Jump to content

Estudios Muggles


Sagitas E. Potter Blue
 Compartir

Publicaciones recomendadas

Se había subido en el tren, una de esas maravillas modernas que llamaban los muggles, a ella no le parecía tanto, seguro que hubiera ido más cómoda en una alfombra voladora de dos puestos aunque fuera una familia entera apretujadita, pero de eso se trataba la clase, de estudio muggles, de conocer a los muggles, sus costumbres raras y su forma de vida en solo 10 días. Pensar en pasar solos 48 horas sin magia era agonizante, ya ni decir 240 horas…

 

--Disculpe, dispulpe, ese es mi asiento-- dijo a una mujer de buen peso, que intentaba que un crio de más o menos la edad de Ithillion se sentara y no brincoteara sobre ella. La mujer levanto la vista un poco apenada y se enderezo, la verdad ocupaba el asiento propio y la mitad del de la Lockhart, a quien ya no le estaba gustando la cosa. Menos mal que su equipaje era poco lo puso sobre la rejilla superior y ella misma se sentó con su bolsito de cuentas cruzado sobre el pecho y la bolsita de las donuts que aún le quedaban.

 

Pronto el aparatejo comenzó andar y ella que había quedado hacia la ventana trataba de disimular su disgusto o poca paciencia ante la compañía que le había tocado, de cuando en cuando recibía un pisotón y de buena gana hubiera sacado su varita para hacer dormir al chiquillo, pero recordó las normas tanto en la misiva de Sagitas como en aquel panfleto en la estación londinense “nada de magia”.

 

--Señora o tranquiliza a ese chiquillo malcriado o yo le doy un par de nalgadas, mire como me ha puesto el cabello-- se quejo ya de último, porque el chico no conforme con lo que ya había hecho, le tiro un poco de migas de galletas azucaradas en el cabello, la mujer la miro disgustada y expreso un “ ¡Que grosera, no ve que es solo un niño!

 

--¡Un niño un cuerno! Es un diablo en miniatura, mi hijo se comporta así y ya lo tendría morado a punta de pellizco, queda advertida y desocupe mi asiento que para eso pague el billete completo-- joooo Cye tenía cero tolerancia, no aquel día y seguro que si la pelivioleta hubiera aparecido le hubiera recriminado, sin razón. El caso es que la mujer pidió cambiarse con un señor que estaba más allá y al ver a la rubia, este acepto.

 

Paso tiempo en lo que parecía un viaje tranquilo, el hombre se limitaba a mirarla, pero no le decía nada, algo con lo que la chica podía lidiar, hasta que de pronto escucho el altavoz y un comentario fuera de lugar, segurito que le había pasado lo mismo que a ella en la radio de los baños averiados, levanto una ceja esperando otra imprudencia pero en su lugar escucho un mensaje clarísimo dirigido a ella, lo cual la hizo palidecer. EL hombre aprovecho para tomarle la mano y pasar el brazo por el respaldo del asiento lo cual incomodo grandemente a la improvisada viajera.

 

El siguiente anuncio cambio el tono pálido de su piel por uno rosa subido, se refería a los donuts, pero si eran sanísimos y deliciosos, se negaba a tirarlos, pero tampoco quería sanciones, cárcel y menos reprobar, el mensaje era más que elocuente, tanto como el rostro del hombre calvo que intentaba alcanzar su mejilla y justo a tiempo saco una donuts llena de arequipe y la interpuso entre su mejilla y los labios de muggle atrevido, luego le puso la masa en las manos con el resto de la bolso, se levanto y tomo su mochila, caminando por el pasillo casi hasta el principio del vagón.

 

--¡Atrevido!-- murmuro aun pensando en lo dejado atrás, donde lo hubiera visto Ishaya ya no solo estaría calvo sino sin dientes como mínimo. Un ligero bamboleo la desbalanceó y casi cayó encima de un mago rubio que ocupaba tranquilamente su asiento. --Oh ¡Lo siento yo…!-- balbuceo enfocándose en el rostro del hombre para darse cuenta que se trataba de un conocido, alguien de su mismo círculo mágico y social, y quizás alguien con el mismo dilema muggle que ella.

 

--¡¡Thomas!! ¿Qué haces aquí? Digo ¿Vas a Viena como yo?-- pregunto, recordando que no sabía quienes más cursaban la clase.

 

 

@@Thomas E. Gryffindor

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

-- "¡Señores pasajeros! El Tren permanecerá parado durante unos minutos en las vías por un fallo técnico. Rogamos disculpen las molestias. Para aligerar su espera, las azafatas del tren repartirán bocadillos entre los viajeros y podrán disfrutar de una película en las pantallas que cada vagón tiene a la entrada del mismo."

 

El problema en el tren era mucho más grave de lo que pensaban los pasajeros del tren con destino Viena. En la frontera con Austria, unos ladrones de cobre, rateros que codiciaban tan caro metal, habían dejado sin hilos que transmitieran la electricidad a los trenes que usaban esa vía, con lo que a lo largo de toda la vía los trenes estaban parados. El Conductor, el Revisor y las Azafatas habían recibido órdenes de no explicar nada al gentío que se sentaba en los cómodos asientos del Tren Internacional que iba de Bélgica a Austria. La frontera estaba cerca y, si conseguían alejarse de Alemania, donde habían problemas imprevistos, estarían todos a salvo.

