Tienda del Magic Mall

[Ellie Moody]

Observa aquel presuntuoso edificio con enojo. Un par de años atrás, el Callejón Diagón solía tener las mejores tiendas y, por lo tanto, solía ser muy concurrido en general. Las personas paseaban por todo el callejón buscando los mejores calderos, los más frescos ingredientes para pociones, los más útiles artefactos mágicos, las mejores mascotas. Pero, ahora, todas ese mercado se concentra en el un solo lugar, según ha entendido: el Magic Mall, el cual está bajo el control del Concilio de Mercaderes... el cual, a su vez, está bajo el control del Ministerio de Magia. Quizás es por ello que, al caminar, ve pocas tiendas "útiles", sino lugares más bien de entretenimiento: tabernas, bares, discotecas, cafeterías, restaurantes. Y, aún así, no le parece que tengan tanta concurrencia como solían tener los establecimientos del Diagón años atrás. Se esfuerza por mantenerse calmada, pero lo cierto es que una repentina nostalgia le embarga el corazón.

 

Sin embargo, no permite que ello le importa atravesar las altas puertas del Magic Mall. No está interesada en comprar nada. A pesar de que hay muchos objetos y pociones bonitos, sabe que sólo dan la ilusión de parecer necesarios, pero al ser comprados, simplemente se convierten en trastos inútiles y olvidados. Las criaturas mágicas en exhibición le llaman la atención, mas no sería capaz de intercambiar un ser vivo por oro. Si quisiera otra mascota, la adoptaría, como debe ser. Está allí por cuestiones de trabajo. Aparentemente, solicitaron al Departamento de Misterios la creación de un par de encantamientos y prototipos de objetos mágicos, de modo que Ryvak extendió la orden a la Oficina de Experimentación Mágica, de la cual Ellie está a cargo.

 

Delante de ella, camina un muchacho de apariencia bastante tribal. Al ver que camina hacia las escaleras que conducen a la zona administrativa, en lugar de adentrarse en las tiendas del centro comercial, decide seguirlo, aunque no hace ningún intento de llamar su atención. Odia tener que buscar personas.

 

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[Juliens]

Está de pie en las escaleras que, según puede ver, conducen a la zona administrativa de la tienda. No se siente del todo seguro ¿Debe continuar su camino sin más e improvisar con su nuevo empleo? Por un momento se siente tentado a hacerlo, pero por otra parte tiene un poco de miedo. De por si pocas personas lo conocen y sabe bien que su apariencia (muy distinta a la de los magos ingleses) causa que algunos desconfíen de él. «Pero estás aquí para pelear una guerra, no para hacer amigos»

 

En esos momentos de duda, cuando su "humanidad" se pone por delante de su misión es que extraña más al hombre con quien vivió en Brazil. Mira a su alrededor para fijarse, nuevamente, si encuentra un rostro conocido (bastante difícil siendo que apenas hace un par de semanas que vive en el país de forma oficial).

 

Aunque la tarea de buscar a alguien conocido es infructuosa, si que logra encontrar un par de ojos que lo sacan (al menos de momento) de sus dilemas mentales. Se voltea y comienza a caminar en dirección de la bruja.

 

—Disculpe ¿señorita?, mi nombre es Hobbamock y trabajo en este lugar ¿Puedo ayudar en algo?

[Sophie Elizabeth Granger]

El viento invernal aun presente en enero hacia de las suyas con su largo cabello rubio y rojo, la inconfundible marca de su fusión con Sofia. Al menos se detuvo, por un momento pensó que todo su cabello se tornaría rojo. Se lo peino por enesima vez con la mano y se acomodo el saco antes de subir por las escaleras. Odiaba de verdad entrar por la puerta principal pero la de servicio estaba en reparación y tenia que trabajar.

 

Desde que Lyra se había marchado la vampiro no se había atrevido a pasar frente a su placa, aun se negaba a aceptar que ya no estaría mas por allí correteando y molestándola. Se detuvo ante la puerta y tomo un respiro profundo antes de decidirse a cruzarla, podía sentir una lagrima luchando por salir pero odiaba que la viesen llorar, la hacia ver débil y vulnerable y eso no le gustaba nada.

