El reclamo olvidado.

[Liliana McDougall]

Una bocanada de humo salió de sus labios antes de apagar el cigarrillo en la hierba seca.

 

Había salido de la Cabaña hacia no mucho y el clima aún parecía claro, llevaba pocos días de regresar a la ciudad y aún estaba poniéndose al día con tantos cambios dentro del pueblo principal de Ottery, decidida a no interrumpir su tranquilidad habitual se refugió en Little Hangleton y abandonó el bullició de la ciudad por ese hogar escondido entre los frondosos árboles de un espeso bosque.

 

Pero la bruja sabía que su regreso también implicaba ciertos riesgos, encendió un nuevo cigarrillo mirando de soslayo hacia el extremo de donde se encontraba, apoyada en un viejo roble seco siguió consumiendo a bocanadas ese pequeño vicio mientras meditaba.

 

- Quién diría que esa maldita bruja me traería tantos problemas.

 

Frunció el ceño, aquella época en la que su alma perdió la escencia que le pertenecía y en su lugar había aparecido una débil bruja llamada Shane Potter, una joven aspirante a auror que parecía opuesta en todo lo que representaba Liliana, desde los pies hasta la cabeza.

 

Sacudió la cabeza contrariada, se había hecho cargo, en cuanto pudo la atrapó en aquella gruta y la obligó a desaparecer, era casi como atravesar un velo de muerte, porque es bruja no volvería más a ser un problema ahora que no respiraba, que no era nada más que la sombra de lo que intentó ser.

 

Sonrió con sorna, pobre Shane Potter, no le permitió decir adiós nunca y ese tal vez fue su más grande error, sabía que había una bruja que la buscaba, pero la castaña no le temía a quien quisiera hacerle frente.

 

Dejó caer los restos del cigarrillo al suelo y los piso, un viento fresco recorrió su cuerpo, agradeció haberse dejado la capa en casa, ya que su atuendo habitual le era más cómodo, sacó su varita del cinto que llevaba sujeto a la cintura, prendido a su falda y arremangó las mangas de su blusa.

 

Un ligero crugir de hojas muertas se escuchó al otro lado del claro donde se encontraba, le gustaba esa sensación de adrenalina, solo quería empezar de una vez.

 

Sus colmillos se acentuaron en una sonrisa amplia mientras vió llegar a su oponente justo a tiempo.

 

- Espero que sea yo a quién buscas. ¡Desmaius!

[Mentita]

¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que la vio? No se creía que por fin fuese a su encuentro después de tantos años. Candela había crecido dentro del seno de una familia que no era la suya e ignoraba si Shane Potter, su madre en ese entonces, sabía del verdadero origen de la gitana. Fuese cual fuese la respuesta, la Triviani estaba decidida a descuartizarla por tamaño atrevimiento.

 

Se mantuvo oculta entre algunos arbustos, lejos de la mujer que parecía esperar por ella; aguardó a que ésta terminase su cigarrillo y entonces avanzó. El crujir de las hojas delataron su cercanía y pusieron en guardia a la bruja, que tal vez le sacaba una cabeza a la Triviani. Esa desventaja que tenía, la estatura. Y sí, se le notaba aún más ya que no usaba ningún tipo de calzado.

 

― Morphos... ―murmuró en el momento en el que se veía atacada, mientras apuntaba a una roca del mismo tamaño de Candela. ¿¡Acaso no pensaba decir hola!? A todo esto, ¿¡quién demonios era ella!?

 

La roca adoptó inmediatamente la forma y características de un Ligre (había aprendido de ellos durante sus numerosos viajes a Rusia) adulto, animal que se interpuso entre el rayo de su atacante y su creadora. Lamentablemente, apenas puesto a la vida, el enorme felino dormiría un rato.

 

― No tengo la más remota idea de quién eres tú... ―fijó su gris mirada en su rival. Le parecía un insulto que Shane la esperase de esa manera, con una trampa.― ¿Acaso mi querida ex-madre no tiene ganas de ver a su hija pródiga? ―levantó la falda de su vestido, utilizando los jirones que colgaban de ella para ajustarla y que no le molestase al caminar. Los anillos de hechizos tintinearon por el sacudón.

 

A Candela no le gustaban los obstáculos, y esa mujer de cabellos castaños representaba uno. Le pareció curioso que compartieran el color, aunque era notoria la diferencia en prolijidad y cuidado, el de la Triviani parecía un nido de pájaros. Arracó un retazo más de vestido y se ató el pelo, dejando entrever los talismanes en su cuello. ¿Para qué los había llevado? La bruja que la esperaba en lugar de Shane no parecía representar ningún tipo de amenaza.

 

― Qué falta de respeto... ―masculló― ¡Sectusempra!

