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Adivinación y Astronomía


Orión Yaxley
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El lugar de reunión de la clase de Adivinación ya estaba preparado. Era una de las aulas de servicio de la Universidad, de esas que a nadie les gustaba usar porque, o eran muy reducidas las capacidades de infraestructura. La pizarra estaba partida a la mitad. Las ventanas tenían persianas enclenques y complicadas de uso. Los bancos rayados y sillas sin respaldar.

 

El tema es que tenía que ser suplente de adivinación. Y como si fuese irónico, ninguna de sus técnicas de visión al futuro lo había preparado para ello. Por eso se reía a sus adentros e intentaba, con una escoba, limpiar un poquito el lugar. Él pensaba que dentro de todo, el polvo, le daba un toque especial. Algo místico.

 

- Lo importante es la práctica.

 

Los directores le habían indicado que compartiría la clase con Astronomía y entre sus problemas del Ministerio y la familia, no tuvo ni tiempo de contactarse con Dave, el profesor de Astronomía. Pero como sabía, ese lugar sería un punto en común, la clase se desarrollaría en otra dirección, siempre y cuando, la estudiante, mostrara el interés y la motivación suficiente.

 

Orión era de esas personas con las facciones duras, como todo mortífago con ascendencia británica antigua, del norte. Con una quijada cuadrada, unos ojos azulados y una barba que recubría parejamente su cara; observaba la puerta con paciencia a que la persona a la que le daría clase, apareciera. Él estaba apoyado en el escritorio del aula, detrás suyo se encontraba una bola de cristal traslúcido, impecable.

 

La idea era que la muchacha se presentara. Con un giro de muñeca, una tiza comenzó a escribir en el pizarrón enclenque.

 

¿Qué sabes de adivinación?” rezaba.

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Silencio, le encantaba aquel ambiente. Sólo algunos pájaros piaban en las ramas más altas de los árboles, aunque uno especialmente atrevido daba saltitos en el suelo acercándose a sus patas traseras. Aldaron mantenía los ojos cerrados y el rostro impasible, con la respiración tranquila y los músculos relajados. Abrió uno de sus orbes color miel cuando el pajarillo se le subió al lomo y, en cuanto el ave se percató de que el objeto de su curiosidad le observaba, salió volando despavorido. Passim sonrió.

 

Desvió la mirada hacia el cielo, aunque sabía perfectamente que era hora de irse. Había leído en las estrellas que los directores requerirían de su experiencia ese mismo día, así que cuando la señorita Gaunt se había desplazado hasta su cabaña la había esperado con una taza de té humeando sobre el alfeizar de su ventana.

 

Se levantó pesadamente del suelo y se sacudió con estilo, sin perder la calma que lo caracterizaba. Era momento de encaminar sus pasos hacia el Ateneo, donde debía enseñar Astronomía a algún joven humano que se interesaba en ese arte. Además, Anne le había comentado que debería compartir su docencia, al menos en un principio, con otro humano que enseñaría Adivinación. Era una interesante combinación de materias. Aunque el cielo le indicaba que pasaría un mal rato al principio.

 

Trotó la distancia que separaba su hogar, en el bosque que había cerca de la Universidad Mágica, del majestuoso edificio de conocimientos mágicos. Frenó entonces y caminó con discreción, intentando pasar lo más desapercibido posible. Pero no era muy fácil, pues un centauro caminando por los pasillos del edificio era bastante llamativo.

 

No llamó a la puerta del aula, sino que la empujó suavemente y asomó la cabeza para pasar en cuanto comprobó que el otro profesor ya estaba en el interior de la habitación. Ésta era inquietantemente pequeña: tanto que Aldaron se sentía un gigante allí, junto a la puerta.

 

Buen día, humano —lo saludó, aún observando su alrededor. Un instante después clavó sus ojos color miel en Orión—. Seré el encargado de enseñar Astronomía al alumno @@justo , doy por hecho que usted es el profesor de Adivinación. La directora me habló de usted —añadió. Dio un par de pasos y se detuvo, visiblemente incómodo—. Demasiado pequeña esta sala para mí... me temo que tendré que buscar una alternativa para impartir mi docencia.

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Asome la cabeza por el aula, era el lugar menos indicado que atinaba a esperar. Parecia el escenario de un campo de batalla con muebles en no muy buen estado y una pizarra partida por la mitad. Por un momento sintio ganas de irse de alli y olvidarse de la materia. Pero no, tenia que aprenderla, no faltaba mas.

