Jump to content

Conocimiento de Maldiciones


Leah Snegovik
 Compartir

Publicaciones recomendadas

4E5nIyo_d.jpg?maxwidth=640&shape=thumb&f

Si bien parecía tener la misma emoción por todas las clases que debía impartir, ninguna se comparaba con la emoción que la embriagaba cuando no debía compartir su clase con otro profesor. No podía quejarse, incluso cuando había dado dos clases, una como titular y otra como suplente, al mismo tiempo. Todas habían sido buenas experiencias y sus colegas solían estar a la altura, como había sido el caso de Sagitas dos meses atrás. En julio tendría tres estudiantes y con ellos, la tranquilidad de su soledad.

Por ello había arribado a la curiosa aula de maldiciones unas horas antes, para dar tiempo a sus manos para organizar todo. No había mucho que hacerle a la cabaña, de hecho no se le podía hacer nada. La humedad y el moho habían acabado con la poca madera resistente que quedaba. Una capa de suciedad manchaba los troncos y la mesa de madera rústica, así como un suelo que apenas se podía apreciar gracias a la tenue luz de las velas esmeralda, que brillaban casi con fadtidio en la oscuridad.

Al fondo de la estancia había una pequeña chimenea, un agujero con leños secos sin encender y un caldero oscilando al escaso viento que se escapaba por las rendijas de gruesos tablones, quienes sellaban las huecas ventanas y las protegían del exterior. O, tal vez, ¿las tablas protegían al exterior de lo que hubiera dentro de la cabaña? No era un lugar amplio y aún así se podía percibir el poder que rondaba tras la pesada puerta de entrada, que se extendía a varios metros a la redonda. El lugar estaba marcado por la magia oscura.

Ivashkov estaba sentada en uno de los troncos, con el ceño fruncido apuntando a un pergamino que se extendía bajo sus dedos estirados y sus labios torcidos en una mueca de concentración. Llevaba largos minutos leyendo en un idioma difícil, una lengua muerta que no solía practicar. Pero de un momento a otro, como si poseyera un cronómetro incorporado, separó los ojos verdes de las palabras y buscó un pergamino libre.

El Ateneo de Conocimientos informa que esta noche, a las nueve en punto, la clase de Maldiciones tendrá lugar en el bosque junto a las instalaciones del Ateneo. Para llegar, sólo han de seguir el camino y la luz intermitente en la oscuridad, de tonalidad esmeralda.

Agradecemos su puntualidad.

Atentamente,
Profesora Ivashkov


Un movimiento de varita triplicó el mensaje. El primero para Kaiser Lord Pilu, el segundo para Ezequiel Granger y el tercero para Paula Malfoy. No perdió el tiempo en lechuzas, consumió las tres cartas en llamas rojizas y estas de inmediato aparecieron, en las mismas llamas, frente a los susodichos. Cuando envió el mensaje, faltaban exactamente quince minutos para las nueve de la noche. Su lectura le arrebató diez de ellos y cuando se puso en pie, faltaban escasos cinco minutos para la llegada de sus estudiantes. Retiró los pergaminos que había estado examinando sin retrasarse, enrrollándolos hasta apartarlos del camino y se puso en pie. Era una mujer de estatura promedio y aún así, era imponente. El cabello rubio, casi dorado, se confundía con la túnica como el oro y su mirada inteligente estaba fija en la puerta. Esperando. Cuando se abrió, torció una pequeña sonrisa.

-Buenas noches -saludó-. Soy la profesora Ivashkov y seré quien imparta el conocimiento de Maldiciomes. Por lo tanto, quisiera saber, sin que parezcan una fiel copia de cualquier libro de hechizos barato, ¿cuál es la definición correcta de maldición? Desde el punto de vista mágico, por supuesto.

