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Heredad Ollivander (MM: B 110990)


Hessenordwood Crouch
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El caberú había pasado su cabeza cuando ella susurró preguntándose dónde estaría su madrina ¿Acaso la criatura lograba percibir su tristeza? Probablemente, así que simplemente lo abrazó y sumergió si cabeza en el pelaje, momentos después la criatura comenzó a gruñir, la rubia esperaba al separarse de la criatura que fuera por que Yanna se había acercado, pero no, ella estaba con Bernadette y el "problema" del pino.

 

¿Bel Evans? Se preguntó cuando su padrino había dicho que el lobo era su madrina. Claro! No había nadie más en aquella habitación extraña y al parecer, el lobo que Hannity acariciaba en el lomo era la Evans.

 

La rubia no sabía de aquella habilidad, de hecho no sabía muchas cosas, por eso la tomaba por sorpresa, escuchó lo que Garry decía acerca de que la Evans se ocultaba de esa forma y como era que ella en su forma animal le gruñía, como si quisiera atacarlo, ojalá ella pudiera hacer lo mismo después del caos que se había formado en la casa por aquel pino, tomar cualquier forma y perderse, había llegado el momento de decir que ella era la causante de aquel enredo detrás de Garry en el que Yanna y Bernadette estaban discutiendo por la forma en la que se deshicieran de el pino.

 

Sin embargo el caberú se alejó para regresar en forma de su madrina con un bonito suéter con un pino navideño, Hannity seguía sentada junto a la chimenea, escuchó lo que decía ella acerca de lo que había visto en el espejo, cuando Bel se sentó junto a Hannity y le susurró que estaba con ella no pudo evitar abrazarla y sus ojos se enrojecieron.

 

Trató de disimular y miró a Garry, para al momento de comenzar a hablar bajara la mirada hacia sus manos -Fuí yo quién trajo el pino a casa- dijo la rubia aún con la vista clavada en sus manos que se revolvían nerviosas -Lo-lo siento mucho, debí preguntar antes de hacerlo.

 

No miró a nadie, esperaba la reacción de las personas en el lugar tras aquella confesión, incluso imaginó un grito triunfante de Yanna y las acusaciones que probablemente vendrían después, por ahora, no le preocupaba lo que había visto en el espejo, ya había bastantes cosas en su cabeza para un pensamiento tan complejo más.

 

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Oh vaya…-, silencioso, como es costumbre, retrocedió un par de pasos del par de brujas, si bien el encuentro que había tenido antes con la versión bestia de Evans no había resultado tan buena, tampoco se esperaba esa reacción ahora. Atrapado ahora entre un pino venenoso y la criatura molesta Garry comenzaba a preguntarse cómo había terminado metido ahí. Le sonrió un poco nervioso a Hann, encogiéndose de hombros, por supuesto que no tiene idea de que pasa con el animalillo erizado que parece que lo atacará en cualquier momento, y él recuerda que se suponía que ella quería acompañarle por las noches de luna llena, no sabe cómo hubiera resultado ser si el animalillo no parece si quiera agradarle, quizá fue bueno pedirle que no lo hiciera.

 

Se alejó entonces, es lo que Grell le advierte, aun cuando no quiere darle la espalda al caberu molesto, pero cuando Bel parece decidida a volver y la ve perderse en el otro extremo de la sala, él se encamina hasta el sillón más próximo sentándose con cansancio sobre él. De frente Bernadette le explica a Yanna como funciona el hechizo para hacer levitar cosas, pero Smith insiste en tumbarlo y tirar de él con cuerdas, de reojo, puede sentir a Hann junto a la chimenea, posiblemente aún más confundida que él por todo lo que está pasando y Bel del otro lado reparando sus ropas, ¿Cuánto tiempo tenía trabajando en esa habitación? Tantos espejos, ahora muchos de esos rotos, y él no podía conseguir aun lo que quería.

 

Una media sonrisa se dibujó en su rostro cuando un leño en la chimenea tronó por la combustión, extraña era su familia ahora. Los parpados inferiores del brujo enrojecieron de un carmesí que conseguía hacer que el muchacho pareciera un poco más vivo de no normal, con uno de sus índices el licántropo rozó su mejilla con la intención de limpiar la larga lágrima que salía de su ojo color gris. Luego permaneció en un largo silencio, inmóvil sobre aquel sillón como si fuera un adorno más en aquella sala.

 

Es por las virutas de la madera …-, comenzó a hablar a Hannity una vez que Yanna terminara de convencer a la elfina de ir a buscar sogas y una escalera para sacar el pino por la ventana, justo después de que Rambaldi confesara también que había sido ella la que metió el árbol dentro de la casa. Él no pareció sorprendido con su confesión, aunque por el modo en el que parpadea una y otra vez quizá se encuentre algo desconcertado, Hannity no tendría por qué disculparse de algo que desconocía. ―…Eso me provoca fuertes alergias-, se explicó, sin molestarse en mirar a nadie, como si aquello le causara vergüenza. ―Pero es…lindo.

