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Prueba de los Hablantes de Pársel #5


Lawan Nguyen Thanh
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El vietnamita esperaba en el lago cuando Axel llegó y por su expresión, sabía que el chico iba a hacer lo correcto. Un único bote reposaba en la superficie del agua, parcialmente hundido en la suave arena de la orilla, aguardando a que alguien lo ocupara e intentara llegar a la otra orilla, perteneciente a la isla donde todos los estudiantes de todas las habilidades debían llegar. Pero ni llegar era fácil ni atravesar la isla lo era y Lawan sabía que para Axel no sería sencillo, como no lo había sido para ningún otro hablante de Parsel. Ahora recaería en él demostrar que era digno y para ello no tendría que sorprender al Arcano, ya se había ocupado de eso, debía probarse a sí mismo de lo que era capaz.

Una vez que subiera al bote, enfrentaría la difícil tarea de descubrir que un simple hechizo ocultaba las serpientes del interior y que ninguna de ellas era parte del grupo "doméstico" de Lawan, sino que eran verdaderas serpientes salvajes y excesivamente peligrosas. Una sola mordida lo condenaría a una muerte segura por envenenamiento y, quizás, a una desaparición corporal. Su trabajo sería intentar convencer a las serpientes de que no solo no era comida sino que su misión, más allá de llegar a la otra orilla, era proteger a las serpientes y no dañarlas. No sería sencillo y para empezar la contienda, era muy pesado, puesto que tan solo se sentara el bote comenzaría su viaje con él vivo o muerto.

Aunque Lawan confiaba en que llegaría vivo.

De ser así, tendría que atravesar la isla y la selva tropical que se extendía por ella. El camino no sería problema, hasta que llegara a una bifurcación donde tendría que tomar una decisión. Analizando el camino, pensando como una serpiente, debía justificar la decisión tomada. Un camino llevaba a un pozo sin salida, el segundo al lugar correcto, el camino al laberinto. Ninguno de los dos caminos sería visible por completo, serían más bien un espejismo, por lo que eran exactamente iguales por una pequeña diferencia que, a los ojos de una serpiente, sería ideal o fatal.

El laberinto sería la parte más sencilla, hablando de la simpleza del reto. Su única misión sería encontrar la salida a tiempo, después de permitir que una pequeña serpiente mordiera su mano. Si encontraba la salida, encontraría también un frasco levitando a la altura de sus ojos con el antídoto, lo que le permetiría llegar a la pirámide y encontrar a Lawan en ella. Ahí, podría cruzar el portal que le permitiría probarse una última vez, por su cuenta, en una prueba que sólo él podría ponerse a sí mismo. Y Lawan estaba ansioso por ver qué le deparaba toda aquella larga contienda.

El anciano estiró las manos.

<<Entrega todas tus pertenencias, Axel Rexdemort. Estarás solo tú y tu habilidad, tu magia se quedará conmigo hasta la prueba final. Tu varita, tus anillos y tus amuletos esperarán conmigo y Teki en la pirámide, tampoco puedes llevar a tu compañera en este viaje>>

Como intercambio, Lawan depositó un anillo en la palma libre de Axel. No era suyo todavía, pero serviría como un enlace entre los dos magos durante su viaje. Y si hacía las cosas bien, lo conservaría al final.

<<Suerte, te estaré esperando>>
Editado por Lawan Nguyen Thanh
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Había sido una larga noche. Axel se miró en aquel viejo espejo que colgaba en su sucia habitación. La tenue luz solo mostraba su reflejo, donde el rostro de un hombre cansado lucia terrorífico remarcado por aquel extraño tatuaje de tentáculo que cubría parte de su cuello, un siseo rompió el silencio del lugar, una enorme serpiente colgaba por encima del espejo.

 

-Claro que estoy listo.- Respondió el Rexdemort terminando de afeitarse. Habían pasado un par de días desde que Axel había conocido al Arcano Lawan y Teki la serpiente que se arrastraba lentamente era prueba de eso. Se vistió con un suéter negro.

 

-Vámonos.- Susurró el mago en la lengua de la serpiente, tal como le había dicho el anciano no era necesario estudiar la lengua, solo era importante comprenderla y con ayuda de Teki resultó mucho más sencillo.

