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Prueba de Animagia #11


Suluk Akku
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Dos nuevos alumnos estaban preparados para enfrentarse a la prueba dentro de la pirámide. Curiosamente, compartían el mismo linaje, algo que le sorprendió inicialmente pero que minutos después comprendió porque la animagia al igual que la metaformofomagia solía tener rasgos genéticos y con una sola persona que tuviera la habilidad, las generaciones posteriores podrían comenzar a poseerla.

 

Concentrada en sus pensamientos, casi se le va el tiempo entre las manos. Tenía que colocar los obstácu.los a los cuales se enfrentarían para llegar hasta el portal de las siete puertas, considerando el grado de dificultad que podría otorgarles, levantó el vuelo convertida en una gaviota, uno de los animales con los que tenía mayor afinidad. Volando el pequeño bosque, certificó que todo estuviera preparado, y descendió en cuanto vio a los magos.

 

—Bienvenidoss, los desafíos a los que se enfrentarán no serán sencillos. ¿Están listas? —dio la bienvenida a Aries y Mia, para después hacer aparecer un cesto— Coloquen sus varitas mágicas y anillos y amuletos que han obtenido hasta el momento.

 

En cuanto siguieron sus indicaciones, estos desaparecieron. Sí, sus dueños no podrían hacer uso de los mismos ni de ninguna otra clase de magia, todo dependería de sus cualidades físicas y mentales para superar lo que tendrían delante de ellos. Mirándolos con un poco de condescendencia, les indicó que era momento de iniciar y que no había vuelta atrás, al menos de momento, si querían vincularse al anillo que los reconocía como animagos, debían dar lo mejor de sí mismos y esa era una oportunidad.

 

—Al final del camino encontrarán su primera prueba, éxito. —soltó justo antes de desaparecer.

 

Lo primero a lo que se tendrían que enfrentar era ingresar caminando juntos hasta el final del camino, una vez allí se toparían con una pequeña lancha, a la cual tendría que pagar alguno con una ofrenda de sangre para poder abordarla puesto que era la única opción o ingresar a un lago lleno de inferis, ¿la sangre o los inferis? Ellos elegirían, una vez dentro del lago, hasta el islote llegarían, en donde una poción uno de ellos debería beber.

 

Los efectos serían como si de un veneno se tratase, una alucinación vería aquel que la tomará y esa alucinación les diría cuál era el siguiente reto a vencer. Podría ser complicado, porque tendrían que trabajar en pareja, pero estaba segura de que lo conseguirían, así que una vez que lograran vencerlo, serían conducidos hasta la siguiente fase, la cual se trataba de una esfinge, si aquella mítica criatura comenzaba a volverse reiterada para sus pruebas, ¿el motivo? Era sencillo trabajar con ellas y los ponía a prueba de manera mental.

 

El acertijo que tendrían que resolver, tenía mucha relación con la tierra. Era una rima que otros conocían como adivinanza, no era tan complicada, pero la solución estaba compuesta por dos palabras, de las que una tendría que decir el pelirosa y la otra la rubia.

 

«En el aire me crie, sin generación de padre y soy de tal condición, que muero y nace mi madre»

 

Una vez que lograran resolver la adivinanza, la última prueba se cerniría ante ellos. Un laberinto con dos bifurcaciones, era el momento en que se separarían, para el Ivashkov el camino que eligiera lo llevaría hasta un bosquecillo en donde encontraría a una yegua a punto de morir dando a luz, ¿qué haría? Ayudar al potrillo a llegar al mundo e intentar mostrarle cómo sobrevivir en el hábitat en el que había nacido y a sobrevivir sin su madre.

 

Mientras que para la Black Lestrange, una camada de zorros recién nacidos le esperaría. Pero no era cualquier camada, porque estos estarían siendo perseguidos por un cazador que desea sus pieles para poder confeccionar botas y abrigos para los muggles, ¿qué haría? Eso no lo sabía, ella tendría que descifrarlo.

 

Una vez que ambos lograran superar los retos, llegarían hasta la punta de la pirámide. En donde los estaría esperando con un par de pergaminos que confiaba antes hubiesen leído, pero para comprobarlo les pediría que lo hicieran.

 

—¿Han leído antes estos documentos del Ministerio de Magia: El Portal de las Siete Puertas y Breves apuntes sobre las Pruebas de las Habilidades? —esperando su respuesta los observó— Si los han leído, no tenemos nada que esperar, ¿quieren entrar a realizar su prueba? Espero que estén conscientes de que si responden que no, no podrán volver a este en este lugar nunca más.

 

Espero a que le respondieran, una vez que lo hicieran podría darles el paso para ingresar a la pirámide, mientras tanto tendrían que esperar hasta que se los indicara.

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El nigromante se encontraba sentado al filo de la cama, la noche anterior a la prueba de animagia, estaba un tanto nervioso e intranquilo, desconfiaba por primera vez de su habilidad para lograr todo lo que se proponía. Posiblemente era el recuerdo de la pequeña prueba que Suluk le había puesto antes de preguntarle si estaba listo para hacer la habilidad lo que provocaba que dudara mucho de lo que iba a hacer aquella mañana. ¿Y si la prueba de la habilidad era igual de fuerte que la prueba del caballo de carreras? ¿Y si se bloqueaba y no podía transformarse a su animal interior?

No, saco de su cabeza aquellos miedos, se había vinculado de una forma indescriptible con su animal interior que aun sentía el dolor en su alma por aquel maltrato. Pero no podía seguir perdiendo el tiempo así que después de meditar si desayunaba primero o tomaba una ducha accedió por la segunda opción. Aries tardo unos minutos en bañarse y unos pocos más en ponerse ropa limpia. Se miró al espejo y sonrió, estaba creando la suficiente confianza como para aparecerse en el lugar donde daba inicio cada prueba.