 

- vamos Granger no seas cobarde - se dijo a si misma parada frente al Mall y luchando con sus ganas de salir corriendo. Otro soplo de aire helado la despeino y le arranco la bufanda negra que traía mas como adorno que como algo útil, ella no sentía frió, pero le gustaba estar a la moda, y la bufanda era accesorio invernal. - Maldita sea

 

Corrió tras la prenda que se colo al pasillo principal y sin darse cuenta la hizo entrar a su trabajo dejándola justo frente a la placa de Lyra. La rubia se paralizo por completo, se había negado a verla y ahora que la veía no sabia como reaccionar. Levanto su mano para tocarla pero se detuvo antes de hacerlo y se quedo con la mano en el aire. La cerro en un puño y se agacho a recoger el pedazo de tela que estaba en el suelo.

 

- lo siento, no se decir adiós, no he podido hacerlo con Lucas y tampoco puedo contigo - dijo mirando la placa. Se dio la vuelta con los puños aun cerrados y visiblemente tensa. Quería salir corriendo pero eso haría parecer que estaba loca por lo que siguió su camino con la cabeza baja y murmurando cuanto odiaba pasar por ahi. Tan ensimismada estaba que termino chocando con una bruja y un mago que estaban ahi dentro

 

- yo...lo siento...estaba distraída -

[Ellie Moody]

Lo primero que observa son los ojos, todos blancos, que le hacen pensar que aquel muchacho está en una especie de trance o incluso que es ciego. Sin embargo, con la naturalidad con la que le habla y la seguridad con la que los casi invisibles iris se posan sobre ella, concluye rápidamente que, simplemente, así son sus ojos. Luego, cuando lo detalla mejor, advierte que su aspecto es bastante diferente al de la mayoría de la comunidad mágica inglesa. Tiene una apariencia...étnica, a pesar de que lleve ropas relativamente formales. Su nombre, que no está segura de que sea su nombre de pila o su apellido, también es bastante peculiar. Ellie, sin darse cuenta de ello, sonríe. La mayoría de los ingleses le parecen tan aburridos y comunes, que ya casi se había dado por vencida en encontrar magos y brujas diferentes en la comunidad. Se pregunta si sus conocimientos mágicos serán también interesantes y diferentes de lo típico.

 

—Hiya —saluda, con su marcado acento escocés—. Yo soy Ellie... eh, vengo del Departamento de Misterios —no dice más nada, pues no quiere compartir más información de la necesaria con alguien que quizás no esté enterado del asunto. Si él sabe algo al respecto, la conducirá al lugar donde requieren sus servicios y probablemente le dará instrucciones más detalladas.

 

Pero antes de que la conversación tenga oportunidad de proseguir, Ellie cierra los ojos y se protege con los brazos cruzados frente a ella, cuando algo está a punto de golpearla. No puede evitar soltar un quejido, no porque se haya lastimado, sino por aquel extraño e imprevisto suceso.

 

—Ujumm... —murmura, observando a la mujer que se disculpa con ellos. Hay algo extraño en su apariencia, en su voz, que le hace sentir como si no fuese sólo una persona, sino algo más. Sin embargo, de momento, no la analiza mucho— Ten cuidado.

[Juliens]

La acostumbre hace que ni siquiera se inmute. Cuando conoce a alguien nuevo su mirada llama siempre la atención. Pero si que hay algo con lo que no está aún familiarizado, aunque tampoco le molesta y es que muchos ingleses no están acostumbrados a ver a un tribal. En su natal Norte América la cantidad de magos tribales que convive, se enamora, y tiene hijos con los "blancos" es bastante elevada. Pocos reviran a mirarte al menos que te conozcan o que vengas de una una tribu extravagante ya sea en la forma de vestir o en modificar el cuerpo de alguna forma.

 

—¿Departamento de misterios? —pregunta, aunque el tono de sus palabras da a entender que es una pregunta lanzada al aire que busca una respuesta en su propia mente antes que en la ajena —. Si no recuerdo mal es dónde hacen cosas y pretenden que no las hacen, en mi país le llamarían "cosas de seguridad nacional" al muy estilo no-maj

 

Las últimas palabras probablemente ni se escuchan pues en ese momento Ellie suelta un quejido mientras él da un par de pasos hacia atrás intentando no perder el equilibrio.