"%20alt=YwwEbg4.gif


"%20alt=


"%20alt=hQEsmVo.gif3lqIQgZ.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Me encontraba un poco ansioso en mi departamento a la fueras de Ottery, sentado en mi sofá de cuatro cuerpos luego de una rica ducha de agua tibia, con solo una pequeña toalla cubriendo mi masculinidad, cuando de repente mediante unas llamas de tonalidad rojiza apareció un pergamino sobre mis manos, dejando un rastro de pequeñas cenizas en el suelo de mi hall. Luego de tomarlo y leerlo con detenimiento, una sonrisa se enmarcó en mi rostro...... por fin, mi clase del ateneo de conocimientos daba comienzo..., eso resultaba ser en gran parte el motivo de mi ansiedad y preocupación, ya que había leído que la mayoría de las clases habían dado comienzo varios días antes, pero ahora ya podía relajarme sabiendo que mi solicitud había sido aceptada.

 

La fecha del comienzo de clases esta pactada para hoy.... y el horario que figuraba en la nota era el de las 9 pm. hora de Londres....., así que observé el reloj de oro marca Bulgari que tenía en mi muñeca izquierda y me di cuenta que solo tenía menos de 15 minutos para cambiarme y llegar a destino.

 

Me cambié lo más rápido que pude, poniéndome mi tradicional traje negro de seda italiana y sobre él mi túnica negra para aplacar los frío y fuertes vientos de la noche europea...., aún esperaba aquel de alta costura que le había solicitado a @, de la cual no tenía novedad. Siempre solía desaparecer desde un sucio y abandonado callejón lindero a mi edificio pero esta vez no tenía tiempo, así que simplemente me desaparecí desde el piso de mi departamento concentrándome en el lugar de destino.

 

Al llegar tomé el pergamino que había recibido del bolsillo derecho de mi túnica y me dediqué a leer con cuidado las indicaciones que había marcado en detalle la profesora. De esta manera observé el pequeño camino de piedra que se perdía en el bosque.... y a lo lejos la tenue luz esmeralda que brillaba en la oscuridad, titilando muchas veces como una bombilla vieja a punto de quemarse.

 

Continué aquel sendero bordeando el bosque, hasta llegar a una extraña cabaña de un aspecto edilicio realmente pobre,... la madera estaba podrida y llena de moho. Luego de observarla unos segundos recordé que mi tiempo era escaso, así que luego de golpear una vez me dediqué a entrar el recinto.

 

Ya en el interior una voz de un tono cálido y amable me recibió casi al instante. Antes de contestar me quité la capucha de la túnica hacia atrás para revelar mi rostro.

 

-Buenas noches señorita Ivashkov...... parece que nuestro caminos se vuelven a cruzar.- Le sonreí y avancé un par de pasos. -Es un placer tenerla otra vez como profesora..... y ya que veo que soy el primero, permítame responder su pregunta.- Dije relajado mientras me quitaba la túnica y la hacía a un lado por el inminente calor de la cabaña.

 

-La maldición es un hechizo oscuro que afecta al objetivo de forma realmente negativa, asociado a varios niveles de malestar, suele ser el peor tipo de magia oscura.....son hechizos cargados de suma maldad, muy poderosos y escasamente reversibles, de una potencia asombrosa, como lo son las maldiciones imperdonables..., su uso, requiere de un nivel de habilidad importante... algunas de estas maldiciones asesinas a su víctima en un instante, otras solo causan un dolor extremo y finalmente otras permanecen en el cuerpo del rival hasta finalmente despertar.... eso sería un pequeño resumen.- Hice una pequeña reverencia al terminar la frase y me dediqué a esperar al resto.

 

 

@

SYwSmIQ.png


Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

  • 2 semanas más tarde...

- A mi en lo personal me encanta maldecir a ciertas personas del Ministerio cuando no dan una respuesta clara, - dejé que mi voz se escuchará detrás de los alumnos presentes, llamando la atención hasta de la profesora Ivashkov - eso de estar detrás de los altos mandatarios para que en una declaración oficial es cansado, absurdo e innecesario, es decir, ¡no soy su niñero!

- Bienvenido profesor Triviani, - respondió aguantándose una risa Leah, o eso creí entender - agradezco que nos pueda acompañar durante unos minutos.