Estaba de pie al inicio del camino de obstáculos mirando a la matriarca de los Black Lestrange, se había molestado en sonreírle por unos segundos para después concentrarse en su camino que debía cruzar si quería obtener la aprobación de su habilidad y la vinculación a ella. Suluk había sido la primera en hablar y en darles la bienvenida a aquel lugar. El Ivashkov asintió a la pregunta de si estaba listo, él siempre estaba listo para cualquier reto que se le pusiera en frente. Y de esa manera una por una de sus alhajas fue depositándolas en donde la Arcana le había indicado.

Lo primero que había puesto en el cesto había sido su varita, estaba seguro que nada de lo que pasará en aquel lugar podía provocarle la muerte. Así que confiaba en salir sano y salvo de aquella isla en la que se encontraba la pirámide y las 7 puertas de las habilidades, mismas de las que ya conocía 2 de aquellas puertas.

Andando… —dijo sin dirigirse a nadie en particular. Aunque Mia era la única que estaba en aquel lugar puesto que la arcana Akku había desaparecido de aquel lugar tras haberles entregado un anillo y dándoles una primera y única instrucción.

Trato de caminar un poco lento, pero le resultaba imposible, la habilidad de ser un tanto veloz era parte de lo que compartía con su animal interior. Al llegar hasta el lugar donde estaba la lancha y el lago lleno de inferís volteo a ver a la Black Lestrange.

Creo que debemos hacer el sacrificio de una virgen. —bromeo mientras buscaba algo filoso con el cual hacerse una pequeña herida y de esa forma poder cruzar el cuerpo de agua sobre la lancha sin tener que lidiar con los inferís. Pero antes de cortarse con una piedra filosa se la extendió a la directora del Banco.

Si nos regalas de tu sangre, yo hago el siguiente reto. —propuso. Aunque realmente esperaba que no hubiera un siguiente reto, y que en su lugar pudieran legar a las puertas de las habilidades.

Pero estaba equivocado, después de un viaje algo movido por los inferís que trataban de llegar hasta ellos en la lancha, llegaron a la isla donde a lo lejos se veía la pirámide que los llevaría a vincularse aún más con la habilidad de animagia. Lo que indicaba que aun tendrían que enfrentarse a varios metros.

¿Sabes qué debemos hacer después de aquí? —preguntó y como si la isla esperará su pregunta se dio cuenta de la botella con un tipo de veneno en su interior, el joven había prometido ser él quien realizara el siguiente acto peligroso para avanzar, así que no le quedo de otra y bebió un trago.

El sabor de aquello era dulzón, como si trataran de ocultar tras aquello un veneno muy fuerte y así era, porque después de unos segundos, ante sus ojos se reveló la siguiente prueba. Ambos debían convencer a 3 animales a que los guiaran hasta el siguiente punto. Pero para esto debían mostrar realmente sus sentimientos por el mundo animal y su vinculación con este.

Uno de los 3 animales a convencer era un caballo, el siguiente era una serpiente y el ultimo era un zorro. Aries miro a la Black Lestrange, nunca le había preguntado qué tipo de animal era, pero se imaginó que por su forma de ser tan fría y astuta no era otra que la serpiente.

Mia tratemos de convencer a estos animales de que nos guíen al siguiente reto. —le dijo a la rubia y camino hasta donde se encontraba el corcel. El reto era lo bastante fácil, de no ser que debían convencer a la serpiente de guiarlos, ya que los animales que estaban ahí eran solo una proyección de lo que ellos eran.

Aries hablo con el purasangre blanco, pero nada ocurría, el caballo solo se encontraba al frente de él pero sin moverse, entonces giro a ver a Mia y el caballo miraba en dirección del zorro y la serpiente. Lo que parecía ser una prueba sencilla se le estaba complicando bastante, pero a los pocos minutos comprendió que ellos eran los animales que estaban ahí.

Necesito ser guiado hasta mi siguiente prueba. —No era el quien hablaba, si no el caballo que se dirigía a la serpiente que ahí se encontraba, el reptil serpenteo por un largo camino hasta que los dejo frente a la esfinge. Durante el trayecto se quedó ensimismado en sus pensamientos, soló seguía a la serpiente por el camino, claro aquello era lo que él alucinaba.

La esfinge los miro con detenimiento, minutos después les dejo un acertijo para dejarlos pasar. Aries era bueno en duelos, en hacerse el tonto y en otros muchos talentos, pero no era bueno descifrando acertijos así que se lo dejó a la Black Lestrange que se encontraba a su lado. Aun cuando la esfinge tapaba la entrada del laberinto pudo ver que en cuanto la tempestad dijera la respuesta del acertijo, cada quien tomaría su propio rumbo a lo que al parecer sería el último reto antes de la prueba inicial.

Hielo. Era la respuesta de aquel acertijo, lo supo cuando la fémina hablo y lo dijo sin chistar. El paso para ambos al laberinto era la señal de una separación momentánea para encontrarse con ellos mismos, decir que no estaba nervioso y temía sería una gran mentira. Lo bueno era que no se lo habían preguntado porque no sabría cómo mentir.

Al caminar por su lado de la bifurcación se encontró con una escena a la cual no estaba preparado, una yegua de color café dando a luz a un bello potrillo, su instinto le hizo querer ayudarla, pero en cuanto el potrillo salió de la yegua vio como esta murió. ¿La arcana le estaba jugando una broma? Encontrarse con un escenario así era poco peculiar, ni en sus dos anteriores pruebas había tenido que pasar por algo así. Pero antes de que el potrillo abriera los ojos, se transformó en una yegua blanca, con su hocico movió al potrillo para despertarlo, sabía que este iba a necesitar de comer pues aún era un bebé, así que busco un poco de heno para que comiera. Enseño al potrillo a ponerse de pie, a caminar y posteriormente a trotar, la comunicación que tenía con el pequeño era como si él lo hubiese parido.

