El misterio de la isla Guaimallen

[Danny Lestrange]

Solo permanecía sentado al lado de Shelle mirando el movimiento del agua, era como una especie de película muda pero esta sí poseía colores. Presta atención también a las aves y al horizonte, aquella línea imaginaria en donde parecía juntarse el cielo y el mar. Un lugar en el que siendo niño imaginara que podía alcanzarlo si se acercaba lo suficiente. En ese momento y con una profunda tristeza, el joven mago se preguntaba si Lestat se encontraba mirando ese mismo sitio, paseando por los confines del océano.

 

Danny mira ahora a Shelle, quien cargaba un instrumento musical y lee el movimiento de sus labios y sonríe con lágrimas asomando de sus ojos pero sin salir de ellos. Lentamente extiende su mano para tocar con cuidado uno de los extremos del laúd, quería darse cuenta de la canción que su amiga estaba tocando y sentir la vibración era una buena forma de averiguarlo. Y ahí se queda, contemplando a la chica y dándose cuenta de como sus expresiones comienzan a cambiar.

 

Yo también te quiero... y te agradezco tanto que hayas venido conmigo... mucho...

 

Y un par de segundos después, le corresponde el abrazo y toda su intención de mantenerse entero se viene abajo, pues el muchacho comienza a llorar desconsolado por su amigo al que no podría ver nunca más. Aquel a quien admirara tanto, con el que hubiese compartido parte de sí mismo en otra vida muy distinta a la que estaba llevando ahora, pero que sabía perfectamente que este sería capaz de recordarlo todavía.

 

¿Podemos quedarnos? Por un momento sentí que él estaba aquí, seguro que tu canción le habría gustado mucho...

 

Se limpia las lágrimas con el dorso de la mano, mira a la chica y sonríe asintiendo cuando ya se siente más calmado.

 

 

 

 

 

@

[justo]

Y seguía subiendo, el paisaje se hacía menos boscos, menos lujurioso y más rocoso. Algunos barrancos se divisiaban en el horizonte, el mar estaba liso, como un espejo, un sol radiante anunciaba un dia muy caluroso. La isla parecía tener un clima tropical, lo que estaba bien porque eso indicaba que la temperatura era, más o menos, uniforme.

 

Estaba claro su origen volcánico, como muchas otras islas similares, algunas columnas de basalto mostraban la cercanía de la cima con la típica forma achatada de los cráteres volcánicos. Las señales que mostraban denotaba que no tenía erupciones hacía mucho tiempo y que, por ese tema, no tenía nada que temer.

 

Ya estaba en lo más alto y miraba a mi alrededor. No se veía un alma, pero una débil columna de humo en la parte sudoeste me hacía ver que no estaba solo en la isla. Decidí hacer noche en un claro cercano, junto a un manantial de agua cristalina. Puse los hechizos defensivos de rigor, no era preciso pasar la noche intranquilo.