- Es para mi un placer.

 

Curiosa la forma en que la vida daba tantas vueltas, hace apenas un año llevaba una guerra declarada contra el linaje Ivashkov, sobre todo con sus dos principales miembros, patriarcas y primos de sangre: Zack y la bruja frente a mi, Leah. Ahora asistía para ayudarle a su clase o, bueno, no tanto ayudarle sino poder compartir un poco de mi experiencia con los alumnos en el conocimiento de maldiciones debido a mis cargos ministeriales.

 

Me senté en una silla cerca de los pupilos, como si fuera uno de ellos en vez de imponerme y competir con la presencia de mi compañera del claustro, sobre todo porque mi manera de contribuir en aquella ocasión sería un tanto... diferente, solo esperaba que a los directores no les molestaran mis métodos de enseñanza.

 

Saqué mi varita de entre mi gabardina grisácea, aquella que cubría mi túnica de tono marrón, para hace runa pequeña floritura directamente a uno de los alumnos: @@Kaiser Lord Pilu, solo para hacer demostraciones prácticas.

 

- La maldición - mencioné el hechizo verbal del libro de la sangre para que su suerte se vuelva nefasta - es un claro ejemplo de lo que podríamos encontrar en nuestro camino en el estudio de este conocimiento.

 

En cuestión de instantes las cosas comenzarían a salirle mal a Kaiser, la gente se enfadaría con él sin motivo aparente, tendrá pequeños accidentes, caerán cosas a su paso, resbalaría en charcos que juraría que no estaban ahí antes... en fin, una serie de eventos desafortunados y todo en pro de la clase, por supuesto.

 

- ¿Alguien que me diga como podríamos contrarrestar ésta o cualquier maldición en una persona u objeto? - Dije en tono burlón, divertido - Recuerden las palabras de su profesora, nada que suena a cita bibliográfica, necesitamos que usen primero su mente antes de su varita.

 

 

@ @@Ezequiel granger @

SfuMfvY.gif7h7ZSBT.gif80NOUjM.gif


p7PNraO.png


kbJcSlc.gifGyhyROf.gifxdFxo1G.gif


Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Escuché la presentación del profesor Triviani y cada una de sus palabras con una sonrisa en el rostro...., era un tipo muy extraño, hasta podría resultar gracioso y ridículo al mismo tiempo.... pero eso no fué lo que mas me asombró de su presencia en aquella choza de madera abandonada....., lo mas asombroso había sido la lentitud con la que aquel señor había movido su varita y lo extraña que había sido su floritura, su mano se movía como una pequeña bailarina de ballet, danzando sobre el verde césped. El profesor me había maldecido con un poder extraño.... pero una lástima el no conocía la magnitud de mis poderes y menos las de mis palabras.

 

Le dediqué una sonrisa a la profesora @ indicándole que todo se encontraba bien. Luego volví a mirar al profesor Triviani sin dejar de sonreir.

 

-Profesor.. ¿puedo hacerle una pregunta académica poco ortodoxa?.- Comenté al ver lo divertido que se encontraba el erudito con el resultado de sus acciones. -Me preguntaba si alguna vez le han partido la madre tan pero tan duro, que ha tenido que volver gateando o tal vez arrastrándose al closet, placard o pequeño rincón oscuro del que alguna vez salió..... y desde ese lugar seguro y escondido le echó a alguien una poderosa maldición.-

 

Mientras terminaba la frase saqué mi varita y estaba a punto de cortarme la palma de la mano para hacer el intercambio correspondiente de sangre y así anular la maldición, pero luego de pensarlo mejor decidí guardarla y continuar con algo que posiblemente serviría para la clase, así que simplemente me quedé callado esperando que alguno de mis compañeros contestara la pregunta que había formulado el profesor, después de todo no quería acaparar la clase.

 

 

@ Zamolódchikova

SYwSmIQ.png


Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Sonreí tranquilamente mientras esperaba la respuesta de los presentes, teniendo solo un par de palabras de un mago que no tenían coherencia alguna con la clase, giré mi cabeza y puse mi atención a la profesora titular, mi compañera Leah, quien me respondió con un gesto peculiar de ella.

