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Prueba de Oclumancia #8


Aailyah Sauda
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Apenas había comenzado a aclarar cuando la Arcana se hizo presente en la orilla del lago. Había preparado la isla el día anterior con la intención de que estuviera lista para recibir a sus pupilas pero al intentar dormir aquella noche se había encontrado con que sentía cierta inquietud en su interior. Sabía que tanto Bodrik como Cye eran brujas talentosas y que podían enfrentarse a las pruebas que le impusiera pero tenía aquella sensación carcomiente de que Cye iba a intentar sobreproteger a su amada nieta y eso le hacía sentir pesar, mucho pesar.

 

Sabía también que su charla con Lockhart le había había servido a la bruja para darse cuenta de que era la mejor forma. Que si no le soltaba un poco la mano a Bodrik, la pequeña bruja no sería capaz de valerse por sí misma y era importante que aprendiera, que supiera que en ocasiones iba a estar completamente sola.

 

Así pues, Aailyah se detuvo en la orilla del lago y pateó suavemente una piedrita que se hundió en las claras aguas. En aquel momento, una suerte de niebla espesa se levantó en la superficie, impidiendo ver más allá de la distancia de un brazo. Las muchachas, como primera prueba, iban a tener que cruzar el lago en un bote que estaba dispuesto sobre la arena. La niebla no era más que un hechizo que las haría dudar sobre sus intenciones, sobre sus convicciones y pondría en tela de juicio qué tan listas estaban para enfrentar aquella Pirámide. Ambas brujas iban a tener que concentrar sus sentidos para extirpar la niebla de su interior y evitar que embotara sus sentidos, avanzar sobre el lago y arribar a la orilla opuesta.

 

La Arcana movió su vara de cristal y el puente que unía la isla con la tierra firme apareció. Allí no había niebla, por supuesto y no le afectaba la magia que se materializaba porque ella misma la había creado. Al llegar al otro lado del lago, las chicas iban a enfrentarse a su segunda prueba. Para poder entrar al laberinto que las esperaba más adelante iban a tener que enfrentar tus peores temores. Habría boggarts esperándolas y ecos de sus demonios interiores que se mostrarían como fantasmas, recuerdos o imágenes de aquello que no las dejaba dormir por las noches. Iban a necesitar no sólo sus varitas, sino también sus sentidos y, sobre todo, su fuerza de voluntad para enfrentarlos y seguir adelante.

 

El laberinto era la parte más sencilla. Un simple hechizo con la varita bastaría para guiarlas, pero dentro iban a pasar una prueba de fortaleza donde la magia era necesaria. Criaturas peligrosas y plantas mortales las esperaban, pero no era algo que unas brujas tan habilidosas como ellas no pudieran pasar.

 

Más adelante, al salir del laberinto, iban a toparse con la Gran Pirámide pero ninguna escalinata las llevaría hacia la puerta que se encontraba unos cuantos metros sobre sus cabezas. La forma de llegar ahí era encontrar la barrera invisible que les impedía ver con claridad la entrada y destruirla. Para ello iban a precisar de su conocimiento recientemente adquirido como oclumantes. Iban a tener que embeberse de aquella pared invisible, hacerla formar parte de sus propios seres y así engañar a la magia para que creyera que ellas eran parte de la barrera y que merecían entrar. Una vez conseguido esto, sólo tendrían que encontrarse con la Arcana dentro de la Pirámide y enfrentarse al Portal para conseguir el Aro de la habilidad.

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  • 2 semanas más tarde...

La noche pareció durar tan solo un instante y apenas la luz entro por la ventana de su habitación, la joven Lockhart supo había llegado la hora de asistir a su prueba para obtener por fin su habilidad, estaba preocupada obviamente, pero estaba segura que podría conseguir lo si se lo proponía, por tanto se levantó de inmediato y después de tomar un baño y ponerse unos jeans y una camisa de color rojo que tenía unos gatos espero a su abuela Cye en la entrada del castillo Lockhart y ambas desaparecieron para enfrentarse a su última prueba.

 

Después de pocos minutos ambas mujeres estaban paradas a la orilla de un gran lago y Bodrik estuvo segura de que era el lugar correcto pues de inmediato sintió un escalofrío recorriendo su cuerpo y pese que una especia niebla cubría el espejo de agua impidiendo que ambas brujas adivinaran lo que les esperaba durante el recorrido en el único bote que se veía disponible para iniciar con el viaje; Bodrik imaginaba que sería un viaje a lo más profundo de su mente, pero ahora se sentía bastante preparada para enfrentarse a sus propios temores .

