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Prueba de Animagia #10


Suluk Akku
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Keaton era uno de sus pocos alumnos, que se habían vistos obligados a matricularse en más de una ocasión, para comprobar que se encontraban listos para vincularse con el anillo; que los certificaba como animagos y era precisamente ese día, en el que su aprendizaje había concluido y ahora podría enfrentarse a su prueba, pero antes tendría que sobrepasar los obstác.ulos para llegar hasta la cima de la pirámide.

 

Suluk, había llegado unos minutos antes de la cita que tenía pactada con el Ravenclaw, considerando que era el tiempo suficiente para corroborar que todo estuviese preparado. Esperándolo al borde del bosque, contempló con atención todo lo que se extendía delante, el mago tendría que utilizar su forma animal y la humana para traspasar todo el trayecto que tenía por delante, porque el uso de la magia estaba prohibido, y eso era algo que dentro de poco descubriría.

 

Bienvenido, espero que estés listo para este desafío. —saludó al mago en cuanto este apareció, mientras hacía aparecer un cesto con su vara mágica— Coloca aquí tu varita mágica y todos los anillos y amuletos de los libros de hechizos que hayas cursado hasta el momento.

 

Espero a que el mago hiciera lo que le había indicado, mientras en su mente aparecía el primer obstáculo que tendría que superar, se trataba de un laberinto, el cual tenía dos bifurcaciones desde el inicio, dándole la falsa esperanza de que podría elegir entre dos opciones, pero no sería así, porque ambos caminos lo llevarían hasta el centro, en donde beber de la poción que contenía una fuente era la única opción para poder continuar. La poción haría que poco a poco su mente comenzará a jugar con lo que era real o irreal, logrando conjugar su mayor temor emocional y teniendo que enfrentarlo para poder seguir adelante, de no hacerlo, se quedaría allí y habría fracasado.

 

El laberinto es tu primer reto, te deseo mucha suerte. —anunció antes hacer desaparecer los menesteres mágicos del mago y poco después prosiguió a convertirse en una gaviota y volar hasta la punta de la pirámide. Dejaría que los otros dos obstác.ulos fueran todo un misterio, puesto que no eran tan malos o según eso había considerado.

 

Una hermosa y gratificante tormenta de nieve, eso era lo siguiente que tendría que enfrentar. Se encontraría en una simulación del polo norte, en donde escaseaban las cuevas, pero que sí había uno que otro árbol. Poner ese reto, le recordaba el tiempo en el que había vivido con su los de su clase, los Inuit, un pueblo que luchaba cada día del año por sobrevivir, y que habían tenido que adoptar costumbres que a otros les parecían absurdas e inadecuadas, pero que ella entendía como necesarias.

 

Finalmente, el tercer desafío era algo sencillo a simple vista, pero estaba segura que podría causarle algún tipo de problemática sino lograba responder correctamente el acertijo de la esfinge, una mitológica criatura, que le daría uno para dejarla pasar por la puerta que lo conduciría hasta su posición. Sabía que no eran tan complicado llegar hasta la punta, pero era lo que se le había ocurrido por el momento y tenía ganas de ser un poco benévola.

 

Al ver que has llegado hasta aquí, me deja claro que quieres continuar Keaton, sin embargo, me veo en la necesidad de pedirte que leas estos documentos del Ministerio de Magia: El Portal de las Siete Puertas y Breves apuntes sobre las Pruebas de las Habilidades, en donde se explica un poco sobre lo que enfrentarás durante la prueba y si tienes alguna duda, puedes preguntarme. —le entregó los pergaminos apenas llegó, dejando en claro que la opción de no leerlos, no era posible.

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Y ahí estaba Keaton, después de haberse presentado tres veces para conseguir la Habilidad, al fin, ante la Prueba de la Animagia. Está más que nervioso, porque era su último intento, su última oportunidad para vincularse al ciento por ciento con La Pantera, sin embargo la determinación de lograrlo era más que aquel nerviosismo. Estaba descansado, centrado y firme.

 

Aquella tarde se había presentado en los lindes de aquel bosque con una gruesa chamarra de color magenta, unos vaqueros de color negro y sus botas, pues presentía que, al Suluk ser una inuit, algún obstáculo tendría relación con la nieve, o al menos eso creía tras haber estado con ella en tres cursos distintos. Al mirar alrededor, el aprendiz de Animago vio a lo lejos a la Arcana, la cual, apenas verlo, le quitó varita y amuletos y le indicó que ahí solo contaría con su Habilidad en Animagia.