 

- Lamentablemente lo que ha dicho es una respuesta incorrecta, - dije tranquilamente mientras la silla donde estaba sentado se rompía y caía al suelo - debería de prestar más atención a lo que se indica en la clase porque, le recuerdo, soy un profesor del claustro en estos momentos.

 

Me levanté de inmediato y observé a los otros dos jóvenes que simplemente se negaban a responder, sonriéndoles les dediqué la explicación al ver que el otro estudiante no estaba dispuesto a aportar nada valioso a la clase; justo en ese momento, al intentar levantarse, se le rompió su pantalón negro en la parte trasera porque aún tenía el conjuro de la maldición afectándole.

 

- Vamos a ponerlo con un ejemplo, - proseguí dado la clase con mi varita en mano - ¡specialis revelio!

 

El rayo de luz salió de mi varita para impactar en un jarrón en el fondo de la habitación, detrás de la Ivashkov (procurando que mi rayo no le impactara en el cuerpo, obvio, éramos compañeros) para que éste brillara por unos cuantos segundos. sonreí, después dirigí mi atención a los alumnos presentes.

 

- Si el brillo se mantiene durante unos segundos, como ahora, significa que dicho objeto tiene algún tipo de maldición; recuerden que los objetos malditos son diferentes a los lugares y a las personas, como ahora nuestro compañero está sufriendo de una maldición. Venga, denme una explicación, deduzcan un poco las diferencias y, claro, sigo esperando a que me digan la forma en que podríamos terminar con las mismas...

 

Justo en esos momentos una baldosa del techo del salón cayó encima del estudiante que seguía con la maldición, sacándome una sonrisa mientras me recargaba en el escritorio en frente de Leah, quien también se veía tranquila en dicha situación.

 

- Cuando me vaya deberías de quitarle dicho conjuro, - le susurré en lo que esperaba la respuesta de los aprendices - no quiero que termines el curso en la enfermería de la universidad.

 

@ @@Ezequiel granger @ @@Kaiser Lord Pilu

SfuMfvY.gif7h7ZSBT.gif80NOUjM.gif


p7PNraO.png


kbJcSlc.gifGyhyROf.gifxdFxo1G.gif


Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Los tacones de Anne resonaban en los pasillos de piedra del edificio del Ateneo de conocimientos. No caminaba deprisa, aunque tampoco iba despacio. Más bien se la veía decidida a terminar su tarea en el menor tiempo posible. Aunque era inusual en ella, aquel día vestía un look muy femenino, con un vestido sencillo pero elegante en color azul oscuro que le quedaba un poquito más arriba de la rodilla y resaltaba las pronunciadas curvas de su cuerpo, las cuales normalmente iban disimuladas con la ropa ancha e informal que usaba de forma habitual. El pelo lucía largo y ondulado en un tono gris claro que hacía juego con sus ojos, los cuáles parecían aún más claros de lo que eran a causa del brillo frío y calculador que solían mostrar.

 

Tocó a una de las puertas de madera para avisar de su llegada. Estaba buscando a Ishaya Triviani, uno de los profesores del Claustro que, aquel día, sustituirían a la profesora Ivashkov en el conocimiento de Maldiciones. Aquella clase era bastante peligrosa, como algunas otras de las que se impartían en aquel edificio, y por eso estaban obligados a repartir entre los profesores de aquellas materias unos documentos del Ministerio que debían rellenar para justificar la enseñanza de dicha materia, entre otros detalles.

 

No aguardó a que el profesor le indicase que podía entrar, con llamar a la puerta era suficiente. En realidad no le quitaría más que un par de segundos de su tiempo. Sin embargo, las cosas se torcieron en cuanto puso un pie en la clase. Ishaya acababa de realizar una pregunta a sus alumnos, y uno de ellos respondió de una forma muy extraña. De hecho, no tenía nada que ver con el tema del que hablaban. «Pero qué demonios...», pensó, sintiéndose alterada de repente. Frunció el ceño y cruzó los brazos sobre el pecho con gesto furioso, aún con los documentos agarrados en la mano izquierda.

