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Prueba de Animagia #14


Suluk Akku
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Arya estaba lista para realizar la prueba de la Animagia y Suluk complacida por el proceso de aprendizaje de la mujer. La chica había demostrado que estaba lista para completar su proceso y que dominaba lo aprendido hasta ese momento junto con la arcana - Espero que se haya preparado adecuadamente - Arya no sabía lo que le esperaba en el portal y sin duda no sería una situación fácil de llevar pero tendría que ser muy fuerte para lograr su objetivo.

 

- Debes presentarte en la Gran Pirámide para completar tu prueba, pero antes tendrás que superar ciertos obstáculos en el camino - Suluk estaba con Arya en la parte externa de la isla pero solo la anciana podría llegar a la Pirámide sin problema. Por su parte, su aprendiz tendría que luchar contra todos los obstáculos dejados por Suluk unos momentos antes en el camino - Espero llegues a tiempo para realizar la prueba - La anciana no la esperaría por mucho tiempo así que tendría que realizar todo rápidamente.

 

- Mucha agua - La forma animal de Arya era un animal terrestre así que sacarla de su hábitat natural sería todo un reto. De la nada el camino se comenzaría a inundar rápidamente con toda la intención de ahogar a la mujer. Su tarea sería buscar la forma más eficiente de atravesar el agua sin morir y llegar hasta el otro lado para continuar con su camino - Los directores se van a enojar conmigo pero ni me importa - Pensó la anciana, siempre intentaba matar a sus alumnos con sus obstáculos pero solo los mejores debían llegar a la prueba.

 

- Recuerdos - El segundo obstáculo consistía en 3 estatuas representando momentos diferentes de la vida de Arya pero solo uno verdadero. La mujer tendría que observar los tres hechos y decidir cuál era el correcto. Los hechos estaban relacionados con su capacidad de convertirse en un animal. Los recuerdos serían muy parecidos y estaba en Arya todo lo necesario para encontrar la respuesta a este obstáculo mentalmente complicado.

 

- Esfinge y laberinto - Suluk se negaba a cambiar sus últimos obstáculos. El tercer obstáculo le haría una pregunta a Arya y si no respondía correctamente sería el final de su vida probablemente. Al responder correctamente podría continuar al laberinto cuya salida tendría que encontrar para encontrarse con la Gran Pirámide al otro lado. Un laberinto tan grande que cualquier mago se cansaría haciendo su recorrido, así que debía estar preparada para tomar mucho tiempo en el mismo.

 

-Bienvenida - Arya había logrado completar todos los obstáculos satisfactoriamente y había logrado llegar hasta la Gran Pirámide - Quiero confirmar que efectivamente deseas realizar la prueba de la Animagia y que has leído los siguientes pergaminos del Ministerio de Magia: El Portal de las Siete Puertas y Breves apuntes sobre las Pruebas de las Habilidades - Suluk le mostró los documentos a la mujer para que los observara y contestar si efectivamente era su deseo hacer la prueba y había leído los documentos.

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Confío en que lo estoy

 

 

 

La respuesta fue firme, quería creer que estaba preparada adecuadamente para la prueba que significaría un cambio inmenso en su modo de vida y en como el resto de la comunidad mágica la miraría. Había tenido unas cuantas horas para descansar, reponerse de los raspones e hidratarse, había comido un poco mientras repasaba los libros referentes a las normas de la pirámide y la modalidad de cada habilidad hasta que fue llamada por Suluk, la hora había llegado y cambiándose de ropa acudió a la isla donde la arcano aguardaba a por ella.

 

 

 

Pantalones de vestir abrigados, botas de montaña y un abrigo que solía usar cuando visitaba el norte componían su ropaje para la prueba pero una vez más Akku le jugó una mala pasada y el peso de la ropa acabaría por hundirla.

 

 

 

Rápidamente todo su alrededor hizo aguas como un bote en alta mar sufriendo heridas en su base, heridas que no podían sanar y por lo tanto el agua no dejaría de llegar. Arya comenzó a correr, la suela de sus botas chapoteaba y con cada paso se sumergía más y más, no lograría nada con la lentitud de sus piernas humanas, lo sabía pero aun temía convertirse.

 

 

 

Cerró los ojos cuando aun el agua le llegaba a los tobillos y se imaginó reviviendo cada momento que el chacal le hubo permitido, sonrió de lado y tras parpadear tragó un poco de agua, ésta ahora le llegaba a la panza por el drástico cambio de estatura.