 

Finalmente Bel salió, con ropas distintas aunque su mirada molesta aún está ahí. Exhaló un suspiro, el encuentro entre ella y Hann es conmovedor, aunque el sentimiento no le dura. “¿Ahora qué hiciste, Garry?”. El muchacho se encogió de hombros tras las palabras de Bel y volvió la mirada al pino maltrecho que es ahora. Quizá había ya llegado al límite de Bel, “interesante” pensó para sí mismo; él ya se había aprovechado de más de su compañera, posiblemente lo que ella necesitaba era desintoxicarse un poco de él, de sus ademanes y hábitos extraños, de sus pocas palabras, y de las inusuales peticiones que le surgen de pronto. “Que desconsiderado eres Ollivander…”, las palabras de Moody en el campo de Amarna le taladran el ego por el fallido intento del brujo.

 

No tienen por qué decirlo si no quieren-, no iba a ser insistente, honestamente, el solo saber que no quieren contar lo que han visto ya habla bastante y da ideas a lo que pudiera esconder aquel cristal, él que es lo que ven ellas tal vez podría ayudar más, pero al parecer un nervio delicado para ellas, Grelliam le advierte que mejor es no empujar más. ―Solo pensé que no servía…-, murmuró y limpió dos lágrimas más que se amontonaban en las orillas de sus ojos. ―Yo no veo nada en él-, “ni siquiera mi propio reflejo”, quiso decir. ―Aunque seguro es por Grell-, una larga pausa es necesaria para él, como si en su mente otra conversación de ideas distintas se estuviera llevando al mismo tiempo. ―Pero es que...-, ahogó un aliento frustrado y volvió a la calma. ―He trabajado algún tiempo en ellos, los he conseguido en diferentes lugares y he cambiado algunos de ellos, pero ninguno me da lo que quiero-, una mueca de disgusto cruzó su rostro. ―Tal vez he estado buscando algo que no quiere ser encontrado.

 

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Una calidez inusitada inundó mi pecho, y se extendió desde allí hasta lo más recóndito de mi interior, en el instante que Hannity me envolvía con sus finos brazos, en un abrazo fuerte y prolongado. Sus ojos, que a duras penan contenían el llanto, me conmovieron y dolieron a la vez: no era justo, en ningún escenario, que ella estuviese en esas condiciones, y menos si la razón tras ello éramos nosotros sus padrinos.


El tiempo había pasado de forma implacable para todos, pero era difícil para mí no recordar las épocas más optimistas, antes que aquella distancia abismal se abriera entre Garry y yo, velada bajo el manto de una falsa amabilidad y una falsa condescendencia. ¿Pasaría lo mismo con Hannity?


No había tenido una sola palabra con ella sobre el matrimonio, más allá de prometerle que visitaría la heredad al menos una vez al mes, y compartiría ocasionalmente una cena o un desayuno. Pero la navidad, esa época extraña capaz de poder nostálgicos los corazones de la mayoría de personas, bien podía ser la culpable tras la acción de Hannity de traer el pino hasta la casa.


Y lo gracioso de todo el asunto es que ese hecho nos tenía allí, juntos y revueltos, a casi todos los habituales habitantes de la heredad.


No hay nada que disculpar Hann, este es tu hogar, y te pertenece. Mucho más de lo que podría pertenecerme a mí.


Depositando un beso sobre su frente, la volví a abrazar, y luego contemplé a Garry, que se había alejado y tumbado en una butaca, y derramaba unas cuantas lágrimas, que según le había oído minutos atrás, eran por causa de la alergia que el árbol en la sala le producía. Escudriñando en él, en el gesto apático con que había respondido a mis palabras, y tan tieso, que parecía la extensión del propio mueble inerte, volví a cuestionarme que era exactamente lo que me había atraído tanto, que había terminado desarrollando ese sentimiento enfermizo, demasiado autodestructivo para ser bueno.


Era verdad que, desde el comienzo, el lazo que nos había unido no había sido del tono sano. Que, la adrenalina de los casos de Baker Street, y la curiosidad infinita que él poseía para experimentar, habían tocado la parte de mí que siempre había rehusado las reglas, buscando sus propios caminos y justificaciones para hacer las cosas que creía justas. Ahora, él se atrevía a confesar que nada había podido ver en el espejo, y para variar, culpaba a la bestia de su interior por ello ¿pero era realmente así o solo era una excusa para acallar esas pequeñas cosas de las que se había acostumbrado a huir por ser lo más cómodo y lo más fácil?


