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Libro de la Sangre XVII


Hades Ragnarok
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La noche era fría y tormentosa. Una sombra entre animal y hombre se mantenía acechando desde la intensa oscuridad de aquel sitio. Había casi un silencio total, de no ser por los silbidos de aquel viento que se colaba entre las tumbas parecía como si todo hubiera caído en alguna especie de hechizo en el tiempo donde todo se detenía. Sin embargo, aquella figura lo atribuía a otra cosa, al poder oscuro que irradiaba.

 

En su espalda podía sentir el peso de su filosa Katana, Garras de Fuego, una que había sido forjada especialmente para el por sus tíos, aunque claro estaba, en aquel mundo solo podía utilizarla de una sola forma, mientras que en Grecia y en otros lugares esta tenia aun muchísimo mas poder. Por la mente de aquella “criatura” pasaron las imágenes de cuando su tía se la entrego. Aquella era una de las pocas personas a la que él en verdad respetaba.

 

Cerró los ojos y esperó. La extrañaba, añoraba aquel sitio donde tantos peligros solía enfrentar, pero sabia que no era el momento ni de regresar ni de perderse en aquellos recuerdos. Luego, cuando fuera necesario o lo llamaran el iría sin pensarlo 2 veces pero no estaba lo suficientemente preparado aun. El brillo de una centella lo ilumino por unos segundos. Sus orbes negros como el abismo estaban posados en un punto, en el único sitio donde podría aparecer aquella persona a la que estaba esperando.

 

Dibujo una mueca, había preparado algo especial para quien iba a ver aquella clase con él. Había esperado mucho tiempo hasta que ella estuviera preparada, ahora al fin era el momento de vengarse. Él, había visto Aritmancia y se había tenido que aguantar todo lo que le había hecho la profesora, de ser el solo quien hubiera asistido a la asignatura las cosas habrían sido diferentes, pero no, el destino no estaba jugando a su favor y había tenido que soportar la clase con algunas personas mas, ahora, era diferente, solamente serian ella y él.

 

Un movimiento alerto al vampiro quien tenía la varita en su mano derecha y la daga del sacrificio en la izquierda. Sus orbes se movieron rápidamente para observar un grupo de murciélagos que sobrevolaban aquellas ruinas decadentes. Podía escuchar a las alimañas a lo lejos resguardándose del inclemente clima y sobre todo alejándose del poder oscuro de aquel ser que aun no había salido a la luz.

 

-<<Un, dos, tres, pollito ingles>> -canturreo para si mismo mientras esperaba a que la joven apareciera- <<claro, como sabe que la clase se la daré yo hará lo que le de la gana>> -pensó divertido resignándose, pero aun así pensando en todas las innumerables torturas que podría aplicarle a su hermana una vez que comenzara con aquel libro tan oscuro.

 

@Adrian Wild

@Mery Gaunt Karkarov

@Ernest Macnair Wilfred

@Joa Macnair Crowley

@Cye Lockhart

Editado por Niko Uzumaki

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Caminaba entre las tumbas, parándome frente a las lápidas cuyos nombres me revelaban algo significante o, simplemte, avivaban mi curiosidad. La lluvia comenzaba a empaparme, pero no me importaba. Nunca me había importado, me gustaba sentir el agua lamer todas las partes de mi cuerpo y esa sensación de purificación natural. Había algunos apellidos que jamás había escuchado, ni en el mundo mágico ni en el muggle. Pero otros eran demasiado conocidos.

 

Los cipreses escondían en sus ramas a los cuervos que no se aventuraban a cazar con aquella tormenta. Los valientes que salían de ellas, pronto regresaban y, muchas de las veces, sin frutos de la cacería fallida. Sin embargo, los murciélagos eran seres más arriesgados; les daba igual la tormenta. Volaban a sus anchas, por libre, sin chocarse unos con otros. Era impresionante la capacidad de su ecolocalización con la que podían moverse a esa velocidad sin estamparse contra nada a pesar de su ceguera.

 

De pronto una débil cancioncilla susurrada llegó a mis oídos. Llevaba conmigo todos los anillos y amuletos de los dos libros de hechizos anteriores, el del Aprendiz de Brujo y el de la Fortaleza, en un colgante de plata que llevaba por dentro de mi camiseta negra de manga larga. Amarrada en el cinturón que sujetaba mis pantalones igualmente negros estaba la Daga del Sacrificio que aparecía nada más abrir el libro de la Sangre. Éste lo llevaba en una bolsa atada junto a la daga.

 

Iba descalzo. Adoraba poder caminar en pleno contacto con la tierra y además, me permitía una mayor agilidad en los movimientos. Pero la sensación de la tierra mojada bajo mis pies, era una de las que más me agradaban y el motivo por el que había hecho desaparecer mis zapatillas.

