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- Hell MooN - (MM B: 110639)


Malum Luxure
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Eleven Goldsmith

 

--Hell Moon..--

 

Un nombre bastante peculiar para un negocio por lo mas peculiar... acababa de llegar a la ciudad proveniente de la lejana Italia … en un viaje de búsqueda, en un viaje con un propósito que aun no puede ser revelado, pero esa era una historia para otro momento, admirando aquel negocio de múltiples pisos con sus ojos verdes como la esmeralda sencillamente cruzo esa pesada puerta con un cristal mas obscuro que el mismo petróleo, al parecer estaba diseñado para que la luz nunca acceda a ese sitio.

 

-Buenas...--

 

Se decía con voz temblorosa, caminando por aquel largo pasillo donde alumbrado con un par de velas intentaba no tropesar con lo que fuera que tuviera enfrente, por lo que quitandose sus guantes y su sombrero llego a un gran salón el cual estaba dividido por dos barras donde la gente se servía una copa, entre risa y risa, algunos en señal de misterio y otros mas que no habían dejado de percibir el aroma que aquel tipo desprendía.

 

--Buenas... me da... que cocteles tiene?

 

Su voz parecía visiblemente nerviosa, pero era clara... mirando a todos y todo con suma curiosidad... saludando a cualquier persona o criatura que se topaba enfrente, donde quitándose su sombrero de copa dejando entrever sus rizos de color castaño aquel mago tomo asiento en uno de los bancos de la barra, mirando curiosamente todas las botellas, así como todas las pinturas que había en esa habitación...

 

--Este sitio, es sumamente interesante!!!!, la de historias que un hombre como usted debe de tener!!--

 

Decía sonriendo amigablemente, una sonrisa que al verla automáticamente generaba una tranquilidad, una confianza que al verla ese tipo sin duda alguna era la persona incorrecta para ese tipo de lugar, por lo que mirando animadamente ahora a la otra cantinera espero su bebida

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En el Hell Moon se vive un ambiente de elegancia y sofisticación, pero también de sencillez y cordura. Cada quien bebe, charla y pasa un momento grato junto a los suyos o incluso solo. La suave música ambienta un estilo bohemio. El ambiente es ameno y a pesar de todo el lujo que se ostenta, nadie ha de adivinar que, tras sus paredes, se esconden los mas sucios secretos.

 

Porque el Hell Moon es mutifacético.

 

Por ello es que el local era tan famoso. Aunque su madre debió ponerle algo de empeño. La decoración cambiaba o se movía de lugar a petición de la dueña, en cuanto a su hija, a veces chocaban un poco los gustos, pero no por ello se hacía la guerra. A Agatha le gustaba la elegancia y la femineidad y en ocasiones, solía hacerle pequeños cambios a lo que podía, presumiendo de un estilo deliciosamente particular.

 

Y justamente ese día, había asistido para relajarse un poco y celebrar a su manera su graduación en Hogwarts.

 

Tras charlar con algunos conocidos y saludar a un par de amigos, se acercó a la barra para pedir una bebida y boquitas, mientras le era entregada una ficha para apartar uno de los espacios VIP de los que disponía por ser hija de la dueña. Con cierta calma, se apoyó en el mostrador para pedir una bebida especial sin licor. Podía beber si, pero esa vez no quería arriesgarse, prefería tomar un momento para leer y sabía que libro escoger. Cuando elegía un plato de pequeñas olivas verdes aderezadas para acompañar, sintió de repente una presencia y miró a su lado, encontrándose con un sujeto algo curioso. Cabello rizado, piel blanca, ojos verdosos e intensos como los de un felino, aire elegante y una expresión de bobo.

 

Se le quedó mirando un rato, antes de volver su vista a los tragos. Decididamente al local llegaba gente sumamente rara...

