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Encantamientos


Ky.
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El Nigromante espero pacientemente en aquel lugar. No era un lugar muy grande pero tampoco algo pequeño, era del tamaño perfecto para que tres personas pudieran hacer uso de sus Encantamientos. Las paredes estaban cubiertas de un tapiz negro, el cual podría ser manipulado y escribir en el, mediante magia.

 

Frente a la puerta se encontraba escrita la palabra Encantamientos que abarcaba casi un 70% de la pared que justo minutos antes la había pintado para aquella clase. Sus alumnos no tardarían en llegar, si sabían hacer uso de los Encantamientos. La tarea era muy sencilla, volar desde el ateneo a las coordenadas que les había enviado en la lechuza.

Aunque el calor fuera de aquellas paredes era un tanto insufrible para el Ivashkov, las olas golpeando las rocas servían para cubrir el ruido que generaba un boggart dentro de una caja de madera donde el mismo Aries lo había metido mientras seguía preparando la clase. La cabaña se encontraba ubicada en la punta de un risco, no visible al ojo de los muggles pero si al de los magos.

A pesar de los 38°c que se podían apreciar, el joven metamorfomago iba vestido con unos pantalones de mezclilla, una playera negra que apenas podía verse ya que estaba cubierta por una chamarra de cuero, metió las manos en los bolsillos de esta y se quedo esperando.

Editado por Ariel Aries Bra Yaxley

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La perspectiva de aprender algo nuevo emocionaba a la mujer, que desde sus días en la academia no había pisado un plantel educativo. De entre todas las opciones que tenía a su disposición, se inclinó por encantamientos ya que era un saber que siempre había estado en su lista de pendientes.

 

No conocía a la instructora y tampoco tenía noción alguna de quienes serían sus compañeros de clase. Lo que sí sabía era que se esforzaría al máximo para no desperdiciar aquella ocasión, además que le provocaba una gran curiosidad saber en qué consistiría el sílabo.

 

Siguió las instrucciones para llegar al lugar de encuentro al pie de la letra, sorprendiéndose por las especificaciones consistentes en coordenadas e instrucciones de vuelo. Vislumbró a lo lejos el risco en donde se llevaría a cabo la clase, una peña espeluznantemente alta, que auguraba la muerte para quien cayera de aquella altura. Una simple estructura se alzaba en el centro de la misma, con la palabra "Encantamientos" pintada en toda la superficie, lo que le hacía visible desde las alturas.

 

Kassandra desmontó con gracia de su escoba, sintiendo el suelo sólido debajo de sus pies. El calor era espantoso, podía decirlo por la humedad pegajosa que había venido sintiendo desde que empezó a acercarse a la zona. Afortunadamente su naturaleza lupina le permitía regular su temperatura corporal, adecuándola a lo más parecido a comodidad.

 

Weasley atravesó la puerta no sin antes darle un vistazo al entorno, preguntándose si aquello iba a influir en su aprendizaje. Encontró a la maestra en medio del aula de clase. Había sido la primera en llegar.

 

—Buenos días. —Saludó la castaña con cortesía.—Kassandra Weasley. —Se introdujo con una media sonrisa.

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- Accio Moto Voladora

 

Agitó su varita como si estuviese echando sal a un platillo. Había pensado en aquel trasto que había comprado hace muchísimo y estaba juntando polvo en su bóveda de Gringotts. El encantamiento Accio servía siempre y cuando el mago podía visualizar perfectamente el objeto que estaba invocando, más allá de la distancia. Pero eso no significara que no se tomara su tiempo.

 

- ¡Accio Moto Voladora!

 

Habían pasado ya una hora desde la primera invocación. Era necesario realizar la otra. Repitió el proceso, agitó su varita y esperó. Sus ojos azules iban desde el escritorio, en aquella aula de la Universidad, a la puerta, por donde esperaba que iba a llegar su vehículo. Así como decía en las instrucciones, los próximos pasos eran simples, llegar hasta el lugar de las coordenadas como primera parte de la prueba.

 

Orión estaba concentrado, porque no reconocía el lugar donde se llevaría a cabo la clase. Concentración que fue completamente destruida… ¡TRASH! Vidrios salieron desparramados por todos lados. Una de las ventanas del aula fue completamente desmembrada a la llegada del vehículo encantado. Obvio que el Yaxley pegó un pequeño susto, giró rápidamente con varita en mano y sus ojos se pusieron como platos al ver lo que había sucedido.

 

Se acercó al marco del aula, miró para todos lados. Nadie. Con paso ligero y evitando pisar más cristales, se subió a la moto y se fue como lo lleva el diablo.

 

Llegar al acantilado fue fácil. Había leído en voz alta las coordenadas y trazado una línea mágica que lo ayudara a seguir el camino, ativó el encantamiento de invisibilidad para muggles, y, si hubiese tenido un cigarro, este habría estado encendido. Hasta que sintió las olas del calor. No salía mucho de Inglaterra y las veces que lo hacía no sabía ni a donde estaba metiendo el pie. África pensó, ya le preguntaría a la persona encargada del curso.

