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Historia de la Magia - Diciembre 2017


Sagitas E. Potter Blue
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Era la segunda vez que daba esta asignatura y, después de lo bien que me había ido en clase, me había atrevido a llevar a mi alumna al British Museum. Era un lugar impresionante donde podríamos ver la historia de la humanidad desde la prehistoria hasta el momento actual. Además, pocos sabían que había un ala especial dedicada íntegramente a la Historia de la Magia. Cierto era que sólo cierto grupo social podría acceder a aquel lugar: los magos y hechiceras que pudiera traspasar la pared correcta. Menos mal que, como profesora de Estudios Muggles, el conservador londinense me obsequiaba a menudo con entradas especiales para las exposiciones que solían preparar cada mes.

 

Allá, a la puerta del Museo, había quedado citada con la alumna, @Scavenger Weatherwax . Le había mandado una lechuza informándole de la suerte que tenía por tener dos entradas libres para pasar la tarde en aquel lugar. La esperaría un rato, no mucho. El frío se estaba asentando en Londres y las escaleras del Museo estaban muy frías, sentada en los escalones húmedos. Se puso a ojear el tríptico de la exposición: las pinturas rupestres mostraban a unos cazadores que se movían a lo lartgo de la piedra, cazando a una manada de posibles ciervos. Sonreí, divertida, viendo como lanzaban flechas.

 

-- ¡Eeeeh, que me das! -- le dije a una de ellas. Tomé un palito que había caído en mi pechera y lo puse en la imagen, quedando dentro de nuevo.

 

-- ¡Mamiiii, esas fotos se mueven!

 

Cerré de golpe el tríptico y miré por encima de mi hombro. Un niñito con una piruleta había visto lo sucedido. Me giré con rabia.

 

-- Señora, búsquele un oftamólogo a su hijo, ande...

 

Sí, sé que había sido maleducada pero... ¿Iba a tardar mucho en venir? Estaba muerta de frío en aquellas escaleras.

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Iba de prisa por un callejoncito de Londres, en parte porque ya se le hacía tarde y en parte porque el movimiento le ayudaba a que sus músculos no se engarrotaran por el frío. Llevaba un abrigo grueso y una bufanda que le cubría la nariz y el pecho, pero aun así temblaba cada vez que el viento arreciaba contra ella.


Había recibido la lechuza un día antes indicándole que su clase de Historia de la Magia se llevaría a cabo en el British Museum y estaba muy emocionada por ello, había planeado su día de modo en que pudiera pasar un par de horas recorriendo los lugares cercanos al museo antes de su clase; Londres estaba plagada de historia en cada casa, en cada calle, Scavenger sentía a veces que se podía perder dentro de la ciudad y su pasado. Y en efecto, entre tanto caminar terminó perdiéndose entre las calles.


— Disculpe, para llegar al museo es por esta calle, ¿verdad? — le preguntó, por segunda ocasión, a una señora que caminaba por la calle en contra sentido de ella. La mujer asintió y apuntó hacía su derecha sin muchas ganas. Scavenger apresuró el paso, esperando que no fuera muy tarde.


Eso te pasa por querer turistear antes de clases, se reprochó a sí misma. Lo cierto es que, aunque ya llevaba un par de meses en la ciudad, sentía que aún le faltaba mucho por conocer. Hizo una nota mental de regresar a esa parte de la ciudad un día que no tuviera nada más que hacer.


Al dar la vuelta en la calle indicada, la morena pudo ver el edificio que conformaba el Museo en todo su esplendor, las largas columnas de concreto que marcaban la entrada al lugar eran impresionantes, y en la plaza de la entrada se podía ver a mucha gente admirando el edificio, o simplemente preparándose para iniciar su recorrido por el lugar. Le hubiese gustado mirar un poco más, pero tenía que reunirse con su profesora ya, así que se dirigió hacia las escaleras principales, donde su carta le había indicado que se encontrarían.


No le tomó mucho tiempo encontrar a @, el cabello violeta era inconfundible, la vio decirle algo a lo que parecían ser una madre y a su hijo no muy lejos de ella y cerrar lo que tenía en las manos. Se acercó a ella, emocionada por empezar el recorrido.


— Hola, perdón si llegue un poco tarde. Todavía no estoy acostumbrada a viajar por esta ciudad. ¿Tienes mucho tiempo esperando? — Le preguntó a su profesora, esperando que no llevara mucho tiempo ahí, no quería empezar la clase haciendo esperar a su maestra. — Soy Scavenger — agregó, siempre se le olvidaba presentarse antes de empezarle a hablar a la gente.


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Moví los pies en el escalón, con impaciencia; sentía mucho frío. Se me olvidaba que los museos no suelen tener calefacción por motivos de conservación de los objetos que exponía. Estaba a punto de levantarme para patear un poco para entrar en calor cuando sentí una voz suave que me hablaba. La contemplé, algo sorprendida. Cuando había leído el nombre en el informe de la Dirección del Ateneo no lo había relacionado con mi nueva compañera de bando.

 

-- ¡Scavenger! Guau... ¿Qué tal estás? No te preocupes, acabo de llegar.

