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Historia de la Magia


Nathaniel Malfoy
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Historia de la Magia.


Quizás no era la asignatura más deseada; la mítica fama que se asociaba a conocimientos vinculados a libros. Cosas densas, de leer cientos de párrafos hasta quedarse ciego...


No.


Por aquella simple razón había comenzado sus cátedras hacía ya meses. El mortífago londinense tenía como meta más próxima la de "eliminar todo tipo de prejuicio" de la Historia de la Magia. ¿Por qué no podía, en parte gracias a él, asociarse a cosas divertidas una asignatura que trataba de la Historia de todo lo que ellos usaban a diario?


La magia era mágica. Redundante, pero cierto.


Los pasos del Mago Oscuro se sucedían dentro de la sala donde habían sido citados sus alumnos. Siempre le gustaba hacer las clases cíclicas: comenzaban en el aula, se iban de allí durante el tiempo que fuese necesario y, por norma general, regresaban al presente de la clase física dónde desde allí terminaba el conocimiento.


Una vez más, había llegado el primero. No era la persona más puntual del universo -- de hecho solía andar con el tiempo justo o por detrás de él -- pero para motivos laborales siempre se tomaba las cosas con un punto mayor de seriedad. Vestía normal, un tanto elegante, con una americana de color gris y una camiseta de manga corta básica por debajo. De algodón.


Unos pantalones vaqueros, azul eléctrico, cubrían sus piernas hasta llegar a los tobillos, donde se terminaban y dejaban una porción sutil al aire. Allí, aparentemente sin calcetines, terminaba calzando unos zapatos de color marrón. De ante.


Y aquel era su atuendo mayoritariamente. Un aro en su oreja izquierda y ya. En su mano derecha bailaba a su vara de diecinueve centímetros, avellano. Solía hacerlo cuando esperaba por algo de manera impaciente. Miró el reloj de muñeca y asintió, a la nada.


- Ya es la hora... -


Su voz sonó lo suficientemente alto para que se escuchase al otro lado de la puerta que dividía los pasillos del Ateneo y el aula dedicado a Historia de la Magia.


- Adelante. -


Abrió de par en par y dejó paso libre, echándose a andar hacia adelante en dirección a la mesa del profesor. La estancia era la habitual: una habitación gigantesca que no contaba con paredes clásicas -- sino que eran estanterías repletas de libros -- y con una alfombra que cubría el suelo. Pupitres convencionales, sólo uno para cada alumno, y un olor a jazmín que venía impregnado en las cortinas color fucsia que cubrían los enormes ventanales. Éstos eran la única parte de los cimientos que no estaban previstos de libros.


- HISTORIA DE LA MAGIA, Profesor Nathaniel Malfoy. - susurró mientras escribía a mano, y repetía en voz baja a la vez, con un rotulador muggle de color azul en el encerado blanco.


- Sean bienvenidos. Preséntense aunque ya los conozca. Nos vamos a tener que tutear pronto y vamos con el tiempo justo. -

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http://i.imgur.com/BBktfMm.gif guess I'm a sucker for you


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No estaba muy demasiado entusiasmada por el comienzo de la clase. No por la materia. Aunque no dominara del todo la asignatura, le parecía interesante e importante conocer la historia. El futuro y el presente estaba determinado por ella, así que saber las causas y los procesos era imprescindible para comprender y analizar la situación actual del mundo mágico. Y no solo eso, le daba perspectiva frente al futuro. Una visión seguramente mucho más confiable que las hojas de té y la adivinación.

 

No. Lo que le preocupaba era ella. Amaba leer, podía pasar horas enteras leyendo, noches enteras bajo la luz de las velas en la soledad de la biblioteca -por eso tenía la vista tan resentida a su corta edad-. No. No tenía que ver con eso, tenía que ver con el tiempo. Apenas tenía tiempo para dedicarlo a algo así y había confiado -un derroche de confianza que ahora comenzaba a desaparecer- en que podría sacar el tiempo para ir a clases.

 

Caviló durante todo el trayecto hasta el aula deseando haberlo pensado mejor. Pasaba el tiempo y a penas salía de la Torre, de la pequeña oficina de la Fortaleza, envuelta en los entresijos y maquinaciones ministeriales y mortífagas. Se detuvo frente a la puerta ¿Qué cuernos hacía en la Universidad? Iba a dar lástima. Estaba pálida y ojerosa, y no había hecho nada para evitar esa visión fantasmal de sí misma, consumida y frágil como una ramita al viento.