 

Allí estaba el anciano Lawan esperando cerca de un bote, Axel miró a lo lejos el panorama. El sol estaba saliendo y se veía la isla donde sería la prueba final, por un momento recordó cuando hizo el mismo recorrido pero con Baleyr. Axel suspiró.

 

Saludo inclinando la cabeza al arcano como gesto de respeto. La serpiente que acompañaba a Axel descendió hacia el piso para ponerse al lado de Lawan, la prueba empezaría pronto.

 

Dejo su varita, su anillo de Nigromante y una cajetilla de cigarros en las manos del arcano. Sonrió puerilmente. Y el anciano le respondió con un anillo provisional.

 

-Espero no defraudarlos.- Susurró el parsel a Teki y a Lawan, cuando desaparecieron y dejaron solo al mago.

Remango las mangas de su suéter, se quitó las botas y se acercó al barco de madera el cual arrastro hasta el agua. Arrojó sus zapatos al pequeño bote una vez que este se encontraba ya en el agua, para subirse en él.

 

La primera tarea sería llegar a la isla, así que encontró el remo, quería acabar eso pronto.

 

Pero sus pies descalzos sintieron algo más que la madera mojada, algo había tocado sus pies. Axel miró lentamente hacia abajo y abrió los ojos impresionado. Un nido de serpientes estaba en el piso del bote. Trago saliva en silencio dando un paso hacia atrás para darse cuenta que estaba rodeado de reptiles.

 

Los siseos de todas ellas se amontonaban, Axel estaba atrapado entre ellas y el agua. Varias levantaron la cabeza, estaban listas para atacar. El mago solo trago saliva nuevamente, tendría que hacer gala de sus mejores dotes de convencimiento si quería salir ileso de ese pequeño bote. La prueba había empezado.

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<<Se dio cuenta>>

Lawan asintió sin retirar los ojos de lo que sucedía con Axel, curioso y preocupado a la vez. Teki parecía más bien entusiasmada, confiada en que su nuevo dueño lograría la tarea y la superaría sin problemas. El anciano no podía dar fe del éxito de su pupilo hasta que lo viera con sus propios ojos pero, en el fondo, sabía que iba a lograr pasar la primera tarea. Lo poco que había visto de Rexdemort hablaba bien de él. Era un muchacho capaz de aprender rápido y ponerse en la piel de sus problemas, así que ahora que tenía conocimiento solo necesitaba la soltura que le faltaba en ocasiones. Un poco de confianza o, quizás, un poco de malicia.

<<Esas serpientes no son como tú>> aseguró el Arcano, señalando a la primera serpiente que alzaba la plana cabeza para amenazar a su alumno <<No fueron criadas como tú o tus hermanas y por eso será terriblementr difícil que logre convencerlas>>

Teki no se mostró ofendida por el comentario, de hecho, tuvo un gesto muy humano al acercarse un poco más a la visión que había creado Lawan, en uno de los portales, de la travesía de Axel.

<<Lo hará bien>>

Era maravilloso ver cómo una criatura de una especie tan incomprendida como aquella podía tomarle cariño a un humano. A diferencia de un hombre, no debía preguntarle si le tenía aprecio, era parte del encanto de las serpientes. Lawan asintió por segunda vez y estiró la mano libre para que Teki pudiera subirse y posarse en su hombro para ver mejor. No podían escuchar nada, solo ver, por lo que pudieron ver el primer intento de Axel por convencer a las serpientes del bote y Lawan no pasó desapercibido el leve siseo que Teki dejaba escapar. Sonrió.

Criaturas maravillosas, sí.
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Axel inclinó un poco la cabeza hacia atrás, justo como Teki le había dicho; un pequeño gesto que simbolizaba respeto a sus compañeras serpientes, tal como ella le dijo, no debería mostrar miedo ni cobardía, pero si respeto. La naturaleza de las serpientes era algo tan interesante como misterioso.

 

-Mis respetos a ustedes.- Fue lo primero que el chico Rexdemort siseó, quería ser lo más claro posible. – Estoy aquí para protegerlas.- Mostrando las manos desnudas en señal de admiración hacía ellas.

