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Runas Antiguas


Orión Yaxley
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Enseñar Runas estaba catalogada como una de las cosas más aburridas para hacer en el mundo mágico. El sistema de enseñanza de Orión era bastante directo. Explicarles qué diablos era el alfabeto rúnico y para qué se utilizaba. Luego, el procedimiento de la consulta. Y esas cosas que capaz quedaban, capaz no. Lo importante para él era la incorporación de ciertos conceptos importantes. De ahí en más era práctica.

Y generalmente, las clases de él no incluían mucha aventura. Tenía miedo que sus alumnos lo dejaran solo frente a problemas más grandes. Como su primera clase, que todos se fueron y quedó plantado, tomando café en un bar. También priorizaba la educación en un ambiente seguro donde podían cometer errores.

- Hmph

Salió un escaso sonido de su boca.

Pero estar colgado de cabeza y completamente atado de pies a cabeza y encima, amordazado, limitaba mucho la comunicación. Seguía emitiendo sonidos. Se estaba hablando así mismo. Posibles formas de poder salir en una pieza de esa situación.

Resulta que, como Jefe de la Oficina de Cooperación Internacional, estaba mediando unos tratos comerciales internacionales. Desde ese problema que había llevado el Concilio de Mercaderes sobre las puertas, había tomado la iniciativa de supervisar el próximo arreglo. Este pedido eran insumos médicos y claro, algo había pasado.

¡¡La mafia señoras y señores!! ¡¡La mafia!! ¿Pero qué mafia? ¡A quién le importa! Él pobre Yaxley lo habían secuestrado y nadie de sus familiares lo sabía.

Por lo que él podía ver con sus azules ojos, era de que lo habían llevado a uno de los depósitos en el muelle. No sabía si se trataba de una banda delictiva muggle o qué, porque mientras él revisaba la mercancía, fue un golpe seco, un ataque sorpresa; lo que lo había dejado inconsciente. Lo que le daba un poco de seguridad, era que si Bodrik, la directora de San Mungo no recibía estos insumos en ese mismo día, enviaría una queja directa al Concilio de Mercaderes, y de alguna manera u otra, lo iban a encontrar.

El tema, es que había un mecanismo bastante extraño. Si lo desataban de una, él moría. Era un objeto muggle que ni él reconocía.

Sólo le quedaba esperar.

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Había sido una semana verdaderamente agitada entre atender a un sin número de pacientes dentro del hospital mágico y las múltiples celebraciones de cumpleaños en las que su familia le había envuelto, y no es que no quisiera festejar a cada uno de sus familiares, sino que por alguna razón varios de ellos cumplían juntos y resultaba agotador hacerlo de esa manera. Sin embargo, lo más cansado sin duda eran los turnos laborales sumados a emergencias que terminaban por dejarla sin energía al regresar a casa.

 

Durante varios días estuvo realizando el papeleo correspondiente para un pedido importante que su personal médico, en especial Hades esperaba con ansias desde un país oriental donde sin lugar a duda se podían conseguir las mejores hierbas medicinales para la elaboración de pociones que era la especialidad del Ragnarok y después de varios días de espera el Vampiro no dejaba de ir a su oficina para apurarla pues alegaba que se estaba quedado con suministros y enfurecer a Hades era lo último que deseaba la Adolescente.

 

Así que decidió ver el desembarque por sí misma para asegurarle que estuviera completo el pedido, sobre todo porque su contacto en China le había asegurado el desembarque esa misma tarde y de no llegar con la su vida corría peligro en manos del oscuro sujeto.

 

Apareció después de las 6 de la tarde pues la utilización de medios muggles de trasportes no se le daba del todo bien y debido a la gran cantidad de muggles que seguramente transitaban por el muelle, decidió aparecerse varias cuadras atrás por lo que caminó durante más de media hora tratando de encontrar el lugar concreto, pero al fin estaba allí dispuesta a esperar una respuesta.

 

-Vaya cual de todos estos contenedores contendrá la mercancía- dijo mientras se acercaba a la zona para echar un vistazo. Seguramente alguno debería estar marcado entonces decidió acercarse en busca de algún título o grabado, pero durante más de 15 minutos no tuvo éxito y ningún empleado tuvo la decencia de acercase para ayudarla.

 

- ¿Que será es ese ruido? - escuchaba como si algo se moviera dentro- ¿Un animal?