 

- Pero en donde me he metido yo, a saber si no tendremos que hacer otras tareas....

 

El lugar no invitaba, precisamente, al estudio pero no soy de los que se amilanan. Asi que saque mi varita y me dispuse a remediarlo.

 

- ¡Reparo!

 

Con la suavidad que me caracteriza el hechizo funciono a la perfeccion. Cada cosa volvio a su sitio. Las persianas quedaron arregladas y la media pizarra volvio a estar nuevamente entera, aquello ya era mas acogedor.

 

- Bien. Y ahora a esperar...

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Era un día muy importante para la vida de Ginny, se alistó rápidamente vistiendo unos jeans azules, una blusa blanca y una gabardina larga y oscura, guardó su varita en una de sus mangas y así salió del pequeño cuarto de hotel en el que se estaba alojando. «Es el día, espero que mis hijos estén bien…» pensó mientras apuraba el paso.

 

Siguió caminando por las calles de Londres hasta un pequeño callejón en el que se encontraba una bodega abandonada, la pelirroja entró en ella y sacó su varita, cerró los ojos y después de un movimiento recodó el método correcto para la aparición. «Sigo odiando esta sensación en el estómago» pensó después de abrir los ojos y comenzar a acomodar su ropa. Apuró el paso hasta llegar a las instalaciones de la Universidad, preguntó a varios de los alumnos que caminaban por los pasillos acerca del sitio exacto en el que sería la clase de adivinación y pronto llegó.

 

«Parece un lugar muy pequeño para ser el aula» se dijo a si misma observando el lugar. Era un sitio oscuro, viejo, un pizarrón roto en el que rezaba “¿Qué sabes de adivinación?”, sillas sin respaldo y algunos bancos rayados, logró vislumbrar una palabra altisonante en uno de ellos y sólo alcanzó a ruborizarse. Tosió un poco al sentir el polvo en el ambiente. «No importa, he estado en sitios peores durante estos meses…» se dijo para tranquilizarse.

 

Sentado tras el escritorio pudo notar que se encontraba un hombre con barba y ojos azules que querían transmitir algún secreto indecifrable. De igual modo se encontraban otros dos hombres a los que Ginny no prestó atención debido a que se sentía algo nerviosa.

 

-Disculpen la demora, mi nombre es Ginny y vengo a la clase de adivinación- dijo sin quitar la vista del hombre de ojos azules- ¿Usted es el profesor de adivinación verdad? -preguntó cálidamente aunque sabía la respuesta.

 

Sonrió y después de tomar un respiro saludó amablemente a los otros dos hombres para luego proseguir con la pregunta que se encontraba en el pizarrón:

 

 

-Sé poco sobre la adivinación en realidad, sé que es la predicción de sucesos futuros mediante varios métodos, ya sea por el uso de una bola de cristal, lectura de la mano, lectura de té, lectura de cartas, interpretación de sueños y algunos pueden hacer uso de la astrología.-respondió con voz segura.-Me encantaría poder aprender a profundidad sobre la adivinación.

@Orión Yaxley

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Tras un rato completamente solo aparecieron en el aula dos hombres mas, uno de ellos con barba y ojos azules. Su apariencia era indescifrable, creo que se encontraba en el aula adecuada, era ideal para la Adivinacion.

 

Durante un tiempo nos miramos en silencio. No tenia ni idea de lo que iba a pasar, pero tampoco me imaginaba a que estabamos esperando. Y entonces lo supe. Una mujer entro en el aula. Siempre me han gustado las profesoras, creo que enseñan mucho mejor que los hombres, o quizas es una apreciacion mia.

 

Se presento como Ginny y nos dio una peqeña introduccion sobre la materia. Por lo visto, ademas de Astronomia dariamos Adivinacion y esbozo una ligera descripcion del curso a base de materias tales como el uso de la Bola de Cristal, lectura de la Mano, lectura del Te, lectura de las Cartas e, incluso, la Astrologia, mi preferida.

 

Me dispuse a escuchar con la debida disciplina. A fin de cuentas soy Virgo y siempre se hacer honor a mi signo.