 

Pero eso no debían saberlo los viajeros. Por eso, les pusieron una película, para mantenerlos ocupados y que no pensaran en lo que sucedía: eligieron "El Aprendiz de Brujo"

 

 

Las azafatas, vestidas con su traje azul, pañuelo al cuello del mismo color sobre camisa blanca y un gorrito del mismo color, graciosamente ladeado en la cabeza, pasaban con sus carritos repartiendo bocadillos envueltos en film transparente para que cada uno eligiera el suyo, junto a un zumo o una botella de agua. Nada de alcohol, no podían permitirse que los viajeros se exaltaran más de lo que ya debieran al estar viendo un paisaje desolado y nevado por las ventanas.

 

Cuando una de ellas llegó hasta el muchacho con camisa blanca con dos botones desabrochados, le sonrió abiertamente y se atusó el pelo. Su pañuelo, a diferencia de las otras compañeras, era de color violeta.

 

-- Buenos días, caballero. Tome, un bocadillo y un refresco, por ser para usted. Ah, y una manta porque aquí hará frío dentro de poco. No hay electricidad, ¿lo ha notado? Y, sin embargo, en este vagón hay luz. Debe de ser cosa de magia, ¿verdad? -- La azafata le sonreía amablemente aunque hizo un rictus de desaprobación al dejar la manta en el asiento de al lago del muchacho y quedar abombada, como si algo hubiera sentado ahí, algo invisible. Sus ojos marrones fueron de la manta hacia él y después hacia la manta de nuevo. -- Creo que... le dejaré unas galletas adicionales por... por si tiene que alimentar algún extra.

 

La frente de la muchacha se había arrugado visiblemente, como si algo le preocupara.

 

-- Señorita. ¿Quiere usted un bocadillo? Tenemos de jamón serrado, pavo. Le puedo ofrecer también zumo recién exprimido de naranjas naturales. Son directamente de un árbol sagrado. Este zumo le reconfortará. ¿Tiene frío? Puedo ofrecerle una manta. No se preocupe, al final del camino encontrará calor.

 

La azafata fue bastante agradable con aquella mujer de pelo rubio y camisa con mariposas. Avanzó un paso hacia otros viajeros. Sin embargo, al instante se volvió de nuevo hacia ellos dos y sonrió de nuevo.

 

-- ¿Saben? El único problema es reponer todo el hilo de cobre robado entre esos tres postes de luz, para que el tren pueda recibir energía de nuevo. Lástima que sea tarea para alguien invisible y con mucho pelo para resistir las temperaturas exteriores y que nadie pueda ver que se usa nada inusual. A veces, me gustaría que fuera como en esa peli, que se pudiera hacer magia y arreglar todo sin que nadie les pillara. Ay, lástima...

 

La azafata se alejó de los dos y llegó hasta un hombre calvo, el mismo que había molestado a la rubia.

 

-- ¿Un bocadillo, señor? ¿Una botella de agua? ¡Ay, Dioses! ¡Lo siento mucho, lo siento, lo siento! No era mi intención echarle toda esa agua fría en los pantalones. Le presento mis disculpas. Ahora mismo le traigo un trapo para que se seque.

 

La azafata de pañuelo morado pareció desaparecer hacia otro vagón. ¿O desaparición en la Nada? Eso no era posible...

 

¿Verdad...?

 

 

 

 

EDITADO: ya incluí a Cye. Lamento el retraso.

Editado por Sagitas E. Potter Blue

kNTUx8c.gifsf6Sw.gifHdDMuO2.pngXXBPo79.gifKRLtVZp.gif

D69M3Vr.jpg

  tOWLU4S.gif  KhGckEc.gif.6e9b2b71e2797bafac6806b66df1d1b0.gif     Icr0JPz.gif

0jsC0dL.pngWliKSjc.pngckkcxVm.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

-Ya estoy nuevamente en camino- expresó Gryffindor tras un leve suspiro que denotó la satisfacción propia de no dar por terminado un aventurero viaje producto de situaciones muggles que eran comunes para el resto de los mortales que no poseían conocimientos mágicos como él y sus símiles. Fue así que, ya más sereno, Elros se encaminó por el pasillo del tren hasta llegar al número de su asiento adquirido en la ventanilla dos de la estación ferroviaria; dándose por enterado de que justamente el de su acompañante (pegado a la ventana) estaba vacío, casi al comienzo del vagón. <<Una señal positiva dentro de todo>> pensó el muchacho, haciendo auto-referencia a su propia consciencia tras dejar su mochila sobre el espacio "sin nada ni nadie"; aunque curiosamente la maleta quedó mucho más aplastada de lo normal (como si "algo o alguien" estuviese ya sentado allí, pero con la contextura no mayor a la de un niño de diez años). Raramente, su centro de atención cambió con rapidez luego de que una mujer le cayera encima sin poder hacer nada para evitar que sus partes íntimas se vieran afectadas con la presión que los codos de la rubia hicieron sobre éstas; ocasionando que un ligero y doloroso "auch" brotase de los labios carmesíes del apuesto animago.


-¡Cye!- exclamó el fenixiano tras reconocer a la mujer; quien era la esposa de su buen amigo Ishaya. -Me has robado la cuestionante de la boca, querida. Yo te iba a consultar exactamente lo mismo... Y sí, voy a Austria- agregó sonriendo; segundos previos a que el tren se detuviera "en seco", provocando que decenas de pasajeros de pie se fueran de bruces al gélido piso.