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Como miembro de la Logia en el Concilio de Mercaderes, Candela tenía acceso a una cantidad de datos que, como empleada, tenía limitados. Los registros que tenía en su poder en ese momento, le permitían saber de las transacciones, trueques y permutas que se realizaban de forma "legal" en Londres y, como mucho, en los límites fronterizos de Inglaterra.

 

La Triviani había estado averiguando qué tipo de traspaso se hacían en Londres y los peligros que podrían llegar a correr de ser interceptados; todo lo que implicaba datos de pérdidas económicas y mercancía, y que ella se aseguraría de echarse al bolsillo. O lo intentaría al menos. Con eso de que todo le hacía al revés en las últimas veces, la gitana estaba empezando a sospechar en la posibilidad haber sido, como se dice, "meada por elefante".

 

Así pues, y porque realmente le urgía recuperar un poco de dignidad, se encaminó hacia los muelles, lugar en donde se llevaría a cabo una de las entregas más grandes -hasta ese momento, desde que asumió como Logia-, cuyo mayor beneficiario sería San Mungo, el hospital mágico por excelencia. Sí, sí. Candela debía estar loca como para querer robarle a tamaña institución.

 

Por ello, se había pasado varios minutos revisando los containers cuyos números de registro parecían nuevos. Fisgoneó unos medianos, otros grandes. Algunos tenía olor a abono, a pescado y otros a vegetales. Pero no había ningún indicio del que buscaba en particular, hasta que se topó con uno bastante extraño.

 

Candela se acercó, subió un poco el faldón de su vestido, cosa que no lo ensuciara con el charco que estaba a punto de pisar descalza, y acercó la nariz -vaya uno a saber para qué, pero dicen que la mayoría de las cosas se reconocen por el olfato- y trató de husmear de esa manera.

 

— ¿Qué será ese ruido? ¿Un animal?

 

Había escuchado la voz de una chica, pero con lo concentrada que estaba ni reaccionó.

 

— No sé, pero cállese que no me deja oír nada a mí tampoco. —respondió sin darse cuenta de que ya no estaba sola.

 

Tardó un minuto en notar la presencia de la mujer, a la que había reconocido de alguna vez en la tienda mágica.

 

— Ehh...

 

Ajá, ¿y ahora?

Editado por Candela Triviani

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La ironía. Que una persona, que quería robar una mercancía; se encontrara con otra, que quería reclamarla, era algo que a Orión le gustaba mucho. El destino propiamente dicho no existía tal cual para él. Es decir, podía leer el futuro, pero eso mismo era un acto performativo. El simple hecho de la visibilizar opciones de acciones a llevarse a cabo modificaban en sí mismo estas realidades alternas. ¿A qué me refiero con todo esto? Practicar las Runas era en sí mismo una actividad que entraba bajo esta tipología.

 

Nos pongamos en contexto. Orión, todo atado de pies a cabeza y colgado desde el techo, no podía realizar ninguna acción performativa que lo ayude a salir de esa situación. Bueno, llevado al caso no podía hacer nada. Sólo escuchar y hacer ruidos. Pero Bodrik y Candela sí.

 

- ¡HMGPGPGPNJFFF!

 

Sonidos guturales salían de su boca. Esperaba llamar la atención de las chicas. Gracias a la baba que le salía de su boca por sus intentos desesperados, la mordaza aflojó un poco. Lo suficiente como para que se le caiga sobre su nariz. Aspiró una gran bocanada de aire por la boca. Al menos, lo que las cuerdas le dejaban.

 

- ¿¡Alguien?!

 

Silencio.

 

Sus ojos comenzaron a observar el lugar. Iban de un lugar al otro. Hasta que se quedaron congelados. Había como un agujero que le devolvía la mirada. No lo veía bien por la oscuridad, pero ahí estaba. Resulta que se trataba de una escopeta. Él no tenía ni idea de qué se trataba y en ese momento se reprochaba no haber tomado la clase de Estudios Muggles. La mafia había sido inteligente. Habían armado todo un sistema por si él se llegara a escapar. En el supuesto caso que la cuerda se soltara, una bala le atravesaría la cabeza para quitarle la vida.

 

Y como no sabía qué cosa era, tenía miedo en sí de conjurar unas necrohands, o algún otro hechizo que no requiera varita. Claro, eran magos, podían deshacer ese tipo de dispositivos balísticos en segundos. Pero había tanto desconocimiento que ni él se atrevía a accionar.