El tiempo en el que había logrado que el caballito caminara y buscara su propio alimento parecía que habían pasado meses cuando en realidad sólo habían pasado unas cuantas horas. Así que en cuanto pudo pasar la prueba, llego hasta donde se encontraban las puertas de las habilidades. Suluk lo esperaba, así que era momento de enfrentarse a su gran prueba.

Sí, he leído los documentos, y si, si quiero seguir con mi prueba de la habilidad. —respondió mirando la puerta de la habilidad de animagia, aunque de vez en cuando echaba una mirada a las puertas de Parsel y Metamorfomagia, como si la nostalgia lo abordara. Recordaba las pruebas para aquellas habilidades, ¿qué le esperaba en cuanto cruzara por aquella puerta? Eso solo lo sabría hasta estar en aquel lugar. Así que esperó a que le dieran la oportunidad de cruzar la puerta.

Editado por Ariel Aries Bra Yaxley

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Era la tercera prueba de habilidad que tendría que enfrentar, sabía que siempre eran complicadas y esperaban algo más de ellos que simplemente el deseo de aprobarlas, sino que cobraban algún costo dentro de su alma y eso, lo hacía aún más complicado, aunque quizá era a la única persona que le ocurría. Por lo que se pensaba aún más, el hecho de continuar estudiando o no, pero no era el momento para cuestionarse ese tipo de cosas, sino que de aprovechar las últimas horas de descanso.

 

Cuando sintió el llamado por parte de la arcana, simplemente abandonó la comodidad de su cama y se encaminó hasta su armario en donde una sencilla túnica negra fue la que eligió como vestimenta, así como unas botas del mismo color, estaba lista. Pero antes de partir, se observó frente al espejo, sintió en ese momento como un pequeño calor invadía su musculo cardíaco, si estaba vinculada indudablemente con un zorro y podía sentirlo dentro de ella.

 

No era coincidencia que el único patronus que pudiese haber conjurado alguna vez, se tratase de ese animal. Cerrando los ojos, dejó que su magia la llevará hasta el bosquecillo cercano a la institución mágica, en cuanto estuvo allí se encontró con el pelirosa y lo saludó con una cabezada y le indicó que él primero. Si, ella iría detrás de él, al menos de momento porque aún necesitaba terminar de poner en orden su mente, para cuando lo logró, ya se encontraba delante de Suluk.

 

Intentando demostrar la serenidad que comenzaba a flaquearle, asintió ante la orden de colocar todas sus pertenencias mágicas dentro de un cesto, lo primero que dejó fue los anillos que le otorgaban algunos poderes adicionales, posteriormente los amuletos que había conseguido hasta ese día y con un suspiro colocó dentro su varita mágica, no le gustaba dejarla fuera de su vista, pero en esa ocasión era necesario o de lo contrario jamás podría avanzar.

 

Colocándose el anillo que les había entregado la arcana, aceptó la orden de comenzar y la vio desaparecer, por lo que giró para encontrarse con Aries, al cual le respondió con una cabezada, para comenzar a andar a su lado. En cuanto llegaron hasta la lancha, en donde se encontraba un pequeño lago con una lancha, observó detenidamente la situación, tendrían que hacer algo para no despertar a los muertos.

 

—Lástima que no haya ninguna virgen, así que tendrán que conformarse conmigo… ¿o no? —respondió a la bruma del Ivashkov, para después tomar la piedra con bordes filosos que le tendió.

 

No era muy fanática de realizarse esos cortes, pero era necesario así que, aceptando la propuesta, se llevó la piedra hasta el antebrazo derecho, y realizó un pequeño corte en forma vertical, el cual comenzó a sangrar en cuestión de segundos, por lo que se acercó hasta el borde del lago, en donde pudo notar como tras recibir la suficiente sangre, una correa salía al exterior, ¿sería lo que les permitiría cruzar el lago? Esperaba que sí, porque ahora tendría que usar un borde de su túnica para usarlo como torniquete y no se fuese a ensuciar la herida y causarle algún tipo de infección.

 

En cuanto subieron a la lancha, nos llevó hasta el centro de la isla, en donde cuando se preguntaban cómo continuar una vasija apareció con una botellita de algo que parecía que era veneno, sin saber si realmente lo era Aries lo bebió y ella lo cuido mientras se movía un poco por lo que fuese que estaba viviendo, hasta que volvió en sí y le indicó que tendrían que ser guiados por alguno de los animales presentes, un zorro, un caballo o una serpiente.

 

Ambos tenían afinidad para el lenguaje de las serpientes, sin embargo, eso no les sirvió hasta que el caballo habló y les trasmitió el mensaje. Siguiendo a la víbora, los llevó hasta la esfinge, la cual los miró fijamente. Esperando a saber si eran dignos de dejarlos continuar o si quiera de decirles cuál era su acertijo, esperaron con paciencia y en cuanto comprobó que no se irían hasta que les ofreciera el acertijo para continuar se los dio, no era tan complicado como se lo habría podido esperar, pero, aun así, tendría que pensar muy bien su respuesta.

 

La conociera, no era mala para ese tipo de acertijos, no se iba a arriesgar a decir lo primero que se le viniera a la mente. Por lo que después de meditarlo durante algunos minutos, llegó a la conclusión de que sabía que era lo que tenía que decir, así que mirando al Black Lestrange, para preguntarle si podía dar la respuesta y al saber que estaba de acuerdo, miró a la esfinge y esbozó una sonrisa.

—La nieve y el hielo… esa es la respuesta. —al ver que era correcta, los dejó pasar al laberinto.