 

Le señalé las escaleras y la invité a que me siguiera. Le di las dos entradas al hombre de la entrada y volví a decir a mi alumna que me siguiera.

 

-- Este Museo es alucinante. Me encanta ver las antigüedades egipcias, sobre todo la Piedra Rosetta. Y no debes irte sin ver los bajorrelieves de Asurbanipal. ¡Oh, y las figuras del Parthenon son...! Pero eso después, cuando acabemos, te das una vuelta. Hoy vamos a hacer otro tipo de ruta turística. Hoy vamos a ver una exposición maravillosa. Un recorrido por... ¡La Historia de la Magia!

 

Le señalé una sencilla cortina de terciopelo oscuro que estaba entre dos estampas japonesas. Miré por encima de mi hombro y la hice pasar a través de la pared. Si algún muggle se acercaba, no podría traspasar aquella barrera.

 

El pasillo era largo y oscuro, algo necesario para poder adentrarse en las obras que exponían. Lo primero que vimos fue el mismo monocromo pintado en una cueva que lucía en el tríptico de la exposición. Figuras marrones que mostraban una persecución de una manada de ciervos.

 

-- ¡Hermosa escena de caza! -- susurré.

 

La luz se centró en ella y una voz en off comenzó la exposición:

 

La Magia existe desde siempre, mucho antes de que el Hombre apareciera sobre la Tierra. Era un poder natural que se encontraba en todas partes. Muchos animales consiguieron reconocerla y unos pocos a usarla. Pero sólo el Hombre aprendió a dominarla; a canalizarla y usarla en su propio beneficio. Observen esta escena... Los animales eran esenciales para la supervivencia del grupo así que el brujo del asentamiento garantizaba el éxito de la cacería.

 

Sonreí a Scavenger y le señalé que me siguiera. Me acerqué a la luz y pasé al interior. Estaba dentro de la cueva, junto a varios miembros de aquel grupo prehistórico. El Chamán hablaba de forma extraña a un grupo de mujeres y chicos y comprendí: los hombres deberían estar fuera, cazando.

 

-- ¿Qué crees que usa ese brujo para proteger a su tribu? ¿Un Protego? ¿Un Terreus? Es interesante, ¿verdad? ¿Cómo crees que usaba la magia el hombre pre-histórico?

 

Me senté en el suelo. Una mujer bebía una especie de infusión de olor muy dulce y se la pasaba a otra. Ésta bebió un sorbo y me lo pasó a mí. Lo tomé y bebí de él. Era ligeramente picante, a pesar del aroma. Se la pasé a Scavenger, ¿tomaría un trago? Yo es que soy muy atrevida. Después observé el grupo y me di cuenta que todas las mujeres vestíamos igual. Me hizo gracia ver que mi ropa había desaparecido a cambio de unos trapos de pieles y que mis bambas habían sido sustituidas por unas sandalias muy primitivas. Menos mal que no me había depilado, mis piernas lucían como las de las otras mujeres, peluda. ( :D )

 

-- Observa todos los detalles y verás muchas muestras de magia intrínseca. ¿Ves ese bastón? ¿Y este mejunje que hemos bebido? ¿Y las pinturas? Todas ellas son muestras de cómo usaban la magia de forma muy sencilla aún pero interesante... Estamos ante la aparición del uso de la varita.

 

Me callé para que ella pudiera encontrar los vestigios de la magia que nacía.

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La idea de un museo dentro de otro museo le parecía muy divertida. Siguió a Sagitas por el museo, mirando de vez en cuando las obras en los pasillos. Tenía que asegurarse de volver otro día, para poder admirar el museo como era debido, en estos momentos, no podía perder tiempo en el resto del lugar.


La zona mágica del museo -escondida a los ojos de los muggles- no tenía obras en las paredes, o esculturas a la vista, los cuartos mostraban gente en movimiento, sin percatarse de que estaban siendo observados. Apenas entraron al pasillo, su profesora y compañera de bando se encaminó hacía una habitación a su derecha.


Scavenger reflexionó ante la pregunta de la peli violeta. — La magia existe en todos lados, incluso ahora, ¿no? La gente de antes no tenía la destreza que tenemos nosotros ahora, pero el instinto debía de haber estado ahí. La intención.


Miró las pinturas en las paredes con atención. En su mayoría eran cuadros de caza, animales grandes contra las manos y herramientas rústicas de los humanos, — Imagina nada más el esfuerzo que todos pusieron en hacer esos dibujos, y durante todo ese tiempo, todos pensaban exactamente lo mismo, que los cazadores tengan éxito. Es su única misión. Al final, eso es lo que es la magia, ¿no? Acción con una intención.


Se sentó a lado de su profesora al tiempo que las mujeres a su alrededor -que parecían no notarlas, y si lo hacían, no les daban mucha atención- compartían una bebida, la morena vio a Sagitas beber del vaso sin ningún problema y pasárselo a ella. Después de olfatearlo rápidamente, le dio un ligero sorbo. No sabía nada mal. De su ropa mejor ni hablaban, la magia del museo parecía acoplar la ropa al escenario donde se encontrasen para que ellas no se sintieran fuera de lugar. Era todo muy impresionante.