 

 

 

Sus patas emitían susurros al rozar la superficie, la agilidad con la que contaba entonces le permitió recorrer la mitad del camino sin problema alguno pero con cada segundo que pasaba cambiaba la acción por nadar, el chacal era una criatura de supervivencia pero para nada le gustaba tanta cantidad de líquido a menos que estuviese por cazar una jugosa presa, algo seguro que fuese a llenar su estómago por días, más éste no era el caso. Aún así, con la musculación en sus patas traseras logró llegar a tierra firme en menos de treinta minutos, algo ahogada pero entera.

 

 

 

 

Sacudió su pelaje dorado de un brusco movimiento y éste quedó erizado y algo húmedo, se decía que cada animago en su forma animal portaba una característica que lo distinguía como el humano que era, por lo tanto desde el naciente de la cabeza hasta la punta de la cola, una franja rojo tiza sobresaltaba, al igual que sus ojos verdes, un color poco usual en dicho can.

 

 

 

 

Un paso adelante y volvía a ser humana, parecía casi como que su animal interior la rechazara, cosa usual en personas no preparadas para ejercer la habilidad, pero ella se creía lista, estaba segura de estarlo.

 

 

 

 

Al frente tenía tres estatuas, eran extrañas pero hicieron latir rápidamente su corazón, parecían esculturas sacadas directamente de su cabeza, de sus recuerdos ¿sería capaz de verlos una vez más? La estatua más grande representaba un hombre adulto -no muy viejo- con bastón y un cuervo posado en su hombro izquierdo, éste hombre abrazaba a una muchacha sin facciones pero la obra denotaba afecto; sabía lo que tenía delante, así como sabía que los hechos no hubieron ocurrido así, Pik jamás la aceptó de tal manera sino hasta hacía un tiempo atrás y aún no la abrazaba con tanto cariño.

 

 

 

 

La segunda consistía en un dragón y una mujer, un enorme dragón de piedra con las alas y la cola envolviendo la fisonomía femenina. Sus ojos fríos parecían decir jamás dejaré que nada te pase y aquella bruja lo creía pero Macnair ya no, no caería en la trampa una vez más así que apartó la vista rápidamente y se centró en la última estatua, una que tenía varios personajes peculiares; un lobo de frondoso pelaje rocoso, más grande de lo normal, sentado sobre sus cuartos traseros aún llegaba al pecho de la mujer enmascarada que posaba una mano sobre su cabeza y al hombro, un ruiseñor. Podría parecer absurdo pero aquella estatua reflejaba lo que era y había sido su vida, la libertad y fidelidad del ruiseñor, la lealtad del lobo y la imponente presencia de un mortifago.

 

 

 

 

Ámbar, Leah y Arya. Aunque curioso, siempre estarían unidas por algo que la propia magia no entendía.

 

 

 

Las estatuas temblaron al igual que el suelo que las engulló y estuvo lista para seguir su camino dando la espalda al lobo y a la mujer, admitía de corazón quien era su mentora, quién había quitado las cadenas de sus manos y pies para que fuese como realmente debía ser, libre y feliz. A continuación sólo logró hacer unos cuantos metros, nuevamente ante sus ojos una estatua se presentó, pero está resultaba letal la mayoría de las veces, una esfinge.

 

 

 

-¿Quién eres?- Le preguntó.

 

 

 

Arya esperaba un acertijo mortal que la dejase pensando pero en lugar de eso la Esfinge le preguntó quién era. Sonrío de lado, cruzó sus brazos a la altura del pecho y respondió.

 

 

-Soy Arya Macnair.

 

La rapidez con que se movió le salvó la vida por poco. La Esfinge devolvió la respuesta con un rotundo NO y lanzó una estocada hacia el cuello de la bruja con su tridente; al esquivarlo oyó nuevamente la misma pregunta y se extrañó pero aún así afirmó quien era ella y peleó con la estatua por diez largos minutos ¿Quién era ella sino...Ella?

 

 

 

Exhausta y frustrada respondió casi sin pensar en sus palabras.

 

 

-Soy Arya Macnair, hija de Reshi y Lúthien. Demonio del clan séptimo, heredera al trono. Soyla oscuridad reencarnada.

 

Conforme la Esfinge corrió su tridente y la dejó pasar acabando por romperse en cientos de pedazos que le golpearon suavemente la espalda. Pero la tortura no acababa y comenzaba a agotarse mentalmente ¿Dónde estaba la pirámide? Podía ver su cúspide desde donde estaba pero al parecer debía recorrer un extenso pasillo que con cada paso se retorcia hasta formar un laberinto sin salida. Con las pocas fuerzas que le quedaban guardadas logró recurrir al chacal quien la guió sin problemas puesto que por naturaleza conocía cada camino y salida.