 

Aquello no le agradó demasiado al ojiverde, pero sin chistar acató la indicación. La Akku le indicó entonces al vampiro que tenía delante algunas pruebas antes de llegar a la pirámide, que tendría que confiar en si mismo y lograría llegar sano y salvo a su prueba final. Tras decir esto, la Arcana mutó en una hermosa ave y voló por sobre aquel espeso bosque y se perdió de vista. Keaton se que quedó algo perplejo. ¿Había pre pruebas? Vaya, esa no se la esperaba, pero continuó.

 

Tan pronto adentrarse en el Bosque, notó que no se trataba precisamente de una bella caminata, pues tras poner un pie en él, se vió a sí mismo en un laberinto. Caminó por varios callejones, algunos sin salida, otros que no le parecían los correctos, pero tras aproximadamente una hora y media de caminata, llegó hasta el centro del laberinto donde había una especie de vasija que contenía una poción. El ojiverde miró a los lados y comprobó que la única salida era tomar el líquido de aquel continente para seguir.

 

Al acercarse, la poción presentaba un color completamente negro y un olor nada apetecible era el que desprendía. A un lado había una pequeña copa de cristal. Si tan solo hubiera tenido su varita habría podido cambiar el contenido, pero no era así, por lo que tomo la copa y empezó a beber. Pese al aroma, el sabor no era desagradable, era como estar tomando licor de café, sin embargo, tras cinco copas y quedando la vasija vacía...

 

El vampiro vio a lo lejos un espejo, se acercó a él con cautela y miró su reflejo. Estaba completamente vestido como un muggle, en la mano izquierda tenía un periódico de aquel mundo y en la izquierda un maletín. Entonces, ya no centró su atención en su reflejo, sino en él mismo. Abrió el maletín y dentro había dinero muggle y varios documentos. Uno rezaba 'Keatin Ravenclaw, licenciado en Economía" otro más "Ministro de Economía" además de varios cachivaches que no entendía para qué servían (calculadoras, teléfonos celulares, estadísticas...). De pronto se vio en una oficina llena de muggles, gente escribiendo en una extrañas máquinas (computadoras). Desde la ventana vio al exterior y se fijó en aquellos automóviles que los muggle utilizaban para transportarse a falta de magia... En ese momento cayó en la cuenta, él era un muggle.

 

Pero no, no podía ser, él era heredero de uno de los más grandes de Hogwarts, él era un mago, un ser por.encima de aquellos humanos sin magia. Aquel no podía ser él, era un invento, una farsa. Miró a su alrededor y varias personas se le quedaron viendo raro. Tentaba sus bolsillos en busca de su varita, aquel era el símbolo de pertenencia al Mundo Mágico. Salió de la oficina y se encontró en la calle donde un camión casi lo atropellaba. Tenía que llegar al Ministerio de Magia, no estaba muy lejos de donde de se encontraba. Llego a la cabina telefónica tan conocida y tecleó la palabra "MAGIA" pero el teléfono le indicó número equivocado.

 

Aquello era una pesadilla, un mundo sin magia, un mundo donde él era un ser completamente normal, un ser que durante siglos había odiado por todos los desastres que causaban, él era un muggle, un ser sin chiste...

 

Pero no, de pronto recordó que hacía unos momentos estaba en un laberinto haciendo una prueba, pero... ¿de qué era aquella prueba? Él no podía ser un muggle, él era algo más, era un ser dotado de magia, un ser mucho más poderoso que un simple muggle. Agitó la cabeza y se concentró. Estaba en una prueba dónde tomó un líquido negro, pero... seguía sin recordarlo bien. Cerro los ojos.

 

Yo soy Keaton Ravenclaw, nieto de Rowena Ravenclaw, fundadora del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicer8a, yo soy un mago Se dijo y de pronto lo recordó todo.

 

Estaba presentando su prueba de Animagia, y qué mejor que demostrarse a sí mismo que era un ser mágico y transformándose. Le importó poco estar rodeado de muggles, dio un salto al frente y mutó en una hermosa pantera negra. Y de pronto, se halló de nuevo en el centro del laberinto, el efecto de la poción había terminado, había vencido su mayor miedo, ser un muggle, un ser sin magia. Y delante de él se abrió entre los pasadizos una salida de aquel lugar. Él estaba convertido en pantera, por lo cual corrió cual felino a la salida dónde hallaría la siguiente prueba.

