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Heredad Ollivander (MM: B 110990)


Hessenordwood Crouch
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El día anterior me encontraba, como en tantas otras ocasiones, deambulando por los pasadizos de la Heredad Ollivander. Tras dar muchas vueltas, y perder casi toda la mañana en busca de la sala de telas, había dado por fin con ella, con ayuda de Yanna. Las razones para ayudarme la mujer se las había guardado, pero como una forma de compensar el apoyo, le había acompañado ese día a buscar un libro de creación de hechizos aturdidores.


Para que lo quería, tampoco lo sabía.


Sin otro pendiente, tenía toda la intención de volver al Castillo Evans McGonagall, pero la espinita de no haberme topado ni con Hann ni con Garry, hizo que me detuviera cerca de la puerta de la cocina, dudosa de si hacer el intento de buscarlos. Fue en ese momento que vi a Bernadette volviendo con una bandeja de té humeante en las manos.


Sin mediar palabras, tomé la taza y me la llevé a los labios.


Estupenda Bernie, vas mejorando cada vez― señalé a la elfina con una sonrisa― ¿aunque no la trajiste para mí verdad?


No tardó en responderme de dónde venía, antes de colocar la bandeja en la mesa de madera y luego con un chasqueo de sus pequeños dedos poner a lavar el resto de trastos acumulados en el fregadero. Con algo de preocupación la escuché y luego, ya menos convencida de irme, insistí para que me llevase hasta Garry, a quien había dejado junto a la chimenea.


Cuando me asomé desde la puerta hacia el interior de la habitación, comprobé que ella no había exagerado. Lucía macilento, varias de las cicatrices de su rostro se habían abierto, y mostraban un color tan vivo como el del suéter que se había colocado. Bernie tomó la toalla que tenía al lado (con la que supuse que él se había secado minutos atrás), y pronto desapareció de la estancia llevándosela consigo. No estaba segura si regresaría o no, pero tras una duda inicial, y tras alzar la mano a modo de su saludo en su dirección, me animé a acercarme. Sacándome la gabardina gris y la bufanda que traía, las coloqué en el respaldar y tras una rápida inspección, opté por sentarme en un mueble algo más pequeño cerca al suyo.


Estás peor de lo que esperaba― le confesé observándolo de cerca, para luego poner atención a las llamas de la chimenea y su hipnótica ondulación ― Si te sirve, mis últimos días también fueron problemáticos. Muchos recuerdos volviendo, muchos arrepentimientos tardíos ― exhalé hondo y algo más inquieta tamborilee los dedos sobre el posa brazos ― y claro, necesitaba conversar contigo. O quizá que solo me escuches.


Tendí mi mano con la intención de tomar la suya y apretarla con fuerza. El momento presente rememoraba en mi cabeza a muchas tardes en Baker, de silenciosa compañía, pero sabía que mucha agua había corrido por el río desde esos tiempos a los que vivíamos ahora. Todavía sentía que no podía confiar en él de la forma en que lo había hecho antes, porque ya no éramos solamente un detective y una sanadora resolviendo casos que nos dieran un poco de adrenalina y escape del tedio cotidiano, sino que habíamos crecido y en el proceso de encontrar lo que queríamos para nuestras vidas, habían empezado a dibujarse distancias cada vez más visibles. Las diferencias que asomaban no eran malas, pero me había tomado demasiado tiempo notarlo.


El desamparo y la soledad de haber perdido el ideal al que había dedicado gran parte de mi vida, me había conducido a aferrarme a lo único que parecía ser estable todavía, y ello había derivado en un enamoramiento que desde el momento que acepté sabía que haría daño, como finalmente lo hizo.


¿Pero habría chance de aceptar los cambios para construir nuevos caminos? Todo lo que tenía en ese momento para guiarme era mi intuición.


Una vez, tiempo atrás, él había preguntado algo parecido. Era mi turno de devolver la pregunta.


¿Cómo vamos a continuar con todo esto?


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  • 4 semanas más tarde...

Ha pasado un largo tiempo desde que pestañeó por última vez, aun con la mirada en el fuego, ya puede sentir como una lágrima se acumula en sus párpados inferiores. Necesita un largo pestañeo para despertar de ese estado de trance en el que suele encerrarse cuando algo ha agobiado sus pensamientos más íntimos, esos que ni siquiera permite a la criatura ser parte de ellos. Una onda respiración es la señal para saber que está de regreso, aunque su cuerpo físico continúa aparentemente inerte sobre el sofá. Es entonces que se da cuenta de que no está solo, no, él ya nunca está solo en esa oscura casa, que rechina recuerdos de su infancia cada vez que recorre por aquellos tan conocidos cuartos y pasillos.

 

Bel no parece estar esperando algo de él, ella esta cómodamente ocupando otra butaca en la sala, con la apariencia de llevar ahí ya varios minutos, horas tal vez, haciendo el tiempo para verlo volver o quizá, solo haciendo compañía. De buenas a primeras él no está seguro, así que escudriña mejor, entre ella y sus pensamientos, para saber o hacerse una idea de por qué Bel Evans lo acompaña en casa una noche como la de hoy. No le molesta en lo absoluto, pero de pronto, algunos días como hoy, se siente tan ajeno a su presencia, que no puede predecir si quiera sus gestos amables que tanto se había esmerado en estudiar. Se había convertido ya en un fracaso el querer entender los gestos y gustos de la gente en Ottery que, recordarlo, lo ofusca aún más.