 

Agudicé el oído y afiné la vista. Observé a mi alrededor, abandonando mi inspección de lápidas, y vi una sombra pasearse entre las que se encontraban a unos metros a mi derecha (@@Hades Ragnarok). ¿Sería el profesor?

 

Me agaché entre las tumbas y empecé a elaborar un plan de actuación. No sabía si se trataba de una prueba, o si simplemente me estaba sugestionando yo solo, pero iba a comprobarlo. Había aprendido en las clases anteriores a estar prevenido ante cualquier imprevisto.

 

Con paso silencioso, me acerqué a la figura que se desplazaba entre las sombras. Controlé mi respiración, tragué saliva y esperé a que se confiara. Me sentía como si fuera a cazar después de mucho tiempo. Pero aquella vez, no mordería a nadie ni a nada. Simplemente salté y pronuncié un claro "Obedire" mientras la palma de mi mano tocó su cabeza y una oscura marca de forma irregular la cubrió. Me planté frente a la figura todavía oscura y le ordené con tono claro y sereno:

 

- Dime ahora mismo qué o quién eres y por qué estás aquí.

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✤ Viajero de la noche ✤

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No importaba la hora ni el lugar, lo que importaba era lo que estaba por suceder, llevaba mucho tiempo con aquel libro en su haberes sin poder darle uso, era hora de enfrentarlo, aunque lo oscuro no era lo suyo, a veces un poco de esta magia servía, y ella era capaz, lo había comprobado al hacerse portadora del aro de la nigromancia y de someterse a las enseñanzas del arcano de dicha habilidad.

 

Con aquel pensamiento en mente como refuerzo a cualquier duda o traba que su subconsciente le ponía la bruja se apareció en aquel desolado paraje, desolado para algunos, más no para ella que podía sintonizar, ver y escuchar los quejidos de las almas cuyos cuerpos alguna vez ocuparon las tumbas a ambos lados del sendero que transitaba.

 

"¡Maldito frío!" pensó abrazándose con su propios brazos a pesar de que estaba cubierta con su capa de viaje y bajo esta un suéter de cuello alto que se amoldaba perfectamente a la parte superior de su cuerpo, mientras que de cintura para abajo la cubría un jeans terminando con un calzado deportivo que le permitía no solo mayor libertad de movimiento, sino también menos ruido al desplazarse.

 

Rápidamente Belisama, su varita se materializó en la diestra, mientras que el anillo de la nigromancia vibraba con mayor intensidad, la oscuridad era notoria, no solo la de vista sino de energías y no solo la sacerdotisa lo notaba.

 

Ademas de su eterna compañera llevaba consigo todos los amuletos y anillos que ya había adquirido y podía usar y los que aprendería en esta ocasión junto con aquella curiosa daga, al pensar en ella recordó como Hades la había marcado y algo de ira borboteo en su interior

 

--Tendré cuidado-- dijo en apenas un susurro, pero otro más allá llamo su atención, ¿pollito inglés? ¿Desde cuándo el Ragnarok cantaba? o… ¿estaba cazando? Y si era así ¿Dónde estaba su presa? Entonces noto otro movimiento, y descubrió la figura de su cuñado Adrián aproximándose al primer mago.

 

Se escabullo tan silente como las sombras que la rodeaban hasta posarse justo detrás de Adrian y apoyar la palma de su mano sobre su hombro con una intensión la misma que de inmediato creo una marca del tamaño de su palma en el hombro del Will estableciendo un vinculo entre su mente y la del mago, presto a obedecer una orden que aun la bruja no pronunciaba o transmitía telepáticamente, pero pronto lo haría.

 

--Caballeros, ¡lindo lugar para la clase!--

 

 

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@@Hades Ragnarok @@adrian Will

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- Wina, que conste que no me apetece ir a ésa clase -dijo refunfuñando Mery mientras negaba coger el libro de hechizos-. ¡Qué no me gusta hacer duelos! -gritó frustrada mientras hacía pucheros y se abrazaba a sus rodillas, escondiendo su cabeza entre ambas. Si no le gustaban los duelos, ¿para que participaba en aquellos libros de poderes?

 

Simple, quería tener más poder y matar a más odefos.

 

- Vamos señorita Gaunt, no se comporte como una niña pequeña y vaya ya a la clase -dijo la elfina, extendiendo el libro con el sobre traslador que le había llegado hacía bastante poco tiempo.

 

- Ogg, dale a Shiro a Edward, anda en el patio trasero con Zeff, creo -dijo encogiéndose de hombros y levantándose de la cama.

 

Sus vaqueros negros volvieron a su posición original, pegados a las piernas, su blusa blanca dejó de estar arrugada para caer por sus curvas totalmente lisa. Caminó despacio hasta el escritorio donde su elfina había dejado las cosas para su clase, incluida su varita.

 

- Vamos a ello -dijo y abrió el sobre donde le indicaba que sería un traslador y que su profesor sería Hades-. Espera, ¿mi Ragnarok? -dijo en voz alta pero desapareció de su habitación.