 

Entró luego de tocar por cortesía. Llevaba un vestido de seda verde esmeralda bordado, cruzado a la cintura y que le llegaba hasta las rodillas. Sobre sus hombros caía una capa de fina lana negra ancha y suelta, que también caía hasta las rodillas. Zapatos bajos negros. No llevaba más adorno que unas pequeñas perlas de plata en las orejas y el cabello plateado lo había peinado en una larga trenza que le caía sobre un hombro hasta la cintura.

 

- Buenos días, Nathaniel.

 

Saludó mientras se fue a sentar en uno de los dos únicos pupitres. Se quitó la capa e hizo aparecer una pluma y un pergamino al instante.

 

- Beltis Malfoy, no hay mucho más que pueda decir sobre mí. Me intriga la historia y tu visión. A ver qué nos puedes enseñar que valga la pena saber.

 

Sonrió y se apoyó en el respaldo del pupitre.

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  • 2 semanas más tarde...

- ¡Corre Patri, corre! - Se gritaba en su mente haciendo que sus piernas apuradas corrieran aún más rápido, si cabía, por el pasillo del Ateneo. Llegaba tarde, cómo no. ¿Acaso no había aprendido nada después de haber cursado como mil veces cada una de las clases de Hogwarts? A veces hasta ella misma se sorprendía de lo despistada que podía llegar a ser. Ni siquiera recordaba en qué clase se había inscrito.

 

Divisó la puerta por fin, la cual seguía abierta. - Menos mal... - Pensó atravesándola y encontrándose en medio de un aula casi vacía a excepción de lo que parecía ser el profesor y alguien más. Tampoco prestó mucha atención, porque sus ojos estaban fijos en la blanca pizarra leyendo el nombre de la asignatura con el fin de recordar cual era. - Historia de la magia... ¡Claro, eso era! - Se dijo en su mente y curvó sus labios en una sonrisa radiante que dirigió al profesor. Al menos su apariencia extravagante no lo hacía ver muy enojado, ¿verdad?

 

- Buenos días, profesor... esto... - hizo una pausa para volver a leer el nombre en la pizarra ya que jamás había visto a aquel tipo - ... Nathaniel. - Concluyó. - Mi nombre es Patricia G. Lockhart. Perdona la tardanza.

 

Quiso continuar con la presentación pero supuso que era mejor hacerlo desde su pupitre. Sólo había uno libre ya que el otro ya estaba ocupado por una bruja de mediana edad a la que tampoco reconoció. Se veía seria e intimidante por lo que tan solo le dirigió una tímida sonrisa al pasar y sentarse.

 

Esperó a que su compañera hubo terminado de presentarse y continuó con la suya añadiendo rápidamente. - Al igual que ella, a mí siempre me ha interesado la historia. Es por ello que me inscribí en esta clase. - No hacía falta decir que, la verdadera razón de haberse inscrito era su inexperiencia muggle. Ya llevaba varios años conviviendo en el mundo mágico pero el haberse criado con personas ajenas a la magia la habían hecho perderse de muchas cosas y, por supuesto, la historia era algo que creía conveniente conocer cuanto antes.

 

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  • 2 semanas más tarde...

El silencio se apoderó de la habitación luego de que la otra alumna se sentara. Beltis miró de soslayo a la chica y volvió lentamente los ojos al frente y los clavó en los de Nathaniel, pero nadie más se atrevió a abrir la boca ni a pronunciar palabra durante unos minutos. Se removió en la silla mientras movía la pluma entre sus finos dedos con calma ¿era aquella alguna de esas pruebas de carácter? ¿O habían caído bajo los efectos de un hechizo que impedía al profesor actuar? Los segundos volaban así que decidió tomar la iniciativa. Había algo que quería explorar hace mucho tiempo y tal vez -por probar no pasaba nada, supuso- podía llevarlos a algún momento interesante y terriblemente peligroso de la historia. Apretó los labios y carraspeó suavemente.

 

- ¿Podríamos saber más sobe el Consejo de Magos de Gran Bretaña? wizengamot, warlocks, el establecimiento del Ministerio de Magia como lo conocemos hoy en día. O tal vez...

 

Hizo una pausa e hizo aparecer la varita entre los dedos, la sostuvo con delicadeza, como si no pesara más que una pluma.