 

Ambas subieron al bote seguras de una cosa, este viaje debían hacerlo solas a pesar de estar en el mismo bote. El vote zarpó como si estuviera programado para deslizarse por la superficie del lago y unos metros más adelante la duda invadió el corazón de Bodrik, ¿estaría haciendo lo correcto al enfrentarse a una prueba tan complicada, estaría completamente capacitada para conseguir la habilidad que ambicionaba?

 

No dudaba de su deseo, no dudaba de la necesidad de obtener su habilidad, pero no estaba segura de sus capacidades pero era precisamente su deseo de capacitarse que le dio el valor de continuar su camino. Su meta era superar sus miedos por eso recordó la primera vez que subió en el lomo de su corcel, la paz que sintió cuando por fin cabalgo a Tryck por el bosque y lo sencillo que se volvió para ella llamarlo aunque la primera vez que lo tuvo cerca estaba aterrada.

 

Entonces lo supo, estaba lista para enfrentarse a ella misma y limpiarse de una vez de aquel temor.

 

@ @@Aailyah Sauda

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No era su deseo llegar tarde y sin embargo siempre terminaba haciéndolo, ¿Cuándo, cuando podría manejar los tiempos a su antojo? Eso trajo un recuerdo de su niñez, mientras terminaba de peinarse, el caso es que de chica creía que al ser grade podría solucionarlo todo con magia, ¡Ahhhhh dulce inocencia, cuan equivocada estabas! Le dijo a su imagen reflejada en el espejo con una sonrisa nostálgica. Pero no había tiempo para memorias pues los segundos no se detenían. De puntillas camino hasta la cama y deposito un beso en la frete de Eirian, su bebecito pequeño y otro en los labios del mago que compartía su vida desde hacía ocho hermosos años, su esposo Ishaya, padre e hijo quedaron uno en brazos del otro arropados bajo el calor de las sabanas, en la penumbra de la alcoba matrimonial, mientras que Cye lo más silente posible llegaba hasta el vestíbulo del castillo donde @@Bodrik la esperaba, desde allí ambas desaparecieron rumbo a la universidad.

 

Sus sandalias planas rozaban el pasto a medida que avanzaba por la zona menos transitada de la academia, aquella que estaba fuera de las edificaciones y que conducían al misterioso lago, era allí donde habían quedado a encontrarse con la Arcana para tomar la prueba que de resultar satisfactoria la vincularía a ella y a su nieta al aro de la Oclumancia. Apenas clareaba pero estaba segura de que no hacia tantísimo frio como para provocar aquella densa niebla que no dejaba ver el agua a distancia. Con aprensión presiono el bolsito de cuentas en el que cargaba de todo, desde una barra de chocolate hasta su arsenal de diminutos frasquitos de pociones, la infaltable navaja multiusos adquirida en el Magic Mall y otros tantos artículos que consideraba necesarios en una aventura a descampado.

 

Belisama, su varita estaba sujetando sus largos rizos dorados, en un improvisado moño en lo alto de la nuca, mientras que sus ojos escudriñaban el paisaje, de la arcana no había rastros, aunque tenía la certeza de que podía verlas o al menos sabía que ya estaban allí a punto de abordar la única barca disponible.

 

--Curioso… ayer me acusa de no dejarte sola y hoy nos embarca juntas-- le comento a su nieta mientras se introducía en el transporte que carecía de remos pero que se puso en marcha apenas las dos brujas se sentaron en los tablones una frente a la otra. A pesar de estar tan cerca, la bruma pronto las alejo, pues no pudieron verse, Cye sonrió ante la irónica situación recordando las palabras de la mujer el día anterior.

 

Pronto los pensamientos de la rubia cambiaron de dirección y la diversión desapareció, estaba ansiosa, casi que nerviosa a pesar de que el sonido del agua siempre lograba tranquilizarla. Hoy era distinto, se pregunto si eso no sería un presagio para desistir de alcanzar una habilidad que deseaba poseer pero que empezaba a dudar si merecía o era capaz de lograrla. Las dudas invadieron su mente, el mismo motivo por el que lo hacía, su familia, la seguridad de sus hijos y nietos, ahora se transformaba en reproche, ¿acaso no debería estar cobijado a su hijo y amando a su esposo? ¿Por qué le quitaba horas a su felicidad en aquella búsqueda? ¿Le serviría de algo realmente la Oclumancia para que valiera la pena el reto de estar allí y pasar por lo que sea que la arcana había preparado?

