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Artes Oscuras & Maldiciones


Valentina Ricci Yaxley
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Casi no se podía creer que estuviera allí, entrando en un aula del Ateneo de Conocimientos, pero esta vez como una profesora más del claustro. Retomar la docencia era una de los propósitos del nuevo año que Valentina se había propuesto. Aún le costaba creer que habían aceptado su solicitud y que, un mes después, fuera a recibir a su nueva tanda de alumnos. Y no solo eso, sino que en esa primera lección no estaría sola. La resaca post navideña había provocado que el alumnado diezmara en enero, por lo que tendría que compartir el lugar con una compañera que no le caía nada mal. Un alivio, sí, pero también un reto, si es que pretendían enseñar lo mismo para dos asignaturas individuales.

—Año nuevo, vida nueva... —susurraba por el pasillo.

El aula elegida se encontraba en el sótano. Apenas entraba luz solar por los diminutos ventanales. La poca luminosidad, sumada al tono oscuro de las paredes y a los extraños artilugios distribuidos por las estanterías provocaban inevitablemente un ambiente de lo más lúgubre. La muchacha avanzó, dirigiéndose hacia el escritorio principal para situar una segunda silla tras el mismo. Deslizó un dedo por la robusta pieza de madera de caoba.

—Al menos, está limpio —sacudió sus finos dedos.

Acomodándose en el respaldo, sacó de su bolsa el pergamino que le había entregado Niko. Tuvo que encender un par de antorchas con un golpe seco de varita para poder distinguir las palabras. Con la debida luz, se podían leer los nombres de los alumnos, los cuales ya habían sido avisados mediante lechuzas:

@@Matt Blackner

@@Ashura Lestrange


La cara de Valentina fue totalmente de sorpresa al leer el nombre de su amiga Ashura en la lista. Además, ella venía precisamente a recibir lecciones sobre Maldiciones. Esperaba que su amiga quedara satisfecha al final del día.

Colocó unos cuantos libros por el lugar y esperó acompañada de su vaso matutino de café. Tan solo faltaba que @@Candela Triviani llegara a tiempo para recibir a los chicos.

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Llegó casi corriendo al aula en la que la esperaba su compañera, suponía que había sido ella quien se encargaría de avisar a los alumnos que tenían, de otro modo estaba demasiado atrasada. ¡Tenía un atraso! Bueno, no de los de ese tipo, que si era de esos le daba un ataque. Es que, traten de imaginar un bombo en su anatomía con esa particular personalidad suya. No, no llegaría a término.

 

Se detuvo, en seco, en la puerta del aula seleccionada por Valentina y elevó el índice para pedir un poco de tiempo y así tranquilizar a su agitada respiración. Ya, que iba tarde, entonces por eso estaba tan agitada. Que ya dijimos que llegó casi corriendo.

 

Pensé que no llegaba... Te lo juro... ―respiración entrecortada.

 

Sacudió su ropa, el clásico vestido digno de una callejera, y fingió acomodar su desordenado cabello, el cual llevaba suelto. Estaba acostumbrada, tenía años con el mismo aspecto y se sentía mucho más cómoda que con los elegantes trajes que conservaba en su ropero.

 

Típico de un Yaxley. ―se quejó mientras arrastraba los pies, carentes de calzado, al interior de la habitación.― Eligen un ambiente casi siniestro para este tipo de cosas. ¿Algo con más luz, no? Me pone el ánimo de los pelos. ―simuló tener escalofríos y medio le sonrió.― ¿Qué tal?

 

La Triviani acomodó su trasero sobre el escritorio e hizo aparecer un libro en sus manos. Tenía una ligera idea de qué tomaría a su alumno, mas le costaba imaginarse la situación. Tendría que esperar a que llegara a la Universidad.

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~ Mosquito ~          Ianello 

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Había recibido la carta del Ateneo un par de días antes del inicio de las clases. Me había decidido a tomar un nuevo conocimiento, ya que en realidad, un poco más de saber nunca venía mal.

