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Estudios Muggles + Transformaciones IV


Matt Blackner
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Era temprano. El sol brillaba, aunqeu aun no hacía demasiado calor. Después de al menos seis meses, había vuelto a recibir el aviso de los directores de la academia para avisarme de qeu volvería a dar clase de transformaciones. Lo echaba de menos, a pesar de que fuese pleno verano.

 

Giré la llave del contacto de la moto voladora, una Triumph negra que pasaría totalmente desapercibida entre los muggles.

 

- Ves como el viaje no ha sido tan malo, mujer? - pregunté riendo a mi madre, girando la cabeza para poder mirarla por encima del hombro.

 

Si, la había hecho venir de paquete en la moto, pero estábamos un poco lejos de Ottery, en las afueras del Londres muggle. Aquella estructura muggle, un grandísimo parque acuático, ya tenía a los primeros visitantes haciendo cola. Faltaban pocos minutos par la hora de apertura.

 

Y ahí estábamos. Yo, con un bañador de color rojo de estilo surfero que me llegaba a la altura de la rodilla y una camiseta de color blanco, además de unas zapatillas de tela negra y la mochila a la espalda, donde además de la varita, llevaba una toalla.

 

Ya que íbamos a dar la clase juntos, al menos, lo pasaríamos bien.

- Traes las entradas? - pregunté a mi madre, ya que además de las nuestras, debíamos llevar para nuestras alumnas.

 

La mía, @@Liliana McDougall habría recibido la noche anterior una nota mía en la que, además de la localización, le recomendaba tener precaución a la hora de aparecerse y desde luego, que no olvidara el bañador.

 

Nos colocamos en la fila, para esperar, tanto a las alumnas como a la apertura del parque.

- Crees que tardarán mucho?

Editado por Matt Blackner

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Gruñía continuamente, algo que no era anormal en mí por ir montada en aquella moto. Odiaba las motos normalitas y súper-odiaba las motos mágicas, donde el aire era un compañero malévolo, queriéndome tirar del asiento. Me agarraba con fuerza a Matt y, por dentro, le insultaba bien feo. Supongo que él estaría disfrutando de mi miedo por aquel maldito aparato para trasladarse hacia nuestra clase mutua. Eso era otra cosa que me enfadaba, ¿por qué tenía que trabajar en Agosto? Agosto era el mes del descanso, no para estar dando clases.

 

Matt me había visto tan enfurruñada que me había preguntado sobre dónde podríamos dar clases, así que le había contestado que en un sitio donde hubiera muggles y pudiera bañarme en la piscina. Reconozco que había pensado en alguna pileta municipal atestada de niños pequeños y padres que aguantaran sus rabietas. Pero no me hubiera imaginado nunca que hubiera decidido ir a un Parque Acuático.

 

Cuando llegamos al lugar, bajé de la moto tan sorprendida que ni me acordé de besar el suelo, feliz de poner los pies en tierra firme. El lugar era más grande de lo que me había imaginado. El colorido era enorme y... ¡Por los Dioses! La cola de muggles ansiosos por entrar era cada vez más grande. Pateé un poco la tierra del aparcamiento y tironeé de mi hijo.

 

-- ¡Claro que traigo esos papelitos rosas que me diste, aunque no sabía que eran para este lugar! -- le grité, mientras lo llevaba hacia la cola.

 

Mi aspecto aún era muy normal, un vestido playero de flores que ocultaba mi bikini, discreto, como me gustaba ir a mí. Me puse a la cola con él y gruñí. Pero ahora era porque no me gustaba esperar. Estaba allá como profesora de Estudios Muggles y no era muy correcto sacar la varita para abrirme paso. Y menos si mi alumna @ estaba por allá cerca, pues le había mandado una nota de que se uniera a nosotros en la dirección que me había dado mi hijo y que, sobre todo, no llevara la varita. Si me veía, pensaría que hacía trampa y tenía que enseñarle a moverse sin hacerse notar por el mundo muggle. Suspiré.

 

-- ¿Y si digo que he visto una rata por ahí delante? Creo que le dan asco esos animales. Seguro que habría una desbandada y llegaríamos antes a la taquilla.