 

Como era habitual en la Gaunt, en cuanto sus pies tocaron suelo, bastante frío debido a que iba descalza, cayó de culo y se le cayeron todas las cosas que llevaba en brazos. Se rascó la cabeza con los ojos bien cerrados, seguro que Hades la había llevado a aquel lugar para tenerla todo el tiempo estresada y molestandola con facilidad. ¡Con lo que la Gaunt odiaba los bosques con bichos!

 

- Maldición -gruñó mientras se limpiaba el trasero tras levantarse y coger su libro y varita del suelo. Alzó la vista, oscuridad, oscuridad y más oscuridad, un gran agujero negro-. Lumos -susurró.

 

Una figura negra, eso fue lo primero que vio antes de ahogar un grito y echarse hacia atrás de un salto. Luego, una figura familiar. ¿Y donde estaba Hades? Se preguntó mientras se giraba en busca de su hermano. No estaba.

 

Negó con la cabeza y recordó que siempre iba a su espalda a hacerle cosquillas y despeinarla. Pero aquella vez no iba a ser así.

 

Salió corriendo al encontrar un árbol de ramas gruesas y grandes, perfecto para escalarlo. Un pie, luego otro, una mano, la otra. La cosa parecía fácil hasta que un crujido hizo que Mery se sobresaltara, se soltara de la rama y cayera de espaldas al suelo, golpeándose la cabeza y quedándose mareada, tirada y mirando hacia el cielo lleno de estrellas.

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El vampiro había previsto aquel ataque mucho antes de que sucediera. Dibujo una mueca de sonrisa malévola cuando sintió la presencia de aquel alumno mientras este vigilaba a su hermana menor que seguía al parecer sin darse cuenta de que estaba allí o simplemente le estaba retando a que la atrapara. Suspiro negando con la cabeza. Mery y el. El juego del gato y el ratón. Años y años conociéndose y siempre era lo mismo. Juntos ambos eran la pareja perfecta, ya lo habían comprobado hacia mucho tiempo ya.

 

El Ragnarok espero el salto de Adrián y dejo que hiciera su movimiento aplicándole aquella técnica, el en cambio aprovecho para hacerle un corte con la daga del sacrificio atándolo así a lo que él deseara sin pronunciar aun alguna orden siquiera.

 

-Quien soy no es de tu incumbencia aunque ya deberías saberlo –dijo el cainita en tono serio y molesto viendo como el chico usaba aquello de manera errónea- y porque estoy aquí, supongo que por la misma razón que no estoy en algún otro lugar, simplemente estoy obligado a enseñarles los oscuros secretos de este libro, el mas sangriento y tétrico de todos, ¿o es que crees que jugar con sangre es algo muy bonito?

 

El cainita simplemente toco el hombro de aquel alumno dejando así a su vez una marca de sangre atándolo también a su voluntad la cual seria simplemente que el haría todo lo posible o imposible para que protegiera al Ragnarok si es que este era atacado por alguna cosa.

 

Sin perder tiempo el vampiro salió de su escondite y se acerco a la otra figura.

 

-Si no salgo por ti tú no vas por mí ¿cierto? –le dijo a la pelirrosa mientras la observaba en el suelo y le sacaba la lengua- que hare contigo –suspiro derrotado mientras tocaba a su hermana en el brazo al ayudarla a levantarse dejándole así una marca que no sele quitaría al menos por el momento, dándole al orden de que por ningún motivo o circunstancia ella podría intervenir o salvarlo si el corría algún tipo de peligro, ya fuera mortal o no y además con al orden final de que ella no podría colocarle una marca de sangre o atarlo a ningún tipo de juramento si es que él no lo deseaba. Sin embargo otro sonido llamo la atención del cainita. Sin perder tiempo se volteo para observar a la abuela de la Lockhart allí frente a él. Al parecer nuevamente Cye se había propuesto intentar cursar aquel libro tan oscuro, solo esperaba que aquella vez la mujer pudiera realizar los sacrificios necesarios para pasar aquella asignatura.

 

-<<Seré yo quien te salve a ti>> -pensó sabiendo que no le importaría morir por ella.

 

Rio ante la idea, aquella era la misma técnica que él había usado con su hermana Anne la cual le había hecho un verdadero berrinche cuando había jugado aquella carta y se daba cuenta de las consecuencias.