 

Había dos bifurcaciones, el momento de separarse había llegado. Inhalando profundamente, comenzó con su camino por la de la izquierda, y al comenzar a adentrarse, sintió como la adrenalina corría por sus venas, algo no iba bien, así que sin siquiera detenerse a pensar en que era lo correcto, se transformó en un zorro, y al hacerlo, casi se arrepiente, porque sintió como una bala pasaba cerca de ella, y eso la hizo comenzar a correr, hasta que llegó al claro en donde una z**** muerta se encontraba sobre su camada de zorritos que estaban aterrorizados.

 

Se habían quedado sin madre, tenía que ayudarlos. No podía dejarlos en ese estado tan lamentable, así que se acercó hasta ellos y los atrajo hasta sí, para guiarlos hasta un pequeño escondite entre dos grandes rocas que los conducían hasta una cueva, de tamaño pequeño pero que sería suficiente para ellos. En cuanto estuvieron allí, sintió como se pegaban lo más posible a su cuerpo y comenzaban a buscar cómo alimentarse, sin saber exactamente que hacer permitió que bebieran de sí misma, no era lo mismo una leche creada mediante la metaformomagia pero les mantendría con vida de momento.

 

Pasados algunos minutos o quizá horas, no estaba segura de cuánto tiempo había pasado, estuvieron lo suficientemente listos para continuar con su crecimiento, así que les pidió que la siguieran fuera de la cueva y les enseño a cazar pequeños animales. Los cuales, les servirían de alimentación. Una vez que estuvo segura, de que iban a sobrevivir y que no iban a ser cazados por ningún muggle, descansó y se despidió de ellos, habían despertado una vez más su lado maternal así que podía entender lo difícil que era dejarlos ir, pero tenía que continuar con su camino para enfrentarse a su prueba de animagia.

 

En cuanto volvió al camino, pudo llegar sin problema alguno hasta lo alto de la pirámide, en donde Aries y Akku la esperaban, una vez que tomó entre sus manos los documentos que la última le tendió, les dio una rápida hojeada y asintió ante la pregunta, sin lugar a dudas preguntaría si le surgía alguna duda, pero como no era así, podía estarse totalmente tranquila y prepararse para ingresar por tercera vez a alguna de las siete puertas.

 

Sí bien, en esa ocasión entraría a la de animagia, sabía cuál era el proceso así que simplemente miró la puerta de la habilidad y después a la arcana.

 

—Deseo hacer la prueba, no tengo ninguna duda y he leído los documentos. —respondió y asintió al escuchar las mismas palabras del Black Lestrange.

 

Ambos estaban listos.

Editado por Mia Black Lestrange
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Pudo observar como los Black Lestrange, habían superado uno a uno los retos. Habían trabajado en equipo, tal y como se podía haber esperado, por lo que estaba segura de que no tardarían en llegar hasta su posición, por lo que los esperó con los brazos abiertos, dejando en claro que confiaba en que los dos llegarían hasta la punta de la pirámide, porque confiaba en sus habilidades y en cómo se las habían arreglado.

El primero en llegar, fue Aries y por tanto el que le respondió más rápidamente que estaba listo y podía comenzar cuando fuese necesario, la segunda fue Mia, la cual se notaba algo afectada emocionalmente, pero sabía que quizá solo era su impresión, porque la bruja jamás había demostrado alguna muestra de debilidad antes y podía asegurar que no comenzaría en esos precisos momentos, así que simplemente esperó a que leyera los documentos y le respondiera afirmativamente.

—Pueden iniciar entonces, —se hizo a un lado para que la puerta se abriera— pueden ingresar, recuerden que si en algún momento de la prueba necesitan mi ayuda pueden utilizar el anillo que tienen, porque es nuestro vinculo y acudiré hasta ustedes.

Sus palabras eran ciertas, porque les ayudaría en lo que pudiese. Sin embargo, tenían que tener claro que, si decidían abandonar la prueba, no habría una segunda oportunidad y mucho menos la posibilidad de que continuaran más adelante, era ese momento el único que tenían, así que era mejor advertírselos.

—Si deciden que los saque de la prueba, terminará y no podrán vincularse a la habilidad, así que mucho éxito y recuerden que en todo momento estaré a su lado. —fue lo último que dijo.

De ese modo, permitió el ingreso a los jóvenes, los cuales entraron uno por uno y listos para enfrentarse a lo que les deparará el portal. Mientras tanto, ella esperaría y los estaría monitoreando cada cierto tiempo, intentando ayudarlos cuando así lo necesitaran o creyera que era lo mejor para ellos.

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Tras escuchar con atención las palabras de la arcana, asintió. Conocía los riesgos de abandonar la prueba, así que no lo haría al menos no si se encontraba dentro de sus manos, además estaba tan cerca de vincularse a su animal interior, que sería toda una locura que no pudiese demostrar que era capaz de controlar la conexión que existía entre el zorro y su alma, por lo que tras inhalar y exhalar un par de veces, se acercó hasta la puerta que la arcana tenía a un lado.

 

—Gracias, lo tendré presente. —siseó, con una sonrisa en los labios.

 

Acariciando con las llemas de su zurda el anillo que tenía en la diestra, se encaminó hasta la puerta, y una vez que la tuvo frente a ella, visualizó y memorizó los grabados que contenía. Sí, era hermosa y estaba segura que lo que se encontrara allí dentro, sería suficiente para demostrarse a sí misma, que no necesitaba de la ayuda de nadie más, durante su recorrido como animaga. Así que, eligió ese preciso momento, para atravesarla.

 

En cuanto lo hizo, un aura de color blanco comenzó a rodearla. Hasta llevarla a otros tiempos, ¿era el pasado? Sí, podría tratarse de eso, porque se encontraba con un pueblo que en su visa había visto. Se encontraba en lo que podía considerarse como un bosque libre de la mano de un hombre, ¿pero dónde era? No lo tenía del todo claro, únicamente que su apariencia había cambiado ahora era una niña de aproximadamente unos doce años, la cual se encontraba sentada sobre una roca, mirando el agua de un río correr.