 

-No necesitamos protección de uno de tu especie.- Fue lo que el mago entendió, y varios siseo más que expresaban rechazo a la oferta que Axel acababa de prometer. Los movimientos lentos de las serpientes que lo rodeaban era prueba de que ellas podían defenderse solas. – No las estoy subestimando.- Sin moverse ni un milímetro, confiaba en que podía mantener a las serpientes a raya con solo sus palabras. –Lo hago por admiración, conozco de lo que son capaces.- Los minutos pasaban lentamente mientras el barco seguía avanzando paulatinamente sobre esas oscuras aguas y el sol empezaba a cernir el cielo.

 

Axel usaba las palabras sabiamente, las serpientes no lo atacaban pero aun no podía ganarse su respeto. Levantó la mirada sobre la playa de la isla, estaba realmente cerca. – Pueden confiar en mi.- Cerrando los ojos y relajando la respiración una vez que sintió los primeros rayos del sol sobre su espalda. – Si no les parece podrán comer toda mi carne. – Abriendo los ojos para ver que los reptiles seguían en la misma posición, Axel sonrió. Las serpientes no dijeron nada y solo retrocedieron para darle espacio al hombre.

-Volveré por ustedes.- Fueron las palabras que Axel siseó una vez que el pequeño barco volvió a tocar tierra, las había convencido de no matarlo, por ahora.

 

Bajo del barco hacia la isla, bastante complacido no sabía si había hecho bien, pero por ahora ya estaba en la isla. Amarró un zapato con otro y se dispuso a salir de la playa hacia la vegetación. Mantenía los ojos bien abiertos una vez adentro, y en completo silencio, intentaba no perder detalle del ecosistema que lo rodeaba.

 

Después de un par de minutos, o quizás horas Axel había llegado a un lugar dentro del corazón de la selva que dividía el camino en dos. Sin pensarlo dos veces el hombre giro hacia la derecha, algo le decía que era el sendero correcto, tal como había aprendido de Teki en su pequeña misión de alimentarla, si dudaba estaba perdido, una serpiente era precisa y calculadora, nunca era obstinada, así que sabía que era el camino correcto.

 

La maleza bajo sus pies descalzos y ese extraño y perturbador silencio que envolvía el camino, no podía estar equivocado, fue cuando algo moviéndose enfrente de sus ojos llamó su atención.

 

-Ven aquí.- Escuchó con toda claridad. La hojarasca le hablaba, una pequeña serpiente color marrón se revolcaba cerca. – Entra al laberinto y sal de él.- Pronunció la serpiente una vez que Axel se puso en cuclillas, y la miro confundido. La criatura se arrastró dándole una mordida en la mano, el Rexdemort sintió los colmillos enterrarse en su piel, y después desprenderlos cuando la serpiente se camuflajó y desapareció de la vista del hombre. – Una de las serpientes de Lawan.- Mirando su mano y las escasas gotas de sangre escurriendo.

 

Limpió su mano con su ropa, y por fin Axel se dio cuenta al ver la entraba al laberinto, el pequeño dolor de la mordida no seria suficiente, ya casi llegaba a la pirámide.

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Teki hizo el mismo movimiento que Axel al mismo tiempo, inclinando la cabeza hacia atrás e irguiéndose como si estuviera orgulloso. Lawan no ocultó la sonrisa. Algo habían aprendido uno del otro y eso quería decir que no se había equivocado con el muchacho. No lo notó asustado, ni preocupado, de hecho parecía resignado a tener que demostrar cierta sumisión ante las serpientes antes de ganarse su confianza y eso era justo lo que Lawan esperaba. Había visto cientos de estudiantes con la falsa idea de que imponiéndose ante las serpientes lograrían conquistarlas y los había descartado mucho antes de que pudieran siquiera llegar a su puerta. Ese era el método indicado.

Rexdemort logró llegar ileso a la orilla con una promesa que Lawan no pudo escuchar y el Arcano y la nueva serpiente vieron con atención cómo decidía por el camino correcto. Así fue como llegó a la entrada del laberinto y el anciano vietnamita tuvo consideración, al darle un par de palmaditas con el índice a Teki, justo antes de que una de sus hermanas mordiera a Axel. El siseo fue aterrador incluso para él, pero siguió dando palmaditas suaves sobre sus escamas hasta que se calmó.

