Jump to content

Libro de la Fortaleza


Keaton Ravenclaw
 Compartir

Publicaciones recomendadas

Aquella era una gran oportunidad.

 

Tras haberse presentado a las pruebas sobre la convocatoria para profesor del Libro de la Fortaleza que había dejado vacante Athena para subir a ser la instructora del Libro del Equilibrio, el vampiro había conseguido convencer a los Uzza de que él era una buena opción para impartir el primer Libro que se cursaba en la Universidad. Estaba seguro de que tenía los conocimientos, estaba adecuado ya a la docencia, pero ahora tenía una nueva prueba ante él ya que ahora estaba metido en terreno de duelos, y si bien conocía el sistema, casi no lo ponía en práctica.

 

—Vamos, Ravenclaw, haz honor a tu apellido —Se dijo a sí mismo el ojiverde desapareciendo de los terrenos de su familia sanguínea y reapareciendo en los terrenos del Ateneo de Poderes y Magias Guerreras.

 

Los Uzza habían sido bien claro con él: a partir de ese momento era su responsabilidad la de que los alumnos se vincularan con el Libro de la Fortaleza, era su obligación que supieran emplear los hechizos y los objetos que éste confería para que cuando los emplearan a futuro, lo hicieran con total confianza. Era un libro básico, pero no por éste, un libro sin peligros, pues al ponerse en práctica se usaba demasiada energía.

 

Para el escenario de aquella primera clase del Ravenclaw, éste había escogido un paraje dentro del Ateneo donde se entrenaban desde las antigüedad los más grandes guerreros mágicos. Era una réplica del Coliseo Romano, aunque bastante más pequeño, pero en el cual se encontraban varios armamentos muggles que, al moverse con magia, pondría a los estudiantes los conocimientos adquiridos por el Libro. El sol, como siempre en la Universidad, estaba radiante, eran aproximadamente las 13:00 horas.

 

—Rayo, es tu turno, ayúdame a darles aviso a las tres guapas chicas que tendré el honor de enseñarles este mes, por favor —Dijo a un Ave del Trueno que acababa de llegar batiendo sus seis alas a la diestra del Animago. Keaton sacó tres notas que Rayo, usando sus poderes, hizo desaparecer de su mano y haciéndolas aparecer, mediante un rayo y un trueno a sus tres alumnas de que su clase empezaría a las 14:00 horas de aquel cinco de noviembre en aquel sitio —Veamos que tal nos va —Musitó el vampiro y esperó paciente a sus pupilas.

YTJke.gif  ~+~ uGSfO2w.gif

LMqjPAM.jpg

 

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

¿Por qué estaba tomando esa clase? Es decir, tenía que seguir complaciendo los deseos de su madre aún cuando esta no tenía la menor intención de comunicarse con ella. Ni un triste mensaje en lechuza. Aún recordaba como se reía de su collar lleno de anillos, todos con algún significado especial, algo que servía para que pudiera ser una "bruja más poderosa", pero, ¿de qué servía todo aquello realmente? Maida se preguntó si realmente le servía todo aquello. Tenía un buen puesto en el Ministerio, no tenía problemas financieros, parecía gozar de cierta confianza dentro del Bando Tenebroso, ¿para qué querría inmiscuirse en más clases?

Mientras más se metía en el Ateneo de la Universidad, lo fue entendiendo. Aún cuando tuviera esa rabia metida en ella, no debía olvidar la admiración que sentía. Ella quería ser como esa bruja. Quería sentir el peso del conocimiento sobre su piel. Quizá no usarlo, pero poseerlo. El conocimiento es poder. Lo había sentido ahora que tenía total control sobre las runas, ahora que podía experimentar con pociones...quería más. Por eso había adquirido el Libro de la Fortaleza y por eso estaba ahí.

Varita al cinto, con una túnica cómoda negra, y el cabello atado en una cola, para que no estorbara. ¿Quién sería el encargado? ¿Quiénes serían sus compañeras?

