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Prueba del Libro de los Druidas


Badru
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La bruja estaba lista, no había más tiempo que perder. Abrí sin problemas otro portal y la invité a que cruzara con un simple movimiento de mi brazo, esperando dejar aquel sitio para encontrarnos en un escenario que desafiaba el mismo tiempo: no viajábamos al pasado, ni al futuro, sino a un limbo que apenas y comprendería si le llegase a explicar.

 

Esperé pacientemente a que se acomodara frente a mi con la varita en alto, indicándole que dejaríamos de practicar con estatuas y se enfrentaría conmigo, al fin. No estábamos para más juegos, ella ya conocía el riesgo de aquel entrenamiento.

 

- Flechas de fuego...

 

sin más, unas hermosas lenguas de fuego salieron de la punta de mi varita para impactar sobre todo su torso si no se defendía y, como era de esperarse, no sería el único ataque que recibiría. en aquel páramo desolado, negro como la noche, del suelo estarían saliendo cada cierto tiempo llamaradas que amenazarían con lastimar su delicado cuerpo si es que no se defendía en tiempo.

 

La prueba final había comenzado.





Off:

Badru vs @

 

  • En cada posteo, el aprendiz del libro de los druidas deberá defenderse de las llamaradas de fuego que salen del suelo para atacarla. Estos hechizos se considerarán rolísticos únicamente.
  • Nos guiaremos por las reglas básicas de duelo.
  • Los hechizos permitidos serán de neutrales graduados más los correspondientes de libros hasta el Libro del Druida.
  • Pasados tres días de la apertura de la prueba sin respuesta del aprendiz, se considerará abandono y suspenderá la clase.
  • Pasadas 24 Hrs sin respuesta al duelo, los ataques del enemigo se considerarán impactados.
  • Pasadas 48 Hrs sin respuesta al duelo, se considerará abandono y el alumno suspenderá la clase.
  • Dudas en el topic correspondiente.
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Cuando se encuentra a sí misma de pie frente a Badru, se siente lista. No puede decir que ganará el enfrentamiento... pero se atreve a pensar que será, cuando menos, una contrincante decente. Sí, quizás se gane alguna cicatriz extra, pero permanecerá de pie y el guerrero deberá admitir que es una bruja preparada para usar libremente aquellos poderes. Alza la varita con determinación y adelanta el pie derecho al izquierdo, una pose que le hace pensar en sus prácticas con la espada. Aquella postura puede fácilmente adaptarse tanto a la defensa como al ataque.

 

Aquel páramo infernal está desolado. No hay ningún objeto aprovechable para la batalla, lo cual es tanto una bendición como una maldición. Supone que es adrede: para enfocarse en los hechizos que están practicando.

 

Badru realiza el primer movimiento. Madeleine observa cómo unos filamentos de fuego salen de su varita y recorren rápidamente la distancia que los separa, unos siete metros.

 

¡Ignea! —la lluvia de polen del lirios de fuego cae sobre Madeleine, siendo absorbida por los poros de su piel y las fibras de su sencillo vestido gris. No sólo aquello la protege del ataque del guerrero, sino que la protegen cuando el fuego se alza desde el suelo bajo ella y la rodea. Aquella no es una coincidencia: tiene que tratarse de otra trampa de parte del instructor... Como si de por sí aquel enfrentamiento no fuese lo suficientemente desafiante.

 

Tiene que estar alerta. Sabe que sucederá de nuevo.

 

En el duelo, trata de concentrarse en neutralizar al guerrero más que lastimarlo, y así poder desarmarlo. De modo que cuando alza la varita hacia Badru, conjura para sus adentros un encantamiento que provoca que de su varita salga una fina arena. Ésta vuela casi imperceptiblemente a través del aire, alcanzando los ojos del guerrero, cegándolo inmediatamente. Así, no sólo no podrá realizar muchos ataques, sino que no podrá prever los de ella.

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Era una fortuna que la aprendiz estuviera atenta a los conjuros, dándome el tiempo perfecto para poder molestarla un poco con un simple efecto que me daría un respiro en aquel enfrentamiento.

 

- Cinaede.