Tal vez lo que buscas estuvo frente a ti todo este tiempo, pero tu tozudez no te deja notarlo― exhalando pesadamente sentí como el enojo se disipaba y su lugar era ocupado por esa simple necesidad de hacerle sentir que no estaba solo― los espejos reflejan nuestra realidad de forma torcida ¿pero qué reflejo pueden mostrar a alguien que ya se considera torcido?


A pesar del tiempo transcurrido, y las aventuras y desventuras vividas, la mente y sobretodo el corazón de Garry Ollivander seguían siendo un misterio para mí. Podía saber mucho de sus hábitos (incluso los más detestables), de las heridas que cargaba en el cuerpo porque en los inicios siempre se las había curado (con regaños de por medio), pero incluso ahora, los desvaríos de sus emociones eran un terreno tan laberíntico como la heredad misma, lleno de trampas, de sombras, y de puertas que sospechaba que ni él mismo quería abrir.


¿Por miedo o por precaución?


― Pronto será navidad. Gracias por recordármelo Hann― le susurré, dedicándole una sonrisa, tenue pero completamente genuina― te lo he dicho muchas veces, pero no me importa repetirme, sea cual sea nuestro maldito destino, estaré para ti, cada vez que lo necesites― desviando la mirada me detuve en las dispares pupilas de Garry― estaremos para ti.


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Momentos después de haber confesado lo del pino, su madrina le decía que no tenía que disculparse y besaba su frente, en ese instante extrañaba los viejos tiempos.

 

Todo había sido tan confuso aquel día que no creía poder recordar todos los detalles, estaba confundida, era muy extraño no saber muchas cosas, las cuales le habían hecho cometer errores, tales como el llevar un pino venenoso a casa, ahora comprendía la extraña conexión que había entre los hermanos Ollivander, tan diferentes, pero se cuidaban el uno al otro, comprendió la reacción de Yanna, probablemente ella hubiera hecho algo similar de saber que alguien ponía en riesgo la vida de un miembro de la familia.

 

Su padrino no parecía molesto en absoluto, pero ella a cada momento se sentía peor, probablemente los recuerdos la invadían, el ver a Garry sentado, con una apariencia cansada, incluso más de lo que lo hubiera visto alguna vez, mencionando que aquél pino que ahora se veía horroroso era lindo, explicando que no veía nada en el espejo y limpiando sus lágrimas supuestamente causadas por la alergia, definitivamente la hacían sentir peor.

 

-El espejo si sirve- murmuró cuando Garry insinuaba que al menos con él no funcionaba, recordó la extraña y desconcertante visión que había tenido en el espejo.

 

Escuchó lo que Bel decía a Garry acerca del espejo, pero ¿Tendría razón? ¿El espejo reflejaba la realidad de las personas? De ser así su realidad era muy confusa, linda en cierta forma y podría aclarar muchas cosas que ella sentía como simples coincidencias, pero no dejaba de ser confuso y extraño a la vez.

 

Se quedó mirando hacia donde Bernadette, Yanna y el pino, pero sin ver lo que sucedía, sus pensamientos estaban absortos en una sola cosa, aquel reflejo extraño y la confirmación de Marella a sus espaldas, escuchó algo que la hizo salir de su ensimismamiento antes de que su madrina se dirigiera a ella, refleja la realidad.

 

Por otra parte, era cierto, se acercaba la navidad, volteó a mirar a su madrina y aún con los ojos enrojecidos le sonrió, sus palabras la reconfortaban de una manera especial, sabía que contaba con ambos, con sus diferentes formas, eso hacía que esa imagen que tenía frente a ella de la familia Ollivander fuera especial.

-Gracias madri- la abrazó fuerte para después separarse de ella e ir a sentarse en el brazo del sillón donde estaba el Ollivander y también lo abrazó, pero había algo todavía que quería saber.

 

-¿Creés que en verdad el espejo refleje la realidad madri?

Aún sentada en el brazo del sillón, con los pies colgando y la rubia cabeza recargada en la de él pensaba en lo que vió, de ser así, la rubia estaba... estaba frente a...

 

Era mejor hacer averiguaciones previas antes de llegar a pensar en lo que era una de tantas posibilidades.

 

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Yanna, Berni & Garry
again xD

 

Asintió a ambas como si agradeciera lo que decían ahora, porque de pronto no tiene más que decirles, aun cuando no está, nuevamente, de acuerdo con ellas. Él en cambio no ha visto nada en su reflejo, pero tampoco se considera una persona “torcida”, no, él evita convertirse en una, lo intenta incluso cuando en lo único que puede pensar es en ella, en la criatura que gobierna algunos días más que otros sus pensamientos. Es esa posiblemente la más cobarde de sus ideas, cuando no es capaz de reconocer que sobre pasa el límite entre él y lo que sea que se esconde en lo más profundo de su mente, y algunas veces, inclusive, de los deseos de su corazón. Su mente compartiendo todo el tiempo el mismo cuerpo, con alguien que lo conoce mejor que nadie en esta vida, de pronto Garry, cree que no podría vivir sin él, y se siente completamente perdido ante la idea de que un día le haga falta.

