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Libro de la Fortaleza


Keaton Ravenclaw
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¿Cómo era que Keaton se había metido en aquel embrollo? Era cierto que él mismo se había postulado para la vacante de Profesor de aquel libro, pero tener que dar además clase de Adivinación y tener que cursar a la par Metamorfomagia y Herbología durante el mes de enero, le generaba un poco de conflicto: prácticamente se la viviría aquel primer mes del año en la Universidad. Sería bueno poner una cama en su despacho para dormir ahí. Y no es que fuera queja, le encantaba, solo que tendría que organizar muy bien sus tiempos para que todo le saliera pedir de Voldy.

 

—Igual y si ocupo un giratiempos... —Se planteó, pero recordó que debería de hacer el requerimiento a Misterios, y Seguridad Magica, y demás, y se le pasó. Vería la manera de cumplir con todo en tiempo y en forma.

 

El vampiro se hallaba en esos momentos en la biblioteca del Castillo Ravenclaw, de donde sacó su ejemplar del Libro de la Fortaleza, que tenía muy bien resguardado bajo mil y un sortilegios, además, se colocó los tres anillos y el amuleto pertenecientes al mismo. El de Salvaguarda y el de Contra Oídos Indiscretos, quedaron en los dedos medio y anular de la mano izquierda, mientras que el Detector de Enemigos en el anular de su mano derecha. El amuleto quedó colgado en su cuello el cual resguardó debajo de su camiseta.

 

Keaton sacó un pergamino de una de las gavetas de un escritorio cercano, donde le indicaba a su alumno de aquel mes, Arcanus, que su curso del Libro de la Fortaleza estaba por dar inicio. Junto con la nota, se anexaba una pequeña figurita de madera en forma de serpiente, la cual serviría de traslador, una vez que Arcanus terminara la nota, ésta se accionaria y lo llevaría al escenario de la clase. El Black Lestrange, hizo lo propio, haciéndose para él un traslador con una pequeña pluma, el cual resplandeció y lo hizo desaparecer de su morada.

 

El escenario que el Animago había elegido era Teotihuacán, donde se concentran complejos de edificios monumentales como La Ciudadela y el Templo de la Serpiente Emplumada, la Calzada de los Muertos y los conjuntos residenciales que la flanquean, las Pirámides del Sol y la Luna, el Palacio de Quetzalpapálotl y cuatro conjuntos departamentales con importantes ejemplos de pintura mural como son Tetitla, Atetelco, Tepantitla y La Ventilla, además de otros dos conjuntos de corte habitacional denominados Yayahuala y Zacuala.

 

En este tipo de lugares, la magia que se podía notar era muy diferente a la que se utilizaba en Europa, debido a que los magos y brujas del "Nuevo Mundo" tenían una cultura mucho más arcaica pero mucho más poderosa, debido a que ellos jamás habían utilizado varitas, ellos canalizaban su magia únicamente con las manos y los ojos, era por ello que el vampiro había elegido ese lugar, y más a media noche, pues era cuando la energía se intensificaba en la Pirámide de la Luna, que era la que al ojiverde más le agradaba.

 

A los pocos minutos, y después de contemplar brevemente el lugar, un destello en el cielo de color azul anunciaba la llegada del alumno del mes de aquel mes para vincularse con el Libro de la Fortaleza. Era un nuevo año, nuevas experiencias y un nuevo alumno al cual, Keaton, tendría la oportunidad de enseñar. Estaba ansioso, por lo que se acercó a él caminando a grandes zancadas por la Calzada de los Muertos.

 

—Buena noche, Arcanus, bienvenido a tu clase para vincularte al Libro de la Fortaleza, mi nombre es Keaton Ravenclaw y seré tu instructor. —Saludó el vampiro y le sonrió al mago.

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Había pasado tiempo desde que Arcanus había abandonado aquella clase del libro de la Fortaleza. Obviamente estaba arrepentido, puesto que tendría que hacerla de nuevo, cosa que le quitaría tiempo y, sobre todo, Galeones. No recordaba donde había dejado las cosas que había adquirido junto a aquel libro. Los anillos podrían encontrarse en cualquier parte. Quizá debía ser más ordenado y cuidadoso con esas cosas, pero eso le supondría hacer un cambio rotundo en su personalidad.