 

- Llévalo a la mesa seis del segundo piso. Voy a leer, no quiero que nadie me moleste. Por cierto Sizan ¿Ha habido noticias? - Preguntó a quien le atendía y este negó mientras preparaba el vaso especial de la señorita. - Hasta ahora nada, únicamente su madre pide que no la molesten en la planta alta. - Ella asintió. Lo natural de su madre y solo ella sabía el tipo de negocios que se llevaban en el Hell Moon. Al apartarse del mostrador, notó que alguien la miraba, asi que se giró de nuevo y volvió a encontrar esa verdosa curiosidad encima de ella. Hubo un rato de silencio y cierta duda. Agatha levantó una ceja y tras un suspiro, tan solo habló dándole la espalda. - No se quien eres, pero al parecer es la primera vez que vienes aquí... Puedes acompañarme si gustas... @@Kiyotaka Ayanokouji

Editado por Agatha Andrómeda Abbott

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Eleven Goldsmith

 

El chico miraba atónito como cambiaban las decoraciones cada cierto tiempo, paredes, cuadros, era todo un espectáculo el ver eso ahí, hasta las bebidas adulteradas se encontraban deliciosas... Pero hubo algo que se robó toda su atención, caminaba como si flotara en el aire, sus rusos verdes hacían contraste con los ojos de esmeralda de aquella chica, su blanca piel tan brillante como la nieve misma, por la forma de expresarse con los cantineros y la facilidad en la que le deben una llave imaginaba que tenía algún puesto o alguna relación importante con este local.

 

-Yo... Buena tarde My lady--

 

Sus palabras lo habían sacado de sus pensamientos, había Sido tan obvio el admirar aquella obra renacentista que está acabo invitandola a su cuarto cosa que hizo que se sonrojara aún más, debido a lo clara que era su piel únicamente hacia volverse más evidente aquella situación, por lo que tomando su taza de té... Si al final después de tantas cavas únicamente pidió una taza de té, se acercó a la dama.

 

-La... Lamento mucho si pareci un raro, no fue mi intención, no es que no haya notado su presencia, todos aquí notaron la luz que irradia al entrar a un lugar tan obscuro, no es que este mal que sea obscuro, es que luego me tropiezo y me caigo, pero no quiero decir que su negocio este mal posicionado... lo siento... no se cuándo callarme--

 

Entonces suspirando agachó la cabeza por un instante y volviendo a levantar la mirada hasta que sus ojos verdes se toparon con los de su anfitriona hizo un pequeño gesto de sonrisa y sin decir más saco una toallita para secarse el sudor, y retomando la compostura únicamente extendió su brazo en una clara invitación a avanzar lo que parecía ser su privado.

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Aquel caballero parecía muy nervioso, pero la dama en cuestión ya estaba acostumbrada a ese tipo de situaciones. Si bien su belleza exótica le adjudicaba cierto encanto y magnetismo que atraía no solo a magos, sino también a criaturas de otras especies. La diferencia era, que mientras ellos la trataban mas agresivamente y hasta en ocasiones, querían besarla, el en cambio se mostraba reticente, tímido y respetuoso. Tanta diferencia le gustaba y había que admitir que, a sus ojos, aquellos gestos nerviosos solo lo hacían ver mas adorable.

 

Le escuchó en silencio mientras el elfo que la atendía, ya preparaba su pedido. Por un momento le pareció gracioso, pero se contuvo de reír. Con delicadeza femenina sacó su abanico de entre los pliegues de su falda y lo desplegó con gracilidad, ocultando medio rostro. Miró el brazo que le ofrecía, después los ojos verdes del sujeto y asintió con elegancia tomándolo. Se volvió suavemente al elfo - Lleva para dos y que nadie me moleste. -

 

Tras esto, salió por el pequeño pasillo que conducía a las habitaciones privadas, acompañada del elegante mozalbete, cuya altura le sobrepasaba un poco. Agradecía que su madre no estuviera allí o la estaría vigilando. Por el contrario, ella solo esperaba tener una amena charla con el agradable caballero y poder conocerse un poco mejor. Si algo adoraba en su interior Agatha, era el respeto y los modales varoniles. Simplemente eran dos cosas, que gustaba de hallar, tan escasos en la actualidad.

 

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Editado por Agatha Andrómeda Abbott

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Miraba a todos lados, tenía una ligera sensación de que si seguía caminando por ese pasillo únicamente encontraría una trampa mortal, por lo que sacando un pañuelo verde se limpio un momento el sudor de su pálido rostro, por lo que suspirando un poco únicamente miro a su acompañante y le sonrió amigablemente, donde llegando a una puerta de color café el mago se adelantó y haciendo una pequeña reverencia abrió la puerta en par en par para que la dama pueda pasar.