 

¿Y a quién no le dan asco?

 

Bueno, seguro que Juv llegaba pronto.

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Extrañamente se sentía desnuda sin su varita, justamente por eso se atrevió a tomar ese conocimiento. No tendría que usar aquel palito de madera o depender de este, para moverse como pez en el agua dentro de un parque acuático Esto de ir con poca ropa, no creo que me apetezca del todo dándose una última ojeada colocaba una ligera capa de viaje semitransparente sobre sus hombros. Poco dejaba a la imaginación aquel pareo contrastado con un espectacular traje de baño de dos piezas No esta del todo atrevido o ¿si? respingó sintiendo la mano de su hermano mayor sobre su cabello.

 

Creo que estas espectacular sonrió abiertamente entregándole la nota enviada por Sagitas. Estaba satisfecho por su labor, ya no quedaba nada más que pudiera hacer por la Nigromante. El deber de cada uno de los Malfoy era sencillo y sin contratiempos en el camino Suerte con la clase, no tengo duda de que te lucirás como siempre lo haces marchándose envuelto en una neblina azul metálico, deseaba volverse a reencontrar con ella en otro momento.

 

Estaba mas que ansiosa de volverse a topar con Sagitas, vagamente recordaba la clase que impartió a tan peculiar y especial bruja. El poder mágico de cada una de ellas, no tenia comparación o posible similitud, mientras que Malfoy se mantuvo estancada en sus asuntos muggles, no podía negar que su ex pupila aprendió demasiado bien lo enseñado por la Inglesa. Sus orbes lapislázulis viajaron por un momento al pasado No existe relación aparente ladeando la cabeza con fuerza enfilaba sus pasos hacia la salida de la mansión Malfoy.

 

Era diferente codearse con el ambiente mágico, mimetizarse con este hasta volverse un mismo ente viviente. Apartarse de todo aquello resulto contraproducente, no encontraba el modo de encajar de nueva cuenta y anhelaba que Sagitas le diera una mano con todo aquello. El conectarse de nueva cuenta con los muggles, no parecía del todo descabellado y quizás ahí estaba la respuesta a todo el meollo que se armo en la cabeza de un momento a otro. Tenerla embotada era la peor forma de arrancar una clase,

 

Esto es un locura, no puedo enfrentarme a todo de golpe y no quebrarme la crisma contra el suelo una y mil veces tragaba amargamente. ¿Qué demonios le sucedía a Malfoy?, ¿Dónde estaba la mujer elitista y fría que se enfrentaba a todo sin pensar en los daños?. Su personalidad siniestra, carente de emociones o sensaciones se vio trastabillada por ese accionar del pasado, ya no era la misma y agradecía que la Nigromancia y las enseñanzas de Báleyr fueran mas que un aliciente en esos momentos.

 

Topándose con la mirada de la profesora, emprendió una caminata hacia ella. Mostrándose en todo momento convencida de concentrarse en aprobar ese conocimiento costará o que costará. Sus renovadas energías eran impulsadas por el anillo que portaba en su dedo corazón, aferrándose a esa vieja enseñanza del Arcano. No importaban los obstáculos, solamente contaba llegar al final y conseguir la meta deseada.

 

@ Potter Blue

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Dejé que mi madre, en su entusiasmo, tirara de mi hacia la cola de muggles que esperaban la apertura el parque acuático. Había sido un poco malo con ella, pero la moto voladora, aunque no le gustara, era la mejor forma de llegar hasta el lugar pasando lo más desapercibido posible entre los muggles. Además, sabía que no le había hecho mucha gracia dar las clases en pleno verano, asi que, para compensarle un poco tras oir sus gruñidos en casa, había pensado que, en ese lugar al menos se le haría más llevadero.

 

Y desde luego, le había hecho ilusión.

- Me alegra que te guste el sitio! - dije, aliviado de que no se hubiera olvidado de las entradas, o como ella decía, esos papelitos rosas, ya que sin ellos, el viaje sería en vano.

