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Runas e Historia


Orión Yaxley
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Orión levantó levemente la cabeza de un escritorio de madera. Tenía una cara devastada y por poco y no cerraba un ojo a la vez. Tenía los cachetes rojos, al igual que sus ojos. Bolsas debajo de los mismos mostraban el poco descanso que había tenido. Se rascó la barba de varios días, completamente desalineada. Apoyó la frente sobre la mano y trató de masajearse la cabeza. Se le estaba partiendo.

Salir de fiesta después de los treinta significaba una semana de reposo total para volver a ser “persona”. El problema, era que el patriarca Yaxley poco tenía de responsabilidad con él mismo frente a ese tipo de situaciones. Por esa razón soltó un pequeño quejido. No podía entender cómo es que había llegado a ese punto. Reconocía vagamente el lugar. Es decir, estaba en un aula, claro está. Se giró lentamente y vio el pizarrón. Abrió los ojos como platos, dejando sus iris azules perdidas en una simple oración.

 

To my future self: TEACH”.

 

Le palpitó el ojo izquierdo por un segundo. Se levantó de un salto y palpó su saco. Todavía lo llevaba puesto. Sintió la varita, primer alivio. Sintió su monedero Mocke, otro alivio. La noche había resultado un éxito, no había perdido tanto dinero y estaba todo en orden. Sentía todavía el rap progressive de Kendric Lamar que lo había hecho bailar hasta no entender más nada de la vida en el barrio bajo de Hackney.

 

Sacó su varita y tocó su cabello dos veces, luego la ropa. Tenía que sacarse el olor a cigarrillo y sustancias ilegales varias. No quería que lo metieran preso. Bueno, al menos no por eso. Sacó su se té de su monedero y preparó una mezcla de Earl Grey con lavanda, como para desayunar. Quitó el mensaje del pizarrón y se sentó nuevamente. Puso sus Dr. Marteens en el borde del escritorio y esperó a que el agua entrara en ebullición.

 

- ¿Realmente quiero que la clase sea como antes?

 

Bufó un poco frustrado. Le gustaba hacer cosas difíciles, pero hasta el momento había visto muy pocas personas usar las runas como realmente se esperaba. Poder consultar el futuro, o potenciar un hechizo con las mismas, era lo que siempre se saltaban. En definitiva, un desperdicio en las manos de cualquier inexperto. Vagamente recordaba que también se tenía que hacer cargo de la otra clase. Historia era más fácil. Bah, lo decía para sacarle mérito a su primo y tratar de meterse en sus nervios. No lo lograba tanto.

 

Capaz…

 

Se le ocurrió la mejor idea y sonrió con malicia. Sacó su set de runas.

 

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Jank Dayne siempre había odiado la Universidad. O al menos, desde que empezó a llamarse como tal y la mudaron al fin del mundo. No entendía con qué ánimo los estudiantes decidían por propia voluntad, luego de culminar la maravillosa experiencia que solía brindar Hogwarts, someterse al calor infernal del desierto, ser observado, criticado y juzgado por magos milenarios que ni siquiera los directores conocían en su totalidad y, por si fuera poco, pagar por ello. Aunque quizá la respuesta era la misma del por qué él estaba allí ese día, otra vez.


Pasó caminando apresuradamente por los pasillos sin siquiera subir la vista hacia ninguna dirección. Tenía la cabeza cubierta por la capucha del suéter más viejo de su armario y llevaba shorts playeros de los noventa, cosa que era mala idea si se tenía en cuenta la delgadez casi preocupante de sus piernas. No tardó en generar reacciones burlonas, asustadizas o curiosas, lo que no le pudo importar menos. Jamás se había dejado influenciar por nadie, no lo haría ahora que estaba viejo y más amargado que nunca.


La cabeza le explotaba. Por más que lo intentaba no podía recordar dónde había estado la noche anterior y, por el dolor de cabeza, debía haber sido un lugar divertido. Sabía que habían mujeres involucradas, puesto que de otra forma, no habría amanecido desnudo en una cama ajena repleta de prendas femeninas para el recuerdo. Tal vez, en su juventud, se habría embarcado en la búsqueda de las posibles brujas que le robaron el corazón por una noche; años después, agradecía que se olvidaran de él por sí mismas.