 

--De ante mano le agradezco la amable invitación que me ofreció... de verdad espero que no se arrepienta, digo no es que ya se esté arrepintiendo... ¿o sí?... ¿ya se arrepintió verdad?, lo siento si dije algo ofensivo, es que a veces olvidó mis modales, de hecho, ¿ya me presenté?, ¿le dije mi nombre?... o por dios, ni siquiera me he presentado... Eleven!... Eleven Goldsmith, my lady.--

 

Dicho eso, adopto una pose recta como de soldado mientras se colocaba su sombrero bajo el brazo, seguido de una sonrisa de lo mas sincera, una sonrisa que no demostraba ninguna mala intención, ningún peligro, por lo que sin dejar de sonreí, lentamente se quito los guantes de sus manos escondiéndolos dentro del mismo sombrero, y haciendo una reverencia le ayudo a tomar asiento dentro de aquel privado.

 

--Este lugar es tan enigmático y misterioso... le importa si dejo mi té en su mesita?--

 

Sonriendo nuevamente saco de su saco un libro que se iba a disponer a leer en aquel bar, en caso de que no ocurriera nada y tomando asiento dejo la cubierta destapada, la cual decía "La historia de la magia, época tras época" y sin decir nada mas se quedo mirando atento a su acompañante.

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Atravesaron hasta el pasillo en silencio y asintió con la cabeza en amable sonrisa cuando el joven le dio paso. Entró en silencio, observando sobre la mesilla varias cosas servidas. Dejó el abanico sobre esta y se sentó con su ayuda, observándolo en silencio. Por un momento lo examinó de pies a cabeza y luego sonrió suavemente para que se relajara. - No se preocupe, me alegra tener compañía. - Ella devolvió la vista hacia el área de las ventanas, desde donde se apreciaba un bello atardecer. Devolvió su atención al caballero delante de ella y con un gesto, le invitó a que se sentara.

 

- Me da gusto conocerle, Eleven. Mi nombre es Andrómeda, hija de las dos mas poderosas familias de la zona, Luxure y Triviani. Aunque me suelen decir "Agatha" asi que puede usted llamarme como mas guste. -

 

La doncella acomodó un mechón rebelde de cabello que estorbaba su vista. Sentada pulcramente recta, ostentando una refinada educación incluso en sus palabras, se sirvió un poco de la bebida, la cual llevó a sus labios para degustar. Tras un poco de silencio, ella retomó la conversación. - Puede que su primera impresión sobre mi, no haya sido la adecuada y me disculpo, pero suelo ser algo... Seria ante los desconocidos. Me dirá usted ¿A qué ha venido a este lugar? Es muy peculiar ver a desconocidos de su estirpe en estos sitios. Si siente incómoda mi pregunta, también es libre de abstenerse a responder. -

 

Mientras esperaba una posible respuesta o reacción, la doncella se dedicó a examinarlo con detalle y tras unos minutos, dedujo para si que lo mas bello y misterioso eran sus ojos. No sabía porqué pero presentía que algo se escondía detrás de ellos. Parecía un alma nebulosa, mezclada, confundida y pura, sincera pero que, en apariencia, pareciera que algo le faltaba ¿Sería por eso que estaba allí? Lo dudaba, por el momento se dedicó a mirarle, relajando un poco sus facciones para no asustarle. Sobre todo, porque aun ocultaba su naturaleza.

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El chico tomaba un poco de su té mientras escuchaba atentamente lo que su acompañante decía, tomaba notas mentales con respecto a la información que le proporcionaba, talvez en el futuro podría ser de utilidad, por lo que terminando el sorbo le miro con una tierna sonrisa, entrecerrando los ojos, algunos dirían que también sonreían...

 

-Me parece realmente increíble señorita Agatha aunque debe ser sumamente peligroso para usted el andar en estás calles tan peligrosas, pero no digo que usted sea débil, al contrario parece muy fuerte, aunque no por eso le estoy diciendo que no tiene rasgos femeninos, es que imagino que su familia debe tener muchos enemigos y no digo que sean malos únicamente hay mucha envidia, dios lo volví a hacer.... Porfavor perdóneme--

 

Dicho eso el mago agachó un poco la cabeza y sacudiéndose un poco su pelo de tanto pensar le volvió a mirar a los ojos tan azules como si de un océano tan profundo se tratase.