Observó el recinto, la elegancia de lo simple. Roma.La réplica de uno de los recintos que los ancestros usaban para su diversión. Desapareció sus ballerinas, dejando que sus plantas sintieran la arena debajo.Una buena caminata siempre impedía tener que pasarse más tiempo del necesario en el cuidado de los pies. Lo había aprendido desde chica. Pensar en todo eso, hizo que unos ojos grises se cruzaran en su pensamiento. Si, ambas cosas le producían esa calma.

Divisó a Keaton en el lugar y le sonrió. Al menos alguien en esa lugar, sería alguien digno de confiar, un aspirante a mortífago siempre lo era, para ella.

Buenas tardes —saludó.

T7GHFlv.gifUseiaum.gif

c2ixJhD.jpg

oPH1dye.gif- kBtusEd.gif-

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

¡Diantres!
Aquel estruendoso sonido terminó por completo con la lectura de Valentina. La muchacha lanzó el libro al suelo cuando el rayo cayó en el alféizar de la ventana del dormitorio antes de desaparecer, dejando como único rastro un pequeño trozo de pergamino. Se levantó de la cama y abrió la ventana de par en par. Una suave brisa acarició sus mejillas sonrosadas.

"Estimada Srta. Ricci:

Su clase del Libro de la Fortaleza empezará a las 14:00 horas de este día cinco de noviembre. Deberá encontrarme en el ala norte del Ateneo de Poderes y Magias Guerreras. No olvide traer el ya mencionado libro y su varita.
Atte.: Prof. Ravenclaw"

 

Parecía que ya habían encontrado sustituto o sustituta parala profesora Rouvás, cuyo reciente ascenso había provocado unos cuantos días de retraso del inicio de la clase conforme al calendario académico de la Universidad. La verdad es que no se imaginaba quién sería su nuevo docente, ya que eran varios magos los pertenecientes a dicha familia, aunque recordaba haber leído ese apellido hacía relativamente poco. Miró el reloj de péndulo que colgaba sobre la pared de enfrente.
Es la una... —pronunció.
Apenas quedaba una hora para el inicio, así que debía apresurarse si quería ser puntual. Abrió el armario y optó por unos vaqueros cómodos, botines, una blusa de entretiempo y un cárdigan algo grueso. Como no sabía muy bien qué material era el que se utilizaba para ese tipo de lecciones, decidió también introducir un libro de hechizos en la cartera, algunos frascos y un par de amuletos. Una vez lista, salió a las afueras de la Manor para desaparecerse en dirección a la Universidad.
El Ateneo de Poderes y Magias Guerreras le resultaba muy novedoso, aunque también poseía un montón de zonas verdes. Anduvo por un camino que conducía hacia lap arte trasera del edificio principal bajo el sol de la media tarde. De repente, un enorme recinto de lo más vistoso apareció frente a sus narices. El Coliseo Romano estaba allí mismo, aunque redimensionado. Eso le llamó la atención, pero más lo hizo el hecho de encontrarsecon su compañero del Magic Mall como profesor: Keaton Ravenclaw.
Vaya, Keaton. No sabía que fueras profesor. ¿Cómo es que no dijiste nada? —dijo sorprendida—. Ah, por cierto, la próxima vez avisa con un poquito más de antelación. Casi no me dio tiempo ni de asearme.
Junto a él se encontraba Maida, una chica de la familia con la que ya había coincidido en alguna que otra ocasión. Pero, si no estaba mal informada, correspondía a la parte adoptiva de los Yaxley. Le dedicó un gesto de amabilidad mientras la saludaba.
Buenas tardes, prima. Parece que vamos a cursar este libro juntas. Me alegro —terminó sonriendo.

4jy27zQ.png


http://i.imgur.com/Av3cgYa.gif Vjx08vF.gif JPAJXKR.gif


Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

El vampiro estaba sentado en uno de los escalones de aquella réplica del Coliseo Romano, cuando vio a lo lejos que dos de sus tres alumnas llegaban, La primera fue a alguien a quien reconoció de inmediato, a Maida, una mortífaga a quien ya conocía por el excelente trabajo que hacía con los aspirantes al Bando Tenebroso; la segunda, fue una de sus compañeras del Concilio, a la cual le sorprendió ver, pues juraba que, al ser tan activa en mundo mágico, su rango social y su poder de magia serían más alto. Pero como decía una canción muggle, "sorpresas que da la vida, la vida que da sorpresas". Se levantó entonces de su asiento para recibirlas. Aún faltaba Gabrielle, pero ya no podían esperarla más, si llegaba, ya se pondría al corriente.