<<El antídoto está justo en la salida. Se ha desempeñado con soltura y destreza en todas sus pruebas, ¿crees que fallará esta última?>>

Hubo un largo silencio.

<<No>>

<<Yo tampoco, veamos qué hace a continuación, casi es tiempo de recibirlo y podrás ir con él a su última prueba, una vez que alcance esta etapa>>

Teki mostró la lengua bífida y Lawan lo interpretó como un sí. Sonrió y regresó los ojos al frente. El tiempo corría y Axel debía apurarse para alcanzar la botellita. Si moría en el laberinto no podría convertirse en hablante de parsel como esperaba. Pero algo le decía que lo haría perfectamente.
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Miró de reojo su dedo meñique la sangre había dejado de escurría por su mano derecha. Axel levantó la ceja algo confundido observando cuidadosamente su mano y la herida de la mordedura de aquella pequeña serpiente.

 

La sangre se estaba empezando a coagular, pero de una extraña forma. Axel se detuvo en la entrada del laberinto, levantando la parte baja de suéter para intentar limpiar la herida, pues las manos de Axel se encontraban llenas de tierra.

 

El hombre era un experto en sangre, tenía más de 40 tatuajes diferentes en su cuerpo así que el sujeto conocía perfectamente el dolor de una aguja muy similar a la de un colmillo, así como la sangre.

 

Limpio la herida una vez más, dejando un pequeño rastro rojizo casi marrón en su ropa. Una textura extraña. Permaneció en silencio mirando la mancha y después su mano. – Maldita sea, necesitare un antídoto.- Suspiró el joven, la sangre estaba coagulando demasiado rápido y el tono rojizo ocre era muestra de alguna toxina en su cuerpo, Axel recordó por un instante aquellos cadáveres desmembrados en el cementerio de Báleyr, sin duda la sangre coagulaba lentamente porque estaba en proceso de descomposición, necesitaba apurarse si no quería terminar con sangre podrida dentro de su cuerpo.

 

Miro el cielo y pudo ver a lo lejos la pirámide, Axel suspiro de nuevo mientras le quitaba las agujetas a su zapato derecho y buscaba un par de hojas de alguna planta. Envolvió su mano lastimada con las hojas y usando los cordeles ató con fuerza su mano, lo menos que podía hacer era infectarse en aquel laberinto, y por lo menos imagino que detendría un poco la dispersión del veneno sobre su sangre, afortunadamente la serpiente no había mordido una vena, aunque quizá no era cuestión de suerte, quizá el mismo Lawan no quería matarlo solo hacerle más difícil el camino a la pirámide.

 

No sabía exactamente cuánto tiempo había pasado pero ahora sus pies estaban siendo atormentados por parte del sendero. Axel observaba con cuidado el camino prestando suma atención a los sonidos, no sabía si existían más serpientes en el laberinto, Lawan seria ese tipo de mago maniaco que lo mandaba a un laberinto infestado de serpientes venenosas, Axel rogaba para que no fuera así.

 

Los minutos pasaban y la fatiga empezaba a pasarle factura, cada vez era más difícil caminar, mucho más pesado y el sudor molesto caía por su cuello y mojaba su cabello negro, el cual se encontraba lleno de tierra.

 

Se detuvo por un minuto para tomar aire y revisar la herida, sentía la molesta sensación del sudor por su cabeza, cuello y espalda.

Ese est****o suéter le estaba dando mucho calor. – Estoy perdido.- Susurró el hombre con un malestar en sus palabras en completo danés. – Jeg hader dumme varme- Volvió a exclamar, cerrando los ojos para tomar aire. – Maldito calor.- Axel se quitó el suéter mostrando su dorso desnudo, pero el calor aún continuaba.