La persona de pie en la cueva hablaba en un idioma que ella no podía entender y sostenía un bastón entre sus manos. De vez en cuando señalaba la pintura a sus espaldas, la que mostraba a los hombres cazando y musitaba algo hacia los que estaban sentados en el piso. Scavenger se percató de que varias mujeres llevaban consigo varias cosas, algunas sostenían pedazos de tela, otras llevaban pulseras -muy improvisadas, eso sí. Y todas se aferraban a ellas con pasión. Después de que todas tomaran del líquido, el chamán dijo otra cosa que ella no pudo entender pero que pareció avivar la atención de todos los presentes.


— Creo que esa bebida que nos dieron me está haciendo algo — le dijo a su acompañante. Y en efecto, a su alrededor pudo sentir un cambio en el ambiente, casi como si la concentración de todos los presentes se estuviese enfocando en un sólo lugar: la pintura rupestre en las paredes de la cueva. Parecía una oración, con todos haciendo pequeños ruiditos y aferrándose a los objetos que traían consigo. Scavenger entendió entonces, que los objetos pertenecían probablemente a los cazadores.


La electricidad parecía llenar el aire, y durante un par de segundos, era como si la bruja pudiera ver toda esa energía concentrarse en un solo lugar de la sala. Fue ahí cuando el chamán a cargo tomó el bastón y lo dirigió hacia la pintura.


— Claro — dijo Scavenger en voz baja— toda esa energía no es nada si no se dirige a un lugar en específico. Que impresionante.


Se quedó callada contemplando lo que sucedía a su alrededor. Llena de asombro.

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Scavenger resultó ser una chica muy inteligente. Su línea de pensamiento me demostró que entendía cómo surgió el dominio de la magia. Aplaudí levemente con la punta de las manos y, para mi sorpresa, algunas de las mujeres de la cueva me imitaron, haciendo gesticulaciones algo exageradas.

 

-- ¿Ves? La intención es la que cuenta, como bien dices. En cuanto el ser humano tuvo conciencia de lo que era y de la relación como grupo, de que la magia existía y que podían utilizarla, pues eso, que hubo alguien que la canalizó y, con ello, empezó el uso de la magia de forma buscada y pensada. Fíjate en el chamán...

 

Tomé un momento de silencio para pasarme la punta de los dedos por los labios; los sentía adormilados. Fruncí el ceño al sentir que Scavenger decía que sentía algo después de beber. Glups...

 

-- No te preocupes, nosotros sabemos de la fuerza de los brebajes usando la herbología. Es una forma de ayudar a la magia cuyo origen está aquí en el paelolítico y el neolítico. Todo el origen del uso de las hierbas se dio aquí, cuando las mujeres de los clanes se encargaban de la recolección mientras los hombres cazaban. La magia, originalmente, era dominada por el Brujo del poblado. Aunque las mujeres sabían usar la magia en beneficio del poblado, sólo le permitían en magia mal llamada menor, como la herbología. ¿Te has fijado en la vara que lleva el chamán?

 

La pared bailaba, literalmente, mostrando la escena de caza como si realmente estuviera ocurriendo eso. La manada de ciervos huía despavorida de las lanzas de los arqueros y alguno caía. Conté hasta tres animales que se desplomaban, mientras las mujeres ululaban y hacían gestos con las manos; las imité. Si todo salía bien, podríamos comer un poco de carne calentita antes de cambiar de era.

 

-- Es un trozo de madera de algún árbol sagrado culminado por un trozo de roca encastada y con un agujero en el centro. Si te fijas bien, asoman unas plumas. Son el origen de nuestras varitas, madera con núcleo. ¿A qué es curioso?

 

Observé la escena, palmeando con ellas y después me fijé que la luz del sol caía.

 

-- Demonios, se hace muy tarde, qué pena... Con lo que me gustan los primeros hombres... ¿Sabías que la magia se extendió en cuanto los grupos humanos se asentaron en una zona y empezaron a cultivar los terrenos adyacentes? La magia prosperó y la protección del grupo hizo que la mortalidad descendiera y que hubiera más niños. A su vez, esto ayudó a que nacieran más magos entre la población. El Uso de la Magia se regularizó y apareció algo muy importante: la escritura, con lo que encontramos las primeras referencias escritas sobre la magia. ¿Conoces la piedra Rosetta?

 

Me levanté y le indiqué a Scavenger que me siguiera hacia la siguiente zona de la exposición. La voz en off no se hizo esperar mientras aparecía en la pared otra imagen muy distinta

 

El asentamiento de los humanos y la riqueza adquirida con el desarrollo de la agricultura y el sedentarismo, sin dejar de lado la caza, favoreció la aparición de las Primeras Civilizaciones, en las que la Magia se entremezclaba con el Poder y comporta que aparezca la figura del Rey, poder político y militar, ayudado por el Brujo, poder religioso. Se construyen grandes imperios con grandes construcciones arquitectónicas. La Magia se hace imprescindible pero limitada al Poder. El más rico gobierna sobre un pueblo y usa la magia para mantenerse en él. En muchas ocasiones, cuando se detectaba un neonato mágico, era eliminado (masacres infanticidas) o llevado a los templos para convertirlos en sacerdotes al servicio del gran Chamán o Brujo, llamado a partir de ahora, el Sumo Sacerdote. La aparición de la Escritura favorece los talleres de aprendizaje con la plasmación de los primeros hechizos escritos en piedra. Destacar el auge del uso de la magia en cuatro grandes imperios: Egipto, Mesopotomia, Sumeria y Atlántida.