-¿Fallo técnico? ¿Qué habrá pasado?- preguntó a Lockhart, enaltando su ceja derecha con una pizca de incredulidad acerca del aviso que fue transmitido para todos viajeros que se trasladaban en el transporte europeo. -Vaya. ¿Creen que con una película de Disney para críos van a lograr persuadirme? Aquí ha sucedido algo más- volvió a dirigirle la palabra a la jefa del Control de Comercio Universal, la misma que aún continuaba sobre sus piernas. -Creo que... eh, creo que deberías...- le dejó entrever el veinteañero a la medimago de que por favor retomase la verticalidad de su cuerpo, y así pudiesen dialogar de mejor manera. En eso, una azafata con vestuario diferente y "muy peculiar" se les acercó con tal de ofrecer los productos del carrito que empujaba; pero ésta también aprovechó la ocasión de decir un par de verdades que dejaron aún más perplejo al joven Gryffindor. -¿Magia? Eso es de cuentos de hadas, señorita. Los adultos creemos en "la causa y el efecto"... y aquí claramente algo pasó ¿O no Cye?- inquirió luego de notar de que un "bulto" se había formado en el asiento próximo a la ventana, pero optó por no darle mayor trascendencia y esperar a que su compañera de La Orden opinase algo sobre todo lo que la "extraña dama de violeta" les dijo.

Editado por Thomas E. Gryffindor
Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

La estaba pasando ¡de maravilla, genial! Pensó irónicamente cuando su anatomía fue a dar contra una persona sentada al principio del vagón del tren que había tomado para llegar a Viena y de allí tomar otra ruta. Por suerte y para su propia vergüenza termino clavando sus codos en zonas sensibles de un amigo, era @@Thomas E. Gryffindor.

 

--Lo, lo siento-- se disculpo sin cambiar de posición, le dolían las rodillas, ya sabían entonces porque decían que el metal más sólido era el del piso de los trenes, lo acababa de comprobar y sin intermediarios.

 

Para su sorpresa y la de todos, un brusco frenazo movilizó a medio tren de manera tan indecorosa como la que ella acababa de sufrir minutos antes, por suerte ella, seguía anclada a Thomas y no rodo por el pasillo, fue entonces cuando una azafata algo conversadora se acerco con su carrito, ofreciéndole bocadillos y zumo de un árbol sagrado...

 

--Gracias, aceptare ambos, el de jamón y el zumo-- dijo sonriendo a la mujer a pesar de la situación, después de todo eran bocadillos gratis y seguro estaban buenos.

 

--¿En serio?-- dijo asombrada al escuchar la información sobre la falla, y también sobre la mención de la magia, como si le diera urticaría, así de la nada, su mirada iba de la mujer al mago y viceversa, Thomas resulto más practico a la hora de evadir el tema y parecer tan muggle como era posible.

 

--Me parece un desatino, magia, ja esa es la que vamos a necesitar para no retrasarnos más y llegar a, bueno nuestro destino-- comento contrariada poniéndose de pie y levantando la mochila de Thomas para ocupar el asiento aparentemente vacío.

 

--¡Eyyyy!-- se quejo al sentarse y sentir que la toquéteaban, obvio no había quedado a ras con el asiento, sino como si algo la suspendiera, un cuerpo invisible y belludo o debería decir peludo, lo sintió porque sus muñecas lo sintieron.

 

La rubia salto como un resorte, lo que le faltaba primero uno intenta besarla y ahora otro la toquetea, miro al rubio con sorpresa y acusatoriamente, tenia que haber sido el --¡Ah ya entiendo! Te vengas por el pisoton allí... que te di hace un momento! ¿Cierto?-- era la única explicación, aunque su mente sabia que algo raro pasaba, sentía una energía sin ver un cuerpo, fue entonces que sus ojos cual plato miraron al Gryffindor.

 

-Tu, tu seguistes las instrucciones no, ay dios nos van a reprobar a los dos si no es así--- concluyo dramática y acusadoramente, preguntándose si podrían descender e ir por u cuenta, pidiendo cola como mochileros, pues el día 21 según sus cálculos debían estar en Petra, bufó por lo bajo ante la contrariedad de quedarse atascados a poca distancia quizás de hacer conexión con otro medio para cruzar fronteras y por otro lado afuera debía estar haciendo un frío endemoniado

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

-Yo no tengo deseos de comer ni beber, gracias de todos modos- expresó el pelirrojo a la azafata de pañuelo color violeta que estaba junto a su carrito con bocadillos para calmar los ánimos de los pasajeros con una buena ofrenda que les hiciera más "amigables" al instante de comprender la falla abrupta del tren. Pero el caso de Cye no fue de la misma forma, debido a que la rubia aprovechó de solicitar el tentempié de jamón y un zumo de naranjas de origen muy peculiar; dejando a Thomas con la boca abierta luego de oír algo sobre un "árbol sagrado". Cuando la funcionaria del ferrocarril se marchó hacia el otro extremo del vagón; el muchacho miró con extrañeza a Lockhart, pues ésta sacó la mochila del asiento junto al ventanal, pero el bulto formado con su manta seguía ahí... intacto. <<¡Válgame Dios y Merlín!>> exclamó para sus adentros, poniendo sus dos orbes esmeraldas como platos tras notar que la medimago del Control de Comercio Universal saltaba de la cómoda butaca como un resorte. -Ve... Ve... ¿Vengarme yo? No... no sé a qué te refieres, linda... Lo... Lo único que te puedo decir es que ahí hay... ahí hay... un... un... fan... un fan... ¡FANTASMA!- gritó como un niño asustado, mientras su dedo índice derecho apuntaba hacia la manta levantada que, fugazmente, se desplomó en el piso; al mismo segundo que la ventana del vagón se abría, dejando ingresar una gélida corriente de viento que congeló los rizados cabellos del animago (el cual estaba "engrifado" como gato ante un can).