 

¿Cómo saberlo?-, habla con tranquilidad mientras se mueve un poco para poder ver mejor a la sanadora. ― ¿Cómo se sabe cuándo se debe continuar o abandonar?-, cosas como estas le causan temor, uno tan grande que quizá, por más que se esfuerce, ni siquiera sus apagados ojos son capases de disimular, y es que cosas como estas fuerzan el delgado hilo que Grelliam cree que le queda por cordura. Respiró hondamente, sus sentimientos son incomprendidos por él mismo, y se siente de pronto, que tan solo con tocarlo, todo lo que con silencio se ha esforzado en mantener ordenado, se desordena de vuelta. Quizá no era el modo, pero él no conoce uno mejor. ―El cambio de estación se viene pronto, Bel Evans, ¿estas lista para eso? ¿Cómo te preparas para que llegue?-, masculla nuevamente desviándole la mirada, pues el baile del fuego en la chimenea se anima de tanto en tanto, divirtiendo al muchacho.

 

No espera una respuesta de ella, aun así, hace otra pausa larga.

 

La calma de la espectralmente silenciosa casa se rompe con los gruñidos y quejidos salvajes que Yanna hace al entrar arrastrando algo por la puerta del almacén trasero de la cocina. Es casi divertido escucharla batallar de aquel modo, y luego escucharla discutir con Bernadette por cómo ha dejado de sucia su cocina. Pero Garry ni se esfuerza, cada día es, como si desaprendiera más a hacer gestos, como si se negara a mostrarse, pero realmente el brujo no parece consiente de que su rostro es rígido y pálido. De pronto es como alguien a quien se le ha arrebatado algo vital para vivir la vida, es tal cual como el fantasma de Geraint merodeando por donde las enredaderas y las bayas de goji se dan con más frescura.

 

Sin embargo, no todo el tiempo es así. Hay otros días, cuando la criatura no le manipula tanto, que se le puede incluso ver soltar una risa más animada cuando Yanna se esfuerza por vestir a Hannity y a Bel con alguno de esos disfraces de reptil que ella misma usa.

 

Ella ha dicho que te ibas-, se refirió a la morena, de quizá una conversación vaga y ajena que tiene con Smith algunas veces por la mañana o mientras nadan en el estanque. ―¿A dónde te lleva el cambio de estación, Bel Evans?

 

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En lo que él ha tardado en responder, he seguido tan atenta el movimiento del fuego que he logrado reconocer que la madera que arde es pino, y que no la secaron lo suficiente, siendo esa la causa del raro chisporroteo que cada tanto aparece. Como la irregular llama, sin llegar a ser incómodo, una sensación extraña había comenzado a cercar mi interior, sobre si había sido lo más adecuado visitarle ese día, o que quizá no era el mejor momento para empezar esa charla.

 

Que alivio que hablase. Que alivio comprobar que la vida no se había escapado de él, pues ahora que ha vuelto a dirigirme la mirada, un pequeño brillo ha aparecido en sus inusuales pupilas de colores distintos. Y algo más ¿es incertidumbre? A lo mejor, y contra lo que pensaba, él está tan desorientado como yo respecto a lo que nos toque vivir las próximas semanas y meses.

 

Y aunque solo esté preguntando por el cambio de estación, se siente como si la pregunta encarnara una duda mucho más profunda, que sabrá Merlín cuanto tiempo le lleva carcomiendo los sentidos y quizá hasta la razón. Nadie pondría en tela de juicio que era el tipo más racional que podía encontrarse en Ottery ¿pero cuántos podían afirmar con la misma seguridad lo peligroso que podía llegar a ser para sí mismo? ¿Cuántos eran capaces de ver en él las grietas sobre las cuales había fabricado su pequeño mundo?

 

Los dos últimos cambios de estación me habían zarandeado en exceso, y casi que costaba reconocerme en lo que había sido en esos meses. Por fortuna, el cambio de año había traído una perspectiva más positiva que incluso se había visto compensada en una auspiciosa lectura de cartas por parte de Nasha Montpellier.

 

Nunca estuve lista para nada en mi vida, la planificación nunca fue lo mío ― le repliqué sonriente aunque esa no era ninguna novedad― así que este año solo transitaré lejos de Ottery, por los caminos en los que la vida decida ponerme.

 

Aprovechando que el silencio casi solemne se había visto roto por los improperios de Yanna y los reproches de Bernadette, me levanté de la butaca para servirme un poco de whisky. Y justo en el momento que regresaba, vaso en mano, noté que Garry estaba viendo nuevamente hacia mí, con intenciones de retomar la charla y preguntar, ya mucho más directamente, sobre algo que Yanna había terminado enterándose por intermedio de Nasha, a quien a fin de cuentas, había confiado el asunto para pedirle un consejo al respecto.

 

¿A dónde me llevará? Pues a recorrer la senda que hice un día, pero bajo una nueva luz y ruta. Es en cierto modo ¿emocionante? Sí eso, aunque también me de algo de temor. Porque esta vez no tendré a nadie a mi lado para acompañarme en el viaje― tomando un pequeño sorbo de licor, desvié la mirada al fuego, no muy segura de querer ver la expresión de Garry en esos momentos― estaba por contarte del asunto de todos modos, siento que tuvieras que enterarte por otro lado.