 

Asi que aquella mañana me levanté, y tras una rápida ducha elegí un atuendo cómodo: pantalón negro, camiseta gris y un jersey de color negro, unido a mis deportivas de color rojo. Tras tomar un rapido desayuno, me colgué la bandolera al hombro y abandoné la Potter Black. Tenía curiosidad por aquella clase, asi que una vez llegué a la academia, revisé la nota qeu me había mandado la profesora.

 

EN lugar de dirigirme hacia el lago, como solía hacer cuando impartía mis clases de Transformaciones, me interné por los pasillos del Ateneo, buscando la escalera que descendía hacia el sótano. Alli di con un aula con la puerta entreabierta. Llamé tres veces antes de asomar la cabeza, y tras una mesa, observé a dos mujeres.

 

- Hola, soy Matt Blackner. - saludé. Aquella sala, que contaba con unas pequeñas ventanas, y paredes oscuras, había obligado a encender unas antorchas para poder ver algo entre la negrura, de forma qeu todo quedaba iluminado entre una tenue penumbra. - Busco a la profesora @@Valentina Ricci Yaxley para la clase de Artes Oscuras

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Tensa, se sentía tensa después de haber recibido la notificación de que su clase en la universidad había sido abierta, la lechuza que habían enviado se había desviado un poco del camino lamentablemente. Esperaba llegar atiempo aún, no quería volver a perder el conocimiento. No más, al menos esperaba no tener más lechuzas perdidas en el transcurso del día. No era su estilo llegar tarde a sus ocupaciones, pero aquella vez había ocurrido un percance que ni ella misma habría podido evitar.

 

Caminó hasta el aula que tenía marcada dentro del mensaje que había recibido. No sabía si sentirse nerviosa o no por lo que le esperaría en la clase. Respiró hondo antes de tocar la perilla de la puerta y entró mostrando la mejor seguridad que pudo.

 

Dentro ya se encontraban las dos profesoras que se encargarían de impartir los conocimientos, para su sorpresa, una de ellas era una de sus mejores amigas, lo cual la relajó un poco e hizo que la tensión se le bajara un poco, incluso se había alegrado de ver a Val como su instructora, pero sabía que debía mantenerle respeto como tal y no perdería los estribos con ella, pero la otra...

 

Cande, se trataba de Candela, esperaba encontrarse a todos menos a ella, su ex madre. Esperaba que aquello no le ocasionara algún problema. Se incorporó para saludar a los presentes.

 

- Hola, soy Ashura Lestrange, me presento para la clase de conocimiento de maldiciones - Soltó, aún sin saber muy bien qué decir.

 

 

@@Valentina Ricci Yaxley @@Candela Triviani

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Candela dejó la lectura, en la parte más emocionante, para prestarle atención al recién llegado. Esbozó una media sonrisa al notar que se trataba de su propio profesor de Transformaciones y tenía curiosidad por si él la recordaría como tal; mas guardó silenció y se obligó a esconder esa mirada de picardía que tantas ganas tenía de dedicarle a Valentina, su compañera. Ah, es que Matt Blackner parecía haber confundido un poco a las docentes.

 

― ¿Qué tal, Matt? ―saludó como quien no quiere la cosa― Yo soy Candela Triviani, y seré tu profesora de Artes Oscuras.

 

Se moría por agregar algo más, y lo hubiese hecho de no ser por la entrada de Ashura. ¿Es que esa niñita la estaba persiguiendo?

 

Vaya fanatismo... ―sus palabras sonaron casi ahogadas, ininteligibles, así que devolvió la mirada gris al chico.― Vale, sé que ha sido normal confundirse. Después de todo, ha sido ella quien ha enviado la lechuza, pero eso es porque le encanta estar de entrometida. ―bromeó y le guiñó un ojo a la Yaxley.― Por favor, toma asiento, empezaremos con algo muy básico.

 

La Triviani fijó la vista en su alumno, mientras éste le hacía caso, evitando por todos los medios de mirar por el rabillo del ojo a lo que hacía la Black Lestrange. Dejó escapar un silencioso suspiro y se rascó la nuca; no le gustaba, pero para nada, la sensación de tener quinientos ojos sobre ella. Se sentía tonta, un poco, estaba allí para impartir una clase, no para preocuparse por la presencia de quien, alguna vez, fue su hija.