-I... Ins... ¿Instrucciones? Pues, claro... ¿Incurrí en una falta?- le preguntó a su acompañante, tratando de sacar sus sentimientos negativos asociados al miedo que experimentó frente a aquella "escena paranormal". Por otra parte; el simpático demiguise del fenixiano había oído todo lo que la azafata les dijo a los hechiceros; y con ansias de hacer algo bueno por su amo, quiso remediar "en parte" la torpeza por haberse sumado al viaje del chico sin su permiso ni consentimiento. Luego de ascender por un fierro del tren hacia la cubierta, la criatura corrió contra el soplido del dios griego Eolo (conservando su invisibilidad) hasta el sitio donde unos ladrones muggles intentaban cortar todos los cables de cobre que permitían que el ferrocarril avanzara. Con ágiles y certeros golpes de puño, el demiguise les dejó noqueados a través de una fuerte paliza que nunca olvidarían; y a continuación enlazó los hilos para que el medio de transporte prosiguiera con su recorrido. Y así fue; la luz en los otros vagones regresó a la normalidad, y el movimiento de las ruedas sobre los rieles se hizo evidente con mayor velocidad; incitando a la criatura a volver al lugar donde Thomas y Cye seguían platicando. -Qué... ¿Qué fue eso?- preguntó Gryffindor a la sacerdotisa cuando la ventana volvió a abrirse y cerrarse frente a sus rostros estupefactos, sin que nada ni nadie la atravesara; sólo viento y más viento... ¿Y el demiguise? Sí, el pequeño bribón se había instalado en uno de los compartimientos más altos del vagón (donde escaseaban las maletas), esperando pasar desapercibido por ambos magos que ya estaban en camino hacia Viena, donde Elros pensaba coger un vuelo directo.

Editado por Thomas E. Gryffindor
Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Día 5:

 

Querido Diario:

 

Este viaje está siendo de lo más interesante. He de reconocer que no me esperaba ciertos detalles de mis alumnos pero están reaccionando muy bien. Se supone que hoy llegarán a Viena. Soy mala, lo reconozco. Les he hecho una jugarreta. En el lugar donde pidan sus billetes, encontrarán que no hay billetes sino una entrada para cada uno para la Opera de Viena.

 

¡Me imagino la cara de mi cuñada cuando sepa que tiene que, al acabar su sesión, acudir al camerino del tenor protagonista de "La Flauta Mágica" de Mozart y pedirle un sobre que tiene para ella! Contiene los billetes que necesita y el pasaporte para salir de territorio europeo. Al menos que salga a pata y por fronteras ilegales, es la única manera que podrá usar para salir de Austria. ¡Ay, ojalá pudiera verlo! ¡¡Qué demonios desdentados!! ¡Estaré ahí para verlo!

 

Y Thomas también tendrá que conseguir encontrar el sobre con sus billetes de avión, sólo que tendrá que ir al camerino de las bailarinas quienes me seguirán el juego (yo siempre he sido muy persuasiva) y le dirán "frío o caliente" según esté cerca o lejos de donde está escondido.

 

La finalidad de este ejercicio es jorobar enseñarles a comunicarse con muggles utilizando su propio lenguaje, en ese caso deberán aprender a usar palabras relacionadas con la música y la danza mientras estén dentro de la Opera, puesto que responderán preguntas musicales que les hagan tanto el tenor como las bailarinas. A ver si saben... Por supuesto, en la Opera sólo les dejarán entrar si van con ropa de gala. A ver como consiguen vestimenta adecuada. Dinero tienen, de eso estoy segura, no les faltará crédito (y más si paga la Universidad, espero que Anne y Niko no me pongan pegas cuando les pase las facturas), sólo han de saber cómo conseguirlas.

 

Y bueno, el tiempo se acaba y pronto han de estar en Petra. Si no llegan a tiempo de darse un baño en su piscina termal, tendré que suspenderles. ¡Pero qué demonios! Este viaje no lo olvidarán en la vida.

 

¿Cómo devolveré a la criatura a Londres sin que se me tiren encima todos los Aurores de todos los países? Thomas está siendo un chico afortunado...

 

Bueno, querido diario, me voy a dormir que mañana será un día ajetreado vigilando a mis dos alumnos y disfrutando de la Opera. ¡Me encanta! No se puede estar en Viena y no acudir a la Opera Nacional.

 

¡Buenas noches!

Editado por Sagitas E. Potter Blue

kNTUx8c.gifsf6Sw.gifHdDMuO2.pngXXBPo79.gifKRLtVZp.gif

D69M3Vr.jpg

  tOWLU4S.gif  KhGckEc.gif.6e9b2b71e2797bafac6806b66df1d1b0.gif     Icr0JPz.gif

0jsC0dL.pngWliKSjc.pngckkcxVm.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Thomas parecía nervioso, incluso tartamudeaba ante la acusación de la Lockhart de la “venganza” una de dos se estaba haciendo el listo con ella y lo negaba porque sabía que de admitirlo le iba a estampar no una galleta, no, un galletón o… realmente no sabía que estaba pasando. Lo que si le pareció tirado de los cabellos era que mencionara un fantasma, precisamente él un mágico, que podía verlos ¿no? Bueno sino, ella sí, y podía ver las auras y todo eso, y ese no era un fantasma.