 

Miro sus brazos, después su pecho, el sudor escurría lentamente por todo su cuerpo. Axel trago saliva, y rápidamente quitó el de su mano su vendaje hecho con hojas y agujetas. Su mano estaba muy caliente, fue cuando entendió que no era calor lo que tenía, estaba aumentando la temperatura de su cuerpo, su sangre empezaba a coagularse de todo su cuerpo. Dejo escapar un gemido nervioso dándose cuenta que su dedo meñique y el anular habían perdido la movilidad y una extraña mancha casi violeta había aparecido donde estaba la mordida. – Demonios.- Respirando fuertemente para intentar encontrar energía en su cuerpo, necesitaba salir de ese maldito laberinto.

 

Deambulaba por el laberinto sin idea de donde continuar, sentía un calor exagerado en su cuerpo y para eso el sudor que emanaba era una prueba contundente, el veneno cada vez tomaba más fuerza. ¿Qué haría una serpiente en ese momento? Levantando la vista buscando alguna pista que lo guiara para salir.

 

El tiempo había dejado de correr, o por lo menos eso sentía Axel. Tenía mucha sed. Fue por lo que no noto un susurró la primera vez. Seguía caminando por el laberinto, más por inercia que por voluntad propia. –Deberías dejarte morir.- Fue lo que su mente le dijo en ese momento, y sintió que las piernas ya no le respondían como antes. – Que patético. – Suspiró Axel aun sin darse cuenta, que no era su mente la que jugaba con él. Tiro el suéter en el piso y él se recostó. Sentía su cuerpo muy pesado. - ¿Ya moriste? – Ese pequeño y casi indetectable siseo apareció nuevamente.

 

-¿Me falta mucho para salir? – Siseó desde donde se encontraba, levantando una ceja en su cara.

 

El silencio fue evidente, y los segundos eternos hasta que un eco pobre y débil le respondió. – Menos de lo que crees.- Su respiración empezaba a dificultarse, Axel sonrió y cerró los ojos, intentando buscar energía en sí mismo.

 

Abrió los ojos de golpe, se levantó tambaleante y tomo su suéter desde el piso. Una serpiente no se dejaría morir en su lugar así. Ignoro el hecho de que su mano derecha ya no le respondía, y continuo, solo había un camino y confió en el eco de su cabeza.

Minutos después noto algo levitar en el camino, un punto brillante color azul. Sin dudarlo se lanzó hacia el objeto, dándose cuenta que era una pequeña botella no mayor que un pulgar. –No te equivoques.- Abrió con dificultad el pequeño frasco y trago el interior.

Sus ojos vislumbraron un camino de piedra, una escalinata que subía. Con la boca abierta, guardo el frasco en su bolsillo y tomó las escaleras, el laberinto había terminado.

 

No sabía si era una ilusión, o producto de su imaginación, pero vio a lo lejos la silueta de un hombre, corriendo con todas las energías que le quedaban, notó que Teki esperaba, Lawan al lado y una pequeña serpiente marrón los acompañaba, la misma que lo había mordido.

 

Axel sonrió. – Hola.- Dijo el muchacho, antes de caer de rodillas enfrente de la sala de pruebas y caer dormido, estaba realmente fatigado y el antídoto aun no comenzaba a trabajar.

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Lawan no se sentía del todo mal, estaba expectante. Y aún si se hubiese sentido mal, sus acciones estaban justificadas con el peso de una habilidad como la que estaba a su cargo. No todo el mundo hablaba Parsel por un motivo; no era sencillo, en ningún aspecto, y lidiar con las serpientes tenía un peligro constante ligado a la pericia del hablante para transmitirles confianza. Las serpientes no eran traicioneras, solo eran precavidas y Axel, aunque magullado, estaba demostrando ser capaz de aguantar tanto la presión de ser un ejemplo hasta poder aguantar el veneno. Con dificultad. Pero pocos lograrían avanzar tanto como él.

Así que el Arcano no estaba particularmente asustado, de hecho parecía más tranquilo que la misma Teki. La serpiente siseaba constantemente y amenazaba con hacer caso omiso a la solicitud del anciano vietnamita, abandonando la pirámide para ir a reunirse con el joven. Por ello Lawan le daba pequeñas y delicadas palmaditas en la plana cabeza cuando veía algún movimiento precipitado, deteniendo a su vieja amiga y evitando que hiciera alguna tontería. Su tiempo de brillar había pasado. Ahora era tiempo de Axel y por lo que veía, pese a su fatiga, estaba a punto de llegar.