 

Se bajó de la moto, que cayó con otro ruido estrepitoso al rocoso suelo. Bueno, así se aprenden las cosas, en definitiva. Se arremangó la camisa y deseó haber llevado unos pantalones cortos en ese momento. Entró sin más, acomodándose sus cabellos cobrizos con puntas azules.

 

- ¡Disculpen la tardanza! Orión… Ya estamos todos, ¿no?

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El joven Black Lestrange se había enterado de la llegada de sus alumnos por el aire caliente que entraba cuando abrían la puerta de la cabaña. Tomo dos objetos medianos, del tamaño de un libro y un poco más ligeros que esto y los puso en el suelo frente a ambos, sobre aquellos objetos colocó un piña de 30 centímetros.

Sus ojos examinaban a ambos jóvenes, les sonrió. No dio instrucciones y tampoco se presentó, si se habían inscrito a su clase esperaba que al menos supieran con quién iban a tratar. Aries por lo general no tenía tan mal carácter, o eso era lo que creía, pero aquel día no tenía el humor para soportar alumnos que no tuvieran iniciativa.

Durante varios minutos se mantuvo en silencio, caminando de un lado a otro, arreglando sus cosas, esperando que de ellos saliera una demostración de sus conocimientos. Pero nada, al parecer estaban acostumbrados a esperar una presentación y que el profesor les pidiera que hacer.

Bienvenidos a la quebrada, Guerrero en México, espero tengan un buen día jóvenes, su primera tarea es hacer bailar a la piña que se encuentra a sus pies. —la señaló, para que pudieran notarla. —Pero antes quisiera saber su definición de Encantamientos. No la que viene en los libros, sino la definición que ustedes le dan.

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Tan pronto como Weasley llegó a la clase, fue testigo del arribo de uno de sus compañeros a quien no había tenido oportunidad de conocer anteriormente. Esperó otro poco, pero nadie más llegó, lo que el profesor aprovechó para comenzar puntual la clase.

 

Kassandra se sentía emocionada y ansiosa ante la perspectiva de empezar a utilizar la varita. De todos los campos laborales en los que había incursionado, jamás había tenido ocasión de profundizar su destreza con los hechizos como lo había tenido en pociones o idiomas. Por esa misma razón, la idea se le hacía tan emocionante.

 

La mención de la piña fue lo que le hizo localizarla con la mirada, ahí a sus pies. Sin embargo antes de hacerla bailar, tenían que contestar una pregunta solicitada por el docente. La castaña meditó unos segundos antes de aventurarse a contestar.

 

—Un encantamiento es un conjuro que ayuda a transgredir el comportamiento natural de las cosas o la voluntad de las personas.

 

Simple y conciso, no veía razón para agregar detalles. Aguardó a la intervención de su compañero y a la señal para comenzar a jugar con la varita.

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- ¿México?

 

Abrió sus azules ojos y se rascó la nuca. No había tomado dimensión de la distancia recorrida. Su pensamiento se detuvo un momento. Se preguntaba si era la primera vez que estaba en el continente de América. Luego recordó que había estudiado en Ilvermorny y se le pasó rápidamente el cuestionamiento.

 

No conocía tanto a Aries como al resto de sus compañeros, pero sí le habían comentado la cuestión de la iniciativa en Encantamientos. Es que, ese conocimiento, para el Mago Oscuro era como esas cosas con las que uno se enfrenta todos los días, pero nunca toma noción de ella, como si fuese algo natural y orgánico en el accionario diario. Capaz, encontrar un poco de teoría sería arrojar luz al tema.

 

Cuando el profesor terminó de hablar, se dio cuenta de la Piña de la que estaba hablando. El tipo grandote sonrió. Otra pregunta se le cruzó por la mente ¿cómo puede bailar una piña si no tiene piernas? Estaba a punto de conjurar un Vitae. A veces, la Magia Oscura era tan natural para él, que se encontraba casi siempre en esa situación. Paró en seco y respiró. Decidió ahí, que era mejor concentrarse en la pregunta del profesor.

 

- Un Encantamiento es… ¡Magia! –levantó el dedo, parecía que hablaba consigo mismo- es magia que uno conjura para cambiar las propiedades o cualidades del objetivo.

 

Guiñó el ojo, con una expresión forzada, como si estuviese apuntando a alguna diana. Tenía seguridad de que estaba en lo correcto, pero tampoco tanta.

 

Sacó su varita de dentro de la chaqueta y la giró por sobre la piña.

 

- Tarantallegra.

 

El Encantamiento de pies danzantes. La piña, aún sin piernas, comenzó a moverse al son de pasito perrón.

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Aries llevo su mano a la altura de su boca para tapar el gran bostezo que había soltado después de escuchar la definición que ambos alumnos le habían dado acerca de Encantamientos, no podía ocultar que la parte teórica de la clase le parecía ciertamente aburrida. El bostezo no tenía nada que ver con lo que ellos le habían dicho, simplemente no podía negar que había escuchado la definición cientos de veces a lo largo de su etapa como profesor que una vez más le parecía que ambas eran sacadas de libros, pero no dijo nada.