 

El joven comenzó a buscar por cada rincón de su hogar. Registró cada recoveco en el que pudieran estar aquellos elementos tan importantes para realizar la clase. Pensó que tal vez podría presentarse sin nada y su profesor le daría algunos anillos extra, seguramente debía tener algunos. Cuando ya estaba por darse por vencido, encontró una pequeña bolsita dentro de uno de sus viejos zapatos. Por suerte tenía todo listo y no había nada más que hacer que esperar el llamado.

 

Durante el día Arcanus se dedicó a practicar un poco con su varita y a realizar las tareas del hogar. Fue durante la noche que escuchó como una lechuza traía una carta dirigida hacia él. Por fin lo citaban para poder vincular el libro de la Fortaleza. Rápidamente se cambió la ropa y se puso una túnica larga de color negro, juntó sus cosas y simplemente tocó la pequeña serpiente de madera que resultó ser un traslador. Al instante se encontraba en el imponente complejo arqueológico de Teotihuacán. Era realmente impresionante y le agradaba que su profesor hubiera elegido un lugar tan hermoso.

 

- Emmm Buenas noches... Keaton ¿Es necesario que te llame profesor? - Inquirió mirando al joven que tenía un aspecto raro, parecía ser una especie de vampiro. Pero Arcanus decidió no preguntar nada, no quería ofender a la persona que se iba a encargar de enseñarle a dominar ese nuevo tipo de magia - Por cierto, mucho gusto - Se acercó y estrechó su mano. Era fría como el hielo, sin duda se trataba de un vampiro.

 

- Aquí tengo todo esto... Espero que sea una clase divertida - Dijo sacando los anillos de la bolsita y comenzó a ponerlos en sus dedos. Con el libro bajo el brazo, fijó su vista en el profesor y comenzó a escuchar atentamente de que iría aquella clase.

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Keaton no pudo evitar reír cuando Arcanus, después de saludarle, le dijo "Aquí tengo todo ésto" haciendo referencia a los objetos que confería el libro. Era curioso, los trataba con tan poca delicadeza que al vampiro le dio un poco de intriga ver cómo los trataría al final del curso. Le estrechó la mano con gusto y notó como aquel chico pensaba en algo, seguramente algo referente a la locación para la clase, aunque no lo sabía muy bien aún. Se colocó entonces un poco en el centro de la Calzada de los Muertos, donde alzó su varita mágica hacia el cielo y conjuro:

 

—¡Repelio Muggletum! —De inmediato, el aire cambió su composición, con lo que todo aquel recinto arquelógico quedaría protegido durante toda la clase, ningún muggle se podría acerca y el Estatuto Internacional del Secreto se mantendría a salvo, debido a que el Animago había tenido que hablar con el Ministerio de Magia Mexicano (ellos no le llamaban así, pero a Keaton le daba un poco igual) para poder utilizar aquella zona para la enseñanza —Así estaremos más tranquilos. Y no, no es necesario que me llames profesor, odio los formalismos —Añadió.

 

El ojiverde sacó de entre sus ropas el Libro de la Fortaleza, aquel que desde hacía ya bastante había logrado aprobar y que ahora la vinculación era efectiva y completa, por lo que su enseñanza, al ,menos ahora, ya era más fácil después de utilizarlo en constantes ocasiones, pues se podía decir que lo dominaba todo muy bien.

 

—Muy bien, Arcanus, empecemos pues con la clase. Aclararte primero que nada, que pese a que sea el Libro más básico de todos los que tendrás la oportunidad de estudiar en el Ateneo, no quiere decir que no tenga su complejidad. Este libro te hace fuerte, de ahí su nombre, te va a poner más defensas y te va a ayudar a que tengas más opciones durante un combate o bien en tu día a día —Comenzó el ojiverde —Empezaremos con los objetos. Colócate el Anillo de Salvaguarda contra oídos indiscretos, por favor, comenzaré a explicarte su funcionamiento —Comentó el vampiro.

 

El anillo de Bronce con aquel borde biselado en oro que tenía en la mano izquierda refulgió al sol de la luna, el cual Keaton tocó con los dedos anular y pulgar de la mano derecha, quedando así activado el sortilegio que éste confería. De inmediato, nadie más que Arcanus y él podrían escuchar lo que se dijeran en un un área de m2.

 

—El Anillo de Salvaguarda Contra Oídos Indiscretos, puede parecer poco útil, sin embargo, sepas que sirve de mucho cuando de algún tema confidencial se trata. Basta con tocarlo y pensar claramente en su activación y en quiénes son los que tú deseas que puedan escuchar lo que estás por decir o lo que está por resonar en ese recinto —Comentó el Ravenclaw.