 

“Quizá si estás un poco torcido…”-, se mofa la criatura de él y no puede evitar ese temblor en sus manos que en los últimos meces ha venido a estarle molestando.

 

Garry se frotó el rostro con ambas manos una y otra vez ante el malestar que el pino en la sala le produce de apoco, no quiere si quiera tener que pensarlo, la sola idea le aterra de pronto como la primera de las veces que pudo escucharle, pero al cerrar los ojos, parpadeando de ese modo tan perezoso o mientras oculta su rostro entre sus manos, puede verlo. Los dedos de sus manos se hunden entonces en la piel de su mejilla, atorados en la marca que surca su cara y que profundiza a la altura de su mentón izquierdo, pareciera que doliera, pero en esa parte de su rostro, él apenas puede sentir algo ya. Su propio calor es inútil por lo que se sobresalta, aunque bien lo disimula, cuando siente sobre su espalda los delgados brazos de Hannity abrazándole y después el peso de su cabeza, sobre la de él.

 

Fue de pronto como si despertara de un letargo.

 

¿Crees que en verdad el espejo refleje la realidad?

 

El espejo era una imitación del espejo de Oesed-, comenzó a explicar a Hannity con paciencia de más, aunque su voz comenzaba a escucharse algo extraña. ―Se supone que…debería reflejar lo que más desea tu corazón…-, hizo una pausa cuando uno de los rubios cabellos de Hann se deslizaron hasta su frente, la idea de verse a sí mismo rubio de pronto pareció alarmarlo. ―Supongo que…si tu corazón lo que más desea en este mundo es saber la verdad…ahí lo verás-, hizo un ademan suave, para enfatizar la obviedad de su pensamiento.

 

En ese instante Bernadette y Yanna volvían a la sala con un par de cajas cargando cada una.

 

Nos quedamos un rato más a escuchar-, con descaró Smith se encogió de hombros, como si escuchar las conversaciones de los demás fuera de lo más común como lo era respirar. En cambio, Bernadette enrojeció un poco de las mejillas, pero antes de poder protestar siquiera que todo había sido plan de la morena, ella continúo. ―Así que pensé: "si la niña esta es quien ha traído esto (señalando a Hannity y luego a al pino) Ollivander no lo sacará de aquí ni envuelto en llamas…”-, finalmente dejó caer al suelo las tres cajas que sonaron con fuerza, eran pesadas y Smith les cargaba con tal facilidad que no parecía siquiera esforzarse en hacerlo.

 

―¡Así que mejor fuimos a buscar adornos!-, añadió Berni, que movía animadamente sus enormes orejas y existía mucha ilusión en su mirada infantil. ―No hemos encontrado muchos, pero la casa nos mostró un cuarto con cientos de cajas…

 

Por cierto, hay muchas ahí con tu nombre Garry…-, interrumpió Smith. En menos de un minuto, Yanna ya tiene un regadero de adornos más que viejos por todo el suelo de la sala. Grell solo puede entonces, pasar la vista de la morena a la elfo una y otra vez mientras se explican.

 

Su pongo que…si ponemos algún encantamiento no será problema-, contestó Garry aun sobre el sillón junto a Hannity, apenas si se ha movido, pero parece tener un mejor aspecto a pesar de lo colorado de sus mejillas.

 

¡Usa antihistamínicos! No seas llorón-,

 

―Yanna sácate eso de la boca está sucio-, se quejó la elfo. Los adornos eran de distintos juegos, no combinaban si quiera unos con otros y a algunos de ellos les hacían falta piezas o partes o simplemente estaban descoloridos y carcomidos por el tiempo y las plagas. Casi justo igual que la mayoría de los presentes ahí.

 

¿Esto hace algún truco?-, sin notarlo Garry también ya está junto a ellas, curioseando los tiliches que hay por todo el suelo, la alergia a estas alturas parece ya algo inevitable, qué más da si al fin, después de tantos años, podía tocar o ver de cerca los dichosos adornos que cuelgan de un pino navideño.

 

Creo que solo brilla…-, Yanna en cambio, parece más acostumbrada a la tradición de “adornar un pino”, aun así es ruidosa al encontrar algo que no ha visto antes. ―¡Ah sí! Montpellier fue a buscar en el ático por si hay algo más, ya sabes que no me gusta subir ahí, esta esa cosa fea que tienes por cuervo que siempre pretende usar mi cabello como un nido-, se quejó mientras rebuscaba entre las cajas. ― Ella no parecía muy contenta con la idea, pero igual subió.