 

Aunque claro, ahora refunfuñaba de nuevo. No le gustaban las esperas, y su mente ya trazaba un plan para abrirse paso.

- No...las ratas no les hacen mucha gracia, pero recuerda que si creen que hay ratas cerrarán el parque para hacer un control de plagas y nos quedaremos sin poder entrar. - le recordé, porque era capaz de llevar a cabo su feliz idea.

 

En estas, qeu divisé una mujer. La había sentido, ligeramente confusa, aunqeu normalmente los magos se sentían asi entre muggles, sin su varita, de ahí qeu me fijara en ella. Llevaba un pareo que dejaba poco a la imaginación, lo cual me hizo ponerme ligeramente colorado.

- Creo que tu alumna ha llegado - murmuré a Sagitas, que miraba fijamente las puertas, las cuales contaban los minutos para que se abriesen.

 

Observé alrededor, pensativo. Solo quedaba por llegar mi alumna, @@Liliana McDougall ...llegaría a tiempo para nuestra entrada en el parque?

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Elevé la mirada para encontrarme con los ojos oscuros de mi hijo. Fruncí el ceño, algo enfadada. No me gustaba que me corrigieran, aunque tuvieran razón, así que gruñí aunque fuera positivamente.

 

-- Vale, nada de ratas. No queremos que nos cierren el local ningún empleaducho de Sanidad nos quite la diversión de esta jornada.

 

Aunque no estaba muy segura de si esa escusa hubiera sido suficiente para mí y me hubiera impedido no estar allá dentro. Pero mejor hacer las cosas bien hechas, sobre todo si tenía que dar ejemplo y portarme bien. A veces odiaba tener que portarme bien sólo porque me obligaba la presión social. A veces, desearía poder portarme como me diera la real gana.

 

Sonreí a mi hijo.

 

-- De acuerdo, nada de ratas -- lo corroboré por segunda vez.

 

En aquel momento, llegaba Juv, mi alumna. Ahora sí que me puse contenta pues la conocía y había lamentado que hubiera tenido que abandonar la última vez mi clase. Estaba segura que, esta vez, aprovecharía los estudios que le permitirían camuflarse entre los muggles.

 

-- ¡Hola! ¡Cuánto me alegra que estés aquí, Juv! Luces preciosa con ese traje de baño -- saludé a mi alumna aunque estaba segura que yo lucía mejor tipo con mi traje de flores. -- Bienvenida a la clase de Estudios Muggles. Estoy segura que nos lo vamos a pasar muy bien. Seguimos en la cola. Toma. Esta es tu entrada de color rosa para pasar por la taquilla.

 

Saqué la papeleta de ese color y se la di.

 

-- No la pierdas o no entras. Como ya sabes, aquí o pagas o no entras. Este papelito es tu acceso al Parque Acuático. Mientras llegamos al lugar donde el taquillero nos pide las entradas y esperamos a la alumna de Matt, a ver si recuerdas la Ley del Secreto de La Magia. No te preocupes, tengo activado el anillo antiescuchas y nadie que no seamos nosotros tres escuchará lo que hablamos.

 

Esperaba que Juv recordara aquel pergamino que le había dado en la anterior clase o tendría que comenzar de cero. Estaba segura que lo recordaría.

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Para mi es un placer tomar está clase expresó tomando la entrada con parsimonia. Era extraño verse formada en una fila muggle, no le agradaba en lo más mínimo tener contacto con seres que consideraba inferiores para ella No perderé, créeme que no afirmó sintiendo como un pequeño golpeaba su pierna izquierda. Los modales no reinaban en personas como esas, descuidados y ordinarios Será interesante ver que puedo hacer contra ellos poniendo sus orbes azul oscuro en blanco, ya comenzaba a fraguar alguna maldad sin lugar a dudas.

 

Perdonarás mi descuido, pero no recuerdo la ley que mencionas entornando sus pasos hacia adelante. El bullicio de todas esas personas, comenzaba a trastocar un poco sus sentidos, quizás todo eso de debía a la molestia que provocaba en ella la marca de Caín aunada a la cicatriz que no cesaba de quemarle el pecho, noche y día. Sus días dentro del Inframundo, no acababan de pasarle factura Solo se que varios magos debían mantenerse escondidos empleado diversos conjuros, todo eso gracias a la caza indiscriminada de brujas y brujos. Me imagino que los “muggles”, no podían tolerar convivir con personas que poseían dones que ellos no comprendían del todo o en el peor de los casos ladeando la cabeza prefería guardarse esa clase de impresiones.