 

En ese momento, ambos magos se vieron trasladados a un ilusión del pasado de aquel recinto creada por Keaton. Estaban años atrás donde se habían descubierto las pirámides por los muggles, sin embargo, los mago y brujas se encontraban al tanto de aquellas edificaciones desde mucho antes.

 

—Arcanus, nos hallamos en los primeros meses después de que descubrió esta zona arqueológica, tu primer tarea va a consistir en que debes evitar a toda costa de que los muggles se enteren de la magia que se practicaba en este lugar. Hay varios magos y brujas infiltrados en las excavación, y hay varios squibs que se pusieron de parte de los muggles que están pasándoles información. Quiero ver cómo empleas el Anillo de Salvaguarda, aunque puedes usar otras artimañas, no tengo problema. Empieza cuando quieras —Le indicó y se dedicó a ver la qué hacía.

 

En el momento en el que se encontraban, el sol estaba en lo alto, refulgente, y estaban cerca de la base de la pirámide del Sol.

Editado por Keaton Ravenclaw

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Algo le decía al joven que los hechizos de aquel libro no serían tan maravillosos como lo esperaba. Pero ya estaba allí y lo mejor que podría hacer era seguir las indicaciones de Keaton. Una vez que se presentaron formalmente y Arcanus terminó de colocarse sus anillos, observó como el profesor realizaba un encantamiento para evitar que los muggles se acercaran.

 

- ¿Oye era necesario el hechizo? Tal vez sería más divertido con los muggles aquí - Le dijo por lo bajo a su profesor. A él poco le importaban las reglas del ministerio. Se imaginó a los muggles temerosos y confundidos y tuvo que contener una carcajada. Sacó esos pensamientos de su mente y se concentró en las explicaciones de Keaton. Observó cuidadosamente cual era el anillo que debía utilizar, ya que no quería tener errores y tenía que hacer la clase lo más rápido posible.

 

Keaton utilizó el anillo de Salvaguarda contra oídos indiscretos e inmediatamente Arcanus notó que la conversación que tendrían podía solo ser escuchada por ellos dos. No imaginaba un uso muy útil de aquel encantamiento en un duelo, pero era interesante para otras ocasiones. Escuchó las ordenes del profesor y se puso manos a la obra. Se preguntó si serviría atacar a las ilusiones de magos y brujas, pero por esta vez tendría que dejar la violencia de lado.

 

Rápidamente se acercó hacia donde una squib charlaba con unos muggles, aunque no los estaba mirando. Al parecer les estaba contando cosas que no debían saber sobre la magia. Arcanus recordó el movimiento que realizó Keaton e hizo lo mismo con su anillo. Tal como había pasado antes, el sortilegio se activó y solo el Initié podía escuchar lo que la squib decía. El joven no tenía tiempo que perder y la dejó hablando sola.

 

Un squib anciano estaba caminando junto a unos jóvenes muggles de manera sospechosa, por lo que Arcanus corrió hacia él activando nuevamente el sortilegio. Para su desgracia, a varios metros de donde estaba él otro squib hablaba con una joven. Arcanus sacó su varita disimuladamente y apuntó hacia allí. - Silencius - Dijo en un tono apenas audible para que su objetivo se quedara sin habla. Comenzó a mirar el lugar para ver si había algo más que hacer, pero al parecer ya no habían más squibs hablando con nadie.

 

- Espero haberlo hecho bien ¿Cuál es el siguiente paso? - Exclamó mirando a su profesor, con muchas ganas de conocer algún hechizo más útil.

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  • 2 semanas más tarde...

Teotihuacán, uno de los sitios arqueológicos más visitados de México era el escenario que su nieto, había elegido para impartir la clase del Libro de la Fortaleza. Considerando, la nula tolerancia que poseía para relacionarse con muggles estuvo a punto de declinar la oferta de concluir con la enseñanza de Arcanus, sin embargo, el simple hecho de trasmitir sus conocimientos, la convenció de trasladarse hasta la Ciudad de los Dioses.

 

En cuanto llegó, supo que su vestimenta y apariencia no era las más adecuada para pasar desapercibida, así que recurrió a la metamorfomagia para cambiar su rubia cabellera por una de negra y sus ojos verdes por unos de color café, así como oscureció un poco su tono de piel, y finalmente, cambió su túnica y botas, por unas sandalias sencillas y un vestido de color blanco con algunos bordados en la parte superior del escote. Por fin, podría perderse un poco entre la gente, y encontrar al Ravenclaw y su alumno.

