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Libro del Equilibrio


Lisa Weasley Delacour
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Equilibrio

 

 

- Estas en baja forma chica

La tenue voz de Runihura se dejo escuchar por la explanada que usábamos para entrenar, haciendo que una sonrisa sincera se posase sobre mis agrietados labios. El ardiente astro rey no nos había dado tregua. Cinco horas después del inicio, era la primera broma que le oía, lo que quería decir que, a pesar de lo que su boca expresaba, seguía tan orgullosa de mi como al principio. No había forma de que la fémina me ofendiese o molestase con sus comentarios, ya que, tras tanto tiempo juntas, había logrado entender y apreciar su carácter y costumbres. Mas que todo lo demás, era ya una amiga.

 

- ¿Seguimos? Puedo con mas

 

De cierta manera, no era verdad. Habia tenido un día, mas bien un mes, complicado; Rumanía era un país precioso, sin embargo, difícil de sostener. La constante presión de los amargados seguidores del cardenal contracturaban con eficacia a las poblaciones menos fieles, aumentando la tensión entre la guardia y estos. Al ser la reina mas joven de Europa tenían la esperanza de doblegarme y eso no lo iban a ver nunca. Jamás. Se lo debia a mi madre. Como era evidente, no me creyó en lo absoluto y lo demostrando, yéndose hacia el joven dragón negro que la esperaba con ojos juguetones.

 

- Tan sutil que eres – Murmuré – Dime, que misión tan fascinante tienes para mi esta vez. ¿Escalar la montaña mas alta, quizás, bucear hasta las profundidades del ártico a por un pez de oro, tal vez….?

OOOooOOO

 

 

Ninguna de mis observaciones fue la elegida y eso me hizo entrar en un bucle constante de qués y comos que la bruja freno con un ¨todo pasa por algo¨. Jugarnos el pellejo cada mes era como notorio y habitual en las cátedras de los libros de cocimientos. Pocas, por no decir cas ninguna, habían sido tranquilas. Los amates del Nilo solo confiaban en aquellos que tenían la capacidad para sobrevivir y adaptarse a cualquier situación habida y por haber, por eso me sorprendía que el consejo nos hubiese mandado proteger lo que tenia entendido era un festival mundial de música. Ya en el aula indicada para dar la bienvenida a los alumnos seguía pareciéndome extraño.

- Buenos días – Salude casi sin darme cuenta, fue automático al ver entrar al chico en la habitación.

Una de las cosas que mas me sorprendían de la mágica institución era el poder que albergaba en su bella estructura. En los muros de la academia, ahora universidad, confluían siglos de magia, lo que me permitía realizar cosas enormes con una simpleza brutal. Con un ademan de mi mano derecha, abrí un pequeño portal de brillantes colores. El destino; Jamaica. Tendríamos una velada perfecta con un sinfín de grupos muggles de música, entre ellos artistas conocidos en ambas realidades. Una de mis pasiones mas ocultas era aquella, ¿a caso la de las auras la conocía?

- ¿Conoces Jamaica? Hoy es buen día para ello – E invite a mi compañero a cruzar.

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Su hermana Anne, Directora de la Universidad, le había avisado que su clase del Libro del Equilibrio había abierto en una de las aulas de la sección del Ateneo de Poderes y Magias Guerreras. En esta parte, dependiente de la unidad académica principal, mucho de los magos y brujas circulaban todos los días realizando los cursos y sometiéndose a las evaluaciones de los distintos libros de hechizos. Emmet no era ajeno a dicho lugar ya que, en su haber, contaba con tres libros cursados y el cuarto a punto de comenzar.

 

Se levantó del asiento de su biblioteca, ubicada en el castillo Gaunt. Fue en busca del Libro del Equilibrio juntos con los elementos que éste traía y, lo cuales, iban a ser necesarios a la hora de llevar a cabo la travesía a enfrentar. Había un anillo, de plata con una pequeña muesca de color verde en medio, que según la hoja de indicaciones era el anillo anti-veneno; se lo colocó en su dedo anular. Luego había un pequeño colgante con un frasquito regordete que contenía una especie de arena de color plata; sus ojos volvieron a posarse en la hoja para buscar la referencia del objeto y era el contenedor de las Semillas de hielo, se lo colocó en el cuello y escondió el recipiente debajo de su camisa blanca.