 

Lamentaba no portar su varita, simplemente estaba indefensa ante ellos, aunque no del todo a decir verdad. Sus habilidades con el grimorio eran de admirarse y con solo pensar en ese antiguo libro, comenzaba a sentirse segura de nuevoYa podre amenizar todo este asunto a mi manera .Reculaba en sus recuerdos, atrayendo una imagen de pequeños pergaminos que la pelivioleta les entregará y se confundirían con menús muggles o cartas de un restaurante Quizás ese es el secreto al que se refería, ellos cuentan con infinidad de señales y lenguajes escritos y no escritos. Señas creadas por sus manos, gestos con la cara y todo eso algo dentro de ella emergió con fuerza y le hizo recapacitar de golpe. Una oleada gélida le ascendió por la espalda, culpaba a su parte más oscura por ello.

 

Espero que no se demore mucho o tendremos que empezar sin ella encogiéndose de hombros, volvía a sentir un golpe. El auto-control no era una característica en ella, si percibía otro golpe o roce de ese pequeño, si que estaría encaminándose a las mismísimas fauces del averno. Malfoy no era paciente, ni tolerante, no por nada el ser una Nigromante con conocimientos en el arte de matar y revivir, si que le transformaban en un arma de doble filo que seria imposible de contener o mermar.

 

 

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Me sorprendió que Juv dijera que no recordara el pergamino que les había dado en clase. Fruncí el ceño e intenté recordar si llegué a dárselo. Recordaba que hacía meses de eso, por febrero, en un pub de Liverpool, en el que llevaba un vestido muy lindo azul psicodélico... Mientras avanzábamos, mi alumna iba recordando ciertas ideas sobre la Ley del Secretismo y la caza de Brujas que había generado en la antigüedad entre los muggles. Le sonreí.

 

-- Os mostré un pergamino en aquella clase, Juv, aunque recuerdo que no lo repartí porque lo disimulé con el menú de las bebidas de aquel local. -- Me puse algo roja y miré a Matt, poniéndome una mano en el pecho, de forma muy teatral, para asegurar: -- Te juro que no bebí nada que no fuera agua. Prometido por los Dioses Del Averno, hijo.

 

A veces soy algo mentirosa, pero ojos que no ven, corazón que no sienten, y sabía que Matt me lanzaría un discursito sobre lo mal que se me daba beber algo más fuerte que un zumo de naranja. Metí las manos entre mi ropaje (no muy amplio, por cierto, pero siempre llevo encima mi bolsito de moke en el que puedo encontrar de todo). Seguimos avanzando hacia la taquilla.

 

-- Mira, encontré uno. Está algo arrugado pero seguro que aún se lee. Sobre todo, no lo pierdas, a ver donde lo guardas -- la miré de nuevo, su atuendo era aún mucho más escueto que el mío. -- Como verás, es muy escueto pero resumen perfectamente lo que es el Estatuto del Secreto.

 

Aquí me salió mi vena de profesora y empecé a recitar como si fuera una grabadora:

 

-- Ley de Estatuto del Secreto de los Magos de 1689, también conocida como el Estatuto Internacional del Secreto. Esta Ley sirve tanto para proteger a los muggles de nosotros como a nosotros de ellos. Se prohíbe cualquier manifestación de magia delante de los llamados muggles, es decir, los que son ajenos a la magia. Toda falta se penaliza a una condena en Azkabán u otra cárcel mágica según el país en que se cometa la falta. No pueden ni siquiera imaginar que somos magos y que podemos gobernar la magia. Es de los mayores logros unánimes de las Leyes Internacionales.

 

Seguimos avanzando en la cola, ahora quedaba menos para la taquilla.