Editado por Keaton Ravenclaw

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Observó cómo Keaton ingresó al laberinto y dudó un poco sobre su proseguí en la prueba. Sin embargo, sus dudas solo estuvieron presentes durante algunos segundos, porque en cuanto tuvo el valor de tomar la poción de color negro, el inicio del primer obstáculo inicio. ¿Lograría superarlo? Esperaba que sí, mientras tanto continuaría observando lo que le ocurría utilizando la legeremancia.

 

Tu puedes… —susurró en los pensamientos del mago, con la única finalidad de darle un poco de ánimo, y se prometió a sí misma no volver a interferir.

 

Por lo que, con su vara mágica, hizo aparecer al centro de la habitación de las siete puertas un pequeño sofá, sobre el cuál tomó asiento. Cerrando los ojos, se concentró nuevamente en lo que hacía el mago y esperó un par de segundos, intentando comprender que era exactamente lo que haría para salir de ese lugar al que lo había llevado su miedo más grande. Podía sentir el miedo y angustia que corría por su cuerpo al no poder usar magia.

 

Ese era su gran temor. Ser un muggle o un mago más, alguien no reconocido dentro del mundo mágico, ¿algo normal? Sí, al menos dentro de los habitantes de la comunidad mágica de Inglaterra, comprenderlo le llevaría algunos meses más compartiendo clases con los estudiantes, pero eso nunca variaba, entre todos sus alumnos, siempre estaba presente ese temor, quizá por el peso que tenía dentro del Ministerio de Magia el poseer un buen apellido.

 

Cuando el Ravenclaw por fin logró salir del laberinto, soltó una pequeña risa por sus labios. Sabía que lo conseguiría, así que ahora tendría que enfrentarse a los siguientes dos desafíos, antes de llegar hasta su posición.

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Keaton había superada una de las tres pruebas que Suluk le había encomendado antes de poder llegar a la pirámide, sin embargo, para el ojiverde, aquella prueba, sin duda, había sido la más difícil. El verde a sí mismo convertido en un muggle… el simple recuerdo le provocó que se le erizara un poco la piel, pero debía repetirse a sí mismo que era un mago, y no uno cualquiera, era un heredero de la casa Ravenclaw, un poderoso mago capaz de poder dominar la Animagia, por lo cual no tenía que temer.

 

Así pues, en su forma animal, el Ravenclaw llegó a una planicie nevada, donde sólo se visualizan algunos árboles pero nada más. No había refugios, no había lagos, no había nada más que aquellos árboles. Keaton entonces se dijo a sí mismo que la Arcana se lo estaba tomando a la ligera, pero de pronto recordó que las panteras, por muy felinos y por mucho pelo que tuvieran, no estaban hechas para el frío, pues su hábitat eran las selvas tropicales. Así que no, no iba a serle tan fácil.

 

Tenía que apresurarse, el tiempo pasaba y sabía que la Akku no lo esperaría por siempre, por lo que haciendo uso de sus garras y de su cola, trepó a uno de los árboles, uno de grandes y fuertes ramas, y que era fuerte para sostenerlo. Miró los demás árboles que tenía de frente y observó que estaban lo suficientemente cerca para ir saltando de uno en uno hasta llegar a un sendero que estaba a lo lejos. Así no tendría que tocar directamente la nieve y no sufriría de las inclemencias del clima. Saltó pues, con elegancia y agilidad uno por uno los árboles y llegó, tras aproximadamente media hora, hasta aquel sendero.

 

Estaba exhausto, por lo que tras caminar un poco, volvió a adoptar su forma humana. Siguió el sendero y vio que la maleza se comenzaba a ver más tupida y más cerca la una de la otra, por lo que supuso que ya estaba lejos de aquella planicie de nieve. Pudo ver algunos árboles frutales y cogió un par de manzanas y pronto devoró. Y así, llegó pues, hasta la base de la pirámide, pero no esperaba a la Esfinge.

 

—Si a la pirámide deseas ingresar, a mí acertijo has de acertar —Dijo con aquella melodiosa pero a la vez temible voz.

 

—No tengo miedo de tu acertijo, lo puedes ya formular —Dijo el vampiro con decisión.

 

—Si tan listo te crees...—Añadió con fuerza y recitó —¿Qué es lo que habla todas las lenguas del mundo? —Dijo sin más y Keaton puso de inmediato cara de ponerse a pensar.

