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Keaton Ravenclaw
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<<¿Qué es lo que le sucede a Keaton?>> se preguntó Thomas tras mirar de reojo a su profesor de Adivinación; el cual parecía haber sido petrificado con la mirada de un basilisco que de casualidad se hubiese asomado por uno de los vastos ventanales de la sala astronómica de la Universidad Mágica.


-Es sólo cuestión de práctica cuando tienes un don, Mía. Tarde o temprano terminas por desarrollar todo su potencial si perseveras en seguir creciendo como un mago o bruja con sus expectativas bien claras, eh. Debes confiar siempre en ti- respondió sonriendo el animago de La Orden del Fénix; correspondiendo el gesto de amabilidad que Zoeh le brindó tras oír con atención cada una de las palabras que el muchacho le recitó con ayuda de los huevos de diricawl.


-¡Odio a estas criaturillas! Son terribles, y mucho más fastidiosas que mi hermana Kytta cuando despierta "de malas" por las mañanas de invierno- gruñó con una pizca de repulsión al ver que los duendecillos azulados, que Aries liberó de la jaula, comenzaban a hacer destrozos en toda la estancia de estudios; hecho que por escasos segundos casi le impulsa a desenvainar su varita de pirul y así ayudar a la alumna de Encantamientos con la tarea que Ivashkov le impuso con afán de complicarla. Pero Mía no sólo terminó por enclaustrar a los veinte revoltosos hijos de Satán, sino que también arregló todos los daños que estos produjeron con el material que estaba a disposición de los estudiantes en la cúpula. -¡Muy bien!- exclamó satisfecho el extrovertido hijo menor de Elvis.


<<¿Por qué se molestó?>> pensó el pelirrojo tras posar sus esmeraldas en los ojos miel de Antoni, utilizando la Legilimancia para penetrar su mente y descubrir el porqué de su disgusto tras el comentario acerca de la facilidad o comodidad que la asignatura arcana de Videncia podría resultar para Ryvak. Fue así que mientras el director del Departamento de Misterios hacía lo suyo con las cartas; el paladín proveniente del futuro se acercó a Mía con un resto de sigilo y prudencia que siempre guardaba con las chicas a quienes venía recién conociendo. -Creo que quedó muy impresionada con mi lectura a través de los huevos, señorita... ¿Le gustaría que complementase aquello con lo que yo pueda ver a través de sus manos?- consultó el fornido hechicero, al mismo tiempo que extendía sus propias palmas con tal de recibir las de Mía si ésta accedía a que el adolescente hiciera uso de la Quiromancia como otra alternativa a su favor en aquella cátedra.

Editado por Thomas E. Gryffindor
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Para sorpresa de Aries, su alumna había logrado deshacerse de los 20 duendecillos azules y los había metido a la jaula sin esfuerzo alguno, al fin estaba frente a una pupila que no esperaba ser enseñada en Encantamientos si no que sabía perfectamente cómo usar cada hechizo para solucionar sus problemas y eso le hacía sonreír. Aquel gesto muy pocas personas lo lograban sin que él tuviera que fingirlo, para el Ivashkov, la Rambaldi ya había pasado con creces su prueba, se certificaría en encantamientos, ya que sin pedirlo ella había regresado todo a su lugar como si nada de aquello hubiese pasado.

Muy bien Mia, lo has logrado muy bien. Pero aun esto no se termina. —realizó una pausa y miró a los chicos del profesor Ravenclaw, ya se encargaría de ellos, en especial del pelirrojo que al parecer ironizaba con la clase de habilidades que tenía el AC. —Tu siguiente tarea es la más sencilla de todas, —sacó una caja de madera y se la mostró —dentro de esta caja de madera existe un bogart. Esta no será una clase de defensa contra las artes oscuras, pero aquel encantamiento es muy útil para derrotar a tu miedo personificado por esta maravillosa criatura.

Tras terminar sus palabras dejo salir al bogart, volvió a dejar a su alumna sola mientras miraba al chico de cabellera verde el cuál por fin había hecho la lectura del tarot. Miró su reloj y le dedico una sonrisa, quizás aún había tiempo para practicar alguna otra mancia, esta vez lo dejaría que él eligiera con cual quería practicar.