 

― Cuéntame, Matt, ¿alguna experiencia con las Artes Oscuras? Normal si me dices que no, pero estaría bueno saber cuánto puedo pinchar.―no, esa no era una buena primera impresión― Digo, quisiera saber qué tanto estás enterado de este "tipo" de artes. ¿Qué opinión te merecen las, llamadas, Artes Oscuras?

 

Esperaba que respondiese rápido, tenía ganas de salir de allí. Ansiaba la famosa excursión, de la que ya había hablado con Valentina.

 

 

@@Matt Blackner

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Unos pasos acelerados retumbaron por el pasillo captando la atención de Valentina. La intensidad del ruido fue creciendo hasta que, finalmente, la figura de Candela Triviani apareció bajo el marco de la puerta. Se notaba que llevaba corriendo en spring un ratito, ya que tuvo que esperar a que recobrara el aliento para saludarla.


No te preocupes, mujer ―hizo un gesto con sus manos para indicarle que se relajara―. Ni siquiera ha llegado el primer alumno, puedes estar tranquila. Yo ando bien, unas navidades tranquilas, ¿y tú? Espero que igual ―sonrió.


Candela tomó asiento y sacó un libro para amenizar la espera. Apenas llevaba unos minutos leyendo cuando un chico se presentó allí. Matt Blackner, miembro también del claustro de la Universidad, al cual conocía de vista por haber coincidido alguna vez por la ciudad. Siempre le había parecido muy enigmático ya que nunca habían pasado de la típica conversación baladí entre dos personas que no se conocen, y aquello le daba un punto interesante. Era bastante reconocible por su altura. De hecho, su cabeza quedaba bastante cerca de la parte superior de la puerta. Valentina esbozó una sonrisa simpática tras oir su comentario.


Me encantaría tenerte de alumno, pero me temo que la especialista en Artes Oscuras es ella ―señaló a Candela―. Aunque bueno, si te sirve de consuelo, te diré que más o menos vamos a compartir el mismo espacio para las actividades ―bromeó.


Finalmente la verdadera alumna de Maldiciones hizo acto de presencia. No solo tendría con la Lestrange una relación de docente-alumno, sino que se trataba de una de sus mejores amigas y la hermana de su prometido. Un perfil perfecto para que cualquiera dijera que si le daba notas sobresalientes a la asiática sería por favoritismo, así que intentaría mostrarse lo más imparcial posible.


¡Ashura! ―exclamó―. Qué alegría me da que vengas a tomar mi clase ―se acercó y colocó la diestra sobre su hombro con amabilidad―. Venga, pasa, no te quedes tan fría ahí esperando.


Notaba algo extraño en ella, pero no quiso darle mayor importancia. Candela ya había empezado con el típico cuestionario de evaluación para comprobar cómo andaba el profesor de Transformaciones en una materia que no era la suya, así que procedió a hacer lo mismo con su pupila.


Prometo no ser muy aburrida, prefiero las clases prácticas a las magistrales. Pero antes, me gustaría hacerte unas preguntas ―volvió a su asiento―. Sabemos que una maldición no es más que una rama de las Artes Oscuras, de ahí a que, aprovechando que vamos sobrados de aforo, estemos compartiendo la actividad. Así pues, las maldiciones son hechizos que afectan negativamente a la persona afectada, ya puede ser directamente lanzado hacia la persona o bien introducido en un objeto o entorno. Por supuesto, las hay desde las más tontas, capaces de ser usadas por alumnos de los primeros años de Hogwarts, o bien otras más complejas que pueden llegar a ser mortales ―pausó―. Dime, ¿podrías ponerme algún ejemplo de objeto maldito con sus efectos? ¡Ah! Y también... ¿cómo te beneficiarías tú de las Maldiciones?


Verdaderamente le hacía gracia la situación. Dos mortífagas dando clases de esas asignaturas y "casualmente" recibiendo a gente del bando a ser instuidos.