 

- Tal vez podríamos estudiar las guerras mágicas más recientes y que suscitan mayor controversia porque son tan recientes que los historiadores todavía no se ponen de acuerdo sobre los acontecimientos ni el resultado. Pero es evidente que el Londres de hoy en día está sufriendo una especie de batalla silenciosa por el poder. Todos conocen la caída de Voldemort -pronunció su nombre como si estuviera hablando del hijo de un vecino-, pero pocos se atreven a analizar los acontecimientos posteriores a su caída, menos a lo que ha estado pasando estos últimos diez años.

 

Esbozó una media sonrisa, a sabiendas de lo que podría pasar. Los últimos años habían sido muy turbulentos en Ottery, la guerra entre las fanáticos de los muggles y aquellos que defendían a los magos había alcanzado picos sangrientos y violentos que se habían cobrado cientos de víctimas mortales. Toda familia inglesa contaba entre sus miembros con desaparecidos o fallecidos. Algunas incluso comenzaban a tener entre sus filas culpables cuyos rostros habían inundado los periódicos. Familias contra familias, hermanos contra hermanos, una sociedad dividida de forma irreconciliable durante cientos de años. Sin embargo, nadie hablaba seriamente de aquello. Los ataques continuos y la lucha por el poder había acabado con la Orden del Fénix, cuya desaparición había traído una paz a la que los habitantes de Ottery no estaban acostumbrados. Ahora quedaba ocupar cada espacio. Esa era la historia que le interesaba, la historia del poder.

 

Esperó a que Nathaniel o Patricia dijeran algo antes de continuar, estaba preparada para abrir un portal en el tiempo en el momento en que los tres estuvieran listos para atravesarlo.

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Las presentaciones terminaron y el silencio se apoderó del aula. Patricia aprovechó para sacar de su bolso el trozo de pergamino que utilizaría ese día junto a su pluma y tintero negro. Lo acomodó todo en su pupitre y cuando terminó, volvió su mirada hacia el profesor. Este parecía no tener muchas ganas de hablar. Suspiró. El tiempo corría y el silencio comenzaba a incomodarla por lo que, para no desesperarse, se puso a garabatear en el cabecero del pergamino sin mucho más que pudiera hacer.

 

No era la única a la que aquel silencio sepulcral incomodaba: podía ver de refilón a su compañera de clase revolverse en la silla. Incluso, por momentos, pensó en hablarle pero, sin saber muy bien qué decirle realmente, prefirió guardar silencio y seguir dibujando aquellas extrañas figuras que se le pasaban por la mente. Pensaba en la peliblanca mujer de al lado, en sus rasgos y tono de voz fríos; y para cuando la bruja habló de nuevo, Patricia ahogó un grito al darse cuenta de que lo que había dibujado realmente era a la silueta de aaquella mujer con el rostro cubierto por una mascara... "una máscara Mortífaga".

 

Emborronó rápidamente todo con tinta y cerró los ojos escuchando aquellas palabras de su compañera. No la conocía, no podía juzgarla; pero algo en ella era oscuro, su mente se lo decía, y su comentario parecía tener un interés oculto del que era mejor no saber nada.. - ¿o sí? .. - y entonces se sorprendió cuando la mujer dijo aquel nombre - "Voldemort" - como si nada. No es que a Patricia le costara pronunciarlo, ya que apenas era una novata en el mundo mágico; pero hasta la fecha, todavía se notaba el terror con el que algunos magos y brujas se dirigían a ese nombre. Aquello podía significar muchas cosas, pero la Lockhart no era alguien que soliera juzgar de primeras - ¿verdad? - le preguntó a su mente sin mucho convecimiento.

 

Decidió que aquella clase la pasaría como fuera, y que en el fondo, hasta ella misma sentía interés en esos temas que la peliblanca suscitaba. Le dirigió una ligera sonrisa - que no detonaba nada - a su compañera en agradecimiento por haber sacado algún tema sobre el que dirigir la clase y añadió:

 

- Lo que dice Malfoy.. - no recordaba su nombre - ...puede ser interesante. Hasta la caída de Voldemort... - pronunció también el nombre como si de cualquiera hablara - ...hay miles de libros de historia. Pero todos sabemos que la historia no acabó ahí. Que los tiempos oscuros no han terminado por completo puesto que muchos de sus seguidores aún siguen ocultos sin querer dar la cara. - ¿Se habría dado cuenta la Malfoy de la mirada que le dirigió al decir aquello? Había sido casi involuntaria e "inocente", pero no había podido evitarla.