 

-Bien, sean bienvenidos a la clase del libro de la sangre –dijo en tono serio- si el temen a la sangre o tienen aversión por ella este es el lugar menso indicado –dijo sin mas- es el libro mas oscuro y peligroso que podrían encontrar en el camino, lleno de magia oscura, por lo que espero que estén seguros de iniciar este camino –los miro- no hay vuelta atrás, muchos han perdido la cabeza y la vida intentando sobrevivir

 

Había llegado el momento de comenzar aquel extraño viaje, sin embargo, observo que su pequeña hermana seguía un poco mareada por el golpe que se había dado. Bufo por lo bajo, Mery lo había logrado otra vez, sin desearlo él había perdido, el vampiro la amaba y no podía dejarla así, por lo que no le quedaba otra y sospechaba que la chica al menos aquella vez no pondría resistencia por lo que se la monto en la espalda para llevarla de caballito o más bien tipo koala. Sin decir mucho más se dio vuelta sin saber si lo seguirían o no.

 

-lo que haces por no caminar eh? -bromeo.

 

Sin embargo, el cainita escucho algunos pasos mientras recorrían el cementerio y llegaban a un claro donde abrió un portal el cual atravesaron para llegar a otro sitio, uno que eras muy diferente a aquel oscuro lugar donde se encontraban.

 

****************

 

A lo lejos se oía el caer de una gota incesante. La oscuridad era absoluta aunque aquello no le molestaba al Ragnarok quien estaba preparado para que sucediera cualquier cosa. El camino era de tierra y a los lados parecía como si el mundo estuviera derrumbándose. A lo lejos, quizás a muchos metros adelante estaba el lugar al que debían llegar, aquel extraño volcán donde se encontraba escondido aquello que le había sido encomendado por los guerreros Uzzas y que ahora le habían pedido que regresara. Ladeo la cabeza. Había demasiada calma y tranquilidad. El ojo de la tormenta diría él. En cualquier momento sospechaba que comenzaría el caos.

 

-Si tienen alguna duda es mejor que pregunten –dijo seriamente sin meterse aun con su hermana menor cosa que de seguro ella estaba esperando-

 

Sin embargo, antes de que ellos comenzaran a hablar si es que tenían intenciones de hacerlo, una jauría de lobos putrefactos y sangrantes venia a su encuentro.

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- Auch.

 

No me lo esperaba. En verdad me lo había merecido por haberme aventurado y, peor aún, haber puesto a prueba al mismo profesor, quién además seguramente contaba, como todos los que estábamos allí, con la protección de los Guerreros Uzza. Al parecer algo había fallado en mi ataque. Pero, ¿qué? Pensaba que lo había hecho todo. Había tocado al hombre y le había dejado la marca de sangre, y antes de ordenarle presentarse había pronunciado la palabra que había aprendido del libro.

 

- Siempre me han enseñado que jugar con la comida puede ser mucho más divertido y nutritivo --contesté algo contrariado y con cierto tono defensivo.

 

Era verdad que no solía atacar a presas humanas cuando debía satisfaccer mi sed, pero su respuesta tajante y su forma de dirigirse a mí no me gustó nada e hizo aflorar un poco de mal humor. Por suerte había aparecido Cye justo en ese momento, lo que me calmó hasta que vi que ella también me había marcado.

 

- ¿Ahora estoy al servicio de ambos? --murmuré algo decepcionado.

 

No había empezado nada bien aquella clase. Lo único bueno de aquello era que sólo podía ir en una dirección: hacia la mejora.

 

- ¿Por qué no ha funcionado mi marca de sangre? --pregunté justo cuando Hades recogía a Mery del suelo.

 

Ni siquiera me había preocupado por que mi directora departamental se hubiera caido del árbol que teníamos al lado. En verdad tampoco había querido preocuparme. Lo que quería saber era qué había fallado. No soportaba haber cometido un error y que no me indicaran cómo no volver a cometerlo. ¿Acaso no era aquella la función del profesor? Estaba muy molesto con aquel muchacho, una molestia casi irracional, pues no dejaba de ser yo quién le había atacado primero y sin previo aviso.

 

- ¿Qué...?

 

De pronto nos encontramos en un lugar muy diferente al cementerio. Ya no llovía, y mis pies notaron cómo la tierra se calentaba, sin quemar. No llovía, pero el mundo parecía desmoronarse e ir a parar al vacío fuera del camino de tierra en el que nos encontrábamos.

 

- Preguntas, todas las del mun...

 

No pude terminar mi frase. Una jauría de perros sangrientos, o mejor dicho, lobos descarnados y sangrientos se abalanzaba hacia nosotros.

 

- ¡Cuidado! --grité viendo cómo uno de esos perros se lanzaba hacia Cye.

 

No sabía si iba a volver a fallar, pero debía intentarlo. Le hice a mi cuñada, que estaba de espaldas a mí, un pequeño corte con la daga que agarré con la mano izquierda, deseando que ambos ya estuviéramos conectados, y dije:

 

- Immolo ad protegendum.

 

Inmediatamente después el lobo la atacó mordiéndole la pierna, pero el fuerte dolor que sentí en la mía me indicó que había realizado bien el conjuro. Dolía a rabiar, pero al menos Cye tendría tiempo de deshacerse del lobo. Rápidamente y con la varita todavía en mano pensé <<Curación>> sintiendo cómo la herida de mi pierna se cerraba y sanaba por completo. Menos mal que me había acordado de llevar todos los amuletos y anillos anteriores.