--¡No hay ningún fantasma aquí! ja faltaba más, de ser cierto seria Jack el marido de nuestra profesora y no creo que lo mandara a semejante misión ¿o sí?-- bueno era sabido que la pelivioleta tenía métodos y alcances poco imaginables, de todas las brujas que conocía, era la menos predecible y eso ya era mucho decir, sin embargo el eterno romance que mantenía con su esposo incorpóreo no le parecía posible que lo mandara lejos, sobre todo cuando Jack tenia mejores cosas que ver y de que ocuparse, empezando por vigilar al tornado que ambos tenia por hijo y que Cye adoraba, Ithillion.

--¿Eh?-- alcanzo a pronunciar cuando la insipiente discusión quedo zanjada ante la apertura de la ventana y el recibimiento de aquella helada brisa, tenía que reconocer que si estaba raro, pero no era un fantasma. Lo que la hacía volverse a la suposición inicial, Thomas había contrabandeado algo mágico, ¡Demonios los reprobarían a ambos! Si no era por eso entonces seria por no llegar a tiempo, con un hondo suspiro la visión de ella tirada en una tumbona en traje de baño, con una copa entre manos y una bandeja de ricos pasabocas al lado se esfumaba.

--¡Nunca, nuca vamos a llegar a Petra con estos retrasos! Lo sabes-- profirió cual quejicas --Ahora tendremos que desistir de viajar en autobús, barco y demás travesías, para simplemente abordar un pájaro mecánico que nos deje allá, ¡Que emocionante!-- volvió a quejarse, obvio no gritaba, más bien le susurraba al Gryffindor pero con todas las entonaciones que merecían sus palabras. Y como si su queja fuera oída, el tren se había puesto en marcha, y rápidamente cobraba velocidad, haciendo que los paisajes casi se desvanecieran al paso.

Para cuando descendieron en la estación ferroviaria de Viena la noche caía, gracias al retraso, a esa hora seguramente ningún vuelo estaría disponible, pufff, tendrían que preguntarle a los muggles locales. Cye bajo con su mochila terciada, sabiéndose acompañada por el pelirrojo a pocos pasos.

--Oigan, Buenas noches, ¿puede decirme donde está la ventanilla dos?-- pregunto a una apresurada mujer, que llevaba equipaje como se se cambiara de país para siempre, ella señalo hacia donde estaban las taquillas a varios metros de allí y antes de que se separaran porque iban en sentidos opuestos la rubia le pregunto

--De casualidad ¿Sabe si el aeropuerto más cercano tiene vuelos nocturnos a Petra?-- Esta vez la mujer la miro asombrada, primero a ella y luego a su acompañante con una sonrisa que no terminaba de serlo. “No creo que nadie quiera viajar de noche cuando hay tanto que ver y experimentar, no, no, los vuelos salen en la madrugada, ¡qué extraña es la genta hoy día!” y con eso se alejo como si la pregunta hubiera sido un despropósito.

Cye rodó los ojos y suspiro, --Mejor vamos por los boletos o me va a dar un infarto, te lo juro-- lo tomo de la mano y casi corrió entre la gente tirando de su compañero como un par de novios presurosos por escaparse, aunque en realidad eran un par de amigos apurados por llegar a un destino, cuando al fin la bruja se formo en la fila para pedir su boleto un vivillo de esos que sobran por el mundo se coló delante de ella, --Ey no sea abusivo haga su cola-- le dijo picándole el hombro en vez de tocarlo, el hombre se volteo y le sonrió con descaro sin abandonar su intención de ser atendido antes que ella. --¡Olga! No soy invisibles y voy primero que usted, salgase o lo acuso con aquel agente de vigilancia-- le grito, y lo empujo, aprovecho la sorpresa en el rostro el desconocido y se apretujo delante de él, el tipo con una voz de barítono en su lenguaje natal le dijo algo como “bella pero histérica, mala suerte” Histórica la que lo… trajo al mundo. Ahora comprendía la natural prisa de los muggles, ese frenesí por ir de un lado al otro, el tiempo realmente no alcanzaba y luego estaban los que hacían lo que fuera por tener oportunidades que no les correspondía.

La Lockhart lo fulmino con la mirada y simplemente se volteo hacia la taquilla pidiendo su boleto, el funcionario con una sonrisita le entrego un sobre y ella simplemente se salió de la fila diciéndole a Thomas que estaba detrás del coleado, que lo esperaba en la banca más próxima, y fue allí donde fue a dar, sacando de la mochila la botellita de zumo de naranja y el emparedado de jamón que le habían dado en el tren, le quito parte del papel transparente y le dio un mordisco, estaba buenísimo, tenía una mayonesa con especias justo de la que le gustaba, luego abrió la botellita y le dio un trago, Wuaooo en realidad era puro zumo y seguía estando helado como si… si tuviera un encantamiento enfriante, cosa que era imposible viniendo de una azafata muggle, aunque tuviera un pañuelo morado en el cuello, detalle en el que no había reparado hasta ese instante, pero desecho la insipiente idea por absurda, la verdad es que ya se sentía paranoica, no dejaría que nada arruinara su comida gratis, claro que no.