 

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[Sophie Elizabeth Granger]

Se disculpo de nuevo por su torpeza, lo único que quería era salir de ahi y dirigirse a las plantas, al menos ahi estaba a salvo de los recuerdos, demasiados pues sus dos partes habían convivido con ella de cerca, tal vez por eso le dolia el pecho cuando no podia evitar pasar por ahi como ahora. ¿que no se suponía que los vampiros no tenían alma? para su desgracia ella tenia dos. Vaya maldición.

 

- lo tendré , no suelo ser tan distraída, me disculpo de nuevo

 

Comenzó a caminar para alejarse de la pareja pero supuso que si Emmet se enteraba que había dejado a dos magos solos sin ofrecerles ayuda la mataría y tiraría sus pedazos al mar o tal vez solo la regañaría, por lo que se detuvo a apenas unos metros de ellos para ayudarlos

 

- vienen a comprar? los puedo llevar a las plantas, solo díganme que necesitan, por cierto soy Zahil Granger, empleada del Mall

 

Su semblante cambiaba en cuanto se ponía en su personaje de vendedora, era algo que le gustaba y la hacia olvidar sus tiempos de auror, con todas las muertes y las maldiciones, ahi encontraba paz y era buena en ello, o eso esperaba.

[Ellie Moody]

—Bueno, él también trabaja aquí —repone Ellie, cuando aquella mujer, cuya presencia descubre que se le hace extraña, se presenta como una empleada del Magic Mall—. Yo soy Ellie, vengo del Departamento de Misterios —se ve obligada a repetir, dado que la mujer, Zahil, no estuvo presente cuando se presentó con Hobbamock.

 

La descripción que hace aquel muchacho sobre su trabajo en el Ministerio se le hace divertida, especialmente, cuando se da cuenta de que es correcta. Ellie no es una bruja muy misteriosa. En realidad, está bastante segura de que, a pesar de ser más bien introvertida, termina siendo un libro abierto. Sin embargo, cuando se trata del Departamento de Misterios es diferente; aunque nadie le ha pedido que guarde ningún secreto, por lo menos de momento, ella misma prefiere ser bastante cuidadosa, pues así tiene más libertad de acción. Es muy molesto hacer tu trabajo cuando las personas entienden lo que haces y no paran de hacer preguntas o dar sugerencias.

 

—Sí, algo así —responde—. Lo que puedo decir, es que vine porque se hizo a mi departamento una solicitud de creación encantamientos. ¿Ustedes saben algo al respecto?

[Orión Yaxley]

Iban los dos de la mano. Sus miradas pasaban desde los escaparates a las personas que frecuentaban al mismo tiempo el establecimiento mágico. No fue una decisión tomada conscientemente. De un momento para el otro, los dos se encontraban paseando por los pisos del Mall, lanzando cada tanto alguno que otro chiste sobre las cosas innecesarias que se ofrecían ahí. La estaban pasando bien.

 

Por su parte, él llevaba un saco negro, un poco formal, con un largo que terminaba a la altura de sus rodillas. Unos zapatos para salir. Sweater beige y camisa blanca. Parecía que había tomado más precaución a la hora de vestirse para salir con ella. Como si de alguna manera u otra estuviera aceptando la realidad de su edad. A su vez, su barba estaba arreglada y su cabello cobrizo con azul arreglado bajo una boina gris que hacía juego con una bufanda.

 

- Deberían tener alguna sección del hogar o algo así. Podríamos cambiarle los muebles a la Yaxley.

 

Fue ahí cuando se paró en seco y recordó. Había prometido ver un tema de la Manor, pero la dificultad de encontrarle un inicio al problema resultó en un aplazo constante.

 

- Cierto que te había comentado del tema de los elfos y eso.

 

Se soltó un segundo y a su vez le ofreció el mismo para que lo tomara, mientras ponía se metía las manos en los bolsillos. Reanudó la marcha. Fue cuando vio un traje todo elegante de un blanco prístino cuando le llegó la idea.

 

- Siendo sincero, no sabía cómo encarar el problema. Peeeero, creo que hay una forma de colar algún amiguito para que nos ayude.

 

Se llamó al silencio un momento.