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MIré a las chicas. Con Valentina me había cruzado en el claustro en alguna ocasión, sin contar los típicos encuentros por el Callejón y Ottery, pero nunca más allá de un saludo y un cruce de miradas, mientras que, en cuanto me fijé un poco más, caí en la cuenta de que @@Candela Triviani había sido mi alumna en otra ocasión.

 

Curioso como los papeles podían cambiarse en según que momentos.

 

Aunque había confundido a las profesoras, y en mi caso, quién me enseñaría era Candela. Me llevé una mano a la cabeza, riendo levemente, notando que me subía el calor a la cara. Pero la llegada de la alumna de Valentina hizo qeu aquel pequeño momento de bochorno se pasase, asi qeu me adentré en la clase, tomando asiento para entablar conversación con mi profesora.

 

Me llevé una mano a la barbilla, pensativo. Conocía las Artes Oscuras, no las había practicado en profundidad, pero la había combatido y sufrido en mi propio ser.

- Bueno...me he enfrentado a las Artes Oscuras, y he sufrido sus consecuencias. Se que puede decirse que se divide en tres partes: la cría de criaturas prohibidas, el uso de pociones y venenos, y los propios hechizos. Son peligrosos, algunos se descontrolan fácilmente y muchos se basan en los propios sentimientos oscuros de cada persona...como el cruccio, que causa mayores efectos si de verdad deseas hacerlo. Es como si alimentaras el hechizo con el odio. - me encogí de hombros. - Soy curioso, y creo que para poder combatir algo y defenderte debes conocerlo bien.

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A decir verdad, no estaba tan sorprendida de que Val fuera la encargada de darle el conocimiento, de hecho, estaba completamente complacida, sabía que la ambición de su amiga era dar clases en la academia y para empezar: ¿Porqué no habría ella de estar ahí? Tenía todo el talento y las habilidades necesarias para estarlo. Esbozó una sonrisa ante la euforia de su ahora maestra. Sabía que al ser amigas, muchos pensarían que podría haber algún favoritismo si no aprobaba el conocimiento con lo mejor que ella tenía y eso sería lo que haría en aquella ocasión, estaba completamente decidida a demostrar lo contrario a cualquier tipo de favoritismo.

 

- Bien, si mi memoria no me falla, el collar de ópalo puede ser un ejemplo, tal vez algo común, pero demasiado poderoso en sus efectos, se de buena mano, que puede causar muerte instantánea con solo tocarlo un momento - Recitó, intentando lo más posible de evitar que sonara como si hubiera estado tratando de aprenderlo días anteriores. Suspiró. Observó de reojo el otro lado de la habitación, al parecer todo iba bien para todos, al menos hasta el momento.

 

- No creo que la clase se torne aburrida, al contrario, me parece que será algo emocionante e interesante, se que puede enseñarme muchas cosas que aún desconozco profesora - Dijo mientras le guiñaba un ojo a Val en señal de respeto, sabía que ella entendería aquella respuesta.

 

@@Valentina Ricci Yaxley

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Escuchó a Matt con la concentración dibujada en su rostro, y al término de las palabras de éste, en su frente se dibujó una fina línea. Dirigió la mirada a un costado, como si estuviese tratando de elegir las palabras adecuadas para responder a cada una de sus palabras, sin sonar demasiado chocante. Candela se caracterizaba por tener una peculiar forma de decir las cosas, ese lado directo suyo, muchas veces le jugaba en contra ya que el tono que usaba, generalmente, no era el adecuado.

 

Así pues, e ignorando que se encontraba en la misma habitación que Ashura, cruzó las manos y dio unos cuantos pasos alrededor, como paseándose.

 

― Para poder combatir algo y "defenderte", ―dibujó las comillas con sus dedos― además de conocerlo, debes entenderlo. Aquí es cuando entro en desacuerdo con muchos de los conceptos que tienen hoy en día, los magos y brujas. Es algo que voy a repetir siempre, hasta que se les ocurra quitarme de la docencia porque creen que confundo los principios morales de la comunidad mágica.

 

Se encogió de hombros mientras le dedicaba una enigmática sonrisa.