 

Continuó buscando entre las cosas que le dieron cuando compró el libro y encontró una bolsita con los Pétalos de Pensamientos. Leyó atentamente la función de los mismos y cuál era su efecto; se quedó con boquiabierto con la descripción de los mismos. Colocó el envase en la mochila que siempre llevaba. Y, por último, el Amuleto de la Resurrección ¡Cómo no haberlo tenido antes cuando recién incursionaba en las filas de la Marca Tenebrosa! pensó al leer la utilización del mismo. Se lo colocó en su cuello y lo dejó en la misma posición que el frasquito de las semillas de hielo.

 

Tomó su mochila, se la colgó de un hombro y desapareció desde la misma biblioteca para hacerse presente en los terrenos que daban entrada al Ateneo. Se dirigió con paso firme pero antes se detuvo en el tablón de anuncios para saber que aula fue al designada para el curso aun que sabía muy bien que no iba a ser una clase tranquila; no lo fue con los anteriores libros, menos lo sería con el del equilibrio.

 

Caminó un poco más por el pasillo principal y se desvió hacia la derecha pasando unas cuatro puertas más, la quinta sería la suya. Se acomodó su ropa e ingresó. Para su suerte y fortuna, allí estaba la profesora esperándolo.

 

- Buenos días. Si mal no he visto esta es el aula asignada para el Libro del Equilibrio y usted es la profesora Lisa, encargada del mismo.

 

Una pequeña afirmación por parte de la bruja se notó para con el Nigromante, el cuál había silenciado su boca para poder escucharla.

 

¿Jamaica? ¿Música Muggle? No era de los más querido por el vampiro pero debía respetar las decisiones de la educadora si deseaba aprobar dicho curso.

 

- Bueno ahí vamos.

 

Sentenció y pasó el portal que la misma mujer conjuró.

 

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Editado por Emmet Haughton Gaunt

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Cruzar el portal no era del todo agradable. La magia que nos ayudaba a trasladarnos de aquella manera parecía querer cobrarnos un precio y este era quedarse con nuestros estómagos. A pesar de que estaba acostumbrada a aquel método de transporte, aun me quejaba cuando los directores de la academia me negaban el hecho de prestarme un par de hipogrifos para el viaje. Su rotundo no algún da lo pagarían. Lo bueno del asunto, es que habíamos llegado Jamaica en menos de lo que alguien pudiese decir ¨vamos aya¨ y eso era una dicha excelente para cualquier aventurero.

 

Ante nosotros se extendía una planicie verde de por los menos una hectárea. Al final de esta había cinco escenarios y múltiples vallas de color crema. Asi como también un cuadrante de bares y camiones con comida rápida. Todo un despliegue muggle para un día de buena música. El sol estaba en lo mas alto, con lo cual contábamos con varias horas por delante para hacernos cm el lugar y descubrir el porque los antes del Nilo nos habían enviado a determinado paraje, pues no había nadie aun. Asentí, reafirmado el hecho de que la mano de los Uzzas había metido su granito de arena en lo que se refriese al evento – Vamos por aquí – Le dije al muchacho.

 

Llegando a la sombra de unos altos arboles, deje la chaqueta de cuero sobre uno de ellos e hice aparecer mi varita mágica - ¿Has leído algún aparrado del ejemplar? - Si lo había hecho, mucho mejor, sino, de igual manera le enseñaría todo lo que este quisiese aprender. Adoraba ver muestras de orgullo cuando llegaban a lograr que el poder de los elementos quedase bajo su dominio – Estas paginas contienen increíbles dones, muy cercanos a la madre tierra. Son complicados y extensor, ¿estas listo? - Por mi bien y el del hombre aperaba que mi querido amigo Badru no interfiriese esta vez. El encapuchado engreido era un dolor de ovarios cuanto menos.