 

Sin ponerlo en palabras, el tema de la confianza nuevamente estaba allí, como un mudo acompañante dentro del recinto, haciendo sentir su presencia. Sin embargo ¿ya qué más daba? si él ya sabía que me iba, quizá tendría algo para decir al respecto, y si era así pensaba escucharle, con la disposición que no había tenido en tantísimo tiempo. Y las palabras no eran suficientes para probar eso.

 

De hecho, los gestos contaban mucho más. De modo que, tumbándome sobre la alfombra de la habitación con las piernas cruzadas, y junto a su butaca, alcé la cabeza para dirigirme a él.

 

― ¿Deseas también un poco de licor?- inquirí alzando el vaso en su dirección antes de tomar un segundo sorbo tu te fuiste una vez hace mucho tiempo ¿lo recuerdas? pensaba que, ya que tienes esa vasta experiencia, podrías darme algunos cuantos consejos para no fracasar y llegar a mi destino, sea cual sea este.

 

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  • 2 semanas más tarde...

La respuesta de Bel no parece sorprender al muchacho, aunque claramente no parece igual de cómodo que antes, seguramente por lo inusual que encuentra la frescura de esta conversación. Se remueve un poco más en su lugar, como si quisiera terminar de despertar de aquel estado adormilado en el que ha estado todo este tiempo, porque parece justo poner ahora todas sus energías en resolver esto, sin embargo, resiente sobre su espalda la falta de movimiento que no ha tenido en horas y escaso en días, encerrado solo en la oscuridad de su habitación, lo que también ha provocado que del bonito color bronceado de su piel, que había obtenido luego del viaje al desierto, ahora solo quedaran grietas en algunos pliegues de su piel como en sus manos y parte de su rostro manchado. Aun no tiene la mejor apariencia, pero tampoco luce tan desmejorado como hace un par de noches atrás.

 

Seguir el hilo de conversación de Bel en estos momentos es complicado, la criatura aún se esfuerza por mantenerle lejos de la realidad, el presente donde se encuentra, junto a ella, pero Garry sabe que lo que Evans habla ahora, es importante y debe escuchar. Así que por eso trata de mantener su atención en ella todo el tiempo, y le aparta la mirada en el momento en el que la ve servirse un trago, solo para tratar de desmembrar las palabras que ella ha dicho hasta ese momento, tratando de no imaginarse que son impulsadas por algunos tragos más de alcohol, pero cuando ella vuelve a retomar el tema de su viaje, él no es capaz de detectar algún grado de alcohol en sus silabas. Finalmente se encoge de hombros apenas a la confesión de ella, él prefiere saberlo de Yanna antes de que Bel le pida una respuesta inmediata al tema.

 

No esperes que este viaje tuyo resuelva tus problemas o dudas, Bel Evans-,. masculló con mucha más fluidez, visiblemente más despierto. Con un ademán gentil aunque desganado rechazo la bebida que ella le ofrecía, en realidad su estómago aun es un caos, y en su boca el sabor a sangre es tan fuerte y malo que cree que el alcohol podría incendiarse en su boca. ―Eso podría ser lo único que tengo que advertir. Si te vas esperando encontrar algo mejor y no lo consigues, no resultará-, parpadeó un par de veces, tratando de recordar por qué razones él había abandonado Ottery en un pasado, pero nada parece seguro en su menta ahora, verdad era que sus intenciones nunca había estado el volver, ahora aun con todo el caos que rodea la continuidad de sus días, no se arrepiente de hacerlo, porque honestamente él no se esperaba nada mejor. ―Un viaje como el que necesitas es…difícil, no te vayas muy lejos, diría yo, o al menos no lo hagas tan deprisa.

 

No quiere ser él quien la detenga, porque, aunque no quiere tener meses enteros sin saberla, tiene la noción de que en verdad esto es lo que ella necesita, -“Le sentara bien”-, lo ha pensado incluso antes de su divorcio; un poco menos de él en el día a día de ella, aunque si le sorprende el cómo esta vez no parece solo tratarse de él. En realidad no tiene mucho que decirle, él no pondrá en duda su decisión, y no porque esta vez le importe menos, pero supone que ella necesita esto ahora, sin embargo, tampoco puede asegurarlo. Es tan sencillo cometer errores cuando se trataba de querer comprenderla. Estar de su lado es lo mejor que puede hacer ahora, y claro, darle su apoyo, al final de cuentas no importaba a donde fuera, de necesitarlo él le buscaría una y otra vez. Hacérselo entender es lo que encuentra más complicado ahora.

 

Exhaló largamente, parece mucho más tranquilo, aunque diferente a antes, pues sus músculos, aunque cabizbajos, parecían tener cierta tensión que ahora no está más. Con gestos forzados consigue ponerse de pie, aprovechando para estirarse un poco, estar tan quieto por tanto tiempo lo deja rígido e igual de adolorido como en esas mañanas cuando Yanna lo convence de salir a ejercitarse. Los pálidos ojos, distraídos ahora en la ventana que queda justo frente a él, pueden ver el fantasma del viejo Ollivander merodeando con pena las tierras aledañas al círculo. Últimamente, muy a menudo, Garry se pregunta si, como recompensa, él podría hacer algo por aquel viejo espectro del cual ve en él un reflejo de sus propias equivocaciones.

 

Hay algo que quiero que veas antes de que te marches, Bel-, extendió su mano a la figura de ella que sigue en el suelo, observándole con ¿desconfianza? No, él no sabe que hay ahora en sus castaños ojos que lo hacen sentirse tan mal. ―Vamos-.