 

Si tan solo pudiera usar sus runas…

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Estaba a punto de inventarse una de esas excusas que sólo ella podría inventar, pero en ese momento escuchó algo más que echó un escalón abajo sus planes de robarse la mercancía que había ido a hurtar. El grito de un hombre detrás de las puertas del container, familiar si vamos al caso, le hizo ignorar la mirada inquisitiva de la bruja que acababa de descubrir algo sospechoso en las fachas de la Triviani.

 

Fue un alivio que se hubiese percatado de lo mismo que Candela, pues de otro modo tendría que estar preocupándose también de una buena razón para explicar el por qué se encontraba allí. Y es que a la gitana, muchas veces, le ganaba la "cola de paja" y sentía la imperiosa necesidad de dar algún tipo de explicación. ¿Y por qué no, simplemente, decir que estaba allí en calidad de Logia para cerciorarse de la correcta entrega de los productos recién llegados? Ah, no. Era mejor el modo difícil.

 

― ¿¡Hola!? ―preguntó elevando la voz― Sí, alguien aquí. ¿¡Quién por ahí!?

 

En realidad, lo mejor para ella hubiese sido dar media vuelta e irse. ¿Por qué se quedaría a ayudar a alguien? Oh, porque trataría de encontrar la manera de salirse con la suya.

 

― ¿¡Quién está ahí!? ―repitió la pregunta― No es que se haya informado en algún lado que ahora vendían gente. ¿¡Te están vendiendo!? ¿¡Quién eres!?

 

Se quedó en silencio por si llegaba a escuchar nuevamente algo, pero al cabo de unos minutos sólo hubo silencio. ¿Y si intentaba abrir la puerta con magia? Lo hubiese hecho de no estar completamente segura de todos los dispositivos mágicos que se usaban para tener a resguardo los intereses económicos de los magos, así que mejor no se arriesgó; no fuese que, con un error, revelase sus verdaderas intenciones. Pero, ¿y si no era así?

 

Candela se quedó mirando un rato a la puerta y luego a la bruja que la acompañaba. ¿Cuál era su nombre, otra vez? Ah, no, si no se había presentado. Mas no había tiempo para introducciones, prefería echar mano a la mercancía... Quiero decir, manos a la obra.

 

― Mire, usted párese aquí. ―movió por los hombros a la mujer y la colocó justo delante de la puerta del container, cosa de que, si algo explotaba, no fuese la gitana la víctima.

 

Rompió el candado con su varita y sintió cierta decepción cuando no estalló nada tras abrir la puerta, había movido a la bruja para nada. Así que se encogió de hombros y se adelantó, siempre con cautela. Estaba semi oscuro dentro, pero aún en la penumbra pudo visualizar una figura amorfa; misma figura que reconoció apenas, gracias a que tuvo que acercarse aún más.

 

― ¿Orión? ―la pregunta sobraba, era él. ¿Qué hacía allí? Y más aún, ¿atado de esa manera?

 

Casi casi que estaba tentada, nuevamente, a marcharse. Ya se veía venir más problemas que beneficios.

Editado por Candela Triviani

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~ Mosquito ~          Ianello 

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Una voz del otro lado alcanzó a sacarle un gran susto pues lo menos que esperaba era una respuesta a su pregunta - ¿Usted quién es? - alcanzó a preguntar ante la mirada de obvia sorpresa de la mujer que estaba mucho más cerca ahora, pero un grito de un hombre interrumpió ese momento y de pronto fue más importante saber que estaba ocurriendo.

 

Antes de poder hablar la mujer hizo la pregunta más adecuada tratando de encontrar una respuesta de la persona que presumiblemente se hallaba dentro del contenedor metálico. Claramente involucrarse en cuestiones tan extrañas no resultaba muy inteligente pues si no tenían cuidado ambas brujas podían terminar en graves problemas igual que la persona metida dentro de la caja. – Deberíamos hacer algo- dijo preocupada.

 

Si bien estaba nerviosa, ella no era una de esas personas que huía de las situaciones pues se caía a sí misma como una guerrera no solo por ser parte del grupo clandestino de la orden del fénix, sino también por su entrenamiento como paladín que incluía lucha de combate y la instrucción en muchas de las magias antiguas sobre todo la nórdica en la cual se basaba casi toda la creencia de su raza y por esa razón no pensaba irse.

 

Pero la mujer seguía tratando de encontrar información, sobre todo porque la persona (que obviamente era hombre) estaba notablemente en problemas y gracias a su silencio iban a tener que usar otro método para entrar porque si el embarque tenía una procedencia mágica probablemente no pudiera abrirse con un simple Alohomora, así que debían dar otra manera sin dañar al mago (o Muggle) que se hallaba en el interior de la cajota.