 

—Buen día chicas, bienvenidas sean a su clase del Libro de la Fortaleza —Miró a Maida que fue la primera en saludar —Maida, vamos, un poco más de ánimo, te vas a divertir, créeme —Se volvió después a Valentina la cual hizo alusión a su puesto y a lo apresurado de la cita —La verdad es que me ha tomado por sorpresa a mi también, no tenía mucho que me había postulado, y a penas hace una hora, poco antes de que les enviara la carta, me lo notificaron, por eso también el margen tan corto de tiempo —Explicó —Pero bueno, ya estamos aquí y vamos a comenzar, que sino, nos come el tiempo —Añadió y se fue al centro del Coliseo a donde sus pupilas los siguieron.

 

Sacó entonces de su capa los objetos que correspondían al Libro de la Fortaleza: tres anillos y un amuleto. ¿Por cuál empezarían? Empezarían en el orden en el cual aparecían en el libro, por lo que tomó el Anillo de Salvaguarda Contra Oídos Indiscretos. Se lo colocó en su dedo anular de la mano izquierda y volteó a ver sus estudiantes, las cuales estaban atentas, o eso quería pensar, a lo que Keaton hiciera. Las invitó, con un gesto de la mano, a que se colocaron alrededor de él.

 

—Muy bien, empezaremos con la explicación de los objetos para que entiendan a fondo sus usos. COmenzaremos con el Anillo de Salvaguarda Contra Oídos Indiscretos, como ya bien saben (espero que hayan leído ya sus libros) este objeto nos ayuda a proteger una zona de 50 metros cuadrados contra cualquiera que quiera espiar. Se activa simplemente tocándolo y pensando en la protección —EN ese momento, el ojiverde alzó su mano izquierda, y con los dedos anular y pulgar de su mano derecha, tocó el anillo —En estos momentos la protección ya se encuentra activada, y como ven, no se escucha ningún sonido como en el caso del hechizo muffliato que se detecta por el zumbido en los oídos —Explicó.

 

Posteriormente, se colocó en la misma mano izquierda, pero ahora en el dedo medio, el Anillo de Escucha, el cual se diferenciaba de su contraparte, por ser un poco más grande y por ser de un color diferente. De esa manera, el portador podría evitar fácilmente equivocarse y activar el que no deseaban. El vampiro, de nueva cuenta, alzó su mano izquierda, y tocó aquel otro anillo igual con los dedos medio y pulgar de su mano derecha.

 

—En el caso del Anillo de Escucha, el procedimiento es el mismo para activarlo. Para lo que sirve es para poder agudizar el oído y escuchar alguna conversación que nos interese, en este caso, puede incluso romper el hechizo Muffliato, pero genera una gaste de energía mayor. Si una conversación ya está siendo protegida por el Anillo de Salvaguarda Contra Oídos Indiscretos, este Anillo no funcionará —Explicó.

 

En ese momento, el vampiro sacó del interior de detrás de su oreja izquierda, su varita mágica de cerezo, la cual agitó con rapidez y en el centro aparecieron dos puertas que contenían portales dentro. Al cruzarlos, se toparían con un momento en el cual ellas hubieran querido agudizar su oído para enterarse de algún chisme o noticia, pero en el cual, no quisieran que se les escuchara. Sería su primer tarea usando únicamente aquellos dos Anillos y además los dados por el Libro del Aprendiz de Brujo.

 

—Muy bien, ahora con esta información, deberán cruzar esos dos portales, hay uno para cada una, éste los llevará a un momento de sus vidas en el pasado en las cuales ustedes hubieran querido escuchar algo y no pudieron porque no alcanzaron a hacerlo usando en Anillo de Escucha y donde deban emplear el Anillo de Salvaguarda para evitar ser descubiertas. Así mismo, en esa situación me encantaría ver cómo ocupan los objetos del Libro del Aprendiz de Brujo —Indicó y sonrió —Pueden empezar —Señaló.