 

―Le rogó-, añadió tranquilamente Bernadette ante la pregunta en el gesto del menor de los hermanos.

 

¡Lo que sea! ¿Ehhh? Una Navidad en casa otra vez ¿hace cuánto de eso?-,

 

Algunos años tal vez-,

 

¡Ja! ¿bromeas? Este tío apenas si podía tener uso de razón entonces-, giró extrañamente su espalda para esta vez contarle a Hannity. ―Era tan pequeño que podía cargarle con una mano. Debe haber alguna foto ahí Evans, en el álbum que robaste de Tonks-, sonrió burlonamente a Bel antes de volver la vista a uno de los adornos que Garry agitaba ahora. ―Uff, Este me gusta, ¡usémoslo!

 

Creo que lo justo es que Hann decida que adorno poner, aunque no hay mucho aquí, ¿quizá prefieras que vayamos a comprar algunos, Hannity?-,

 

― ¿Ha-haremos una cena y todo eso?-, el comentario de Bernadette de pronto provoco un silencio en la sala. Automáticamente los tres voltearon en dirección a Bel, por supuesto que ninguno de ellos tenía idea aun de cómo funcionaba la estufa de gas (sin terminar incendiando algo), ¿Cómo podrían preparar una cena navideña?

 

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Bel y Nasha :3


Vi a Hann apartarse, para ir hasta donde su padrino se encontraba, y cerré los ojos un momento, tratando de enfocarme en medio del remolino de emociones que había experimentado las últimas hora, mezclados con los recuerdos de días pasados que desfilaron como un destello por mi cabeza. Verlos a los dos uno junto al otro en el sillón, compartiendo esa extraña cercanía, bien podía justificar por sí misma la razón de haber visitado la heredad ese día y el esfuerzo de sobrellevar las locuras de esa casa.


Como la afición por los disfraces de Yanna, los experimentos de Garry, el autocontrol de Bernadette. Hasta Hann con ese pino había mostrado que no estaba exenta de lo que parecía ser la característica más resaltante de la familia.


La explicación de Garry sobre el funcionamiento del espejo más grande de la habitación, el primero que había observado, me sumergió en renovadas reflexiones. Si lo que decía era cierto ¿seguía siendo el mayor deseo de mi corazón convertirme en madre? Pero siendo de esa manera ¿por qué junto a a aquella niña de rubios cabellos se había reflejado también mi habitación de la heredad? Estaba convencida, a esas alturas y tras todos los altibajos vividos allí, que sería el último lugar donde podría verse materializado mi deseo.


― Somos lo que somos Hann, reflejados o no en la superficie de cualquier espejo mágico―atiné a responder, en tanto el ingreso de Bernadette y Yanna solo acrecentaba lo atípico de la situación, y constituía el corolario perfecto a mis reflexiones, pese a que muchas dudas nublaban mi propio entendimiento― pero juntos somos más que eso y capaces de mucho más. Supongo que...eso es lo importante al final del día ¿verdad Garry?


El parloteo descarado de la elfina hizo que dejara de lado esas ideas para concentrarme en lo que ambas comentaban. Las risas de la mayor de las Ollivander podían semejar a graznidos, pero siempre cargaban toda esa energía, que con franqueza, seguía sin entender de dónde es que la sacaba. O la fuerza, esa con la que cogía las ramas del pino, para comenzar a colocar adornos en él. Con Garry ahora también interesado en observar la mecánica de funcionamiento de varios de los adornos, la escena comenzaba a parecerse más y más a una típica escena de caos prenavideño, con cada uno tomando funciones sobre la marcha para acondicionar la casa, elaborar una cena, o tomar las precauciones en caso de invitados intempestivos deseosos de dejar sus saludos y deseos en algo más que una tarjeta luminosa o vociferador amistoso (la rareza más grande que alguna vez se hubiese inventado en navidad).


Esos adornos deben haberles costado una pequeña fortuna a sus padres , para que todavía se conserven habiendo pasado tantos años ¡el encantamiento locomotor de ese reno es espectacular!― aunque no era la tarea que me asignaran en esas fechas, recordaba vagamente las compras que bianualmente mi padre realizaba de nuevos adornos por la rapidez con que estos solían quebrarse o descomponerse― ¡y yo no me robé nada! ― me apuré en aclarar a Yanna, aunque por alguna razón estaba más que en la mujer, fue en Hann en quien me fijé de inmediato, preocupada de que ella pudiese tener una mala imagen de mí― Solo lo tomé, porque ustedes mismos dijeron que no lo consideraban importante...― el tono de voz más protestón, se dulcificó a medida que seguía viendo hacia mi ahijada― si gustas Hann, podemos verlo más tarde. Hay fotografías en las que desconocerías a tu padrino.