 

Soltó una risita con el comentario de la bruja y cuando la mujer la acomodo en la entrada ella hizo lo suyo con la varita pues mientras la mujer( que estaba segura de haber visto antes), se dedicaba a preguntar e interrogar al tipo que estaba dentro, ella estuvo devanándose el cerebro para imaginar una forma no tan obvia de abrir la perta y solo se le ocurrió algo, o bueno simplemente apareció en cabeza; seguramente porque lo había visto en un libro del templo paladín y entonces intento hacer el dibujo en la puerta del contenedor.

 

thurisaz.jpg?w=652 no estaba segura, pero ella tenía en mente que, aunque el libro asociaba este símbolo con el martillo de Thor (quien es un dios simbólico para un Paladín), estaba segura que en una ocasión su abuelo Ishaya le explico que era una runa de apertura o una puerta dijo, y nada perdía con intentar -Thurisaz- el nombre fue lo que más le costó pronunciar, pero después de varios intentos consiguió recordar.

 

La otra chica le había hecho no sé qué al candado, pero lo cierto es que ella estaba segura que su runa había ayudado y luego estuvo el saludo: Orión dijo ella y la jovencita recordó ese nombre de alguna parte. – ¿está usted Bien? - quería saber y luego uso el hechizo Lumos porque la oscuridad dominaba todo el contenedor y luego la vio - ¿Qué es eso? – un aparato muy extraño estaba frente al mago y de verdad se veía muy peligroso. ¿Sino porque lo dejaría ahí?

 

Entonces apuntó hacia el mago kano.jpg, esta runa era más fácil en el templo la usaban para encender el fuego, pero también tenía poderes curativos y su nombre ay si tan solo pudiera recordar cuando curaron a ese unicornio, pero no era sencillo saberlo todo, bueno al menos tenía una noción de las runas nórdicas- ah sí, si- susurró y después pronunció- Kano-

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- Excelente muchachas, excelente. No saben la alegría que tengo de verlas. Alegría sólo superada por el hecho de encontrarme a mí mismo vivo todavía.

 

No había que ser una luz para ver el cañonazo que estaba frente la cara de Orión. Aún sin saber específicamente qué era, sentía el filo de la muerte en su cara. Inclinó su cuello para ver quiénes eran sus rescatistas sagradas. A Candela la conocía. Suspiró con resignación, capaz y lo dejaba ahí muerto si es que no le prometía algo a cambio. La cara de Bodrik no le sonaba. Seguramente era de transportes, seguridad o sanidad mágica. Eran los departamentos a los que no frecuentaba tanto.

 

Bodrik utilizó en forma de encantamiento una de las Runas más básicas. Orión se sorprendió. Fue como un cambio repentino de emociones, de alivio a esperar lo peor, a alivio nuevamente.

 

- Si tuviera mis manos libres te aplaudiría. Excelente uso de un encantamiento rúnico. Siento mi espalda como nueva.

 

Sin embargo, las cuerdas seguían intactas. Frunció el ceño. Se movió un poco para ver si alcanzaba a revisar todo el mecanismo que lo mantenía preso.

 

- Como verán, estoy en aprietos. ¡JA! ¿Entienden? Aprietos. Cuerdas apretadas. No importa.

 

Al estar de cabeza, se le hizo más fácil identificar su monedero moke y su varita. Habían quedado en el suelo tras haberlo colgado. En el monedero, estaba todo su kit de té, cartas astrales, telescopios, bolas de cristal, algún que otro papel del Departamento de Cooperación Internacional y, por último, su bolsita de runas.

 

- He venido a revisar una queja por parte de San Mungo al Concilio, por exportación de mercadería, que podía, o no, haber estado mezclada con artefactos muggles. Resulta que una banda de personas no mágicas me confundió con algún enemigo y, bueno, aquí estoy.

 

Suspiró.

 

- Podría haberme liberado por mis propios medios, pero me temo que un artefacto dañino muggle del cual desconozco, está amenazando mi vida. Necesitaría de su ayuda para saber cómo diablos salgo de esta, con mi cabeza pegada al cuerpo claro.

 

Es que, se le había ocurrido una idea. Las runas nunca le fallaban. Bueno, a veces él se equivocaba con las lecturas, pero siempre era un inicio eficaz, un paso más cerca de la verdad. El problema claro era que él no podía hacer la tirada

 

- Candela, dentro del monedero que está junto a mi varita se encuentra una bolsita de runas. ¿Alguna vez hicieron tirada?