Sonrió cuando lo vio entrar a la pirámide y quitó la visión, girándose para recibirlo. Lo que no esperaba era que se desmayara. Dejó que Teki se acercara por fin y le permitió que le demostrara su afecto por un momento, antes de levantarlo y sentarlo en una silla que fabricó en pocos segundos con restos de madera esparcidos por allí. Buscó entre los pliegues de su ropa y encontró una pequeña dosis del antídoto, lo que faltaba para terminar de curarlo. Lo vertió en su garganta y esperó pacientemente durante cinco minutos exactos. Cuando Axel abrió los ojos, Teki y Lawan estaban inclinados, curiosos, muy cerca de su rostro.

<<Bienvenido de vuelta, joven Rexdemort. ¿Estás listo para tu última prueba?>>

Tras de él, el portal se abrió. Lo que le deparaba, no lo sabía. Pero Axel debía enfrentarlo, una vez más, por su cuenta.
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Abrió los ojos de golpe, y lo primero que observo fue la mirada penetrante de Teki y un par de ojos cansados propiedad del Arcano, el tatuado mago se levantó de golpe apenado, disculpándose del momento. Había sido una dura prueba, pero al menos ya se encontraba en aquel lugar.

 

No era la primera vez que estaba rodeado por las puertas de las habilidades, bajo aquel enorme ouroboros, pero en esa ocasión era diferente. Axel se movió paulatinamente, aún seguía algo mareado a causa del veneno de aquella serpiente. Fue cuando se dio cuenta, había superado la isla, era el momento de la última prueba.

 

-Estoy listo.- Tomó aire intentando relajarse una vez más, no sabía que tipo de reto encontraría detrás de aquella puerta oscura.

 

-No tardare.- Susurró en parsel con la serpiente a la cual le había tomado bastante afecto. Observando sus largos y huesudos dedos, allí yacía el anillo de la habilidad, aunque aún no estuviera completo, Axel sabía que sería merecedor del poder y del anillo.

No sintió ningún temor, tal como había sentido unos meses atrás cuando estuvo en la misma situación, observo por un segundo al Arcano Lawan, después a la serpente y finalmente su anillo nuevamente.

 

-Estoy más que listo.- Su grave voz y ese acento nórdico inundaron la quietud de aquella sala, apretó los puños, tomó aire una última vez y dio un gran paso a la penumbra dentro de aquel umbral.

 

Observo con curiosidad el lugar, el sol bajaba lentamente por el cielo y las sombras crecían y comenzaban a cubrir cada vez más aquel oscuro bosque. Axel caminó con precaución entre los viejos árboles, podía sentir las hojas crujir bajo sus pies desnudos y un ligero silbido que llamo su atención.

 

La temperatura bajaba con cada segundo que pasaba, el bosque pronto estaría cubierto entre las tinieblas de la oscuridad, el muchacho Rexdemort empezó a seguir el sonido, aguzando sus sentidos podía escuchar como aquel indetectable susurro venia de dentro del bosque de árboles viejos y podridos.

 

Con cada paso que daba se adentraba mas al bosque, donde la oscuridad crecía paralelamente con aquel extraño susurro, una especie de quejido que atraía y seducía al mago. Deambulando por el bosque.

 

-Acércate, te estoy esperando.- Axel frunció el entrecejo, el extraño susurró por fin era más claro a sus oídos. A su alrededor el lugar no era muy favorable y parecía más una escena construida por los efectos del opio. – ¿Dónde estás? – Preguntó el danés, mientras el ruido era cada vez más repetitivo.

 

Axel preguntaba una y otra vez, aquel silbido eran palabras en parsel, misma forma en la que Axel preguntaba, sin obtener una respuesta diferente a “Acércate, te estoy esperando” Algo lo hacía seguir buscando, pero solo estaba dando vueltas entre el bosque, un laberinto que se había construido entre oscuridad, hojas secas y arboles casi muertos.

 

La noche finalmente aterrizo y la penumbra reino donde una luna casi invisible era prisionera de aquel cielo oscuro y aterrador.

 

-¿Dónde estás? – Preguntó nuevamente en parsel, el sudor caía bajo su cabello, mientras el cansancio también empezaba a ganarle terreno a Axel.