 

Al final del pasillo principal que divide la extraña casa, la puerta del despacho se comenzaba a dibujar en una pared limpia, donde antes no parecía haber nada. Nadie podía asegurarlo aún, pero se sospechaba que era el brujo quien aparecía y desaparecía las habitaciones a su gusto.

 

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Gracias por la advertencia, querido― girando descuidadamente el vaso bebí otro sorbo de whisky que pasó raspando la garganta ― quédate tranquilo. Ya no tengo dudas aquí...― con la punta del dedo índice apunté a mi cabeza y seguidamente al corazón―ni aquí.


Sabía que tenía razones válidas para decirme aquello, pero si algo debía agradecer de ese viaje inesperado a Egipto, era que me había servido para ordenar las pocas cosas que habían quedado a la deriva tras los últimos acontecimientos acaecidos en la comunidad mágica. Mi partida no era una forma de huir de los problemas (como podía haber sido meses atrás) sino más bien un ejercicio sano de reinvención, en el que tenía puestas muchas expectativas y esperanzas, sin pensar si podía ser mejor o peor.


Porque ¿de qué servían las comparaciones al final del día? De la misma forma que Camden Town, Baker, o la propia heredad me despertaban sentimientos diferentes, estaba segura que lo que sea que viviera de allí en adelante poco alteraría el recuerdo que me llevaba de Ottery.


Al verlo ponerse de pie, apuré el contenido que quedaba del vaso, y dejándolo en el suelo (ya lo recogería después) tomé la mano que él me tendía para ponerme de pie, entrelazando mis dedos a los suyos. Podía ser por causa del baño que había tomado él, o el alcohol que había ingerido yo, pero su tacto era frío por comparación al mío. No tenía idea alguna de qué podría querer mostrarme, pero en el breve momento que nuestras miradas se habían cruzado, no había podido evitar preguntarme si debía confiarle lo que había visto en el pozo.


Descarté la idea al instante siguiente. Si yo no me aferraba a ello, menos tenía que hacerlo él.


Era extraño como, aligerada en mis cargas, era capaz de valorar mucho más el tiempo de aventuras compartidas, y notar las cosas buenas que había(mos) conseguido. ¿No había mostrado él en esa travesía en el desierto estar más que preparado ahora? Lo estaba, sí, y yo confiaba en que todas esas amistades construidas desde su regreso, o incluso los compañeros de su nuevo empleo, le mantendrían lo suficientemente ocupado y entretenido, descubriendo nuevas dinámicas ya por sí mismo, sin necesidad de una "mediadora".


Por otro lado, en la Heredad, tenía la certeza de que la presencia de Hann y Bernadette evitarían que se volviese al ostracismo nuevamente. Y Yanna, con todas sus ocurrencias, seguiría siendo el soplo fresco y demente de la casa la mayor parte del tiempo.


Ahh... que irónico resultaba, al recordarla, caer en cuenta de lo mucho que iba echar en falta sus locuras.


También con ella las relaciones, imposibles en un inicio, habían silenciosamente ido adquiriendo otros matices. ¿Estaría esperándonos en alguna parte para saltarnos encima ataviada con un traje de comando? Caminando de la mano de Garry por el pasadizo pobremente iluminado, por un momento creí que la vería aparecer, pero en su lugar la luz débil de las lámparas alumbraron lo que reconocí como la puerta del despacho.


Brrrr...Me iré sin saber como consigues que ninguna puerta se te esconda ― murmuré entredientes mientras cruzábamos el umbral ― o porqué se esconden de mí.


El interior de la estancia no tenía mejor iluminación que el pasillo. El escritorio tenía una fina capa de polvo acumulada en su superficie y de polvo estaban también cubiertos un par de gruesos vólumenes de páginas amarillentas.


Con curiosidad por saber de qué libros podría tratarse, incliné la cabeza y con el dorso de la mano limpié la tapa dura. Sin embargo, lejos de reconocer alguna letra del título, lo único que conseguí fue un cosquilleo molesto en la nariz, que no tardó en provocarme un sonoro estornudo.


Con un gesto de desdén, me volví hacia Garry entonces, y crucé los brazos, impaciente por saber qué era eso que de forma tan urgente necesitaba que viese.


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El tiempo entre ellos no parece importarle, no a Grelliam que se desplaza lentamente por el largo pasillo principal de la casa junto a Bel Evans, los cabellos que siguen húmedos sobre su cabeza se pegan en su frente, sumado al extraño suéter de estampados que Bernadette ha escogido para él lo hacen verse mucho más joven, posiblemente un par de años más de la edad que debe tener, casi hasta de menor estatura gracias al modo tan apagado en el que se traslada de una habitación a otra, pero no parece preocuparle eso ahora, junto a Bel, con las manos dentro de los bolcillos de su pantalón al caminar dándole un porte menos elegante, él sigue siendo mucho más alto que ella aun, Garry se ha acostumbrado tanto a esa diferencia de altura, que Bernadette puede asegurar que el muchacho solo se curva de aquel modo cuando camina junto a Bel.