Después de ver como el Yaxley había sido el único que fue capaz de hacer bailar a la piña aunque de forma un tanto extraña al no haberle agregado pies, sonrió un poco. Al parecer tenían que aprender a interactuar entre ellos si querían aprobar la clase, por lo que “accidentalmente” dejo salir a 18 Duendecillos de Cornualles por la cabaña.

Lo bueno de ser profesor es que puedo excusar mi torpeza con el hecho de que les estoy educando. —camino por el lugar mientras los observaba. Los duendecillos apenas fueron liberados cuando ya habían liberado el boggart que se encontraba en una caja de madera, al mismo tiempo que habían tomado la piña de Kassandra. —Bien chicos, háganse cargo de los duendecillos. Espero no se lleguen a salir de esta cabaña. —dijo con malicia mientras dejaba la puerta abierta de la cabaña.

El nigromante miro como el boggart se posó frente a Orión reflejando el peor de los miedos del Mago Oscuro, levantó una ceja y sonrió. ¿Se estaba burlando del Yaxley? Quizás. ¿Se estaba burlando de sus alumnos al dejar salir a los duendecillos? No. Aquello los haría reaccionar y mostrarle todos los encantamientos que conocen mientras trabajaban en equipo.

—Bueno chicos, es momento que regrese a Londres, ustedes deben capturar todos los duendecillos, son 18 en total, debería decirles que el final de la clase será en un aula en el ateneo, donde usted Weasley me debe mostrar 9 duendecillos y su piña para hacer el primer ejercicio.

>>En cambio, usted Yaxley. Me debes traer los 9 duendecillos solamente. Nos vemos. Buen viaje. —dicho aquello dejó 2 jaulas en el suelo, mientras movía su varita y tras decir fulgura nox un portal apareció frente a él, lo cruzó y apareció en los jardines del Ateneo, donde esperaría a que ambos chicos aparecieran con sus cosas.

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¿Un Boggart?

 

Orión generalmente no se enfrentaba a ese tipo de criaturas mágicas. Todo lo que tenía que ver con el miedo lo evitaba. Para él, y su –un tanto- graciosa perspectiva, poder ver materialmente el miedo significaba trabajar cosas que él ya había superado. O al menos lo suponía. Ver el miedo lo hacía en tanto realidad. Se refregó los ojos y le respondió la mueca al profesor con un movimiento de su derecha bastante cortante, como un: luego te las pagaré.

 

Suspiró y comenzó a mover su varita. Ese hechizo lo conocía.

 

- Riddikulus.

 

El boggart de Orión cambiaba con el tiempo. Dependía de la etapa en la que estaba viviendo. Ahora, se trataba solamente de un pequeño gato negro, tirado en el suelo, sin vida. Creo, que, a estas alturas de la narrativa, todos podemos reconocer cuál era el significado detrás de todo eso. La muerte para los mortífagos no tenía que ser un miedo y él lo sabía. Pero había cosas que se le escapaban al Yaxley. Tras el encantamiento, al gato le salieron cuerdecillas de cada pata, sus ojos reemplazados por dos botones, una sonrisa de bigote a bigote y un tutú. Había hecho un títere.

 

Parecía que estaba tan abstraído con el boggart, que se había olvidado completamente de los duendecillos haciendo fechorías por todos lados. Incluso uno estaba tirando de los pelos de su nuca.

 

Se giró a Kassandra y se encogió de hombros.

 

- SI me permites.

 

No lo hizo de maldad, pero con la Weasley no tenía nada que hacer o decir. Se sacó la chaqueta, un poco mojada por la transpiración.

 

- Morphos.

 

Lo primero que le sucedió a la prenda de ropa, fue un cambio en su material. Poco a poco se formaron barrotes, donde antes había fibras. Estos, buscaron conectarse, logrando formar una jaula de tamaño moderado. Ahora necesitaba atrapar nueve de esos duendecillos.

 

Eso era fácil. Conjuró, simplemente pensando, un Orbis Bestiaru. Eso le permitía controlar un grupo de criaturas nivel XXX, como lo eran los duendecillos. Seleccionó a los nueve que necesitaba y les ordenó, sólo con los ojos, que entraran en la jaula. El resto, al ver la captura de sus amigos, se volvieron más bélicos y violentos. Orión volvió a encogerse de hombros, esperaba que Kassandra no lo odiara ya.

 

Tomó su jaula y se desapareció hacia el aula, donde estaba Aries. Solo para dejarle la jaula de los duendecillos.

No tenía una expresión de orgullo propiamente dicha, pero, tampoco estaba aburrido.

 

- ¡Listo! Que me corten la lengua por lo que voy a decir, pero, nunca pensé que los libros fueran útiles. De todas maneras, ¿existe un encantamiento para que todos los trámites burocráticos del Ministerio se hagan por sí solos?

Editado por Orión Yaxley

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