niko. Estuvo aquí unos minutos y luego huyó. - contestó el Weasley - Pues si te soy honesto, no he aprendido demasiado sobre la materia hasta ahora... no es que lo necesite, en verdad, pero qué va, quería divertirme un rato. Sí admito que deberíamos marcharnos de aquí, detesto este lugar, más te daré el privilegio de elegir nuestro destino.

iByhMRF.giftA4DkbA.gif

nathan firma 1.png

trFd9O9.gif6UufUc5.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Candela observó a Sagitas. Esa reacción, propia de un ignorante, hizo que pusiera los ojos en blanco. Estaba acostumbrada a la exageración, al escándalo y a los dedos que la señalaban por "amar" las Artes Oscuras, se habituó también a los magos y brujas que entraban en pánico cuando se daban cuenta de que hacían todo aquello que criticaban. Y era por eso mismo que quiso impartir ese conocimiento desde un principio, además de un dinero extra, está claro.

 

― Calla... ―hizo un gesto con la mano, quitándole importancia― No estamos aquí para determinar si eres, o no, una bruja oscura; realmente lo que poseas o hagas me tiene sin cuidado. Estamos aquí para "abrirte" los ojos, si lo quieres llamar así...

 

La gitana se obligó a detenerse por la repentina desaparición de Patrick, tenía la sensación de que algo malo fuese a suceder si se quedaba más tiempo y le aplaudió internamente el haberse marchado. Y luego de un Morphos creado por Nathan, casi que lo señala como claro ejemplo de lo que acababa de recitar. Aunque es obvio, no estaba totalmente segura de las intenciones.

 

― Debiera llamarse Defensa Contra las Artes Mágicas, o Contra la Magia pues, al fin y al cabo, es magia lo que se usa para hacer daño, ¿si? Bien, resumiendo, no hay Artes Oscuras sino Magos Oscuros, las Artes Oscuras son únicamente una clase de magia incomprendida. Como se dice "le temen a lo desconocido".

 

Ahora, sabemos el efecto que causa el Filtro de los Muertos. Y hace poco se supo que el veneno de Lobalug es un potente paralizador, ahora quiero que me digas... ¿qué pasa si mezclo Filtro de los Muertos con unas gotas de ese veneno? ―¿entendería la doble pregunta? Sonrió para sus adentros.

 

Y la paz había durado nada más que un par de minutos, ya que Niko también decidió presentarse en el lugar. ¡Parecía que sólo era día de interrupciones!

 

― No Niko, ¿acaso no ves mi rostro tan confundido como el tuyo? ―hizo un círculo alrededor de su cara― Ni idea de a dónde se ha ido Colt, probablemente a buscar a Madeleine. ¿Quién sabe? ―tampoco le interesaba, era una despreocupada de la vida― Si piensan irse que tengan buen viaje, todavía no he visto al quintaped que quería ver, así que nosotras nos quedamos acá...

 

Candela se giró hacia su alumna para clavarle una mirada que rayaba en la amenaza. ¡Ay esta muchacha, que no se le iban las costumbres! Aunque la cambió casi de inmediato por una curiosidad latente.

 

― Oh... y ya que hablamos de criaturas, sí, es que me gusta mucho el tema... ―Niko y Nathan habían pasado a un segundo plano.― Si tengo un Lethifold, un Lobalug, un Dementor y Dugbog... ¿cuál sería tu orden alerta de peligro y por qué?

d9apmla-81cee8e5-ae8e-4972-ae18-a8b27455ry0MviC.gifCazador-TT.gif

y3QqRim.png

~ Mosquito ~          Ianello 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Aún esperaba que Candela me respondiera cuando sentí la amenaza. Aquel hombre maligno nos llamaba "Polluelos" y desapareció. Me atraganté aunque solté un suspiro de alivio.

 

-- ¡Menos mal! No entiendo como es que Niko permite...

 

Abrí los ojos como platos al verle avanzar hacia nosotros. ¿Es que me había olido hablando de él? Gruñí antes de contestar.

 

-- No sé dónde está pero espero que sea en el infierno, bien lejos de mí. -- Sí, lo sé, no estaba siendo nada diplomática. Me crucé de brazos. Sus preguntas iban dirigidas a mis compañeros y no a nosotras, a Candela o a mí. Fue cuando noté la ausencia de Madeleine. ¿Es que tal vez se había ido tras Patrick? Escuché la contestación de mi compañero Nathan y no intervine, contemplando la transformación en piedra de nuevo de su animalito. Suspiré. ¿Por qué estaba tan a la defensiva? Supongo que por eso no entendí bien lo que decía mi profesora.