 

- Sería interesante saber su opinión al respecto. - terminó de forma cortante, como si su timidez hubiera aflorado de repente; aunque lo que realmente sucedía es que su mirada seguía fija en la mancha de tinta emborronada y se había dicho mentalmente que, por su seguridad, era mejor dejar de hablar en ese mismo instante.

 

@@Beltis @@Nathaniel Malfoy

 

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Ahogó la risa floja al percatarse de las miradas acusatorias que le lanzaba Patricia desde la seguridad que creía que le proporcionaba su pupitre, a unos escasos metros de Beltis. Allí estaba, inocente, muy tímida y al alcance de su varita como para hacer que su mundo de rosas diera media vuelta y se hundiera en las tinieblas. Nathaniel no haría nada para detenerla, es más, cubriría su rastro. Nadie haría nada porque a nadie realmente le importaba lo que pasara en esa clase ni fuera de ella. Ingenuos los que aún no reconocían -por porfía o ignorancia- que ahora estaban a merced de personas como ella o como Nathaniel; brujas y magos mortífagos. Suspiró sintiendo un poco de lástima mientras jugueteaba con la varita. Se levantó y se encaminó hacia Patricia lentamente, sin esperar una respuesta del profesor.

 

Como pensaba, a nadie le importaba lo que pudiera hacer o decir. ¿Quién la frenaría? ¿un director? ¿otro profesor? ¿la Orden del Fénix? Extendió la varita en el aire hacia la chica, desafiante. Dibujó en el aire con ella, a la altura del rostro de Patricia.

 

- No tengo experiencia en esta clase de magia. No al menos de forma académica, así que lo que haré puede que no resulte -Se cruzó de brazos y se llevó una mano al mentón, pensativa. Era magia muy avanzada que requería grandes conocimientos de historia para poder realizar un paso seguro al pasado-. No sé a qué siglo iremos, si es que nos permite ir al pasado. Tal vez quedemos suspendidas sin poder regresar a este momento...

 

Podría enviarlas a la época de las cavernas o a ninguna época en particular, quedando perdidas en el tiempo y el espacio. O podían acabar metidas en un lío al entrar a un sitio prohibido o llegar sin invitación a una fiesta, al baño de alguna mansión o a una habitación en la que no fueran bienvenidas ¿Y si salían en la habitación de algún Ivashkov?, o incluso peor, ¿de algún Gryffindor?

 

- ¡Qué más da! -conluyó elevando los hombros-. Alguna vez tengo que practicar y seguramente solo terminaremos un poco mareadas, o sin un brazo. Da igual, mejor que quedarnos aquí mirando las paredes.

 

Atrajo un libro que en su lomo rezaba "La Historia Prohibida del Mundo Mágico VI". Un tomo enorme y pesado que contaba con más de mil páginas detalladas con imágenes en movimiento de sucesos de los últimos cincuenta años. Era gráfico que tenía una advertencia en la portada para aquellos de estómago frágil para que tuvieran cerca una papelera. Beltis lo apoyó en la mesa de Patricia, sobre sus pergaminos y el dibujo que había hecho de la warlock, y comenzó a hojearlo. Los asesinatos más horrendos se iban sucediendo pero ninguno convencía completamente a la bruja hasta que cerró los ojos y escogió una página al azar. Ahí irían.

 

- ¿Lista?

 

La pregunta era retórica porque antes de escuchar una respuesta, ya había alzado su varita y había comenzado a dibujar sobre el aire, a centímetros de la Lockhart.

 

- Fulgura Nox -susurró de manera pausada, concentrada en el momento y lugar en el que quería salir.

 

El círculo invisible -nada perfecto- que dibujó de pronto comenzó a brillar con un torbellino de colores difusos en su interior. Segundos después se fundieron en una capa de oscuridad y penumbras. El ruido las alcanzaba pero era indescifrable a esa distancia. Lo que sí era seguro, era que algo pasaba al otro lado y esperaba por ellas. Sin pensarlo dos veces, aferrada a la varita, entró en el portal. Patricia, si quería y se atrevía, la seguiría, al igual que Nathaniel.