 

Varias preguntas sin respuesta, era lo único que Axel tenía. Apoyándose sobre un árbol, el mismo que había visto varias veces, no cabía duda el Rexdemort caminaba en círculos.

 

-Estoy aquí.- Axel empezó a respirar diferente.-¿Dónde? .- Una masa viscosa escurría de aquel viejo árbol, el hombre no se había dado cuenta, el bosque entero estaba envuelto en esa extraña masa, asquerosa y putrefacta. ¿Por qué no había notado aquel extraño aroma a cadáver?

 

Miro sus manos, estaban llenas de aquella sustancia al igual que sus pies y pudo notar entre la eminente oscuridad de aquel bosque, el mismo árbol. Lo había visto muchas veces, pero que era ese extraño agujero por el cual la masa escurría, acerco su nariz. De allí emanaba ese aroma propio del Nigromante trabajando.

 

-Aquí estoy.- Siseo sin dudarlo, Axel sabía que fuera lo que fuese la criatura que habitaba dentro de aquel árbol, hablaba en parsel.

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Una prueba curiosa, debía admitir. Los ojos del anciano observaban con interés lo que sucedía dentro del portal, sorprendido y a su vez complacido con Axel. Ya sin darse cuenta había empezado a entender, pensar y hablar en Parsel sin proponérselo. Antes le costaba y había necesitado empujones, ahora el Parsel hablaría a través de él con tanta facilidad como su lengua materna. El mismo Lawan tenía problemas para evitar el siseo que se escaba eventualmente tras su inglés tosco, como una sombra verbal, y ni hablar del vietnamita. Así ocurriría con el danés.

Pero más allá de sus logros, merecedores de una recompensa, había que reconocer el esfuerzo que hacía para adaptarse a la comunidad de serpientes que lo rodeaba. Había entablado una amistad con Teki, se había ganado la confianza de las serpientes de su casa y todas las de las pruebas terrestres. Ahora se enfrentaba a una más complicada. Si aquello era real o no, Lawan no podía decirlo con seguridad. El portal mezclaba la realidad con los miedos o barreras más grandes de la mente, pero que ocurriera en su cabeza no quería decir que no fuera de verdad. Así que los descubrimientos o daños ocurridos dentro del portal, lo marcarían y lo harían crecer en la habilidad. Y él estaba propenso a un gran futuro, si descubría lo que estaba pasando. Lawan sonrió cuando Teki intentó, una vez más, ir con él.

<<Está yendo justo al árbol>>

Dijo a la serpiente, dando golpecitos en su cabeza con el índice.

<<No debes interrumpirlo, es asunto suyo. Observa y veamos qué hay detrás>>

<<Bien...>>

Si era peligroso o no, estaban por verlo. Pero Lawan creía que el peligro estaba en los miedos de Axel y no en la serpiente del árbol, tendría que combatir con ellos y seguramente lo haría espléndido. Pero el Arcano estaba expectante, esperaba con ansias un debate digno de recordar.

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-Acércate, te estoy esperando.- El susurró era totalmente claro, Axel trago saliva, veía el viejo árbol, rodeado por aquel aroma de cementerio.

Sus manos estaban completamente manchadas con esa inmundicia negra que el árbol segregaba del agujero, fue cuando al luna le jugó una mala pasada, por un periodo minúsculo de tiempo ilumino la zona donde Axel estaba y lo vio, un ojo estaba incrustado en el árbol.

 

Intentó retroceder, pero sus pies no lo dejaron. El ojo se movía rápido y veía directamente a Axel que estaba boquiabierto con su descubrimiento. -Acércate, te estoy esperando.- Repitió nuevamente y Axel descubrió que el sonido venia del ojo. -Aquí estoy, ¿Qué quieres? –Preguntó el tatuado, el movimiento del ojo era grotesco, era un ojo de humano pero con un gigantesco tamaño.

 

-¿Porque deseas introducirte en el mundo de las serpientes? No eres digno. –

 

Axel se quedó frio con aquellas palabras, como se atrevía a decirle eso. – Lárgate.- El aroma se intensifico y la oscuridad volvió a envolver todo bajo su manto.