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Cruzar un portal por primera vez fue como aparecerse pero potenciarse a la enésima potencia. Era raro ver que, de un extremo a otro, habían diferentes locaciones para ser visitadas. A las espaldas del vampiro aún se mantenía la imagen del aula ubicada en el Ateneo y, frente a él, se alzaba el panorama que presentaba a Jamaica y recibía a ambos magos con algunas melodías muggles, olores exquisitos de diferentes platillos y risas de los habitantes del lugar.

 

Se abrió paso entre los muggles siguiendo a la profesora e intentando no perderse entre la multitud. Mientras continuaba camino no podía ocultar su cara de rechazo hacia los sin magia. Él era un mortífago, seguía la línea de la sangre limpia y no podía permitir mezclarse con simples muggles.

 

Casi saliendo de aquella planicie, dónde estaban ubicados todos los puestos de comida, comenzaba una zona con árboles altos. Los grandes y gruesos tallos proyectaban perfectas sombras sobre la superficie para cualquier ser vivo que se quisiera ocultar de aquél sol radiante que estaba alto en el firmamento. El vampiro no era muy amante de los días soleados, no porque se quemara al ver a Febo, pero sus gustos era por los días grises, lluviosos y nublados.

 

La educadora se detuvo en uno, que por su tallo y siendo profesor de Herbología, parecía tenes unos cincuenta años de antigüedad, o más quizás. El vampiro dejó caer su mochila a un costado y se arremangó su camisa para ponerse más cómodo. ¿Qué hacía con camisa en un lugar con clima soleado? Sólo a él se le ocurría ir vestido así, al menos sus pantalones eran bermudas, un poco ajustadas, pero la ventilación hacía pasar el calor.

 

- Estuve leyendo cada uno de los poderes: el anillo anti-veneno, semillas de hielo, pétalos de pensamiento y el amuleto de la resurrección - contestó claramente - Sobre los hechizos, tengo algunas dudas, pero supongo que las iré subsanando a medida que avancemos en el estudio de éstos.

 

Respondió a la consulta de la docente.

 

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Que tuviese unas nociones básicas de lo que el ejemplar dictaba era una forma perfecta de empezar, a fin de cuentas con eso demostraba entusiasmo. Un alumno con la mente abierta, sin duda alguna, era mucho mejor, que uno que se sienta superior a los demás. Lo sabia bien pues aquellos sub seres ególatras me habían tocado varias veces en lo que llevaba de año. Las dudas sobre los conjuros mas potentes, como es evidente, se le irían cuando los comenzase a usar, puesto que se le veía capacitado para tal arte. Y con ese pensamiento, supe que era el tiempo correcto para inviar, antes de que los acontecimientos que los Uzzas estuviesen planeando nos tomasen desprevenidos.

 

- Bien, pues lo primero que quiero es cierres los ojos y que sientas lo que hay a tu alrededor sin tener que mirarlo. Este manuscrito esta muy ligado a la naturaleza, como de seguro habrás notado, por ello es muy importante que respetes a fauna y flora que tienes cerca y que te hagas respetar por ella. Mi deber es que ningún animal salga herido – Mi parte sacerdotal salia a relucir muy mucho en aquellas cátedras – Semillas de hielo – Pronuncie, extendiendo la mano hacia delante y apuntando a una pequeña libere cercana – Es rápido y eficaz, paraliza cualquier bestia que este en tu radio. No la mata, no la daña. Solo detiene su movimiento por unos cuantos minutos.

 

Jamas, ni en mil vidas, consentiría que una criatura fuese mutilada porque si. Eran seres vivos y merecían respirar tanto como un mago o un muggle corriente. Gaia así lo había contemplado - Vamos, intentalo – El Haughton estaba ya con la varita en la mano, lo que entendí que estaba esperando su oportunidad para intervenir – En un espectáculo como el que va a haber esta noche, donde las aglomeraciones son un habitual y las actuaciones con animales un reclamo fuerte, nos servirá de mucha utilidad en caso de que se descontrolen, aunque y conociendo a varios de los guerreros del desierto, lo harán tarde o temprano – Iba a ser del todo interesante.