Has leído muy bien mi futuro, aunque eso es algo incierto. Pero me gustaría que me hablaras del pasado del Gryffindor, ¿Crees que puedas hacer uso de alguna otra mancia para hablarme de la vida de tu compañero? —dijo mirando a los ojos del Tonks, para después cambiar todo su semblante y dirigirse al Gryffindor mientras movía entre sus manos una baraja de tarot.

Señor Gryffindor, usted está aquí para certificarse en Adivinación, no para cuestionar la edad que tengo. Le recuerdo que la mayoría de edad en la comunidad mágica es a los 17 años, por lo que ya no soy un chiquillo como lo estás diciendo. Sobre la catedra que estoy dando, hasta el momento no he recibido ninguna queja de las personas que controlan la Universidad, así que tampoco estoy en pañales sobre lo que estoy dando. —había empezado a tirar cartas de tarot al suelo frente al miembro de la orden del Fénix. Aun en su molestia estaba realizando una tirada de tarot para el Gryffindor sin que éste lo pidiera.

Se dice que entre gitanos está mal leerse la mano, yo aplicaría aquello al hecho de los videntes. Pero tú no me vas a leer la mano, tú vas a decirme la interpretación de las cartas de tarot que se encuentran en el piso.

En el suelo de la sala de astronomía había seis cartas, el loco, la fuerza, el mundo, el sumo sacerdote, la justicia y el diablo. La primera carta estaba de cabeza al igual que la del sumo sacerdote. Así que con esas cartas el joven debía hacer una lectura precisa al presente, el futuro y el pasado del metamorfomago.

Como podrás darte cuenta el Ravenclaw no será quien te evalué, así que le aconsejo una última cosa, mantenga su boca cerrada si no va a aportar a la clase o responder a mis preguntas. —finalizó mientras esperaba que hiciera lo que le había pedido.

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Permanecía en aquel asiento, se encontraba calmado y haber terminado la lectura que le solicito el profesor Aries, le daba oportunidad de ver lo que hacía Mia, la captura de los duendecillos y la reparación de los estropicios...por la expresión de su cara, el peliverde suponía que la joven, estaba disfrutando al mostrar su destreza con los Encantamientos.

 

 

El profesor dejo otra tarea a la compañera Mia y después le miro, consulto su reloj, el ojimiel sintió una oresión en su garganta...¿había ocupado mucho tiempo para realizar la lectura? por un instante se sintió interesado en ver su reloj de plata para verificar el tiempo empleado, pero la sonrisa del profesor, disipo aquella intención.

 

 

Escucho lo que el profesor le mencionaba al tiempo que fijaba en él su vista directamente a los ojos, era muy palpable su carácter decidido, fuerte y seguro de si mismo.

 

 

-- Hay quién afirma que vamos construyendo nuestro futuro. Si, lo presentía que es así.-- Al oír lo siguiente que dijo el profesor, se inclino levemente al frente y sus ojos miel y su boca se fueron abriendo ante la sorpresa...su habla ausente por un momento, ¿leer el pasado...del Gryffindor?........--¿Usar alguna otra mancia señor? ......eh....pues.....me gustaría intentar con la piromancia señor, le prometo ser cuidadoso! --Menciono al profesor dibujando una sonrisa, ya que era el fuego un elemento que gustaba de mirar y aunque casi nada había practicado en sus clases pasadas, la oportunidad de poder practicar le infundía una emoción que se notaba en su mirada brillante.

 

 

El maestro lo pensó un momento mientras el ojimiel aguardaba su respuesta conteniendo su respiración, tras ese tiempo que se le antojo un trozo de eternidad, recibió la aprobación y muy gustoso el Ryvak dejo el mazo de cartas del Tarot para prepararse en esta nueva encomienda.

 

 

Los griegos atribuían al vidente Amfiarao (yerno de un rey de Argos al que se nego a secundar en su lucha contra Tebas presintiendo que allí moriría, como así fue) la invención de la piromancia, lo cual no es raro ya que el fuego es un agente de suma importancia en el desarrollo de las artes adivinatorias, y se suma su gran interés por este elemento tan fantástico el cuál él califica de maravilloso.