Entró al salón que le había indicado la carta cuya lechuza, como de costumbre, se había equivocado de apartado. Pensó que por la hora sería el último en llegar, pero no disimuló la cara de sorpresa cuando se percató de que era el primero. Nunca había sido así, por lo que lo tomó como un buen augurio. Fue cuando tomó asiento que recordó el rostro del profesor. Lo había visto en una clase de los Uzza, lo que se le hacía difícil era atinar cuál tantas clases fallidas. Solo le había pasado la vista por encima antes de abandonar la clase. Esperaba no repetir su adicción por el abandono repentino, al menos en esa oportunidad.


- Me inscribí porque no tenía nada qué hacer - dijo de repente, tratando de sonar lo más sobrio posible, aunque por el porte del hombre no dudaba que estuviera en las mismas - lo que me convenció fue que sería en un salón. No me imagino clase más aburrida que leer unas runas todo el día y tratar de interpretarlas. Creo que es lo que necesito.

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- ¿Qué estaba pensando el día que decidí unir estas clases? - El rubio no entendía cómo era que se le había ocurrido la brillante idea de dejar que Orión diera una clase de Runas e Historia de la Magia y solo. Además siendo uno de los alumnos él - Por favor no permitas que eso ocurra nuevamente - Le decía el DIrector a su elfo porque sabía que probablemente Orión había estado en una de sus fiestas y eso no sería una buena idea para dar una clase.

 

- Estaré pendiente - Le dijo su elfo mientras lo seguía por los corredores de la Universidad en busca del aula en la cual se llevaría su clase de Historia de la Magia. Le agradaba que fuera mezclada con Runas dado que era un conocimiento que había estudiado un tiempo atrás pero nunca estaba mal recordar algunas cosas o estudiar unas nuevas - Debes estar pendiente de todo. Solo puedes parar la clase si es algo urgente.

 

El elfo del Tonks se encargaba de asegurar que todo estuviera en orden mientras el Director estaba ocupado o en reuniones y esa no sería la excepción. El Tonks tenía mucho que hacer debido a la cantidad de clases de conocimientos que tenía que dar esos días y entre ser profesor y alumno no le quedaba mucho tiempo para realizar otro tipo de labores así que su elfo resultaba ser de gran ayuda para esos momentos.

 

- Hola Orión - El Tonks ingresó al aula sin dar mucho aviso y saludó al profesor que conocía bastante bien - Espero que lleguen pronto todos los alumnos o me aburriré - Tenía tantas cosas para hacer que no podía darse el lujo de esperar a más personas así que deseaba profundamente que todos los demás llegaran hasta el aula para dar inicio a la clase e iniciar el proceso de aprendizaje de un nuevo conocimiento mágico.

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Se distrajo por unos segundos viendo por la ventana. Cuando daba clases, Jank solía bajar todas las cortinas y usar luces mágicas para estimular el aprendizaje de los más chicos, sobretodo cuando impartía Leyes y tenía que batallar para que no se durmieran sobre los libros. Incluso una vez tuvo que lanzar un hechizo sobre un estudiante que, pese a las advertencias, se dispuso a dormir frente a sus narices, provocando la risa de los demás. La magia hizo que bailase sobre las mesas y no se quedara quieto hasta la puesta del sol. El recuerdo le sacó una sonrisa.

 

El sonido de la puerta abrirse lo sacó del ensimismamiento. Niko, su antiguo jefe y siempre compañero de la Orden, saludaba al profesor, lo que ayudó a Jank a saber el nombre de quien le enseñaría la materia. Por lo que dijo no pudo deducir si impartiría clases junto a Orión o si sería un alumno junto a él. Ambas ideas le resultaban alentadoras.

 

- ¡Eh, Niko! - lo saludó apenas dejó de hablar, haciéndole señas con los brazos - ¡hay lugar por aquí!

 

@@Niko Uzumaki

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No me hacía gracia el tener que volver a la universidad. Para nada, pero si quería seguir avanzando en mis estudios sobre todas las artes que estaba interesada, no me quedaba más remedio. Había sido avisada por medio de mi elfina, de que las clases pronto iban a tener lugar y bufé. Así que antes de que las primeras luces del alba, asomaran por el horizonte, arreglé los libros, plumas, tinta y pergaminos, que necesitaría para la clase de Runas Antiguas. Éstas siempre me habían parecido indescifrables así que esperaba al menos, poder comprenderlas un poco mejor.

 

Después de un baño relajante con espuma y un poco de cava en una copa, salí del cuarto de baño, me puse mis prendas interiores y me dispuse a ponerme mis prendas habituales, al menos, estaría más cómoda, aunque pareciese una vulgar muggle y no una poderosa bruja. Camiseta, cazadora de cuero, tejanos y botas de piel de dragón, además, de poner la varita en el bolsillo de la parte trasera del pantalón. Recogí el monedero de piel de moke, con todos los cachivaches de escritura y magia que necesitaría para las clases y los guardé en el bolsillo de la cazadora.