--Realmente me gusta-- dijo mirando el emparedado, los muggles también tenían cosas buenas, tecnología era una de ella, ahora mismo lo veía en las pantallitas que pasaban anuncios y fotografías fantásticas, que se movían e iban cambiando, y hablaban de los lugares nocturnos más impresionantes para visitar. Fue cuando le entro un dejo de nostalgia, estaban allí y no podían disfrutar nada, le hubiera encantado darse una vueltecita por las tiendas, a comprar recuerditos, a algún buen restaurante o esos conciertos que se oían desde una plaza aunque la orquesta estuviera en una sala que decían que era la octava maravilla del mundo. Fue entonces que vio venir a Thomas, zangoloteando el sobre con sus boletos y ella decidió abrir el suyo, sobre todo para ver a qué hora era el vuelo.

Sus orbes se abrieron como platos y el bocado que masticaba casi se le cae de la boca, el sobre no contenía, era un boleto pero o de avión, más bien una entrada que reza “La Flauta Magia / Teatro Nacional Opera de Viena” también incluía el horario y solo faltaban 45 minutos para la función. ¡Pero qué demonios! En vez de estar pensando en la hora debería preguntarse donde estaban los boletos y no en cuál sería el atuendo indicado para asistir. No se podía negar que era fémina, y que le encantaba la idea de lucir su belleza, solo que en esta ocasión no contaba con su varita para un traje negro que resaltara su cuerpo, ni los encantamientos para un peinado digno del mejor salón de belleza, a menos que comprar algo barato en la tienda más cercana y usara los baños de la estación como centro de belleza, no había nada, nada que hacer.

....


Cuarenta y cinco minutos más tarde, ambos alumnos se habían resignado a su destino, luego de corroborar que en efecto los vuelos salían en la madrugada, Ambos ya habían subido las escalinatas del Teatro y disfrutaban del espectáculo, pero para ello, habían tenido que inventar una historia, buen ella, desconocía la argucia que uso Thomas, aunque quizás, simplemente le sonrió encantadoramente a la empleada y esta lo atendió, en su caso, la tienda opuesta a la de caballeros donde su amigo se alisto, la rubia tuvo que rogarle a la dependienta y botar una lagrimita diciendo que su novio le propondría matrimonio aquella noche, que había descubierto el anillo en su mochila y no podía presentarse así, la mujer conmovida, le ayudo no solo a elegir un bonito vestido de terciopelo negro, largo y con un gran escote en la espalda, sino que la doto de zapatillas y un bolso, además de ayudarle con el cabello, arreglándoselo en un moño hermoso sobre la nuca del cual se dejaban caer varios rizos, dándole un aspecto precioso.

Allá junto al caballero y amigo, lo único que desentonaba eran sus mochilas viajeras que debía haber sido sustituidas por un fino bolso de mano en el caso de la chica, pero ya era demasiado pedir. Los aplausos se hicieron escuchar, al terminar la función Cye incluso había dejado rodar un par de lagrimas emocionada, era maravillosa la puesta en escena, los actores, las voces, todo, era un ambiente mágico y majestuoso que deseaba volver a presenciar, se lo pediría a su esposo, como regalo de aniversario ya que estaba a solo 3 meses del octavo aniversario.

--¿Ahora qué?-- le pregunto a Thomas, cuando todos empezaban a abandonar la sala.

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

-Tranquila, Cye... Ahora que el tren se ha puesto en marcha, ya pronto llegaremos a Viena; y de ahí solamente nos queda coger un avión hasta Petra. Sé que... "quizás" te hubiese gustado pasar por otras partes como Rumania o la mítica Turquía, pero las condiciones un tanto "adversas" del recorrido nos obligan a tomar medidas o... no vamos a llegar a tiempo con Sagitas ¿Comprendes?- trató de calmar los ánimos en la joven rubia, pues ésta parecía estar un tanto descontrolada frente a todo lo que estaba sucediendo; pese a que Thomas desconocía las aventuras iniciales que ella tuvo que experimentar en su salida de Londres.


-¡Espléndida noche en Austria!- exclamó Gryffindor en cuanto sus pies tocaron las cerámicas de la estación ferroviaria, sonriendo complacido de no tener que estar ningún minuto más en uno de esos incómodos vagones junto a decenas de muggles regañando por las fallas inesperadas del viaje. En eso, la esposa de Ishaya se acercó con prisa a una mujer que llevaba consigo un enorme equipaje, cuyo propósito firme era el de consultar sobre el horario de funcionamiento del aeropuerto entre otras cosas que Elros no prestó atención en aquel segundo de encuentro fortuito. -¡Hey! ¡Hey, Cye! Aguarda un minu...- fue lo que alcanzó a decir el muchacho, justo antes de ser sujetado de la mano (como un par de enamorados fugitivos), arrastrándole hasta la fila donde se conseguían los boletos; obviamente la taquilla dos era la que les correspondía por indicaciones de la Potter Blue.


<<Por Merlín... Mujeres ¿No?>> reflexionó al ver la reacción de la medimago frente a un tipo que se "pasó de listo" al colarse en la fila, ocasionando que varias de las personas reclamaran tal como lo hizo Cye (aunque la rubia fue un poco más "agresiva" que el común de la gente europea). Thomas no quiso hacerse problema, así que esperó tras el abusivo sujeto; y posterior a que la sacerdotisa le dijese que lo esperaría en una banca cercana, se apoyó en el marco de la ventanilla y retiró cordialmente el sobre con su tícket aéreo de la sucursal externa que estaba allí con tal de que los turistas no tuvieran que acudir al aeropuerto o a un ¿centro de internet? por ellos. Al darse la media vuelta y contemplar a Lockhart comiendo lo que la azafata le obsequió; el pelirrojo sacó de su bolsillo un par de tortas de arroz que aún conservaba de Bélgica, así que sin dudarlo se la lanzó a la boca como un león a su presa, casi atorándose en el acto luego de percatarse de que Cye (histérica) se acercaba con un boleto para un concierto en la mano, en vez de sus pasajes en avión. -La... La Flauta Mágica... ¿de Mozart?- exclamó luego de toser y escupir un trozo del alimento que se había quedado atascado en su garganta; notando que tenían menos de una hora para acudir.