De a pocos, movida por la conversación, y la labor en torno al pino me había ido acercando, pero sentí la cara arder en el instante que todas las miradas se concentraron en mí, ante la pregunta de Bernadette. Durante muchos años, antes de mi llegada a Ottery, era mi función ayudar a mi madre con los preparativos de la cena en donde ella no escatimaba en detalles (ni en cantidades groseras de carne). Pero en cierta medida, esa era toda la experiencia que poseía, puesto que ya en el Castillo Evans, P-ko había considerado una ofensa hacia sus capacidades el que intentase ayudarle con algo más que la preparación de una taza de chocolate caliente.


― Puedo encargarme de la cena. Aunque sería la primera vez que lo haría sola― expresé y los labios se curvaron automáticamente en un gesto cómplice a los demás― así que de ustedes depende tomar el riesgo.


Desde la entrada a la sala, la risa de Nasha Montpellier, suave y seductora como el gorjeo de una ave cantora se dejó oír. La mujer traía puesto un extraño traje que sin embargo se complementaba muy bien con la vincha con cuernos de reno que llevaba sobre la cabeza. Sin duda, la ropa gritaba por todos los lados ser una creación de la mente de Yanna, y no podía afirmar exactamente que es lo qué era, quizá la forma como ella lo lucía, que lejos de verse disparatado, casi pasaba por algo sofisticado y chic.


Encontré esta belleza, mon amour― dirigiendo la vista hacia Yanna, le mostró su brazo en que traía enrollado varios metros de juegos de luces― en principio creí que eran como las luces muggles, pero no tenía sentido entonces que tantos chizpurfles pulularan alrededor. Y en cuanto las examiné mejor, fue que noté que cuando cambian de nota musical sueltan un aroma particular. Para cada miembro aquí, de seguro olerá distinto.


Y es que si no estaba equivocada, el artilugio desprendía felix felicis. ¿Cómo es que el inventor habría conseguido tamaña proeza? Un completo misterio, como tantos otros dentro de ese demencial hogar.


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Por supuesto que lo que más quería era saber la verdad, aunque sin duda alguna aquella visión tan extraña había despertado en ella una inquietud más grande para querer investigar del tema, por más que el deseo de su corazón fuera encontrar la verdad, aún no se le hacía lógico lo que había visto reflejado en el espejo, sería que... ¿Sería posible que ellos...? No, quizá era imposible que fuera, por otro lado escuchó también lo que decía su madrina y asintió, aunque la imagen seguía muy fresca en su memoria.


Escuchar a Yanna no era reconfortable, de hecho en algunas ocasiones la mujer le daba escalofríos a Hannity, aunque a decir verdad, no le caía mal, era un miembro más de aquella familia, era como la tía incomprendida de la familia. Por otra parte, parecía que Hannity no era la única que se daba cuenta del efecto que causaba en sus padrinos, Yanna mencionaba algo similar a lo que ella en algunas ocasiones pensaba, si era de Hannity no se movería de allí o no se haría nada en contra.


La rubia se limitó a esbozar una sonrisa, ya que lo que decía la mayor de los Ollivander era cierto, ladeó la cabeza al ver la facilidad con la que ella cargaba las cajas, era bastante fuerte a decir verdad, mientras tanto su padrino de levantaba a observar los adornos que habían llevado y ella mirando a su madrina, posteriormente se levantó y ayudó a sacar los adornos polvorientos de las cajas.


Escuchó con atención acerca de los recuerdos que tenían los hermanos acerca de sus navidades en la infancia y agradecía que Yanna le contara esas anécdotas y miró a su madrina, quien se encontraba a un lado de ella, cuando la morena dijo que Bel tenía un álbum de fotos y ella decía que solo lo había tomado por qué los hermanos no lo querían.


-Claro que me gustaría verlo! Hay tantas cosas de ustedes que no conozco


Mientras que Garry decía que ella era quien debía decidir que adornos poner -No es necesario comprar más, con los que hay aquí es suficiente, además son muy lindos


Miraba el reno que su madrina miraba, a pesar del tiempo que llevaban guardados eran lindos. Escuchó a Bernadette, la idea de la cena navideña era muy buena, y aunque ella no sabía nada de preparar comida ella estaba dispuesta a ayudar, en cuanto Bel mencionó que ella podía preparar la cena la rubia no dudó en ofrecer su ayuda -Yo no sé mucho de cenas navideñas, mi madre nunca me dejaba meter en la cocina, sólo poner la mesa, pero puedo aprender si tú me enseñas madri


Momentos después madame Montpellier bajaba con unas luces que ella aseguraba que daban un aroma diferente a cada miembro de la familia, no tardaron en colocarla alrededor del pino, para Hannity olía a un perfume que usaba Marella, aunque estaba segura que lo había percibido en alguien más, pero tenía una duda...