 

 

Mueve su brazo y "cobra" se desliza hasta su mano diestra, mueve la varita, requiere un plato metálico, apunta sobre uno de los calderos y lo transforma, luego lo atrae hasta tomarlo y colocarlo sobre la mesa frente a él, cierra los ojos miel y levanta la frente, su rostro sereno, piensa......lo que hará es simple, usará el don que tiene por parte de su madre sanguínea...

 

 

Medita por cinco minutos...alza sus manos con las palmas hacía abajo, a una altura sobre el plato de unos 20 centímetros...de muy diferente forma convocará al fuego...la imagen clara en su mente, sus manos se acercan una a la otra con las palmas hacia adentro, no ha tenido que juntar las, después abre sus ojos y mueve los dedos de sus manos como si arrojaran algo sobre el plato, con movimientos de gran suavidad, un rato...entonces con suavidad surgen llamas pequeñas.

 

 

Coloca sus manos palmas abajo a cada lado del plato metálico sobre la mesa, mientras mira atentamente el fuego, es fascinante! el fuego enciende el fuego...

 

 

¡tantas veces ha contemplado el fuego!...no puede evitar dibujar una leve sonrisa pero se concentra, ve primero el color, muy naranja, las llamas forman figuras, dependiendo del color, estas figuras tendrán diferente significado...se pone atento al crispar del fuego por si emite algún chasquido...no escapa a su mirada atenta la disposición de las llamas.

 

 

Lo que ve en el fuego lo confunde un tanto.....¿será posible?......no sabe porque, pero tendrá que seguir prestando atención para asegurarse que su lectura es correcta....

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-¡Vaya un boggart! Será mejor que me corra o...- alcanzó a pronunciar Thomas cuando Aries sacó una caja de madera y se la enseñó a Mía como principal misión para su siguiente tarea sobre el conocimiento que ésta deseaba; debido que lo último que Gryffindor quería es que aquel no-ser amortal de forma cambiante se transformase en una avispa de un tamaño considerable como para ponerle "los pelos de punta". <<¿Qué osadía es la que dijo?>> reflexionó el paladín en cuanto sus oídos escucharon lo que Ivashkov le propuso a Antoni acerca de indagar en su propio pasado; hecho que tal vez le preocupó mucho más que el himenóptero que hubiese mutado de la criatura mágica. Fue por eso que el pelirrojo hizo uso de la Oclumancia para cerrar su mente de toda intromisión que Ryvak Dracony quisiera revelar ante los otros presentes en la sala de astronomía universitaria, pues su pasado era un secreto que pocos (o más bien... una mínima parte de quienes rodeaban su círculo de confianza) conocían bajo el contrato mágico del Juramento Inquebrantable y su propia honra.


-No creo que sea prudente que Antoni trate de "adivinar" cosas que no son buenas de remover sin el consentimiento de la otra parte... ¿No lo crees Black Lestrange? Y claro, es mejor que mis comentarios me los lleve a la consciencia y no los exponga aquí, aunque eso no quita que le encuentre muy joven para dictar una sapiencia de trayectoria ancestral- comentó el fornido mago, sin desviar su centro de atención desde los orbes grisáceos un poco amenazantes del púber hacia la baraja de tarot que movía éste entre sus manos, justo antes de realizar una tirada.


-No soy de las personas que reaccione ante el "amedrentramiento" de un tercer sujeto, Ivashkov... Tus juegos no van a resultar conmigo... ni menos lograrás intimidarme, en lo absoluto. Si estoy aquí es exclusivamente para demostrar mis habilidades con la Adivinación, así es que... eso es lo que haré ¿Estamos de acuerdo?- refutó mientras su cuota de concentración se focalizó en las seis cartas que ahora estaban en el piso frente a sus pies. -Mmm... Interesante es lo que puedo ver aquí, pero para mejor análisis utilizaré las dos primeras para el pasado, las centrales para tu presente... y las dos últimas para tu futuro... Así que... Veamos...- pensaba el patriarca Granger, a su vez no dejaba de rascar su nuca con una pizca de insistencia típica de él. -El Loco invertido señala tu incapacidad de poder razonar con cordura... tu falta de análisis... sobretodo cuando tu hermana te pide algo... lo haces sin pensar en las consecuencias... es tu gran debilidad, Aries- empezó diciendo, tomando un suspiro antes de proseguir. -Has sido forjado en el carácter fuerte y frío desde tu crianza. Eres capaz de convencer al otro aunque sepas que eres tú el errado en tus planteamientos... La Mentira ha sido tu fuente principal de convicción ¿O no?- complementó con la carta de La Fuerza.