 

Se aferro al borde de la barza con ambas manos tan fuerte que los nudillos se le pusieron blancos y la sangre amenazaba con abandonar sus dedos, un pensamiento cruzo su mente “Volver, hay que volver” pero su boca no se movió, y ahora el frio la invadía, sentía como si el bote fuera tan rápido como sus pensamientos y que la niebla le cortaba el paso incluso podía sentirla como si se volviera tangible a medida que sus dudas crecían, esa sensación de desasosiego no era normal en ella, así que cerró los ojos y entonces y empezó a ver pero con su mente, las dudas iban desfilando y su cerebro las desestimaba una por una con argumentos tan sólidos como las rocas a la margen del lago, la certeza de que estaba preparada y lista para aquello desvanecía cualquier vacilación, así como la bruma iba alejándose de la barcaza que seguía su camino rumbo a la otra orilla.

 

Sin darse cuenta ambas brujas habían encontrado la forma de vencer aquellos pensamientos que las anclaban y por eso podían ver la otra orilla una que cada segundo estaba más cerca, hasta que el transporte se paro y estaban a solo un salto de tocar tierra. Y Cye había cumplido su promesa, por el momento, de no intervenir en la forma en que Bodrik se desenvolvía.

 

--¡¡Llegamos!!-- dijo sonriendo a la pelinegra.

 

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Con aquel frio el lago se volvió mucho más largo de lo esperado, mucho más porque pese a ser consciente de la compañía de Cye en ese mismo Bote, no le veía desde el mismo momento en que abandonaron la orilla. Quizá era por la niebla esp0esa que cubría toda la superficie impidiendo que la pelinegra pudiera ver más a allá, a decir verdad no conseguía ver sus propias manos aferradas a los bordes del bote, seguramente pronto saldría el sol y el calor disiparía la fuerte niebla, o eso creía.

 

Sus zapatos tenis de color blanco pudieron no ser apropiados para la misión en la que claramente estaban y seguramente terminarían completamente sucios, pero este era un riesgo que debía tomar siendo ese el menor de sus problemas.

 

Cye había permanecido en silencio al igual que ella, obviamente porque estaba enfrentando sus propios miedos, claro que Bodrik estaba segura que la rubia matriarca Lockhart lograría salir airosa de su prueba y al final se vincularía con la habilidad que tanto anhelaba igual que ella misma lo hacía desde que escuchó por primera vez el termino cuando aún no había terminado la academia.

 

-Pensé que jamás llegaría – comentó abrazando a su abuela al comprobar que ambas había conseguido pasar la primera prueba.

Entonces siguieron avanzando con la intención de enfrentarse a su siguiente prueba, alguna vez podrían encontrarse con la Pirámide que las vincularía con el aro de la habilidad y claro no sería tan fácil, eso estaba más que claro y pronto alcanzaron la entrada a lo que parecía ser un laberinto – Es mejor avanzar de una vez- dijo eligiendo una de las entradas al laberinto y entonces los Vio.

 

-Noo. No puedes ser tú- gritó con todas sus fuerzas cuando vio sobre el suelo el cuerpo sin vida de un chico. Ezequiel Lockhart yacía sobre el piso completamente inerte y sin una gota de sangre en su cuerpo y ella sabía ala perfección quien había hecho las marcas en su cuello.

 

En otro momento seguramente hubiera visto el cuerpo de Cye o de Ishaya, pero últimamente pasaba tanto tiempo en compañía de su tío, jugueteando caminando tomados de la mano que era realmente sencillo que un accidente así pudiera ocurrir. Romper su cuello, clavar sus colmillos mientras bebía cada gota de su sangre y lo más aterrador de que ella visión era la sonrisa en los labios del pelinegro, la diversión en su mirada que ahora estaba completamente vacía.

 

-Tú no estás aquí- grito aterrada. Era consciente pese a todo, sabía que había entrado en un laberinto y esto que veía no estaba ocurriendo, pero que podía causar aquella visión de la que ella misma no era consciente hasta ese momento. Era su peor miedo, pero finalmente recordó -Riddikulus- Dijo aun temblando con su varita en la mano, pero no funciono y este se convirtió en Noah y luego, Alexander y de vuelta a Ezequiel.