 

Aquello era difícil. Hablaba desde luego de un objeto o algo que no era un ser vivo, de eso estaba seguro al decir el “Qué es lo que…”. Pensó un momento. Recordó la leyenda de una de las religiones muggles, sobre una torre que según había sido la que había provocado que su dios les diera las diferentes lenguas. Se imaginó a alguien gritando, alto, en una plaza y su palabras resonando en las paredes… y de pronto lo supo.

 

—Se trata del Eco —Dijo el vampiro mirando a los ojos a la Esfinge, la cual se hizo a un lado y lo dejó pasar, al fin, a la pirámide.

 

Entró y vio a Suluk en el medio y tras de ella siete puertas. Estaba teniendo ya para ese momento una mezcla de emociones bastante raro. Primero tenía miedo, no sabía que le esperaba, en segunda, estaba emocionado, excitado por haber llegado tan lejos y estar a nada de ser un Animago con todas sus letras, también un poco nostálgico, pues aquello quería decir que ya no vería a la Akku con tanta frecuencia, y ya le había tomado un poco de cariño.

 

—Pues bueno, ya he llegado, Arcana Suluk, ¿qué sigue? —Profirió con calma.

 

En esos momentos, la Arcana le tendió al Ravenclaw dos documentos para que estuviera al tanto de lo que seguía a continuación, pero Keaton estaba decidido, ya no había marcha atrás, no habría nada que lo detuviera. Está listo.

 

—Comprendo los riesgos, sin embargo, estoy listo —Añadió el pelinegro y miró con decisión a la Akku.

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Keaton había superado los obstáculos que había creado para él, a pesar de que le habían costado trabajo, al final lo había conseguido. Estaba segura de que haría un buen trabajo dentro del portal, pero antes de permitirle ingresar, observó como leía con atención los manuscritos que le había dado en cuanto llegó hasta su posición.

 

Si estás completamente seguro, es momento de comenzar con la prueba. —respondió con una inclinación de cabeza.

 

Desplazándose por entre el centro, se dirigió hasta la primera puerta, en donde se encontraba grabado el escudo de la habilidad y con un movimiento de su vara mágica, hizo aparecer un sencillo anillo, el cual le permitiría estar en constante comunicación con él, y que además serviría para prestarle auxilio en caso de necesitarlo.

 

Durante toda la prueba, debes llevar este anillo, nos servirá para comunicarnos. —explicó en cuanto se lo entregó— Si llegas a tener algún inconveniente, y deseas abandonar la prueba, lo sabré de inmediato y acudiré al momento y época en que te encuentres para traerte de vuelta.

 

Sabía que no debía explicarle las consecuencias de abandonar la prueba, porque dentro de los escritos que minutos antes había leído se encontraban especificadas. Por lo que preguntando con la mirada, si tenía alguna duda antes de poder ingresar, le deseó la mejor de las suertes y con la vara activó el portal, conjugando y despertando el espíritu del gran Lobo.

 

Recuerda que no podrás usar la magia, así que adelante. —se quitó de la puerta, para permitirle el ingreso.

 

El curso de la prueba, dependería del mago totalmente. Por lo que ella, pasaba a ser solamente una observadora más, así que tomó asiento sobre la silla que antes había conjurado y cerró los ojos, concentrando su atención en la magia del anillo que por ahora lo unía momentáneamente con Keaton.

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  • 2 semanas más tarde...

Y Keaton había cruzado el portal. Ya no había vuelta atrás y debía enfrentarse a aquella prueba si o si.

 

Una neblina muy densa se extendía por todo el lugar, la noche lo cubría todo, no sabía bien a bien en donde se encontraba, pero indudablemente no estaba en casa, la neblina era muy diferente a la inglesa. Árboles de coníferas se extendían por todos lados y a lo lejos se alcanzaba a ver la luz de una antorcha que alumbraba el camino.

 

Su vestimenta era la de un noble medieval, y si bien en el presente utilizaba ropa parecida, la diferencia se marcaba bastante bien. En su mano derecha tenía un anillo de oro puro grabado con la insignia de algún reino de aquella época que la verdad no supo distinguir. Sabía que seguía teniendo magia en sus venas porque lo sentía, sin embargo debía seguir las instrucciones de Suluk, no podía usar magia más que su transformación a pantera.