 

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Sonreí a Scavenger. ¡Aquí me lo iba a pasar genial! Es decir... Hem... Íbamos a aprender mucho sobre la magia en el nacimiento de las grandes civilizaciones. Y si nos enseñaban la Atlántida, iba a disfrutar como un hipogrifo persiguiendo un lirón en el campo. Le hice un gesto con la mano y la invité a acercarse a la imagen. ¿Qué sucedería ahora?

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Viendo a todas las mujeres a su alrededor sonreír y aplaudir, no pudo evitar hacer lo mismo. Era difícil para ella, ver un mundo donde la magia no fuera tan común como lo es ahora, pero la gente parecía feliz, eso tendría que ser suficiente.

 

Con un gesto, Sagitas le indicó que era hora de continuar con su viaje. Scavenger lanzó una última mirada al grupo de personas todavía sentadas en el suelo y sonrió un poco al escuchar el comentario de la pelivioleta. La historia era importante, sí. Pero no por eso tenía que ser totalmente seria.

 

— La piedra Rosetta, sí. —Respondió a la pregunta de Sagitas antes de llegar al siguiente paso de la exhibición. — Lo leí alguna vez en un libro de Historia, uhm, muggle. Es uno de los escritos más antiguos de los que se tiene registro. Es a Egipto lo que el Código de Hammurabi es a Mesopotamia.

 

Escuchó a la grabación presentar el siguiente módulo, y un detalle en particular llamó su atención.

 

— ¿Atlántida? ¿Es real? — Como la mayoría de las personas, la bruja era familiar con la historia del continente perdido. Al menos con la versión muggle del relato, la idea de que pudiese haber más acerca del mítico lugar le enchinaba la piel.

 

Todo a su tiempo, pensó al caminar directo hacia la imagen. Su abrigo y bufanda desaparecieron de nuevo y en su lugar vestía una especie de túnica blanca, la escena frente a sus ojos era impresionante. Se encontraba en un cuarto mediano, no podía distinguir la hora porque la única fuente de luz eran un par de antorchas pegadas a la pared. Sentados en el piso, había un grupo de jóvenes -todos hombres- mirando fijamente hacia el muro frente a ellos.

 

Si sus sentidos no la engañaban, la Lockhart estaba convencida de se encontraban en Egipto, y a juzgar por los símbolos en las paredes y la atención con la cuál los jóvenes los miraban, de vez en cuando repitiendo algo en voz baja que ella no podía entender, se encontraban frente a un tipo de hechizo escrito. Le externó sus pensamientos a Sagitas.

 

— Uso la palabra hechizo muy a la ligera, por supuesto. Cuando dices que la escritura permitió que la magia se propagase, me imagino que fue porque permitía que la gente tuviera un registro de lo que estaba pasando, o de las cosas que hacía.

 

>> No sé a dónde voy con esto, sólo me da curiosidad. Egipto siempre ha sido un lugar lleno de mitos y supersticiones para los muggles, el pensar que la magia tuvo mucho que ver con su desarrollo es… interesante, a falta de una mejor palabra.

 

Tampoco quería atosigar a la pobre de Sagitas con preguntas, su compañera no tenía la culpa de que ella fuese curiosa. Mordiéndose el labio inferior para evitar seguir hablando, miró hacia las paredes que las rodeaban, todas llenas de símbolos. Gracias a la magia del museo, ninguno de los ocupantes de la habitación donde se encontraban las notaban, Scavenger aprovechó para acercarse a la pared y pasar los dedos encima de los jeroglíficos en las paredes, como si así fuese a absorber su significado, de pronto.

 

Así, con los dedos rozando la escritura, esperó a que Sagitas le hablara.

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Me encantaba y me sorprendía, a la vez, que Scavenger fuera tan sabia en historia muggle y mágica. ¡Conocía el Código de Hammurabi! Sonreí, muy contenta de tener una alumna así, creo que era la primera vez que tenía en clase a alguien con esos conocimientos.

 

-- Claro que la Atlántida fue real, muy mitificada porque no sabemos bien qué originó su desaparición. Hay miles de teorías muggles sobre el tema aunque yo he leído unos pergaminos en el Departamento de Misterios que relacionan su ocaso con el ataque de un Obscurus que... -- ¡Demonios! Yo no servía para los secretos. Menos mal que no era un inefable. Carraspeé un poco y me rasqué la cabeza, intentando buscar una solución a mi metedura de pata. -- Bueno, las teorías son eso, ideas inexactas sobre lo sucedido. Fue una civilización totalmente mágica, los arqueomagos creemos que se trataba de la primera civilización totalmente mágica que se desarrolló en una isla del mediterráneo de difícil localización. Algunos dicen que se puede tratar de un enorme territorio en el Peñón de Gribaltar que se hundió en el mar y dejó como testimonio las islas del Hierro y el resto de las Islas Canarias, en España. Otros las sitúan más en el centro del Océano Atlántico... Es una pena que desapareciera y que la referencias inciertas sólo sean a través de escritos que apenas han perdurado. Así que mejor vemos otras de las que podemos hablar con más exactitud.

