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Prueba Libro de los Druidas


Badru
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Todo indicaba que la señorita ignea tendría un poco de descanso después de recolectar el polen para su frasco, el mismo que se iría recuperando poco a poco de uso, algo que debería de saber si puso atención aunque sea poca en las lecturas del libro del cual se estaba entrenando. Pero no dejaría que descansara en esos momentos, debíamos de finalizar el entrenamiento como guerreros que éramos, sin ningún tipo de aviso.

 

Rápidamente le indiqué que me acompañara a cruzar el portal que había abierto para los otros aprendices y me acompañara, justo cuando una docena al menos de cherufes salían de su escondite para atacar a todos los magos ingleses que se encontraban invadiendo aquellos terrenos. No solo era preocuparse por librarse de mis ataques, por supuesto que no, sino de los golpes secos que le lanzarían a la Macnair y las bolas de lava que salían despedidas de sus boas, o de lo que parecían serlo.

 

Flechas de fuego fue el primer conjuro que salió de mi varita una vez que mi aprendiz salió del portal, dirigidas directamente hacia su torso a la altura de su pecho, una invocación mental que tenía como objetivo causarles graves heridas para mermar su participación en aquella que era su prueba final para considerarla apta para terminar su aprendizaje.

 

Esperaría, ahora, los movimientos que se atrevería a realizar mi pequeña contrincante, con expectativas que me había brindado a través de este entrenamiento.

 




Off:

Badru vs @

  • En cada posteo el aprendiz del libro de los druidas se verá afectado por algún ataque de un cherufe. Todos los hechizos que se usen para librarse de estos ataques se considerarán rolísticos sin afectar el duelo.
  • Nos guiaremos por las reglas básicas de duelo.
  • Los hechizos permitidos serán de neutrales graduados más los correspondientes de libros hasta el Libro del Druida.
  • Pasados tres días de la apertura de la prueba sin respuesta del aprendiz, se considerará abandono y suspenderá la clase.
  • Pasadas 24 Hrs sin respuesta al duelo, los ataques del enemigo se considerarán impactados.
  • Pasadas 48 Hrs sin respuesta al duelo, se considerará abandono y el alumno suspenderá la clase.
  • Dudas en el topic correspondiente.
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Habría querido cambiarse o al menos tomar un poco de agua, recordaba haber tenido tiempo de sobra incluso para repasar los libros en las lecciones anteriores pero al parecer Badru era increíblemente extremista. El tomarla por sorpresa, con la guardia baja y exhausta seguramente le resultaría una ventaja pero los sentidos de Macnair estaban alerta muy por debajo de su piel de cordero, algo que había aprendido luego de un arduo entrenamiento con Allen.

 

Se incorporó tan rápido como pudo y siguió al Guerrero Uzza hasta un nuevo portal que la conduciría de buenas a primera hacia el sitio que momentos antes había abandonado tan desesperadamente. Rodando los ojos al instante de arribar dejó en claro su descontento con el escenario escogido pero aun así enfocó la poca energía que su cuerpo trataba de reservar al frente, allí donde el hombre se disponía a atacar sin piedad alguna.

 

—Salvaguarda mágica. Pensó

 

De repente el espacio que la rodeaba se volvió uno con ella misma, por una breve fracción de tiempo, la que las flechas de fuego que habrían hecho estragos en su cuerpo se tomaron hasta llegar a ella y seguir rumbo hacia una inmensa roca más atrás, se volvió incorpórea. El volcán inactivo irradiaba un calor insoportable, la cueva que hubieron transitado estaba más cerca de Badru que se ella y a ambos los separaban posiblemente seis o siete metros, cosa que no le parecía una distancia prudente para un enfrentamiento armado.

 

Pero no era aquello lo que le molestó sino el condimento extra con el que no contaba —tonta de ella por no pensar con claridad— los cherufes volvían al ataque así que no solo debía concentrarse en su oponente sino que también debería tener ojos en la espalda. Dicho éstos sus orbes esmeralda se cerraron por un segundo, normalizó la respiración y permitió que el ambiente se fusionase con todo su ser a medida que su anatomía regresaba a la visibilidad completa. Sería uno con el escenario y éste su mejor aliado.