 

Até el pelo en una cola de caballo alta y cuando vi que el sol iba asomando por el horizonte tomé mi arma mágica y susurrando un 'fulgura nox' abrí el portal, que me llevaría directamente a la puerta de la institución académica. Con mis pesadas botas, me encaminé hacia el aula en dónde se impartirían las clases y cuando me fui acercando, pude escuchar algunas voces conocidas. Sonreí de medio lado. Al parecer, sería la única mujer en ese sitio.

 

Abrí la puerta y suspiré al entrar. Me fijé en que conocía a los presentes y con un deje de inclinación de mi cabeza, saludé a los presentes.

 

- Señores - dije con voz fuerte - me alegra verlos por aquí... Hola, profesor -dije, con educación mirando a mi tutor de Runas Antiguas.

 

Así que queriendo prestarle la debida atención al profesor que conocía bien. Me senté cerca de la mesa de Orión. Dejé mi varita mágica encima de la mesa y crucé los brazos, esperando a ver si venía más gente. Aunque parecía que, quizá fuésemos los únicos. Me sorprendió ver al director recibiendo tutorías. Sonreí, negando con la cabeza.

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Orión levantó sorpresivamente la frente cuando escuchó al primer alumno llegar. Se había vuelto a quedar dormido. Pasó su mano para limpiarse un poquito la baba y parpadeó rápidamente. Asintió ante la primera oración de Jank y cuando terminó su pequeña descripción sobre las runas sonrió forzadamente. Rio hacia adentro. Estiró los brazos y se terminó de servir el té que tenía en frente. No hizo más nada que dedicarse a tomar un poquito de la bebida caliente.

 

Había llegado Niko. Se reclinó en la silla de madera y bufó ante su comentario. Se levantó y dejó la taza en su escritorio. Estaba a punto de contestarle cuando Heliké entró. Suspiró. Esperó a que su alumna se acomodara para darle comienzo a clase.

 

Era claro que ninguno de los cuatro tenía ganas de estar compartiendo la habitación. Sí, bueno, a Orión le gustaba las runas, y la historia, y demás cosas ñoñas. Pero tenía resaca y solamente se podía soportar a él mismo. Tampoco le importaba tanto que la persona que le pagaba estaba ahí. Tronó su cuello y se incorporó apoyándose en la mesa que tenía en frente.

 

- Buenas medias mañanas.

 

Entrecerró sus ojos y vio a los tres que tenía en frente.

 

- Pensaba darles una clase amena, casera y tranquila. Pero veo que estoy lidiando con gente que sabe lo que quiere. Así que, al pueblo lo que es del pueblo ¿no?

 

Sonrió un poco con malicia. Intentaba no sonar tan irónico. Palabra clave: tan.

 

- Como introducción, las runas son hermosas. Interpretarlas no es más que saber ver una fotografía e intentar relacionar los objetos de la imagen. Cada una de las piezas significa un concepto, una idea. Lo importante es saber cómo relacionarlas entre ellas en una tirada. Lo mismo para reforzar cualquier hechizo con runas. Al igual que el idioma. Todo gira alrededor de conceptos relacionados.

 

De uno de sus bolsillos sacó una bolsita, valga la repetición de palabras, que contenía las 25 piezas rúnicas que formaban su set. La dejó caer sobre la mesa.

 

- Lo importante es que cada pieza sea parecida en su tacto con las otras, de esa manera uno se deja llevar por el azar puro. Lo más importante de las runas. Para hacer una consulta es cuestión de tener presente la pregunta, meter la mano en la bolsa, mezclar un poco, seleccionar una cantidad al azar y dejar caer las piezas sobre una superficie. De ahí interpretar lo que dice. Pueden comprar un libro de interpretación y un set de Elder Futhark en cualquier tienda del Callejón.

 

Giró un poco su muñeca izquierda para que todo su set de té se guardara en el monedero Mocke.

 

- Vamos a jugar al gato y al ratón. Yo voy a ir a diferentes lugares y dejar pistas. Si al final me terminan encontrando entonces aprobaron la clase. Sino… bueno, nos veremos en algún otro momento o algo así.

 

Se giró y comenzó a escribir unas runas en el pizarrón.

 

Fehu

Inguz

Jera

 

- No se preocupen que no saldré de la isla. Son lugares que todos conocemos. No entren en pánico.