 

La escena cambió y me rasqué las piernas: llevábamos puestas unas túnicas de lino, tela basta que a mí me producía irritación en la piel. Fruncí el ceño.

 

-- Estamos ante una clase de magia de los Altos Sacerdotes Egipcios -- le susurré, inhibida a levantar la voz ante la magnitud de lo que estábamos viendo. -- Se conoce a los Primeros Magos Egipcios como los "Poderosos en palabras" que, según los muggles, significa que eran grandes oradores. Sin embargo, nosotros, los magos, sabemos que significan que todo su poder se centraba en el pronunciamiento de hechizos que transformaban los objetos que les rodeaban. Según los historiadores mágicos, ellos son los creadores del Morphos en su simpleza, transformando las varas de madera en serpientes. También plasmaron detalles de sus poder y dominio de la magia con hechos más sobrenaturales, como el devolver la vida a los muertos o el desecar lagos y pantanos para caminar sobre su superficie.

 

Chasqueé un poco la lengua en señal de desaprobación. Aunque yo era también una Nigromante y tenía esa habilidad, sabía que era un poder del que no se podía abusar y que sólo los más aptos podían aprovechar esos conocimientos para el Bien de todos y no para el particular, algo que muchos olvidaban.

 

-- El nacimiento de la Escritura favoreció la propagación de la magia. Antes, en los pequeños asentamientos pre-neolíticos, había un mago o curandero o chamán que era el único que hacía magia y se transmitía de forma oral a su sucesor o pupilos, provocando que algunos fallaran al no hacerla igual o no usar el mismo tono o el mismo movimiento de las manos, muñecas o cuerpo. Cuando se pudieran plasmar con la escritura, la fidelidad favoreció el crecimiento de la clase mágica que lo dominaba. Los magos pasaron a ser los componentes del Orden religioso que dominaba al pueblo.

 

Sabía que podía hacerme muy pesada con los detalles pero es que yo amaba hablar y notaba que a Scavenger le gustaba conocer, así que seguí hablando de la magia.

 

-- Has de entender que el pueblo llano egipcio creía en la magia, estaba al orden del día aunque ellos no pudieran hacerla. Si nacía un mago entre ellos, enseguida era llevado a los templos y convertido en aprendiz de sacerdote. Los primeros faraones permitieron que sus sacerdotes usaran la magia en su nombre en beneficio del pueblo, abriendo zonas para la curación de enfermos, para solucionar problemas menores; los templos eran inicialmente zonas abiertas al público donde se atendían desde llagas en la piel o cegueras por el sol hasta la forma de recolectar alimentos o cómo trabajar el lino para la mejora de la producción de las plantas hasta convertirlas en papiros o en telas, según la conveniencia del momento. El pueblo donaba alimentos a aquellos sacerdotes de forma voluntaria en reconocimiento a su poder. Lo que viene ahora supongo que ya lo imaginas: lo que era un agradecimiento se convirtió en deber, lo que era una libertad del pueblo se convirtió en un negocio monopolizador por lo hermético que era saber captar la magia de las cosas y acabó en un enriquecimiento de la clase religiosa y, por supuesto, la ruptura total entre unos y otros. El mago acabó por sentirse superior a los muggles de entonces y se vendía caro, muy caro. La maldad acabó por situarse en el más alto poder jerárquico, por encima de los mismos faraones.

 

Suspiré. En la imagen, un sacerdote explicaba a sus pupilos un hechizo a través de los jeroglíficos. Una lástima que la escritura sólo hubiera originado más dolor y sacrificios a la clase baja, al pueblo.

 

-- Esta es la historia que se repite una y otra vez en todas partes y en todas las épocas de la historia mágica: algo que nació en beneficio del hombre se quedó reducido y manipulado por un grupo pequeño de gente que sólo tenía la suerte teórica de conocerla y saber expresarla. Esto siempre hace que un reducido número de humanos domine a una gran masa que, en algún momento, se rebela en contra de los magos y acaba con ellos, prohibiendo la magia. Y así en todas partes. No sólo ocurrió en Egipto o en Mesopotamia. Actualmente hay estudios sobre el México pre-colombino que también muestra las mismas pautas de desarrollo de la magia.

 

El sacerdote movía las manos en la pared esculpida con un jeroglífico y una luz surgía del mismo, como un hilo dorado, provocando que unos guijarros que había sobre una mesa se levantaran y levitaran.