 

-Riddikulus- pronuncio de nuevo con Layna aferrada aun en su mano derecha y entonces sucedió. La imagen se convirtió en el Mismo chico Bailando graciosamente dando vueltas en el piso y poniéndose e de pie como si fuera una especie de lagarto.

De todo lo vivido hasta ahora, esto era lo más difícil a lo que se enfrentó.

 

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Cye salto del bote y espero hasta que las dos estaban en tierra firme, como recompense @@Bodrik le abrazo y ella incapaz de mantenerla alejada correspondió con todo su corazón al abrazo, su niñita era una valerosa mujer y estaba a punto de demostrarlo. Bo fue la primera en hablar y sugerir avanzar y así lo hicieron, el paisaje cambiaba, dejando los pequeños pedruscos a orillas del lago, el agua y la arena que lo circundaba, para pisar tierra, hierva y encontrarse con una vegetación diversa, apenas el sol estaba por salir, pero la visión de lo que las rodeaba era más clara, y de cuando en cuando alguna enredadera de hoja llamativa, alguna flor extravagante y única se colaba entre los tonos verdosos y marrones, sazonando la visión de ambas brujas.

 

La Lockhart de a poco dejo de percibir el murmullo del agua, para captar el sonido de grillos y pájaros, juraría que también el canturrea de algún grupo de hadas, que seguro con la luna llena de la noche anterior debían estar bailando alrededor de un circulo, estuvo a punto de decirle a su nieta que le avisara si veía uno, pediría un deseo, si, si, decían que si una se paraba en el centro y giraba con los brazos abiertos pensando en algo en concreto, la magia impregnada hacia realidad el pensamiento, ahhhh superstición o no Cye si conocía a las hadas y a muchas criaturas dada su raza sacerdotal.

 

El caso es que no pudo decir nada, unos cuantos metros adelante estaba la entrada del laberinto, entre ellas y su objetivo algo se movía, Cye dejo de escuchar la voz de Bodrik porque sus sentidos se alertaron en dirección a unas figuras espectrales, no era boggarts, aunque de esos habían, eran figuras insustanciales, fantasmas con caras y voces que reconocía perfectamente. La rubia no le temía a los fantasmas, no después de haber visitado el otro lado, las auras y las almas, no siendo sacerdotisa. Sabía que el miedo paralizaba y los hacía más fuertes, también sabía que si se les daba ese poder podían llegar a lastimar físicamente, eso lo había aprendido con Báleyr, pero ¿qué haría Sauda en su lugar? Pues lo mismo que ella, estaba segura, nada menos y nada más que meterse en la boca del lobo, y mezclarse con ellos hasta confundirlos de tal forma que se debilitaran y ¡plop! se esfumaran.

 

--¡Aquí estoy!-- dijo con voz firme aunque no a gritos, abrió los brazos como si esperara que la abrazaran y camino hacia el frente, en realidad no supo cuanto fue, pudieron haber sido solo un par de pasos o mucho más, porque la entrada rocosa del laberinto parecía estar al alcance de la mano, lo que si era cierto es que aquellas figuras fantasmales la rodearon chillando de forma insoportable, reprochándole acciones pasadas, riéndose a carcajadas o mudas con los brazos cruzados sobre el pecho y con ojos que parecían querer acuchillar cada parte de su cuerpo.

 

Pero una se destaco, la de su abuelo que la despreciaba, y que a la vez parecía tan indiferente que el corazón le dio un vuelco, no era Gilderoy, sino el otro, el que la había negado, el maldito Malfoy que no la consideraba digna, que… --Noooo ya pase por esto y eres tu el que no eres digno de tenerme por familia, ni siquiera mereces uno solo de mis pensamientos o recuerdos-- así que miro en otra dirección y entonces encontró al fantasma de su amado padre, con esa sonrisa característica en sus labios, su mirada no era la misma de picardía, sino de pesar, como apesadumbrado por haber dejado de vivir.