 

Un poco confundida y deseosa de comenzar con su travesía, se levantó y observó el vestido sencillo de manta que vestía, sin duda le servía para proteger su cuerpo, el cual debido al clima caluroso, no necesitaba más vestimenta, sus pies iban descalzos y su cabellera trenzada en una coleta sobre su cuello. Si, era totalmente diferente, sin saber exactamente qué era lo que haría, se adentró un poco por el bosque, hasta que encontró el asentamiento de una tribu.

 

Cambiando el tono rubio de su cabello, por uno de color negro y sus ojos verdes por unos de color café, se sintió mucho más a gusto, así al menos no la verían de manera extraña. Intentando averiguar, de qué era lo que tendría que hacer, se acercó hasta el círculo conformado por únicamente mujeres al rededor de una hoguera, ¿era un pueblo matriarcal? podría ser posible, y dentro de poco tiempo lo descubriría.

 

—Esta noche será la ceremonia de presentación y en la que se dirá qué niña tomará el destino de mujer zorro. —escuchó que una de las ancianas más grandes del grupo decía.

 

Sin entender exactamente de donde se encontraba, a su mente acudió la leyenda de las mujeres cuervos de alguna época antigua, la cual no podía recordar en ese momento. Sí, quizá estaba con una de esas aldeas de nombre raro, que buscaban darle un lugar específico dentro de la sociedad a una persona en concreto.

 

—Alessia... hoy sabremos cuál es tu destino pequeña, ¿estás nerviosa? —escuchó que dijo una de las mujeres, dirigiéndose a ella— No debes estarlo, podrás formar un hogar y tender un esposo dentro de pocos meses. —añadió en tono tranquilizador, casi dando por sentado su futuro.

 

Sin embargo, ella lo dudaba porque no se sentía realmente bien y aún tenía que averiguar que era exactamente lo que hacía en ese lugar. Pero, sabiendo que era lo que se esperaba, asintió y se sentó a lado de la mujer, la cual pudo deducir era solamente unos años mayor, pero que podría ser su madre.

 

En definitiva, era su madre porque no tardó en ponerse a parlotear sobre lo hermosa que era y que no dudaba que podría encontrar un hombre fuerte que le diera hijos y cazara para mantenerla alimentada sin problema alguno, además de cuál era la ropa que vestiría esa noche. Sin entender porque esa idea le causaba un poco de repulsión, asintió ante sus palabras.

Editado por Mia Black Lestrange
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Sus ojos miraron la puerta varios minutos antes de decidir entrar o no, las últimas veces que había cruzado el portal olvido tras aquellas puertas todo lo que había avanzado mediante la clase, esta vez deseaba que fuera diferente. Mostrar que su alma quedaba integra después de cambiar su forma en un animal era como regresar a su prueba de Metamorfomagia. Ahí demostró que podía cambiar de forma, de color, de hacerse un hombre mayor o una mujer muy enferma lo había logrado todo.

Pero estaba ahí de nuevo, tratando de demostrar que podía transformarse sin que su alma sufriera ningún daño. ¿Por qué los Arcanos se empecinaban a el cuidado del alma? No lo entendía. Era un metamorfomago, su alma no sufría más daño del que “sufría” al matar personas y eso que llegaba a transformar hasta órganos, así que seguro eso no era lo que debía demostrar al cruzar la puerta, posiblemente fuera otra cosa la que debía demostrar.

Se armó de valor, camino y cruzó, aun sin saber cómo lograría demostrar que era una persona apta para la habilidad de animagia, pero estaba listo para morir en el intento, si es que era necesario. Al estar del otro lado del portal olvido todo, así que debía comenzar desde el principio. La primera imagen que vieron sus ojos fueron un gran campo verde, algo que le hacía sentir cierta familiaridad y tranquilidad en ese momento que se dio cuenta que no sabía lo que hacía en ese lugar.

El aire que soplaba en su rostro era fresco, así que decidió reconocer el lugar antes de sentarse a pensar el por qué estaba en ese lugar, lo desconocía, así que varios metros y minutos después de caminar en línea recta, lo vio. A lo lejos se podía apreciar una hermosa pista de ecuestre, grande, con el pasto verde y arreglada para una competencia, pero sin jueces ni cabellos. Sonrió. Todas las noches había soñado con participar en una pista como esa, pero no como un jinete. Si no como un caballo.

Así que mientras corría colina abajo se transformó en un corcel blanco sin darse cuenta, al final venia de una línea de animagos, así que una transformación en su animal interior era capaz de ser lograda en movimiento. Al darse cuenta que podía ser un animago se sorprendió, así que antes de llegar a la pista de ecuestre se volvió humano. Y la recorrió aun siendo humano, cuando se sintió preparado para poder demostrar que sería un gran caballo de ecuestre, volvió a tomar forma de caballo sin problema alguno.

Realizo la rutina sin problema, salto varias veces tan alto como cada obstáculo lo requería y después de aquello se sintió realizado, así que podía transformarse en un caballo en estado tranquilo, pero, ¿podría hacerlo en peligro? Camino de regreso a donde empezó la aventura, en su forma de caballo. La noche se aproximaba así que decidió dormir siendo un caballo, si la Arcana deseaba enfrentarlo a una segunda prueba esperaba fuera a la mañana siguiente.

Pero se equivocaba, las pruebas no eran cosas de la arcana, eran de que para el portal aun él tenía dudas de lo que podía lograr, así que debía realizar una prueba más para demostrar que estaba preparado para obtener el anillo de animagia. No había podido tener una noche tranquila, porque enseguida esa noche apareció a la mitad de lo que era una aldea incendiándose, sus ojos miraban la situación asustado, ¿qué era lo que debía hacer?