 

Alrededor del cuerpo de la bruja se creó un gas venenoso que, al instante, penetraría en sus vías respiratorias, cortándolas, para pasar después a su sangre... todo esto en un corto periodo de tiempo si es que no hacía algo para defenderse de aquel conjuro. Mientras tanto me cegaba una fina arena, del mismo libro con el que yo la atacaba, por lo que simplemente pronuncié unas palabras en un susurro.

 

- Cantar de Eleboro.

 

En seguida mi vista se recuperó y todos mis sentidos se agudizaron en el momento, agradeciendo el movimiento de mi contrincante mientras veía como respondía en aquellos momentos.

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Comienza a sentir una extraña opresión en su pecho, que comienza a dificultarle la respiración. Por supuesto, el haber escuchado con claridad el hechizo realizado con su contrincante lo vuelve fácil. Conoce muy bien cómo funciona, por lo que controla perfectamente la ansiedad provocada por la falta de oxígeno. Aprovechando que todavía puede hablar, aunque sea con dificultad, alza la varita mágica hacia el guerrero y la agita con determinación. Es consciente de que parece un espejo, pero no encuentra otra opción. No está segura de poder encantar la armadura del mago y en el terreno no hay nada que pueda usar a su favor; además, un ataque a distancia podría ser fácilmente evitado.

 

En voz baja, con el rostro enrojecido por el esfuerzo, conjura un cinaedae. De la misma forma que le sucedió a ella, un gas invisible, lo sabe, aparece alrededor de Badru, buscando penetrar en sus vías respiratorias para envenenarlo.

 

Sin poder soportarlo más (además, soportarlo más podría ocasionarle serios daños), vuelve a agitar la varita mágica y conjura para sus adentros un hechizo. Ésta vez, el encantamiento actúa despejando sus fosas nasales y permitiéndole respirar con normalidad nuevamente. Sin embargo, por el alto poder mágico del guerrero, sabe que todavía no está completamente curada.

 

De repente, el enfrentamiento se ve interrumpido por un ligero temblor que sacude la tierra. Madeleine adivina qué es lo que sucederá. Nuevamente, como hizo anteriormente, invoca una lluvia de polen de lirios de fuego para que caiga sobre ella. Le está cansando realizar el mismo movimiento ya por tercera vez, pero no tiene otra opción. A través de las llamas que surgen del suelo, que la abrazan sin ocasionarle el menor daño, puede ver al guerrero, muy tranquilo, sin verse afectado por el fuego. Aquello la hace sentir todavía más segura de que es él el que la está fastidiando con eso.

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Un simple anapneo no verbal me quitó los efectos del cinaede que me acababa de lanzar la joven bruja ya que, debido a su nivel mágico, no alcanzaba a realizar más daño. Obviamente después de ello alcancé a ver como tragaba aire de golpe dándome a entender que también había realizado la primera curación necesaria para regresar su concentración hacia mi persona y a nuestro enfrentamiento.

 

Debía de continuar, no podía dejarle el camino tan fácil.

 

La arena del hechicero actuó al instante sobre Madeleine, cegándola por completo para regresarle un poco de los efectos que había logrado causar en mi persona, aunque en realidad no le veía mucha dificultad en esos momentos para que se librara de ello, simplemente la limitaba en sus ataques al concentrarse en curarse de aquellos que estaban impactando en su cuerpo.

 

Todo indicaba que aquella mujer estaba en alerta, dándose cuenta de que las llamaradas que aparecían en el lugar realmente no me afectaban, algo que podría mejorar su estrategia en aquel enfrentamiento. O quizás no, tendría que esperar su respuesta.

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Mientras el guerrero actúa el contra del cinaedae, Madeleine levanta la varita mágica hacia él:

 

¡Sectusempra!

 

Cuando el hechizo sale de su varita mágica, rumbo a las costillas descubiertas de Badru, un encantamiento actúa sobre sus ojos, cegándola al instante. Sin embargo, a esas alturas, su hechizo ya está muy bien dirigido a su objetivo. Es sólo cuestión de tiempo para que las heridas sangrantes se abran en el torax del guerrero, obligándolo a sanarse a sí mismo para mantenerse con vida. No suele usar magia tan "violenta" pero, nuevamente, sabe muy bien que él sabrá lidiar con eso. En realidad, no aspira a ganarle, sólo a demostrarle que puede darle problemas.