 

-- vera los de mi estirpe como usted tan amablemente se refirió a mi persona, no venimos a buscar nada en especial, venimos huyendo de los rumores de una nueva guerra, increíble que ni siquiera haya pasado un año y el mundo nuevamente se quiera intentar destruir...--

 

Torciendo un poco los labios inmediatamente volvió a tomar un poco de su té y suspirando nuevamente miro a su compañera, era extremadamente bonita.

 

--Digame usted cree en la humanidad?--

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Llevó la diestra a los labios suavemente con elegancia femenina, escondiendo una pequeña risita ¡Qué adorable! Tontuelo y adorable. Le escuchaba en silencio, bajando sus manos para colocarlas en su regazo. - Agradezco mucho su preocupación por mi, Eleven, pero descuide. Este lugar es mucho mas seguro de lo que aparenta. - Sirvió un poco de la bebida en un fino vaso de cristal, tomándolo seguidamente para tomar un pequeño sorbo. Seguía atenta a sus palabras, a sus gestos, a sus movimientos, asentía cuando debía y escuchaba. Negó con suavidad y suspiró con calma, dejando la bebida sobre la mesa.

 

- Creo y no creo en ellos caballero. No todo depende contextualmente de sus acciones. A veces pueden sernos útiles y otras veces solo son un estorbo pero... - Su voz se acentuó con un deje elegante pero severo, como si detestara la sola mención de esa raza, pese a estar sonriendo. - Si puedo afirmar que su sola aparición, destruyó en mucho todo lo que amo. La pureza de la sangre mágica debería predominar por encima de todo... - Susurró como una sentencia, quizá fuera o no oída. Tomó de nuevo el vaso y bebió un calmado sorbo, ofreciéndole con dulce gesto algunos pastelillos. - ¿Gusta? -

 

La sola mención de la guerra le causaba cierta satisfacción, pues significaba el detrimento de una de las razas mas invasoras y despreciables. Aún asi podía mantenerse segura y sonriente, como si nada de eso le afectara. Sabía de la preocupación de otros por lo que esto acarreaba y en parte, sentía cierta... compasión por las criaturas mas pequeñas, aquellos infantes, esas crías que nacían en una raza equivocada y llena de errores. Quizá el estatuto lo prohibía, pero ella solía matarlos cuando no tenían salvación o... traerlos a la familia. Como fuese el caso, miró por la ventana con calma y un ligero deje de melancolía.

 

- Las guerras son insulsas e innecesarias. Pero la destrucción da paso a la creación. Aún asi, los métodos son vulgares y desprovistos de cuidados ¿Sabéis caballero el olor infernal de los campos, cuando estos se llenan de muertos? ¿Legiones enteras caídas? Es una lástima que un mundo tan maravilloso deba soportar estas dolencias... - Por un momento hubo silencio. El escote de su vestido mostraba claramente la alba piel de su pecho mientras se elevaban con delicadeza en un fuerte suspiro. Después volvió la mirada hacia su interlocutor y le sonrió con ternura. - Lamento ser tan inflexible a veces, pero es algo que me entristece... - Puede que el caballero tuviese su propio sentir, pero a ella, siendo un vampiro que había vivido muchas eras distintas, siempre encontraba en cada una de ellas lo mismo, patrones repetitivos de destrucción mutua, bajo el anverso privilegiado del "todo por el bienestar" una mentira arraigada y solemne, pero tonta. Una falacia vil que solía manipular las mentes de esas criaturas destructivas, cuyas acciones afectaban incluso a los sangre pura. Su diestra se elevó a su cuerpo, posándose sobre la parte descubierta de los senos, deslizando lentamente hacia abajo los finos dedos, mientras pensaba.

 

 

@@Kiyotaka Ayanokouji

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Como un caballero que era no podía bajar la vista por más tentador que eso fuera, así que lo único que hizo fue sonreír mientras tomaba un pastelito de los que hace un momento le había ofrecido aquella princesa que ahora tomaba un template más serio, por lo que sonriendo amigablemente tomo la palabra.

 

--No voy a negar nada de lo que ha dicho inclusive estoy de acuerdo en un 99% de todo lo mencionado, sin embargo creo que está viendo las cosas desde una perspectiva poco favorables--

 

Dando otro bocado al pastelito procedió a limpiarse la mano y boca con su propio pañuelo, por lo que adoptando una mirada más seria continuó hablando.