 

-Soy digno.- Fue lo único que Axel respondió. – Lárgate. No eres digno.-

 

-Lo soy.- El tatuado no se retiraría tan rápido. – Demuéstralo, demuéstrame que puedes abandonar tu humanidad y ser una serpiente. –

 

No entendía nada de lo que pasaba en ese momento, Axel estaba demasiado confundido.

-No te quiero aquí, lárgate.- el repulsivo ser bajo aquel asqueroso árbol, había vuelto a hablar, Axel entendió era una serpiente la que vivía en ese árbol.

 

-Abandonar humanidad.- Repitió Axel. – Ser una serpiente.- Miró su mano izquierda y pudo ver un extraño anillo en su dedo anular. – Soy digno.- Exclamo Axel, su rostro cubierto por la oscuridad de la noche tenía una extraña mueca.

 

El árbol comenzó a desmoronarse soltando el pútrido aroma mucho más fuerte, una enorme serpiente negra estaba cara a cara con el mago, una serpiente que no aparecía en los libros, o conocida por el ser humano, una serpiente que había nacido de los miedos más profundos de Axel.

 

–Soy digno de este poder. - Cerró los ojos y respiro tranquilo. – No quiero este poder para presumir o ser un ser superior, solo quiero entender el mundo que nos rodea. -

 

La viscosa masa negra reacciono a las palabras cálidas del mago, el asqueroso aroma se hizo más fuerte cuando la pavorosa serpiente negra con un solo ojo abrió la boca y mostro unos colmillos con un filo envidiable. –Si te consideras digno, regálame tu mano derecha–

 

Axel escogió sus palabras cuidadosamente a la hora de contestar, ya no tenían ningún problema usando la lengua de las serpientes, la cual era tan fluida como una lengua materna.

 

-Yo no tengo ningún problema con ofrecerte mi mano.- Axel no podía ver bien a la criatura que tenía enfrente, pero podía deducir que tenía varios metros de largo, por el gran tamaño de esos colmillos. – Pero… para que deseas algo de carne, mi mano no vale mucho, tengo dos. – Levantando ambas manos, la serpiente parecía decidida a quedarse con la mano del chico.

 

Axel había logrado convencer a la serpiente de que el era digno, pero ahora ella pedía la mano del joven, ahora tendría que persuadirla si deseaba conservar su mano.

 

-Una mano es un precio bajo, si lo deseas puedes tomarla. – Las palabras del joven eran sólidas, en ese momento no equivocaba ninguna palabra del parsel. En un momento sobre su mano izquierda apareció una daga, la famosa daga del sacrificio.

 

-Entonces, si te doy mi mano, seré capaz de controlar este poder, y a ti misma verdad.- La oscuridad no dejaba ver bien la expresión en el rostro del mago danés.

 

-A mí no me puedes controlar.- Respondió la serpiente, acercándose más al mago. – No tienes un motivo por el cual deshacerte de tu mano, en verdad ansias tanto esa estupidez de comprender la vida.- La serpiente no parecía agradable en sus últimas palabras. - Soy capaz de mucho, por lo que deseo, el dolor físico no es nada, sospechaba que sería algo fácil, al notar el olor a muerte que te rodea, deduje que no tienes mucha originalidad.- Las palabras de Axel eran lentas.

 

-Entonces quédate con tu mano, prefiero tu vida.- La enorme y tenebrosa serpiente había cambiado de idea.- Mi vida…- Axel no parecía preocupado, más bien tenía un temple sereno.

 

-Mi vida no te la puedo dar, no quiero ser uno de esos apestosos cadáveres que coleccionas.- La daga en su mano continuaba allí. – Pero puedo darte algo mejor, la oportunidad de conocer otra parte de mi.- Apretó con fuerza la daga, y de un movimiento rápido degolló al oscuro ente, llenándose de sangre negra por todo el rostro.

 

-El miedo se puede convencer de desaparecer, pero lo mejor siempre es matarlo de golpe.- Axel había comprendido que aquella serpiente solo era un reflejo de su terror interior, al ver ese horrible ojo, entendió que era su propio ojo.

 

Axel cerró los ojos y sonrió, al limpiarse la sangre.

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