 

--¡Tú! no puedes estar muerto, no me puedes haber dejado, no, no, no… no es cierto, no así-- se apretó la cabeza con las dos manos en una absoluta negación que le daba más poder a ese particular temor que la atormentaba en las noches desde que el mago había desaparecido misteriosamente. Sintió como si sus pies giraran solos y sus ojos pasaran de un rostro a otro, entre ellos el de Ishaya y entonces recordó lo esencial “Mi mente”

 

Cerró los ojos, respiro profundo y escucho atenta, no las voces, sino el trasfondo, esa conexión con la naturaleza que se hacía más fuerte, como si la tierra bajo sus pies tuviera corazón y latiera, los arboles cercanos movían sus hojas como pequeños rizos, o ramas completas como una abundante melena, y las lianas que colgaban de algunos troncos parecían ser el más hermoso vestido hecho de verdes y sepias con que cualquier viviente se pudiera vestir, el sol había salido, lo supo porque a pesar de tener los ojos cerrados podía sentir su calor y ver (en su mente) los rayos que atravesaban la copa de los arboles. La calma y la voluntad todo lo alcanzan, eso era un hecho, y entonces la imagen mental de sí misma cambio, ya no era una bruja de carne y hueso, no, era tan intangible como los fantasmas que la rodeaban, eso sí con su túnica blanquísima y sus cabellos sueltos, muda, pero sonriente; paso de estar en el centro a ser una de las que rodeaba y su lugar fue ocupado por los recuerdos que pretendían amenazarla, uno a uno se fueron desvaneciendo hasta que no quedo nada, solo ella y esa sensación de libertad.

 

Abrió los ojos y en efecto estaba a pocos pasos de la entrada del laberinto, debía llegar, y cuando estaba a punto de cruzar un boggarts en forma de serpiente se deslizo por el arco, quedando suspendido a mitad del espacio vacío que ella debía atravesar, seseante y agresiva parecía la criatura. “El miedo no es una opción” se recordó mentalmente, al instante empuño a belisama, su varita pronunciando --Riddíkulus-- de ella salió un rayo que impacto en el aparente reptil convirtiéndolo en lo que Cye pensaba, un recuerdo de un momento feliz de su infancia, la cuidadora del colegio muggle que las paseaba por el parque los domingos vestida con un enorme sobrero rosa que parecía que iba a volar, una bufanda amarilla muy ancha y unos lentes dorados que ocultaban sus ojos, y por supuesto el helado una bola de rico y sabroso helado que lengüeteaba, exactamente así fue disfrazado el animal pasando de ser aterrador a algo gracioso que hizo reír a la Lockhart con lo cual se esfumo.

 

Ya sin ningún impedimento cruzo el arco que la introducía en el laberinto, apartando con cuidado las lianas que intentaba disimularlo a la vista de cualquier curioso sin ton ni son, aunque dudaba que la isla y la magia de los arcanos permitiera pasar hasta allí a cualquier estudiante o curioso de la universidad. Allí todo tenía un propósito y el suyo personal ahora mismo era cruzar ese laberinto. Se tomo unos minutos para respirar y descansar, debatiéndose entre avanzar o esperar a Bodrik.

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Sin duda su familia era lo más importante en su vida, por esta razón enfrentarse a la imagen de Ezequiel completamente blanquecino e inerte sobre un charco de sangre era sin duda el mayor de sus miedos. Ambos chicos compartían la misma edad y pasaban gran parte de su tiempo libre jugueteando y paseando en el castillo Lockhart, el problema era que para Bodrik entregar tal atención a una persona significaba un enorme esfuerzo emocional y de auto control pues su naturaleza de Semivampiro se imponía en alunas circunstancias.

Con Ezequiel existía una conexión especial más allá de la relación tío y sobrina, como si el mundo girara por causa de ellos, pero Bodrik aún no descubría la razón de tal unión. Lo cierto era que su mayor temor seria hacerle daño a su familia. Entonces, se apartó pronto de la visión de su tío Bailando consiente de que no se trataba del pelinegro y conforme avanzaba percibía mejor el camino.

 

Pero al parecer una Boggart no era lo único que asechaba dentro de aquel laberinto pues al parecer se había transportado a otro lugar, uno muy lejos donde había estado tan solo una vez en lo que parecía muchísimos años. Recordaba que su nombre era Nefertiti y había sido citada allí por Farkas Lestrange, pero en su lugar había llegado su hermano Akiles y este le había tendido una trampa pues su hermano le comentó que se trataba de una Semivampiro , entonces en un momento estaba preguntando por su amigo y en el otro había una chica y un chico sangrando con la intención de ver a Bodrik asesinar por primera vez a un humano bebiendo su sangre, pero con lo que no contaban los Lestrange era la fuerza de voluntad y el entrenamiento paladín de la Jovencita que termino desmayada en el piso debido a su enorme esfuerzo .