 

Después de algunos minutos deambulando, se los encontró cerca de la pirámide de la Luna, era de suponerse por la naturaleza vampírica del primero, así que sin siquiera dudarlo, también se colocó el anillo de salvaguarda de oídos indiscretos, de tal manera que podría conversar con ellos sin problema alguno, así como sacó un segundo anillo, el cual la protegía de sus enemigos.

 

—Keaton, debes volver a Londres… hubo algunos problemas en el Concilio y es requerida tu presencia. —anunció mirándolo a los ojos e indicándole con una seña que podía tomar un pequeño traslador que se encontraba detrás de la pirámide— Terminaré de enseñarle a Arcanus, por qué así te llamas, ¿no?

 

Mirando como en esos momentos desaparecía del lugar el titular de la clase, esbozó una sonrisa y se giró al que desde ese momento sería su alumno, mostrándole un segundo anillo.

 

—Soy Mia Black Lestrange, y continuaré tu proceso de enseñanza del Libro de la Fortaleza, ¿qué te ha mostrado hasta el momento Keaton? —preguntó con curiosidad— Veo que tienes el anillo salvaguarda de oídos indiscretos, ¿conoces el funcionamiento del anillo detector de enemigos?

 

Colocando sobre la mano del mago, un anillo, el cual le indicó que podía ponérselo, para después, ella colocar en su dedo anular un anillo idéntico. Posando su mirada en un par de squibbs, negó con lentitud, ya habían notado que no eran parte de la comunidad y se acercaban hasta su posición, algo que podría traerles problemas, porque tendrían que defenderse, y eso no era bueno, al menos para mantener el anonimato, mismo que a decir verdad, poco le importaba, pero que debía respetar.

 

Esperando la respuesta de Arcanus, lo miró fijamente y se relajó porque tenía su varita mágica, lista para ser usada en el momento en que se requiriera.

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Luego de la primer prueba, Arcanus esperaba que las cosas fueran más interesantes. La impaciencia siempre le había jugado en contra y quería terminar lo más rápido posible con aquel curso. Sabía que aquellos hechizos no eran la gran cosa, pero necesitaba aprenderlos para poder seguir utilizando aquellos libros de magia de nivel avanzado que traían hechizos que si valían la pena. Dentro de todo, la clase transcurría rápidamente. Cuando el joven esperaba las siguientes instrucciones de su profesor, una joven se acercó hasta donde ellos estaban y Arcanus supo inmediatamente que se trataba de una bruja.

 

La joven traía noticias para Keaton, quien debía retirarse por asuntos que Arcanus desconocía y poco le importaban. Al parecer, la chica se haría cargo de lo que faltaba por enseñar. De esa manera, la clase había dado un giro algo más interesante. No es que despreciara al profesor Keaton, pero Arcanus prefería la compañía de una bella mujer.

 

- Mucho gusto Mia. Muchas gracias por reemplazar a Keaton. - Dijo el Initié tomando la mano de la joven, besandola delicadamente a modo de saludo.

 

- Hasta ahora vimos como utilizar el hechizo de salvaguarda contra oídos indiscretos. - Respondió. La verdad que Arcanus no tenía idea de como utilizar los anillos que aún tenía por lo que no respondió a la pregunta de su nueva profesora y se limitó a colocarse el anillo que más se parecía al que traía ella, el anillo detector de enemigos.

 

Los squibs al parecer habían notado que ellos eran unos intrusos por lo que se dirigían con actitud amenazante hacía Arcanus y Mía. Aunque realmente el joven no les temía, solamente eran squibs y ellos dos magos entrenados, por lo que sería fácil derrotarlos. Con la varita en alto Arcanus se mantuvo expectante, mirando de reojo a su profesora.

 

- ¿Los atacamos o esperamos sus movimientos? - Le preguntó y añadió - No te preocupes, yo te protegeré - Le guiñó un ojo y se preparó para la siguiente indicación.

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—El anillo que acabas de colocarte, te permite identificar a tus enemigos potenciales… en este caso esos squibs, que si bien, no poseen magia poseen destrezas loables con otro tipo de armas. —comentó con un esbozo de sonrisa, intentando recordar algunos datos relevantes sobre la cultura en la que intentaban pasar desapercibidos.

 

Si bien, los teotihuacanos no eran conocidos por el uso de la fuerza militar para mantener el control de los pueblos vecinos, había que reconocer que tenían guerreros valerosos y habilidosos en el uso de armas creadas con la piedra preciosa conocida comúnmente como obsidiana. Por tanto, esperó a que estos se acercaran un poco más, para poder utilizar un anillo más.