-El Mundo no hace nada más que corroborar mis predicciones de tu pasado hacia tu presente, Aries. Dominas todas las situaciones que se te van presentando para alcanzar tus objetivos... eso te satisface a pesar de la desgracia ajena que aquello produzca... La rebeldía y tu actitud desafiante hacen que todos te cuestionen, incluso cuando lastimas físicamente a quienes no piensan como tú... eso dice El Sumo Sacerdote invertido- concluyó, divisando que Antoni no dejaba de asombrarlo, al utilizar muy bien la Piromancia griega sobre un plato metálico. -A pesar de todo... la carta de La Justicia te presagia un futuro equilibrado... raro ¿Cierto? Lo más comprensible hubiese sido que ésta también hubiese salido invertida, pues se condice más contigo, Ivashkov... y con El Diablo. Una persona que no va a cambiar jamás y que sus tendencias malignas, de desorden, malas intenciones, violencia y desastre... seguirán siendo tu fiel reflejo sin el más mínimo remordimiento... Llegando incluso a... ¿asesinar? ¡JaJaJa! No me extrañaría- fue lo último que dijo Gryffindor entremedio de una risa algo irónica tras finalizar su lectura, quedando únicamente extrañado con la posición de la carta de La Justicia, que debió ser invertida para cerrar sus vaticinios con "broche de oro".

Editado por Thomas E. Gryffindor
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Ante el halago tanto del Gryffindor como del Ivashkov no pude hacer otra cosa que sonreír. Les di las gracias por lo bajo, sintiendo el rubor subir por mis pálidas mejillas. Volví a fijar mis orbes azules en los del profesor, esperando sus nuevas órdenes. Ahora, en lugar de duendecillos, un baúl de madera me fue puesto en frente. Tragué saliva y se me borró la sonrisa del rostro, cada vez más a medida que el Ivashkov explicaba qué debía hacer a continuación.

 

-Por Merlín. Eso... ¿eso es un boggart?- volví a tragar, aunque comenzaba a sentir la boca seca. Los boggarts adoptaban la forma de aquello a lo que el mago más temía. No pude evitar pensar en eso, ¿qué podía ser aquello que me paralizara del miedo?

 

-Alohomora- exclamé, apuntando con mi varita temblorosa a la caja. El broche que la mantenía cerrada se abrió con un sonoro clic y una silueta se elevó en el aire frente a mí. Al principio no tenía forma, pero luego se convirtió en una criatura perfectamente reconocible. Una acromántula de tamaño bestial se cernia sobre mí, con sus varios pares de ojos y patas, y sus colmillos chasqueando.

 

Retrocedí. No era momento de perder la compostura; después de todo era sólo un boggart. Pero un recuerdo me cruzó por la mente. Una Mía de quince años caminaba delante de un grupo de chicos de primero, sosteniendo un farol frente a ellos. Estaban en la linde del Bosque Prohibido de Hogwarts. Aquellos chicos debían cumplir con un castigo, y desde hacía un tiempo se les pedía a los prefectos de cada casa que se encargaran de llevarlos por los patios del colegio hasta la linde del Bosque, donde un guardabosques los esperaba para su castigo. La rubia se detuvo frente al hombre con un farol que los esperaba. -Te los encargo. Son bastante revoltosos, así que te cuidado de que no se pierda ninguno.- le dijo al guardabosques y ambos se rieron ante la mirada de los chicos, que querían estar en cualquier lado excepto ahí. La Rambaldi se volteó sobre sus talones para retomar el camino hacia el castillo pero se topó de frente con una figura bestial. El sonido que hacía al chasquear los colmillos le dio la pauta de a qué se estaba enfrentando. Siempre le habían dado miedo las arañas, pero en este caso era algo aún peor. Una acromántula que de alguna manera había salido de las profundidades del Bosque Prohibido se le echaba encima con el pasar de los segundos. Tras unos momentos sin reacción, gritó como nunca lo había hecho, sintiendo la vibración de sus cuerdas vocales, dejó caer el farol y salió corriendo por uno de los lados de la acromántula. Corrió hasta las puertas del Castillo, sin pararse a ver si la criatura la seguía. Estaba demasiado oscuro como pada distinguir algo pero estaba segura de oír pasos que no eran humanos. Se apresuró a entrar y a subir a su sala común. Lívida, se fue a dormir, ignorando todo el trabajo que se había propuesto hacer aquella noche.