 

-- Lindo Winwardium -- murmuré. Avancé unos pasos e hice una seña a Scavanger para que me siguiera hacia una zona en la que un metal dorado había sido bruñido tanto que se había convertido en una especie de espejo. Un sacerdote oraba delante de él mientras ciertas sombras parecían moverse sobre su superficie. Después, un pupilo (lo supuse, su ropa era más escasa, apenas un taparrabos delantero, además de ser aún muy joven) puso un paño de lino teñido de negro por delante. Retiré la mirada, negada a explicar algo tan negativo a Scavenger. No sé porqué quería protegerla de ciertos rituales mágicos. Era una initié de la Orden, ya sabía que existía el Mal contra el que luchábamos. -- Tenemos prisa.

 

Mi comentario fue escueto, tanto que hasta a mí misma me pareció brusca. Por ello, proseguí con cierta rapidez en mis palabras.

 

-- Lo que quiero que entiendas es que las palabras escritas eran signos mágicos para todas las grandes civilizaciones antiguas, desde las egipcias, sumerias o mesopotámicas que todos rememoran como otras no tan conocidas pero igualmente valiosas en su estudio, como la ptolomeica o la china. La Escritura fue una gran descubrimiento, el poder de la palabra escrita nos hice nacer como pueblo mágico. Con todos sus pros y sus contras, sin la escritura la magia no se había desarrollado hasta el extremo que tenemos ahora. Si quieres, puedes ojear las imágenes de Mesopotamia, de Sumeria y de la Atlántida; pero en cuanto acabes, iremos a las civilizaciones clásicas: En la Grecia antigua la magia se revolucionó con los Adivinos y la enseñanza de la habilidad de la Videncia, entre otras ramas de la magia que estudiaron hasta el infinito.

 

Le hice una señal para que viera lo que quisiera mientras yo me sentaba en un banco del pasillo del museo y mi ropa se transformaba en la que yo había traído en el inicio. Menos mal, el lino me había hecho estarme rascando de forma continuada.

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Scavenger guardó silencio mientras Sagitas hablaba, la exposición era en sí impresionante, pero no sería nada sin los comentarios y la guía que su compañera de bando le ofrecía, ella quería tomar cada palabra y nunca olvidarla.

 

No le pasó por alto la manera en la que Sagitas había evitado hablar del sacerdote y el ritual con el espejo, pero decidió no cuestionarlo. Puede que estuviera en un lugar donde la magia no funcionaba como ella estaba acostumbrada, pero eso no evitaba el escalofrío que le recorría la piel cuando se topaba con algo malo, algo oscuro. Con un suspiro, se alejó del sacerdote. El mal existía en conjunto con el hombre, era ingenuo de su parte el pensar que en algún momento de la historia pudo haber sido diferente.

 

La pelivioleta le hizo un gesto con la mano, para indicarle que podía entrar a ver las otras salas en esta parte de la exhibición y sin perder tiempo alguno, Scavenger se encaminó hacia ellas.

 

Las culturas antiguas tenían características muy propias de cada región, pero las personas que las conformaban no eran muy diferentes las unas de las otras, eso hacía que, aunque fueran culturas diferentes, todas tuvieran similitudes en su historia.

 

Cuando se adentró a la habitación mesopotámica se encontró con un escenario muy similar. La gente plasmaba sus ideas en rocas, lo más resistente que conocían en aquel entonces, pero sólo un grupo muy reducido de personas tenían acceso a esos registros. Los hechizos en sí no eran muy diferentes, la mayoría centrados en la protección de sus cosechas, de sus hogares y de sus seres queridos. Scavenger sonrió, miles de años y las prioridades de la gente no habían cambiado mucho.

 

Caminó bajo el sol de la antigua Persia y observó a los aprendices (o ayudantes, o sacerdotes, o niños, en su mayoría) intentar entender la magia que los rodeaba y plasmarla en concreto para que las generaciones futuras pudieran entenderlo. Con un poco de culpa, pensó en los muggles que caminaban por el museo al mismo tiempo que ella, y en como lo único que ellos tenían que ver eran rocas incompletas y pinturas gastadas. El tiempo no es gentil con nada, pero era una pena que no tuvieran acceso a sus memorias de la misma manera en que ellos podían tenerlo.

 

En cierto modo es la misma historia, se recordó a sí misma. Lo importante es que no fuera olvidada, ese era su trabajo ahí. Aprender y recordar tanto como fuese posible.

 

Intentar descifrar el cómo funciona la magia implicaba esa otra parte, de la que a nadie le gustaba hablar. Sin ningún tipo de experiencia, la única manera era la prueba y error. En cada una de las civilizaciones había vestigios de grandeza, pero si uno miraba lo suficiente, si uno miraba con atención podía ver los intentos fallidos, las practicas inhumanas que algunos magos o brujas habían llevado en práctica. La piel se le hacía de gallina cada vez que se topaba con alguno de esos rituales, pero en realidad no estaba sorprendida. Por más que intentara ver siempre lo mejor de las personas, sabía que este tipo de cosas existían. Negarse a reconocerlas era irresponsable de su parte, no sólo como miembro de la Orden, sino como Auror.

 

Le hubiese gustado quedarse en el lugar más tiempo, y aunque Sagitas no la estaba apresurando para nada, sabía que había más lecciones que aprender, más lugares que visitar. Se dirigió hacia donde su tutora se encontraba sentada.