 

-- ¿Perdón...? ¿Qué me abra un ojo? -- le pregunté, arrugando el ceño. Yo y mis despistes... Por prestar atención a Niko y su entrada y la desaparición de Madeleine, no había podido entender lo que ella me decía.

 

Ahora, Candela me contestaba que la asignatura debiera llamarse "Defensa contra las Artes Mágicas" y que era una rama incomprendida de la magia. Palidecí un poco ante su pregunta. Me permití aguardar unos minutos antes de contestar

 

-- Pues... Filtro de la muerte... Gran somnífero que te envía a un estado de coma... El Lobalug... Veneno paralizante... Pues... Pues el resultado sería que nos iríamos de cabeza a Azkabán si nos pillan haciendo la mezcla, profesora.

 

No sé si llegó a escuchar mi respuesta musitada porque ahora hablaba con Niko y le decía que no, que ella de allá no se iba hasta que viéramos el Quintaped. Disimulé una sonrisa. No me malinterpreten. Odiaba aquel oscuro lugar pero... ver un Quintaped... Merecía la pena quedarse sólo por ello. Aunque la mirada que me dirigió la profesora casi me hizo correr hacia la clase de mi primo.

 

-- ¿Qué animales...?

 

¡Por los dioses! Qué difícil que era elegir. Si todos eran animalitos deliciosos...

 

-- A ver... entre un Lethifold, un Lobalug, un Dementor y Dugbog... No es tan difícil..

 

Estaba disimulando. Lo era y mucho. ¿A quién se le ocurriría que nos apeteciera encontrarnos con ninguna de esas bestias? Pero estaba ganando tiempo para poder ordenar de la mejor manera posible.

 

-- Lethifolf, carnívora y peligrosa, sinuosa y nocturna. Pero se puede proteger uno de ella con Patronus y sé conjurarlos. Podría librarme de ella si no estuviera dormida.

 

Me rasqué la cabeza para proseguir

 

-- El Lobalug es venenoso, pero vamos... Es una criatura acuática... Yo no pienso ir al mar en mi vida, soy más de montaña, con lo que no me da miedo. No pienso encontrarme con ninguno. Los Dementores son nauseabundos, odiaría encontrarme con ninguno de ellos pero tengo los bolsillos llenos de chocolate. Eso y un Patronus y peligro fuera. El Dugbog es prácticamente inofensivo, come hierbajos y pequeños animalillos y, como mucho, mordisquea tobillos.

 

Le sonreí a la profesora. No estaba segura que ella entendiera la simplicidad de mis razonamientos.

 

-- Así que de menor a mayor: dugbog, lobalug, Dementores y Lethifold. Y éste último lo pongo como el más peligroso sólo porque soy una dormilona y nadie me quita la siesta de las doce ni aunque esté en el Ministerio.

kNTUx8c.gifsf6Sw.gifHdDMuO2.pngXXBPo79.gifKRLtVZp.gif

D69M3Vr.jpg

  tOWLU4S.gif  KhGckEc.gif.6e9b2b71e2797bafac6806b66df1d1b0.gif     Icr0JPz.gif

0jsC0dL.pngWliKSjc.pngckkcxVm.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

― Ajá! Y dime Sagitas, ¿para qué quieres un Filtro de los Muertos y un Lobalug en tu colección? ―trató de divertirse pinchándola. Ya se veía venir otra reacción exagerada.

 

Candela tenía los registros de compras de casi todo Ottery grabados en su cabeza, y estaba completamente segura de que su alumna había adquirido esa poción y esa criatura en las compras del mall. Sin embargo, tras su razonamiento en la clasificación de los animales que le había dado, sintió envidia. Era la primera vez que alguien presentaba ese tipo de lógica y, además, consideraba a un Lethifold por arriba de un Dementor.

 

Quizás...

 

― ¡Qué suertuda! ―aplaudió escondiendo su momento de frustración― A muchos no nos va tan bien cuando encaramos un Dementor. ―admitió como quien no quiere la cosa― Mi patronus es... nefasto. Quizás por eso soy una enclenque, ¿ves? ―con ayuda de su mano derecha levantó el índice izquierdo y lo dejó caer como si fuese un muerto.

 

Y sí. Candela tenía la apariencia de una bruja debilucha, aunque no lo fuera, y su aspecto era enfermizo.

 

― Pero bueno, más que para defenderme, muchas veces me sirve para otras cosas... Para darme luz por ejemplo, cuando se me quema una lámpara. En fin.. supongo, que un Quintaped no será nada para nosotras... ¿vamos? ―invitó y se adelantó al camino. Niko y Nathan quedaron atrás, como todo en la vida de la Triviani, todo quedaba atrás.