 

Finalmente escribió unos garabatos en un trozo de pergamino con su varita y se lo lanzó a Niko. Era su pista con respecto a Historia de la Magia.

 

- Bueno, hasta luego, supongo.

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En cuánto estuve sentada Orión empezó a hablar. Me dio la impresión de que, no estaba muy cómodo en la clase. Quizá una indisposición aunque, tampoco era una cotilla y lo último que quería era parecer chismosa. Así que, aguardé silencio.

 

- Eh, bueno, a mí tampoco es que me moleste estar en clase, profesor -le dije con una sonrisa conciliadora al Yaxley. Era cierto que, antes de empezar la cátedra de Runas Antiguas, había leído un poco. Me gustaba el saber y ambicionaba todo lo que pudiera serme útil en un futuro. Aunque, ciertamente, el escoger Runas no sabía si era del todo... útil o me sirviese de algo. Pero ahí estaba. Seguro le encontraba utilidad.

 

Me fijé en todo lo que nuestro tutor hacía. Presté la debida atención a lo que tenía que decirme. ¿Que eran maravillosas? Bueno, en tal caso le diría lo que me pareciese al terminar la jornada lectiva. Así que, tampoco es que, tuviese una idea clara. Una cosa era leer, otra muy diferente... Aguardé pacientemente antes de volver a mis cavilaciones mentales...

 

- ¿Qué tipo de pistas? -pregunté un poco escandalizada por lo que quería hacer. Lo que más me fastidiaba era el tener que moverme. Por lo menos, los compañeros que tenía en clase los conocía bien y bueno. Esperaba tener su ayuda para encontrar a Orión. A saber dónde demonios se metería el tío después. Farfullé varias palabras molestas.

 

¿Lugares que todos conocemos? Pero si había escrito tres palabras incomprensibles para mí. Cierto que había leído algo en casa, pero, ¿acaso pretendía que me acordara de todos los significados de esas runas? Miré un poco asustada a mis compañeros. ¿Éstos entenderían algo? Aunque no sabía si todos impartían la misma materia.

 

En cuánto el profesor se fue, me giré...

 

- ¿Alguien tiene un ejemplar de Runas? Porque lo necesitaremos y aunque no nos ha dado tiempo podemos ir a la biblioteca a buscarlo. Cuando pille a Orión, me va a oír -dije, respondiendo malhumorada. Tan tranquila que estaba yo y el genio parecía subir de nuevo. Suspiré. Esperaba que, al menos en ese cuarto, hubiese un tomo esperando por nosotros.

 

@@Jank Dayne @@Niko Uzumaki

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El modo de hablar de Orion le recordó a Marcus, uno de sus primeros profesores, esos que explicaban para ellos mismos como si todos pensaran de la misma manera. En realidad, no le molestaba toparse con esa clase de personalidad hasta que les perdía el hilo y lo afectaba directamente. A partir de que eso sucedía, empezaba el proceso de desesperación. Y aunque funcionó para que sus neuronas se activaran, se preguntó por qué había vuelto a escoger una materia cuya reputación empezaba a hacerse valer.

 

- Yo tengo un tomo - respondió apenas se acordó. Lo había "tomado prestado" de la biblioteca de su fallecida madre en el Castillo Evans, a sabiendas de que nadie notaría la ausencia, puesto que Pandora ya no existía como para reprocharle por tan alta falta de respeto. Recordaba haberlo abierto durante la clase de Tauro pero, como siempre, la Orden lo había interrumpido y jamás pudo saber usar aquellos dibujos en el suelo que tanto le habían llamado la atención. Esperaba tener la oportunidad para hacerlo esa vez, aunque fuese por unos segundos...

 

En cuanto abrió el tomo, el cual extrajo desde su media después de deshacerse del hechizo de reducción, hizo que levitara frente a Heliké y a él, puesto que a Niko ya le habían proporcionado su propia pista, lo que casi le generó envidia. Al menos él tardó casi una hora en comprender el significado de cada una. Si bien estaba en el inglés que solía utilizar, Jank tuvo que recurrir a traducirlo al noruego para que su mente trabajase a su máxima capacidad. Y tanto lo hizo que se quedó dormido en el alfeizar de unos de los ventanales, murmurando conceptos.

 

>> Riqueza, fertilidad... zzzzz .. prosperidad.. son lugares que conocemos.. zzz.. <<

 

Al cabo de un tiempo del que posiblemente cualquiera se avergonzaría, gritó de repente:

 

- ¡Gringgotts, Helike! ¡Es el banco!