 

— Es muy sorprendente, que aunque estas culturas estaban separadas por cientos de kilómetros, tuvieron tantas cosas en común en su desempeño. ¿Crees que la magia tuviera algo que ver con eso? — le preguntó a su profesora.

 

— Si me preguntas a mí, creo que sí. Creo que al existir en todo, la magia dictamina de una manera muy sutil nuestras acciones. Nos lleva a ciertos lugares, aunque nosotros no lo sepamos. Nosotros lo sabemos ahora y por eso podemos seguirla, la magia, o moldearla. Pero ellos no lo sabían — señaló el cuarto de donde acaba de salir — por eso fueron más o menos por el mismo camino. Hasta que aprendieron más y más a dominarla.

 

A lo mejor eran ideas suyas, pero era la mejor explicación que se le ocurría. A lo mejor lo entendería mejor en cuanto más avanzara con la clase. Siguió a Sagitas hasta la sala donde hablaban de los antiguos griegos, lista para el siguiente paso en su exploración.

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No tardó mucho en salir. Por su expresión noté que le gustaba lo que había dicho aunque también había cierta profundidad que me indicó que había estado reflexionando sobre la magia. Miré el reloj y noté que no teníamos mucho más tiempo pero la época griega era tan importante... Era un momento especial en la historia en el que la magia se había asentado en la mentalidad colectiva humana. No podía dejar de lado esta parte. Así que me levanté en cuanto ella salió, para dirigirme hacia la zona de la que hablaban de Grecia.

 

Se iluminó una escena y fruncí el ceño: se veía una imagen de una oráculo aspirando humos narcotizantes ante sacerdotisas y gente del pueblo que le preguntaban sobre su futuro. No me gustaba la Videncia pero entendí que era el momento de máximo esplendor de estas artes y de otras similares. La voz en off flotó a nuestro alrededor.

 

La civilización griega se expandió desde los pequeños núcleos micénico y minoico hacia diferentes zonas geográficas, imponiendo su forma de vida racional y equilibrada, aportando sus conocimientos en escritura, en intercambios comerciales con la moneda, los estudios de filosofía, el deporte, las ciencias exactas y el arte. Estos núcleos se convirtieron en Polis como unidad política y económica. Sin embargo, en todo contacto también se toma tanto como se da. Los Helenos tomaron contacto con la magia de las colonizaciones en Asia Menor y las absorbieron en su propia ideología religiosa. Recogieron de los egipcios los hechizos y encantamientos que ayudaran en su vida diaria que han llegado hasta nuestros días con ejemplos escritos de tablillas con recetas para pociones de amor, venenos, amuletos sagrados, talismanes...

El pueblo griego creía firmemente en la magia. Ellos no podían hacerla pero creían en los magos que sí podían entenderla, usarla e incluso manipularla. Los griegos creían en los Dioses y sentían necesidad de hablar con ellos. Es el gran auge de los magos que pueden interpretar sus palabras y transmitirlas al pueblo llano. La magia podía darse en dos facetas. Una era favorecedora de la persona, beneficiosa, que se potenciaba e incluso llegó a haber funcionarios expresos para ello: los augurii. Esta magia protegía y buscaba resultados positivos mediante amuletos de buena suerte (talismanes) o de protección (filicterios). Este tipo de magia debía ir acompañado de las palabras de rezo a los Dioses para que ayudaran: surgen los adivinos y los oráculos como mediadores entre estos seres divinos y el ser humano. Así, los Adivinos son prodigiosos seres con poderes para predecir e incluso curar, famosos por sus actos, pociones, bebedizos... Los Oráculos y Sibilas suelen vaticinar hechos concretos, como inicios de guerra, actos de deslealtades entre los miembros del gobierno de la Polis, entre familias, entre amigos... Los magos se mezclaban de forma homogénea con el pueblo muggle, ayudándoles en sus tareas y deseos cotidianos, acercando la magia al alcance de todos, aunque ellos no pudieran hacerla, en tablillas con hechizos y manuales para favorecerles.

La otra magia estaba prohibida pero no por ello oculta. Era la maléfica o la que perseguía el mal y las que la usaban eran llamadas Hechiceras, casi siempre hechas por mujeres. Usaban la magia para beneficio propio o de terceros que pagaban por ella, se transformaban en animales, provocaban enfermedades e incluso la muerte. Hacían maldiciones o Katares que hacían daño al destinatario. Era magia secreta y apenas hay ejemplos de cómo se hacía, sólo de la maldición escrita en sí dentro de vasijas. Otra particularidad de magia prohibida es la Negromancia o la invocación de los espíritus de los muertos. Estaba totalmente prohibido devolverlos a la vida.

 

Avancé un poco y me puse al lado de tres sacerdotisas que estaban delante de la Sibila de Delfos. El olor a incienso era muy fuerte y me sentía algo mareada y, a la vez, llena de energía.