 

No recordaba en qué momento había cerrado los ojos, pero los abrí con fuerza y allí estaba la acromántula, a un palmo de mi cara. Con el sudor corriéndome por la frente retrocedí, extendí firmemente el brazo derecho y miré a la criatura fijamente a uni de sus pares de ojos.

 

-¡Riddikulus!- grité casi en la cara de la criatura. De reoente, y cuando estaba a punto de encerrarme entre sus colmillos, éstos se volvieron de algo que parecía hule y que no lastiman absolutamente nada. En las puntas de sus patas aparecieron patines, los que hicieron al animal tambalearse en un intento por recuperar el equilibrio.

 

Reí. Reí con ganas, secándome el sudor de la frente. -Ahora no eres tan horrible...- le dije a la acromántula que seguía tambaleándose sobre los patines hasta que finalmente cayó al piso y no pudo volver a levantarse por más que lo intentara. Solté una nueva carcajada. Lo había logrado.

 

Me detuve a escuchar cómo se desarrollaba la otra mitad de la clase. Notaba cierta tensión en el aire entre Aries y el chico Gryffindor. Di un paso atrás, escuchando atentamente la lectura de cartas de Thomas, aún asombrada por lo habilidoso que era con esas cosas. Esperaba que la clase terminase en paz, sin demasiado sobresalto.

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Ryvak volvió a observar detenidamente el fuego, lo que había visto parecía algo erróneo, alzo sus manos y las acerco al fuego, como si buscará sentir el calor o con la intención de tomarlo y atraer lo a su regazo...movió sus manos en movimientos envolventes, el fuego emitió humo que se elevo, se trata de alusión a un viaje o viajero, el que fuese como una delgada columna y se volviera muy claro a medida que ascendía, solo podía corresponder a un signo de regresar.

 

 

El ojimiel sigue boquiabierto, lo que ve en el fuego es abrumador pero cuando cree que ya no verá más, el fuego lanza una chispas, es un fuego centellante, lo que asegura que el pasado es una promesa auspiciosa del futuro, las llamas bailan y en su alegre danza forman imágenes, una cabeza de león, asciende, se transforma en gota, disminuye y cae aplastando se contra el plato metálico para levantarse pero ahora son dos gotas...

 

 

--¿qué...qué es todo esto? -- Su rostro muestra gran extrañeza, su mano diestra se acerca y sobre las llamas hace un movimiento muy claro, él acaricia el fuego, por eso eligió esta mancia, sabe que el fuego ya entrego la respuesta, ahora solo tiene que interpretarlo, junta sus manos entrelazando sus dedos, cubre su boca y sus ojos miel se quedan fijos en el fuego. Vuelve a pensar en lo que ha visto...

 

 

Lo primero que se le ocurre, es intercalar el color, el comportamiento del fuego y las imágenes que mostró así como la disposición de las llamas, recuerda lo que vio y deja que su mente realice las conexiones...

 

 

Los signos, las alusiones, las imágenes...todo es parte de la respuesta...el griffindor es un viajero, "gota de agua" que se transforma en dos, él no sabe si el pelirrojo tenga un gemelo, pero tiene que ser que están conectados, la alusión de regresar...es un viajero que regresará a...el fuego no ha mostrado un sitio, solo asegura que su pasado es la esperanza de un futuro. El peliverde entremete su mano abierta a su cabello, le comienza a doler la cabeza...no...la sensación en definitiva no le gusta...la "maralla" hace compleja la interpretación...es, como si se entremezclara las cosas...tal vez el tiempo mismo...tiempo: pasado, presente y futuro...¿sería posible? entrecierra los ojos mientras mira al ojiverde.

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