 

-- Los muggles tienen tendencia a relacionar la brujería con algo malévolo y maléfico y, durante la Edad Oscura, muchos magos fueron desaparecidos durante las persecuciones contra todo aquel que supiera usar la magia. Incluso sus propias poblaciones fueron diezmadas por el mero hecho de sospechar de ello, muchas veces de forma infundada. Por otro lado, muchos magos se creían superiores por saber usar la magia de manera que abusaban de ese poder maltratando a los muggles. La comunidad internacional se vio obligada a intervenir y crearon esta Ley con multitud de cláusulas hasta llegar a la que hoy conocemos. En resumen, queda así: cada comunidad mágica se hace responsable de todo suceso mágico que ocurra en su territorio y tendrá que dar explicaciones. Para eso está la Representación de la Confederación Internacional de Magos en cada Ministerio de Magia de cada país. El Ministerio de Magia ha de cumplir a rajatabla este edicto: todo puede acabar fatal. Cárcel... Pérdida del puesto de trabajo, imposibilidad de ejercer ningún puesto oficial en el Ministerio durante un período de tiempo... Esta ley del Secretísimo Secreto es muy importante. No la olvides nunca.

 

LLegamos delante de las taquillas y me perdí un poco aquello de los símbolos muggles. Sí, le refrescaría la memoria sobre ellos.

 

-- Veo que te acuerdas. Mira cinco de los signos muggles que hay aquí, a ver si sabes interpretarlos, Juve.

 

Mientras ella me respondía a mi pregunta, me giré hacia Matt.

 

-- Oye, tu alumno no viene... ¿Qué hacemos? ¿Entramos sin ella?

Editado por Sagitas E. Potter Blue

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Metí las manos en los bolsillos del bañador mientras Sagitas iniciaba la clase con @ cmo siempre, con el Estatuto del Secreto. Yo también había pasado por esa parte de la clase, aunqeu si era sincero, conviviendo con ella y dando más de una clase juntos, podría recitarlo de memoria aunque no hubiera cursado el conocimiento hacía mucho tiempo ya.

 

Las puertas del parque al fin se abrieron, asi qeu comenzamos a avanzar con la cola de muggles, a un ritmo lento aunqeu constante. Asentí a las palabras de la alumna de mi madre, al ritmo de avance entraríamos al parque sin @@Liliana McDougall mi alumna.

 

Nos acabamos deteniendo frente a las taquillas, donde Sagitas preguntó a Juv si conocía los símbolos de las puertas, aquellos qeu se correspondían con las normas del parque acuático. La dejó pensar y se giró hacia mi. Al parecer yo tendría la última palabra para entrar o no.

 

Asentí con la cabeza y cogí uno de los dos tickets rosas que Sagitas sostenía en la mano.

- Entremos. Hace calor y venimos para pasar un buen día. Si llega, podrá buscarnos aquí dentro.

 

Y dicho esto, dejé que la taquillera hicieera una marquita en la entrada, para al fin, darnos paso al interior.

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  • 2 semanas más tarde...

No sé como se pasó el día tan rápido. Para mí no hubo problema ninguno en convivir con los muggles, puesto que era algo que hacía a menudo y, ¡por los dioses!, sus parques de atracciones en el agua son excelentes. Así que ni me enteré que el tiempo pasaba tan rápido cuando se oyeron por los altavoces que nos invitaban amablemente a irnos hacia los vestuarios. Suspiré. Matt y yo nos lo habíamos pasado genial. Al final, aquello había sido un día de asueto, de vacaciones bien merecidas. Su alumna no se había presentado y la mía, Juv, se había quedado en algún lugar del parque y no la había vuelto a ver desde la entrada.

 

Me daba lástima porque ahora tendría que pasarle el pergamino a los directores con su suspenso, algo que me daba pena por ella, porque sé que era insistente. Lo positivo de aquel día era que me lo había pasado genial con mi hijo sin la presencia de su novia. Heliké se metía en todas partes y, por fin, había conseguido un día entero de diversión con Matt.

 

Lástima que se acabara. Los negocios y quehaceres diarios volvían a llamar la atención y teníamos que dedicarles tiempo.

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