 

Durante el camino y aun al llegar él no habla mucho, como es su costumbre, si quiera se esfuerza por gesticular algo ante el reproche de Bel con respecto a las habitaciones cambiantes de la casona, siempre se ha hecho el desentendido cuando se trata del tema de los cuartos en la casa y sus magias, esta vez no es la excepción y parece más preocupado en asegurarse de que, luego de cerrar las puertas tras ellos, ninguna mirada curiosa los siga, sabe que Smith se ha aprendido los pasadizos de memoria, si no es que es ella la única que lo sabe todos, pero espera que al menos desconozca donde es que se encuentran ahora, por lo menos hasta que le dé el tiempo de mostrarle a Bel lo que tiene para ella. Extraño le parece algunas veces como tiene que combatir a su propia rara familia para poder mantenerse tranquilamente solo.

 

Una vez dentro se asegura que la iluminación en el salón sea nítida, hay polvo por todas partes, a Garry le extraña que sea así pues no recuerda que ha pasado tanto tiempo desde que ha estado por última vez en el estudio, guardando un par de libros adquiridos luego de haber terminado su estudio del libro de la sangre en la universidad. No toma importancia de eso por más tiempo, tampoco de como Bel espera por alguna respuesta pronta de por que la ha llevado ahí, y lentamente se mueve por el lugar recorriéndolo con la pálida mirada, como si fuera la primera vez que estuvieran en ese lugar. Sabrá Merlín que piensa mientras se detiene a observar un cuadro viejo de una mujer que toca el arpa, esta le sonríe amablemente y comienza a tocar para él, aunque no hay sonido que llene el salón.

 

Finalmente, recorrió lo que le queda para llegar hasta el centro del estudio, donde un juego más chico de sofás individuales y una mesa de centro descansan, estos están en la misma empolvadas circunstancias y deterioro que el resto del mobiliario ahí.

 

Es esto-, el muchacho señaló con uno de sus largos dedos la mesa de centro; en ella se encontraban un par de libros que Garry no recuerda el tema solo por las portadas, una taza de té vacía, posiblemente olvidada por él, y justo en medio, una larga pero pequeña caja de madera, de tallado claramente manual, aunque pulcro, es oscura, y solo alguno detalles del metal dorado resaltan en ella. ―Esta es... nueva-, masculló con calma, mientras se inclina hacia adelante, aun con las manos dentro de los bolcillos de su pantalón y con los ojos muy abiertos, inspeccionando el objeto. ―Está hecha a tu medida-, finalmente pareció decidirse en abrir la caja, con ese par de grandes y temblorosas manos que no pierden habilidad para desarmar y armar. ―He notado que…aun conservas la suya-, cuando el seguro cedió pudo levantar la tapa y revelar el arma mágica dentro, en mucho mejor estado que todo en esa habitación. ―Pe-pero creo que puede servirte-, contempló la varita antes de retroceder un poco, solo para que ella pudiera verla mejor.

 

En una esquina, ya puede escuchar los sollozos de madame Odette, pero no se inmuta él si quiera en buscarla, supone Garry que es solo una señal para saber que es cuestión de tiempo para dejar de estar completamente solo con Bel Evans. Por otro lado, guardó en silencio, esperando que Bel pudiera darle una descripción del arma.

 

Llévala contigo en tu viaje Bel, si quieres-, apenas se encogió de hombros mientras se alejaba con pasos serenos para ocupar un lugar en una butaca, él se siente aun tan cansado. ―Ella no servirá a nadie más...-, su apagada mirada estaba puesta nuevamente sobre la pintura de aquella mujer, ahora ella ya no estaba, pero el arpa seguía canturreando por su cuenta. ―No lo hará por las buenas.

 

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Es únicamente cuando él la señaló, que noté la mesa de centro y lo que había en ella. La caja de madera resaltaba entre todo lo demás y la reconocí al instante, pues había visto el cuarto donde docenas, quizá cientos de esas cajas, se almacenaban, y guiada por Odette Saint Marin, había aprendido de ellas en las varias tardes en que sin nadie más en casa, comenzaba a aturdirme los sentidos la quietud de la heredad.

 

Por supuesto que, tras la explicaciones entusiastas de la fantasma, había sido difícil no sospechar de las historias que relacionaban su llegada a la Heredad, con su deseo de una varita poderosa que compensara (¿o resolviera?) su problema de magia al ser una squib. No obstante mis sospechas, la emoción de Odette resultaba fascinante, dándole vida y siempre con una historia para contar respecto a la creación de todas ellas.

 

Quizá fuera por eso, o por la carga de lo que significa para ella presenciar algo como la entrega de esa varita por parte de Garry, pero a su risa le ha sucedido el llanto, y pronto su perlada presencia desaparece del rincón. La habitación se torna solo un poco más silenciosa entonces.

 

Con la varita que llevo ahora casi maté a Dennis y Heberth Delacour durante una clase, por accidente claro― las circunstancias en que había perdido mi varita anterior eran una historia de lo más extraña, que no parecía importar ahora frente al cuidado detalle de la que ahora lucía dentro de la caja― Creí que lo habías olvidado. Muchas gracias por el regalo.

 

La varita de un Ollivander. ¿Había sido Yanna quien me había contado del asunto? ¿o era en el viejo álbum de fotos donde había visto una foto de Garry junto a su abuelo recogiendo una rama de arce? Él, en las pocas veces que el tema había salido a la luz, había comentado de su poco interés en general por la actividad que más fama había traído a su familia, de forma que tener una varita allí, escogida o fabricada para mí con tanto esmero, resultaba el doble de significativo.

 

Con cuidado, tomé la delicada pieza de la caja, y de inmediato un agradable calor invadió la punta de mis dedos. Me recordaba vagamente a la sensación cuando había tocado por primera vez mi desaparecida varita de mindi, pero había diferencias, que no solo pasaban por el color tan distinto, sino porque al agitarla, la magia fluyó con una naturalidad que no recordaba haber tenido en mucho tiempo.