 

—Maldición. Pensó

 

Las vibras negativas del entorno y la oscuridad que residía en su propia magia se juntaron para lograr tal conjuro. El mismo provocaría una torpeza en la siguiente acción de Badru y por lo tanto ésta misma no surtiría efecto.

 

Para entonces una enorme bestia se lanzaba contra ella y su cabeza fue más rápido que su raciocinio. Enarboló su varita girando levemente sobre sus talones sin darle por completo la espalda al Uzza pero ganando una buena visión del terreno trasero e intentó invocar un absurdo incárcerus para maniatar al cherufe; las cuerdas ardieron al contacto con la criatura y una de sus garras tomó por el brazo a la bruja para lanzarla a un lado.

 

Detuvo la caída a tiempo, raspando una de sus rodillas pero con el brazo ardiendo en ampollas y carne negra. Miró a la criatura a los ojos antes de que Badru siquiera pensase en volverla a atacar y utilizando las semillas de hielo apuntó una vez más con su varita a la bestia logrando así lo que horas atrás no había podido: Paralizar su cuerpo con una fina pero resistente capa de escarcha mágica. Su amuleto de curación actuó por cuenta propia casi sin necesitar que la pelirroja pensase en dicha acción para devolver su suave piel a la normalidad después de terrible quemadura por lo que acabar con el cherufe fue tarea sencilla.

 

—Sectusempra. Y fin

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Era increíble la fuerza que lograba juntar en esos momentos, cansada y con la fatiga encima por todo el esfuerzo que había hecho para conseguir su polen de lirios de fuego, enfrentándose a las criaturas de fuego en las entrañas del volcán; al fin estaba en una situación bastante real, lo más parecido a una batalla en la que se pudiera enfrentar en un futuro cercano, por lo que sus habilidades con la varita se verían reflejadas con naturalidad.

 

Decidió hacer un movimiento seguro al hacerse incorpórea, un movimiento ágil de la bruja para librarse de manera rápida y sencilla de un ataque como el que le había enviado, sin embargo no dejaría que en este enfrentamiento se sintiera cómoda ni un solo instante. Oh, no, no a la señorita ignea.

 

- Cinaede.

 

Un conjuro simple y eficaz con las consecuencias suficientes para mantenerla a raya. El gas venenoso actuaría al instante, adentrándose en su cuerpo para paralizarle, primero, el sistema respiratorio y, por consecuencia, que todo su cuerpo dejará de funcionar correctamente. Y el veneno que la afectaba era aún más poderoso de lo que ella podía generar en esos momentos por la diferencia de poder mágico que poseía, esperaba que lo tuviera en mente.

 

Mi siguiente conjuro saldría justo antes de que un cherufe se abalanzara en contra de mi contrincante, momento esencial para complicarle las cosas.

 

- Silencius.

 

Interesante. Antes de aquel efecto que pretendía afectar el habla de la bruja me había afectado una maldición, esto debido a que solo salieron chispas verdes de mi varita cuando pronuncié aquellas palabras, algo bastante defensivo y que podría librarse de grandes ataques. Ahora entendía su estrategia en esta prueba: mantenerse a la defensiva, esperar a sobrevivir.

 

Bien, de eso se trataba el libro, solo esperaba no tener que resucitarla al finalizar el enfrentamiento.

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Había perdido demasiado tiempo en el cherufe, cuando la criatura cayó inerte al suelo, Macnair lo siguió tomando su garganta con ambas manos, abriendo los ojos enormemente y pensando que había sido absurdamente descuidada. De repente sintió un calor insoportable en la garganta y supo que algo andaba mal, pronto no podría respirar y de haber tenido un espejo ante ella habría sido capaz de apreciar lo morada que comenzaba a ponerse su piel, como si alguien la hubiese tomado por el cuello hasta cortarle el flujo del aire. Y eso no era todo, al parecer las bestias que se disputaban aquellos terrenos de lava se encontraban aun más furiosos que antes y se presentaban en parejas.

 

—Anapneo. Murmuró

 

Le dolía y ardía terriblemente, pero el alivio no tardó en llegar. El encantamiento liberó sus vías respiratorias esperando la próxima curación que no debería hacerse esperar. Más, antes de éste, conjuró apresurada, Ignea, cubriendo su delicada piel de un fino polvillo de lirios de fuego que la mantendría a salvo de las llameantes garras de las bestias en cuestión.