 

Casi se desmaya de nuevo, pero algo más llamó su atención, el olor a sangre no estaba presente y en cambio la frescura de las plantas como en el bosque donde solía entrenar como paladín comenzó a invadir sus fosas nasales y tal como Sauda les había enseñado frente a ella apareció una edificación, y en su mente detallaba cada centímetro , cada ladrillo de la biblioteca del templo, aunque solo era la parte donde estaba la fogata y entre llamas se perdió por un momento del laberinto y lo más importante, el recuerdo se desvaneció y luego.

 

Hierba bajo sus pies, arbustos llenos de púas y muchas lianas plantas mágicas de todo tipo y un olor característico comenzó a apoderarse del aire entonces corrió lo más rápido posible usando varios caminos para encontrar la salida y por suerte y luego de buscar durante más de 15 minutos hallo la salida correcta justo a tiempo para que Cye no se marchara sin ella –estas todavía aquí- dijo emocionada y corrió hacia ella todavía temblorosa por la impresión de ver sus tíos uno a uno en un charco de sangre y también por haber corrido por todo el laberinto.

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Aailyah observaba a través de sus pupilas cómo se iban desenvolviendo en las pruebas que tenían por delante. Siempre había estado segura de Cye, aquella mujer sobreprotectora pero tenía sus serias dudas con respecto a Bodrik, quien al verse siempre amparada por su familia había estado viviendo en una pequeña caja de cristal. Quizá lo que más necesitaba para valerse por sí misma era aquello y Cye había querido acompañarla en su viaje, pero como le había dicho dos veces a la mujer, era momento de que la dejara volar sola. Y eso era lo que estaba haciendo.

 

Sauda apretó los labios viendo el Boggart de Bodrik. Ciertamente la pérdida de un ser querido era lo que más aterraba al noventa y nueve por ciento de la población, mágica y no mágica, pero para Bodrik aquello era más terrible porque ella siempre había estado rodeada de amor y comodidades. Aún así, la Arcana tenía fe en su pupila, la había visto crecer en sus clases, aprender y aunque le había costado, sabía que la bruja era fuerte en su interior, sólo le faltaba el empujón y la certeza en sí misma.

 

Por su parte, Cye parecía acorralada por fantasmas de su pasado que Sauda podía ver perfectamente formándose en su mente. <<Eres fuerte, tú puedes>> pensó con firmeza, la misma energía que emanaba hacia Bodrik también, pues esperaba que ambas brujas llegaran a la Pirámide. Perderse antes sólo significaría que tendrían que volver a cursar la habilidad y muchas veces Aailyah era reticente a dejar volver a un alumno reprobado. No porque fuera mala, sino porque temía que forzar una mente demasiado pronto tuviera severas complicaciones en el futuro.

 

Pero no ellas. Ellas pasarían. Lo sabía.

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Cye espero mientras que recuperaba el aliento, saco de su bolso una pequeña botella de agua y comenzó a beberla, mientras esperaba por su querida nieta. De pronto viendo que habían pasado un par de minutos la asalto la duda y ¿si Bodrik ya había pasado? Se regaño mentalmente así misma por aquella novatada. Cerró los ojos hasta que puedo oír los latidos de su propio corazón, sentir la energía que fluctuaba a su alrededor y entonces reconoció la de @Bodrik.

 

--Bueno estas sola bruja-- se dijo a sí misma y comenzó andar, dentro del laberinto la claridad no era algo resplandeciente, excepto por la que se colaba por las grietas de los muros de piedra, los cuales Cye adivinaba debajo de los arboles, enredadera y maleza que la abrazaban, no sabía pensado como una obra o por pura casualidad, las copas de los gigantescos arboles encimadas una sobre la otra varios metros por encima de cualquier construcción tampoco ayudaban mucho.

 

Otro trago de agua y casi brinca al escucha el sonido de pies caminando, --¿Que fue eso?-- susurro mientras apuraba el paso en el complicado diseño de pasadizos, ir a la derecha o a la izquierda, no tal vez era mejor seguir de frente, esas eran la disyuntiva inmediata a las que se enfrentaba la rubia, además de la corazonada de no estar sola, doblo a la derecha y de pronto unos ojos negros brillantes le miraron mientras varias patas movían a la criatura amenazadoramente hacia la rubia, era una acromantula adulta y parecía enojada.