 

--Hay gracias en sus acciones, buenas o malas siempre se puede llegar a aprender algo, el ser humano ha estado desde los principios de la vida inteligente como la conocemos ahora y gracias a esos ciclos como usted les dice hoy en día esos magos hasta pueden volar sin necesidad de usar magia, si época con época el ser humano repite el ciclo, sin embargo nunca son iguales.--

 

Fue entonces que mirando de reojo esa última insinuación que hizo con sus manos sencillamente se detuvo en seco... Su rostro cambio completamente a uno pálido con la cara visiblemente rojiza, por lo que tomando todo su té de un sorbo de dispuso a ponerse de pie...

 

--madame.... Señorita Agatha... Yo... Si me disculpa... Baño... Vuelvo... No yo... Sen... Donde esta... Disculpe...--

 

Fue entonces que saliendo momentáneamente del cuarto pegó su rostro a la pared golpeándose un par de veces, sin dejar de repetir varias palabras al azar pero que en realidad indicaban lo perfecta que era su acompañante, hasta que pudo nuevamente mantener la calma, intentando arreglarse un poco más el cabello y secando el sudor, el chico sencillamente volvió a entrar.

 

--Digame señorita Agatha... Creen en Dios?--

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- Ciertamente podemos aprender algo de ellos caballero, pero me gustaría que fuese una raza menos prejuiciosa y destructiva... - Los dedos se habían detenido justo en el espacio de ambos pechos. Golpeaban este con suavidad. Tras las palabras, los dedos se deslizaron escote abajo, se liberaron de la tela y tomaron el vaso de bebida del cual, los labios sustrajeron una parte de su contenido. Hubo una pausa donde la doncella cerró los párpados y al abrirlos, se encontró con un invitado algo apurado, rojizo a mas no poder y que tartamudeaba. Apenas entendió lo que dijo, pero supuso que debía ser algo urgente como para necesitar espacio.

 

En el tiempo en que se quedó en soledad, la doncella de verdes cabellos desvió su mirada hacia el cielo. Se puso de pie y se dirigió al balcón en silencio, para admirar desde esa altura el paisaje que se abría ante sus ojos. La brisa traviesa jugó con sus cabellos. La luz de la luna se reflejaba en su piel alba, en la suavidad de sus cabellos, en la delgadez de su cintura. Creaba hilos plateados sobre su vestido, acariciando tiernamente sus mejillas. La curvatura alzada de las caderas levantaba por detrás la tela en una caída coqueta y graciosa. La piel de los hombros parecia porcelana bajo la luz lunar. Suspiró mirando al viento, dejando que sus labios se entreabrieran, rojizos, húmedos, dulces para recibir los besos de la noche misma.

 

Una pregunta la sacó de su ensoñación temeraria.

 

- ¿Dios? Si asi lo existiera, estoy segura de que se ha olvidado en plenitud de sus criaturas. - Su silueta se onduló lentamente al voltear a ver a aquel que entraba en la habitación ya mas refrescado. Bajo la bendición del firmamento, parecía un ángel de ternura y pecado. - Alguna vez pensé, creí en su existencia, pero mis labios resecos solo interpretaban palabras vacías. No había nada, no entendía nada. Le estaba dando mi fe y mi lealtad a la nada misma. Cuando por fin lo entendí, supe que mi propia vida podía ser el castigo de otros o quizá... un privilegio. No lo entiendo. Tampoco lo entenderé. Pero la vida es bella, es sutil y dulce existencia que se abre paso hasta en los mas recónditos caminos. Por eso mismo, es que adoro vivirla... Porque no hay fe ni Dios, excepto en las vanas creencias religiosas mismas... Eleven ¿Usted cree en Dios? -

 

Ahora devolvía la pregunta con la suavidad ligera del viento, con las dulces palabras de una rosa. Se separó del balcón para verle, acercándose hasta el con una pequeña sonrisa. Alzó su diestra y sus dedos, le rozaron apenas la mejilla. Adoraba contemplar sus ojos verdes, su sonrisa. No entendía porqué, pero ella, amante y defensora de la sangre pura, estaba encontrando en el un candor y una atracción interesantes, una belleza exótica escondida. Un tesoro hermoso que mirar. - Eleven, querido mío, la vida es hermosa, se vea como se vea. - Sus labios pronunciaron la sencilla frase, mientras sus ojos atentos y dulces le buscaban. Aquellos gajos rosados y poéticos, curvos para el.

 

 

@@Kiyotaka Ayanokouji

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