 

Pasando los primeros arbustos, se adentraron al enorme bosque de Durmstrang, donde la tupida copa de los árboles negaban la luz de la luna asomada. Sin querer queriendo se les había hecho de noche.

 

― Aguza los oídos, ve tú a saber lo que hay en estos lar...

 

Se interrumpió al escuchar crujir las hojas secas. A escasos metros, entre los troncos, una bestia de cinco patas, peludas y gruesas, había divisado a ambas brujas y, con un arranque furioso se abalanzó a ambas...

d9apmla-81cee8e5-ae8e-4972-ae18-a8b27455ry0MviC.gifCazador-TT.gif

y3QqRim.png

~ Mosquito ~          Ianello 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

¡Ostras! Era cierto... ¿Para qué quería yo una poción de ese tipo y una animalito como el Lobalug? Medio sonreí, con picardía y con cierto tono de misterio en mi voz.

 

-- Ay, profesora, si yo le contara... Tengo varios negocios donde resguardo a los máximos animalitos posibles para su protección. Ciertamente, me ha pillado, tengo un lobalug entre los habitantes de mi Circo pero sólo como un mero ejemplar más de animal marino. Ni le cuento lo difícil que fue conseguir agua salada para él y otras criaturas que desdeñan el agua dulce. Pero, para mí, su contemplación es más que suficiente; no anhelo más que la acumulación de ejemplares por el mero hecho de verlos y saber que los poseo. Soy, digámoslo así, una coleccionista de bichos raros.

 

¿Se lo creería? Porque no le iba a explicar lo que hacía con los animales, objetos o pociones que compraba en el Mall porque... era un secreto. Mi secreto. Así que carraspeé un poco mientras seguía avanzando con ella por aquel tenebroso lugar. Me sorprendió que dijera que su Patronus era enclenque y estuve a punto de soltar que yo había recibido clases de perfeccionamiento con mis compañeros de bandos. Era una de las primeras acciones que acometíamos los initiés cuando entrábamos en la Orden del Fénix, saber convocar Patronus. Por ello, los Dementores me producían respeto y miedo, sí, pero no me sentía totalmente amenazadas con ellos puesto que mis dos patronus (sí, dos; soy rara pero, a estas alturas, pocos lo dudarían). Carraspeé un poco más y me rasqué la cabeza en un gesto nervioso mientras acallaba las palabras inculpadoras que, por poco, casi salieron de mis labios.

 

-- Pues.. Si quiere... Alguna vez practicamos, profesora... Seguro que Niko nos deja alguna aula en la Universidad en la que practicar el Patronus, si es que cree que va a tener algún Patronus en su vida.

 

Volví a sonreír, algo más tranquila ahora que Colt no estaba presente, cuando ambas sentimos un ruido que nos pilló por sorpresa. Había notado que la profesora era algo débil y, no sé porqué tuve esa reacción tan fantasmal, me puse delante de ella por instinto. ¡Soy burra, lo sé! Hasta en momentos que no debiera me salen los instintos de protección para los civiles. Aquel Quintaped nos atacó y arrancó carne de algún sitio de mi cuerpo porque sentí el dolor y el calor del líquido que se derramaba.

 

Yo no sé tratar con animales de este tipo. Tantas Equis y tanta fiereza... Estoy acostumbrada a dragones y animales sangrientos pero que no lo son tanto a la hora de la verdad. Aunque, para eso, hay un período de estudio y paciencia, mucha paciencia, con el animal enjaulado. Aquí no tenía tiempo y, además, nuestras vidas peligraban. Por ello, mi lado guerrero reaccionó antes que mi forma payasa se diera cuenta. No sé como mi mente formó aquellas palabras defensivas. Soy más bien timorata en el 90% de mi tiempo.

 

-- ¡Flechas de fuego! -- pensé más que murmuré, por el dolor que sentía. Sí, el Quintaped era un animal fiero pero cuando un montón de filamentos de fuegos se te clavan encima, sin oportunidad de salvarte, no hay mucho que hacer. Te diriges hacia la muerte sin más.

 

Quedé allá, parada y con una de las manos, la libre, sujetando de manera burda el agujero que tenía en uno de mis brazos, inutilizado y sangrante. Me cambié la varita de mano porque no sentía los dedos y evité mirar el destrozo de lo que había sido antes un brazo flexible. Contemplé al animal que moría ante mis ojos y no sentí lástima.