 

Con un gesto de la mano ambas chicas tuvieron el paso a sus puertas, una vez que las cruzaran, el portal las llevaría al momento que habían elegido, y cuando cumplieran su misión, regresarían al Coliseo.

YTJke.gif  ~+~ uGSfO2w.gif

LMqjPAM.jpg

 

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Gracias al cielo el mundo mágico no era tan grande como a Maida le había parecido un año atrás. La verdad es que tener de compañera a su prima y que el profesor sea alguien que tenía las cosas bien puestas en la cabeza, era un gran alivio. Le sonrío a Valentina apenas terminó su ligero saludo, y la queja de haberse tenido que alistar con prisas.

 

Eso me recordará que si debo llevarte a un lado, te envíe la notificación uno o dos días antes —bromeó justo antes que Keaton las saludara, le sorprendió que quisiera comenzar ya, es decir, apenas eran dos brujas, asintió con la cabeza tratando de entender lo que decía acerca del tiempo, y de su actitud. Nada en contra de él, pero los duelos y las clases en general, tenían la particularidad de asustarla. Los métodos eran un tanto, abruptos, con ella—. No te preocupes, a pesar de la aprehensión, te daré mi mejor esfuerzo.

 

Alzó la mano derecha argumentando más a favor de su reciente compromiso.

 

Pero justo tres minutos después, vino la primera dificultad. Los portales. Seguramente estaban hechizados de tal manera que por más que quisiera escoger otra situación, iría sin duda a Venecia. Traumático y apenas iban comenzando. Maida se ajustó el cabello en un moño improvisando, tratando de mantener la memoria en lo que iba diciendo Keaton y recordando en que posición de la cadena de plata era que tenía los Anillos del Libro de Aprendiz de Brujo y los del Libro de la Fortaleza. Miró a Valentina, y finalmente a su profesor.

 

Hurgar en el pasado jamás trae algo bueno —susurró sacando finalmente la varita y sosteniéndola firmemente con la mano derecha. Lista para enfrentar a Agares.

 

Respiró con fuerza y sonoramente mientras se giraba el pomo de la puerta derecha. Casi se le cae la varita al contemplar la escena que el portal le ofrecía. Eso no era Vernecia. Ese no era Agares, definitivamente ese no era el demonio. Estaba tras una cortina, pero aún así tuvo que sostenerse de la frágil tela para que sus piernas no terminaran tirándola al piso. Cuando por fin tuvo algo de estabilidad cogió la cadenita de plata y ubicó el Anillo de Salvaguarda contra Oídos Indiscretos, si, ese primero. Dejó que sus ojos se deleitaran con la cabellera encendida que hacía tanto no veía en su vida, y vio como una melena casi blanca lo tenía absorto. ¿Quién era?

 

Sabía cuál era el lugar y sabía que día era. Pero ella había estado en otro lado de la mansión, ella no podía tener idea de aquella reunión. ¿Cómo es que llegó ahí? A lo mejor, sólo quizá, era la fuerza con la que su mente y corazón necesitaban una explicación. Respiró tranquila y puso su mano derecha sobre el círculo que le permitiría ampliar su audición, aunque realmente tenía pavor de lo que sus oídos pudieran captar.

 

— ...es probable que no puedas encontrar el camino de regreso —informó la mujer.

 

No me da miedo eso —respondió.

 

Él solo escuchar su voz, casi la desmayan. La petrificó. Ella había estado a metros de esa conversación, pero, ¿de qué habría servido? Las palabras habían salido de sus labios con tal determinación, que eso la fulminaba, no tenía Maida nada entre sus dedos que pudiera retenerlo. Intentar convencerlo. Ahí tenía la respuesta a la ausencia de noticias, a la ignorancia en la que se había visto sumida en todos estos meses.

 

Termina esto ya, por favor —suplicó, no iba a poder hacer absolutamente nada más en ese sitio, estaba segura.