 

--Oye, oye no quiero tener problemas contigo, solo quiero pasar-- su instinto evoco una imagen, la de su cuñada Sagitas, ella seguro que haría migas con el animalon, pero Cye apenas apretaba la varita dispuesta a usarla de ser preciso, tal vez un petrificus, porque no pensaba arrebatarle la vida, entonces recordó sus amuletos, anillos y el potencial de los hechizos que los guerreros le habían obsequiado tras el estudio de sus dos primeros libros, tal vez los usara antes de que aquella prueba terminara.

 

--Reducio-- dijo apuntando con la varita en un movimiento rápido a la criatura quien recibió el impacto del rayo y de inmediato redujo tres veces su tamaño, seguidamente la Lockhart grito --Petrificus Totalus-- inmovilizando al animal y echando a correr para aprovechar de poner distancia, corrió, corrió, corrió como loca por todo el laberinto, entonces tuvo la brillante idea de escalar hasta la rama de un árbol, para poder ver el camino, mala idea, a mitad de camino el árbol o más bien las lianas que coligaban por el tronco se enredaban en el cuerpo de la bruja ejerciendo una fuerza que amenazaba con inmovilizarla,

 

--No tengo tiempo para esto-- grito y como pudo se apunto con la varita pensando Salvaguarda Magica al instante toda ella se hizo insustancial e invisible, con lo cual se libero y se dejo caer frotando el amuleto en forma de alas para evitar golpearse ante la caída, luego corrió otro poco y por fin hayo la salida del laberinto.

 

Un poco más allá se detuvo a recuperar el aliento, mientras que sus ojos encontraron la figura de la pelinegra.

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El laberinto en sí mismo había sido realmente complicado. Sus criaturas no parecían muy amistosas a pesar de que dentro del bosque prohibido que era donde quedaba el Templo de la Orden de la Mano de Plata a la que pertenecía tanto por Sangre como por su raza paladín, estaba repleto de centauros, acromantulas y toda clase de criaturas fuertes y peligrosas, pero jamás había tenido problemas con dichas criaturas. El Laberinto al que se enfrentaba era distinto. Aquí las criaturas eran especialmente agresivas y gracias a sus habilidades de sigilo y lo aprendido en los libros Uzza consiguió salir de aprietos.

 

Un lazo del diablo apareció en cuestión de segundos y si no fuera por la instrucción de Nathan quien había sido su maestro de Herbología, no hubiese podido recordar que con un hechizo sencillo como -Lumus Solem- para acabar con dicha planta y que esta la soltara, aunque obviamente había alcanzado a dejar una marca en su brazo (una especie de moretón). Los problemas no terminaron allí, pues hasta cangrejos de fuego aparecieron quemando todo a su paso y de no ser por el uso de su anillo de amistad con los animales, no los hubiera podido quitar de su camino antes de que el bosque dentro del laberinto no terminara incendiado.

 

También fue necesario Usar un salvaguarda mágico que le ayudó a salir de un par de problemas, pero la parte más complicada fue precisamente cuando frente a ella estaba una esfinge y aunque ya se había enfrentado una en otro laberinto, esta vez pensó que realmente no tenía suficiente tiempo para buscar una salida y decidió utilizar otro recurso aprendido recientemente en su clase de la magia druida – Obsistens- inmediatamente una especie de escudo luminoso de color violeta apareció frente a ella permitiendo que en cuanto la esfinge intentó agredirla, esta desapareciera sin dejar rastro. No le agradaba la idea de hacerlo, pero no tenía otra alternativa para poder pasar.

 

 

Entonces salió de allí y pese a su evidente cansancio camino durante más de 15 minutos hasta que se halló frente a lo que seguramente seria la pirámide, pero no era lo que esperaba. La pirámide no parecía ser una, o al menos no como se veía en los libros pues no pareció atener una entrada o escalones para subir a un piso superior y entonces la presencia tan clara de Cye apareció junto a ella, cuando esta llevaba parada una media hora ya. Intentaba encontrar una manera de ingresar sin usar un modo tradicional y hasta ahora solo se le ocurría traspasar el muro, pero no sabía hacerlo.

 

-Abu ¿qué podemos hacer? - preguntó aliviada al tener a su lado a la rubia aun sabiendo que debían pasar la prueba cada una por su cuenta, pero no hacía daño ayudarse un poco.