 

Eso es lo que más lamento. Mi parte Sacerdotisa me instaba a solucionarlo, no podía dejar morir a ninguna criatura, por muy Bestia que fuera. Además, aquel bicho aún intentaba acercarse a nosotros entre espasmos. Agonizaba y aún intentaba lanzar dentelladas.

 

-- Profesora... -- susurré, mareada. Entonces lo supe. Fue todo muy rápido pero mi naturaleza me hace detectar a los humanos que sufren. Sí, ya lo he dicho antes; soy una vacaburra sin remedio. Solté un chillidito al sentir, más que ver, al hombre moribundo que se escondía bajo aquel pelaje. Si antes no había tenido ningún remordimiento en ver morir a aquella criatura, sí lo tuve al sentir los gemidos del alma del hombre que moría dentro de la bestia.

 

Lo recordé, creo que ya lo había mencionado en algún momento de la clase o, al menos, lo había pensado. Los Quintaped son humanos transformados a los que ninguna magia del MM ha conseguido volverles a su forma original. Era un humano el que yacía allá.

 

Y yo lo había matado.

 

La yuxtaposición del Bien y del Mal, de la magia usada de forma indebida que hace que sea el Mago, no la magia, quien haga de su uso algo bueno o algo malo... Ahora entendía bien las palabras anteriores de Candela Triviani.

 

-- No... No lo sab... No lo recordaba -- gemí, apenada por la muerte inexorable de aquel ser.

 

Tenía que impedirlo. No sé bien qué me impulsó a luchar por salvarle. Soy demasiado irracional e impulsiva a veces; casi siempre. No me paré a buscar díctamo, que seguro que encontraría algún frasquito en mis bolsillos de la capa que llevaba encima. Era igual. Me hice varios Episkeys, insuficientes para curarme del todo pero sí lo suficiente para sentir una mejoría y acercarme a la criatura. Aún seguía viva pues movió sus patas ardientes, cada vez con menos fuerza. No tenía ni idea de como salvar al hombre pero tenía que hacerlo.

 

Así que improvisé. Sabía que no podía usar ningún hechizo de Destransformación básico porque los funcionarios de Criaturas Mágicas lo habían intentando todo con los Quintaped y no habían tenido ningún éxito. Así que moví la varita en torno a la criatura y conseguí un rayo que provocó un viento helado que la cubrió, congelándola. No era un aguamenti pero era agua congelada que eliminó cualquier vestigio del fuego. Tendría algo de tiempo mientras las Semillas de Hielo hacían su labor. Invertí el tiempo en buscar las pomadas de quemaduras que siempre llevaba encima. Por algo era útil aquel monedero de moke que había comprado en el Magic Mall en su momento, tenía a mano siempre pequeñas porciones de casi todas mis pertenencias. También encontré el Dictamo y puse unas gotas en mi brazo. Hirvió pero, enseguida, noté que volvía a tener sensación en los dedos de la mano correspondiente. Para cuando el hielo desapareció, el hombre había muerto.

 

-- Profesora, creo que al acabar la clase tendré que matarla por lo que va a ver. Es broma, sólo la desmemorizaré.

 

Extendí un polvo gris en torno a la criatura, rodeándola, mientras canturreaba en un idioma que difícilmente podrías reconocer si no eras sacerdotisa o nigromante, pues estaba usando una mezcla con la esperanza que funcionara. Después hice unos dibujos redondos de polvo rojizo en varias partes del círculo, unos puntos pequeños que, en realidad, conformaban el dibujo de una pirámide de energía que necesitaría para devolverle a la vida. Nadie podía saber qué tipo de polvos mágicos usaba ni su procedencia. Eran un secreto que no podía compartir con nadie que no fuera como yo. Me quité la máxima ropa que pude porque me estorbaba y me puse casi encima del bicho. Seguía cantando, con los ojos cerrados, cuando impuse mis dos manos, una encima de la otra, cerca de su boca. Sus dientes eran escalofriantes y entendía la gravedad del mordisco que me había lanzado antes. No me fue difícil enlazar mi mente con el alma del pobre difunto que yacía bajo mi cuerpo.

 

Sentí su dolor y gemí levemente. Ahora, él y yo, caminábamos por el mundo de las sombras y, por primera vez, era libre de la criatura en que le habían transformado. Le cogí de la mano y le ofrecí volver al mundo visible. No quiso, no quería seguir siendo una bestia y me señaló el brazo. No le prometí nada porque no estaba segura de si podría hacerlo, pero tenía la capacidad de devolver la vida a los humanos. Sólo a los humanos. Cabía una posibilidad de que pudiera vivir la vida que se le había negado como un ser normal.