 

Expecto Patronum ― musité, evocando a mi inocente yo de 11 años tomando su varita en la Tienda Ollivander.

 

La vizcacha, de ojos vivos y cuerpo plateado emergió de la varita y saltó de un lugar a otro, inquieta y feliz, hasta terminar frente a Garry. No era capaz de enviar ninguna clase de mensaje, como lo había hecho durante mucho tiempo durante la guerra, y simplemente, se quedó como silenciosa compañía para el mago, en lo que yo guardaba la varita al interior de la gabardina.

 

Mientras lo hacía, mis dedos toparon un bulto en el bolsillo a la altura de mi pecho. Ya por fuerza de la costumbre, ni había notado que la marca de la maldición ardía nuevamente ¿sería por la magia que acaba de realizar? Y eso solo implicaba una cosa.

 

"Ha comenzado, tengo que apresurarme"

 

Metiendo la mano en el bolsillo interior, saqué el pequeño frasco, el producto de la incursión la noche anterior en compañía de Ethan, a los lugares que habían sido más significativos para mí. El contenido plateado de su interior, mostraba el mismo brillo que el día anterior.

 

De pie tras la butaca donde Garry había ido a parar, por un momento abandonando la seguridad que había tenido hasta entonces en la conversación con él, de modo que aspiré y exhalé fuertemente un par de veces, para recuperar la tranquilidad. Un ligero temblor sacudía mis dedos, pero echándome a andar, fui hasta donde se encontraba e inclinándome ligeramente, lo besé en la frente, para luego colocar entre sus manos, el traslúcido vial.

 

Son mis memorias...en cierto sentido...nuestras memorias de Baker Street ― mencioné con una sonrisa, haciendo un esfuerzo enorme porque la melancolía no me ganase en ese momento ― Este es mi regalo. No recuerdo si lo dije antes, pero ahora estoy segura que todo eso que vivimos allí, me salvó de un destino más lúgubre y terrible. Y creí que debías saberlo antes que me fuera.

 

Había otra cosa que necesitaba hacer antes de irme ¿pero cómo decírselo? Apremiada por el tiempo, hice un último acopio de esfuerzo. Total ¿Que más daba lo que él pensara? Si había comenzado a ser fiel a mí misma, tenía que llevar hasta lo último esa determinación.

 

― Quiero despedirme de él Garry, de Grelliam.

 

El tono, aunque había pretendido que sonase a un pedido, salió casi como un mandato, con una urgencia que incluso a mí me sorprendió encontrar en mi propia voz. Y aunque sonara confuso, sabía que él entendería perfectamente a qué me estaba refiriendo.

 

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¿Quién?-, masculló distraído, los adormilados ojos siguen puestos aun en el animalillo que se posaba frente a él con tanto ánimo.

 

Garry parecía contemplarlo con una calma infinita, pero sus ojos vibraban con curiosidad ante cada movimiento que hacía, por un segundo era como si fuera in capaz de reconocer la magia; “Un patronus”-, ¿hace cuánto no puede invocar uno? la idea de tan solo intentarlo una vez más parece turbarlo, sin embargo, el ánimo de ver a la criatura nuevamente de un lado a otro tras sentir los pasos de su invocadora le provocan una media sonrisa, inconsciente, pero al mismo tiempo era como un recordatorio, de por qué no ha terminado en su propia perdición. Que Bel le invocara lo reconforta.

 

Apenas se da cuenta de que en su derecha sostiene sin mucha fuerza las memorias que Bel le ha entregado, supone Garry que ya se dará el tiempo para saber por qué es que ella le ha entregado tan peculiar regalo, no cree que debe ser él quien las tenga, y piensa que más que un regalo para él, es solo algo que Bel quiere hacer, es cómo "el significado de sus acciones” que como siempre a Garry le cuesta solo un poco más sopesarlo.

 

Ha pensado en que quizá las guarde en un lugar junto a las memorias de sus padres que ha encontrado por accidente, aquellos cientos de frascos encajonados en un olvidado cuarto de baile, (era un alivio, para él, que Hannity se olvidara de aquel hallazgo) pero, no, aunque él recuerda cada caso importante en Baker que considere deba conservar, esas memorias necesitaban un lugar más propio.

 

De pronto, ha sentido las ganas de preguntar a la bruja por todas esas cosas de su naturaleza que él no entiende, derrotado ya por ser incapaz anteriormente de responderle con el mismo sentimiento.

 

Yo… quisiera intentarlo

 

Cuando levanta la vista para ver nuevamente a Bel, de pie frente a él, Garry se pregunta si nuevamente se ha ido por horas, la luz plateada del encantamiento sigue merodeando por ahí y en su mano el cristal de sus recuerdos aun no es tan tibio para saber que lleva mucho tiempo. Que terrible sentimiento, de no saber en qué momento esta y cuando no.

 

Que hable de Grelliam por supuesto que no mejora para nada las cosas, pronunciar su nombre le provoca un escalofrió que ha disimulado, aunque sabe que solo ella puede verlo, y es que es tan reciente, hacia tan solo unas horas que luchaba consigo mismo para mantenerlo a distancia que a pesar de sus esfuerzos aún puede sentirlo tan capaz de manipularlo. Que Bel quiera traerlo de regreso no hace al brujo muy feliz.