 

― Y para que quede en claro, primero te pediré que tengas la mente abierta a todas las posibilidades y todo con lo que te puedas encontrar. ―suspiró mientras relajaba la postura y se quedaba frente al muchacho― No existe tal cosa como Artes Oscuras. Hasta cierto punto debo decir que sí, sino... Como que no tendría este trabajo, ¿cierto? ―guiñó un ojo― Son Artes Mágicas, simple y llanamente.

 

Era el mismo discurso, pero lo ameritaba. Además, no se sentía una completa idi*** cuando se lo decía a personas diferentes.

 

¿Por qué crees que son criaturas prohibidas?¿Por qué se descontrolan? Y allí me das parte de la razón, no son "muchos". Son todos. Las Artes Oscuras "existen" porque un i****** cualquiera se le ocurrió usar la magia a su favor y en malos términos. ―y una de esas imbéciles, era ella misma, pero no podía decirlo, ¿o sí?― El fin justifica los medios, es sólo la forma de aplacar un poco la consciencia. ¿Cierto?

 

Respiró hondo y observó a Valentina. Era hora de marcharse.

 

― Vale, iremos de paseo. ―sacó del bolsillo de su vestido una piedrecilla, a la que convirtió en traslador.― Nos vemos del otro lado, Yaxley.

 

Le dio el traslador a Matt y ella desapareció con él.

 

*****

 

El frío calaba sus huesos y escondió el rechinar de sus dientes con una tos fingida. Había olvidado resguardarse del clima allí y se arrepintió de no llevar una capa de viaje. Se cubrió nada más que con una fina manta que había alcanzado a agarrar antes de desaparecer del salón de clase. Se aferró a ella como si no existiese más nada en la vida, que el abrigo.

 

Candela miró a ambos costados para cerciorarse de que Matt se encontraba con ella y, cuando lo comprobó, le señaló un enorme galpón. Alrededor había sólo pasto seco y mucho frío.

 

― Puedes no creerlo. ―le avisó a su alumno.― Pero aquí hacían sus experimentos los nazis. ―intentaba calentar sus manos con su propio aliento.― Esperaremos a que llegue Valentina.

 

@@Matt Blackner @@Valentina Ricci Yaxley

Editado por Candela Triviani

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Miré a @@Candela Triviani mientras comenzaba su explicación. Me pedía mente abierta, a lo cual asentí ligeramente. De no tenerla, no habría elegido aquella clase. Para ella, las Artes Oscuras, como tal, no existían, sino solo las Artes Mágicas. Aquello que lo convertía en oscuro y prohibido era el hecho de que ciertos magos y brujas las hubieran escogido para conseguir su propio beneficio, causando el mayor daño posible a los demás para lograr sus oscuros fines.

 

Eso es lo que las hacía más peligrosas en mi opinión.

 

Tomé la piedrecita qeu me tendía tras haberla convertido en traslador. Sentí un ligero tirón en el estómago, y tras unos instantes de giros confusos, aparecimos en una gran explanada de hierba seca. El clima era mucho más frío, como comprobamos al observar qeu el vaho se condensaba ante nuestros ojos.

 

Observé el gran edificio ante nosotros, que según me dijo, había sido utilizado por los nazis para sus experimentos. Algo terrible, infame...imperdonable. Pero si mirabas un poco más, frente al que parecía el edificio principal, había otras edificaciones de ladrillo marrón, simples y similares, aunque de menor tamaño.

 

Mientras miraba el humo de nuestras respiraciones, pensaba. era cierto, no solo basta con conocer, debes entender, incluso a veces, sentirlo en ti mismo. Solo asi llegas a dominar un arte, y ese era mi fin en todo lo qeu emprendía.

 

Alargué la varita hacia Candela y la agité, murmurando un morphos, que transformó la fina manta que la profesora utilizaba para cubrirse en un cálido abrigo de color claro, forrado de piel de borreguito en su interior. Sonreí ligeramente y volví a guardar la varita.

- Creo qeu cualquier hechizo podría llegar a considerarse oscuro, ya que en parte depende del uso real que quiera darle su usuario. - dije. - Si utilizas una criatura, una poción o un hechizo para causar daños, es el mago quien lo convierte en algo perverso, no su propia naturaleza.

Editado por Matt Blackner

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