 

—No vamos a atacar, al menos no aún —respondió a la pregunta de Arcanus—. No necesito que me protejas, sé hacerlo más que bien y en dado caso es mi deber protegerte… eres mi alumno. —la sonrisa en sus labios se ensancho, intentando ocultar una carcajada que amenazaba con salir de su boca.

 

Considerando que sus palabras eran ciertas, negó con lentitud, porque lo mejor que podía hacer por el momento, era ignorar los intentos de coqueteos del Gryffindor. Debía mantener su postura de profesora y velar porque los conocimientos necesarios fuesen absorbidos por él, para que cuando llegara el momento de presentar su prueba, estuviese listo y la aprobara.

 

Poniendo en la diestra del mago, un tercer anillo. Le indicó que prestará atención, porque en cuestión de segundos, tendría la posibilidad de experimentar la ampliación de los sonidos que lo rodeaban, permitiendo enterarse de algunas cosas, que quizá no debían, pero que les permitirían mantener su viaje de manera seguro y sin contratiempos.

 

Sacando su tercer anillo, decidió que el momento de colocarlo en su mano había llegado. También necesitaba enterarse de todo aquellos que decían los guerreros squibs, que cada vez se encontraban más cerca.

 

—¿Cómo crees que se llame este anillo? ¿Tuviste la oportunidad de leer las hojas del libro, antes de comenzar la clase? —cuestionó con curiosidad, sin perder de vista a sus enemigos— ¿Crees que estemos en peligro? ¿Qué te gustaría hacer? —finalizó.

 

Mientras tanto, su mirada se desvió a la Pirámide del Sol, una majestuosa construcción que se cernía a algunos cuantos cientos de metros de ellos. En la parte superior, se podía apreciar la figura de un mago, el cual era conocido en ese sitio como un sacerdote y algunas otras personas, ataviadas de manera humilde, ¿serían sacrificios humanos? Pregunta, a la cual no tenía una respuesta.

Editado por Mia Black Lestrange
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Las cosas se iban poniendo interesantes poco a poco. A medida que Arcanus utilizaba aquellos extraños anillos, Mia le iba explicando sus funciones. Le pareció interesante el hecho de poder predecir con algo de antelación quienes eran sus enemigos, puesto que si lo sabía podría idear alguna estrategia en lugar de ser sorprendido por el ataque. Viéndolo de ese modo, no era tan inútil el anillo después de todo.

 

- No temo a las armas que ellos puedan tener. No se comparan con la magia en ningún aspecto y podríamos derrotarlos en un abrir y cerrar de ojos - Era cierto. Por más que fueran muchos más squibs y los superaran en número, derrotaros sería tan fácil como sacarle un dulce a un niño. Al parecer Mia no compartía las ganas de iniciar una pelea como Arcanus. Una mueca se dibujó en su rostro cuando ella decía que no necesitaba protección y que lo protegería a él, pero no dijo nada. Se limitó a seguir las indicaciones y se colocó otro anillo.

 

De pronto todos los sonidos cercanos se amplificaron de una manera extraordinaria. Arcanus podía escuchar lo que estaban hablando los Squibs a pesar de a aún se encontraban lejos. Realmente no fue algo que le sorprendiera demasiado. Veía esa habilidad más útil para una vieja chismosa que para un duelista.

 

- ¿Anillo de vieja chismosa? - Preguntó inocentemente reprimiendo una carcajada. Luego algo lo preocupó pero solo un instante. A decir verdad, solo había ojeado el libro, por lo que recordaba vagamente algunas cosas que le habían llamado la atención. Aunque no era el caso de esa habilidad.

 

- Puede ser que estemos en peligro, pero cuando tu quieras podemos hacerlos polvo a todos juntos - Las ganas de sacar la varita y lanzar hechizos cada vez eran más grandes. Solo necesitaba una razón para hacerlo y el permiso de su profesora claro. - Me gustaría estar contigo en una cena romántica o tal vez abrazados caminando por el bosque - Le respondió y sujetó su mano. - Si quieres puedes enseñarme tus anillos en un lugar más tranquilo - Mientras tanto los Squibs estaban muy cerca, a punto de atacarlos.