 

Se había asegurado de gritarlo lo suficientemente alto como para que su antigua compañera de bando lo escuchara. Aun así, y quizá gracias a la poca consciencia ocasionada por la improvisada siesta, desapareció del aula. A juzgar por la poca luz que había logrado captar antes de perder la visión por unos segundos, supuso que en la universidad ya había caído el sol cuando a su mente le llegó la iluminación, por más irónico que pareciera.

 

El mago, que por su vestimenta se sabía que venía de otro lugar, apareció frente al edificio mágico entre las miradas de todos los que se disponían a vivir la vida nocturna del Callejón. Giró la vista hacia los bares, tentado; pero sabía que si entraba a uno, no se sabría de él hasta después de varios días. Por lo que se ahorró el mal trago, literalmente, y caminó hacia el interior del edificio, transformando su ropa en el trayecto en una túnica negra lo suficientemente decente como para ahorrarse el regaño de los duendes.

 

- ¿Orión? - susurró cuando entró, deseando haber leído bien la placa con el nombre del mago y aprovechando que la bulla del sitio mezclaba su voz con la de los demás clientes. Si el profesor realmente se encontraba allí, debía dar alguna señal, ¿no?

 

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Editado por Jank Dayne

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Uno de los duendes se sobresaltó cuando Jank apareció en Gringotts. Era su señal. Orión le había dado las instrucciones para el próximo punto. Tanteó su escritorio para tomar las runas y saltó de la silla. Nuestro nuevo protagonista era bajito, regordete, con los ojos saltones de color marrón y unos dedos excepcionalmente largos.

 

Caminó con cierta celeridad hacia la puerta para recibir al recién ingresado. Tenía información que también podía aparecer otra muchacha. Estaba seguro que luego entre los dos se hablarían. Él tenía una función, que, era la de comunicar el mensaje. Nada más. No se tenía que preocupar por absolutamente nada más. Los duendes eran buenos cuando se los trataba bien. Además de un arreglo, claro. Orión tendría que encargarse de eso más adelante.

 

- Buenas tardes. Orión dijo que seguramente llegarían, aunque los esperaba un poco más temprano.

 

Sonrió un poco forzado.

 

- Dijo que esta vez, las cosas no serían tan fáciles. Que queda este lugar y otro más. Como siempre, son lugares dentro de la isla.

 

Alzó la mano, agitándola para que el fenixiano tomara las piedras.

 

Esta vez las runas eran las siguientes:

 

Gebo

Ansuz

Inguz

(Gebo y Ansuz se encuentran más cerca, Inguz un poquito más alejada, pero no tanto)

 

- Ahora si nos permiten, vamos a cerrar.

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- No puedo creer que haya hecho eso - Pensó el rubio al notar que Orión acababa de abandonar el lugar por completo y que tendrían que buscarlo a partir de las pistas que les había dado en runas y a él mediante un pedazo de papel. La pista al principio no parecía muy clara pero le indicaba que era un suceso ocurrido en 1865 y dado que era una clase de Historia tendría que pensar un poco o leer en un libro.

 

- Yo no necesito runas - Bufó antes de dejar a sus compañeros de clase y sacar su libro de Historia de la Magia. No solo tenía el año sabía que el evento se trataba de cambios en el poder y seguramente sería muy fácil de encontrar así que leyó rápidamente lo sucedido en ese año - Esto debe ser - El Ministerio había cedido el poder del Banco Mágico a los duendes en 1865 así que seguramente ese era el lugar en el que Orión se encontraba.

 

- Diles que voy para Gringotts - Salió del aula de la clases pero advirtió primero a su elfo para que tuviera conocimiento de su ubicación y lo pudiera encontrar con facilidad. Así que desapareció para continuar con su clase y, quizás, encontrar de nuevo a Orión con quién no se encontraba muy feliz debido a su desaparición.

 

- Vamos a cerrar - Fueron las palabras que escuchó Niko y no le agradaron mucho - Nada de eso, te acabo de encontrar así que espero que podamos continuar con la clase - Le agradaban las búsquedas de información pero al mismo tiempo no le gustaba que la estuviera haciendo debido a la actitud de Orión y de sus ganas de no quedarse en un solo lugar. No obstante, le estaba resultando interesante la actividad realizada.

 

- He llegado hasta acá gracias a la pista - Estaba satisfecho de haber logrado encontrar la respuesta al mensaje dado por Orión y haber encontrado la ubicación del mago. Sus clases de los últimos días estaban resultando muy interesantes y los profesores le estaban resultando muy agradables aunque algunos de ellos pusieran su vida en peligro.

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