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Apenas la profesora hubo terminado la demostración del hechizo, el Nigromante, cerró sus ojos como ella lo había indicado ¿sería capaz de no lastimar a ninguna criatura con aquél conjuro? El vampiro no podía permitirse mutilar o dañar a algún animal inocente y, mucho menos, alterar el ecosistema que lo rodeaba; tal era el parecer que la educadora tenía los mismos puntos de respeto que el Gaunt.

 

Sus orbes se volvieron a abrir para poder visualizar a una criatura objetivo de su conjuro. Nix, su varita, ya estaba preparada. Antes de concentrarse de nuevo, hacia su interior e intentar visualizar al pequeño conejo que vio, la apuntó al animalito. Anuló todo ruido del exterior, aun que no se escuchaba mucho lo proveniente de la feria que habían dejado atrás, tenía que focalizar todo su poder en dicho conjuro.

 

<< Semillas de Hielo >>

 

Cuando hubo pensado aquellas palabras, ya que el hechizo era no verbal, sintió como si algo drenara una parte de su magia que había logrado concentrar. No sabía lo que estaba pasando a su alrededor pero lo que sí esperaba era que el resultado de su primera prueba hubiere sido positivo.

 

Abrió los ojos lentamente para que sus pupilas se acomodaran a la luz del sol que volvía a brillar frente a él. Cuando recobró la imagen pudo notar como, aquél conejillo que estaba comiendo las semillas a pie del tallo del árbol, se había quedado paralizado y, a su alrededor, el suelo de lugar estaba congelado.

 

- ¿Segura que no le hace daño el frió?

 

Masculló aún impresionado por la forma en que había quedado aquél animalito.

 

- Aun que creo que sería buen hechizo de paso por si todo se descontrola en la feria como usted dijo ... pero son muggles.

 

Finalizó.

 

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- Muggles o no, por algo los Uzzas nos han enviado aquí. Ellos siempre encuentran la manera de evocar al máximo caos sin que nos demos cuenta…

 

Y era cierto, desde el primer segundo que empece a dar clase, entendí aquel punto. Si no era Badru y su arrogancia, era Runihura y sus pruebas. El consejo de los guerreros del Nilo habían aceptado entregarnos sus cocimientos con la única condición de que pasábamos determinados retos, los cuales todos consistían en librarse de la muerte de la forma mas imaginativa posible. Si mis recuerdos no me fallaban, había escapado de un volcán, del Valhala mismo e incluso de tres dragones rojos con aspecto demoníaco.

 

- Dejando eso a un lado, toca seguir con la clase y no, no les hace daño. Solo los congela por un lapso corto de tiempo, el cual te daría tiempo a ti, en caso de necesitarlo, para huir o pensar en una mejor estrategia.

 

Con un chasquido de mis dedos, tres gorriones con un plumaje algo diferente al normal, hicieron acto de presencia en el espacio que habíamos elegido para entrenar. Adoraba que los animales y bestias cercanas asumiesen su papel en mi cátedra y aceptasen ayudarme a controlar los dones de mis pupilos y enseñarles los nuevos conjuros que el manuscrito del equilibrio tenia para ofrecerles. Mi conexión con Gaia aumentaba cada día, por ese, era caza de sentir las emociones de las criaturas de mejor forma y con mayor facilidad.

 

- Arena del Hechicero – Mencione el siguiente maleficio – Son huesos cristalizados de un mago que ha muerto mediante fuego mágico y pueden anular la visión, haciendo que tu rival o en este caso estos pajarillas pierdan su orientación. Sin herirles, sin dañaros. Una técnica genial para controlarlos sin crearles heridas sangrantes. Ellos irán a por ti, intenta que no te encuentren – Y como si nada, alce el brazo, indicándoles a las jóvenes aves que podían iniciar el vuelo.

 

Un segundo después de que mis palabras saliesen de mis labios, un ruido de fondo se empezó a escuchar. Era grave y cada vez aumentaba mas. Los altavoces de la feria eran lo único para crear aquel alboroto, no obstante, esta no empezaría hasta horas mas tarde. Sonreí con una mueca de disgusto, ¿En serio chicos? ¿No me dejáis ni una cátedra tranquila? Eso es lo que surco mi mente al ver como varias chispas rojas se empezaban a ver en la lejana. ¿Mensaje de auxilio o trampa visceral por parte de la organización? Tocaba rendir cuentas y enfrentarnos a lo que fuese aquello.