 

Suspiró con ganas, soltando un gruñido bajo, visiblemente mal humorado, pero es que es demasiado frustrante de pronto encontrarse encerrado en sí mismo.

 

Oh, mi querida Bel Evans…-, una larga y torcida sonrisa se dibujó en la mitad de su rostro, las cicatrices ahí se arrugaron con tanta fuerza que parecían partir nuevamente la piel de su cara. ―Ya deberías saberlo-, el muchacho parece contrariado, porque aunque sonríe su rostro parece más bien que se lamenta. Con pereza, aunque sin el temblor habitual que ha adoptado, su mano izquierda se levanta hasta la altura de su rostro para cubrir el ojo que brilla como una lampara. Sin el ámbar, tan parecido a los de Yanna, su semblante es aún más pálido, más gris, como una pintura vieja. ―Él siempre está aquí-, susurró.

 

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  • 2 semanas más tarde...
Aun cuando no fuera del tipo que planificaba sus acciones, con Garry decididamente las cosas solían ir hacia donde no me lo esperaba. Una buena parte del tiempo, eso había sido estupendo, especialmente cuando el lazo que me unía a él no era más especial que el que tenía con unas cuantas personas más en Ottery.
La diferencia, fundamental, pero que me había tomado más tiempo del debido notar, es que él no era el tipo de persona que usualmente me rodeaba. ¿Podía ser esa sola la explicación? ¿Qué como P-ko había dicho en sus inicios, no era la clase de persona buena para mí? Mientras lo veía estremecerse ante la sola mención de su nombre, que sin embargo le pertenecía a la bestia a la que frecuentemente achacaba todos sus males, sentí una punzada de culpa.
― Sí está, supongo que todo será más sencillo― repliqué intentando mantenerme calmada ante el inquietante brillo de sus ojos― ya pasé por demasiado como para venir a tenerle miedo ahora.
Esa noche, mi última en Ottery traía una única certeza, y esa era de que no había nada que pudiese atormentar a Garry, ni siquiera Grelliam, más que su propia maldita mente. Esa mente tan brillante para resolver misterios, o para mantenerse ajena e indiferente a las complicaciones amorosas, resultaba también el arma más eficaz para hacerse daño. Un daño más hondo, en el espacio y el tiempo, que el que podía propinarse cada noche de luna llena.
Acercándome hasta él, manteniéndome de pie, solo para poder observarlo con algo de autosuficiencia y la cabeza en alto, sostuve la varita entre mis dedos y luego apunté con ella al hombre que seguía allí con esa expresión siniestra, casi segura que después de ese patronus ya no tenía la magia suficiente para hacer un p*** desmaius, si le daba por atacarme.
Pero él, porsupuesto, no tenía porqué saber eso.
No sé lo que les espere de aquí en adelante, pero, más te vale que dejes de atormentarle― la punta de la varita tocó su pecho y creí escuchar un nuevo gruñido por toda respuesta― ¡dejen de atormentarse maldición! Porque ¿sabes Garry? en la medida que sigas dándole ese poder monstruoso sobre ti a Grelliam, él seguirá siendo efectivamente ese monstruo de tu interior, y nada va a funcionar.
Respiré agitada, levemente asombrada de haber sido capaz de soltar ese pensamiento que tantas veces había cruzado por mi mente. Era como si a medida que la magia iba escapando de mí, sintiera volver la vieja energía de mis épocas más rebeldes. Garry dejaba de ser el "niño tonto/niño bueno" para solo ser ese maldito amigo al que más me costaba dejar, y al que tenía que decirle en esa noche, todas las cosas, de la forma cruda y directa que no había hecho en otras ocasiones. Como me había confesado Pakami alguna vez, ebrios en el establo del Castillo Evans McGonagall, nosotros los golpeados por toda la violencia de los bandos, si convivíamos lo suficiente con otros, terminábamos por ser est****amente blandos. O callar cosas, con la esperanza de "preservar" a los demás.
Y no lo había creído, hasta que me había tocado experimentarlo en carne propia.
Ya viste lo suficiente ¿verdad? De este lugar y de su gente. Has vivido observando todo desde ese lente potente capaz de desnudar los razonamientos de muchos ― alcé las cejas y arrugué la nariz, justo de la manera en que él solía decir que hacía cuando le lanzaba una "reprimenda"― ahora tienes que vivir para ti ¿me oyes? Quiero que me prometas eso. Yo voy a hacer eso, y no espero menos del que elegí como mi compañero más cercano y más querido para compartir...la magia.
Bendita magia que lentamente seguía sintiendo desaparecer de mi interior.
Con cada palabra, había ido acercándome inconscientemente a él, de modo que ahora estaba peligrosamente cerca. Una cuota de impulsividad que le había dado tranquilidad a mi corazón pero ¿Qué clase de repercusión desencadenaría? ¿Volvería Grelliam a atacarme como en aquella vieja ocasión en Baker?
― Creo que, ahora sí, no tengo más para decir.
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  • 2 semanas más tarde...

El gesto aparentemente divertido de la criatura se transformó de apoco tras cada palabra que Evans decía, determinada a causar algún efecto en ellos y empuñando su varita en su contra como si estuviera dispuesta a lastimarlo si fuera necesario, y de apoco, parecía más curioso que otra cosa, queriendo entender o averiguar finalmente el cómo terminaría todo esto. Había tanto en lo que ella decía que desconcierta a ambos, tanto al hombre como a la criatura. Abrió con sorpresa la boca, una expresión muda mientras de apoco dejaba descubierta su mirada.