 

@@Patri Gryffindor L

Editado por Beltis

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La mirada de desafio y superioridad que recibió por parte de su compañera la avisó de que efectivamente, había captado sus miradas acusatorias. En un principio Patricia se encogió en su asiento con timidez y cierto miedo - ¿qué haría si la bruja arremetiera contra ella? Ella tan solo era una niña.. - pensó levemente pero cuando la peliblanca se levantó y la apuñaló con la varita, la Lockhart se llenó de valor y se alzó de su silla para encararse a la bruja también con la varita en alto, demostrando que le daba igual el poder que desprendiera aquella mujer porque ella no le tenía ningún miedo.

 

Los ojos de la castaña recorrieron los movimientos de la varita de la bruja y solo se apartaron del objeto magico para dirgirse a las orbes de la misma encarándola. - ¿Qué piensas hacer? - Preguntó con firmeza y mirada inquisitoria mientras la acusaba, del mismo modo en que su compañera lo hacía, con su varita.

 

Muchos pensamientos pasaron por su mente en aquel momento. - ¿Es que el profesor no pensaba intervenir? ¿Acaso quería que hiciéramos "historia" allá mismo? - Porque desde luego, la muerte de una alumna a manos de otra, saldría en primera página del diario "El Profeta" y más siendo ella la propia hija del Director del perdiódico.

 

No obstante, las siguientes palabras de la Malfoy la hicieron bajar un poco la guardia pero no demasiado. La Lockhart se dio cuenta de que por el momento, nadie quería cometer ningún crimen, aunque las páginas de aquel libro maldito que había hecho aparecer sobre su pupitre no decían lo mismo - ¿Que pretendía aquella demente mujer? - Pensó cuando el histórico ejemplar quedó abierto sobre una imagen de una de las cámaras de gas del campo de exterminio judio de Auschwitz.

 

- ¿Estás loca? ¿Eso que tiene que ver con la Magia? - Las palabras escaparon de sus labios antes de que pudiera detenerlas. No comprendía nada y se estaba poniendo nerviosa. Para aquel entonces, la adrenalina ya corría por sus venas envalentonándola.

 

Sin embargo, su mente trabajó rápido y de pronto, supo lo que aquella maquiavélica mujer estaba pensando. Después de todo, el pensamiento de Hitler no era tan distinto al de Voldemort, y por supuesto, al de los Mortífagos. La lucha por llegar al poder de ambos y por alzarse frente a una raza inferior: la "raza judía" o la que bien podía compararse con esta, la "raza muggle" eran un claro ejemplo. El rostro se le contrajo y una mueca de desprecio se le dibujó en el mismo. Ella no era muggle pero había vivido como uno de ellos por mucho tiempo. Sus padres eran muggles. Muchos de sus amigos lo eran. Desde luego, no se le podría haber ocurrido una matanza más sangrienta ni más inteligente a la hora de ocultar su "posible lado Mortífago" que el "disfrutar" de aquel histórico recuerdo.

 

- Estoy lista. - Respondió. - Pero sólo si tú vas primero. - Añadió. La Malfoy bajó por fin su varita para cruzar el portal y ella hizo lo mismo, no sin antes asegurarse de que el profesor las seguía. Debía cuidarse las espaldas aunque después de lo ocurrido, dudaba mucho que el pelirrojo le sirviera de mucha ayuda.

 

El viaje fue cuanto menos tormentoso. Patricia no pudo evitar el acordarse de aquellas primeras apariciones en las que terminaba con nauseas y vomitando todo lo que había comido el día anterior. Por suerte, en los últimos meses había practicado un poco aquella sensación y pudo mantenerse en pie cuando hubieron llegado a su destino. Tan solo notó un ligero revoltijo de estómago pero ninguna gana de vomitar lo cual, era una alivio; si con tan solo unas miradas inocentes la peliblanca había sacado aquel genio, no quería ni pensar qué haría si le vomitara encima.

 

Miró a su al rededor y entonces, después de toda la adrenalina que había sentido, la boca se le descolgó por completo al ver el lugar en el que se encontraban. Era nada más y nada menos que los jardines del Castillo Lockhart, su queridísimo hogar. - ¿Dónde había quedado el dichoso campo de exterminio? - Pensó y casi suelta una carcajada llena de tranquilidad ahí mismo. No esperaba aquello para nada. - ¡Y ni siquiera habían cambiado de época! - pensó, puesto que un quejumbroso Jops, el elfo mayodormo actual de la casa, los contemplaba desde la puerta de entrada y se dirigía hacia el trío para atenderlos.