 

Avanzó hasta aquella luz que era lo único seguro que ahí tenía, tardó unos veinte minutos en llegar, y al hacer pudo notar algunas figuras humanas tras la niebla. Conforme se acercó más notó que ahí había jaulas de dos metros de altura donde había varias personas recluidas. Uno de los hombres que custodiaba a aquellos prisioneros, al ver llegar a Keaton, se paró a modo solemne y lo saludó

 

—Señor Ravenclaw, qué bueno que llega, la reina ha estado preguntando por usted. Ha recibido órdenes de la Santa Sede para aniquilar a estas abominaciones —Al escuchar ésto, los prisioneros empezaron a sollozar y retorcerse en sus celdas.

 

De pronto los la información sobre qué papel jugaba ahí le llegó al cerebro. Era un doble agente, trabajaba para una institución Europea de protección de Magos y Brujas debido a la creciente caza por parte de los muggles; para cumplir con esa misión se había entrado como un fiel sirviente de la Santa Sede que se encargaba de realizar la quema de magos y brujas, sin embargo, solo ayudaba con pociones y hechizos complejos a fingir la muerte de aquellos magos y brujas para después liberarlos.

 

—Si, Alister, ya he sido notificado de ese evento, necesito que vayas a realizar los preparativos, esta gente será quemada mañana a primera hora —Ordenó a aquel vasallo y lo vio partir.

 

En ese momento, el ojiverde miró a su alrededor y comprobó que no hubiera nadie ahí, por lo que se acercó a las jaulas de los prisioneros y les tendió varios frascos. No todos eran magos y brujas, algunos era squibs o muggles pero daba igual, los liberaría a todos de aquel cruel destino, aunque claro, a los muggles les daría una buena dosis de poción del olvido. Miró que algunos los miraban con reticencia.

 

—Tranquilos, soy de los suyos, mi nombre es Keaton Ravenclaw, pertenezco a la Comisión Europea para la Protección de Magos y Brujas. Los frascos contienen pociones que les ayudarán mañana al entrar en contacto con el fuego, en vez de sentir dolor, las quemaduras será falsas yo no morirán, solo estarán bajo un Filtro de los Muertos —Les dijo, pero justo en ese instante algunos en arribó al lugar y el Ravenclaw dio un respingo.

 

—Vaya Ravenclaw, ya decía yo que la reina Isabel y el Sumo Pontífice se equivocaban contigo. Siempre supe que había algo raro en ti, pero ser uno de estos seres del demonio… su majestad y el papa estarán muy sorprendidos —Dijo un Inquisidor de la guarda española en un perfecto inglés —Keaton Ravenclaw, quedas arrestado por el crimen de Hechicerías —Dijo acercándose a él con unos grilletes listos para ponérselos en las manos.

 

Sin embargo, el vampiro no sería tan fácil de capturar, mutó de inmediato a la pantera ante los ojos asombrados de aquel Inquisidor. Sus garras de inmediato se clavaron en su pecho, los colmillos fueron a su cuello y le arrancaron un pedazo de carne y lo mató de inmediato. Tan pronto pasó esto, el Ravenclaw volvió a su forma humana.

 

En aquel sitio, la Animagia le serviría como una defensa en contra de aquellos muggles. Debía cumplir con su misión, probarse a sí mismo que aquella habilidad bastaba para ser un ser mágico y que podía dominarla a voluntad, una vez que lo lograra, regresaría al Ateneo para lograr el Aro de la Animagia.

 

Aquello apenas comenzaba.

 

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- Interesante - Suluk había visto muchas pruebas de habilidad hasta ese momento y las historias que ocurrían siempre le resultaban interesantes. En esta ocasión no sería diferente, Keaton se había infiltrado en la Santa Sede para salvar a los magos que habían sido condenados a muerte por el uso de sus poderes - Es demasiado arriesgado - La arcana sabía que no era una situación fácil dado que en caso de ser descubierto podría morir.

 

- Y ya lo decía yo - Mientras intentaba darle algo a los magos que morirían al siguiente día, Keaton fue descubierto y debió recurrir a su forma animal para salvarse. La cara de Suluk no era de felicidad, las pruebas de la habilidad debían demostrar la capacidad de controlar el animal y manifestar que la conexión se había logrado efectivamente pero sin adoptar la forma animal.

 

- Espero que no utilices más tu forma animal. La animagia no solo consiste en convertirse en pantera. Debes demostrarle al portal que eres capaz de controlar tu conexión - La arcana se comunicó con Keaton a través del anillo que le había dado. No podía darle muchas pistas sobre los siguientes obstáculos que le podría el portal, pero sí podía advertirle que el camino adecuado no era ese.