T7GHFlv.gifUseiaum.gif

c2ixJhD.jpg

oPH1dye.gif- kBtusEd.gif-

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Asintió mientras el profesor hablaba y hablaba sobre las cualidades de los objetos que recibirían tras pasar por el curso, claro está, si es que aprobaban. Como buena Ravenclaw, sí que había hecho una lectura preparatoria a la clase, pero aún así siempre dudaba cuando se enfrentaba a un conocimiento tan novedoso para ella. Miró a Maida. Parecía bastante segura, incluso más que ella. Por lo poco que la conocía, le parecía una mujer dispuesta a enfrentarse a todo. Tanto era así que fue la primera en introducirse por uno de los dos portales que Keaton hizo aparecer delante de ellas.


Pero profesor... si no he escuchado lo que se supone que me debía interesar, ¿cómo se que me interesaba?


Estaba algo confusa. Sus recuerdos parecían haberse borrado, pues ninguna situación como la que había descrito el docente se le venía a la cabeza. Aún así, suponía que la magia de esos portales provocarían irremediablemente que la muchacha se trasladara a algún lugar donde escuchar algo interesante. Tampoco le hacía demasiada gracia meter las narices en asuntos del pasado: si los viajes en el tiempo pueden desencadenar acontecimientos terribles, algún efecto negativo tendría que tener ese "viaje", aunque fuera más bien una visión.


Bueno, allá vamos —dijo conforme abría la puerta de la izquierda.


Nada más introducir su cuerpo allí, notó como si cayera al vacío. Un viaje en el espacio-tiempo oscuro y dinámico. No fue hasta que notó sus pies sobre terreno firme cuando el negro fue difuminándose gradualmente hasta revelar una imagen de lo más familiar. No había nadie y no recordaba haber hablado de algo importante en aquel almacén, por lo que su instinto la animó a colocar en el dedo corazón de su zurda el Anillo de Escucha. Deslizó sobre él los dedos que se le indicaron en el Ateneo y anduvo entre las estanterías. Tan solo escuchaba el caminar de sus pies sobre los listones de madera, hasta que...


Te estoy diciendo que no. ¿Cuánto lleva esta chica aquí? ¿Tres días? ¿De verdad nos va a pisar alguien con tres días de antigüedad?


Una voz grave sonaba, pero ningún hombre estaba alrededor.


Tienes razón, no podemos permitirlo —contestó otro muchacho—. Debemos aliarnos, hacer algo para tratar de impedir que la seleccionen. Además, no es una bruja tan poderosa.


Las voces parecían venir de algún que otro piso más arriba. Eran reconocibles, muy reconocibles. Además, ¿quién sino un par de empleados estarían en las oficinas del Magic Mall? Pero no alcanzaba a entenderlo. ¿Acaso esos recuerdos eran reales? No tenía sentido. Igual era un simple encantamiento hecho por el profesor, o igual no. Pero desde luego, si eso había ocurrido, no le hacía ninguna gracia escucharlo.


Y por estas cosas es mejor no husmear —susurró.


Le preocupaba, pero a fin de cuentas, la realidad era favorable para ella. Una parte de ella prefería olvidar ese suceso, pero otra la animaba a continuar pegando la oreja. Estaba segura de que esa conversación continuaría y la curiosidad inclinaba la balanza a su favor. Sin estar demasiado segura de lo que pretendía conseguir, salió del almacén en dirección a las escaleras. Tal vez si se acercaba más, oiría incluso más cosas. Empezó a subir escalones hasta que decidió que estaba a una distancia prudente. Se sentó en un escalón de la entreplanta, pero la conversación no se sucedió, sino que todo se volvió bastante difuso.

4jy27zQ.png


http://i.imgur.com/Av3cgYa.gif Vjx08vF.gif JPAJXKR.gif


Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

– Tarde, tarde, tarde...

 

Murmuraba la francesa mientras corría apurada por la entrada. Era más que obvio que el tiempo había jugado sucio con ella; sus pies parecían flotar mientras corría y la capa negra que cubría la mayoría de su cuerpo hacía un leve frufrú con el viento. Sus manos estaban ocupadas en hacer una coleta alta y, al terminar, acomodó de manera rápida un listón azul que combinaba con la camisa que portaba.

 

– Lo siento, lo siento...

 

Dijo al momento de parar en aquel pequeño coliseo; de haber estado atenta y en total tranquilidad la Black hubiera apreciado el momento, tanta historia... Pero su mente estaba mas enfocada en contener el poco aire que lograba tomar en sus pulmones después de aquella corrida, tantos años en ballet y el correr tan solo unos cuantos metros le había dejado sin aliento.