 

 

Y por fin llegó.

 

 

-Suluk

 

Saludó y tronó su cuello, lo más pesado no había pasado.

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- Sabía que lo lograrías. Te felicito por ser la primera en llegar hasta acá sin muchas heridas y al borde de la muerte - Suluk estaba complacida con lo realizado por Arya y no podía evitar darle a conocer su opinión. Su personalidad era bastante conocida por todos y ella odiaba guardarse las cosas que otros no dirían pero que ella sí. La anciana hizo un pequeño movimiento con su mano para hacer aparecer su Vara de Cristal, necesaria para dar inicio a la prueba de la Animagia.

 

- Debemos continuar con la prueba - Suluk no tenía mucho más que agregar y esperaba que Arya con sus actos confirmara sus deseos de realizar la prueba de la habilidad. La arcana se acercó a la Estrella de las Cinco Puntas y tomó uno de los anillos del aspirante para luego entregarlo a su aprendiz - Este anillo siempre lo debes llevar contigo de ahora en adelante. Tiene muchas funciones pero por ahora lo utilizarás para comunicarte conmigo durante la prueba - Arya debía ponerlo en su mano antes de ingresar al portal.

 

- La prueba será muy complicada así que si deseas abandonarla en algún momento, solo deberás tocar el anillo y yo te podré sacar - La mujer hizo una leve pausa - Solo debes tener en cuenta que el portal solo te permite ingresar una vez así que si abandonas la prueba, jamás podrás ingresar para completarla - El costo de abandonar era muy alto dado que nunca podría demostrar su habilidad y tendría que soportar el ser considerada como una aprendiz para toda la vida.

 

- Por último, será el anillo que te identifique como animaga una vez hayas terminado la prueba. El mismo cambiará su forma y te permitirá demostrar que eres animaga - La anciana movió su Vara de Cristal para activar la puerta de la Animagia. La puerta estaba lista para el ingreso de Arya y para ponerla a prueba - Es hora de entrar. El portal te pondrá a prueba llevándote al pasado o jugando con tu ubicación física - Arya tendría que tener mucho cuidado con sus acciones para no morir en el intento.

 

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Macnair tomó el anillo que Suluk le entregaba y lo colocó en su mano izquierda, siendo diestra la mayoría de las cosas importantes las portaba de manera contraria. La marca tenebrosa que ocultaba bajo encantamientos mágicos se encontraba en su muñeca ante brazo izquierdo y también cada uno de los anillos que hubo adquirido con los libros, empequeñecidos para que formasen una bella pulsera de plata que tintineaba con cada paso que daba al estar decidida y preparada para ingresar a la pirámide. Lo último que hizo fue asentir a la arcano con una amplia e iluminada sonrisa para que ésta supiese que estaba lista.

 

Acto seguido ingresó a la pirámide. En su interior todo estaba oscuro salvo por una única puerta iluminada que parecía estar sostenida por su mera presencia, a los lados no había muros de contención ni nada más, Arya miró los dibujos del suelo por donde caminaba para relajarse puesto que no sabía lo que sucedería a continuación y se detuvo casi arrancándose los dedos de las manos de un tirón nervioso frente a la puerta; la luz que se colaba por debajo era demasiado brillante, aun sin cruzar el portal ya sentía que la absorbía y la cegaba por lo que no le quedaban demasiadas opciones.

 

Huir no estaba en sus planes. Giró el pomo de la puerta, contuvo la respiración e ingresó sin más viéndose obligada a cerrar los ojos por tanta blancura. Lo siguiente fue como caer al vacío por una eternidad, sentía el aire enredándose en su cabello, acariciando sus mejillas y humedeciendo sus ojos, un aire frío que segundo a segundo se fue tornando gélido hasta casi cortar su delicada piel cual filo de navaja.

 

Al abrir los ojos se encontraba recostada a los pies de un enorme pino, era media tarde pero el sol parecía estar muy bien escondido tras la copa de los árboles, lo que la rodeaba parecía un bosque más no le venía a la memoria haber estado allí nunca y aun así le resultaba familiar. El suelo estaba cubierto de nieve, quizás unos veinte centímetros, quien no se fuese con cuidado acabaría enterrado hasta las rodillas por lo que decidió no moverse hasta analizar el panorama.