 

- ¿Ves algo que te guste? Bueno, aparte del joven que te acompaña -terminó susurrándole al oído con un guiño rápido de sus ojos azules.

[Shena Cindy de Ryvak M.]

Mi mirada iba de un lado a otro.... que había ocurrido?

Le expliqué al empleado el error en mi orden, lo entregado no era lo que yo había deseado comprar, estaba asentado en mi formulario de compra y le entregué esa copia para que lo revisará.

 

Qué tan difícil era eso?

El joven mago no me habló, guardo un misterioso silencio, el formulario en su mano, tal vez pensando que fuese en un documento falso, o quizás preguntándose por qué lo tenía aún (entonces recordé que en las escasas compras anteriores que realice, no me había quedado con el formulario de compra...lo cual me hacía sospechosa sin proponer me lo....)

 

Entonces también me puse a cavilar sobre lo ocurrido... porque habían resultado así las cosas?

 

Solo era un reclamo sobre una entrega incorrecta de mi compra...y aguardaba sin tener explicación de nadie.

 

Al parecer, el empleado se marchó a consultar a alguna otro miembro del personal, quizás un jefe, no puedo imaginar cómo es que se manejan en la Magic Mall.

 

Miró con atención, estoy sola y me preguntó que ocurre, su actuar es bastante inusual y entonces pienso que hay algo oculto y decidí ir por el mismo sitio que antes ví aparecer al mago a cargo, es posible que encuentre algo interesante y voy a esa parte donde al parecer es la trastienda...

[Gatiux]

La luz del sol incidía en su cabellera violeta, reflejando varias tonalidades púrpuras e incluso de color fucsia. Bajo el abrigo rojo, un ajustado vestido de manga larga con unos bordados que simulaban rosas y espinas, combinado con los altos botines oscuros. Algo bonito, perfecto para una cita. Gatiux suspiró mientras curvaba una media sonrisa de felicidad, disfrutando de aquel instante tan simple como encantador con Orión. Tan sólo paseaba de la mano con él mientras miraban escaparates o comentaban sobre lo que encontraban, pero en esos pequeños gestos reside la magia.

No le prestó mucha atención al tema de los muebles de la Yaxley, ella poco a poco estaba metiendo en el Manor objetos nuevos que no desentonaban con lo rústico del lugar, pero que estaban seguros y libre de termitas. Un cuadro allí, otro pequeño aparador por allá, un armario evanescente que conducía a su antigua habitación en la Mansión Malfoy... pequeños cambios que no suponían un movimiento drástico. Una redecoración silenciosa que no dejaba opción a protesta. Lo que si atrajo su interés fue la posibilidad de meter un elfo en la vivienda.

– ¿Vamos a poder meter a un elfo en el Manor? -preguntó Gatiux con evidente entusiasmo- Dime que sí, uno chiquito y que tenga mal carácter pero que en el fondo nos aprecie.

Siempre había querido tener un elfo propio. Los de la Mansión Malfoy pertenecían al patriarca aunque nunca lo pudieras ver por allí. Obedecían a todos los integrantes de la familia, pero le debían máxima lealtad a otra persona. No vio necesario tener uno propio mientras vivía en la otra Mansión, ya eran suficientes con los demás.

– Además, la gente del Manor estará de mejor humor si tenemos a alguien que ayude con los quehaceres domésticos. Se ve como un castigo estar sin elfos. No se ni como aguantan.

Aprovechando que Orión se había acercado a ella para susurrarle algo al oído, Gatiux puso la mano zurda sobre su cuello para que no se alejara y le robó un beso. El joven que la acompañaba era lo que más le gustaba, por lo que tuvo que hacer un esfuerzo en mirar alrededor, otra vez hacia los diferentes escaparates.

Cerca de un llamativo traje blanco, descansaba una gargantilla de oro blanco con un pequeño diamante con forma de corazón. Los ojos amarillos de Gatiux hicieron chiribitas al verlo. No pudo evitar acercarse un poco más al cristal. A veces se preguntaba si su animal interior no estaría equivocado. Se sentía como un pequeño cuervo al que le atraían todos los objetos brillantes.

– Eso no está nada mal. -dijo refiriéndose al collar- Tengo una pulsera con la que haría juego.