 

La arcana se limitó a callarse y a observar lo que ocurría dado que no podía intervenir mucho en las pruebas. Ella había tenido su momento para brillar en ellas y debía permitir que los alumnos salieran con éxito de las mismas pero por sus propios medios.

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En ese momento, el Ravenclaw escuchó en su mente la potente voz de Suluk que le indicaba que esperaba no utilizara más su forma animal, que debía demostrar poder controlar su transformación sin dejarse invadir por la pantera dentro suyo. El vampiro dio una cabeceada a modo de afirmación y siguió la prueba.

 

Keaton ahora tenía un serio problema, dominado por el instinto, había matado a un muggle. Aquello era bastante serio, si alguno más de los enviados por el Papa lo descubría, la vida de todos aquellos magos y brujas estaría en peligro. En ese momento el ojiverde sintió como la pantera quería emerger de nuevo, pero usando todas sus fuerzas, lo controló haciendo caso a Suluk. Sin embargo aquello no quería decir que no podía utilizar habilidades de aquel felino.

 

Apoyado por la fuerza que tenía aumentada por la pantera, aunada a la de ser un vampiro, logró levantar con un solo brazo aquel cadáver y se lo llevó al interior del bosque. Su olfato, también desarrollado, detectó un río caudaloso más allá. Caminó con seguridad, y al llegar a la orilla de aquel cuerpo de agua, tiró el cadáver de aquel desgraciado al agua y lo vio alejarse con la corriente.

 

—Ahora, es momento de continuar —Se dijo a sí mismo y volvió al rellano iluminado por antorchas.

 

Sin embargo, cuando regresó vio a un corro de gente alrededor de las jaulas con sus congéneres dentro. Se acercó con cautela pues temía que ya se hubieran dado cuenta de algo, sin embargo, cuando uno de aquellos hombres alzó la cara, el vampiro lo reconoció como un aliado para la lucha de la liberación de aquellos magos y brujas cautivos. El ojiverde miró que todos aquellos usaban varitas, lo cual en verdad le dio un poco de envidia e impotencia de no poder usar la suya, y aunque quisiera, Suluk se la había retirado para que no cayera en la tentación.

 

—Vaya Keaton, eres difícil de encontrar. Este asentamiento no lo conocíamos y hacía días que no teníamos noticias tuyas, ¿todo bien? —Preguntó aquel hombre.

 

—Todo de maravilla, Ignacio, aunque he de confesar que hace unos momentos tuve que matar a uno de esos muggles, porque me descubrió, pero no volverá a pasar —Dijo el Ravenclaw con tranquilidad.

 

—Vaya, pues veo que eso de no usar varita no te impide exponer tu poder. Les hemos hecho un encantamiento confundus a los demás guardias y ya van en camino a la Santa Sede a rendir cuentas al Papa, es mejor que los acompañes y ratifiques lo que dicen, pues tienen en la cabeza la idea de que estos desdichados ya han muerto. Nosotros nos haremos cargo a partir de aquí de ellos, pero en este momento, tu tarea principal es acabar con el Papa, deshacerte de él y de todos aquellos que quieran seguir con esta est****a idea de matar a los nuestro —Explicó Ignacio y Keaton se sintió más tranquilo.

 

—Muy bien, entonces adelante, y gracias. Llevar una varita como infiltrado, sin duda alguna que me pondría en grave peligro —Añadió y el escenario cambió de pronto.

 

La noche había llegado a su fin, y de hecho, parecía como si hubieran pasado varios días, pues la barba del pelinegro había crecido bastante y ahora se veía un poco más desaliñado que antes, lo cual la verdad no le gustaba. Se encontraba en la Basílica de San Pedro, lugar donde un sin fin de gente iba y venía con atavíos clericales, y sentado en el fondo en un gran trono de oro, el vampiro vió al Papa Pío II. Una oleada de rabia se apoderó del chico, sin embargo, lo reprimió de inmediato por temor a que el Papa o cualquiera de los allí presentes lo notara.

 

—¡Pero si es nada menos que el señor Ravenclaw! ¿Qué noticias nos trae el día de hoy? ¿ha logrado acabar con esos impuros? —Preguntó con alegría, aunque parecía que algo lo preocupaba.

 

—Desde luego, su santidad, hace cuatro días que esos infelices perecieron en las llamas de la purificación, esperemos que Dios nuestro señor se apiade de sus almas, aunque la verdad lo más seguro es que ya se encuentren en el infierno —Dijo con una convincente serenidad.