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Orión doblemente se sorprendió cuando vio la primera figura entrar por la puerta. Primero, porque no podía creer como un aula abandona en los rincones de la Universidad podía ser encontrada tan fácilmente. Segundo, porque bueno, el tipo –o mejor decir ser– era un centauro hecho y derecho. Nunca había escuchado hablar de Aldaron. Y ninguno de los directores le había avisado de su compañero, sólo que daría en conjunto con Astrnomía. Luego le cayó la ficha, claro, el centauro era parte de la plantilla docente y seguramente su colega manejaría los pasillos de la institución con facilidad.

 

- Un placer Se...-colega. –titubeó, no quería faltarle el respeto y no sabía cómo tratarlo. Fue a lo seguro-. Lamento por la elección de lugar. Era la única que estaba vacía. También tendré que dictar la clase en otro lado.

 

Ni bien había terminado de hablar que se percató de Justo. El estudiante intentaba mejorar las condiciones de cursado de manera peculiar. Sonrió con simpatía. Había cosas que eran un poco imposibles, de todas maneras. Por la puerta cruzó su alumna de esa clase, Ginny Rambaldi Weasley, una peliroja que al menos él nunca había visto por Reino Unido.

 

Finalmente se presentó y contó lo que estaba anotado en el pizarrón. Orión asentía ante cada cosa que decía la neutral. No podía decir que ella estaba equivocada.

 

- ¡Excelente GInny! La verdad es que es un buen resumen. La astrología y la lectura de cielos nocturnos se mezclan con la Astronomía, sin embargo, en la Adivinación interpretamos descripciones. Mi colega aquí presente me puede corregir, pero esta se diferencia con la Astronomía, ya que la última se encarga de estudiar los cuerpos celestes y luego, como estos afectan a la magia.

 

Carraspeó un poco mientras tomaba la bola de cristal que estaba sobre el escritorio donde él estaba apoyado.

 

- Ojalá tengamos tiempo de profundizar en todas las artes de la adivinación, sin embargo, el tiempo es un tema complicado y sólo nos detendremos en aquellas técnicas que al menos a ti te resulten más atractivas.

 

Con la mano libre movió su varita. El cristal comenzó a opacarse de a poco, mostrando figuras y elementos azarosos.

 

- Bolas de cristal, palmas, hojas de té, augurios, reacciones de fuego, ondas en el agua; todas son técnicas para mirar de alguna manera el futuro. El problema, es ese, el futuro. Este no está escrito, ni preestablecido, sino que se configura con nuestras acciones y es por esto que la Adivinación es el arte de poder identificar, interpretar, y accionar ante estos puntos. Dime, Ginny, ¿Qué técnica de Adivinación te resulta más atractiva?

 

Orión guardó silencio unos momentos.

 

- ¿Qué harías si pudieras saber constantemente que pasará el día de mañana?

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Aldaron ni siquiera se fijó en la sorpresa de su compañero humano cuando le vio entrar. Se centró en su saludo, y luego recordó que los humanos tenían la costumbre de presentarse entre ellos. Los alumnos llegaron cuando él intentó arreglar aquel pequeño fallo que había tenido. No conseguiría acostumbrarse nunca a tanta norma social.

 

Mis disculpas, humano, olvidé decirle mi nombre. Soy Aldaron Passim, uno de los profesores especiales de esta institución. La dirección recurre a mí... eventualmente. Tampoco me gusta mezclarme por aquí más de lo necesario —añadió, mientras ponía atención a las palabras de la chica que había llegado justo después de su propio alumno, que se había puesto a hacer reparaciones en el aula.

 

Cuando el otro profesor le respondió e hizo alusión a su materia, asintió en su dirección a pesar de no estar totalmente de acuerdo con sus palabras. Pero también entendía que los humanos veían la Astronomía muy distinta de como la observaban los de su especie. Miró entonces a Justo, que no había intervenido aún.

 

— Usted, humano, es el alumno de Astronomía, ¿cierto? Yo seré su guía durante la clase, permítame presentarme. Mi nombre es Aldaron Passim, e intentaré enseñarle lo que significa saber leer el cielo. Y ahora cuénteme, ¿quién es usted y por qué ha escogido este noble arte? ¿Tiene algún conocimiento previo de astronomía? ¿Trae algún material consigo o deberemos tomar el del Ateneo?

 

Aguardó a que su alumno le respondiera mientras dio un par de pasos acercándose a la puerta del aula. Definitivamente necesitaba salir a un espacio más abierto.