 

-- Scavenger, respira con cuidado. Este aroma es tan... penetrante... -- Yo, sin embargo, no hacía eso y respiraba casi con ansiedad. -- Grecia fue un lugar maravilloso en cuanto al dominio de la magia. Admiro este momento histórico. La Magia al alcance de todos, usada para el Bien, o al menos en su mayoría de ocasiones. En cuanto cayeron las civilizaciones clásicas, Grecia y Roma, no volvió a usarse con tanta libertad. Ni hoy en día tenemos este nivel de magia para todos y por todos. Aunque no lo puedo demostrar, yo diría que aquí podríamos encontrar los primeros ejemplos de La Orden del Fénix. No olvides que aquí estaban las primeras aves de fuego y hielo de la historia mundial. Hay islas enteras llenas de animales míticos cuyo futuro será casi la extinción.

 

Me puse a palmear con ellas mientras invocaba a los dioses para que la Sibila hablara. Me encantaría escuchar sus palabras.

 

-- Los griegos fueron los primeros en dictar leyes de protección de los humanos contra las criaturas mágicas. Para mi asombro, se conocían ya hombres lobo y se escribieron tablillas para su lucha contra sus ataques. La Herboristería era vital en esta época y se desarrolló de manera que hasta hoy en día desconocemos más de la mitad de lo que ellos sabían. Piensa en todo lo que había en aquella época que se ha perdido: los centauros vivían libres y eran una raza de astrólogos que eran consultados desde todas partes del mundo conocido. Había persecuciones de vampiros, los duendes eran una raza asalvajada que vivían en zonas agrestes y en minas... Todo lo que hoy tenemos se lo debemos a ellos. Ay... ¡Me encanta esta época!

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La emoción en la voz de Sagitas era evidente, la manera en que miraba a las sacerdotisas que tenían a lado, el cómo hablaba de los griegos, era claro que adoraba este periodo de la historia. Scavenger no pudo evitar sonreír, le encantaba cuando la gente se dejaba llevar por los temas que le interesaban, ella misma lo hacía, le hacía pensar que algún día podría ser ella explicándole a la gente lo que la magia significaba para ellos. Lo que había significado también para todos los que vivieron antes de nosotros.

 

Camino por la sala, igual que en las veces anteriores, la magia en el cuarto se había encargado de adecuar su vestimenta a la época en que se encontraban. Una tela blanca, suave pero gruesa colgaba de su hombro, cubriéndole el torso y las piernas al puro estilo clásico.

 

— Sabía de la influencia de los griegos en la cultura muggle. Todo se puede rastrear hasta ellos: su política, su filosofía, su arte. No tenía idea de que habían hecho tanto por nosotros también.

 

>> Me preguntó que habrá sido vivir aquí, sin tener que esconderse. Imagínate poder usar nuestra magia para ayudar a los que no la tienen. — continuó. El entusiasmo de Sagitas se le estaba pegando.

 

Sin embargo, no pudo evitar recordar lo que su tutora le había dicho en la sala de los egipcios. “Esta es la historia que se repite una y otra vez en todas partes”. Por más genial que fuera el hecho de que la magia era libre en los antiguos días, no cambiaba el hecho de que no lo era ahora. Claro, los magos vivían tan libres como podían, algunos ni siquiera tenían noción del mundo muggle o su funcionamiento. Pero aún así estaban separados.

 

— ¿Qué fue lo que pasó? — preguntó, aunque intuía la respuesta. A fin de cuentas, en la historia que los muggles conocían, Grecia también había sido derrocada.

 

Gracias a sus vestimentas, pasaban desapercibidas entre la multitud de gente que se reunía en el templo, toda la atención se concentraba en las sacerdotisas al centro de la sala. El humo salía de su hoguera, espeso y con un olor que ella no podía adivinar bien, pero suponía que era una especie de poción, igual que la habían utilizado en el neolítico. Las sacerdotisas se encontraban susurrando algo que ella no podía entender -aunque la sala las camuflajeaba cambiándoles la ropa, no podía hacerlas entender los lenguajes antiguos.

 

Miró al oráculo, no podía determinar su edad, pero era claro que había dedicado su vida a entender la magia. Con los ojos cerrados y las manos en el aire, el ritual que llevaba a cabo desprendía una cantidad de poder considerable. Scavenger podía sentir la magia en el cuarto. Cuando al fin la sibila habló, la multitud soltó un grito de sorpresa.

 

— No deben ser noticias tan buenas — le dijo a Sagitas, la gente no parecía feliz y no dudaban en demostrarlo.

 

Esquivando a un par de personas, Scavenger se acercó a la sibila. La magia en el cuarto no le permitía interactuar directamente con los escenarios que pisaban, pero eso no le quitaba la curiosidad. Los griegos fueron la civilización más importante para la cultura occidental, y de todos modos muchas de sus enseñanzas habían terminado perdidas.

 

— Me pregunto qué tanto habremos perdido nosotros en la biblioteca de Alejandría — comentó en voz alta. — Ellos tenían un entendimiento de la magia que nosotros no podemos ni empezar a comprender.

 

Sabía que era momento de pasar a otra habitación, pero tenía muchas ganas de quedarse ahí un momento más, escuchando a Sagitas hablar de esta gran civilización.

something amazing: a boy, falling out of the sky
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