 

Tarde o temprano anochecería, no parecía haber demasiados animales alrededor pero a lo lejos podía oírse una bulla, algo que se acercaba aunque no interpretaba los sonidos. Su corazón comenzó a latir con fuerza, le rompería una costilla si no se calmaba o colapsaría uno de sus pulmones, parecía agotada de correr una maratón y cuando el bullicio se tornó completamente audible se descubrió convertida en un chacal, asustada detrás del pino, con las orejas alertas, los sonidos habían cambiado, ahora podía oírlo todo y lo que oía no le gustó.

 

A cinco metros había una mujer que rodaba por su vida, después de tanto correr había caído al suelo y estaba rodeada por personas enfurecidas, el odio se olía hasta aquella distancia así como el miedo en ella y un segundo —y más débil— latido de corazón. Había leído una historia parecida ¿Pero dónde? podría estar toda la noche pensando y jamás lo recordaría, en ese entonces no sería capaz de recordar que tras un viaje a su subconsciente había logrado dar con un diario de su madre en donde relataba absolutamente todo sobre su vida, antes de concebirla y durante, luego murió y jamás pudo continuar escribiendo.

 

Sarah pedía por su hija, rogaba clemencia pero tras varios golpes —de los que trató de defenderse como una leona— lograron reducirla y llevársela a rastras como si se tratase de una bolsa de papas, ahí el olor a sangre impregnó el sentido olfativo del chacal y sus fauces se hicieron agua aunque un dolor insoportable le retorció las tripas; era un animal, sí, pero también era un ser humano que tenía moral y consciencia, eso no debía perderse durante la transformación o acabarías siendo una bestia maldita por el resto de la vida.

 

Cuando todo se hubo hecho silencio la oscuridad reinaba y solamente se oía el latir de un pequeño corazón, era rápido, como el de un ratón y Arya quiso acercarse porque sabía de quien se trataba, si salvaba a la pequeña Sarah quizás no cayese bajo la maldición de Lúthien años más tarde y todo su futuro sería diferente. Dio un paso al frente saliendo de su escondite pero tuvo que regresar inmediatamente porque alguien venía, una mujer, no muy joven ni muy bella, directamente hacia la bebé, la tomó en brazos mientras los ojos del chacal brillaban entre los arbustos sin poder hacer nada y se la llevó.

 

Bajo tanta impotencia la bruja recobró su forma humana y pareció comprender que aun su don estaba regido por sus emociones en mayor parte, era lo que tenía que controlar si deseaba pasar la prueba y sospechaba que desde un principio hubo sido la idea de Suluk o de la propia pirámide.

 

Nuevamente salió de su escondite y se acercó hacia donde había estado la bebé, allí en la nieve quedaban gotas de la sangre de Sarah, una manta rosada y un enorme libro que todo mundo pareció pasar por alto. Macnair tomó el pesado libro y le quitó la suciedad del frente para leer el título, "El libro de las sombras", al caer en cuenta de lo que poseía se quedó sin aliento y moviendo la cabeza en todas direcciones buscando hacia dónde continuar echó a correr, aquel libro era el que años más tarde le salvaría la vida a la pequeña pero también la condenaría a aceptar el trato con la demonio, cosa que acabaría formando una cadena de hechos desafortunados.

 

Arya quería cambiar el pasado sin saber que no importaba lo que hiciese, al fin y al cabo todo acababa sucediendo de la misma manera por algo: Destino.

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- Emociones - No sabía que estaba pasando por la mente de Arya pero parecía que por fin estaba terminando de entender la esencia de la Animagia y lo importante que era controlar las emociones para ser considerado un animago. La lección que tenía que aprender estaba en proceso y el portal le permitiría salir en cualquier momento.

 

- Vas bien - Suluk sabía que Arya no la escucharía pero deseaba decir lo que pensaba. Su aprendiz iba bien y sabía que en poco tiempo la tendría de regreso dado que estaba demostrando estar preparada para ser una animaga. El portal le permitiría salir en cualquier momento pero dependía completamente de ella y de sus actos para demostrar que ya era hora.

 

Suluk hizo desaparecer su Vara de Cristal por un momento. La necesitaría al finalizar la prueba para cerrar el portal pero justo en ese momento era completamente innecesaria para ella. El clima había comenzado a estar más caliente y la temperatura a subir así que uno de sus artefactos mágicos entró en acción y comenzó a caer nieve en el lugar para disminuir la temperatura.

 

- Este clima no me agrada - No estaba cómoda con la temperatura pero sí que estaba feliz por el desempeño de Arya en la prueba al menos hasta ese momento.