 

No esperó a la respuesta. Obvio que no. De todos los que conocía, era el único que sabía esa técnica.

 

- Las runas sirven para muchas cosas. Potenciar encantamientos y magia, identificación en ciertas situaciones y, por último, consulta. Cada runa representa un concepto específico. La consulta es el arte de, tras tirar una determinada cantidad de runas al alzar, realizar conexiones entre ellas para los problemas del mago común. En este caso, un pobre tipo frente a la muerte.

 

Había cerrado los ojos y hablaba como si estuviese en una de sus clases en la Universidad. Es que, ¡¿era una de ellas?!

 

- Estas runas son un conjunto de piezas de igual tamaño, peso y superficie, para que el usuario no esté condicionado al realizar la consulta. Capaz las runas nos tienen algo para decir.

 

El mecanismo era el siguiente. La escopeta, estaba atada a una serie de poleas y engranajes que sólo se activaban al desatar, tanto la cuerda principal, como sólo algunas de las que lo mantenían en el aire. A su vez, todo estaba equilibrado con el peso de Orión. Como si… la misma trampa estuviese pensada para él. Por último, había tres interruptores que soltaban tijeras del techo (por merlín, estos mafiosos ERAN elaborados). Uno tenía el dibujo de un cofre del tesoro, otro de una antena parabólica y, por, uno de una familia numerosa. Sólo uno de ellos tenía las tijeras necesarias.

 

Que comience el juego.

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Candela se quedó con la cara larga luego de ver tanta buena obra por parte de su acompañante, no podía imaginar que fuera acreedora de tanta ignorancia. Y sí, la verdad es que sí. Candela podía saber de muchas cosas, o hacerse la que sabía muchas cosas, excepto las Runas. De eso sí que no tenía la más remota idea. Y no es porque no le hubiesen querido enseñar en el pasado, pero prefirió siempre otro tipo de conocimientos a ese. Aish, pero si tan sólo hubiese leído un poco de qué trataban.

 

Recordaba que, de niña, robó un libro de la biblioteca de la familia que la cuidaba -al no sentirse parte, ella no lo consideraba como tomar algo prestado, si no robar- y que, precisamente, trataba de runas. En él te enseñaban a fabricar tus propias runas y el significado de cada; la gitana hizo tal cual, hizo las propias con unas piedrecitas de lo más bonitas de su colección -ah sí, porque también coleccionaba piedras, ¡qué era una niña!- y ya cuando llegó a la parte del aprendizaje de los significados fue cuando falló. No le quedó casi nada.

 

Ah, pero sintió envidia. Envidia porque esos halagos no iban dirigidos a ella. Y podría haber tirado de alguna de las cuerdas para acabar con la vida de Orión en ese instante, sino fuese porque dentro de la explicación del Yaxley a su situación, encontró algo por lo que se interesó.

 

― ¿Qué tiene que ver el Concilio en todo esto? ―o entendió mal, pero era en vano, tenía la certeza de que su pregunta quedaría en el aire.

 

Y pudo notar recién en ese momento lo que realmente era el objeto que amenazaba al mago, ya lo había visto antes. Conocía las armas de fuego muggles a la perfección, ella misma se fabricaba las suyas cuando se auto exilió hace muchos años. Había aprendido a usarlas con Avril, su vieja amiga. Pero, ¿realmente era cierto que en la mercadería exportada por el Concilio había mano muggle de por medio? No podía ser el círculo de ella, habría estado enterada.

 

La gitana dio un respingo cuando escuchó su nombre y la petición que se le hacía y, aunque hubiera querido negarse, obedeció a regañadientes con la esperanza de encontrar algo de valor en las pertenencias de Orión. Pero no, no había mucho que le pudiera servir y, realmente, no estaba muy interesada en robarse unas runas que podría ella misma hacer. Si tan sólo tuviese idea de cómo funcionaban, esa sería otra historia. Extrajo la bolsita que se le había pedido y luego asintió y negó al mismo tiempo, esto último cuando se dio cuenta de lo que le estaban preguntando; Candela jamás hizo una tirada... de runas.

 

― Ya, yo las tiro. Pero mira que si no sale nada no quiero que me eches la culpa de tu muerte, ¿eh? Si te mueres, va a ser por negligente, por confiar a mano de una ignorante.