 

Volviendo sus ojos miel al único hombre presente sonrió tratando de componer su semblante, posó sus manos en su cintura y tomó por última vez un buen "trago" de aire, le exhaló por completo y observó a sus compañeras de clases, volvió al chico y apresuró sus palabras.

 

– Soy Gabrielle Delacour y espero que perdone mi tardanza.

EgwLNCYh_o.png

Ai3amVH.gifRainbowiOmdHLF.gif

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Pensar que la clase iba a ser sencilla o fácil de llevar tuvo que ser catalogado como su primer error. Aunque le había pedido ayuda a ni siquiera sabía quién. Seguía ahí, de pie en esa escena de la que quiso no haber oído nunca nada, un momento que sólo lograba tensionarle más la mente. Pensó en quién dormía plácidamente en su habitación luego de haberla invitado a ella. ¿Era realmente él un mago tan poderoso que le encomendaban semejantes asignaciones? Al parecer sí. Y la Yaxley no tenía cabida en ese tipo de situaciones. ¿Cómo alejarse? Podía sencillamente caminar, estaba segura que no la oirían, pero necesitaba usar sus piernas y estas parecían no responderle.

 

¿Su tía tenía un Aethonan o lo había imaginado? Retrocedió lo suficiente para llegar a una de las ventanas del lugar y aunque intentó evitarlo, giró el rostro para verlo una última vez. Un pálido recuerdo que pronto, esperaba, se borraría de su mente. Sacó de su cadenita de plata el Amuleto Volador y lo presionó contra su pecho mientras saltaba y aterrizaba con suavidad en el césped del jardín trasero.

 

Caminó unos segundos convirtiendo las palabras de ambos magos en simples susurros. El poder de los Anillos parecía ser más efectivo de lo que le gustaría reconocer. Sólo cuando llegó a los establos es que dejó de oír las palabras hirientes e inherentes al exilio. Buscó al animal alado e hizo una reverencia, como si se tratara de un hipogrifo, le acarició las crines y acto seguido se colocó el Anillo de Amistad con las Bestias, con lo que el Aethonan dobló los cascos y se dejó mimar por la Yaxley.

 

Si el profesor no terminaba su experimento, prefería perderse un rato en los cielos de aquel portal, en los lomos del caballo y disfrutando de la brisa sobre el rostro. ¿Cómo estaría Valentina? ¿También estaría afectada por el efecto de los portales o esa debilidad era únicamente de ella? Suspiró mirando a los ojos del animal casi que con ternura. ¿Y si intentaba impedir lo que sucedía en el Castillo? No, no podía jugar con los tiempos y los sucesos, las paradojas temporales no eran lo suyo. Ni siquiera se le había cruzado la idea de usar un giratiempos o algo.

T7GHFlv.gifUseiaum.gif

c2ixJhD.jpg

oPH1dye.gif- kBtusEd.gif-

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Keaton observaba desde fuera de los portales la actividad tanto de Maida como de Valentina. Le gustaba ver el miedo y la expectación en sus rostros, y no por maldad o por un goce meramente vano, sino por el hecho de que aquellos las haría más fuertes, y debían de saber que, si querían seguir cursando los Libros de Hechizos, en adelante tendrían que enfrentarse a pruebas no sólo donde se pusiera a prueba su conocimiento, sino que también su carácter. Tenían que ser fuertes y enfrentarse a lo que viniera.

 

En ese momento, el vampiro notó en el aire el aroma de una tercera persona. Corría, aquello era obvio, el latir del corazón de la mujer alborotaba la sed de Keaton. Respiró para contenerse. A los pocos segundos, la tercer pupila del Animago llegó hasta donde él, el cual la miró de arriba a abajo con un poco de molestia. Detestaba que sus alumnos llegaran tarde, perdía tiempo teniendo que explicar las cosas de nueva cuenta. Pero recordó que él también solía ser un estudiante con retardos.

 

—No te preocupes, Gabrielle. Llegas más o menos a tiempo, pero hay que tener cuidado con esos tiempos, por favor, atrasas un poco el ritmo de la clase. Pero adelante —Indicó.