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Entendía el sentimiento de querer terminar con aquellos squibbs, sin embargo, no podían hacerlo porque podrían alterar parte de la historia de esa civilización y eso no se lo podía permitir, al menos de momento al ser parte del cuerpo de profesores de la Universidad, la cual pregonaba su neutralidad. Por lo que simplemente negó ante la insinuación dada por Arcanus.

 

—Sé que podrían caer en cuestión de segundos, pero esa no es la idea de esta clase… sino que aprendas a utilizar otras alternativas que nos ofrece la magia, en este caso los anillos y no… el anillo que recién te acabas de colocar es el de la escucha —explicó con un poco de paciencia—. El cual, te permite escuchar algunas conversaciones.

 

Al momento en que sintió como el castaño tomaba una de sus manos, soltó una carcajada, si sin duda el chico era todo un don Juan, que intentaba ligar a toda costa. Contrario a lo que este podía llegar a pensar, no se apartaría, porque ella también sabía jugar a esa clase de juegos y si bien, hacía tiempo los había dejado de lado por cierto mago holandés, lo bien aprendido nunca se olvidaba.

 

Ignorando un momento el riesgo inminente en el que se encontraban el cual a decir verdad, no era tan preocupante porque aún tenían algunos haces bajo la manga, por lo que acortó la distancia que lo separaba de su alumno, quedando a unos cuantos centímetros de sus labios, los cuales esquivo para acercarse a su cuello y subir hasta su oído.

 

—Es una lástima que tus deseos no se cumplirán, porque a mi no me gustaría ninguna de tus dos alternativas… —mirándolo a los ojos esbozó una sonrisa y se acercó un poco más— Así que deja de esforzarte, dudo que me convenzas siquiera de algo más que enseñarte los poderes del libro. —finalizó su explicación.

 

Alejándose de él, miró como los guerreros teotihuacanos estaban a escasos dos metros de ellos, levantó su varita mágica y siseó —Piensa en un Salvaguarda mágica —ordenó a Arcanus, mientras ella también lo pensaba y decía al mismo tiempo.

 

De tal manera, que la figura de la Black Lestrange, se había vuelto totalmente intangible, logrando que nadie más que su alumno pudiese verla, algo que era conveniente al menos de momento, porque segundos atrás de que el Gryffindor copiara su hechizo, la punta de una lanza de obsidiana había causado una pequeña herida en su brazo.

 

—El hechizo que acabamos de usar, te permite volverte por decirlo de alguna manera invisible y eso es un tipo de defensa poco común pero que podría serte de utilidad y aún nos queda un hechizo por que aprendas y es el que te podría ayudar a dejar de sangrar y que es bastante similar al episkey. —informó.

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Al parecer la idea de atacarlos no fue del agrado de Mia, quizás para no quedar mal ante los superiores de la Universidad o simplemente porque no quería causar algún mal. Arcanus bajó su varita algo desencantado pero en el fondo sabía que su profesora tenía razón, la idea de la clase era que él aprendiera a utilizar la magia de los libros. Podría acabar con todos sus enemigos, pero no aprendería nada y todo sería inútil. El joven volvió de sus pensamientos y se dio cuenta que Mia no había soltado su mano.

 

De pronto la joven se acercó, dejando sorprendido al Initié, cuando la tuvo a centímetros de sus labios. Cuando estuvo a punto de hacer un ademán para besarla, la chica se movió hacia su oído y susurró algunas palabras. Arcanus se sonrojó levemente, más que nada por el hecho de que la joven no se hubiera sentido intimidada ante sus intentos de coqueteo. Pero algo le había quedado claro, era inútil seguir insistiendo y lo mejor sería concentrarse para, de una vez por todas, aprender esos encantamientos.

 

Arcanus prestó atención a los enemigos que se acercaban y a las instrucciones que Mia le daba. De pronto, para sorpresa del joven, la mujer se hizo intangible, como si se tratara de un fantasma. Tan sorprendido quedó el joven que tardó un poco más de lo esperado en pensar en la Salvaguarda mágica y una lanza alcanzó a herir su brazo, pero inmediatamente pasó de largo a través de su cuerpo. ¡Por fin un hechizo que valía la pena aprender! Mia alcanzó a explicarle el funcionamiento.

 

- Veo que es un hechizo muy útil. Me encantará ponerlo a prueba en un duelo - Arcanus seguía intrigado por ese hechizo de curación. Se miró el brazo y aún seguía sangrando. Si bien no era una herida grave, era bastante molesto. ¿Acaso ese hechizo era mejor que un Episkey? El joven se limitó a mirar a su profesora, ansioso por aprender ese nuevo tipo de curación.

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