 

—¡Maravilloso, maravilloso! A este paso, acabaremos con ellos antes de la venida de nuestro Señor Jesucristo, que según las escrituras, pasará muy pronto. Tenga por seguro que usted será de los primero en entrar a al Reino de los Cielos, ya verá, sino, yo mismo me encargo de lo santifiquen, es usted toda una proeza —Comentó el Papa

 

—Me alaga, sin embargo, su Santidad, siento que algo lo preocupa —El olfato no le podía mentir, desde dentro de aquel hombre ataviado por las más caras telas de todo Europa, un olor a miedo se entendía, un aroma que un humano cualquiera no podía detectar, un aroma que solo los felinos y pocos animales detectaban, habilidad que ahora tenía más a flor de piel por su conexión con la pantera.

 

—Si, la verdad es que si. Hace días que perdimos contacto con el Duque de Normandía, tenía algunas pistas sobre un traidor, o más bien, un infiltrado, me había dicho que no me daría su nombre hasta no estar completamente seguro, pero que era alguien muy cercano a mi —Dijo con recelo, pues se notaba que desde aquella noticia había desconfiado hasta de su propia sombra.

 

—Vaya, pues debe estar tranquilo, seguramente en cualquier momento aparece y le da el nombre, pero ¿no le dio ninguna pista? ¿no le dijo en qué parte trabaja, cuáles eran sus funciones? —Keaton se preocupó, ¿sería que aquella persona que había matado aquella noche era aquel conde? —Porque sería muy importante saberlo, su Santidad —Añadió con un interés más bien de preocupación.

 

—Pues justamente me había dado sus funciones, me dijo que trabaja en la misma división que usted, por lo cual, Keaton Ravenclaw, tanto usted, como los demás que ejercen su mismo puesto, queda arrestado —En ese momento, varios guardias de la Santa Sede aparecieron a los lados, pero el ojiverde no era tan tonto, utilizó aquellas habilidades que le daba su animal interior.

 

Saltó cuan felino a uno los pilares, parecía como si los trepara. Dio algunas maromas en el aire y cayó sobre sus cuatro extremidades justo detrás de los guardias. Aquello lo había delatado, estaba más que seguro, pues vio al Papa levantarse con temor, mirándolo a los ojos, los cuales ya estaban pintados de un color ámbar y con la línea vertical que caracterizaba a un felino cuando estaba delante de la luz solar.

 

—Temo, su Santidad, que no le será tan fácil atraparme, no soy como sus demás sirvientes —Dijo con una tranquilidad atemorizante y salió con tal agilidad del lugar que no dio tiempo a los guardias siquiera de tomar sus armas.

 

 

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Editado por Keaton Ravenclaw

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  • 2 semanas más tarde...

El Ravenclaw estaba demostrando que seguía sus consejos, porque en ese preciso momento estaba probándole al portal que no necesitaba siempre utilizar su forma animal, para mostrar su conexión con la pantera, algo inusual, sí pero que había entendido después de algunas cuantas pruebas con las que se había topado en la Santa Sede, visita que estaba siendo más que satisfactoria para los dos.

Podía notar el poder que tenía el mago y como estaba utilizando sabiamente, por lo que no intervendría más al menos de momento, porque había saliendo huyendo del lugar y justo lo perdía de vista, ¿sería que el portal lo dejaría abandonarlo? No estaba completamente segura, pero confiaba en que Keaton lo supiera, puesto que solamente él conocía el rumbo de la prueba. Mientras tanto, utilizó el anillo, una vez más, era momento de comunicarse.

—Buen trabajo, espero que estés aprendido lo suficiente. —soltó con una media sonrisa en los labios, mientras descansaba sobre la silla que había hecho aparecer minutos antes, mientras que observaba como el portal comenzaba a tomar la forma de alguna cosa más, ¿a dónde estaba llevándolos? No estaba segura, así que espero a las primeras percepciones del mago. —Demuestra que controlas la conexión.

Fue lo último que dijo, para después indicarle que continuara. Sabía que el portal era caprichoso y podía llevar a las personas al pasado, presente o futuro, eso dependía de él y de lo que sintiera que el mago necesitaba, así que todo era una sorpresa para ella y para los alumnos una vez que entraban, porque ninguno de ellos controlaba todo, simplemente uno le daba la pauta y el otro se ajustaba a lo que vivía.