 

En ese momento, el vampiro accionó su varita mágica de cerezo y Valentina y Maida salieron de los portales. Estaba satisfecho con las tareas prácticas de ambas, Pasarían ahora, con la explicación del objeto que a Keaton más le agradaba de aquel Libro: el Amuleto de la Curación. Era indispensable que aprendieran bien a utilizar aquel objeto porque era el que mayor energía consumía.

 

—Valentina, Maida, muy bien hecho, pero tienen que aprender a controlar sus emociones, ¿de acuerdo? El Libro lleva por nombre de La Fortaleza por una razón. Si, es para crear una Fortaleza tanto mental como física y evitar ciertos obstáculos, pero la parte de la Fortaleza mental no la lograrán si sus emociones las dominan. Deben tenerlo en cuenta para que durante la prueba del Libro no fallen —Explicó.

 

En ese momento, el vampiro sacó de uno de sus bolsillos el Amuleto de la Curación, aquel colgante de de topacio amarillo que reflecta la luz solar en los colores del arcoiris para ejercer su poder. Se lo colocó en su cuello y sintió una calidez en su cuerpo bastante reconfortante. Sonrió. La clase, a partir de ahí, se pondría más interesante.

 

—Bueno, Gabrielle, por la parte de los dos primero objetos, la explicación y la prueba para ti respecto a ellos, será al final, para que me de tiempo de explicarte lo referente a cada uno —Le explicó a la mujer —Pasaremos ahora a la explicación del Amuleto de la Curación. ¿Quiénes de ustedes cuentan con el Conocimiento de Primeros Auxilios? —Sin embargo, solo Gabrielle levantó la mano —Bueno, Maida, Valentina, deben adquirir este conocimiento en el Ateneo de Conocimientos para que este Amuleto surta efecto, ¿de acuerdo? De momento, no se preocupen, la Magia del Ateneo de Poderes y Magias Guerreras les ayudará a que funciones, pero en el exterior, será necesario ese Conocimiento —Explicó.

 

—Bueno, pues este objeto les va servir enormemente si alguien que ustedes quieran mucho, o que sencillamente necesiten curar, pueda recuperarse al instante. Cabe mencionar que el amuleto consume una cantidad de energía considerable, pero tranquilas, la mayor parte la obtiene del sol, aunque también tomará de su poder mágico, por lo que usarlo con mucha frecuencia, puede afectar su salud —Les indicó —Además, sólo pueden emplearlo mientras la persona esté viva, no es Nigromancia, no devuelve a los muertos a la vida, solo les devuelve a los vivos, su salud, por lo que si hay riesgo inminente de muerte, deben de usarlo con rapidez o ir a San Mungo para una curación profesional —Añadió.

 

En ese momento, en escenario cambió abruptamente, dejaron de estar en el Coliseo, ahora, se hallaban en una de las alas más movidas de San Mungo, No habían sido trasladados ahí, solo era una ilusión, pero Keaton era el único que lo sabía, sus tres alumnas, no lo notarían. Al igual que los "portales" de la primer tarea, solo eran ilusiones muy poderosas, que las chicas notaban como vívidas, pero no eran reales.

 

—Bienvenidas a la Sala de Curación y Resurrección del Bando Mortífago —Comentó —Nos encontramos en el pasado, cuando los bandos eran sumamente activos en los asaltos y redadas —En ese momento vio pasar a Crazy Malfoy y a Mistify Malfoy cada uno en una camilla —Nuestra tarea es que, con ayuda de los Amuletos de la Curación, ayuden a la mayor cantidad de magos y brujas posibles. Y deben tener cuidado, los que están en riesgo inminente de muerte, suele consumir más energía —Observó entonces a Patrick Colt en otra camilla, súmamente herido —Pueden empezar.

 

Era imperante que aprendieran a usar los objetos, pues los hechizos, que era lo que seguía, eran igual de peligrosos. Una vez que Keaton observara que todas dominaban a la perfección el amuleto, saldrían de la ilusión.