Al transcurrir cuarenta y cinco minutos; Elros estaba junto a Cye subiendo por los escalones del teatro austriaco para oír una de las funciones musicales más afamadas del mundo, tanto muggle como mágico, pues el legado de Mozart era algo que unía culturas junto a diversas generaciones de amantes de la ópera clásica. El atuendo del adolescente era sencillo, aunque muy elegante; y lo había conseguido a través de un boleto de lotería que jugó en una casa de sastres que estaba cercana al lugar, quedándose con un traje frac azabache acompañado de una camisa y guantes níveos que resaltaban frente al bruno corbatín (humita) y zapatos de cuero bien lustrados. -Te ves preciosa amiga- susurró el paladín al oído de la rubia cuando ambos se sentaron en sus butacas numeradas; aunque la del lado derecho al veinteañero estaba vacía (una vez más) pero con una evidente depresión que instó al chico a quitar la vista de ahí y poner atención en los dos actos del singspiel cuyo libreto fue escrito por el alemán Emanuel Schikaneder. -Ehhh... no lo sé, linda... Me imagino que tendremos que irnos para alcanzar el vuelo a la madrugada ¿No?- respondió sin querer mirar hacia donde presumía que estaba aquello invisible que les había estado siguiendo.


"Acude al camerino de las bailarinas tras finalizar la ópera" Era la frase que rezaba por posterior a su boleto de ingreso al teatro, y que Gryffindor vio de casualidad al querer lanzarse un poco de aire para aliviar el sofoco interno que le producía aquella "cosa" (fantasma según él) que no les dejaba en paz. -¡Mira Cye! El tuyo también debe decir algo... es una pista sobre lo que tenemos que hacer... Te veo en un rato más... Nos juntamos aquí mismo ¿De acuerdo?- le dijo a la fenixiana antes de lanzarse a correr por el pasillo (siendo seguido de cerca por su demiguise) rumbo al salón de vestuario de las chicas. -¡Toc-toc!- resonó en la madera de la puerta del camerino de mujeres tras golpear sutilmente, quedándose el púber a la espera de que alguien le abriese.

Editado por Thomas E. Gryffindor
Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

vzThmOW.jpg


-- ¡Señorita, espere! ¿Quiere un panfleto para nuestra próxima obra? "El Lago de los Cisnes". Es una obra preciosa, se la recomiendo

La muchachita era preciosa, rubita y pecosa, en ese paso entre la niñez y la adolescencia, menudita y larguirucha, se notaba que era una bailarina de ballet y seguramente pertenecía a la coreografía de la obra de ópera que acababan de ver en el edificio.

-- Señor, ¿quiere usted uno también? Ande, tome uno. Seguro que les trae suerte y les lleva a su destino.

Le tendió uno de ellos y les sonrió. Después siguió repartiendo a los demás hasta que desapareció de la vista. El público empezaba a irse de allá y algunas luces se apagaban, instando a todos a abandonar el recinto e irse a la calle. Viena era una ciudad cosmopolita pero cuando es de noche, no suelen aguardar por nadie. Así que un acomodador miró de reojo a aquellos dos extranjeros que aún estaban allá, quietos, indecisos, como si esperaran algo.

-- Señores... Deben abandonar el edificio...

Hizo una leve señal a los miembros de Seguridad, para indicarles que había algo raro en aquellos dos, una muchacha elegante y bien vestida pero con una mochila encima, y un muchacho que... era extraño, olía como si llevara un gato encima, ¡y los animales están prohibidos en el edificio de la Ópera!

-- Por favor, no nos hagan evacuarlos... Por favor, salgan por la puerta cuanto antes...

Aquellos dos lo tendrían fino si se resistían. Ya se habían juntado cuatro guardas de seguridad y toqueteaban disimuladamente (y no tan disimuladamente) sus porras y sus taisers, por si eran peligrosos.

A ver cómo salían de ésta...

 

 

 

 

Último día:

 

Querido Diario: ¡Qué buena está el agua de este balneario! ¡Y hace calorcito! Bueno, ahora, que por las noches, la temperatura cae en picado en el desierto. ¡Pero es tan bello lugar! Lástima que mis dos alumnos no hayan llegado, se están perdiendo unas vacaciones merecidas. Los masajes, las duchas de manguera, los baños de lodo.... ¡Ahhhh, estos muggles sí que saben cómo calmar los nervios y volver la tonicidad al cuerpo!

 

Ay, lo único malo es que mis chicos han suspendido y.... ¡Anda! Ahí están, supieron usar el Traslador que les dejé en la Opera. A ver si me explican cómo lo hicieron sin que los muggles los vieran.

 

Están aprobados, ambos. Ahora iremos a darnos un baño a la piscina.

 

Fin del Diario.