- ¿Puedo preguntarles que aroma tiene para ustedes?- dijo mirando a Yanna, Nasha y Bernadette, mientras ellas pensaban dirigió su mirada hacia Bel y Garry -¿Qué aroma perciben ustedes padrinos?


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Despues de un retiro poco espiritual para saori vuelve con grandes ánimos de ver a su familia si es, que aun existían, ademas quería ver a sus elfos si lo encomendado ha sido hecho. con un maletín poco convencional y algo viejo llega al bosque que desde un principio le causo un poco de problemas a su llegada no convivió mucho con la familia de su hermano aunque eran conocidos, saori toma aire simple mente cruza en pequeño puente que da hacia la puerta y como era de esperarse un poco de ruido se escuchaba pensaba que algo estaban tramando o solo era un drama de su hermano.

 

La joven Ollivander camina llegando a la puerta, abriendo con un poco de fuerza la puerta asoma un poco su cabeza pero no veía mucho, cerro con cuidado y asomo un poco mas dejando su maletín alado del perchero con su abrigo, con una mirada confusa dice.

 

-que pasa aquí?- dice con un poco de intriga y curiosidad, ya que no era normal encontrarse en una situación como esa.

 

La familia se encontraba decorado un pino con cosas poco convencionales, saori no era persona que compartiera mucho de esas cosas aunque queria convivir un poco mas con su hermana y cuñada e hermano.

 

.Mm bueno espero me hayan extrañado - dice picando el ojo.- concluye siguiendo hacia uno de las sillas de la sala principal.

 

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  • 3 semanas más tarde...
Algo se iluminaba en mi interior cuando Hann sonreía, justo como lo hacía en ese instante al mencionar el tema del album de fotos. Incluso que, más allá de la alergia producida a su padrino, el que trajera ese pino era la razón directa de que ahora, estuviéramos todos allí, una familia disfuncional intentando llevar una celebración de navidad con elementos"normales" pero sin ser normal jamás.


- Entonces nos vamos para la cocina ¡algo saldrá a fin de cuentas!- dije poniéndome de pie- les avisaré cuando todo esté listo- terminé por decir a los demás presentes.


Estaba sacudiendo motas de polvo que habían quedado de los adornos navideños, cuando Saori apareció, con el mismo espíritu juguetón de siempre. La muchachita no tardó en preguntar que hacíamos todos allí, y sorprendentemente fue Nasha quien le respondió.


- Una celebración típica de estas fechas, jovencita ¿será que me echas una mano?


Llevaba las luces esas que había mencionado contenían felix felicis para animar el ambiente, que estaba colocando en la pared por encima de la chimenea. Tras su intervención, me limité a abrazar a Saori efusivamente, y decirle al oído que siempre era bienvenida a la casa, y tomando la mano de Hann para llevarla conmigo fuimos en dirección a las cocinas. Había escuchado la última pregunta de la rubia, y en realidad, si no le había respondido no era por no reconocer el aroma (lo había hecho casi al instante), sino porque no terminaba de entender de qué manera conectaba eso con la sensación de felicidad.


Y estando yo confundida, solo conseguiría que Hann también lo estuviese. Cuando volví en mí misma, habíamos alcanzado nuestro destino, y Bernadette también se encontraba ya allí bastante entusiasmada. Mucho más tarde, a la luz de las velas flotantes que adornaron la mesa con la cena navideña, iba recordar ese momento vivido en la cocina con ternura, y lo más parecido a estar en un hogar en mucho tiempo. Envuelta en el olor de las carnes asadas, y la tranquilidad de un compartir con personas que por caminos diferentes habían llegado a hacerse cercanas, golpeé con una cucharilla la copa de cristal para llamar la atención de los demás, y luego alcé el brazo para realizar un brindis.


¿Dónde estaríamos al día siguiente? ¿Que sería de nuestro futuro? Eran preguntas que se antojaban profundas para ese instante, en que solo quería disfrutar del refrescante trago de champaña burbujeante deslizándose por mi garganta.

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Los ágiles pies de la criatura se movieron con rapidez por el suelo viejo de madera, ella ya no camina con torpeza, inclusive sabe dónde dar ese doble paso para no tropezar a la vuelta del pasillo con la alfombra fea de los ex amos de la casa y de la cual se pregunta por qué el actual dueño ha insistido en conservarla. En sus manos lleva una bandeja de plata gastada o simplemente mal pulida, sobre ella un frasco de esencia de díctamo se balancea de un lado a otro amenazando con derramarse en cualquier mal paso, pero la criatura no parece preocupada por ello, pues junto a la botella hay una jarra de agua caliente sobre un par de vendas, si se derramara de pronto, ella cree que pudiera recuperar gran parte del díctamo.