YTJke.gif  ~+~ uGSfO2w.gif

LMqjPAM.jpg

 

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

La Black escuchó atenta las palabras del Ravenclaw, sabía perfectamente que el haber llegado más que tarde le daría cierta desventaja sobre sus compañeras, mismas que ya había empezado a reconocer. Trató de mantenerse atenta pero aún le costaba trabajo el recobrar el aliento después de aquella corrida, agradeció con la mirada al joven y trató de no volver a abrir la boca durante la explicación.

 

De reojo observaba las reacciones de sus compañeras, ambas les conocía y aquello le daba cierta tranquilidad, al menos si se equivocaba podría arrastrarles junto con ella.

 

– ¿Quiénes de ustedes cuentan con el Conocimiento de Primeros Auxilios?

 

Gabrielle fue la primera en levantar la mano (aunque después de corroborar con la mirada había sido la única) y le bajó de inmediato dejando que el profesor prosiguiera con la explicación. Al menos tendría un poco de ventaja en ese punto, lo bueno estaría al final.

 

Anillos, cadenas... Todo era más que nuevo para la Delacour; siempre había preferido el dejar los duelos y peleas de lado, aún siendo buena en ello, la adrenalina era más que innecesaria en su nueva etapa de chica "zen" dejando atrás a la loca descontrolada que había sido en el pasado. Ahora su mente no estaba para aquellos trotes, estaba empolvada y sobretodo, el aprender tantas cosas nuevas le dejaban un poco... enredada.

 

San Mungo... Aquello era nuevo ¿Cuándo habían cambiado el escenario? Pero no tuvo tiempo de reaccionar, el ver a los que habían sido sus antiguos líderes en aquellas camillas le hicieron quedarse completamente inmovilizada ¿Y los primeros auxilios?

 

Ayudar, esa sería la tarea. Sacó de su bolsillo el amuleto, al fin le veía el uso a los "souvenirs" que le habían llegado con aquel libro e imitó a su profesor al ponérselo en el cuello se acercó a sus compañeras y apuntó con la mirada las camillas de sus dos ex líderes, no había mucho que agregar, el decir que le siguieran estaba de más.

 

Y corrió tras Crazy. Sus pasos seguían casi a la par la camilla y se detuvo en uno de los cuartos, al igual que Mistify y su otro compañero. Se mantuvo a lado del mortífago y observó de inmediato sus heridas, sangre. Sus ojos miel buscaban la abertura mientras sobre su mano se comenzaba a materializar su varita. Entre tanto bullicio se había olvidado un poco de su alrededor.

 

– Episkey.

 

Dijo al ver una herida profunda sobre su costado derecho, de apoco la sangre dejaba de fluir y podía sentir como el amuleto también lograba bajarle un poco de estado. Igual, el ver que la herida fuerte había dejado de sangrar le había hecho bajar un poco la guardia. Tomó unas cuantas gasas estériles que las chicas de San Mungo mantenían cerca y les ayudó a limpiar las demás heridas.

 

– Maida... ¿Con quién estás? ¿Valentina?– aquella pregunta parecía ilógica sabiendo la gravedad del lugar donde se encontraban, nunca había estado en contacto con la sangre y aquella era su primera vez dentro de una sala de San Mungo, aún así tenía la inquietud de ayudar y localizar a su sobrina y compañera.– En cuanto este Malfoy esté estable pasemos a otra sala.

 

Pero no les escuchaba, ni a Valentina... ¿En verdad estaban junto con ella? Meneó la cabeza, no había tiempo de pensar, primero el Malfoy, después lo demás. Giró su mirada hacia el rostro del mortífago y limpió la sangre que corría por su frente, no, no era suya, pero igual buscaría alguna posible cortada que pudiera estar pasando de largo.

 

No estaba débil, era la adrenalina. De a poco veía como el ahora ministro recobraba un poco más la postura y el estar tan cerca le había hecho sentirse intimidada. Levantó un poco su torso y se quedó a la orilla de la camilla, esperando alguna respuesta y ayudando a limpiar la suciedad de las heridas.

 

– ¿Chicas?

EgwLNCYh_o.png

Ai3amVH.gifRainbowiOmdHLF.gif

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Guest
Esta discusión está cerrada a nuevas respuestas.
 Compartir

×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.