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Pandora's Box Night Club (MM B: 86577)


Cissy Macnair
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Estaban bailando como si nada y sintió como la música se había parado, por lo visto era hora de cerrar y ellos ni cuenta se daban. Así que debido a su anterior pregunta, ella le toma de la mano con una sonrisa.

 

-Pues creo que es hora de cerrar, y yo no quiero que acabe la noche, ¿Que te parece si nos vamos a caminar por el callejón y nos seguimos conociendo?- comento la bruja sin dejarle de tomar la mano y el le sonrio de vuelta, ella intuía que el era más joven que ella, aunque aún no decoraba su edad, y parecía más mayor de lo que sin duda podría tener.

 

-Oh entiendo, mi familia biológica digamos que ahora ando pasando unos cuantos problemas con mi madre y con quienes vivo Los Triviani. Me acogieron después de un incidente que tuve, la razón por la cual me fui de aquí hace años- comento la Macnair con una sonrisita, no dejaba entrever tanto de su historia, obvio si se conocían más podría ser un poco más abierta y contarle los motivos verdaderos de su partida y regreso al pueblo.

 

-Bueno tampoco es que me lo esté pasando mal, ya sabes toma tiempo acostumbrarse a un lugar que resulta tan conocido pero a la vez tan diferente- dejaron las bebidas que aún traían en la barra y se dispusieron a salir del local -Entonces por así decirlo, ¿Cuanto hace que llegaste al pueblo? ¿Tienes mucho?-

 

@@Danny Lestrange

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Había sido una suerte que la chica no preguntara más, y suspira con alivio cuando ella le dice la razón por la que la música ya no estaba sonando. Mira a su alrededor y efectivamente los empleados comienzan a limpiar el lugar para preparar todo y cerrar por ese día.

 

—Me parece buena idea.

 

Le responde dejando tomarse de la mano y así camina con ella dispuesto a salir, pero antes de todo paga la cuenta de las bebidas.

 

—¿Algún lugar en especial? No conozco bien, pero podríamos investigar o ver un mapa, no sé.

 

Se frota los ojos un poco sin dejar de caminar con ella de la mano mientras voltea a verle, asiente de vez en cuando a todo lo que le contaba quedándose pensativo por momentos. Al menos ya sabía que no era el único con familias extrañas y quizá incluso disfuncionales, ¿Sería así?

 

—Sí, también me estoy acostumbrando a él, llegué hace dos meses, no tengo mucho vagando por aquí aunque creo que lo suficiente como para saber qué puedo encontrar en él. Y todo pinta bien, al parecer... ¿Ya no ha habido ataques mortífagos?

 

Pregunta. Danny sabía que en el tiempo que había vivido ahí, eran comunes los asaltos a las mansiones así como las redadas, las cuales solían dejar heridos por todos lados e incluso muertes de magos y brujas.

 

 

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Ella sonrio mientras salían al callejón, pero a donde mirara a esa hora todo estaba un poco vacío y cerrado. Les tocaba seguir caminando hasta encontrar un parque o algo parecido o algún café de veinticuatro horas, era lo mejor para ese momento. Ella nunca había sido de dormir temprano así que no se le hacia raro estar levantada tan tarde.

 

-Pues yo creo que todo está cerrado a estar hora, vamos a tener que buscar un parque o algo ¿tu ubicas alguno?- pregunto mientras seguían caminando tomados de la mano, no se había dado cuenta, hasta que su mirada bajo a sus manos y ella sonrió. Esperaba que a él no le incomodara la cercanía.

 

Cuando menciono los ataques mortifagos, respingo un poco, esperaba que su reacción no fuera tan evidente y se apresuró a contestar -No, la verdad es que desde que llegué no me eh enterado de ninguna sinceramente-

 

Esperaba que la platica no encaminará a si estaban mal o no. No iba a desenmascarar su identidad y decirle que era mortifaga, pero tampoco quisiera encontrarse con la sorpresa de que el era partidario de la Orden del Fénix. Sabia que sus bandos estaban en términos de quedar en paz y ser iguales ante todos, pero eso jamás existiría ya que sus ideales eran diferentes en muchísimos sentidos. Nunca podrían congeniar, así que era mejor dejar esos temas de lado, eran delicados y a ella le empezaba a gustar @@Danny Lestrange .

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Danny era completamente sordo, pero la falta de un sentido intensificaba algún otro y en su caso eran los cuatro restantes, por lo que podía percibir hasta el más mínimo movimiento. En ese momento se da cuenta de que Ariadna había visto sus manos entrelazadas y a él no le importaba, Danny solía ser un tanto indiferente a ese tipo de cosas, no le molestaba para nada y quizá sería una buena forma de conocerse ya que el chico deseaba convivir con las personas.

 

—Sí, todo cerró, es muy tarde. Pero sí conozco un par de parques y uno está a dos calles de aquí. El otro que conozco está hasta el final del pueblo y no recomiendo mucho porque perderíamos tiempo en caminar hasta allá.