 

Abrió la boca para responderle pero Ishaya se le adelantó, continuando la clase como si no hubiese pasado nada. Anne aguantó la respiración durante unos instantes, aguardando el momento preciso para poder interrumpir la clase. Al alumno que había hablado de forma tan desafortunada comenzaron a ocurrirle desgracias, evidentemente tenía una maldición sobre sí. Al parecer, al Triviani le gustaba enseñar de forma práctica. Anne asintió: a ella también le había gustado dar clases así en su tiempo. En cuanto lanzó otra pregunta para su alumnado y esperó respuesta, la Gaunt decidió que era momento de interrumpir. Carraspeó para llamar la atención de su colega docente y luego atravesó el aula haciendo resonar los tacones a cada paso que daba. En cuanto se puso a la altura del profesor, le alargó el papel.

 

Disculpe, profesor Triviani, necesito que me firme estos papeles. Solo le robaré unos segundos de su interesantísima clase —le dijo, con gesto impasible. Esperó a que Ishaya tomara los documentos y luego se volvió hacia al alumno, al que fulminó con su gélida mirada—. Quiero que sepa, joven, que ha tenido la desgracia de que escuchase sus palabras, las cuales han sido tan sumamente desagradables que todavía estoy pensando en sacarle de esta aula sin perder ni un instante. Y es que alguien tan irrespetuoso no sé si tiene cabida aquí, en esta institución —dio un par de pasos para colocarse en el centro del aula sin apartar la mirada del muchacho—. Es más, si me entero de que vuelve a faltar al respeto a éste o cualquier otro profesor del Ateneo tomaré cartas en el asunto, créame que lo haré. Espero que no vuelva a repetirse esta desagradable situación.

 

No dijo nada más, sino que se volvió hacia Ishaya para comprobar si éste había terminado de firmar. Luego pareció pensárselo mejor.

 

Pase por mi despacho cuando finalice la clase, profesor Triviani, así me entrega los papeles y los mando al Ministerio. Y usted... —se giró hacia el alumno, frunciendo el ceño—... atienda en clase e intente aprender algo en lugar de atacar sin fundamento alguno a mis profesores. No ocurre nada en esta institución sin que el director Uzumaki y yo lo sepamos, debería tenerlo muy en cuenta.

 

Dicho esto, cruzó la clase con el repiqueteo de sus tacones como sonido de fondo y tiró de la puerta para cerrarla tras de sí. Esperaba que el resto de la clase se desarrollara sin problema alguno y, sobre todo, que no tuviera que volver a presenciar una escena tan desagradable como aquella de nuevo.

AYlDcNN.gif


oizsVNM.jpg

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

La clase se había puesto realmente divertida, llegando al punto de ebullición necesario para que todo fuese un poco más interesante, las palabras sin duda podían generar un efecto devastador sobre las personas, mas que cualquier otra acción. En este caso una simple pregunta sobre la experiencia en maldiciones del profesor había ocasionado un pequeño desastre. No se como, ni de donde apareció la directora del ateneo de conocimientos en nuestra humilde sala de aprendizaje...., probablemente se encontraba paseando por el bosque precisamente a esa hora.

 

La señora al escuchar mi pregunta pareció sorprenderse un poco y luego de las palabras que me dedicó el profesor triviani, comenzó a hacer su descargo......,que en realidad no era un descargo, era una de esas advertencias que se utilizan con los infantes cuando cometen una falta...., así que decidí prestarle atención, pero mientras ella continuaba con el apercibimiento mi mente comenzó a divagar.... posiblemente por el efecto de la maldición que me había aplicado el profesor. Mis pensamientos me transportaron a una hermosa campiña francesa, donde dos Golden Retrievers corrían jugueteando entre ellos persiguiendo un pelota amarilla que danzaba sobre el aire. La voz de la directora se seguía escuchando en la brisa matutina y cada palabra sonaba sumamente pausada,... hasta que la suave melodía se transformo en ladridos de aquellos canes, despareciendo totalmente. Cuando mi mente volvió del limbo la directora se había retirado y el profesor triviani se encontraba realizando el hechizo revelador de maldiciones sobre un jarrón.