O eso esperaba. Pero no teníamos mucho tiempo así que intenté persuadirle. Lo conseguí y mantuvo su mano en la mía, firmemente.

 

-- Bestia quan vidisti fuit, in homo canere

 

Mis labios murmuraron aquella plegaria alla, delante de la profesora, con una mano agarrada fuertemente a una de las patas de la criatura. La mano del brazo herido enarbolaba la varita, aunque no con la destreza que me gustaría. Murmuré un Homo Muto y empujé hacia mí.

 

El hombre dudó un momento y gritó cuando, de repente, sintió el terrible dolor de volver a la vida. Sus chillidos eran desgarradores y casi deseé dejarlo allá, en el otro mundo, para evitar seguir escuchándolos. Sin embargo, tiré de él y lo traje a la vida, con gran esfuerzo y con un gasto descomunal de energía.

 

-- ¡Por los dioses! -- mi mano sujetaba fuertemente una mano ennegrecida, quemada por mis flechas de fuego. El hombre era pelirrojo (y desnudo) y yo estaba encima de sus heridas. Me solté y busqué los potingues que había dejado en el suelo, al lado de quien fue alguna vez un Quintaped y ahora era un hombre quemado. -- Lo siento, enseguida le curo. Confíe en mí.

 

Extendí la crema por sus brazos y cuerpo. La pomada de Quemaduras era muy potente y efectiva. Ya la había probado yo alguna vez en el pasado. Cuando su piel tuvo un colorido dorado de la crema, le hice un Episkey para que el dolor fuera desapareciendo. Después, con un aguamenti, llené un frasco vacío (lo lavé antes, en serio) y le di de beber.

 

-- Necesitará mucho líquido, señor... ¿Qué tal se encuentra?

 

Sólo entonces me di cuenta que la profesora estaba detrás y que, seguramente, estaría viendo como dos personas, una media desnuda y la otra sin ese medio siquiera, reposaban en la hierba, agotados física y psiquicamente. Cerré los ojos. Que fuera lo que la Diosa Madre quisiera. No tenía fuerzas ni para comer y recuperar la energía perdida, que era lo que me pedía el cuerpo en este momento.

kNTUx8c.gifsf6Sw.gifHdDMuO2.pngXXBPo79.gifKRLtVZp.gif

D69M3Vr.jpg

  tOWLU4S.gif  KhGckEc.gif.6e9b2b71e2797bafac6806b66df1d1b0.gif     Icr0JPz.gif

0jsC0dL.pngWliKSjc.pngckkcxVm.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Se había preparado para defenderse -a sí misma, por supuesto, pues esa naturaleza egoísta suya no permitía poner el pecho a las balas dirigidas a alguien más- y, con la varita en mano, tuvo que quedarse en segundo plano, como una simple espectadora. Mejor, ¿o no? Así evitaría la fatiga. Además era interesante ver lo que estaba haciendo Sagitas.

 

Toda esa "macumba" con el bicho al que había atacado a matar, los cánticos realizados, todo le hacía acordar a la vez que hizo un ritual demoníaco para devolver su propia alma a su cuerpo. Suspiró por la coincidencia de la situación, aunque los pasos que realizaba la Potter Blue distaban mucho de los que había hecho Candela. Estaba cansada. Y seguir fingiendo que le importaba lo que su alumna hacía la agotaba aún más.

 

Lamentablemente se vio con la escena de resurrección y, a pesar de haberle encantado la idea de llevarse el cadáver de un quintaped a la mazmorra de su casa, Sagitas le había aguado el entusiasmo curando al , ahora, hombre ex-bestia.

 

― ¡Oh, muy bien! ―aplaudió con una genuina sonrisa― Aunque es una lástima, habría querido llevarme una de sus patas...

 

En ese momento le pasó la ropa a Sagitas e hizo aparecer una toga para el recién transformado.

 

¡Cuánto exhibicionismo con los nigromantes! ―pinchó a su alumna― Me anima a querer adquirir la habilidad... ―sí, no era del todo seria esta bruja.― Vístete Sagitas, es hora de marcharnos. A menos que este amable hombre nos diga si hay algún quintaped más, prefiero irme ahora.

 

Se preguntaba qué pasaría con él.

 

― Este tipo... supongo que tenemos que llevárnoslo... ―a la habitación experimental de uno de mis negocios, quiso agregar, pero no hubiese sido lo correcto.

d9apmla-81cee8e5-ae8e-4972-ae18-a8b27455ry0MviC.gifCazador-TT.gif

y3QqRim.png

~ Mosquito ~          Ianello 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Guest
Esta discusión está cerrada a nuevas respuestas.
 Compartir

×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.