Editado por Sagitas E. Potter Blue

kNTUx8c.gifsf6Sw.gifHdDMuO2.pngXXBPo79.gifKRLtVZp.gif

D69M3Vr.jpg

  tOWLU4S.gif  KhGckEc.gif.6e9b2b71e2797bafac6806b66df1d1b0.gif     Icr0JPz.gif

0jsC0dL.pngWliKSjc.pngckkcxVm.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

La opera había terminado, fue fantástica, tan mágica como esperaba, lo unico malo es que eso, se había terminado y con ella la tranquilidad y la abstracción de su loca carrera por llegar a Petra. Y como si el universo leyera sus pensamientos y conspirara contra ellos, una mirada fija la hizo volver el rostro a un costado, el acomodador ya hacia señas a gente de seguridad, pero que poca paciencia tienen los muggles, son tan... Territoriales con sus obras arquitectónicas y culturales, "Va, nosotros tenemos mejores, además tras cada acto de grandiosidad siempre, siempre hay un mago" pensó levantando la barbilla, hasta que una chiquilla rubia y pecosa le entregaba un panfleto, otro, para una obra.

 

--Muchas gracias-- le dijo la Lockhart bajando la vista para notar una inscripción que hacía referencia a visitar en el camerino del actor principal, Thomas también tenía indicaciones pero para otro camerino, ambos fingieron desplazarse hacia la salida y los guardias crédulos se dieron la vuelta, Cye aprovecho para meterse por un pasillo y de allí cual agente de espionaje deslizarse hasta la puerta del gran tenor.

 

Los nudillos se estrellaron contra la puerta y desde adentro una voz le dio permiso para entrar, la sorpresa de la rubia fue mayúscula cuando sus ojos contemplaron, al volverse él, un rostro, era el mismo de la estación, el que pretendía colarse adelante de ella. --¡Que demo...!-- nios iba a decir cuando fue interrumpida con un "Debería no darte autógrafo por el pisotón de la estación, señorita?" y le dedico a la bruja una mirada divertida, que fue respondida por una centelleante.

 

--Y que le hace creer que quiero un autógrafo, uno suyo, ja está muy pagado de si-- contesto con sequedad lo que aumento la carcajada del hombre, obviamente acostumbrado a tratar con todo tipo de féminas y apenas se limito a volver a sugerir que le dijera su nombre --Para usted soy eso Señorita y punto-- otra carcajada seguida de un "bueno Señorita Ipunto yo que pensaba regalarle este sobre pensando que era usted una tal C.L. pero veo que me equivoque" una ceja levantada en el rostro masculino la hizo rodar los ojos

 

--Si eso es mío-- estiro la mano para arrebatarle el sobre, mano que el oculto detrás de su amplia espalda "momento, momento, ¿no sabía que los británicos tenían tan malos modales, ni siquiera suelen presentarse?" jugó a propósito

 

--De acuerdo-- la rubia soltó un suspiro y relajo la expresión en su rostro con lo cual se veía más accesible. --Me llamo Cye Lockhart y si alguna vez visita Londres estaré encantada de hospedarlo en mi... Casa, algo modesta y poco espaciosa, pero cómoda-- se burló de sí misma con cada palabra, sabiendo que no era una casa, ni modesta y el espacio era enorme, en lo único que atino fue en la comodidad.

 

El hombre pregunto "Me lo promete? Porque no me ha dado ni su número ni su dirección" con malicia la mágica respondí en tono sedoso --Oh usted no se preocupe por eso, mi esposo se la hará llegar cuanto antes, y allá le esperaremos él y yo junto con nuestro trece hijos-- el tenor pareció perplejo y cuando reaccionó parecía tener prisa porque Cye abandonara su camerino, entregándole el sobre y deseándole buena travesía.

 

Cuando al fin la rubia se reunió con Thomas en el pasillo, reía de buena gana recordando la expresión del conquistador. Revisó el sobre y se dio cuenta que habían un pasaporte, un boleto y también una pequeña moneda del país al que iban

 

--Mira, una moneda, querrá que le compremos algo?-- cuestiono en voz alta tirando de Thomas al escuchar pasos, como fueran los guardias ahora si le armaban bronca, por suerte la puerta más cercana resulto uno de esos espacios donde hay cientos de papeles guardados para dar publicidad, allá estaban los dos tan apretados, que Thomas y ella casi se abrazaban, pero eso no le impidió a la rubia tomar la moneda y cuando lo hizo, el traslado se activo llevándolos a su destino final, Petra.

 

--¡¡Sagitas!!-- chilló y corrió hacia ella con su traje largo y su mochila viajera. --No sabes lo que hemos pasado, casi nos meten presos y te hubiera guardado un pedacito de emparedado, pero estaba muy bueno-- callo y la abrazo haciendo un puchero --Lo malo es que no puse pasar por Turquía para comparar algunas mezclas de te-- parloteaba hasta que reacciono ante la que la pelivioleta acababa de decir: Baño y aprobados, dos palabra que en otro contexto podrían ser poco importantes pero que en Petra y en ese momento eran la gloria suprema.

 

--Juro que nunca más cuestionare a la muggles, vivir sin magia es muy, muy difícil--

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Guest
Esta discusión está cerrada a nuevas respuestas.
 Compartir

Sobre nosotros:

Harrylatino.org es una comunidad de fans del mundo mágico creado por JK Rowling, amantes de la fantasía y del rol. Nuestros inicios se remontan al año 2001 y nuestros más de 40.000 usuarios pertenecen a todos los países de habla hispana.

Nos gustan los mundos de fantasía y somos apasionados del rol, por lo que, si alguna vez quisiste vivir y sentirte como un mago, éste es tu lugar.

¡Vive la Magia!

×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.