No se había dado cuenta que de la nada había regresado a su forma humana, al parecer se encontraba un tanto estresado y asustado por la situación. Así que debía calmarse, respiro de forma lenta y pausada mientras analizaba la situación, varias chozas se incendiaban, pero algo le hizo reaccionar. Una niña dentro de una choza a cincuenta metros lejos de donde estaba él gritaba al estar encerrada.

¡Auxilio!

Alguien ayúdeme.

Podía escuchar los gritos y lloriqueos de la niña, al mismo tiempo que escuchaba los gritos desesperados de su madre y familia al no poder llegar hasta ella.

Ayuden a mi hija

Por favor…

Los gritos cada segundo que pasaban eran más desgarradores así que sin pensarlo corrió hasta la choza y mientras se acercaba abandonó su forma humana para convertirse en un caballo blanco que entraba a la choza en llamas esperando salir con la niña en su lomo. Y así lo hizo, entro por una de las ventanas de la choza, esperó a que la niña se subiera a él y salió de aquel lugar con una niña inconsciente.

Al salir la entregó a sus padres y él siguió ayudando en lo que podían, acarreaba agua del río lo más rápido que podía, las personas se preguntaban de donde era que había salido un caballo y que le iban a dar para alimentarlo y tenerlo en el pueblo al servicio de todos. Pero cuando el fuego se apagó lo que esperaba era ser llevado frente a Suluk, al igual que sus otras pruebas cuando logro hacer suya la habilidad como lo había demostrado.

¿Suluk?

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No quería el destino que su madre le estaba planteando, porque sabía que si lo tomaba iba a ser infeliz y nunca podría desarrollar completamente sus habilidades, sin embargo, no podía decir absolutamente nada, porque aún era niña y su voz, no tenía voto y mucho menos importancia. A pesar de tratarse de una sociedad con sistema matriarcal, pocas o nulas veces, alguien que fuese joven podía decir alguna palabra, todo se lo dejaban a las mujeres sabias, que conformaban el consejo que gobernaba la aldea.

 

Aceptando lo que ocurría, se vistió con la ropa que le tendieron. Un sencillo vestido de manta blanco, con algunas decoraciones hechas a mano, mientras que en su negra cabellera era trenzada de una manera complicada, para después ser decorada con flores de diversos colores, y para terminar algunas marcas de pintura roja fueron colocadas sobre sus pechos, lo que según le dijeron en esos momentos, significaba un ave de buen agüero para que fuese fértil y le diera hijos e hijas grandes y fuertes a la tribu.

 

Cuando cayó la noche, el cielo comenzó a llenarse de estrellas que acompañadas de una luna completamente nueva, alumbraba lo suficiente, para saber que la pequeña fogata que se encontraba en medio del cículo era innecesaria. Pero, para ese ritual, lo era así que permaneció prendida, y una vez que las mujeres del consejo, tomaron sus lugares, ordenaron a los presentes, que tomaran asiento formando un cículo, que cubriera por completo a las cuatro niñas, que ese día pasarían a ser mujeres.

 

La mujer más vieja, se puso de pie y comenzó a llamar, una a una a las niñas. Haciendo algunas oraciones en una lengua extraña para ellas y posteriormente, les daba de beber un sorbo de sangre con azúcar, que marcaba el abandonó de su niñez, para comenzar con un nuevo camino, en el cual podrían tener hijos, un marido y un hogar propio, dejando a sus padres, pasados algunos minutos, llegó el turno de Alessia.

 

Con un poco de nerviosismo, caminó hasta el frente de la madre anciana y se hincó a sus pies. La mujer, la miró durante algunos segundos y negó con lentitud, dejando paso a la mujer cuervo que se encontraba detrás de ella, con los ojos como platos, quiso ponerse de pie, pero no lo hizo, porque entendía el significado de la acción, y como su vida iba a cambiar y tomar un rumbo que jamás se podrían haber imaginado minutos antes.

 

La cuervo, tomó entre sus manos un recipiente con agua y comenzó a limpiar las marcas de fertilidad que habían colocado sobre su cuerpo, para después deshacer su elaborado peinado, para después dejar caer sobre ella el contenido de una vasija, el consistía en una infusión de diversas hierbas, que eran totalmente desconocidas, pero que en combinación olían bien y la relajaban por completo. ¿Que estaba ocurriendo? Sería la mujer zorro, podría ser que si, eso no lo sabía aún, faltaba conocerlo.

 

—Alessia, es la mujer zorro que hemos estado esperando... mi sucesora en la tribu, juren fidelidad a ella. —pidió la mujer con seriedad, mientras la ayudaba a ponerse de pie.

 

La tribu se hincó ante sus pies y la reconocieron como lo que era, porque era cierto, a partir de ese día, su vida iba a cambiar. Continuando con la ceremonia, se indicó dónde iba a vivir cada mujer nueva y a ella, le pidieron que fuera con la mujer cuervo, viviría a su lado desde ese momento.

 

Sin poderlo creerlo, se encaminó hasta su nueva morada y sin poder dejar de pensar en que no iba a volver con su madre, negó con lentitud. Cuando llegaron a la sencilla cabaña, ingresó con un poco de temor y miró el interior, era pequeña, sí pero tenía de todo un poco, una cocina y a lado un herbolario, después un pequeño comedor y un par de sillas para reposar, mientras que en la habitación, una cama y un tepate se extendían por el suelo.

 

— ¿Sabes cuál es su responsabilidad desde ahora? —le preguntó.

 

—Solamente logro entender, que desde ahora será parte de mi el representar a la tribu, por medio del zorro que es el animal que me ha sido otorgado, dejando de lado al cuervo. —respondió con un poco de duda.