 

Retomé la posición de guardia y esperé el próximo ataque.

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✤ Viajero de la noche ✤

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A pesar de su intensión de estar totalmente atenta a todo lo que tuviera que ver con el libro de la sangre, se había quedado en blanco, y todo había comenzado cuando el maestro les había dicho que si le temían a la sangre aquel era el sitio menos indicados, Cye blanqueo los ojos, ella no le temía a la sangre, no por las misma razones que otros, de ser así no hubiera sido sanadora y no sería ahora secretamente la medimago en jefe de los fenixianos, su miedo radicaba en su propia historia en el hecho de que había sido vaciada su sangre y sustituida para evitar ciertas dependencia vampírica, un procedimiento dolorosísimo y no muy conocido, ahora diría que casi experimental, pero a Gilderoy no le había importado con tal de conseguir su propósito, aunque la herencia genética seguía viva en los descendientes de Cye. Ladeo la cabeza y la sacudió intentando alejar aquellas cavilaciones ya que no era ni el momento ni el lugar.

 

Algo tierno a su parecer fue el gesto que tuvo el Ragnarok ante Mery al cargarla porque seguía mareada por la caída, nunca lo hubiera imaginado, reflexiono que jamás lo había visto tan… humano como hasta ahora, aunque sabía que era una rareza y que quizás nunca más tuviera la oportunidad de contemplarlo, por alguna razón que su subconsciente no revelo hizo nota mental de comentárselo a Bodrik quien lo conocía un poco.

 

Sin darse cuenta todos estaban andando detrás del profesor, Cye aun conservaba la sonrisa que le había provocado el Wild cuando se había dado cuenta que tanto el profesor como la Lockhart lo habían marcado. Ahora caminaban hacia quien sabe dónde, lo ciertos es que el panorama cambiaba, el clima y también la energía, de un ambiente húmedo y lúgubre, pasaban a uno árido y caliente, como si lo anterior fuera el presagio de lo que estaba por venir. Eso si la calma gritaba “cuidado” lo mismo que los bordes del camino que parecían desmoronarse como si estuvieran entrando a un mundo por derrumbarse o al propio infierno, con lo cual la varita de Cye vibraba en su diestra lista para cualquier acción.

 

--Yo si tengo una, al marcar debo inmediatamente pronunciar lo que deseo o puedo esperar para dar la orden tiempo después, total la conexión esta creada ¿no?-- el “no” casi fue tapado por el grito de Adrian que le avisaba de algo, y pronto lo supo pero antes sintió el metal frío de la daga rasgar la tela de su prenda en la espalda a la altura del hombro, ¡Adrian la había cortado y le avisaba! Noooo, el le avisaba del maldito perro sangriento que se abalanzo sobre ella con tal ferocidad que la tumbo al suelo quedando sus extremidades al alcance del animal.

 

--Reducio-- grito apuntando molesta, al tiempo que el feroz animal reducía su tamaño tres veces con lo cual el daño era mucho, muy por debajo del esperado, los dientes lograron raguñarla pero no gran cosa porque la mayor parte de los dientes se quedaron en la tela de la ropa. la bruja se levantaba y lo pateaba tan lejos como era posible.

 

Miro con una mirada asesina a Adrián lamentablemente según ella lo que intentaba hacer no salio, en todo caso no creía que Hades dejara pasar la ocasión si hacer ninguna acotación al respecto. Se apunto con la varita y pensó en un "Épiskey" con el que sano el rasguño, presentía que aun venían cosas peores y quería tener el uso del hechizo de curación reservado ya que solo podía usarlo una vez.

 

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@@Adrian Wild @@Hades Ragnarok

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Estaba merada, confundida, agotada. La pelirrosa no tenía fuerzas para abrir sus ojos, ni mucho menos que era lo que pasaba a su alrededor. Escuchaba voces, nada del otro mundo, a veces no podía distinguir ni si era una voz femenina o masculina, nada, lo suficiente como para saber que no se había desmayado, no había caído en esa inconsciencia que hacía a las personas dejar de sentir.

 

Más voces, pasos cerca de ella. Algo pasaba pero nada, no lo quedaban fuerzas casi para abrir lo ojos, ¿qué le había pasado? Un golpe tan leve no podía causarle aquello, así que simplemente se dignó a saber que pasara lo que pasase ella iba a ser lo menos participe posible, lo sabía, lo tenía en cuenta, ¿cómo podía ayudar o hacer algo en una condición prácticamente vegetal?

 

"Si no salgo por ti tú no vas por mí ¿cierto?" esa voz hizo que la agotada Gaunt sintiera alivio, al menos no iban a comersela por el momento, y sabía que Hades no le haría absolutamente nada estando en aquellas condiciones. Abrió la boca para hablar, pero nada, imposible, solo salieron de su garganta sonidos totalmente anormales, graves y sin significado alguno.