 

Estaba a punto de pasársela a la chica que estaba con ellos, pero decidió que no, a ver si de una vez por todas entendía qué carajos hacían. Así que tiró una de ellas. Tenía la forma de una F invertida, y como no le convenció de nada, la volvió a guardar y tiró otra. La que siguió no era muy alentadora tampoco, era una > que le pintó a más mal que bien; y como Candela es muy supersticiosa, pues la guardó de igual manera. Y como la tercera siempre es la vencida, tiró la tercera.

 

En esta última se quedó meditando, sobre todo por el parecido que guardaba con uno de los interruptores que ella ya había visualizado anteriormente. Tuvo la sensación de que Orión moriría ese mismo día, a esa misma hora, y sería su culpa. Pero no hay peor lucha que la que no se hace -o algo así, realmente no sé mucho de refranes, y ni siquiera sé si es un refrán- y como le gustaba la forma que tenía (algo así ψ, pero con más ángulos) se decidió por ese.

 

― Orión, prometo que, si mueres, me quedaré con tu casa y me aseguraré de que todos te lloren. ―tenía el dedo puesto en el interruptor que correspondía a una antena parabólica.― Y si no mueres, ya me explicarás qué demonios hice con estas cosas. ―y presionó el dedo.

 

Vamos a sobrevivir pase lo que pase.

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Tenían mucha suerte de que el contenedor no hubiese explotado o no hubiesen sido atacadas por algún animal o grupo de malhechores, sino que se encontraron con una visión un poco más compleja. Un hombre estaba atado y a una silla y frente a él se encontraba un artefacto muggle que Bodrik suponía peligroso, aunque no conocía con exactitud su funcionamiento.

 

El mago se las arregló para hablarles agradeciendo la joven Lockhart por el buen empleo de magia nórdica a los que la chiquilla sonrió alegremente pues sin duda le daba mucha satisfacción que el conocimiento aprendido como Paladín pudiera ayudarle en cada aspecto de su vida sobre todo en los que requerían gran concentración. – Me alegra que este mejor- dijo mordiendo su labio nervioso al ver las cuerdas.

 

Luego de pasar el momento incomodo el mago explicó la razón de su incursión al puerto de comercio y al escucharle Bodrik no pudo evitar sobresaltarse pues tal vez si ella hubiese llegado unas horas antes podrían encontrarse en la misma situación – Oh vaya, mi Nombre es Bodrik Lockhart Directora del Hospital San Mungo- dijo presentándose ante ellos y justo después la mujer refuto sobresaltada la implicación del concilio en esa situación - es responsabilidad del concilio velar para que sus productos lleguen a tiempo pues fueron ustedes los responsables de tal embarque- respondió encogiéndose de hombros pues en ese momento estaba más preocupada por la situación del hombre, aunque sin duda la mujer planeaba marcharse en cualquier momento.

 

De todas forma el mago la conocía y fue a ella a quien pidió ayuda para alcanzar sus bolsita y fue cuando esta comenzó a sacar unas extrañas piedras que la joven paladín descubrió que se trataba de runas y aunque Bodrik jamás había visto las runas en esa presentación le parecía algo bastante útil aunque dejado todo al azar como si se adivinara el futuro en el local de Pitonisa peralta a quien pocas veces visitaba porque a decir verdad no le agradaba mucho eso de la adivinación pues la consideraba imprecisa. El futuro tiene múltiples interpretaciones.

 

Orión les dio una breve explicación sobre los usos rúnicos y una de ellas era sin duda de consultar y con no pudo evitar reír un poco al comentario sobre la posible muerte del funcionario con cada runa que la empelada del concilio sacaba erróneamente y así confirmaba una vez más lo riesgoso que es adivinar pese a que sus Abuelos Ishaya y Cye lo consideraban algo fascinante y se habían dedicado a aprender dicha habilidad con los sabios arcanos sin embargo ella hasta ahora se resistía a tal aprendizaje.

La mujer consulto unas cuantas veces y hasta se ofreció a quedarse con los bienes de Orión (así lo había llamado ella). Entonces movió su varita justo cuando la mujer metió la mano a la bolsita una vez más haciendo un símbolo – Uruz- pronuncio en un susurró queriendo que la magia funcionara esta vez y el hombre pudiera quedar libre. Ella entendía las runas como una magia poderosa (al menos eso había aprendido en el templo).

 

-Vamos a sobrevivir – repitió

 

Si el amarre no fuera muggle como había anunciado Orión, tal vez podrían ayudarlo con un encantamiento como -Evanesco- movió su varita en dirección al mago intentando que la cuerda que ataba sus manos desapareciera, aunque no estaba segura de su éxito.

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