 

—Eres la mujer zorro, la que estábamos esperando y exactamente… es una de tus labores, ser la nueva representante de la tribu, sin embargo, va más allá de eso, porque ahora compartes el poder ancestral de pocas personas, puedes convertirte en un animal y tendrás que aprender a hacerlo, porque guiarás a todos, con ese poder en tiempos difíciles. —las palabras salían de sus labios, mientras preparaba una infusión, que le entregó.

 

Tenía que beber, pero no quería… sin embargo, no tuvo otra opción, bebió sin siquiera pensarlo, sintiendo como en esos momentos su cuerpo comenzaba a quemar y arder sin cesar, ¿qué le estaba pasando? No lo sabía, quizás la estaba envenado. Pero no, no era eso porque segundos después, se sintió completamente conectada con su animal, interior el cual corría por su corazón de un lado a otro.

 

Sin preguntar si podía transformarse, lo hizo y salió de la cabaña, corriendo de un lado a otro, disfrutando del viento sobre su rostro cuerpo, si ese era su destino y lo que realmente quería, no podía negarlo a nadie, ni siquiera a ella misma. Después de correr durante algunos minutos, volvió hasta la cabaña de la mujer, la cual la esperaba sentada sobre una de las sillas.

 

Recobrando su forma humana, se quedó observándola. Comprendiendo lo que le había comentado de guiar a la tribu, sí creía que podía hacerlo, sin embargo, aún no llegaba el momento, por ahora tendría que aprender a controlar su poder y sentir como podía invadirla por completo en cuestión de segundos.

 

Durante más de una noche, experimento transformaciones sin motivo, ¿qué estaba pasando? No lo sabía, pero entendía que debía controlarse y no dejar que el animal interior la controlara, porque de ser así, iba a terminar siendo siempre un zorro o eso era lo que le decía la mujer cuervo una y otra vez todos los días, como queriendo que lo recordará y tuviera presente en todo momento.

 

Y lo tenía, por eso luchaba contra sí misma cuando pasaba más de una noche en su forma animal. Le costó trabajo dominarlo y aprendió a solo dejarse llevar una vez al mes, todo esto junto a la mujer cuervo, la cual murió en una de sus transformaciones, dejándola por completo sola y al mando de la guía de una tribu, que aún no confiaba en ella. Pero que pronto se enfrentaría a una fuerza sobrenatural, para la cual no estaban preparados.

Editado por Mia Black Lestrange
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Aries no obtuvo respuesta de la Arcana, cosa que le molesto y a su vez le dejo confundido al verse en un nuevo paisaje. El lugar lo conocía, era el jardín de la Black Lestrange donde tenía algunas de sus mascotas, entre ellas a Mei, su hermosa mamba negra albina que paseaba tranquila por los jardines sin que nada le pasara. El joven metamorfomago se quedó mirando el lugar en el que había aparecido por última vez. No lograba entender que era lo que hacía en ese lugar, hasta que lo entendió. La naturaleza de todo caballo era temer a las serpientes, pero él no le temía a ningún reptil, su habilidad en Parsel le ayudaba a tener una comunicación con ellas.

 

Así que trato de ver si aquella seguridad mientras era humano se reflejaba en su forma animal con la única serpiente que sabría no le haría ningún daño o al menos era eso que él esperaba de su fiel mascota. Así que se transformó en un caballo blanco con la cresta de colores como se había pensado tantas veces y al encontrarse con Mei y ver que esta lo miraba sin atacarlo entendió la conexión que había entre ambos, su amistad era entre ambos era única y a pesar de poder adquirir aquella habilidad él y ella iban a seguir unidos.

 

Cuando la mamba subió a su lomo, se sintió tan seguro que al ver la puerta por donde había entrado a aquella prueba, así con la serpiente en el lomo él salió de la prueba caminando, al salir de la prueba creyó que aparecería solo, pero lo que acababa de pasar había sido en ese momento, no era una visión en paralelo. Al final a Aries le interesaba saber que su mascota y mejor amiga aun cuando el fuera un caballo tuviera esa conexión que existía cuando él era humano. Para cuando se encontró con Suluk fuera de puerta de la habilidad de Animagia llevaba sobre los hombros a la serpiente que seseaba.

 

Los ojos azules de Aries miraban en su forma humana a Suluk, no sabía si debía sonreír o debía mostrar humildad al terminar aquella prueba era su tercera habilidad bien lograda, pero era con la primera persona que no sentía compaginación alguna y le resultaba un tanto angustiante.

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Una noche, cuando creyó que todo estaba en calma, salió a caminar a la luz de la luna, disfrutando por completo de todo lo que la rodeaba, en su forma humana… hasta que vio como un cuervo se acercaba hasta ella. Dudando si dejarse llevar y adoptar la forma de un zorro o continuar con su andar, ignorando lo que acaba de ver, se quedó de pie, meditando durante algunos segundos. Podía tratarse de algo importante, para que un cuervo no dejará de seguirla, pero aún faltaban tres noches para poder adoptar su forma de zorro.

 

Confunda, decidió adelantar su transformación y con un salto, permitió que su animal interior se apoderará de sí misma. Siendo un zorro, miró todo lo que la rodeaba y sin dudarlo comenzó a subir por entre las ramas de un árbol, hasta que se encontró frente a frente al cuervo, el cual la miró directamente a los ojos durante un segundo, como buscando reconocerla y saber si efectivamente era ella.

 

Una vez que lo comprobó, comenzó a hablar.

 

—Viene una desgracia, tienes que decirle a la tribu y sacarla de este lugar, o todos van a morir… utiliza tus habilidades y hazlo.