 

El cuarto del menor de la casa se encuentra al final de un pasillo largo ahora limpio de puertas u ornamentación que solo aparecen cuando el muchacho está en la casa o despierto, así que Bernadette exhala de alivio al saber que puede cruzar sin esos cuadros con pinturas extrañas colgados en los muros viejos o las puertas de acabados poco agradables que aparecen de pronto. Aun así, los piececillos que se habían detenido al comienzo del pasillo van ganando de apoco algo más de velocidad, y es que, a pesar del tiempo que tiene viviendo junto a los Ollivander, siempre le ha dado miedo andar sola por esa casa vieja.

 

Bernadette solo necesita agitar una de sus manos para librar la puerta del seguro y rápido entrar exhalando nuevamente de alivio, como si todo este tiempo algo terrible le hubiera estado persiguiendo.

 

A pesar de la oscuridad de la habitación la criatura se siente mucho mejor dentro, la recamara del amo siempre se mantiene cálida cuando él está ahí, Bernadette sabe que no puede andar hasta que sus ojos se acostumbren a tanta oscuridad o seguro podría tropezar y caer con algo que se encuentre regado en el suelo, así que espera hasta que puede distinguir sin problema el bulto sobre la cama moverse al ritmo de la respiración del licántropo. La elfina sonríe con ternura un breve momento antes de que una mueca más divertida le remplace, con la misma agilidad que se le caracteriza atraviesa el cuarto, y al irse acercando más, puede percatarse del aroma del amo entre pomos de árnica y pócima desinfladora.

 

Él está bien-, se dice a si misma luego de asomarse por encima de la cama tratando de darle forma al hombre envuelto en un montón de cobertores y mantas. Luego de dejar sobre la cómoda la bandeja, la criatura retrocedió lo suficiente para de un largo salto llegar hasta la cama del brujo. ― ¡Despiertaaa!-, llamó la elfina revolviendo la cama. ―Anda ve y date un baño rápido, llevas casi dos días aquí adentro, sé que fue una noche dura, pero hay que comer ¡He hecho verduras para la cena!-, de un lado a otro la elfina daba saltos por la cama, con una larga sonrisa mientras con un chasquido una a una va encendiendo las luces dentro de la habitación.

 

Bajo ella, el bulto solo se remueve un poco.

 

- - - -

 

Un fuerte chasquido provocaron las chispas necesarias para encender la gran chimenea de la sala, la silueta delgada del muchacho se encuentra justo en medio, alto aunque visiblemente desmejorado. El rostro cansado es iluminado por el fuego al igual que es solo el reflejo de las llamas lo que le da un poco más de vida a ese par de ojos pálidos. Su cabello aun escurre agua tibia y en la piel desnuda de su torso pueden verse aun los hilos de vapor arremolinándose en lo alto de sus hombros. El brujo se mantiene absorto frente a la chimenea, como muchas otras veces, observando el fuego arder en ella.

 

Que mala maña la tuya de moverte por la casa sin encender las luces-, la voz de Bernadette entrando a la sala no perturbó la tranquilidad del brujo, aunque si arrugó el puente de la nariz cuando escucha que la elfina ha encendido un par de lámparas de diésel, ella sabe que Garry prefiere la luz tenue de una llama. ―La casa no puede verse mejor si siempre esta oscura-, sus rápidos pasos la hicieron llegar pronto al lado del licántropo a quien le dedicó una larga sonrisa. ―Aunque bueno, tampoco es como si la gente disfrutara de venir aquí. Sécate pronto para que te cubras-, Bernadette agitó el feo suéter rojo de algodón que ha preparado para él.

 

¿Hay alguien en casa?-, áspera y gastada se escuchaba la voz del brujo, quizá de haberse quejado tanto el último par de días. Sin mucha energía sacudió sobre su cabello la toalla que cargaba en los hombros.

 

Mmm, me pareció haber visto a la señora Evans y a Yanna el otro día-, sobre el brasero de un sillón extendió el suéter y lo alisaba con sus pequeñas manos. Bernadette se había acostumbrado ya a la inusual vida que tenía Grelliam, había aceptado a vivir con él como una compañía, como alguien más de la casa en lugar de solo servir, pero no evitaba algunas veces, desear algo aun mejor para el muchacho. Luego de terminar el matrimonio con Evans, Berni había dejado de pensar en ello, hasta hace unos días.

 

¿Juntas?

 

No sabría decirlo, ambas compartían el estudio, pero cada quien parecía estar en lo suyo.

 

Entiendo-, luego de ponerse el suéter, silencioso como siempre, ocupó un lugar en el sillón más cercano al fuego.

Hay días en los que Bernadette prefiere al excéntrico mago corriendo dentro de la casa en busca de alguna plaga.

 

¿Té?

 

No.

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