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Los olores le resultaban increíblemente familiares, algo en su interior le decía que la prueba estaba llegando a su fin y no solamente el hecho de que físicamente estaba agotada y con deseos de terminar. De no sentirse decidida habría rogado a Suluk que la sacase de allí cuanto antes pero todo lo que estaba sintiendo en ese preciso momento era aun más fuerte. Comprendió, pues, que no solamente debía aprender a controlar sus emociones si quería ejercer la habilidad con la que hubo sido bendecida al nacer sino que también —y ésto tardaría en comprenderlo— las células poseían memoria hereditaria y por lo tanto, el aroma que apretó su nariz le resultó familiar.

 

Era curioso notar que el aire apestaba a ella misma por las mañanas, Sarah era una mujer adulta ahora pero su fragancia estaba impregnada en muerte y desolación ¿Por qué? no dejaba de preguntarse ello; había hecho todo lo posible porque El libro de las sombras llegase a manos de la muchacha cuando aun era una niña, condujo a Leo Wyatt hasta ella antes del prostíbulo para que le enseñase el arte de la magia y así no cargase con tanto rencor en su frágil corazón pero el destino seguía empecinado en empujar a su antepasado hacia un barranco de oscuridad.

 

No hubo forma, aunque todo le parecía una correlación de horas, en que los años transcurridos dentro del portal le indicasen que algo hubiese cambiado para bien o para mal. La historia de su vida estaba escrita desde mucho antes que naciera y así acabó por aceptarlo —sorprendida— cuando su corazón humano, escondido bajo aquel espíritu animal que la naturaleza le brindaba, oyó unos pasos atravesando aquel bosque que lo circundaba, podía reconocer dicho aroma también, dulce y poderoso, vanidoso y anhelante de poder.

 

Ante sus ojos verdosos, escondida entre unos gruesos arbustos, pudo apreciar el momento exacto en que Sarah Good, una joven bruja con el cuerpo surcado por heridas provenientes de maldiciones imperdonables, aceptaba el trato que Lúthien, una demonio desalmada le proponía. La bruja nunca entendió de qué se trataba todo aquello, creyó en las palabras de la pelirroja y ésta le engatusó; estaba convencida de que el dolor desaparecería pero en lugar de ello su alma lanzó un último suspiro al viento y abandonó el mundo terrenal para permitir que la demonio se apoderase de su cuerpo femenino y de su poderosa magia.

 

Y una vez más, antes de sentir el frío y el tirón en el ombligo que la llevaría de regreso junto a Suluk Akku pudo ver como su progenitora se transformaba en un perfecto lobo y desaparecía del bosque, no si antes dedicarle una socarrona y desinteresada mirada. Lúthien siempre supo que estuvo allí escondida y le permitió ver en primera persona como era que las cosas se sucedían sin poder sufrir el menor de los cambios. Arya había sido engendrada por medio de maldad y su camino debía ser siguiendo las sombras.

 

—Entonces Reshi...

 

Pensó en su padre y en la posibilidad de que éste fuese un animago también además de un poderoso demonio de élite cuando se vio obligada a cerrar los ojos y abrazar su cuerpo perdiendo completo control de su forma animal para regresar a ser la mujer que normalmente era, con un sabor amargo en la boca pero al final comprendiendo por qué poseía aquella habilidad. Cuando el portal la regresó, respiró profundo canalizando su energía y vistió las pieles doradas de un chacal para trotar hasta donde la arcano se encontraba y de un salto recobrar su anatomía, quería demostrar que lo había logrado al fin.

 

—Arcana. Saludó

Editado por Arya T. Macnair

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- Sabes lo que tu regreso significa - Suluk le había dicho todo lo necesario a Arya y su labor con ella había llegado a su fin. Ahora la bruja sería considerada una animaga más dentro del mundo mágico y podría demostrar sus poderes ante todos si desear su forma animal era lo que deseaba. Una decisión completamente personal y que ella tendría que tomar en el futuro con base en sus creencias y en sus deseos.

 

- Es hora de irnos - La Vara de cristal reapareció en su mano y con un leve movimiento se cerró el portal de la Animagia para dar por terminada la prueba. El mismo solo se volvería a abrir en la siguiente prueba que podría ser pronto o no dependiendo de lo rápido que aprendieran sus otras alumnas. Igualmente, la nieve dejó de caer para no competir con el calor que estaba haciendo dentro de la Gran Pirámide y anunciar la salida de Suluk.

 

- Anda a descansar. Lo mereces - Fueron las últimas palabras de la arcana antes de desaparecer y dejar a Arya sola por completo con la tarea de salir del siito en el que se encontraban y lucir su bello anillo de la animagia.

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