 

Fue lo único que dijo justo antes de emprender el vuelo y dejarla completamente sola. Analizando lo que le acaba de decir, supo que había hecho bien en adquirir su forma animal, porque así podría comenzar a buscar un buen refugio, algo que a pesar de saber que podría no hacer, lo haría, porque estaba allí lista para salvar a esa tribu y demostrar que era digna de poseer el vínculo de la animagia.

 

Durante algunas noches, se encontró buscando los mejores sitios para poder refugiarse y que fuesen lo suficientemente grandes para que todos los miembros pudieran ingresar sin problema alguno y justamente la quinta noche lo encontró, a unos cuantos kilómetros de distancia de la aldea, se trataba de una cueva sobre un pequeño montículo, la cual al ingresar, era espaciosa y tenía un par de cuevas más pequeñas al interior, una con un río subterráneo y otra, en la que podían colocas las provisiones.

 

Con una sonrisa en los labios, corrió de vuelta hasta la aldea y una vez que llegó, adoptó su forma humana y le comunico a la tribu de su hallazgo y de la advertencia que había recibido algunos días antes del espíritu de la mujer cuervo, la cual se había comunicado con ella a través de un cuervo. Al terminar de decir sus palabras, los moradores le creyeron y comenzaron a empacar de inmediato, para emprender el viaje ese mismo día.

 

En cuanto llegó la hora de irse, caminaron durante al menos un par de días, deteniéndose únicamente para recolectar los frutos y previsiones necesarias para sobrevivir al menos un par de semanas. Todo ese tiempo, ella los acompaño en su forma humana, ayudando a todos los que podía, y dejando en claro que no iban a dejar atrás a nadie, porque eso solamente podría significar muertes y era lo que deseaban evitar en ese momento.

 

La cueva era lo suficientemente grande para todos, por lo que pudieron establecerse sin problema alguno, y cuando llevaban un día allí, un aguacero torrencial comenzó a golpear con fuerza la zona en la que habitaban, dejando inundaciones y destrucción a su paso. Algo que todos los que estaban en la cueva, podían observar y apreciar, puesto que solamente veían pasar árboles y toneladas de agua por la pequeña apertura que aun conservaban.

 

Cuando terminó de llover, una semana después y para cuando el cauce del agua bajo, otra semana después, todos los miembros de la tribu, sabían que estaba vivos gracias al aviso oportuno y la guía de la mujer zorro. Su trabajo estaba terminando con ellos, excepto que tendía que terminar de ayudarlos, dejándoles en claro que su misión estaba completada, y era momento de abandonarlos, por lo que llamó a la comunidad para una sesión con el consejo de madres, y las niñas que tendrían una iniciación.

 

En la ceremonia, anunció al pueblo que su misión como mujer zorro estaba completada y ahora, quedaría en las manos de otra persona guiarlos… por lo que no dudo siquiera en elegir a una persona para hacerlo, la cual era sorprendentemente un niño de unos 12 años el elegido. Tras darle algunas indicaciones, sonrió y comprendió que era lo que años después llamarían un chamán en el mundo muggle.

 

Despidiéndose de la población, adoptó su forma animal y caminó hasta la luz que apareció en medio del círculo que habían formado los presentes, para al ingresar a él, encontrarse con la puerta por la que anteriormente había ingresado y volver hasta donde se encontraba Suluk y Aries. Los cuales, se observaban a los ojos, al parecer únicamente esperando por ella.

 

—Comprendí que la vinculación con nuestro animal interior, nos puede ser grata y servir para ayudar a los demás, y no solamente para nuestro beneficio. —soltó con una sonrisa en los labios, cuando volvió a su forma humana.

 

Había conseguido superar la tercer prueba de habilidades, estaba orgullosa de sí misma y más, porque comprendía algunas situaciones que los arcanos intentaban trasmitirles con las pruebas y los desafíos que se mostraban ante ellos, esperando a ver cuál era la respuesta de Suluk, ante el hecho de si habían logrado o no vincularse con el anillo de la habilidad, esbozó una media sonrisa y miró a Aries, dándole ánimos.

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Sorprendentemente los dos Black Lestrange, habían conseguido superar los desafíos que les había puesto el portal, a pesar de que por un segundo creyó que iba a tener que intervenir, no fue así. Habían demostrado que realmente conocían su animal interior y la manera correcta, así como oportuna de transformarse, sin causar realmente un abuso o por solo quererlo, sino que le daban un buen uso.

 

Emocionada por eso, no pudo evitar soltar una sonrisa al ver, como aparecían delante de ella, en cuestión de solamente algunas horas, pero que para ellos pudieron haber sido días o incluso años, porque cada uno había viajado a diferentes tiempos. Mia, se había enfrentado a las tradiciones del totemismo y chamanes, mientras que Aries, a superar algunos de sus miedo, algo común, y que les había fortalecido.

 

—Muy bien hecho, es momento de entregarme el anillo. —pidió a los dos, para en el momento en que los tuvo en sus manos, comenzaron a mutar, para convertirse en los anillos, que los vinculaban y reconocían como animagos.

 

Eran de color plata, con algunas inscripciones y su animal interior grabado en un pequeño símbolo que les recordaría, por siempre la importancia y vivencias que habían tenido que pasar, para demostrar que eran magos dignos de la posesión de una habilidad como lo era esa. En cuanto creyó, que era prudente, se los tendió de vuelta y les pidió que se lo pusieran y cuando eso hicieron, comenzaron a sentir el poder de la magia correr por su cuerpo, con un hilo de calor dorado que se extendió hasta lo más profundo.

 

—Ahora están vinculados a ellos, me gustó muchísimo haberlos guiado en este aprendizaje, pueden irse. —soltó a los chicos, para después indicarles con un movimiento de su cabeza, una pequeña muestra de respeto. De esa manera, observó cómo se marchaban y pronto, ella le notificaría a los directores, que dos nuevos animagos habitaban Londres.

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