 

-Sauda ha mencionado el muro muchas veces. ¿quizá si visualizamos nuestro muro, podamos ingresar? - estaba improvisando, pero no se le ocurría nada más pues ya había intentado un salvaguarda y no consiguió atravesar.

 

En su mente comenzó a imaginarse la pirámide, como si la pirámide fuera ese muro del que hablaba constantemente la arcana. Hasta ahora no lo había visto como ladrillos o como una pared, pero al ver la pirámide comenzó a imaginarlo de esa manera, como si en la mente hubiera comprendido que se trataba de un siempre muro de ladrillos o de algún material impenetrable.

 

-1, 2, 3… 45…. 57 – comenzó a contar cada ladrillo para poder interiorizar y tal vez así ver en su mente la entrada.

 

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Cye seguía apaciguando su respiración cuando escucho las palabras de su nieta, “La Pirámide” pensó´, ese era el escalón que les faltaba subir para encontrarse con Sauda, seguramente no sería nada fácil, como no lo había sido todo lo anterior y sin embargo allí estaban ambas, dando lo mejor de sí y tratando de no olvidar nada de lo aprendido hasta ahora, valiéndose del caudal de conocimiento que a lo largo de la vida cada una había adquirido y de sus propias vivencias.

 

Aquella pirámide ya la había visto antes, una construcción triangular con base cuadrangular, hecha de puras piedras de tamaños similares, que a la distancia parecen perfectos bloques, con sus tonos envejecidos por el tiempo, el sol y las tormentas arenosas propias de Egipto. Era sin duda alguna imponente, monumental y extraña, se le antojaba hasta caprichosa según la concepción de cada arcano. En esta ocasión no la custodiaba ningún feroz animal, pero tampoco tenía los tradicionales escalones que conducían a la cámara interna donde les aguardaba el salón circular.

 

--No lo sé, quizás debamos convertirnos en ella-- le contesto a su nieta @@Bodrik quien le preguntaba qué hacer y a la vez le recordaba las palabras de Sauda sobre muros, sabía que su respuesta era vaga, como vaga era la mirada hacia la cima de aquella maravilla, cuando dejo el embeleso, ya la pelinegra estaba concentrada en algo a lo que Cye no tenía acceso. Así que debía concentrarse para hallar la solución al problema.

 

--Déjame entrar-- le susurro a la construcción aproximándose un par de pasos más, para sentir la energía que manaba de aquella estructura. Sus ojos físicos solo veían lo elevada que era e incluso imaginaba los andamios usados por los constructores de antaño, y aunque pudiera conjurarlos con magia estaba segura que la pirámide se sellaría a si misma hasta que encontrara la forma correcta de accesarla.

 

Así que lo que no podían sus manos y pies, su varita y sus ojos físicos, tenía que poderlo la mente, por instinto cerró los ojos concentrándose en sonidos, aromas, fluctuaciones de energía y recuerdos de lo que su mente gravo momentos atrás. No le costos en absoluto, es más estaba asombrada, su mente diagramo la pirámide como una rejilla de finas lianas que estaban dispuestas en la unión de cada bloque, de arriba abajo, según se ensanchaba, mentalmente se fue acercando hasta tocarla y seguir cada cuadro como si ella misma fuera la liana que moldeaba los bloques, entonces la pirámide empezó a girar y ella, Cye que era la liana, se expandía abrazándolo todo, milímetro por milímetro de forma pareja hasta que de pronto el patrón perfecto se rompió, los bloques disminuyeron su tamaño y crearon un vacío que no era otro que la abertura de entrada.

 

”Lo encontré” pensó si atreverse a pensar en nada más, ahora las lianas se expandían en dos direcciones más, no solo arriba y abajo, sino a ambos lados con profundidades que antes no existían y entonces los supo sus pies estaban justo en el dintel de entrada a la pirámide, si retrocedía caería al vacío, pero si avanzaba iría directo a la cámara principal. Abrió los ojos y así fue, estaba adentro, se había hecho parte de la estructura de la pirámide y esta le permitió pasar, gracias a su mente y a lo que la arcana le había enseñado, a crear un muro, a fusionarse con él, y ahora entendía que las posibilidades y los usos eran infinitos, como infinito era la sabiduría que envolvía aquel conocimiento.

 

Con una sonrisa en los labios y el corazón latiendo apresuradamente corrió hasta que sus orbes chocaron con el diseño del suelo que pisaba que era una estrella de cinco puntas --Arcana ya estoy aquí, lo logre, ¿ya Bodrik llego?--

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