 

Buscaremos un lugar más apto para mí y esta disciplina, ¿de acuerdo? Sígame, por favor. Hay una torre en este edificio que es idónea para el estudio del cielo. Cuénteme sobre lo que le he preguntado mientras nos desplazamos hasta allí —añadió, saliendo del aula y esperando que Justo le acompañase. Sin darse cuenta, había dejado al profesor y alumna de Adivinación atrás. Los centauros eran muy dados a olvidar detalles cuando se centraban en los temas que les apasionaban. La Astronomía, evidentemente, era uno de ellos.

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Nunca me habia dado clase un centauro, pero como se perfectamete que son criaturas muy sabias estaba dispuesto a escucharle con atencion. Me indico que le acompañara mientras preguntaba por mi interes por el tema, espero que mi respuesta le complazca.

 

- Pues vera, Señor, soy estudioso de la Astrologia, se me da muy bien trazar una Carta Natal. Pero eso no siempre es suficiente y puesto que mis conocimientos de la mecanica celeste son mas bien escasos pues me he decidido ha hacer este curso. Conozco el prestigio que tienen ustedes, los centauros, en este tema y por eso estoy a sus ordenes.

 

Esperaba que mi respuesta fuese suficiente pero decidi añadir algo mas.

 

- Tengo tablas astronomicas para calcular horoscopos, pero si usted estima que yo debo añadir algo mas estoy dispuesto a conseguir el material correspondiente. Se me olvidaba, mi nombre es Manuel y soy español.

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Al término de su explicación, Ginny sonrió al recordar aquellos libros antiguos en casa de su madre, no pudo entenderlos cuando era niña y ahora podía tomar una clase acerca de ello.

-Ojalá tengamos tiempo de profundizar en todas las artes de la adivinación, sin embargo, el tiempo es un tema complicado y sólo nos detendremos en aquellas técnicas que al menos a ti te resulten más atractivas. -mencionó el mago mientras ella lo miraba atentamente.

 

Estaba tan absorta en sus palabras que sólo escuchó la voz del otro profesor, un centauro que le indicaba al otro hombre que su clase sería en otro sitio. Ginny se acercó a observar la bola de cristal que, al movimiento de la varita de su profesor había comenzado a opacarse, como si estuviera repleta de humo en su interior.

 

- Bolas de cristal, palmas, hojas de té, augurios, reacciones de fuego, ondas en el agua; todas son técnicas para mirar de alguna manera el futuro. El problema, es ese, el futuro. Este no está escrito, ni preestablecido, sino que se configura con nuestras acciones y es por esto que la Adivinación es el arte de poder identificar, interpretar, y accionar ante estos puntos. Dime, Ginny, ¿Qué técnica de Adivinación te resulta más atractiva?-

 

La joven se encontraba emocionada y dudaba un poco sobre cual técnica sería la que elegiría primero, el tiempo era corto y ella estaba ansiosa por aprender. Todo esto estaba debatiéndose ella misma, mientras sonreía como hipnotizada al ver la bola de cristal.

 

-Creo profesor… que me gustaría aprender primero la técnica de las hojas de té, aunque la bola de cristal también me atrae mucho, de pequeña solía ver a mi abuelo usar una, sin embargo, murió mucho antes de enseñarme…- recordó la joven mientras su mirada se oscurecía levemente.

 

- ¿Qué harías si pudieras saber constantemente que pasará el día de mañana? - le preguntó el ojiazul sacándola de sus pensamientos

 

-Pienso que, podría realizar un cambio en mí, ya sea para tratar de realizar acciones que considere correctas para bien, estar prevenida y no sólo “dejar que la marea y las decisiones de terceros afecten mi vida- dijo la joven mientras tomaba asiento en una de las sillas que vio aún con patas firmes- El futuro, como usted ya mencionó, no está escrito y con nuestras decisiones podemos alterar su curso.

 

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Segui a mi profesor centauro por los pasillos del colegio. La idea de dar clase con el y en una torre me emocionaba. Desde que era niño habia oido hablar de la legendaria sabiduria de estos seres. Ya se que ellos estan clasificados como bestias, a peticion propia, pero para mi son seres y siento hacia ellos un respeto rayano en la veneracion.

 

Caminaba en silencio. No es que me intimidara su presencia, es que consideraba que si no se tenia nada que decir lo mejor era no decir nada. Siempre me fascino la descripcion que hacia Harry Potter de sus clases con Firenze. ¿Serian asi las nuestras? ¿Estaria ambientada la torre como si fuera el claro de un bosque? Adoro los bosques, no se si eso debo decirselo a mi profesor. En eso soy muy Hufflepuff.

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