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El ruido que había de fondo impedía poder concentrarse en la acción del nuevo hechizo que estaba por aprender. Las aves, invocadas por la profesora, ya estaban en el aire buscando al vampiro pero él debía lograr que no lo localicen aun que ya era un poco tarde porque una de ellas lo ubico e, informando a sus compañeras, se lanzaron a pique sobre el Gaunt.

 

Sus orbes azules se cerraron por un momento. Siempre era el mismo "ritual" que tenía para cuando un hechizo no verbal debía salir de su poder mágico. Necesitaba concentrar toda la fuerza que pudiera para realizar el conjuro de manera correcta. El efecto inmediato, si salía bien, era que las aves iban a perder la orientación.

 

Se concentró lo más que pudo anulando todo el ruido que provenía del exterior. Era algo difícil pero tenía que lograrlo.

 

<< Arena de hechicero >>

 

Masculló con su voz interna. Volvió a sentir la misma sensación que con el primer hechizo. Una parte de su magia fue drenada de su cuerpo, como si le sacaran un poco de ella. En ese mismo instante escuchó un quejido de las aves lo que le hizo suponer que aquél hechizo había dado en el blanco. Y así fue. No llegaron a tocar al Nigromante y, las aves, iban desesperadas de un lado a otro intentando recobrar la orientación que habían perdido.

 

Era como una especie de polvo brillante que provocaba aquello. Algo había quedado en el ambiente que todavía se podía notar.

 

El ruido de la feria muggle y el de los pájaros enloquecidos hacían algo difícil la comunicación entra la educadora y el vampiro pero necesitaba saber que es lo que pasaba y cuál era el paso a seguir.

 

- Demasiado ruido para mi gusto.

 

Se quejó dejando su varita fuera para cualquier situación que se presentase.

 

- Además parece más un alboroto que otra cosa. ¿Habrá pasado algo?

 

Algo de acción no le vendría mal en estos momentos. Apretando el mango de su varita se quedó esperando la reacción de la profesora.

 

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Editado por Emmet Haughton Gaunt

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La sensación de que algo nocivo estaba envolviendo con su bruma la extorsiona de la feria incremento directamente proporcional al ruido de esta. El Haughton también lo había notado, pues nada mas superar la prueba que le había puesto, se quedo con la varita en la mano, dispuesto a ayudarme con cualquier cosa que sucediese allí. Mientras me encaminaba en dirección a donde se habían visto las ultimas chispas ras, le fui comentando al chico lo que tenia en mente. Eramos dos, pero y a la intuición no me fallaba, estaba segura de que podríamos enfrentarnos a cualquier cosa

 

- Badru, el Uzza, gusta de acercarnos al limite con nuestros mayores miedos. La muerte acecha junto con el. Confiaba que este mes se quedase tranquilo, sin embargo, no ha sido así.

 

La pregunta clave de todo aquello, y estaba segura Emmet se hacia como yo, era clara; ¿como dar batalla a lo que fuese que estaba causando la algarabía estando rodeado de muggles? El secreto era primordial, pero también la vida humana. Una jugada increíble, chico engreído, pensé al tiempo que Kim se aparecía en mi diestra. Antes de todo, debía enseñarle al chico de la cátedra los últimos dos conjuros y quizás los mas dañinos hasta el momento. Uno de ellos contaba en mi arsenal con un puesto preferente, debo a mi sintonia con el elemento primigenio.

 

- Flechas de fuego – Agarre mi varita – Necesitas puntería, por ende mucha concentración. Son filamentos envueltos, como dice la palabra, en fuego. Con eso puedes herir y desestabilizar a tu enemigo. Para defenderte en caso de que te afecte a ti debes usar un aguamenti y dos episkey. ¿Claro? - No había momento de probarlo, no como antes, frente a un árbol o en el rio. Ahora la situación había cambiado – Cineade, es uno de los venenos mas potentes del mundo. Creas una bruma que entra por las vías respiratorias del mago, cortándolas y matándolo por asfixia en un par de minutos.