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  • 2 semanas más tarde...

Keaton escuchó desde dentro de su cabeza, la voz de la Arcana indicándole que había hecho un buen trabajo y así mismo que se concentrara, que debía demostrarle al Portal que podía dominar sus instintos y su animal interior. El ojiverde sonrió, pues la verdad se estaba divirtiendo muchísimo, siempre había querido plantarle cara a la autoridad de aquella religión tan opresora. Sin embargo, había algo raro, aquel tipo que fungía como sumo pontífice, no era un muggle normal y eso lo descubriría el Ravenclaw en el siguiente giro que el Portal le daría aquella aventura.

 

De pronto, se encontró a sí mismo en la Capilla Sixtina. Estaba oculto tras uno de los grandes pilares de aquel sitio, observaba con atención a dos personas que estaban en el altar. Usando todo su poder interior como Pantera, el vampiro se había logrado escabullir sin ser notado como si de una presa se tratara. Nadie había sentido su presencia, nadie había si quiera imaginado lo que estaba por suceder. Keaton era lo suficiente inteligente y astuto como para no sacarle jugo a la situación.

 

En su mano derecha, el Yaxley tenía unos documentos, que, aunque no sabía bien cómo, había sacado hacía unas horas de una de las alcobas de la Santa Sede, en específico, la que correspondía al Papa. Aquellos documentos revelaban que aquel hombre no era más que un ser detestable sediento de poder que, para ser exactos, no era precisamente un muggle, sino un squib que estaba enojado con la comunidad mágica porque no podía hacer lo que ellos; que había llegado a ser parte del concilio vaticano por una serie de faltas al Estatuto Internacional del Secreto haciéndose de varias pociones en el mercado negro y engatusando y reemplazando a personas gracias a la poción multijugos. El nombre original de aquel hombre se había perdido con el paso de los años, sin embargo, su apellido era Lancaster.

 

—Vaya señor Lancaster, me hace muchísima gracia que siga hablando de matar a los "herejes" cuando usted mismo es uno —Dijo el Ravenclaw saliendo de entre las penumbras con aquellos documentos, además, en su mano derecha, tenía una pócima que arrojó de inmediato a las enaguas del Sumo Pontífice, el cual, al escuchar su apellido, abrió en demasía los ojos. La póción deshizo todos los sortilegios adoptados por las pociones ingeridas por el Lancaster, y se le vio como realmente era: un hijo de magos, un hijo de los impuros.

 

En ese instante entraron en el peno, todos los integrantes del Concilio Vaticano, que estaba conformado por todos los Arzobispos del mundo. Keaton sonrió, pues de inmediato la cara de horror se vio reflejada en todos ellos. Estaban presenciando uno de los mayores golpes a la Religión. El vampiro, sin más, dio un salto al frente con una agilidad digna de sus animal interior, y se postró delante de todos señalando con el índice de su mano izquierda al Lancaster.

 

—Este hombre, caballeros míos, es el culpable del auge de las artes oscuras. La magioa entre nuestras filas, ese pacta con el demonio, lo ha hecho este hombre. El golpe a nuestra Fe lo propició él siendo uno más de lo herejes, él es uno de ellos que se infiltró en nuestras filas, y ahora se los puedo comprobar —Dijo pasándoles los documentos a cada uno.

 

El Lancaster, trato de hablar, pero Keaton lo miró con aquellos ojos de felino amarillos y con la pupila alargada y le hizo callar. Estaba avergonzado, temeroso, su plan había fallado. En ese momento, el Ravenclaw sintió que su misión estaba completada, había logrado llevar al máximo sus habilidades como Pantera sin la necesidad de transformarse. Había aprendido la Habilidad de la Animagia sin la necesidad de convertirse siempre, y había comprendido que era una gran responsabilidad adquirir.

 

En ese momento, el Yaxley sintió como si lo jalara una fuerza externa hacia arriba, y tras unos segundos, se vio fuera del Portal. ¿Significaba aquello que ya había aprendido todo y el Portal lo consideraba un Animago con todas las de la Ley? Quería comprobarlo, miró a Suluk que estaba ahí, parada sin decir nada, pero, al vampiro le pareció, con una cara de satisfacción.

 

—¿Entonces? ¿Lo he logrado? —Dijo con un poco de miedo, debido a los tres intentos que ya había ocupado para adqurir la habilidad. Esperó ansioso las palabras de la Arcana.

 

@@Suluk Akku

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