[Liliana McDougall]

La castaña lanzó una risa fría y cortante cuando observó a la bruja frente a ella aparecerse de entre los arbustos, su mirada curiosa y llena de impaciencia alimentaba más su deseo de diversión, con tintes de demencia, aquella que tanto caracterizaba a una de sus ramas familiares y por las que no pocas veces, se sentía orgullosa.

 

- Menuda criatura, me he venido a encontrar -tarareo divertida, sin perder la sonrisa de su rostro-

 

Fue en ese instante que un animal de rasgos felinos se interpuso entre su ataque y la bruja, la ojiverde chasqueó la lengua en señal de desaprobación, y con un movimiento rápido apunto nuevamente frente a ella, la criatura dormitaba y despertaría pronto, así que tendría que pensar en una forma más divertida de entretenerse con ella.

 

- Mientras tanto... ¡Expelliarmus!

 

Un rayo escarlata se volcó directo a Candela, mientras los ojos de la castaña adquirían un brillo de maldad y complacencia, estaba segura que cada paso que diera era solo un instante más cerca de sacarla de sus casillas, y eso le encantaba, no tuvo reparos en destruirle la oportunidad de averiguar más sobre su pasado, porque cuando Shane estuvo a punto de arruinar su vida, ella se encargo de acabar con la desdichada mujer, obligandola a encerrarse dentro de aquella gruta maldecida por los años.

 

Aún recordaba el miedo en sus ojos cuando se dio cuenta que Liliana jamás le permitiría volver otra vez.

 

La criatura interpuesta entre ambas brujas despertaba a tiempo de su letargo puesto que su interlocutora ya se preparaba para atacarla de verdad, o al menos dio esa impresión cuando escuchó las primeras sílabas de una hechizo, mientras ella, con un ligero movimiento de varita dejó su magia fluir através del animal creado varios momentos atrás.

 

- Oppugno

 

El suave pelaje del Ligre pareció erizarse ante el efecto, ya repuesto por completo de su breve desmayo y a merced de quien le controlaba en ese momento, se terminó de plantar entre ambas brujas para que el rayo que avanzaba a tan escabrosa velocidad impactara sobre él, bajo las órdenes de la joven McDougall, que solo tuvo que ordenar en que le defendiera de ese ataque, logrando acabar con la vida de la criatura y al mismo tiempo rechazando quizás, la única posibilidad de lastimarla.

 

- Oh... pequeña y dulce niña -deletreó cada sílaba con deleite mientras observaba como el rayo impactaba de lleno en el cuerpo de su oponente- ella te odiaba, ¿por qué si no estaría yo aquí? Un monstruo como tú solo podía dar asco y deshonra, agradece que me suplicó que viniera a deshacerme de ti

 

La varita de Candela salió volando a unos cinco metros de ella, y dando unos pasos al lado, ya que la visión de la roca interpuesta entre ambas, le obstruía su objetivo principal.

 

Off:

 

PD1: Necesito releerme todo esto de los hechizos de nuevo xD

 

PD2: Pero yo si te quiero *3*

[Mentita]

Satisfacción.

 

No pudo sentir menos que satisfacción al comprobar el daño de su ataque. Evidentemente Shane estaba demente si de verdad creía que aquella bruja, cuyo nombre todavía desconocía, podía ser un rival de la talla de la Triviani. Nadie era rival para Candela, a menos claro aquellos que tuviesen en su poder libros de hechizos superiores a los que ella poseía, ahí sí que no. Ahí sí que la mataban.

 

Se sorprendió un poco al darse cuenta de que su varita salió disparada de su mano y terminó a cinco metros de Candela, pero lo único que podía hacer era sonreír. Y pronto esa sonrisa se convirtió en una sonora carcajada, cargada de placer. Aquella mujer, de curioso cabello castaño, había recibido directamente el impacto del ataque de la Triviani y en ese momento la sangre le manaba de los profundos cortes ocasionados en el pecho.

 

― idi***... ―murmuró mientras se deslizaba con rapidez y recorría esos cinco metros a toda velocidad, como si fuese a dejar su vida en ello, y recuperaba su varita― ¿Te crees que la busco porque la extrañe? ¡Quiero su cabeza!

 

Lo que impactó a la gitana fue el hecho de que, aunque estuviese por morir, la muy maldita tuvo fuerzas para realizar un encantamiento que le permitiese tener cierto control sobre el animal que había creado anteriormente. Así que, con la varita ya en mano...

 

― ¡Incárcerus! ―tres gruesas cuerdas salieron de la varita de Candela, con la mera intención de capturar a su rival. ― Llevé deshonra a mi verdadera familia al salir de su casa... esa fue la deshonra sobre mi casa... sobre mi vaca. ¿Monstruo? Me halagas, casi que me agradas ahora. Sería una pena matarte, aún así, tengo que hacerlo... ¡Pero antes dime dónde está!