 

¿Atormentarme?-, repitió lo que ella decía con cierta incredulidad. ―Bel, tu no…-, quiere decirle que cuidado tendría que tener con él, con la criatura, pero en realidad es muy tarde y antes de que pueda si quiera terminar de pensar lo que quiere decir, la transición está ahí, apartándolo de ella.

 

Yo no te hago daño”-, masculla la criatura, a lo que Garry negó apenas en un movimiento, sutil aunque visiblemente nervioso.

 

No, no lo haces”-, contestó casi en automático, como si necesitara recitar de aquello para terminar de creérselo.

 

Ellos sí, decidiendo por ti, entrometiéndose y luego queriendo entrar a la fuerza…”

 

Lo hacen…”

 

"Y ahora quiere que te quedes solo, tal cómo ellos lo querian también"

 

"Pero yo no estoy solo..."

 

Así es, y...si me dejaras a mi…”

 

Bien.

 

Poco a poco la sonrisa torcida surcó nuevamente su rostro, Grell era una criatura astuta, había hace mucho encontrado el modo de tener al brujo para siempre consigo.

 

Yo no puedo hacerle más daño del que ustedes ya han hecho-, resopló una risa burlona mientras se encoje de hombros para desviar la mirada hacia una de las ventanas donde se puede ver el fantasma de Geraint en el exterior y a Odette observándole desde el interior. Obviando claro que se refiere a la “familia” de Garry, Bel y Hannity incluidas por supuesto. ― En realidad ¿te has preguntado qué es lo que “Garry” quiere?-, de soslayo capturó la imagen de la sanadora, que valiente parecía, pero a Grell eso no le importa, ni lo que se crea capaz de hacer ahora. Con lentitud se acomodó en la butaca, más erguido, cruzando las piernas y visiblemente en mejor estado. ―Que él se aleje de mi es solo algo que tu…o ellos quieren-, farfulló esta vez con más problemas para articular.

 

Pero ¡tú no sabes!-, soltó aquello con un rugido entre sus palabras. ―No, ustedes nunca...Él y yo...siempre hemos estado juntos.-, sonrió nuevamente, mientras que con sus largos brazos se abrazaba a sí mismo y casi reía con locura. ―Tantos años sin nadie más. Yo cuide de él en la soledad del exilio y él de mi lo hace cuando la luna llena nos tortura-, gimió, antes de volver los vibrantes ojos coloridos a ella. ―¿Por qué crees que ahora él necesita estar solo?-, le retaba con mirada dura.

 

No, yo no me preocuparía por él, niña-, se levantó con extraños movimientos para acortar la distancia que hay entre ellos, no es mucha, y la varita de ella sigue encajada en su pecho, pero él no duda. ―Yo lo haría por todo aquel que quiera intentar entrar…-, chasqueó la lengua con disgusto, para enfatizar lo desagradable que puede ser.

 

Su dedo índice se posó sobre una de las mejillas de ella y presionó con suficiente fuerza para dejar un camino enrojecido que viajaba por su rostro, pasaba delineando por su mentón, bajando por el delgado y frio cuello de Evans y se colgaba del cuello de su blusa, tirando de ella con apenas nada de fuerza, suficiente solo para revelar el sello del manzanillo para ambos. Los ambiciosos ojos de Grell lo contemplaron con excitación antes de, con diversión, volver a encarar a la bruja.

 

La promesa… ¿es para que te puedas marchar tranquila?-, habla entre dientes, atropelladamente, como si estuviera ansioso de un desenlace pronto. ―Adelante entonces...puedes dejarnos.

 

Suficiente

 

El muchacho apuró a cubrir su ojo más pálido, el gris, sus manos temblaban tanto que casi parecían que de tanta fuerza podría sacarlo de su cuenca. Garry retrocedió sus pasos con torpeza hasta tropezar con la butaca tras de él y caer sentado. Estremecimiento tras estremecimiento lo agitaban de pies a cabeza, respiraba erráticamente y era ruidoso, inclusive casi se le podía escuchar murmurar algo para sí mismo mientras se encorvaba para ocultarse de ella. Luego del extraño momento, se destensó poco a poco hasta volver a la habitual calma, las manos temblorosas apenas y la mirada apagada. Lentamente, con una exhalación paciente, se recostó sobre la butaca, parecía bastante plácido y aunque se mantenía serio no se le notaba incomodo o molesto.

 

Lo siento-, le habló en un hilo de voz, como si aún no terminara de recuperarse. ―Es...caprichoso. Le cuesta medir sus palabras-, sonrió, forzadamente, aunque no es falso con ella, solo que hacer gestos no le va bien. ―No es verdad lo que dice-, comenzó a explicar luego de una pausa que claramente él necesita. En realidad, Grell puede ser para Garry tan complicado como el resto de gentes que él no cree entender jamás. ―No todo por lo menos-, con una expresión fugaz hizo un intento complicado de incorporarse mejor en el asiento. ―Era verdad que…no tienes que preocuparte por mí, Bel-, “nunca tuviste que”, quiere decir, pero hablar del pasado lo encuentra molesto e innecesario.

 

Es por eso que no prometeré lo que me pides-, finalmente los ojos que habían estado fijos al suelo viejo de madera le miraron a ella. ―No estaría "viviendo para mi" si lo hago...-, concluyó en habitual calma.

 

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