 

Le responde volteando a verla, luego sonríe de buen humor a pesar de que su semblante comenzaba a tornarse un poco pálido y su expresión levemente débil. No era muy notorio y menos si no abandonaba su ánimo alegre que le caracterizaba la mayor parte del tiempo.

 

—Es una suerte que se hayan detenido los ataques, me gusta vivir en lugares tranquilos sin pensar que podrían atacar cuando menos me lo espere estando en casa, incluso durmiendo.

 

Le responde frunciendo el entrecejo sin dejar de caminar con ella tomada de la mano. Pronto los árboles del parque se comenzaban a ver, y el chico se anima un poco más. Sabía que no debía acelerar el paso y casi correr como niño pequeño a pesar de que esa era parte de su esencia, así que se porta como todo un chico calmado dirigiéndose con paso tranquilo hacia allá.

 

—A esta hora ya no hay helado.

 

Se le ocurre decir al llegar a una banca y esperar a que la chica se siente. Danny se había dado cuenta que a la chica le agradaba pasar el rato con él, aunque jamás se imaginaría que comenzaba a sentir algo puesto que Danny, podría decirse, era bastante atrabancado para ese tipo de cosas.

 

 

 

 

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Iban caminando juntos por el callejón y después de un rato llegaron al parque, como había dicho Danny si se encontraba bastante cerca de donde estaban ellos.

 

-Pues no creas, yo siento que solo es cuestión de tiempo para que comiencen los ataques entre los bandos. Eh oído que querían paz entre mortifagos y la orden, pero eso jamás sucederá y menos cuando se tienen ideales diferentes- comento la Macnair mientras se sentaban en una banca, no quería dar sospechas de que era partidaria de los mortifagos, pero tampoco defendería a la orden.

 

-Todo esto empeoró cuando quisieron sacar a la luz la magia, bueno empeoro para los muggles sinceramente- sonrió un poco y cuando dijo el helado, a ella se le vino a la mente una idea.

 

-¡Artemis!- grito y en ese momento apareció su elfina doméstica esperando la orden de su señora -¿Nos puedes traer un helado? ¿De qué quieres tu sabor @@Danny Lestrange?- le pregunto dándose vuelta hacia Danny, esperaba que no se le hiciera raro que hiciera aquello.

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—Mientras que la paz no se vea interrumpida todo bien.

 

El muchacho se sienta después de ella y la observa atento al momento en el que Ariadna llama a uno de sus elfos para pedir helado. Danny se avergüenza un poco ya que no era su intención incomodar a nadie pero tampoco iba a rechazar comer algo rico.

 

—Vainilla con mermelada de fresa.

 

Responde sin pensarlo mucho, ya que realmente tenía bastante claro cual era uno de sus sabores favoritos. Luego mira atentamente al elfo y posteriormente a la chica para saber de qué sabor lo pediría ella. Si lo elegía de algún sabor fuera de lo normal para él, quizá podría pedir algo así algún otro día. No tenía nada de malo conocer.

 

—¿Sabías que en este parque salen fantasmas? Al menos eso se dice.

 

Trata de sacar un tema nuevo, y se le ocurre decir lo primero que le pasa a la mente. Las cosas sobrenaturales siempre le habían atraído mucho.

 

 

 

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Pues con el cambio de ministro de magia, yo siento que se vienen muchas revueltas y deberías quedarte en casa. No sería bueno que salieras lastimado comento la bruja, realmente preocupada, el aún se veía tan joven y si no pertenecía a ningún bando. Los magos normales siempre eran los primeros en salir lastimados en las redadas, nunca le había importado en lo más mínimo, pero el empezaba a hacerlo.

 

Miro a su elfina tomando nota mientras Danny pedía su sabor, era sencillo y muy dulce lo que acababa de pedir. Pero algo en sus acciones infantiles la atraia de sobremanera, estaba visiblemente mal que pensara de esa manera. Al haber pasado tanto tiempo sola, le gustaba sentirse más joven con alguien que le agradaba demasiado. Inclusive si llegaran a verse más podría presentarle a Sebastián, pero eso era problema del futuro por lo pronto pidió su sabor de helado.

 

-A mi me traes uno sabor brownie con Caramelo, Artemis-

 

Después de darle la orden, la elfina desapareció buscando los helados. Mientras que ellos dos seguían sentados en la banca y Danny comenta algo se los Fantasmas Bueno la mansion Macnair estaba plagada de ellos, había uno que me seguía muchísimo. Pero cuando me fui no se que debió pasarse Suspiro con nostalgia recordándolo, y mientras lo hacía Artemis aparecio con los dos helados.

 

-Espero que te gusten, sino habrá que hablar con mi elfina-

 

@@Danny Lestrange

Editado por Ariadna Macnair Gryffindor

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—Algún día tendré que aprender a defenderme de todos modos.

 

Se queda pensativo al decirle aquello. Sabía que cada que había elecciones se levantaban revueltas y lamentablemente aquella no sería la excepción, de eso estaba casi seguro. Solo esperaba que las cosas pudiesen llegar a un buen arreglo con los menores inconvenientes para todos.