 

Lamentablemente eso no era lo único que había sucedido durante mi extraña travesía, una serie de eventos desafortunados me habían sucedido, mi pantalón negro de seda italiana se había rajado sobre uno de mis bolsillos traseros, pero eso no era importante, mi sastre me prepararía unos nuevos. Lo trágico resultaba ser la sangre que emanaba de mi cabeza cubriendo todo el lado derecho de mi rostro, goteando sobre el suelo, evidentemente un objeto contundente me había golpeado durante mi estado catatónico producto de la maldición. Aún en este estado, no había dolor....., no había miedo, ni duda, después de todo esto no era nada comparado a la maldición torturadora que el señor tenebroso solía infligir durante los tiempos oscuros.

 

Lo único que tenía claro era que la maldición había surtido efecto y que el punto había quedado demostrado, por ende era hora de terminar con el maleficio. Estaba a punto de realizar el intercambio correspondiente de sangre, cuando algo vibró sobre mi pecho, era el medallón myrddin, uno de los cuatro que poseían solamente los patriarcas de aquella dinastía. Lo tomé con una mano para observarlo mientras brillaba y un par de gotas de sangre cayeron sobre el. En ese momento el medallón brilló con mayor intensidad para luego susurrarme una palabras en el antiguo dialecto celta. "Am fear is fhaide chaidh bho´n bhaile, chual e´n ceòl, bu mhilse leis nuair thill e dhachaidh" (Traducción: "El hombre que vaga errando fuera de casa, escucha la música más dulce cuando vuelve a ella"). La frase sonaba una y otra vez en mi mente. El medallón quería que usara aquel hechizo antiguo creado por el mago mas importante de la historia de la comunidad europea.

 

Me concentré unos segundos y tomando el amuleto con fuerza contesté..., "Abair ach beagan is abair gu maith e." (Traducción: Habla poco y habla bien). Invocando de esa manera la protección de Merlín. El artefacto volvió a brillar con intensidad, iluminando el recinto con una luz blanca. Cuando el brillo cesó senté que me habían quitado un gran peso de encima..., la sangre del suelo se había evaporado y mi cabeza ya no sangraba..., ahora me encontraba bajo la protección de un hechizo supremo, ninguna maldición podía afectarme mientras durara su efecto.

 

-Continuemos profesor triviani.- Comenté tranquilamente mientras observaba a mis compañeros que parecían realmente asustados y sin ganas de contestar por el extraño método de enseñanza que profesaba el experto.

 

 

@ Zamolódchikova @ @

 

OFF: En un espíritu de hermandad hagamos de cuenta que no noto la manipulación que ha sufrido mi PJ chicos jajaja y agreguemos un poco de cultura al rol antes que se torne aburrido.

SYwSmIQ.png


Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

- ¿Es en serio que nadie de ustedes conoce la respuesta a éstas preguntas?

 

Mi voz sonaba un tanto sorprendida, nunca me había topado con un curso de conocimientos donde los estudiantes ignoraran por completo a qué se habían presentado, manteniéndose mudos ante las interrogantes o bien, indiferentes a contestar las preguntas básicas de un profesor para avanzar. Era decepcionante.

 

La directora Gaunt se había presentado en el sitio para entregarme un citatorio correspondiente al claustro, el apoyo que había brindado hasta el momento se vería reflejado y no debía de perder mucho tiempo, así que me adelanté hacia los alumnos.

 

- Las maldiciones forman parte de un aspecto básico del crecimiento de un mago o de una bruja, - proseguí con la clase a pesar de los obstáculos - es esencial que sepan reconocer a simple vista si una persona cuenta con una maldición, como el caso del joven presente que se le ha lanzado un conjuro que se aprende en el libro de la sangre, y la diferencia de reconocer los objetos o lugares que se encuentran malditos. No es una excusa el no saber como funciona un hechizo.