 

Nuevamente, alza la varita mágica. El simple conocimiento de que el mago está allí, en el campo de batalla, es suficiente para que la maldición funcione. Para sus adentros, se concentra en Badru y lo maldice con todas sus energías. De esa forma, cual sea el hechizo que pretenda hacer a continuación, será pronunciado incorrectamente y, por lo tanto, no será bien realizado.

 

Además, piensa en una curación, que termina de sanarla del cinaedae de Badru.

 

Cuando baja la varita, cegada, vuelve a sentir aquel temblor bajo sus pies. Aquel es un patrón, así que es obvio lo que tiene que hacer. Alza su varita mágica sobre ella misma y hace que una lluvia de polen de lirios de fuego la bañe. Unos momentos después, siente las lenguas de fuego, haciéndole cosquillas por todo el cuerpo pero sin dañarla.

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Había preferido realizar una ofensiva en vez de crear una defensa aquella mujer, algo que no me causó mayor preocupación debido a que los movimientos estaban bastante definidos como para darle una oportunidad de ser una amenaza en aquel enfrentamiento; por ello es que simplemente realicé un salvaguarda mágica volviéndome intangible por lo que el sectusempra simplemente me traspasó sin causarme algún daño considerable.

 

Miré con curiosidad el rostro de Madeleine, intentando descifrar lo que ahora estaba realizando debido a que el veneno de mi cinaede seguía afectando su cuerpo, se estaba tardando demasiado en curarse de aquel hechizo y entendí que seguía mandando sus ofensivas en mi contra. Curioso.

 

Una simple invocación de flechas de fuego fue más que suficiente para finalizar mis movimientos, una invocación no verbal que simplemente atravesarían la distancia que nos separaba para impactar de lleno sobre su torso; lamentablemente estaba cegada por mi anterior conjuro, el polvo de huesos, y al no pronunciar palabra alguna no sabría que estaba realizando como contra ataque, no tendría tiempo para salvarse de todo.

 

Solo debía de esperar a que la aprendiz simplemente cayera malherida en frente de mi, no esperaba más.

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No alcanza a ver qué sucede. El guerrero, a sabiendas de que Madeleine está ciega, probablemente esté manteniéndose callado a propósito. Ah, lo sabe, porque es lo más lógico. Ya que no piensa, de momento, malgastar tiempo y energías en acabar con la ceguera (pues sabe que pronto, el hechizo pasará por sí solo) agudiza el oído (lo cual, quizás, se facilita al tener el anillo indicado en uno de los dedos de su mano derecha). Cualquier humano se quejaría cuando los cortes comenzaran a abrirse en su pecho... pero no oye nada; en cambio, puede escuchar un impacto en la tierra árida de aquel páramo. No está segura de cómo, pero Badru ha evitado aquel rayo de energía. Y tiene que estar a punto de atacarla.

 

Es un reflejo. Con la varita firmemente empuñada en su mano, puede sentir cómo su cuerpo parece hacerse más ligero, tras conjurar un encantamiento del Libro de la Fortaleza. Se abraza a sí misma, aunque en realidad aquello no hará ninguna diferencia. Unos momentos después, puede sentir de nuevo el peso de sí misma por encima del suelo.

 

No le preocupa no ver a Badru, puesto que no piensa en atacarlo. Hay cosas más importantes. Piensa en un episkey, para contrarrestar de forma definitiva los estragos del cinaedae del guerrero. Poco a poco, su visión se aclara.

 

Distraída por el re-descubrimiento de la visión, aquel temblor bajo sus pies la sorprende. Sabe que no le dará tiempo de protegerse contra las llamas; la invocación tardaría ya demasiado. Así que, en cambio, su mano libre rodea el amuleto volador que cuelga de su cuello; las alas de plata se iluminan de inmediato. Sabe que no puede volar en realidad, pero le sirve. Extiende los brazos y salta hacia un lado; con el amuleto, el impulso es mayor, de modo que puede evadir fácilmente las llamas que se elevan del suelo. Tras aquel breve planeo de un par de metros, aterriza con ligereza. En realidad no se ha alejado mucho de Badru, está a la misma distancia que antes sólo que a un costado.

 

No ha logrado dañar al guerrero, pero por lo menos está ilesa, ahora.

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