Jump to content

Pequeños pasos (2)


Orión Yaxley
 Compartir

Publicaciones recomendadas

El tipo estaba tranquilo, respiraba aire fresco y llevaba ropa cómoda. No tenía nada que hacer ese día. El ambiente en ese humilde y abandonado parque de juegos infantiles lo impulsaba a relajarse. Sobre todo, con ese sol de otoño, que dentro de todo levantaba la temperatura. Estaba viejo. A veces, se encontraba con la necesidad imperiosa de tomar una siesta, que luego eran expulsadas ante alamararse frente a esa realidad.

 

El parque tenía todo lo necesario para ser, bueno, un parque. Un par de columpios, donde asombrosamente pudo depositar su trasero sin que cediera la estructura; tres sube-y-baja frente suyo; a unos metros, a su derecha, unos túneles que en antaño eran como serpiemntes metálicas y por último, a la otra punta, un juego de escalada en forma de cúpula.

 

Orión llevaba unos borsegos azabache con gruesas medias, por el frío, unos jeans azul oscuro, una camisa flannel roja y negra que le quedaba un poco holgada. Su faceta roquera en sus primeros años de la segunda década había sido devastadora tanto para su imagen pública, como para su sentido estético de la moda. Pero era lo único que tenía –y le entraba–. Desde que Aaron había comenzado a vivir en la Yaxley, habían tenido ese encuentro como algo pendiente. Que, al menos el patriarca pretendía cumplir.

 

- Necesitamos practicar –dijo al aire, a nadie, y a su vez, a todos.

 

La Yaxley ya había sido atacada dos veces. Si no se preocupaba de que los miembros de la casa no se prepararan en el arte de duelos, entonces fracasaba como todo. De todas maneras, era algo que ansiaba más allá de cualquier excusa. Los Yaxley, como los Black, tenían sangre de duelistas. Los más grandes habían pasado por esas familias. Era algo indiscutible. Como los Malfoys con su posicionamiento en la alta alcurnia.

 

Era obvio que al menos él pretendía pulir a todos esos diamantes en bruto.

 

Se acordó de sus historias cuando era un joven inexperto. Más de una vez se había lanzado él mismo una maldición, perdiendo la conciencia o mucha, pero mucha, sangre. Soltó una risa mientras se balanceaba lentamente en el columpio que parecía al borde del colapso. Y así se paró, dejando soltar un chillido metálico proveniente de las articulaciones de la pobre estructura. Por último, materializó su pesada varita gris es la derecha y comenzó el espectáculo de luces.

 

- ¡Sectusempra!

 

Escuchó el ruido de hojas crujir. El otoño tenía eso que evidenciaba la presencia de cualquiera. Por eso, como si fuese un acto reflejo, algo natural, movió en forma de látigo su varita. De ahí, se desprendió una luz esmeralda que viajaría hacia el pecho de Aaron con el objetivo de desangrarlo tras haber pronunciado el rayo.

 

- Viejo lobo, viejas mañas –se disculpó para dar una reverencia-. ¿Listo?

 

QlJxtuG.png
3wkkc9v.gif

ZREaNtC.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Protego...

 

El susurro se lo llevó la brisa que acompañaba el sectusempra en mi contra; rasgando la varita al frente el escudo mágico había absorbido el ataque del mago mientras avanzaba en su dirección tras haber aparecido en el lugar con un particular sonido en off. Juegos de niños, columpios y otros cuantos más como así también una que otra banca, un par de tachos metálicos para la basura y tres árboles que otorgaban sombra suficiente al pequeño parque.

 

Orión había dejado una nota a Nius, mi elfo, con un par de indicaciones para vagar por la Manor hasta llegar a un lapicero donde encontraría un traslador que me llevaría hasta allí. Observé a mi alrededor para depositar la gélida mirada gris en la figura de Yaxley que tras una reverencia volvía a ponerse en posición de ataque. No esperaba que fuese de ésta manera, pero ya me había comentado su intención de poner en práctica ciertas habilidades que nos ayudarían para proteger la Manor.

 

-Listo... ¡Absorvere!- solté de inmediato entre la pausa que respondía a las formalidades del clásico duelista, ya que tras agitar la varita en respuesta al duelo que tendríamos le apunté a la muñeca con la que se extendía su arma mágica, de forma y tal que el pequeño conjunto de huesos cedería al efecto causándole un dolor de tal magnitud que le impediría sostener cualquier cosa.

 

No sabía si responder o no ante la situación que teníamos en frente, tan solo sabía que Orión podría curarse de lo que fuese...

ISh3z7l.gif

1yVXGup.png
xV0xd.gifmdbNxIw.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Guest
Esta discusión está cerrada a nuevas respuestas.
 Compartir

×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.