 

En ese momento se volvió a tropezar el alumno que estaba bajo la maldición ya que lamentablemente había vuelto a sufrir una consecuencia del conjuro lanzado porque era obvio que no sabía como terminar con los efectos del mismo.

 

- Vamos dar resolución antes de tiempo.

 

Un simple movimiento de mi varita hizo que la maldición terminara de afectar la suerte del joven en esos momentos y todo por el simple hecho de no estar presentes en la clase, de no poner atención a las indicaciones a seguir.

 

- Muchas gracias por permitirme contribuir en su clase profesora Ivashkov, me retiro.

 

Me despedí de mi compañera en esos momentos dando por finalizada la parte que me correspondía, la básica y más simple, dejando en claro que ninguno de los presentes estaba listo para ese conocimiento.

 

@

SfuMfvY.gif7h7ZSBT.gif80NOUjM.gif


p7PNraO.png


kbJcSlc.gifGyhyROf.gifxdFxo1G.gif


Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

El profesor Triviani se mostraba muy molesto..., en mi caso podía jurar que no había escuchado ningún tipo de pregunta de su parte, probablemente cuando las había formulado, yo me encontraba bajo los efectos de la maldición que me había lanzado y me encontraba sumergido en diferentes tipos de alucinaciones productos de la misma, pero ahora que estaba libre del maleficio estaba dispuesto a continuar la clase con mucho entusiasmo, de hecho la única pregunta que recordaba era la que había formulado la profesora Ivashkov, la cual estaba seguro de a ver contestado correctamente debido al semblante de la profesora, o tal vez simplemente el golpe en la cabeza me había afectado mas de lo que pensaba.

 

El pobre profesor se veía algo estresado...., como si hubiese algo fuera de lugar, entonces de repente, así de la nada decidió dar por terminada su parte de la clase, lo cual resultaba ser sumamente decepcionante para un mago de mis características. Francamente la clase había resultado ser muy pobre, lo cual me extrañaba, el profesor parecía un experto en la materia y el ateneo de conocimientos era conocido justamente por el nivel de sus clases y de sus eruditos. En este caso lo único que el profesor había mencionado era que tanto las personas, como los lugares y los objetos, podían ser maldecidos, algo que casi cualquier mago debía conocer. Luego había utilizado el hechizo revelador, algo muy común en magos con mi tipo de trabajo. Los inefables utilizábamos aquel hechizo casi todo el tiempo. Casi al final había mencionado el libro de la sangre, pero no nos había explicado nada sobre aquél artículo, ni como realmente podíamos romper una maldición, gracias a merlín me había liberado de dicha manipulación por medio de mi medallón y cuando el movió su varita para liberarme, el efecto ya se había roto anteriormente.

 

Luego de la extraña salida del profesor triviani, volví a observar a mis compañeros de clase, que seguían sin emitir sonido alguno, sus semblantes seguían pálidos y sus rostros parecían reflejar un marcado temor. Por un momento pensé que el profesor también los había hechizado, pero luego observé que parecían moverse normalmente, así que simplemente me volví hacia la bella profesora Ivashkov, esperanzado en que volviese a tomar la posta de la clase para de esa manera por fin obtener el conocimiento pertinente sobre las maldiciones.

 

-Podemos continuar con la clase profesora?.-

 

 

@ @ Zamolódchikova

SYwSmIQ.png


Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Guest
Esta discusión está cerrada a nuevas respuestas.
 Compartir

Sobre nosotros:

Harrylatino.org es una comunidad de fans del mundo mágico creado por JK Rowling, amantes de la fantasía y del rol. Nuestros inicios se remontan al año 2001 y nuestros más de 40.000 usuarios pertenecen a todos los países de habla hispana.

Nos gustan los mundos de fantasía y somos apasionados del rol, por lo que, si alguna vez quisiste vivir y sentirte como un mago, éste es tu lugar.

¡Vive la Magia!

×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.