 

Como si estuviese planeado, al acercarnos al recinto mayor y acabar de entregarle al vampiro las ultimas palabras de la teoría, un estruendo fortísimo y una nube negra inundo Jamaica. Los allí presentes, que aun eran pocos a lo que se esperaba al anochecer, creyeron que era parte del espectáculo, yo sabia que ni por asomo era así, Mas de veinte encapuchados comenzaron a caer del cielo,idos ellos con mascarasen forma de sol. Me apetecía agarrar al moreno y estrellarlo contra la pared. Amaba por encima de todo el drama. ¿Porque no era Runihura la que me evaluaba? La pregunta del millon.

 

– Aquí vamos - confirme al Gaunt – Agarrate y sal vivo de esta.

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Ambos magos habían descendido a la "fiesta" que estaban teniendo los muggles. El ruido insoportable: gritos, personas corriendo por doquier y, lo más destacable de la escena, eran unos encapuchados con máscaras en forma de sol que cubrían los rostros de cada uno de ellos. ¿Mortífagos? No creía que así fuera porque su tatuaje no ardía debajo de su piel. Sólo esperaba no tener que sacar a relucir sus poderes y, mucho menos, enfrente de una profesora que es parte de la Orden del Fénix.

 

El vampiro se detuvo a la par de la bruja. Su varita se mantenía en su diestra. Escuchó atentamente las últimas explicaciones de los dos hechizos que quedaban en el libro, y los cuales, el vampiro más había leído e investigado. Cineade era el que más había estudiado, no sólo porque le llamaba la atención, si no porque era uno de los hechizos más poderosos y difícil de lograr.

 

El Nigromante asintió ante la orden de prepararse de la profesora y se dirigió hacia un grupo de tres enmascarados que estaban haciendo explotar los puestos de comida.

 

La adrenalina comenzaba a correr dentro del Gaunt. Hacía algún tiempo que no sacaba a relucir el poder que había acumulado con todo el curso de los libros y los nuevos hechizos adquiridos.

 

<< Salvaguarda Mágica >>

 

Pensó sin cerrar sus ojos. Aquél efecto adquirido por el Libro de la Fortaleza lo había salvado de los dos rayos que sus enemigos enviaron al mismo tiempo al verlo que se aproximaba. Su cuerpo se volvío intangible; como si fuese un fantasma. Ambos conjuros impactaron en una parte del techo de otro puesto que estaba a espaldas de Emmet.

 

Era hora de intentar con los dos nuevos hechizos. El mortífago se estaba arriesgando a poder ser herido si sus hechizos no eran efectivos a la hora de conjurarlos. Concentró todo su poder mágico, como la primera vez.

 

<< Flechas de Fuego >>

 

La invocación hizo que aparecieran, una tras otra, varios filamentos recubiertos en fuego que impactaron de lleno en el cuerpo de aquellos dos encapuchados que habían arremetido contra el vampiro. Sonrió ante ver aquellos dos hombres doblegarse ante el dolor. El olor a piel quemada se podía sentir y, mucho más, cuando el vampiro tenía tan desarrollado el sentido del olfato.

 

- Pensé que darían más pelea pero ahora veo que son unas simples cucarachas retorciéndose.

 

Masculló dejándolos de lado y se enfocó en su tercer víctima.

 

- Y la frutilla del postre te la llevarás tú.

 

Sonrió y volvió a concentrarse. En ese milisegundo penso en como el veneno mataría a su víctima al rodearla por completo.

 

- Cinaede

 

No podía notar la aparición del gas ya que la descripción decía que era invisible pero en el momento en que el enmascarado se llevó ambas manos, de forma desesperada, a su garganta, en la cara del vampiro, se plasmó una sonrisa de lado a lado mirando como su víctima se ahogaba hasta la muerte.

 

Tres menos de los casi veinte que habían arribado. Sus orbes azules se pasaron por todo el lugar buscando a la profesora y pudo verla a la distancia combatiendo con otros tres tipejos.

 

No iba a intervenir a menos que la bruja se lo pidiera. Ella tenía mucho más poder que el vampiro y sabía que, para ella, iba a hacer un trámite sencillo.

 

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