 

La castaña se volvió hacia su compañera. La sonrisa de tranquilidad incipiente estaba por aparecer en sus labios pero la mantuvo a raya. En su lugar, optó por una expresión de completo sarcasmo fingido para decir:

 

- ¿Tanto espectáculo para esto? En fin.. - mientras decía aquello contemplaba su varita la cual acariciaba con sus niveas manos, sin darle importancia a sus palabras. - ..gracias por traerme a casa. Ha sido todo un detalle... - Rodó sus ojos y fijó entonces su vista en el profesor. - .. y a usted.. Creo que le iría mejor si fuera capaz de comentar algo sobre sus clases... - musitó casi con desgana.

 

La criatura llegó justo en ese momento preguntando que en qué podría servirles. Patricia no dejó que ninguno de los dos hablara y simplemente se limitó a contestar: - Nada Jops, enséñales donde está la puerta. Mis invitados ya se iban. - Les sonrió sin mucha emoción y se desapareció como si nada dejando a su arrugado y viejo elfo cerrando las puertas de metal en el rostro de ambos magos antes de que pudieran siquiera reaccionar.

 

@@Beltis @@Nathaniel Malfoy

 

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- Obviamente voy a ir primero -contestó poniendo los ojos en blanco al caminar dentro del portal.

 

No iba a dejar el futuro del experimento en manos de alguien que no conocía y que estaba a punto de morir de un ataque cardíaco. Al contrario, Beltis estaba tranquila porque sabía exactamente donde iban a aparecer. A pesar de esa seguridad, caminar dentro de un portal no era tan simple como parecía. Era tan solo un paso, pero un paso que podía ser muy desagradable si el portal era inestable o no se tenía experiencia cruzando el tiempo y el espacio. El estómago podía dar mil vueltas y los novatos se veían envueltos por una rápida sucesión de compresiones y descompresiones que podían hacerlos salir del portal totalmente descompuestos. Ese portal en particular era estable porque solo se movía en el espacio; la bruja le iba agarrando el truco pero no podía evitar que su cuerpo diera algunas sacudidas al traspasar la ventana temporal.

 

El velo de oscuridad del portal se fue desvaneciendo y la luz del día se coló dentro. Beltis se cubrió el rostro con una mano y entrecerró los ojos hasta acostumbrarse a los colores y a la luz del día otoñal. El edificio se fue definiendo frente a ella, ya fuera del portal. La voz llena de satisfacción de Patricia le llegó desde la espalda, pero Beltis se quedó mirando fijamente el castillo Lockhart.

 

- Esto todavía no ha comenzado, aunque ha terminado para ti. Te quedas aquí, en la seguridad y aburrimiento de tu casa -se cruzó de brazos y dio unos pasos al costado, negando con la cabeza-. Serías una carga allí a donde vamos. No puedes esconder el miedo en tus ojos ni el alivio que has sentido al estar en un sitio familiar. No tienes las agallas para aprender, apenas logro entender que asistieras a clases...

 

No había sitio para los magos y brujas pusilánimes en los libros de historia ni en la vida real. Solo eran una masa que se conformaba con seguir respirando y que no se comprometían realmente con una causa ¿Tenían algún ideal, un objetivo vital que significara algo más que un sueldo a fin de mes? ¿algo más que un aprobado al final de la clase? ¿algo que los hiciera levantarse por la mañana extasiados, entusiasmados, llenos de deseos e ímpetu? Muchos decían estar en contra de los ideales de la Marca, pero jamás se enfrentaban a ellos. No eran más que discursos vacíos. Nunca podría entender a esa panda de borregos que no hacían más que vivir vidas insípidas sin exigir ni pedir nada más. Por eso no merecían más que desprecio y ser borrados de la historia. Con el tiempo nadie los recordaba, ni sus propios vástagos. Extendió los brazos y movió los dedos para desentumecerlos. Levantó la varita en el aire y volvió a dibujar un portal sobre un lienzo invisible. Susurró de manera apenas audible "Fulgura Nox" y otra vez un velo oscuro se presentó ante Beltis y Nathaniel.

 

- Le harías un gran favor a la historia si te quedaras al margen.

 

Tomó a Nathaniel y cruzó el portal, el cual se cerró inediatamente al desaparecer el Malfoy en sus oscuras cortinas. Para ellos quedaban muchas cosas por descubrir.

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