 

Falta de alimento.

 

¿Cuanto llevaba sin toma una gota de sangre? Sin duda alguna era aquello, se sentía igual que la última vez, y si, ésta vez sería distinto, ¿de donde podía alimentarse sin morir? o mejor aún, ¿cómo iba a alimentarse sin ayuda alguna?

 

Algo más estaba pasando, de repente se movía, ¿en el aire? Usó todas las fuerzas que pudo, cosa que la Nigromante notó cuando sus ojos se abrieron y la poca luz casi la ciega. Ahí estaba su hermanito, el Ragnarok la cargaba como a una cría pequeña, a caballito. El era vampiro, como ella, no pasaría nada si...

 

Sus colmillos se estaban clavados en el hombro del cainita, pero no absorbió demasiada sangre, la justa como para mantenerse más despierta y activa que anteriormente. Las leyendas decían que podía envenenarse si se tomaba sangre de la misma raza, pero otras queno, quizás podía enloquecer o no pasarle nada. Le daba igual, ya podía mantener los ojos abiertos, suficiente.

 

- Te odio Ragnarok -dijo la Gaunt mientras besaba la nuca del mortifago y dejaba caer la cabeza en su hombro, suspirando.

 

Llegaron a donde el señor tenebroso solo sabe pero si, no era Legilimante ni nada por el estilo, pero la cara de Hades mostraba la misma incomodidad que ella había sentido. Demasiada calma.

 

- Yo tengo una... -dijo en cuanto su hermano habló, pero allí había lobos, sangrientos. Se relamió al ver el líquido rojo. Puso la mano sobre el hombre mordido de Hades para marcarlo como el libro de la sangre decía, si, aquella vez se había estudiado los hechizos y poderes que tenía. No quedaba marca alguna, ¡NINGUNA!

 

Saltó de la espalda del Ragnarok. Cuando calló en el suelo, un tanto inestable, miró su cuerpo sin parar hasta que la encontró, allí estaba la marca que tanto temía tener. Su brazo había sido marcado por Hades y, con lo cazurro que es su hermano, seguro que le había prohibido marcarlo y defenderlo.

 

- Cabezota, ¡ERES UN MALDITO CABEZOTA! -gritó la Gaunt mientras salía corriendo, entre tambaleos, hacia uno de los lobos. "Orbis Bestiarum" pensó y al instante un anillo dorado rodeó al lobo, el cual se sentó, siendo ordenado a no moverse ni atacar a nada ni nadie.

 

Un pequeño salto, eso fue lo único que la Nigromante necesitó para estar sobre el animal absorbiendo toda su sangre. Si no podía ordenar a su hermano que la ayudase, se tendría que buscar la vida por su misma.

 

- Uno menos -dijo mientras se levantaba y relamía los labios, limpiando los restos de sangre, aunque más tarde su manó pasó por ahí, llevando lo que si sobraba y su lengua no había alcanzado.

 

Miró a sus compañeros, ¿aquel era su empleado? Abrió sus ojos, ¿qué hacía allí? Negó con la cabeza, en verdad aquel chaval era uno de los más eficientes y agradables de su departamento, pero jamás admitiría aquello, aún estaba enfadada con el por ocultarle información. Y a unos metros de el, Cye.

 

Recordaba haber ido a algún negocio suyo a ponerlo patas arriba y dejarle mensajes de advertencia por parte de la Marca Tenebrosa. Nada del otro mundo, lo que solían hacer con locales que no fueran de miembros del bando. Caminó hasta ella al ver su defensa contra el lobo.

 

- Podría haber dejado que me lo comiera, aún tengo hambre -dijo viendo al mini lobo volar debido a la patada de la bruja. Colocó su mano en el hombro izquierdo de ésta-. ¿Todo bien, señora Lockhart? -dijo mientras sabía que ésta vez si había marcado. Le regaló una dulce sonrisa "y a partir de ahora, defiende a Hades como si te fuera la vida en ello" le ordenó. Había leido que, una vez que la marca estaba sellada, las órdenes podían llegar a ser telepáticas ya que las mentes se conectaban.

 

Volvió hasta al lado de Hades y apoyó la cabeza en su brazo, casi a la altura del hombro.

 

- ¿Por qué nunca me vas a dejar defenderte? -le preguntó mientras hacía un puchero-. Quería probar contigo los poderes nuevos del libro y no he podido -puso voz de niña pequeña y apretó la varita con fuerza, la cual había sacado hacía no demasiado rato-. Me aburro así -dijo, mordiendo su labio inferior para "evitar" los pucheros-. Confringo -dijo apuntando a una roca al lado de un grupo de animales. Y explotó cuando el rayo llegó hasta ésta. Y los animales por consecuente, salieron volando por dicha explosión.