 

—Episkey. Pensó entonces

 

La zona afectada por el Cinaede empezaría a mejorar, aun cuando el poder mágico de Badru le exigía una curación más intensa y canalizada. Ya cubierta por el pólem la cercanía del cherufe no le afectó demasiado y girando sobre sus talones con gracia y astucia apuntó en lo alto del volcán, cerca de unos dos metros aproximadamente pronunciando a viva voz un Confringo que haría explotar una capa de roca con el objetivo cumplido de aplastar a la criatura antes de que ésta le alcanzara e hiciera algún daño.

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Era rápida, no lo podía negar, por ello es que pensé en la arena del hechicero para que mi conjuro surtiera efecto justo después de que hiciera su anapneo para sobrevivir en el combate, de esta forma cegaría a la señorita ignea debido a los huesos cristalizados de algún mago muerto... un hechizo bastante interesante y que me sorprendía que ninguno de los ingleses tuviera algún problema con el mismo, en general se sorprendían de todo lo que para ellos era inmoral.

 

Era obvio que se realizaría un episkey, podía hacerlo ya que era un tipo efecto y debía de hacerlo para volver con fuerza a nuestro enfrentamiento, eso sin dejar de lado a los cherufes que seguían atacándola, una ventaja de ser parte del pueblo Uzza: me tenían miedo, conocían a mi gente.

 

Ahora lanzaba un hechizo maldición, esto con el afán de limitar sus movimientos de la bruja para que el siguiente hechizo que lanzara fuese una versión patética de lo que en realidad era. ¿Cómo podría librarse de esta combinación? Sonreí, aunque ella no pudiera verlo, era un buen reto el que se le presentaba y no podía esperar por conocer la estrategia que tenía preparada para estos casos, si es que tenía alguna.

 

Aquella prueba no me distraía por completo de la vigilancia de los otros tres aprendices que apenas estaban buscando los lirios de fuego, esperando a que pudieran realizar dicha tarea para que se unieran a la señorita ignea... aunque creía que aquella bruja estaba un tanto lista para cerrar su entrenamiento... o quizás no.

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Tuvo la intención de curar su garganta pero algo la detuvo, quizás el notar que por mucho que pensase en el encantamiento el alivio final no llegaba a ella, o tal vez el mareo que repentinamente había hecho girar su cerebro dejándola presa de una curiosa confusión. No para todos una maldición actuaba de la misma manera, su varita no había echado chispas cual cable en corto circuito sino más bien no había hecho absolutamente nada de lo que se le ordenaba. Creyó entonces, a ciegas y sintiendo los pasos de una tercer bestia a su derecha, que sería el fin más su instinto hablaba.

 

Invocó extendiendo la zurda —mano libre— su daga de sacrificio con la hoja plateada y las incrustaciones en el mango para estar preparada y sentirse ligeramente más segura, sabía que debía focalizar sus nervios disparados hacia cualquier lado una vez más pues eso era lo que buscaba Badru, desestabilizarla.

 

—Episkey. Pensó

 

Aun sin ver, tragó saliva y aguardó a sentir el calor abrasador del Cherufe lo suficientemente cerca como para extender su mano en el momento preciso y tocarle. El grito a continuación habría erizado la piel de cualquier persona capaz de oírle aunque seguramente el guerrero Uzza siquiera se inmutaría; la quemadura en la palma suave resultó insoportable, más con la breve herida que había abierto pasando el filo de la hoja sobre la carne en lo que duró un segundo esperando que la sangre brotase.

 

Había susurrado Obedire cuando la marca se sangre en el Cherufe brilló y pareció ser absorbida por el fuego haciendo que la bestia se detuviese y ella apretase los labios evitando de ese modo lloriquear aunque las lágrimas se escapaban finas y translúcidas. Ahora tenía una especie de guarda espaldas por tan siquiera un momento, pero suponía que podía librarle de algún tipo de ataque ordenándole que se quedese quieto delante de ella — a unos dos metros— hasta que recobrase el sentido de la visión por completo puesto que no había forma de enviarlo de manera ofensiva hacia su tutor.

 

La energía ya se agotaba en su interior.

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