 

—¿De verdad? Los únicos fantasmas que yo conozco son los de las casas de Hogwarts, puesto que pasan buen tiempo en el gran salón o paseando por los pasillos, ya sabes.

 

Le responde tranquilo mientras la mira, después echa un vistazo a su alrededor y se da cuenta de que en efecto, había dos fantasmas a lo lejos, uno detrás de un árbol mirándolos a ambos y el otro columpiándose en uno de los juegos que había casi en el centro del parque. Danny sonríe imaginando lo que podrían pensar los muggles al notar que esos juegos se estaban moviendo "solos".

 

—Antes de saber que soy un mago me asustaba mucho ver cosas que mis compañeros de la escuela no veían. Creí que algo andaba mal en mi cabeza.

 

Comienza a explicar en el justo momento que recibe el helado que había pedido. Realmente se veía delicioso y seguramente no tendría problema con el sabor. Y así fue, al dar la primera probada lo disfruta al momento.

 

—Sabe muy bien, ¿Quieres?

 

Le ofrece.

 

 

 

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-Pues si quieres podemos ir y hablarles a los fantasmas, algunos son gritones pero la mayoría son buena gente o mejor dicho ¿buenos muertos?- sonrió un poco y miro a los dos fantasmas que estaban cerca a ellos, la noche era fría sin duda y el lugar estaba desierto. Solo estaban ellos dos sentados comiendo helado, quien viera la escena sin duda pensaría que raros éramos.

 

Danny le ofrece de su helado justo antes de que ella pruebe el suyo, así que aparta un poco el suyo de la cara y come un poco del de su compañero —En verdad esta delicioso, pero no se compara al caramelo— comenta la Macnair con una idea un tanto divertida, si bien ella era un adulto. En ocasiones se comportaba de una manera infantil por lo que después de ese pensamiento y antes de probar su helado, se lo acercó al mago frente a ella.

 

-Te toca probar del mio- justo en el momento que el estaba probando el helado, la Macnair se lo acerca más llenándolo en la nariz y gran parte de su frente, sin duda era muy gracioso y ella estaba sonriendo mucho. Solo esperaba que Danny también compartiera su sentido del humor.

 

@@Danny Lestrange

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  • 1 año más tarde...

Regresando a la vida
─────────────


Aparecí en medio de la noche otoñal, sintiendo la brisa ondear mis cabellos sueltos, y embriagar mi cuerpo con su dulce frialdad. Luego de un pequeño suspiro, apagué el cigarrillo contra la punta de mi tacón derecho, y tan pronto como hube hecho cenizas lo restante, comencé a cruzar la calle para poder llegar a enfrentar a esos dos corpulentos guardias de seguridad y saltarme por completo el protocolo de la fila. Fijé mi esmeraldina mirada en los magos, y luego de una sonrisa felina, recibí un asentimiento rápido de su parte... si me reconocieron o no, era algo que nunca iría a confirmar.

Una vez en el interior, me deshice de la capa de viaje, dejando lucir sin pudor el ajustado vestido color azabache que acentuaba las dos grandes curvas de mi cuerpo sin llegar a mostrarlas realmente ─ elegancia antes que vulgaridad. Sacudí un poco las ondas de mi cabello, y rápidamente con la sombra siguiéndome los pasos, caminé en dirección a donde el infierno se propagaba y la música parecía darme la bienvenida.

Podía disparar mi presencia e irme a bailar en medio de la pista, pero mi visita nunca era por la pura y absurda nostalgia. El tiempo transcurrido y las vivencias traumáticas de años atrás, forjaron en mí, una personalidad más ácida pero no por eso, menos inteligente. Sabía que podía encontrar a alguien cercano a mi familia, alguien que hiciese de... puente para mi regreso a Inglaterra sin que a los que buscaba recuperar intentaran arrancarme los ojos en el transcurso por mi desaparición tan abrupta. 

Y entonces le vi.

Apoyando en una de las barandas con una copa de que sabe qué en su interior, tanteando el terreno y vigilando bien despierto que todo estuviese bajo su control, el hombre de gran espalda y cabello salvaje que podría sacar suspiros en cualquier lugar. Chasqueé mis dedos para hacer desaparecer a mi protector, y en cuanto volví a caminar, alejé algunos mechones rebeldes de mi rostro para comenzar el jugueteo antes de que se diera realmente cuenta de cuáles eran mis intenciones. 

─── ¡Vaya, vaya, vaya! ───le di un empujoncito suave con mi hombro cuando me posicioné a su lado, y sin prestarle una pisca de atención, volví a hablar.─── Marcus Argéadas. ───solté cuál serpiente, ladeando mi rostro para dedicarle, recién, esa miradita coqueta que sabía, en carne propia, que si era pillada por cualquiera de las féminas Macnair, me encerrarían en la torre más alta cual princesa custodiada por un dragón... o dos. ─── El de los tragos, no?

Lancé a propósito.

Y esperé... porque confiaba en ese lazo de gemelos, ese que gritaría por dentro 'Juliette Macnair volvió, y esta vez, regresó para quedarse'.

Editado por Juliette Macnair

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