 

@ @@Adrian Wild @@Hades Ragnarok

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El vampiro dibujo una mueca divertida al ver como Adrián intentaba comprender lo sucedido mientras él seguía cargando a su hermana, quien en lo que reaccionara seguramente le haría un gran berrinche. Sin embargo, lo que hizo Mery lo tomo por sorpresa. Sintió como esta clavaba sus colmillos en su hombro.

 

-No era necesaria tanta agresividad hermanita –dijo en tono molesto para después poner los ojos en blanco- si querías vengarte lo normal es que usaras la varita –bufo mientras la chica seguía con los colmillos en su hombro- o si necesitabas sangre me hubieras pedido un poco, siempre llevo una reserva conmigo o quizás podríamos haber cazado, no vaya a ser que termines envenenándote con mi sangre

 

Había pasado muchísimo tiempo desde que algún otro vampiro le hubiera mordido. Más bien, ahora con aquel acto la chica estaba mucho mas atada al Ragnarok de lo que hubiera querido imaginar.

 

-Y yo te amo mas de lo que jamás nadie lo hará hermanita –le dijo en respuesta a las palabras que ella le había dicho antes de volver a cerrar los ojos para descansar un poco mas.

 

El Ragnarok y la pelirrosa eran una pareja de temer, eran la pareja perfecta cuando estaba juntos por lo que aquel acto o aquellas palabras siempre tenían un significado para ambos, claro estaba, era obvio y estaba claro que él era el único que podía tratar como quisiera a la Gaunt y salir vivo de ello.Pese a, todo aquello, el cainita sintió como su hermana comenzaba a restablecerse y a moverse un poco mejor. Sintió como esta bajaba de su espalda y este la observo tambalear, iba a ayudarla pero se detuvo esperando que fuera la misma chica quien se pusiera en pie, de seguir mal el la volvería a cargar.

 

Ladeo la cabeza cuando el primer ataque llego. Sin perder tiempo utilizo todos los conocimientos que había adquirido con el pasar del tiempo para librarse de aquel primer obstáculo, sin embargo, lo imprescindible era proteger a la pelirrosa de cualquier cosa que pudiera dañarla.

 

Rio al escuchar el grito y la queja de Mery. Al fin se había dado cuenta de lo que había pasado, mas aun, se notaba que Anne lo le había comentado lo que él iba a hacer, la misma técnica, lo mismo que había hecho con la chica él lo estaba repitiendo. Cuando esta actuó y uso magia para detener al lobo y alimentarse de el, el vampiro ni se inmuto, ya sabia como era Mery, claro estaba, si hubiera estado en verdadero peligro él lo sabría y hubiera evitado que la chica se hiciera daño.

 

La verdad es que el cainita se había divertido, mas estudiando a cada uno de sus estudiantes que habían sido marcados y atados a un juramento de sangre gracias al corte que él había infringido en ellos.

 

-No puedes sacar información personal de nadie utilizando esa técnica –respondió tajante el vampiro a Adrián después de que todo aquel caos había pasado para explicar todo aquello.

 

Se detuvo por un segundo simplemente para dejar que se curaran las heridas, aunque no era que le importara mucho en realidad, allí, la parte realmente fastidiosa era el papeleo o tener que revivirlos una vez terminada aquella sangrienta asignatura para responder a la pregunta de Cye.

 

-La marca y al orden son inmediatas, por lo que debes pensar muy bien que es lo que deseas hacer, ya sea con la daga o con alguno de los otros hechizos, encantamientos y maleficios de este libro –comentó el Ragnarok observando a los ojos de la abuela de su jefa. Se preguntó ¿que pensaría la Lockhart si dejaba morir a aquella mujer?, aunque Bodrik sabia que los métodos usados por el cainita eran pocos convencionales debía recordar que siempre eran efectivos, mas cuando ella misma había tenido que pasar por tal cosa- debiste suponer que lo haría hermanita, debiste leer el libro antes de venir a clase y prever que algo así iba a suceder –comento el Ragnarok mientras la despeinaba- no permitiría que nada te pasara y no me perdonaría si fuera así –comento al ver como la chica intentaba hacer pucheros- aun así no puedes decir que no et deje alimentarte se ese lobo –dijo en tono acusador y divertido- y no te preocupes., se que no te vas a aburrir –se acerco al oído de la vampiresa y le susurro algo… -“veras como terminas riéndote de lo divertido que será todo esto”- para luego separarse de ella y ver la cara de horror que clocaba al entender perfectamente el mensaje.

 

Luego de aquello, de responder las dudas y atender a su hermana el cainita siguió adelante pendiente de cualquier cosa que pudiera suceder ahora. Sabia que sencillamente aquel solo había sido un abreboca comparado con lo que sea que les tuvieran preparados, ya fueran alguno de los otros guerreros uzzas (aunque dudaba que ellos se interpusieran) o algún maleficio protector de aquella zona.

 

Caminaron un buen trecho en dirección al lugar al que debían llegar. Podía escuchar los pasos de los alumnos y cualquier cosa que estuviera rondándoles. Se detuvo de repente y miro en un radio de 360º, algo no estaba bien, su instinto le estaba avisando que algo se acercaba o quizás era la lógica-ilógica como solía llamarle él.

 

Observo como aquellas flechas volaban hacia ellos para clavarse en sus puntos vitales y se escuchaba el sonido de gritos de guerra que se dirigían al lugar donde estaba tanto él como los aprendices del libro.

 

-Bueno, ya e preguntaba cuando llegaría el escuadrón de bienvenida –dijo en tono burlón preparándose para atacar.

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Dos de dos. Errores, quiero decir. En lugar de proteger a Cye, la había dañado aún más. Menos mal que la bruja era bastante diestra con los hechizos y consiguió reducir de tamaño al lobo antes de que la atacara violentamente, de forma que tampoco tardó en curarse las heridas causadas por mi torpeza.

 

- Cye, lo siento...

 

Es lo único que logré decir tras haber recibido de lleno su cortante mirada. Había metido la pata. Dos veces. Empezaba a plantearme si aquel libro estaba hecho para mí. Pero, ¿qué demonios? ¡Era un libro de sangre! Claro que estaba hecho para mí. No era una persona violenta por costumbre, pero mi propia naturaleza me conducía al conocimiento de aquella sustancia vital tan poderosa. Tenía muchos conocimientos sobre las Artes Oscuras, y conocía muchos maleficios, embrujos y sortilejios que debían conseguirse mediante sangre. Podía resultar extraño, que alguien con tendencia al odio de aquellos que se hacían llamar mortífagos, supiera tanto de aquellas artes que ellos dominaban. Pero el conocimiento es poder. Y por eso debía conocer hasta la última palabra de aquel libro.

 

Terminé de curarme de algunas heridas que mi mala actuación me habían acarreado también, y pisando con firmeza el suelo que todavía se desmoronaba a nuestro alrededor, puse especial atención en el comportamiento del profesor con Mery. Por sus palabras quedó más que claro que eran hermanos. Sin embargo, aquello me traía sin cuidado. Lo que realmente me molestaba era ese constante deseo de protección mutua que tenían, lo que nos dejaba a Cye y a mí al servicio de sus peticiones egoístas. No lo podíamos permitir. Aquella marca tendría una duración limitada, y en cuanto se pasara el efecto...

 

- ¡Impedimenta!

 

El tiempo de descanso se había acabado. Una primera tanda de flechas había volado hacia nosotros, casi de imprevisto. O al menos así me había pillado a mí, que tenía la atención fijada sobre la pareja de hermanos. Aquello, sin embargo, me trajo de vuelta al lugar en el que estábamos y, varita en ristre, esperé cualquier otro movimiento para actuar con soltura, y con mis dudas algo más claras.

 

De la negrura fueron apareciendo seres que no supe identificar. Venían en un grupo que casi nos rodeaba. No era demasiado numeroso, pero tuve que ponerme de espaldas a mis compañeros para que cada uno pudiera controlar una parte de ellos. Sin embargo, su feroz y demoníaco aspecto indicaba la fuerza e intensidad con la que iban a llevar a cabo sus acciones. Iban montados sobre lo que parecían puercos enormes, con colmillos negros y ojos rojos. Parecía un escenario hecho a medida para aquel libro: un espacio sangriento, para el libro de la sangre.

 

- Orbis bestiarum --murmuré apuntando con Dror a uno de aquellos puercos y dándole inmediatamente la orden de que tirara a su jinete.

 

El animal, cumpliendo la orden, tiró al enorme demonio de su lomo y vino a mi lado, dispuesto a defenderme si así lo necesitaba. Pronto noté como otro de los jinetes corría hacia mí, pero yo ya estaba preparado.

 

- Sectusempra.

 

El ataque no fue dirigido al demonio, que venía directo a atacarme con una especie de katana o similar, sino a su montura, que rápidamente sintió el dolor provocando que el ser que lo guiaba cayera a pocos metros de mí. Aproveché el momento de desconcierto para saltar sobre él y tocarle en el brazo, dejándole impresa la marca de sangre.

 

- Protégeme --dije levantándome y retomando mi posición inicial.

 

Inmediatamente el demonio se puso en pie y cubrió mis espaldas, mientras el enorme puerco, que todavía tenía aquel aro dorado alrededor del cuello, se enzarzaba contra otro de los suyos que había intentado lanzarse hacia mí. Por unos instantes me quedé con postura resuelta sobre mis pies, contemplando lo que ocurría a mi alrededor, con gran satisfacción. Estaba protegido.

 

Al fin había conseguido hacer algo bien.

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✤ Viajero de la noche ✤

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